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Vayamos pues paso a paso y comencemos por donde se suele empezar cuando se quiere
dejar algo claro, en este caso, adentrándonos en los orígenes de la técnica de la silla
vacía y en cómo como la incorporó Perls a la Gestalt.
El origen de la técnica de la silla vacía proviene del psicodrama del Jacob Levy Moreno,
nacido en Bucarest en el seno de una familia judía sefardí que posteriormente emigró a
Viena donde el joven Levy cursó los estudios de Medicina (especializándose en
Psiquiatría) junto con los de Matemáticas y Filosofía.
Moreno es sobre todo conocido por ser el creador del psicodrama, una forma de
psicoterapia inicialmente concebida como terapia grupal (fue también él quien acuñó el
término de “terapia de grupo”) inspirada en el teatro de la improvisación.
J.L. Moreno
Varios modelos terapéuticos han adoptado esta metodología por ser una técnica muy
proyectiva e impactante a nivel simbólico.
Según los partidarios de esta técnica, esta confrontación permite al paciente enfrentarse
a conflictos tanto actuales como del pasado. La intención puede ser, por ejemplo,
verbalizar ante la silla vacía algo que no pudo decir en la infancia (por represión, por
miedo o por cualquier otro motivo), surgiendo así un “efecto catártico” resolutivo.
Consideremos que también es posible ubicar en la silla no sólo a personas sino también
a ciertos rasgos de la personalidad no reconocidos como propios por el paciente, con la
finalidad de hacerlos conscientes y poder enfrentarse a ellos. E igualmente sentar en la
silla a situaciones que supongan un conflicto, con la intención de teatralizar una escena
que se dé con frecuencia en lo cotidiano, y poder contemplarla desde “afuera” con una
objetividad que ayude a solventar el problema.
Para resumir: la silla vacía pretende ser un instrumento a través del cual el paciente
pueda escenificar una serie de roles para proyectarse y conseguir efectos catárticos.
En esta obra, Perls establece las ideas originales que conformaron las bases de la teoría
y la práctica de la Terapia Gestalt.
Perls planteó unas ideas como un revisionismo al psicoanálisis, ideas que conformarían
los cimientos de la Terapia Gestalt: las resistencias orales, el valor positivo de las
resistencias, el continuo de la consciencia, el holismo, y la regulación auto-organísmica.
Aunque quien fuera su esposa en esos momentos, Laura Perls, no firmó como coautora,
sí que participó activamente en la redacción del texto apoyando profesionalmente a su
marido.
En 1964, Fritz Perls dejó el Instituto de Nueva York y se trasladó a California. Con la
moda del desarrollo personal que se concentraba en la Costa Oeste norteamericana,
Perls comenzó a contemplar la Terapia Gestalt como una forma de vida más que como
un modelo de terapia. Su primer paso fue incorporarse al Instituto Esalen donde
impartió cursos de formación acordes con su nuevo modo de concebir la vida.
Es así como comienza la época californiana de Perls, un referente biográfico a partir del
cual abandonó la terapia individual y se mostró partidario de la terapia de grupo.
PERLS DIO UN PASO ATRÁS RENUNCIANDO A SUS POSTULADOS Y
RETROCEDIENDO DE NUEVO AL INDIVIDUALISMO INTRAPSÍQUICO,
ALGO QUE NO COMPARTIERON SUS MÁS ÍNTIMOS COLABORADORES
Y COFUNDADORES DE LA TERAPIA GESTALT
En esta época Perls, llevó a cabo su actividad profesional a través de unos llamativos y
pintorescos talleres públicos en Esalen en los cuales renunció a los conceptos de campo
y de contacto (introducida en Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la
personalidad humana) y experimentó una regresión (en su forma de trabajar) al
evolucionar hacia la esfera de lo intrapsíquico. Es decir, del mismo modo que en su
momento la innovación que aportó Perls fue pasar del paradigma individualista del
psicoanálisis a un paradigma de campo, Perls dio un paso atrás renunciando a sus
postulados y retrocediendo de nuevo al individualismo intrapsíquico, algo que no
compartieron sus más íntimos colaboradores y cofundadores de la Terapia Gestalt.
A título anecdótico, circula el comentario que al igual que para Freud, situarse de
espaldas al paciente le ayudaba a compensar alguno de sus miedos a enfrentarse a él,
también se especuló con que Perls tenía tanto miedo a la relación, y sentía tanta angustia
frente el nosotros, que éste tal vez fuera el motivo que le impulsó a escribir su famosa
oración gestalt.
Isadore From se refirió a algunos de estos breves talleres de Fritz como terapias “hit-
and-run” (relámpago):
Es lo que hizo Perls los últimos años de su vida: daba demostraciones, pequeñas
instantáneas de la Terapia Gestalt. No hacía Terapia Gestalt: ¡no se puede hacer terapia
en 15 o 20 minutos!
Fueron este tipo de demostraciones que Perls hacía en Esalen —efectistas y hasta
circenses— las que aun hoy contribuyen a la confusión de identificar la Terapia Gestalt
con unas técnicas y experimentaciones catárticas y espectaculares. Craso error que es mi
intención desmentir al matizar que, en todo caso, a partir de la metamorfosis involutiva
experimentada por Fritz Perls en su etapa californiana, la Terapia Gestalt se escindió en
dos corrientes. Una de ellas siguió fiel a sus orígenes y la constituyeron tanto su esposa
Laura (de quien se acabó separando), Paul Goodman así como el resto de miembros
pertenecientes al llamado grupo de los siete. La otra corriente, fue la que emprendió
Perls en la California hippy de los sesenta tras renunciar ya no sólo al paradigma de
Campo, sino a la Teoría del Self y al sustrato teórico plasmado en la obra de referencia
“Terapia Gestalt: excitación y crecimiento de la personalidad humana” (1951),
coloquialmente conocida como el PHG por las iniciales de sus creadores: Perls,
Hefferline y Goodman.
Este punto de inflexión en la vida profesional de Fritz Perls, marca la escisión de lo que,
a partir de entonces, serían las dos corrientes de la Terapia Gestalt que aun hoy dividen
a esta disciplina: la Gestalt Ateórica de Costa Oeste y la Gestalt Teórica de Costa Este.
Esta última corriente es fiel a los orígenes plasmados en el PHG publicado en 1951, y es
la que suscribo y aplico en mi práctica profesional.
En este libro, y en palabras del propio Perls, aparece el término de la “silla vacía”, así
como los términos con los que él mismo denomina a sus demostraciones públicas:
“funciones” y “circo”.
Mis seminarios los hago abajo en la posada, las sesiones de grupo las hago en esta sala.
Mi único contacto con gente no profesional es en los seminarios de fin de semana y, al
igual que las demás “funciones” donde aparezco, están muy de moda. A pesar de todo
acepto entre 70 y 80 personas. A esto le llamo mi Circo. Uno esperaría que con tanta
gente y en tan corto tiempo bien poco se pueda lograr. Por el contrario, hago
experiencias colectivas que todos en puede participan, pero fundamentalmente me
dedico a trabajar con una sola persona a la vez. Para esto necesito:
1) Mi destreza
2) Un pañuelo
5) Mis cigarrillos
6) Un cenicero
Fritz Perls
Asimismo Perls, personaje complejo donde los haya, nos ofrece pinceladas de su
personalidad. Una identidad en cierto modo “egotista” y narcisista.
En realidad esto de recolectar recuerdos para dar luz a los años de mi niñez es una
confabulación. No hago esto sólo para mí, sino más bien lo hago para un auditorio
“como si” alguien me hubiera pedido que escribiera mi autobiografía, “como si” debiera
buscar, al igual que Freud, las explicaciones a todo.
Fritz Perls
En la segunda parte, el tema central son los sueños. Más que mensajes existenciales que
nos suceden cada noche a todos no, Perls muestra mediante casos individuales, su modo
original de trabajar los sueños. Lejos de interpretarlos y de elaborar teorías sobre ellos
(como en el psicoanálisis), simplemente ayuda al sujeto a descubrir el mensaje que para
él encierran.
El enfoque guestáltico. Testimonios de terapia (1976)
Último libro de Perls en el que su objetivo fundamental es dejar bien asegurada su teoría
sobre la neurosis y sobre el proceso terapéutico.
Todo enfoque razonable de la psicología que no esté escondido tras la jerga profesional
debe ser comprensible al lego inteligente y basarse en los hechos de la conducta
humana.
Fritz Perls
Como hemos visto a través del recorrido por la bibliografía de Perls, éste incorpora la
técnica de la silla vacía, en la última etapa de su vida y fundamentalmente en los talleres
públicos que realiza.
Los trabajos de Perls en esta época se encuentran recogidos tanto en sus obras
mencionadas anteriormente Sueños y existencia y El enfoque guestáltico. Testimonios
de terapia, como en películas y videos.
La mayor parte de los trabajos de Perls que se encuentran en estas obras, son sesiones
en las que utiliza la técnica de la “silla vacía”.
Cuando Perls realizaba sus demostraciones públicas, tenía frente a sí dos sillas:
“Hot Seat” o “Silla Caliente”, era la silla en la que se sentaba la persona que salía a
trabajar.
“Empty Chair” o “Silla Vacía”, era la silla donde a lo largo del trabajo se sentaban las
personas imaginarias con quienes se establecía un diálogo o los aspectos de uno mismo
proyectados en dicha silla.
Fritz estaba orientado, mucho más analíticamente de lo que él se daba cuenta. Pienso
que la ‘silla caliente’, la ‘silla vacía’ y la dirección del paciente hacia su propia
interpretación es una especie de libre asociación dramatizada […] así él podía no
entrometerse y dar solamente ciertas direcciones o consignas. Eso provenía
parcialmente de su experiencia pre psiquiátrica en el teatro, durante varios años en la
Escuela de Reinhardt.
Los argumentos que aducen quienes utilizan la técnica de la silla vacía son la
posibilidad de que la persona pueda proyectar en ella aquellos aspectos de su
personalidad no aceptados como propios, una persona ausente, un sentimiento o una
situación determinada con la que se tiene un conflicto, todo ello con la finalidad de
integrarlos.
Existe la creencia de que hay que aceptar las emociones para ser una persona más
completa y feliz, pero ¿qué sucede cuando la persona no puede —¡ojo! no digo “no
quiere”— hacerlo?
Cada uno de nosotros tenemos una manera personal y peculiar de ser y de estar en el
mundo. Es a lo que llamamos “nuestra experiencia”.
Teniendo en cuenta estas dos hipótesis, si sentamos a una persona a entablar un dialogo
con un aspecto suyo no reconocido, proyectado a través de un síntoma:
¿Qué ha contribuido en la experiencia del paciente con su entorno para que surja ese
síntoma?
De una manera muy escueta, podemos considerar que en la Terapia Gestalt, mediante
un aprendizaje progresivo de la novedad, el paciente descubre otra forma de funcionar
de la que él utilizaba antes de iniciar la terapia. Es decir, el terapeuta que permanece
atento en la relación terapéutica a lo que ocurre en el momento presente, le es más fácil
contribuir a la construcción de las figuras a partir del material que el paciente trae o vive
en su experiencia en el aquí y ahora.
Para ello adoptamos una posición dialógica, intermedia entre la neutralidad del analista
en el psicoanálisis y del directivismo de las terapias conductuales.
El terapeuta Gestalt necesita identificar si las funciones temporales del self (función
ello, función yo y función personalidad) se encuentran en alianza unas con otras y
fundamentalmente cómo las funciones ello y personalidad puedan estar al servicio de la
función yo.
Jean-Marie Robine
Bibliografía:
Perls F. S. (1969) Dentro y fuera del tarro de la basura. Santiago de Chile. Ed.
Cuatro Vientos.