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GILSON, ETIENNE, sa E/ espiritu de la Filosofia Medieval, ‘Ediciones Rialp, Madrid, 1982. m Pp. 13-48 rlas, si necesario fuera. * NOTA PARA LA SROUNDA EDICION FRANCESA g b f dicién de 1982, EL conjunto de la obra reproduce el texto de le ¢ 2, ero Jor dos voliimenss han sido reunidos en wno solo, Las notes, qu 4 habian puerto at [iel,jiguran ahora al pis de tar paginas del texto, ¥ las notas bibliogrificas, que se han dejado coma antes al final tomo, hen sido completadas. Parle, 7 do absil de 1948. CAPITULO PRIMERO EL PROBLEMA DE LA FILOSOFIA GRISTIANA No ay expresin que acuda ms naturalmente al pensamiento de un historiader de la filosofia medieval como la de “filosofia. cristiana” ninguna, al parccer, pudiera provocar menes dificultades, y por con siguiente no debe extrafiarnos verla empleada con tants fescuencia Sin embargo, pocas expresioncs hay que, si bien se reflexiona, scan ciertamente mit obscuras y de mds dificil definicién. La cuestién no 3, en efecto, saber si un historiador del pensamieuto medieval tiene el dezecho de considerar las filosofias elaborades por cristinnes, en el transcurso de Is Edad Media, separadamente de las que fueron con- eebidas por judios 0 musulmanes. Planteado en esta forma, cl pro na es de orden puramente histérico y puede ser faciimente resuelto, En justicia, no podemos aislar en la historia lo que estuvo unido en la realidad. Y dado que sabemos que cl pensamiento cristiano, el pene samicato judfo y el pensamiento musulman han obrado unos en ot70s, smal método seria estudiarlos como otros tantos sistemas ccrrades y aislados. De hecho, la investigacién hist6rica vive de abstracciones, y cada uno de nosotros se Jabra en ella un dominio cuyas fronteras son las de su competencia; lo importante es no creer que las limitacio- nes de nuestro método sean limites de la realidad, El verdadero problema no esta ahi; es de orden filoséfico, y mucho mis grave, Reducido a su més shnple férmila, comtiste en pregun- tare si la nocidn misma de fileseie cristae’ ene un sents ys subsidiariamente, si cozresponde a una realidad. Naturalmentc, no s¢ trata de saber af ha habide cristiznes fil6sofos, sino de saber sf puede haber filésofos cristianos. En este tentido, el’ problema se plantearia Gel mismo modo respecto de Jos musuilmanes y de lox judios. Todos sabemos que la civilizaciOn medieval se caracteriza por la extreordi- ia importancia que en ella toma el elemento religioso. Tampoco ignoramos que el judaismo, el islamismo y el cristianismo produjeron ‘entonces cuerpos de doctrinas en los que la filosoffa se combinaba més © menos feliamente con el dogina religioso, y que se designa con el 2 Sobre la nocién de “losotia cristiana” y ow historia, véanse, al.final de este, tomo, las Notas bibliogrdficas para servir ¢ la historia de la nociga de “filosofia crstiane’”. “4 1 perfury De LA rILOSoR{A MEDIEVAL bre, por lo demés bastante vago, de escolistica. La cuestién csté Drocissinente en saber si esas escolasticas, ya sean judias, mssukmanas, © mis especialmente cristianas, merecen ¢] nombre de filosofias, Ahora Bien: en cuanto se plantea el problema ca estos términos, lejos de aparecer como evidente, Ja existencia y aun la postbilidad de una fllosofia cristiona se wuclve problematica, a punto tal que hoy parecen concordar los partidos filoséficos mis opuestos pata rehusarle a cata expresion todo significado positive, : ‘Gn primer lugar, tropicza con la ctftica de los historiadores, que, sin discutir @ priori la cuestién de saber si puede o no haber una “filosofta cristiana”, comprueban como un hecho que, aun en la Edad ‘Media, jamds la hubo ?. Fragmentos de doctrinas griegas mas o me- nos torpemente cosidos 2 una teologia, es casi todo lo que nos han dejado bos pensadores cristianos, Ora acuden a Platén, ora a Aristé: eles, a menos que, atin peor, no intenten unizlos en una imposible sintesis y, como ya Jo decfa Juan de Salisbury en el siglo xvi, traten de reconciliar muertos que no cesaron de disputarse mientras vivicron. Nunca vemos alzar el vuclo a un pensamiento que sea a la ee jundamente cristiano y verdaderamente creador} el cristianismo, pu Ae Na vontribuido en hada'a eariguecer el patsiononio filséico de la humanidad. Rh ‘Los filésofor nos explican la raz6n del hecho que los historiadores creen comprobar. Si nunca hubo una filosofia eristiana histbricamente observable, es porque la nocién misma es contradictocia e imposible En la primera fila de los que comparten esta opinién debemos colocar a los que podriamos lamar racionalistas puros. Tan conocida cs la opinién de éstos, que apenas serla til describirla, si su, influencia no se hubiese extendido mucho més alld de Jo que coméinmente se supone. Para ellos, entre la religién y la filosofia hay una diferencia de csercia, que ulteriormente hace imposible cualquier otra colabo- racién entre «i, No todos concuerdan sobre la escncia de la religién, lejos de ello; pero todos estén acordes en afirmar que no ¢ del orden de la ragén, y que a su vez la raz6n no podria depender del or- don de la religién. Ahora bien: cl orden de la razén es precisamente tl de la filosofia. Hay, pues, una independencia esencial de la filosofia respecto de todo lo que no ¢s ella, y pasticularmente con relacién a tse irracional que es la Revelacida. Nadie pensaria hoy en hablar de una matemAtica cristiana, 0 de una biologia eristiana, o de una medicina cristiana. gPor qué? Porque la matemitica, la biologia y. la medicina ton Ciencias, y la ciencia es radicalmente indepen- diente de la religién, tanto en sus conchisiones como en sus prine pics. La expresi6a’ “filosofia cristiana’” no ¢3, sin embargo, me- 2 Vésse Brotroonaria. Textos de M. Scheler, y de &. Bréhicr. EL PROBLEMA DE LA FILoSosiA CRISTIANA 15 nos_absurda®, y Jo tinico que debe haccrse cs abandonaila. Naturalmente, en nuestros dias no encontrariamos un solo neoesco- léstico que admiticra que no hay ninguna relacién entre la fitosofia y la religién; sin embargo, nos equivecariamos si creyésemos que una ‘oporicién absoluta los separa a todos del racionalismo tal cual acaba de ser descrito. Al contrario: aun cuando cn otro plano mantienen expresamente relaciones necesarias, algunos admiten las premisas de la argumentacién racionalista, y otros hasta tienen el valor de acep:ar la conclusign. Lo que ¢308 neoescolisticas niegan es que ningtin pen- sador cristiano haya conseguido constituir una filosofia, pues sosticren que Santo Tomis de Aquino fundé una; pero no serfa menester apre- miarlos mucho para que reconocieran que es la tinica 4, y que, si es Ia ‘énica, es justamente porque se constituyé en un plano puramente racional. Lo que los separa de los racionalistas es, pues, un desacucrdo sobre los hechos més que una discordancia acerca de let principios, © si entre ellos hay desacuerdo sobre los principios, no se refiere a la nocién misma de la filosofia, sino al lugar que le corresponde en 1a je- ” rarquia de Jas ciencias, Mientras el racionalista puro coloca a la filosofia en la cio y la identifica con la sabiduria, el neoescoléstico Ia. subor- dina a la teologia, ‘inica que merece plenamente cl nombre de sabiduria; ero gpor qué ciertos neoescolésticos piensan que, aun subordinada a la teologia, su filosofia permancee esencialmente idéntica a la que no reconoce ninguna Sabiduria por encima de ella? ¢Cémo explicar seme- jante actitud? Si pudiéramos preguntar a los pensadores de ja Edad Media qué derechos se reconocen al

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