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JESÚS
y el ciego
BARTIMEO
MIRADA A LA VIDA
Así, la enfermedad de la
ceguera ha formado parte
de ese caminar. Lógicamente, antes, los condicionantes aún eran mucho
más significativos, puesto que los “medios” al alcance de las personas eran
mucho más limitados. No es de extrañar, pues, que el modo de vida, de
quienes sufrían esta situación, era la mendicidad, con lo que suponía de
marginación, especialmente en algunas culturas.
Con todo, en este caso, este hombre, si bien era ciego porque sus ojos no
eran capaces de percibir la luz, los colores, conocer a las personas por su
fisonomía y disfrutar de tantas maravillas… él tenía una percepción
interior. Sus ojos quieren ver, pero no lo consiguen; pero Bartimeo no
tiene la “ceguera” que le impide percibir y sentir la presencia de
ALGUIEN, de un alguien del que ha oído hablar y que es capaz de
realizar prodigios, porque… “Dios ha visitado a su pueblo”.
Así, pues, el relato de hoy nos presenta a un hombre, en el que sus ojos
no ven, pero en quien el corazón está bien vivo y despierto,
convirtiéndose en SÍMBOLO de todas las esperanzas de aquel pueblo
que, a través de los tiempos, había suspirado por la salvación de Dios,
hecha realidad, de una vez y para siempre, y especialmente a favor de los
más pobres y débiles. Bartimeo representa fielmente a este grupo que
espera en las promesas de Dios.
HOY Y AQUÍ
El ciego Bartimeo no sólo recobra la luz de sus ojos, sino que descubre
que la visión que lleva en su corazón era la buena y la más importante,
hasta el punto de descubrir que en Jesús está la razón de ser de su vida,
tanto para él como para cuantos “se acercan” a él y acogen aquello de lo
que es portador.
ORACIÓN
Padre,
cómo no agradecerte por todos tus dones,
que, constantemente,
nos ofreces y nos brindas,
como expresión viva del amor de tu corazón.
Sería un olvido terrible por nuestra parte
no ser agradecidos por tantas muestras de amor.
Además, hemos recibido tu Espíritu
que nos muestra, en cada momento,
que Tú eres un Padre, el Abbà entrañable.
PLEGARIA
CANTO