Professional Documents
Culture Documents
con esa base se dedican como algo en efecto existente, sino la comparten, acaso
la producen. Tal es uno de los límites de su argumento.
Quizás pueda ser considerada como lugar común la afirmación de que antes de la
invasión europea no había indios en México (ni en América). Antes de la irrupción
mercantil hispana existían distintos tipos de agrupaciones políticas que podían
influir en la identificación de sus miembros. No había tampoco mayas, tarahumaras,
zapotecos o yaquis, sino personas hablantes de distintas lenguas diferenciadas entre
sí y dentro de sí (…) cuyo uso podía eventualmente formar parte de las
identificaciones sociales pero que seguramente no bastaba para definirlas de manera
genérica: el hablante de maya yucateco no detentaba necesariamente una identidad
colectiva de naturaleza excluyente, ni el mixteco correspondía a un modelo
homogéneo de ser o hablar (…) Bonfil Batalla destacó en una de sus obras pioneras
(1971) que el concepto indio se construyó como una categoría de la situación
colonial que servía para designar (…) al dominado. Este término indicativo de una
posición de subordinación estructural se ha mantenido hasta nuestros días, lo cual
demuestra que las fronteras étnicas no han desaparecido y que perviven muchas de
las características del pasado (p. 41-42).
Bartolomé retoma la definición de identidad étnica de Cardoso de Oliveira (1976)
como, “la forma ideológica que adquieren las representaciones colectivas de un grupo
étnico.” En este marco, Bartolomé arremete contra el planteamiento marxista de ideología
como falsa conciencia, lo que, a su decir, “obviaba la historicidad de las ideologías (…)
y el hecho de que los criterios de ‘verdad’ o ‘falsedad’ para juzgarlas sean precisamente
ideológicos” (p. 43). Para el autor, las ideologías étnicas no se tratan de “la expresión de
una ‘falsa’ o una ‘verdadera’ conciencia, sino de la ‘conciencia posible’ producida por
determinada experiencia de la realidad.” Por último, al hablar de “las identidades étnicas
como ideologías”, el coordinador de línea hizo dos importantes planteamientos: por un
lado, retomó a Leach, quien en 1968 planteó que la definición del nosotros o de los otros
“lo que nosotros somos, o lo que el otro es dependerá del contexto.” Así, la historia de las
ideologías étnicas es también la historia de los contextos interactivos dentro de la cual los
distintos grupos se relacionan entre sí, y (aquí viene el segundo punto), las construcciones
ideológicas de unos no son comprensibles sin una referencia a las ideologías de los otros”
(p. 43).
El autor alude aquí a algunos puntos ciegos del etiquetamiento identitario y cultural.
se basa en dos trabajos de corte teórico; a los que se añade una bibliografía de corte más
empírico, y no por ello menos antropológica o histórica. Digamos el trabajo
péndulo