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Tratado de Límites con Chile de 1881

En nombre de Dios Todopoderoso. Animados los Gobiernos de la República de Chile y de la


República Argentina del propósito de resolver amistosa y dignamente la controversia de límites que
ha existido entre ambos países, y dando cumplimiento al artículo 39 del Tratado de abril del año
1856, han resuelto celebrar un Tratado de Límites y nombrado a este efecto sus Plenipotenciarios,
a saber:

S. E. el Presidente de la República de Chile, a Don Francisco de B. Echeverría, Cónsul General de


aquella República; S. E. el Presidente de la República Argentina, al Doctor Don Bernardo de Irigoyen,
Ministro Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores.
Quienes, después de haberse manifestado sus plenos poderes y encontrándolos bastantes para
celebrar este acto, han convenido en los artículos siguientes:

Artículo Primero.- El límite entre Chile y la República Argentina es, de Norte a Sur, hasta el
paralelo cincuenta y dos de latitud, la Cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá en esa
extensión por las cumbres más elevadas de dicha Cordillera que dividan las aguas y pasará por entre
las vertientes que se desprenden a un lado y otro. Las dificultades que pudieran suscitarse por la
existencia de ciertos valles formados por la bifurcación de la Cordillera y en que no sea clara la línea
divisoria de las aguas, serán resueltas amistosamente por dos Peritos nombrados uno de cada parte.
En caso de no arribar éstos a un acuerdo, será llamado a decidirlas un tercer Perito designado por
ambos Gobiernos. De las operaciones que practiquen se levantará una acta en doble ejemplar,
firmada por los dos Peritos, en los puntos en que hubieren estado de acuerdo y además por el tercer
Perito en los puntos resueltos por éste. Esta acta producirá pleno efecto desde que estuviere
suscrita por ellos y se considerará firme y valedera sin necesidad de otras formalidades o trámites.
Un ejemplar del acta será elevado a cada uno de los Gobiernos.
Artículo Segundo.- En la parte Austral del Continente y al Norte del Estrecho de Magallanes el
límite entre los dos países será una línea que, partiendo de Punta Dungeness, se prolongue por
tierra hasta Monte Dinero; de aquí continuará hacia el Oeste, siguiendo las mayores elevaciones de
la cadena de colinas que allí existen hasta tocar en la altura de Monte Aymond. De este punto se
prolongará la línea hasta la intersección del meridiano setenta con el paralelo cincuenta y dos de
latitud y de aquí seguirá hacia el Oeste coincidiendo con este último paralelo hasta el divortia
aquarum de los Andes. Los territorios que quedan al Norte de dicha línea pertenecerán a la
República Argentina; y a Chile los que se extiendan al Sur, sin perjuicio de lo que dispone respecto
de la Tierra del Fuego e islas adyacentes el artículo tercero.
Artículo Tercero.- En la Tierra del Fuego se trazará una línea que, partiendo del punto
denominado Cabo del Espíritu Santo en la latitud cincuenta y dos grados cuarenta minutos, se
prolongará hacia el Sur, coincidiendo con el meridiano occidental de Greenwich, sesenta y ocho
grados treinta y cuatro minutos hasta tocar en el Canal “Beagle”. La Tierra del Fuego dividida de esta
manera será Chilena en la parte occidental y Argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas,
pertenecerán a la República Argentina la isla de los Estados los islotes próximamente inmediatos a
ésta y las demás islas que haya sobre el Atlántico al Oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales
de la Patagonia; y pertenecerán a Chile todas las islas al Sur del Canal “Beagle” hasta el Cabo de
Hornos y las que haya al Occidente de la Tierra del Fuego.
Artículo Cuarto.- Los mismos Peritos a que se refiere el artículo primero fijarán en el terreno las
líneas indicadas en los dos artículos anteriores y procederán en la misma forma que allí se
determina.
Artículo Quinto.- El Estrecho de Magallanes queda neutralizado a perpetuidad y asegurada su
libre navegación para las banderas de todas las Naciones. En el interés de asegurar esta libertad y
neutralidad no se construirán en las costas fortificaciones ni defensas militares que puedan
contrariar ese propósito.
Artículo Sexto.- Los Gobiernos de Chile y de la República Argentina ejercerán pleno dominio y a
perpetuidad sobre los territorios que respectivamente les pertenecen según el presente arreglo.
Toda cuestión que, por desgracia, surgiere entre ambos países, ya sean con motivo de esta
transacción ya sea de cualquiera otra causa, será sometida al fallo de una Potencia amiga, quedando
en todo caso como límite inconmovible entre las dos Repúblicas el que se expresa en el presente
arreglo.
Artículo Séptimo.- Las ratificaciones de este Tratado serán canjeadas en el término de sesenta
días, o antes si fuese posible, y el canje tendrá lugar en la Ciudad de Buenos Aires o en la de Santiago
de Chile.

En fe de lo cual los Plenipotenciarios de la República de Chile y de la República Argentina firmaron


y sellaron con sus respectivos sellos y por duplicado el presente Tratado en la Ciudad de Buenos
Aires a los veintitrés días del mes de Julio del año de Nuestro Señor mil ochocientos ochenta y uno.

FRANCISCO DE B. ECHEVERRIA - BERNARDO DE IRIGOYEN


Firmado en Buenos Aires el 23 de julio de 1881.

El fallo británico (20 de noviembre de 1902) Laudo 1902


Los pactos de Mayo llegaron en forma casi simultánea con el laudo arbitral de la corona británica.
A causa de la muerte de la reina Victoria, el arbitraje había pasado a su hijo y heredero Eduardo VII,
según se convino en Santiago de Chile, el 22 de mayo de 1902. En su carácter de árbitro, Eduardo
VII pronunció su laudo el 20 de noviembre de 1902, sobre las cuatro regiones en litigio: región del
paso de San Francisco, cuenca del lago Lácar, inmediaciones de los lagos Nahuel Huapi y Viedma, y
región adyacente al seno de la Ultima Esperanza.
El fallo de Su Majestad Británica estableció lo siguiente:

Artículo 1º- El límite en la región del Paso de San Francisco será formado por la línea divisoria de
las aguas, que extiende desde el hito ya erigido en ese paso hasta la cumbre del cerro denominado
Tres Cruces.
Artículo 2º- La hoya del lago Lácar se adjudica a la República Argentina.
Artículo 3º- Desde el Paso de Pérez Rosales, cerca de la parte norte del lago Nahuel Huapi, hasta
las inmediaciones del lago Viedma, el límite pasará por el monte Tronador, y desde allí hacia el río
Palena por las líneas de división de aguas determinadas por ciertos puntos obligatorios que hemos
fijado sobre los ríos Manso, Puelo, Futaleufú y Palena o Carrenleufú, adjudicando a la Argentina las
hoyas superiores de dichos ríos, aguas arriba de los puntos que hemos fijado, incluyendo los valles
de Villegas, Nuevo, Cholila, Colonia 16 de Octubre, Frío, Huemules y Corcovado; y a Chile las hoyas
inferiores aguas abajo de dichos puntos.
Desde el punto fijo sobre el río Palena, el límite seguirá el río Encuentro hasta el pico llamado
Virgen, y desde allí a la línea que hemos fijado cruzando el lago General Paz, y desde allí por la línea
divisoria de las aguas determinada por el punto que hemos fijado sobre el río Pico, desde donde
ascenderá a la divisoria principal de las aguas del continente sudamericano en la loma Baguales, y
seguirá dicha línea divisoria de las aguas hasta una cumbre cuya denominación local es La Galera.
Desde este punto seguirá ciertos tributarios del río Simpson (o brazo austral del Aisén), que hemos
fijado y alcanza el pico llamado Ap-Ywan, desde donde seguirá la línea divisoria de las aguas,
determinada por un punto que hemos fijado en un promontorio de la ribera norte del lago Buenos
Aires. La hoya superior del río Pico queda así adjudicada a la Argentina y la inferior a Chile. Toda la
hoya del río Cisnes (o Frías) se adjudica a Chile, y también toda la hoya del Aisén, con la excepción
de un trecho en las cabeceras del brazo sur que incluye una estancia llamada de Koslowskey, que se
adjudica a la Argentina.
La continuación ulterior del límite queda determinada por líneas que hemos fijado cruzando los
lagos Buenos Aires, Pueyrredón (o Cochrane) y San Martín, quedando así asignadas las porciones
occidentales de las hoyas de estos lagos a Chile, y las porciones orientales a la Argentina,
encontrándose sobre los cordones divisorios los elevados picos llamados monte San Lorenzo y Fitz-
Roy. Desde el monte Fitz-Roy hasta el monte Stokes la línea fronteriza ha sido ya determinada.
Artículo 4º- Desde las inmediaciones del monte Stokes hasta el paralelo 52 de latitud sur, el
límite seguirá primeramente la divisoria continental de las aguas, determinada por la sierra Baguales
apartándose de esta última hacia el sur para cruzar el río Vizcachas hacia el monte Cazador en la
extremidad sureste, de cuya montaña cruza el río Guillermo, y se junta nuevamente con la divisoria
continental de aguas al oriente del monte Solitario, siguiéndola hasta el paralelo 52 de latitud sur;
desde cuyo punto el resto de la frontera ha sido ya demarcado por acuerdo mutuo entre los Estados
respectivos. (...)1
El Tribunal prescindió pues de los tratados vigentes entre ambos países por considerarlos
ambiguos, y buscó una solución que juzgó equitativa. De acuerdo con el laudo británico, sobre
94.000 kilómetros cuadrados en disputa, se adjudicaron 54.000 kilómetros cuadrados a Chile y
40.000 a la Argentina.2 Errázuriz Guilisasti sostiene que Chile obtuvo mayor cantidad de tierras que
la Argentina, pero que la extensión territorial otorgada a ésta abarcaba regiones más utilizables y
de mejor porvenir.3

1
Texto del fallo del rey Eduardo VII sobre el litigio argentino-chileno, firmado en la Corte de Saint James
(Londres), el 20 de noviembre de 1902, y publicado en el "Diario Oficial" Nº 7485, de 17 de enero de 1903, cit.
en O. Errázuriz Guilisasti, op. cit., Anexo Documental Nº 1, pp. 99-101. También citado en I. Ruiz Moreno, op.
cit., pp. 248-249.
2
M.A. Scenna, Argentina-Chile. Una frontera caliente, op. cit., p. 135; G.V. Rauch, op. cit., p. 356. Gustavo
Ferrari y Roberto Etchepareborda proporcionan datos muy cercanos a los dos autores anteriores: 54.225
kilómetros cuadrados para Chile y 39.915 para Argentina. Ver G. Ferrari, "La Argentina y sus vecinos", op. cit.,
p. 683, y R. Etchepareborda, op. cit., p. 168.
3
O. Errázuriz Guilisasti, op. cit., p. 50.

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