You are on page 1of 41

LA CRISIS BAJOMEDIEVAL:

REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA
Y APLICACIÓN AL CASO ASTURIANO.

TRABAJO FIN DE GRADO


EN HISTORIA

. SIMÓN ALONSO LORA

Facultad de Filosofía y Letras

2013-2014

Abril, 2014

1
LA MUERTE AL CAMPESINO:

“Si vuestro trabajo fue siempre sin arte,


No haciendo surco en la tierra ajena,
En la gloria eterna habréis gran pena,
Y por el contrario sufriréis pena…”.

Anónimo: Danza de la muerte, siglo XIV1.

Pieter Brueghel: El triunfo de la muerte, 15622.

1
VALVERDE, J. M.: Antología de la poesía española e hispanoamericana, 1, Barcelona, 1986, p. 77 y s.
2
Imagen: <https://www.museodelprado.es/en/the-collection/online-gallery/on-line-gallery/obra/the-
triumph-of-death/> [con acceso el 16-IV-2014].

2
ÍNDICE

Introducción. 4

1. Objetivos y metodología del trabajo. 5


2. El concepto de “crisis bajomedieval”: precisiones sobre la materia de estudio. 6

Primera parte: Balance historiográfico europeo. 8

1. Interpretaciones historiográficas de la crisis. Causas y principales manifestaciones. 8


2. Concreción cronológica. 10
3. La contracción económica. La gran crisis agraria y sus efectos sociales. 12
4. La lectura demográfica: efectos de las epidemias y las guerras. 17
5. Crisis del feudalismo: los conflictos sociales. 21
6. La crisis bajomedieval y la cultura. 26

Segunda parte: Balance bibliográfico sobre la crisis bajomedieval en Asturias. 28

1. Crisis socio-económica. 28
2. Crisis socio-política. 32

Valoraciones finales. 35

Fuentes y bibliografía. 37

3
INTRODUCCIÓN.

A peste, fame et bello, libera nos Domine.


(“De la peste, el hambre y la guerra, líbranos Señor”)3

“Crisis”. “Crisis económica”, “crisis de valores”, “crisis de identidad”… Hoy en


día este es un término muy empleado por la sociedad y, por consiguiente, también
dentro del ámbito académico. Nuestro trabajo posee como escenario cronológico los
siglos XIV y XV, un periodo que no pocos historiadores catalogan como “la gran crisis
de la Baja Edad Media”. Hace más de siete siglos, el Occidente europeo se ve sumido
en una profunda y duradera depresión. La Europa resultante de dos siglos de crisis
renace convertida en una formación más solida, que sentará las bases del occidente
actual. Los orígenes y los elementos que componen la crisis actual y la bajomedieval
tienen poco en común, pero los procesos y consecuencias en la población,
especialmente la más desfavorecida, son muy similares e incluso, en algunos aspectos,
hasta paralelos.
Afrontar un tema tan importante como este no es sencillo, ya que la connotación
tan negativa que portan todos los elementos que componen la crisis, así como estudiar la
acumulación de unas transformaciones en la realidad socioeconómica en los siglos XIV-
XV, hace que sea imprescindible un análisis muy cuidadoso de los planteamientos
hechos hasta la actualidad y la intencionalidad de los mismos. Por tanto el estudio del
orden de la sociedad y sus estructuras permite avanzar en el conocimiento de su
desarrollo en la larga duración, ya sea en periodos de expansión o de depresión.
Los estudios de un periodo tan crucial para el devenir de occidente, han sido muy
abundantes a lo largo del último siglo, en ellos se analizan los planteamientos e ideas
ofrecidas de cada uno de los elementos de la crisis y sus numerosos efectos: desde la
simplista visión de que la Peste Negra es un accidente biológico sobre la que recae todo
el peso de las catástrofes del momento, pasando por los análisis malthusianos que
intentan aplicar unos parámetros matemáticos basándose de la demografía y el
crecimiento, hasta la visión marxista, basada en la crisis del feudalismo.
Todos estos planeamientos han intentado establecer los orígenes del desastre,
analizar las diferentes manifestaciones de la crisis y sus terribles efectos, las causas y el
alcance de los mismos. La historiografía ha tratado de dar respuesta a numerosas

3
Dicho medieval. SARASA SÁNCHEZ, E.: Las claves de la Crisis en la Edad Media, p. 4.

4
interrogantes, a establecer una relación entre los distintos desastres, ya sea entre el
económico o el social. Así como las transformaciones sufridas durante dos siglos que
acaban desembocando en la “modernidad”. Los investigadores han puesto su empeño en
descifrar cuales son síntomas de la descomposición social, política, intelectual… que se
lleva a cabo durante largo tiempo, por lo que la producción científica acerca del tema es
amplia, aunque las aportaciones novedosas en las últimas décadas es escasa. Este tipo
de reflexiones conforman el eje vertebrador del presente trabajo.

1. Objetivos y metodología del trabajo.


El principal objetivo de este trabajo es desentrañar, dentro de un estrecho margen
espacial, los más destacados planteamientos que tratan de dar respuesta al por qué de
una crisis de estas características. La historiografía tradicional se ha esforzado, por
abordar las distintas manifestaciones de la crisis bajomedieval, por lo que, en cuestiones
de método, lo primeo que se hace es exponer sus principales ideas para, posteriormente,
procurar una estimación de las mismas.
En segundo lugar se valora con minuciosidad la evolución del interés
bibliográfico y las reflexiones del mismo desde las últimas décadas hasta la actualidad,
partiendo del análisis crítico de la historiografía tradicional, comprobando cómo de esta
beben los estudios realizados con posterioridad, percibiéndose en ellos una escasa
originalidad en sus planteamientos. Este análisis se elabora fundamentalmente desde
una perspectiva europea, aunque sin olvidar la situación de Castilla dentro del marco
occidental en su conjunto.
Por último y en tercer lugar, prospectar para el caso asturiano, las posibilidades
que ofrecen los estudios regionales para comprender el impacto de dicha crisis en la
Asturias de los siglos XIV y XV.
La metodología de trabajo se basa principalmente en el análisis de los títulos
bibliográficos que tratan el tema de la crisis a nivel europeo empleándolos tambien
como fuentes a analizar, realizando un balance historiográfico en el que se expone las
ideas fundamentales de estos autores acerca de la crisis y sus principales influencias
recibidas, ya sean ideológicas, nacionales o de otra índole, situando a cada historiador
dentro de su marco histórico y lo que supusieron sus planteamientos para
investigaciones posteriores. En este sentido, son pioneros los análisis elaborados por M.
M. Postan en materia de historia económica, también resultan fundamentales los
estudios de R. Hilton y la sociedad medieval. La corriente de Annales también ha

5
realizado importantes aportaciones a la investigación de la crisis bajomedieval
recurriendo a otras ciencias sociales, como la Economía, la Geografía y la Sociología,
para intentar comprenderla mejor. Aunque si hay un autor al que destacar por sus
amplios estudios acerca de este tema es G. Bois, ya que lo aborda desde perspectivas
pioneras y plantea la crisis como una gran conmoción que afecta al conjunto de la
sociedad4.

2. El concepto de “crisis bajomedieval”: precisiones sobre la materia de estudio.


La crisis bajomedieval que asola Europa durante los siglos XIV y XV, no se
presenta solo como una coyuntura en forma de grave depresión económica con una
duración excepcional, sino de un proceso cuya génesis se remonta al siglo XIII y cuyos
efectos tendrán una gran incidencia en todas las instancias de la sociedad medieval.
Dado que se trata de un proceso de larga duración5, en el que intervienen
diferentes elementos, resulta fundamental precisar cuáles fueron estos componentes que
en su conjunto forman la catastrófica crisis bajomedieval. Por tanto, fenómenos como
las guerras, las epidemias, la depresión económica, los condicionamientos climáticos, la
cultura… ningún aspecto de la vida social quedó a salvo.
Como se plantear R. Fossier6, se puede pensar en una crisis o ¿más crisis?, sin los
factores antes mencionados no podríamos entender el conjunto de la crisis europea, por
lo que resulta fundamental establecer una definición precisa de lo que representaron
cada uno de estos condicionamientos. Como cada uno de ellos forma parte de un todo,
no voy a limitarme a establecer axiomas estancos e independientes, sino que en la
medida en la que cada uno de ellos se conecta entre sí, tender puentes y establecer
relaciones que faciliten no solo la definición, sino también una mejor comprensión de
los factores particulares y del conjunto de la gran depresión. Estas concreciones son de
carácter general, las especificaciones serán tratadas en otro apartado atendiendo a una
exhaustiva revisión historiográfica.
La crisis en primer lugar tiene un componente económico muy importante,
después de dos siglos de prosperidad y crecimiento demográfico y de capital, a finales
del s. XIII comienzan a aparecer los primeros síntomas de la hecatombe económica
posterior, síntomas que luego serán especificados y explicados en extenso. La base de

4
A lo largo del trabajo se detallarán los estudios de estos autores a los que hago referencia.
5
Siguiendo las categorías analíticas del espacio temporal que se establece en BRAUDEL F.: El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 1976, México.
6
FOSSIER R.: La Edad Media: el tiempo de las crisis, p. 39.

6
este colapso económico se halla en la imposibilidad de hacer frente a la creciente
demanda, la producción agraria comenzaba a no generar suficiente para seguir
manteniendo este crecimiento estable.
Desestabilizado el sistema económico debido a la contracción agraria, el siguiente
eslabón en verse afectado es el social, ya que la población tanto urbana como rural
comenzó a experimentar un serio hundimiento generalizado, viéndose afectados todos
los estratos sociales. Desplazamientos de población, aumento de la pobreza,
conflictividad y levantamientos tanto en ciudades como en el campo. Son algunos de los
aspectos más destacados del componente social.
Uno de los elementos de la crisis más reconocido es el del hundimiento
demográfico, proceso de larga duración que además dispone de hitos históricos muy
destacables en toda Europa, la Peste Negra causaría estragos en todo el continente.
Nuevamente el cataclismo que supuso la peste para la población, volvió a afectar
indistintamente a todos los estratos sociales, incidiendo directamente en el régimen
demográfico, hasta entonces estable.
El papel de la guerra durante la gran crisis medieval resulta fundamental para
comprender el conjunto de la gran depresión. El vínculo entre la crisis y la guerra es
completamente directo, van de la mano. Conflictos armados se han producido a lo largo
de la historia con mayor o menor asiduidad, pero cuando la guerra discurre
paralelamente a otros factores perjudiciales para el desarrollo de la vida, el resultado es
una gran rueda infernal que se retroalimenta y que afecta directa o indirectamente a toda
la sociedad medieval.
Otro factor no menos importante de la gran crisis bajomedieval, fue el del coste
intelectual, la Iglesia como baluarte del conocimiento de la época, comenzó ya desde
finales del siglo XIII a elaborar “la teoría de la culpabilidad”, la cristiandad comenzó a
sufrir un grave traumatismo cultural. No solo eso, sino que desde el mundo académico,
se produjo un fuerte rechazo a toda idea producida por la razón, es decir, se favorecía la
iluminación o la intuición frente a la reflexión y el razonamiento.
Estos factores brevemente contextualizados conforman la base fundamental de la
crisis bajo medieval en toda Europa, no se puede entender la crisis sin la participación
activa y su incidencia en todos los estratos de la sociedad medieval durante cerca de dos
siglos. No cabe duda de que un proceso tan catastrófico y de tan larga duración no podía
producirse sin la unión de todos estos factores en el proceso depresivo. No obstante,
estos elementos no están exentos de debate, a lo largo de los años los historiadores han

7
discutido los pormenores de la crisis bajo medieval y se han desarrollado numerosas
explicaciones y planteamientos, todos ellos merecedores de reflexiones profundas7.

PRIMERA PARTE: BALANCE HISTORIOGRÁFICO EUROPEO.

1. Interpretaciones historiográficas de la crisis. Causas y principales


manifestaciones.
El tema de la crisis bajomedieval8, depresión que afectó a Europa durante un largo
periodo de tiempo, es objeto de un profundo debate historiográfico. Cada uno de los
factores que se desarrollan durante el periodo de crisis, su duración, las dimensiones y
profundidad, el alcance de la misma, suscitan desde tiempo atrás un gran interés por
establecer unas hipótesis claras y precisas acerca de la crisis y por supuesto de las
profundas transformaciones que esta generó en toda Europa9.

7
VALDEÓN BARUQUE, J.: “Reflexiones sobre la crisis bajomedieval en Castilla”, En la España
medieval, 5, 1984, pp. 1049-1062.
8
Un estudio sobre los contextos de la crisis bajomedieval europea bastante original por su
planteamiento es el de DREES, C.J. (Coord.): The late medieval age of crisis and renewal, 1300-1500: a
biographical dictionary, Westport, 2001. Esta obra, en la que participan varias decenas de autores
británicos y alemanes, recopila las biografías de numerosos protagonistas de la Europa en crisis:
soberanos, artistas, cronistas e intelectuales; cabe destacar que el estudio incluye, también, reseñas sobre
personajes del reino nazarí de Granada.
Otra de las obras clásicas, es la realizada por F. Seibt y W. Eberhard, en la que se ofrece un balance de
la historiografía europea acerca de la crisis bajomedieval y sus particularidades regionales. En ella
participan numerosos autores de distintos países, ofreciendo su visión de la crisis. SEIBT, F. Y EBERHARD,
W. (eds.): Europa 1400. La crisis en la baja Edad Media, Barcelona, 1992.
9
Recientemente se ha publicado un recopilatorio de estudios sobre las particularidades de la crisis
bajomedieval en las diferentes regiones europeas en DAHLERUP, T.: (Coord.): New approaches to the
history of late medieval and early modern Europe: selected proceedings of two international conferences
at the Royal Danish Academy of Sciences and Letters in Copenhagen 1997 and 1999, Copenhague, 2009;
vid. especialmente los de BLANCHARD I.S.W.: “The Late Medieval European Integration Crisis, 1340-
1540”, pp. 301-334, de carácter general; MUNRO, J.H.A.: “Before and After the Black Death. Money,
Prices, and Wages in Fourteenth-Century England”, pp. 335-264, sobre el caso británico; POSS, L.R.:
“The Historical Demography of Northern Europe 1400-1650”, pp. 365-396, sobre la región escandinava;
o MELTON, E.: “The Revolution and the Agrarian Transformation of Eastern Europe, 1400-1600”, pp.
373-300, sobre los países del este.
Otros estudios nuevos sobre regiones concretas son, para Irlanda, la monografía de SMITH, B: Crisis
and survival in late medieval Ireland: the English of Louth and their neighbours, 1330 - 1450, Oxford,
2013; para Inglaterra, el artículo de GLENNIE, P.: “Crisis and restructuring in late-medieval England and
Wales”, Journal of historical geography, 18, 1992, pp. 330-338; para Italia EPSTEIN, S.R.: “Cities,
Regions and the Late Medieval Crisis: Sicily and Tuscany”, Past and Present, 130, 1991, 3-50; para el
Sacro Imperio Romano Germánico y los países checos el de CECHURA, J.: “Demograficky faktor teorie
pozdne stredoveké agrární krize a nekteré aspekty populacního vyvoje v Cechách do konce XV století”,
Historická demografie, 12, 1987, 89-105; para Polonia el de WYROZUMSKI, J.: “Was Poland affected by
the late-medieval crisis of feudalism?”, Acta Poloniae historica, 78, 1998, 5-17; o Dinamarca el de
GISSEL, S.: “The late medieval agrarian crisis in Denmark”, Danish Medieval History, 1, 1981, 238-250.
El repaso bibliográfico sobre las particularidades de la crisis en Bohemia, Sicilia, Irlanda,
Dinamarca… posee mero fin informativo pues, en la mayoría de los casos, no he podido acceder

8
En primer lugar, no se puede pasar por alto el hecho de que hay historiadores que
se cuestionan la verdadera existencia de una crisis bajomedieval de dimensiones
ruinosas. De forma bastante discreta, el gran historiador J. Heers, en su obra Occidente
durante los siglos XIV y XV (1966, París) cuestiona el hecho de que la crisis afectara al
conjunto de Europa y que el estudio de factores como el hundimiento económico o las
fluctuaciones demográficas sea complicado por la escasez de fuentes10. En la
mencionada obra, J. Heers trata de dar respuesta a los factores desarrollados durante la
crisis y como estos, a su parecer, no tuvieron una incidencia tan negativa o desoladora
como aparentemente fue. El autor, en numerosas ocasiones, cae en explicaciones
extremadamente simplistas de hechos que tuvieron gran relevancia, como la
conflictividad social o los desequilibrios demográficos. Termina sentenciando que “la
idea de una «crisis» al final de la Edad Media nació quizá del deseo de exaltar la
«recuperación», «el Renacimiento», de la época moderna”11.
Por otro lado, continuando en esta línea negacionista, autores pertenecientes a la
corriente historiográfica del postmodernismo, influenciados por el giro lingüístico12
exponen unos planteamientos que tratan de proporcionar al historiador un punto de vista
completamente distinto al puramente científico a la hora de analizar en detalle, en este
caso que nos ocupa, los factores desarrollados durante la crisis. La creencia tradicional
de que una investigación histórica racional nos permite llegar a un conocimiento
auténtico del pasado fue ampliamente revisada a través de los postulados
postmodernistas de algunos historiadores franceses y norteamericanos durante los años
setenta13. En resumen, el giro lingüístico ha dado como consecuencia una acusada
tendencia al relativismo, que se cierne actualmente sobre la historiografía, como pone
de manifiesto para el estudio del periodo medieval, y más concretamente de la crisis, el

directamente a estos estudios. Más abajo habrá ocasión de concretar la bibliografía específica sobre el
caso hispano.
10
HEERS, J.: Occidente durante los siglos XIV y XV: aspectos económicos y sociales, p. 334-336.
11
Ibídem, p. 348.
12
“Toda realidad está mediatizada por el lenguaje de los textos, así que toda investigación histórica
depende de la reflexión del discurso”, el giro lingüístico es un planteamiento realizado. dentro de un
bloque de nueva historia cultural o historiografía, por el historiador H. White. Es una teoría semiológica
histórica o teoría tropológica de la historia, entiende la historia como una gigantesca estructura verbal,
que tiene figuras lingüísticas que formalizan fuertemente sus partes en torno a estas estructuras fijas, el
lenguaje es por tanto, de gran importancia al lenguaje.
13
AUREL, J.: “Los efectos del giro lingüístico en la historiografía reciente”, Revista de filología
hispánica, 20 (1), 2004, pp. 1-16.

9
historiador G. Bois, quien aboga por recuperar la capacidad teórica de la historiografía
clásica criticando frontalmente estos planteamientos revisionistas14.
Una vez planteado el punto de vista negacionista de la crisis y sus tendencias
historiográficas, se explica a continuación cuáles son los factores explicativos del
concepto que nos ocupa. En este sentido la historiografía europea ha estudiado la crisis
bajomedieval desde numerosos puntos de vista, partiendo de diversas influencias
ideológicas, nacionales u otro tipo de tendencias filosóficas15.

2. Concreción cronológica.
El primero de los elementos a concretar es el que concierne a la cronología. El
consenso que se ha alcanzado y que en cierta manera sirve de referencia cuando se trata
de la crisis bajomedieval, es el de la debacle de los siglos XIV y XV. No obstante,
profundizando en su análisis en el conjunto de la sociedad europea, es preciso fijar con
más detalle y exactitud unas fechas que determinen fundamentalmente la génesis, los
primeros indicios de dicho periodo y, por otro lado, los comienzos de una recuperación
estable y generalizada, algo que resulta complicado de establecer mediante una datación
precisa. No es sencillo establecer un criterio del que partir para medir los primeros
indicios del futuro hundimiento y esto es algo que la mayoría de historiadores se
plantean. Diferentes investigadores consideran que lo más apropiado a la hora de
conocer estos antecedentes es remontarse al siglo XIII, este es el caso tanto de J. Le
Goff16 como de G. Bois17, que ofrecen el año 1270 como el punto de partida,
argumentando que el estancamiento de Occidente comienza en este momento. Por
ejemplo, J. Gimpel18, que también se remonta a la década de los 70, ofrece otra visión
de por qué establecer esta cronología, basándose en una crisis de la cristiandad y de las
nuevas formulaciones teológicas. Otros autores como H. Miskimin19, A. Sapori20, M.

14
BOIS, G.: La gran depresión medieval: siglos XIV-XV: el precedente de una crisis sistémica, pp. 209-
211.
15
Para un análisis más detallado de las diferentes corrientes historiográficas y metodologías aplicadas al
estudio de la Historia Medieval, ver la excelente síntesis, que aunque breve resulta muy útil para
comprender cada especificidad, de RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: Introducción al estudio de la Edad Media, pp.
121-174. Destacar otras obras clásicas: GOLLINGWOOD, R. G.: Ensayos sobre la filosofía de la Historia,
Barcelona, 1970; LÖWITH, K.: El sentido de la historia, Madrid, 1973.
16
LE GOFF, J.: La baja Edad Media, pp. 264-268. Descanse en paz, maestro. (1 de enero de 1924, 1 de
abril de 2014), tu recuerdo seguirá muy presente gracias a tu gran obra.
17
BOIS, G., op. cit. pp. 64-66.
18
GIMPEL J.: La revolución industrial en la Edad Media, pp. 155-157.
19
MISKIMIN, H.: La economía en el alto Renacimiento, 1300-1460, pp. 35-38.
20
SAPONARI, A.: La mercatura medievale, pp. 13-18.

10
M. Postan21, establecen un criterio para fijar una cronología aproximada, también a
finales del siglo XIII, basándose estrictamente en la economía y cómo afectaba esta al
comercio y a la agricultura22. R. Fossier, por su parte, realiza una enérgica afirmación,
que bien vale la pena reproducir, para concretar el inicio del estancamiento en torno al
año 1260:

“si queremos conocer hasta dónde se hunden las raíces, estamos obligados a incluir en la crisis
una parte del siglo XIII, arrancándole su beatífica máscara de siglo de las catedrales y de las
universidades para poder ver mejor cómo se marcan ya las arrugas que revelan la fatiga y el
23
envejecimiento de la cristiandad, antaño esplendorosa” .

Si los historiadores mencionados hasta el momento están de acuerdo en que este


proceso se remonta al siglo XIII, H. Pirenne24 y G. Duby25 consideran que hay que
retrotraerse hasta los primeros años del siglo XIV. Como se puede comprobar, las
diferencias entre los distintos investigadores a la hora de establecer una cronología es
bastante acusada, no en vano resulta más plausible que los inicios de las crisis haya que
buscarlos en el siglo XIII, ya que los razonamientos aportados por los historiadores que
defienden esta posición parten de análisis más profundos, aunque algún sector
historiográfico los acuse de tremendistas.
Para el caso castellano26, el punto en común entre los investigadores autóctonos es
el de las dificultades que plantea el estudio de la economía por la escasez de fuentes, por

21
POSTAN, M.M.: Essays on medieval agriculture & general problems of the medieval economy, pp.
201-207.
22
Resulta interesante considerar el debate entre H. Miskimin y R. Sabatini con C. M. Cipolla sobre la
naturaleza de la crisis y, más concretamente, sobre el periodo que esta abarca. Se debe tener en cuenta que
H. Miskimin hace referencia a Alto Renacimiento y no Baja Edad Media, en R. SABATINI Y H. MISKIMIN:
“The Economic Depression of the Renaissance”, Economic History Review, 14, 1962, pp. 408-426; y la
crítica realizada por: CIPOLLA, C. M.: “Economic Depression of the Renaissance?”, Economic History
Review, 16, 1963, pp. 519-529. Ambas publicaciones se pueden consultar aquí:
<http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/ehr.1962.14.issue-3/issuetoc> [20:43- 25/03/2014].
23
FOSSIER, R.: op. cit., p. 21.
24
PIRENNE, H.: Historia económica y social de la Edad Media, p. 140.
25
DUBY, G.: Economía rural y vida campesina en el occidente medieval, pp. 370-375.
26
Debido a lo que supone la ya mencionada complejidad para el análisis, y puesto que la intención de
este apartado es realizar un balance de la historiografía europea, el caso castellano será mencionado
simplemente para tener una referencia más próxima de lo estudiado. La lista de autores recomendados
para el estudio en profundidad de este periodo en Castilla es muy extensa, pero a modo de selección, los
trabajos que han servido de referencia para las investigaciones llevadas a cabo hasta el momento son las
de: VALDEÓN, J.: “La crisis del siglo XIV en Castilla. Revisión del problema”, Revista de la Universidad
de Madrid, 20, 1972, 161-182; VACA, A.: “La Peste Negra en Castilla: nuevos testimonios”, Studia
Historica. Historia Medieval, nº 8, 1990; VACA, A.: “Recesión económica y crisis social de Castilla en el
siglo XIV”, en WICKHAM, C.; KAMEN, H.; y HERNÁNDEZ SANDOICA, E. et alia: VV.AA.: Las crisis en la
Historia, Salamanca, 1995, pp. 33-56.
Sobre las particularidades que presenta el sur de España desde su conquista por Fernando III hasta
finales de la Edad Media, destacan los estudios realizados por GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M.: “Poblamiento en

11
lo que establecer un punto de partida para los antecedentes de la crisis bajomedieval en
este ámbito geográfico resulta complicado. Tomando como referencia a P. Iradiel27,
desde principios del siglo XIV, quizás antes, la dinámica de crecimiento económico de
la sociedad medieval se paraliza, de modo que el estancamiento se genera más
tardíamente que en el resto del continente.

3. La contracción económica. La gran crisis agraria y sus efectos sociales.


El segundo factor a concretar es el de la economía28, es decir, los sectores
productivos, en especial la agricultura, y los intercambios mercantiles. El análisis que se
hace del sistema económico medieval29 por parte de la historiografía es muy extenso, no
en vano es uno de los temas que más se han estudiado ya desde finales del siglo XIX.
En este sentido conviene recordar la importancia que M. M. Postan confiere al elemento
demográfico; este autor, especialista en Historia del pensamiento económico medieval,
pertenece a la corriente “malthusiana” o “neomalthusiana30” de la prestigiosa Escuela de
Cambridge31. Para M. M. Postan, es decir, para el modelo malthusiano, esta situación en
la que nos encontramos de crisis responde a un contexto primigenio de cierta estabilidad
tecnológica, el crecimiento demográfico implica la disminución de las tierras

la Baja Andalucía: de la repoblación a la crisis (1250-1340)”, en VV.AA.: Europa en los umbrales de la


crisis, 1250-1350. XXI Semana de Estudios Medievales (Estella, 18 a 22 de julio de 1994), Pamplona,
1995, 63-86.
27
IRADIEL, P.: “La crisis medieval”, en VV.AA: Historia de España: De la crisis medieval al
Renacimiento, 12-17.
28
Es interesante destacar el excelente análisis que realiza D. Wood de las ideas económicas que
estuvieron presentes en el transcurso de la Edad Media, desde el significado del dinero hasta el papel de
los pesos y monedas. También expone cuestiones relacionadas con el salario justo o la usura, además de
analizar con mucho acierto el papel de las ideas aristotélicas en los pensadores medievales y como estos
las aplicaban a la economía: WOOD, D.: El pensamiento económico medieval, Barcelona, 2003.
29
Una interpretación de la crisis bajomedieval como resultado de transformaciones pre capitalistas en
el sistema económico en EPSTEIN, S. R.: “The late medieval crisis as an integration crisis”, en. PRAK M.R
(Coord.): Early modern capitalism: economic and social change in Europe, 1400-1800, Londres, 2001,
pp. 25-50.
30
Thomas Robert Malthus (14 de febrero de 1766 - 29 de diciembre de 1834), economista e intelectual
inglés considerado uno de los primeros demógrafos de la Historia, estableció una interesante doctrina que
en muchos aspectos permanece vigente hoy día. Así, las situaciones críticas pueden hacer inviable o muy
dificultosa la supervivencia de la población si las contingencias aumentan. Su principal obra y donde se
recoge extensamente esta teoría puede encontrarse en MALTHUS, T. R.: Ensayo sobre el principio de la
población, Madrid, 1846.
31
No conviene olvidar, tampoco, al prestigioso historiador alemán W. Abel que en la década de los
treinta propone un modelo interpretativo de las grandes crisis agrarias que asolaron Europa entre los
siglos XIII y XIX, centrando su estudio en el precio de los cereales y sus fluctuaciones. Estas
investigaciones están recogidas en: ABEL, W.: Crises agraires en Europe: XIIIe-XXe siècle, París, 1973.
Un aspecto importante de sus investigaciones tiene que ver con la relación entre los precios y la masa
monetaria, rebatiendo la teoría elaborada por HAMILTON, E. J.: The history of prices before 1750,
Estocolmo, 1960; donde dice que si a fines de la Edad Media los precios bajan, es por la escasez
monetaria. En cambio W. Abel, opina que ese análisis no tiene en cuenta otras variables como la relación
entre los precios y los salarios.

12
disponibles, la caída de los rendimientos por la sobreexplotación y por último el
hundimiento de todo tipo de ingresos. La sobrepoblación, la creciente miseria y las cada
vez más abundantes hambrunas, todas estas condiciones se acumulan generando una
tendencia al cambio del movimiento demográfico hasta alcanzar un punto crítico que
daría inicio a la depresión. Iniciada la recesión, los procesos anteriores se invierten: más
tierras disponibles, reorganización de las explotaciones y mejoran los rendimientos. El
declive demográfico genera un aumento del nivel de vida y prepara la siguiente fase de
crecimiento32. Por lo tanto, la conclusión a la que podemos llegar a partir del
planteamiento de M. M. Postan, es que en torno al año 1300 el crecimiento demográfico
se estanca y, fruto de las vicisitudes de la nueva centuria, desciende vertiginosamente
hasta estabilizarse nuevamente en el XVI.
Continuador de la corriente de M. M. Postan sería E. Perroy, que no solo plantea
que la superpoblación agota la capacidad de producción y el estancamiento de una
técnica agraria incapaz de mejorar de manera sensible los rendimientos de la tierra lo
que generaría la gran depresión, sino que este investigador incide también en la
cuestión monetaria, el debilitamiento de las monedas que corresponde a una bancarrota
parcial y a su vez en una bajada de los preciosos agrícolas33.
El punto de vista ofrecido por H. Pirenne es bastante interesante, en el sentido de
que su idea de la depresión económica es mucho más moderada34. Considera que
durante los primeros años del siglo XIV se observa una suspensión, que no una
decadencia, de toda el crecimiento previo. Este historiador reconoce en primer lugar que
la expansión se ha detenido por la situación de estancamiento en el comercio exterior,
tanto marítimo como terrestre, ya no se abren nuevas rutas. La decadencia de las ferias
constituye asimismo otro elemento de esta suspensión35.
Años más tarde, G. Duby expondría que los problemas económicos,
especialmente en el mundo agrario, serian muy recurrentes desde siglos atrás. Estas

32
POSTAN, M. M.: op.cit., pp. 187- 213. La teoría expuesta está extensamente explicada en las páginas
anteriormente citadas, aportando gráficos correspondientes al caso inglés, que ampliamente ha estudiado
el autor, además desde punto de vista historiográfico fomentó las investigaciones de historia cuantitativa.
No hay que perder la perspectiva, conviene situar a M. M. Postan en su contexto, a principios de siglo sus
planteamientos representaron una revolución teórica, alejada de los planteamientos tradicionales
positivistas que tanta importancia daban a los eventos (véase la Peste Negra), alejados de la economía.
33
PERROY, E.: “La Edad Media”, en VV. AA. Historia General de las Civilizaciones, pp. 215-220.
34
Resulta muy interesante lo que anuncia M. Bloch en una de sus obras más importantes: La ruptura del
final de la Edad Media la identifica claramente con una crisis de los ingresos señoriales, abriéndose el
camino para los Tiempos Modernos. Subraya el debilitamiento del señorío, aspecto que otros autores
indicarán más adelante. BLOCH, M.: La historia rural francesa: caracteres originales, pp. 101-117.
35
PIRENNE, H.: op. cit., pp. 140-142.

13
fluctuaciones serian en cierta medida superadas a partir del siglo XII, aunque si bien es
cierto que reconoce que en las últimas décadas del siglo XIII los problemas de
abastecimiento comienzan a ser especialmente recurrentes. Esta cuestión del
abastecimiento, en relación directa con el comercio, G. Duby llega a plantearse incluso
que este fenómeno del desabastecimiento es hecho principalmente urbano. Razona que
el campo por su parte era menos vulnerable a estas situaciones de subsistencia36.
J. Le Goff por su parte incide en el aspecto tecnológico y como este afectó al
sector agrícola cuando se vio colmado, es decir, la impotencia de las técnicas agrarias
para hacer frente a determinados obstáculos. Hace mención a la incapacidad del cultivo
trienal para hacer que el suelo se recupere lo suficiente, en especial en los que no son
bastante ricos, así como la insuficiencia de estiércol. Y también la poca difusión del
empleo del caballo con fines agrícolas. Esta serie de factores llegaron a lastrar una
agricultura que en tiempos de recesión se hundió, con las graves consecuencias que esto
tuvo tanto para la población como para el ganado37, este último aspecto también muy
destacado por J. Le Goff. Tampoco pasa por alto el problema monetario, llegando a
afirmar que se produce un hambre de metales preciosos38.
Uno de los aspectos en los que la historiografía está más de acuerdo en afirmar es
el que concierne a la influencia del clima39 y como este afectó directamente a la
producción agrícola de los primeros años del siglo XIV, ocasionando graves hambrunas
en toda Europa, mucho más graves que en anteriores periodos de carestía. H. Miskimin
analiza de forma bastante concisa lo que supuso para la producción cerealística las
graves inclemencias del tiempo40. Por otro lado, los metales preciosos a partir de la
segunda década comenzaron a subir en toda Europa, cuando los excedentes
almacenados se agotaron el hambre comenzó a azotar a la población de forma
implacable y prolongadamente. Matiza este investigador que en algunas regiones del
Mediterráneo estos efectos fueron mucho más moderados41.

36
DUBY, G.: op. cit., pp. 379-382.
37
Resulta interesante lo que plantea J. Le Goff acerca de lo grave que es para la población del Medievo
no poder alimentar a su ganado, cuando se llega al límite de expansión agraria, cuando ya no hay más
tierras que ofrezcan pasto a los animales, los bosques comienzan a correr un serio peligro. Los riesgos de
la deforestación son especialmente grandes.
38
LE GOFF, J.: op. cit. pp. 264-268.
39
Unos de los estudios clásicos y que más han tratado el tema de la influencia del clima en este periodo
de crisis bajomedieval que nos ocupa, desde una perspectiva histórica es: LE ROY LADURIE, E.: Historia
del clima desde el año mil, París, 1983.
40
Se llega a afirmar que existió una pequeña glaciación durante este periodo.
41
MISKIMIN, H.: op. cit. pp. 34-35.

14
R. Fossier intenta alejarse de explicaciones estrictamente economicistas, no se
decanta tanto por el contexto de la producción, que hasta el momento es el que más
difusión ha tenido. Plantea que durante largo tiempo se le ha atribuido un gran
porcentaje de culpa al denominado “bloqueo técnico”: la cristiandad habría alcanzado
una frontera difícil de superar, hasta la llegada de la máquina de vapor42. Para R.
Fossier, esto no justifica de manera suficiente la complejidad del hundimiento
económico. Apunta de forma muy tajante que si el cereal, como puede ser el trigo, se
vende mal es sobre todo por culpa de la demanda. Las dificultades no se derivan de una
falta de producción sino de un desajuste en el seno del producto vendible, además del
incremento de las cargas salariales y fiscales que la desviación de la mano de obra
conlleva, todo esto en plena sangría demográfica. Por otro lado, no olvida el papel que
juega la acuñación de metales preciosos en el devenir de la economía del siglo XIV43,
cuando ya a finales del siglo anterior la escasez principalmente de oro comenzaba a ser
preocupante debido a la coyuntura política que sucedía en África44.
De la historiografía más reciente, sin duda G. Bois es el que ofrece una
explicación del factor económico de la crisis más extenso. Durante la época de
crecimiento el conjunto de mecanismos que habían impulsado hacia el progreso al
mundo medieval se invierten y la abocan al retroceso. Expone una visión de conjunto,
no simplemente economicista, al afirmar que nos encontramos ante una crisis
sistemática45, resultado de la crisis, a su vez, del sistema feudal. Desde finales del siglo
XIII se produce una estanflación, fenómeno caracterizado por un alza de precios y una
especulación incontrolada que permite que se mantenga el nivel alcanzado hasta ese
momento; por su parte, la demanda urbana aumenta fruto de la afluencia de población

42
FOSSIER, R.: op. cit. p. 43.
43
Para más información acerca del sistema monetario Europeo y la coyuntura experimentada durante
los siglos XIII y XIV del oro y la plata que llegaban al continente ver: SPUFFORD, P.: Dinero y moneda en
la Europa medieval, Barcelona, 1991. RIERA MELIS, A.: “Monedas y mercados en la Edad Media, el
Mediterráneo Noroccidental”, Moneda y monedas en la Europa medieval (siglos XII-XV): XXVI Semana
de Estudios Medievales, Estella, (19 a 23 de julio de 1999), 1999, pp. 193-256; TORRES LÁZARO, J.: “La
gallina de los huevos de cobre, emisión y fabricación de moneda menuda en la Edad Media”, Gaceta
numismática, 161, 2006, pp. 5-22.
Para el historiador C. M. Cipolla, experto en economía medieval, las devaluaciones de la moneda fueron
provocadas por varios factores: El incremento de la demanda de dinero ocasionado por el aumento
demográfico, el desmedido gasto de los gobernantes y el déficit de sus finanzas, el desequilibrio de la
balanza contable, el fuerte desgaste de la moneda en circulación, en especial la de oro. Para una
explicación más detallada de este fenómeno, ver: CIPOLLA, C. M.: “Currency Depreciation in Medieval
Europe”, Economic History Review, 15, 1962-1963, pp. 413-422.
44
FOSSIER, R.: op. cit. pp. 42-47.
45
Resulta muy interesante este matiz de crisis sistemática y no crisis de crecimiento que otros autores
afirman, ya que las visiones más simples acusan al estancamiento económico como base del hundimiento
generalizado, mientras que para G. Bois es del sistema en su conjunto.

15
rural46. Por otro lado, el gasto público comienza a ser insostenible teniendo gran culpa
de ello los grandes conflictos que comienzan a desarrollarse. Con la llegada de la ya
mencionada crisis de subsistencias de principios del siglo XIV el hundimiento se
desencadena. Con la deflación, las reservas monetarias de las grandes fortunas se
esconden, lo cual no significa un agotamiento de capitales, sino un cese en los
intercambios a la espera de la estabilización del valor de divisas47. La bajada de la
demanda no fue recuperada por culpa del fuerte descenso demográfico que comienza a
sufrir el continente en las primeras décadas del siglo XIV, a pesar de que la demanda se
había estancado; con el descenso de la población este fenómeno no se fue equilibrando
de nuevo48. G. Bois señala otro aspecto fundamental a tener en cuenta: la fiscalidad.
Tanto el poder central como municipal recauda cada vez mayores cantidades de
impuestos que no van a ocasionar más que malestar social y resentimiento en los
intercambios mercantiles49.
Para el caso de Castilla, P. Iradiel se aleja de los planteamientos malthusianos.
Destaca principalmente la caída de las rentas señoriales50, fenómeno que acusaron los
señores durante largo tiempo y de forma muy grave, por lo que se vieron en la
necesidad de buscar nuevas formas de organización de sus tierras51. Por parte del
campesinado, los pequeños propietarios de la Península Ibérica antes del siglo XIV,
vieron como su situación fue empeorando radicalmente por las difíciles condiciones
productivas, y la concentración de tierras en manos de los mismos grandes propietarios.
El caso castellano resulta muy particular52 debido a la heterogéneas formas de

46
Dentro de los núcleos urbanos europeos llegados a este punto, se puede establecer una relación de
factores que se desencadenaron y agravaron los problemas económicos: especulación en el mercado
inmobiliario, alza de precios, pérdida del valor de la moneda, nuevas acuñaciones y por último la llegada
de la temida deflación.
47
Las inversiones y los intercambios comerciales se vieron por lo tanto gravemente afectados.
48
El componente malthusiano está presente en algunas de las ideas que plantea este historiador.
49
BOIS, G.: op. cit. pp. 70-116.
50
VACA LORENZO, A.: “Una manifestación de la crisis castellana del siglo XIV: la caída de las rentas de
los señores feudales. El testimonio del monasterio de Sahagún”, Studia Historica, Historia medieval, 1,
1983, pp. 157-166. Artículo pionero en el estudio de la caída de las rentas señoriales en Castilla.
51
Un interesante análisis de la crisis agraria castellana y además una muy buena revisión historiográfica
de la propia crisis es: BORRERO FERNÁNDEZ, M.: “El mundo rural y la crisis del siglo XIV. Un tema
historiográfico en proceso de revisión”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 37-58.
52
Las diferentes fases de asentamiento y puesta en cultivo de los amplios territorios conquistados a los
musulmanes configuraron aspectos fundamentales relativos a la propiedad de la tierra, a las formas
señoriales, a la sujeción de los campesinos y a la proporción de tierras en manos de los reyes, los nobles y
las comunidades campesinas, todas estas circunstancias condicionan la forma de comprender el caso
castellano y la crisis económica sufrida, en este artículo se explican con detalle: RODRÍGUEZ, A.:
“Modelos de diversidad: crecimiento económico y crisis en los reinos hispanos en la Baja Edad Media”,
Vínculos de Historia, 2, 2013, pp. 27-49.

16
explotación que encontramos en las diferentes zonas geográficas53. Tampoco conviene
pasar por alto, el papel destacado de la ganadería en la economía de Castilla, que
acostumbraba a privilegiar a la Mesta54 en detrimento del cultivo de cereales55.

4. La lectura demográfica: efectos de las epidemias y las guerras.


La grave crisis de subsistencia que azota a la población europea desde principios
del siglo XIV supone un factor muy negativo para la sociedad, empezando por el
aspecto demográfico. Previamente a la llegada de la Peste Negra, que habrá ocasión de
analizar más adelante, la sociedad europea tuvo tiempo de pasar graves dificultades y
verse seriamente mermada. H. Pirenne considera que la situación del campesino es de
desamparo; razona que el señor ha dejado de considerarse el protector de los hombres
de su tierra; además de afirmar que ya no se fundan nuevas villas y no existe motivo
alguno para conceder a los siervos la libertad56.
J. Le Goff introduce el apartado de crisis social ligando esta a la crisis económica.
Considera que el hambre no aflige a todas las “clases sociales”, por lo que el descenso
demográfico afecta fundamentalmente a los estratos más bajos. “Los pobres mueren de
hambre en el mismo lugar en que los ricos tienen en su granero o en su bolsa con que
saciarse”57.
Como he comentado previamente, G. Duby sitúa el peso de las catástrofes
agrarias en las ciudades, ya que considera que los campesinos tenían más opciones de
buscar alternativas para superar la prolongada crisis de subsistencia, aunque no niega
que sufrieran grandes penurias. Pero no sería hasta la llegada de la Peste Negra58 cuando
realmente el conjunto de la población europea se viera realmente afectado y descendiera
en gran número59. A pesar de la problemática que ofrecen las fuentes, está de acuerdo

53
IRADIEL, P.: op. cit. pp. 17-50.
54
KLEIN, J.: La Mesta, Madrid, 1979.
55
IGUAL LUIS, D.: “¿Crisis? ¿Qué crisis? El comercio internacional en los reinos hispánicos de la baja
Edad Media”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 203-223. En este artículo se expone como
afectó la crisis al comercio peninsular.
56
PIRENNE, H.: op. cit. pp. 141-142.
57
LE GOFF, J.: op. cit. pp. 275-277.
58
Para conocer con más detalle lo que supuso para la sociedad europea especialmente en términos
demográficos ver: GOTTFRIED, R. S.: La Muerte Negra, pp. 83- 258. Una fuente clásica para conocer de
primera mano cómo afectó a la población de una ciudad la peste: BOCCACCIO, G.: Decameron, pp. 69-91.
La literatura de la época recoge los estragos de la peste; muestra de ello es el ya mencionado
“Decamerón” de Boccaccio. También es interesante el impacto psicológico que supuso la Peste en el
lenguaje cotidiano: aún hoy en día se alude al término, pese a estar la enfermedad erradicada, para hacer
referencia a un olor putrefacto. Esta es una particularidad medieval de nuestro léxico actual.
59
DUBY, G.: Europa en la Edad Media, pp. 128-132.

17
en afirmar que en algunas zonas rurales la disminución de población había sido
especialmente acentuada60.
Otro historiador que pone mucho énfasis en los estragos demográficos que causa
la Peste Negra en Europa es J. Gimpel. Este afirma que las miserias anteriores a la
llegada de la peste a finales de la década de los 40 no tuvieron comparación con los
horrores producidos por la Muerte Negra. Además comparte la idea de G. Duby del
despoblamiento, acusando a la epidemia de la desaparición de aldeas enteras61. Por otro
lado, J. Gimpel afirma que se produce un alza del nivel de vida de algunos grupos
sociales; esto es debido a que los supervivientes de la peste ante la falta de mano de
obra vieron posible que sus reivindicaciones de mejora de los sueldos fueran efectivas,
además de que el precio del trigo experimentó un descenso debido a la bajada de la
demanda62.
Por su parte, H. Miskimin aporta unas ideas muy interesantes y alejadas del punto
de vista de J. Gimpel en relación con la movilidad geográfica y lo que supuso la escasez
de mano de obra y la consecuente subida de salarios. Considera que cuando los
campesinos veían agotados sus suministros alimenticios, la única oportunidad de
sobrevivir era la migración, un fenómeno que comenzó a desarrollarse ya en la segunda
década del siglo XIV. Las ciudades se convertían en grandes centros masificados,
hambrientos que llegaban a las poblaciones en busca de alimento, esto contribuyó al
rápido agotamiento de los recursos de las ciudades. H. Miskimin afirma que durante el
siglo XIV la presencia de epidemias fue algo muy destacable, su frecuencia, su
gravedad y su impacto son prácticamente universales63.
Continuando con el planteamiento de H. Miskimin, R. Fossier incide en el hecho
de lo que él considera la superpoblación de las ciudades por la precaria situación del
campo64 y los movimientos de población65 que este genera, sumada además al propio

60
DUBY, G.: op. cit. pp. 386-389.
61
GIMPEL, J.: op. cit. pp. 162-166. Resultan muy interesantes los gráficos que aporta sobre la población
de hasta dieciocho ciudades europeas durante los siglos XIV y XV.
62
Ibídem, pp. 166-169. Ofrece una explicación basada en una acentuada influencia malthusiana.
63
MISKIMIN, H.: op. cit. pp. 35-38.
64
Para conocer cómo eran los niveles vida de la gente cotidiana en la Edad Media, con especial detalle
en Inglaterra, ofrece un interesante análisis basado en el consumo y no tanto en la producción, como hace
la historiografía económica tradicional, el historiador DYER, C.: Niveles de vida en la Baja Edad Media,
Barcelona, 1991.
65
A la hora de juzgar el tema de los abandonos de aldeas, R. Fossier se muestra bastante crítico con la
historiografía tradicional, especialmente con la inglesa y alemana, que afirmaban que se produjeron
abandonos en masa de aldeas durante el siglo XIV. Para este historiador, la causa de estos abandonos se
encuentra más bien en la reorganización de la población en núcleos vecinos dónde las tierras son más
prósperas o la situación es pacífica. FOSSIER, R.: op. cit. pp. 70-72.

18
crecimiento natural de las urbes. Con la llegada de la Peste Negra, la aglomeración
urbana juega un papel clave para extender de manera atroz sus efectos mortales,
considera este historiador que esta cruel propagación no hubiese sucedido en la Alta
Edad Media, donde las ciudades eran menos66. Además no es solo la peste de la década
de los 40 del siglo XIV, sino que durante los próximos cien años las réplicas epidémicas
seguirán cobrándose vidas en todo el continente en forma de gripes o tifus67.
Asociado al hambre y a las epidemias, resultado en parte de la terrible situación
económica, encontramos el tercer gran mal del momento: la guerra68. El vínculo entre la
crisis y la guerra es muy profundo, la violencia es sin duda un rasgo permanente y
específico de la sociedad medieval, pero durante los siglos XIV y XV este elemento
toma una dimensión particular. Acerca de este aspecto la historiografía ha discutido
mucho69.
Comenzando con G. Duby, sus planteamientos acerca de la incidencia de la guerra
en la sociedad resultan controvertidos. Afirma que las consecuencias de los conflictos
bélicos en este periodo bajomedieval son a su juicio menos graves de lo que aparentan.
Las explotaciones modestas fueron las menos afectadas, ya que el campesino siempre
estaba dispuesto a huir hasta un lugar seguro y esperar a que el peligro pase, por lo que
no padece físicamente a causa de las hostilidades, salvo en accidentales excepciones.
Además, expresa el historiador, el instrumental agrícola era tan rudimentario que se
reparaba en muy poco tiempo. Indica también que las incursiones armadas no afectaron
nunca de forma duradera la producción de cereales, en cambio es el ganado el más
afectado por el paso de las tropas. Por último, concluye que es la economía señorial la
que más afectada se viera por la guerra, ya que su riqueza era muy vulnerable, así como
sus molinos, hornos o cercados70.

66
En la Alta Edad Media ya hubo casos de peste en Occidente, como la “peste justinianea” que azotó el
continente aunque de manera mucho más desigual.
67
FOSSIER, R.: op. cit. pp. 52-55.
68
El hambre favorece la propagación de enfermedades, una epidemia por su parte puede desorganizar
las cosechas, lo que provocaría una crisis de subsistencia. En hambre alimenta por su parte los desordenes
civiles y militares, los propios ejércitos contribuirían a difundir las enfermedades.
69
Resultan muy interesante los planteamientos que podemos encontrar en: SARASA SÁNCHEZ, E.: Las
claves de la Crisis en la Edad Media, pp. 12-19. El autor afirma que las innovaciones militares
supusieron un cambio de mentalidad en la forma de hacer la guerra por parte de los nobles. En primer
lugar con el desarrollo de viseras metálicas que protegían la cara, en vez de llevarla al descubierto, por lo
que apelan a un signo en el escudo para ser reconocidos por amigos y enemigos, naciendo así la heráldica.
Por otro lado, la introducción del arco de gran dimensión y longitud, la perfección de la estrategia de
combate y sobre todo la pólvora, constituyeron una amenaza al papel predominante de la nobleza en la
guerra, al verse desplazada cada vez más por la profesionalidad de los ejércitos, lo que supondría otro
pesado pilar sobre la crisis del sistema feudal y de la caballería.
70
DUBY, G.: op. cit. pp. 384-385.

19
R. Fossier por su parte, incide en el hecho de que durante más de cien años la
guerra en todas partes de Europa es un lúgubre horizonte cotidiano. En su opinión, las
mayores pérdidas ocasionadas por este factor son las máquinas de trabajo, el robo o
muerte del ganado, la destrucción del bosque o la viña, pues hacen falta años para
recuperar todos estos elementos. Apunta además, continuando con la idea de G. Duby,
de que el desastre tiene mayores probabilidades de afectar al señor que al humilde
campesino, ya que al primero pertenece tanto la propiedad como sus recursos; mención
aparte merece el campesinado alodial, cuyas fuentes para su estudio son escasas pero,
por su condición de poseedores de pequeñas explotaciones, sí que sufrirían más daños a
este respecto. Por tanto, la guerra nutre a la guerra, la guerra da nacimiento a la guerra y
así sucesivamente. No conviene olvidar que, en época de paz los hombres de armas,
mercenarios, conservan una absoluta libertad de acción, pocas veces constructiva71.
G. Bois considera que la guerra se vuelve un fenómeno endémico de este periodo,
alimentado por todas las frustraciones sociales. Una vez desencadenados, los conflictos
sólo se acababan por el agotamiento de los protagonistas. Sin duda alguna, el gran
conflicto de este periodo de crisis bajomedieval es la Guerra de los Cien Años72, siendo
Francia el país que más sufre las consecuencias de la guerra. No obstante, Europa en su
conjunto fue sacudida por la tormenta militar, la Península Ibérica y los conflictos
dinásticos, los enfrentamientos entre Estados urbanos en Italia, luchas por la corona
imperial en Alemania… además, no solo en tiempos de guerra se sufre las calamidades
derivadas de esta, las compañías de forajidos, los hombres de armas asolarán los
campos europeos en tiempos de paz, buscando nuevas formas de lucrarse. Según G.
Bois, la sociedad se militariza a la par que se arruina materialmente73.
Para Castilla, P. Iradiel vuelve a subrayar el hecho de la escasez de fuentes, sobre
todo para el siglo XIV. No obstante, el fenómeno de migraciones campo-ciudad que en
toda Europa se estaba produciendo, en Castilla sucede igual. La crisis agraria gestada
durante los primeros años del siglo XIV, como de continuo indican los cronistas de la
época, grandes periodos de extrema sequedad arruinan las cosechas. La carestía que
sufre la población la hace muy vulnerable ante la amenaza de las enfermedades. Antes

71
FOSSIER, R.: op. cit. pp. 55-59.
72
La obra referencia para el estudio de este extenso y complejo conflicto es: CONTAMINE, P.: La Guerra
de los Cien Años, Barcelona, 1989.
73
En este sentido añade G. Bois, los estados en este contexto de crisis desarrollaron un fuerte sistema
fiscal que determinó una transferencia masiva de rentas del campo a la ciudad, porque recaía
principalmente sobre las espaldas de los campesinos, mientras que las ciudades disfrutaban de
exenciones. BOIS, G.: op. cit. pp. 82-91.

20
de la llegada de la Peste Negra, las epidemias cada vez con mayor intensidad se
presentaban periódicamente causando gran mortandad. Es sin duda la Muerte Negra74 la
que mayor conmoción causaría a los contemporáneos. El efecto demográfico de la
epidemia es de larga duración: el despoblamiento del campo. Hay que tener en cuenta
que el castellano medieval no cuenta los muertos75.
Durante este tiempo Castilla posee numerosos frentes bélicos; la guerra contra
Granada se reduce a incursiones esporádicas desde la concordia firmada con los
primeros nazaríes. Ello no impide la existencia de enfrentamientos cruentos, tanto de
naturaleza civil (Guerra Trastámara, Farsa de Ávila…) como internacional contra
Portugal (Aljubarrota) y Aragón (Guerra de los dos Pedros, Infantes de Aragón…)76.

5. Crisis del feudalismo: los conflictos sociales.


La crisis social o crisis del feudalismo, es uno de los temas que más se han
debatido a lo largo de la Historia. Se puede establecer, por tanto, dos grandes
aproximaciones a este fenómeno: crisis demográfica o crisis del sistema, es decir,
Malthus o Marx77. Este es un debate cargado de un fuerte contenido ideológico.
Comenzando por H. Pirenne, que elabora una interesante aproximación a la
conflictividad social desarrollada contra las oligarquías urbanas, afirma que durante los
siglos XII y XIII el patriciado compuesto por los mercaderes más notables había
asumido en todas el gobierno de la ciudad, añadiendo de forma literal: “había sido un
gobierno de clase”. Las dificultades, apunta el historiador belga, comienzan a brotar
cuando las deficiencias de este sistema en el que dejaba la reglamentación económica de
la “gran industria”78 en manos de quienes se sienten impulsados a reducir al mínimo la
parte de los trabajadores, deja de ser eficiente. Este descontento se agravaría hasta tal
punto que los trabajadores dirigían su hostilidad hacia este patriciado que había ocupado

74
Los mejores estudios elaborados sobre el terrible paso de la Peste Negra por Castilla, están
sintetizados en el excelente artículo de: VACA LORENZO, A.: “La Peste Negra en Castilla: nuevos
testimonios”, Studia historica. Historia medieval, 8, 1990, pp. 159-173.
75
IRADIEL, P.: op. cit. pp. 33-36.
76
Para conocer con detalle cómo se fueron desarrollando estos conflictos es imprescindible consultar el
excelso artículo de: GARCÍA FITZ, F.: “‘Las guerras de cada día’. En la Castilla del siglo XIV”, Edad
Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 145-181.
77
“La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido más que la historia de la lucha de clases.
Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo, jefe de cofradía o miembro, en una palabra:
opresores y oprimidos, en oposición constante, han sostenido una guerra continua, unas veces abierta
otras veces disimulada, una guerra que terminaba siempre ya por una transformación revolucionaria de la
sociedad en su totalidad, ya por la destrucción de las dos clases combatientes” MARX, K.: Manifiesto
comunista, 1872.
78
H. Pirenne realiza estas afirmaciones en basándose fundamentalmente en las grandes ciudades
flamencas.

21
todos los puestos de poder, dando como resultado la aparición de las primeras huelgas79.
También señala que en distintos puntos de la geografía europea se producen
revoluciones contra los abusos de la administración oligárquica. Los gremios
reivindicaban la capacidad de participar en el gobierno de la ciudad, ocupando puestos
en la regiduría o en el consejo de la ciudad80. El “proletariado” urbano lucharía por
mejorar su condición dentro de estas grandes ciudades de Flandes, Italia o de la cuenca
del Rhin81.
Para J. Le Goff la crisis agrava las diferencias y la oposición entre ricos y pobres.
Donde más sucede esto es en aquellas ciudades donde predomina la industria textil,
aunque matiza que esto no es un fenómeno exclusivamente urbano, ya que los
levantamientos campesinos según pasan los años de crisis son más comunes. La crisis
se hará aun más grave durante este siglo XIV porque es fundamentalmente una crisis del
feudalismo y los señores son lo bastante poderosos como para que sus reacciones
violentas ante los perjuicios que sufren afecten profundamente al conjunto de la
sociedad occidental. Mientras tanto, las víctimas de la crisis buscan chivos expiatorios,
desde las “clases marginales”, pasando por los judíos o el rico mercader extranjero al
que se acusa de usurero82.
Uno de los más sobresalientes historiadores marxistas, R. Hilton, considera la
crisis del siglo XIV como la transición del feudalismo al capitalismo. Uno de los pilares
de proceso de cambio, R. Hilton lo sitúa en la estratificación del campesinado; las
desigualdades dentro de esta “clase” vieron surgir a los capitalistas agrarios que
desempeñaron un importante papel en el establecimiento de las bases del moderno
sistema capitalista83.

79
Esta cuanto menos controvertida afirmación aparece exactamente en: PIRENNE, H.: op. cit. p. 146.
80
Francesc Eiximenis en su obra Regiment de la cosa pública, p. 42 aporta unas instrucciones muy
interesante sobre el correcto gobierno de una ciudad: “En la cosa pública había una cabeza, que es aquella
que tiene el regimiento y la señoría; los ojos y las orejas son los jueces y los oficiales; los brazos son
aquellos que defienden la cosa pública, estos son los caballeros y los hombres de armas; el corazón son
los consejeros; las partes generativas son los predicadores y los informadores; los muslos y las piernas
son los menestrales; los pies que pisan la tierra son los labradores que la cultivan y la trabajan por su
oficio siempre” Para un análisis más detallado de los planteamientos de Eiximenis y otro de los grandes
tratadistas medievales como lo fue Rodrigo Sánchez de Arévalo ver: ANTELO IGLESIAS, A.: “La ciudad
ideal según fray Francesc Eiximenis y Rodrigo Sánchez de Arévalo”, En la España medieval, 6, 1985, pp.
19-50.
81
PIRENNE, H.: op. cit. pp. 143-151.
82
LE GOFF, J.: op. cit. pp. 275-278.
83
R. Hilton afirma que entre 1350 y 1450 podemos encontrar un relativo crecimiento del campesinado
medio más que del campesinado rico. Esta idea esta extensamente desarrollada en: HILTON, R.: Conflicto
de clases y crisis del feudalismo, pp. 51-68.

22
Desde el siglo XIV en adelante, la civilización medieval se encontraba minada por
dudas intelectuales, unas bases políticas agotadas y parece encontrarse moral y
socialmente decrépita. Por lo que R. Hilton añade que el aspecto más interesante de las
principales rebeliones de la Baja Edad Media es que ya no expresaban simples quejas
contra la opresión de gobierno local; estaban convirtiéndose en la expresión de una
revuelta contra el modo en que se organizaba la sociedad84. La manera en la que hay
que analizar esta grave coyuntura no es observando una crisis de sobreproducción que
afecta a toda la sociedad -como en la época contemporánea- ya que esto en la Edad
Media es imposible; más bien la clave del análisis, señala R. Hilton, se halla en que la
prolongada crisis de la sociedad feudal, a pesar de las importantes diferencias, es
análoga a la crisis del Imperio Romano. En la fase final del Imperio, como en la Edad
Media, la sociedad está paralizada por los crecientes costes de la superestructura social
y política, costes que no eran compensados con un crecimiento de la producción85.
Otra perspectiva, en este caso más alejada de la marxista, es la que planea G.
Fourquin, que aplicando algunos planteamientos de R. Dahrendorf86, considera que la
fuente estructural más importante de los conflictos sociales, no es la desigual repartición
de la propiedad, sino en la desigual distribución de la autoridad entre los hombres. Es
decir, hay una repartición dicotómica de la autoridad, unos cuantos se la reparten y los
demás se ven privados de ella, mientras que en el caso de la riqueza, unos tienen más
que otros, sin que nadie esté completamente falto de bienes. De la oposición entre los
que mandan y los que obedecen resulta la permanencia del conflicto, la oposición no es
entre “clases”, sino entre grupos de intereses87.
G. Fourquin realiza además otro interesante planteamiento: “Los hombres de la
Edad Media han podido ser a veces revoltosos, pero en suma, jamás revolucionarios”.
Se arremete raramente contra el rey o el príncipe, y a menudo contra su representante en

84
Planteamientos similares son los que realiza el historiador británico M. Dobb, que afirma que la
desintegración del feudalismo se explica por la sobreexplotación de los campesinos o siervos y las
resistencias que suscitaba: DOBB, M.: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Madrid, 1976.
85
Este historiador británico desarrolla cada una de las fases de esta crisis del sistema feudal, incidiendo
en los distintos sistemas de producción, el campesino, el gremial, el comercial y como son las relaciones
de estos con el poder señorial. Yo solo me remito en estas breves líneas a sintetizar la idea base, hay que
entender que plantea la crisis del siglo XIV como un proceso muy amplio. Asimismo, hace una revisión
historiográfica muy interesante tanto de los diferentes planteamientos marxistas como de los que niegan
este en HILTON, R.: op. cit. pp. 155-203.
86
DAHRENDORF, R.: Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Madrid, 1974. Este
historiador alemán realiza un exhaustivo análisis de los planteamientos de Marx, aunque su teoría de los
conflictos es aplicada al mundo contemporáneo, G. Fourquin extrae la ida central de que Marx aplica
todos los conflictos sociales a que son de clase, lo cual ambos autores consideran un error.
87
FOURQUIN, G.: Los movimientos populares en la Edad Media, pp. 35-39.

23
la región, por lo que este historiador rechaza la interpretación de este fenómeno en
términos de “clase”, ya que según él, el sublevado tiene poco en cuenta las clases, ya
que se pueden encontrar entre los grupos sociales muy diversas solidaridades
verticales88.
Por su parte, R. Fossier defiende la idea de “clase social” aplicada a la Edad
Media y lo que este término supone en el sentido de lucha y conflicto89. Para este
historiador francés, la naturaleza de los conflictos tiene dos vertientes importantes, la
rural (con las famosas “jacqueries” de 1358 como gran exponente, además del
movimiento inglés de 1381) y la urbana (con los levantamientos en las ciudades
flamencas a la cabeza), los primeros no tuvieron las dimensiones de los segundos. La
explicación que ofrece la fundamenta en que los levantamientos campesinos son
producidos por campesinos privilegiados que temen perder sus derechos, ni el hambre
ni la peste agudizaron las rebeliones. Es más, los humildes se mostraban indiferentes
ante muchos de los motivos de exaltación de estos campesinos sublevados, ya que el
marco de la vida en el que se hallaban unos y otros era diferente. Para el análisis de los
conflictos rurales, R. Fossier establece tres tipologías: violencias piadosas, violencias
profanas y rebeliones sordas90. Para el caso de las ciudades utiliza otro sistema de
análisis, el de las grandes fases, espacios de tiempo en el que se producen una serie de
levantamientos urbanos con una u otra base reivindicativa o causa específica91.
La descomposición de la sociedad, para G. Bois, comienza con el acelerado
aumento de la pobreza, primero por la grave situación económica y en segundo lugar
por las guerras que asolan Europa por largo tiempo. Esta nueva pobreza es más dura que
anteriormente, ya que se produce una desorganización de las relaciones tradicionales a
gran escala92, además la compasión hacia el pobre deja lugar al odio, ya que los
consideran “los inútiles del mundo”. Por parte de las élites, en el extremo opuesto, la
configuración de estos es modificada por la crisis. Nobles, eclesiásticos y mercaderes
reaccionaron de manera distinta al choque. Sin embargo, una misma lógica orientó los
comportamientos de cada uno de estos grupos sociales: encontrar las nuevas vías
indispensables para la perpetuación de su hegemonía respectiva, aunque fuese al precio

88
Ibídem, pp. 40-47. Las cursivas son mías.
89
FOSSIER, R.: La sociedad medieval, pp. 454-460. En esta obra, el autor dedica una seria de páginas a
exponer su defensa y formula una serie de argumentaciones que justifican su pensamiento.
90
Ibídem, pp. 463-467. En estas páginas se encuentra ampliamente explicadas.
91
Ibídem, pp. 473-477.
92
En este sentido hay que subrayar el papel asistencial que la Iglesia tiene con los pobres y que con la
llegada de la crisis sus recursos se ven muy mermados.

24
de renunciar a los valores que legitimaban la posición privilegiada de unos y otros en el
cuerpo social93.
Por otro lado, G. Bois, relaciona el surgimiento de las naciones europeas con la
fuerte conflictividad social que se produce a partir de 1300, aunque rechaza la idea de
algunos historiadores de que se produjera el nacimiento de la “lucha de clases” en este
momento. Subraya además que estas luchas tan numerosas durante estos siglos de crisis,
tienen unos aspectos comunes: el odio creciente contra la nobleza y el rechazo a la
opresión fiscal. Todas estas revueltas además presentan un rasgo común fundamental94:
aparecen en las regiones más desarrolladas de Occidente, allá donde los lazos entre
ciudades y campo son más estrechos y donde los hombres, las ideas y la información
circulan mejor95.
Para el estudio de Castilla y cómo afectó a la sociedad la crisis del feudalismo, P.
Iradiel señala que, en general, los levantamientos campesinos se producen a nivel local
y sin gran organización96, acontecimientos puntuales que no pretenden destruir las
estructuras feudales, no disponen de la envergadura que cierto sector historiográfico le
ha atribuido a las disputas entre señores y campesinos. Pero tampoco hay que minimizar
estos enfrentamientos, ya que a partir del siglo XIV los motivos de protesta y su
difusión tanto en el campo como en la ciudad crecen de forma muy acelerada. Para este
historiador, se pueden distinguir dos niveles de “luchas de clases” que se
interrelacionan97: uno propiamente económico y social, caracterizado por la lucha entre
señores y campesinos y otro en el que tenían un gran papel las diferencias políticas y
territoriales de la misma nobleza local98.

93
BOIS, G.: op. cit. pp: 117-160.
94
Para el estudio de la Jacquerie, G. Bois hace referencia directa al que el autor considera el mejor
trabajo sobre esta revuelta, aunque sea del siglo XIX: LUCE, S.: Historie de la Jacquerie, París, 1985.
95
BOIS, G.: op. cit., pp. 167-178.
96
En Castilla una de los levantamientos más destacados fue la Revuelta Irmandiña. En Aragón destacar
la rebelión de los payeses de remensa.
97
ASTARITA, C.: “¿Tuvo conciencia de clase el campesinado medieval?”, Edad Media. Revista de
Historia, 3, 2000, pp. 89-114. El empleo de terminología marxista, como lucha de clases o clase social,
para el mundo medieval sigue siendo a día de hoy un debate intenso entre los historiadores. Este
interesante artículo profundiza en el tema, acercándose a la mentalidad de la época, ofreciendo nuevos
puntos de vista.
98
IRADIEL, P.: op. cit. pp. 73-81.
Para el estudio de este complejo tema uno de los mejores trabajos hasta la fecha es: VALDÉON
BARUQUE, J.:“Los conflictos sociales en los siglos XIV y XV en la Península Ibérica”, Anales de la
Universidad de Alicante. Historia medieval, 3, 1984, 131-142. Y VALDÉON BARUQUE, J.: Los conflictos
sociales en el Reino de Castilla en los siglos XIV y XV, Madrid, 1976. Su análisis social se aleja de las
concepciones marxistas de “luchas de clase”, que crítica. También destacar: IRADIEL, P.: “La crisis
bajomedieval, un tiempo de conflictos”, Conflictos sociales, políticos e intelectuales en la España de los
siglos XIV y XV: XIV Semana de Estudios Medievales, (Nájera, del 4 al 8 de agosto de 2003), 2004, pp.
13-48. Para tener una visión de conjunto de la génesis de muchos de los conflictos sociales de de estos

25
6. La crisis bajomedieval y la cultura.
Al valorar los escenarios de la crisis bajomedieval, el aspecto cultural siempre ha
estado relegado en un segundo plano y apenas se han propuesto más puntos de vista que
los concernientes a la presión de la Iglesia sobre la creación intelectual. Recientes
estudios sobre tratadística bajomedieval nos permiten hacer una breve aproximación
sobre las ideas e iniciativas de los intelectuales de los siglos XIV-XV, así como la
naturaleza y alcance real de las mismas99. A continuación se señala, de manera
resumida, algunas ideas clave para la comprensión de la crisis bajomedieval desde
perspectiva cultural:
En el apartado intelectual, el afectado es el aristotelismo, y a su vez, el tomismo,
que había sido el mejor adaptador del aristotelismo al pensamiento cristiano100.
Paralelamente al Cisma de Aviñón, que inunda a la Iglesia en una grave crisis de
autoridad entre 1378 y 1417, teólogos y apologistas se enfrentan defendiéndose y
desautorizándose entre sí. En el ámbito académico, Guillermo de Ockham (1288-1349),
aunque cuenta con más reacios que simpatizantes en su época, preludia el racionalismo
antropocentrista de los filósofos modernos. Durante la Baja Edad Media, las ideas
imperantes son las de Tomás de Aquino (1225-1274), autoridad indiscutible en las aulas
capitulares101.
En lo que se refiere a la creación literaria, esta posee elementos propios de la
tradición medieval y la renovación humanista: Los expertos en literatura medieval
advierten como los clásicos grecolatinos tienen una importancia cada vez mayor como

siglos ver, LADERO QUESADA, M. A.: “La Corona de Castilla: transformaciones y crisis políticas. 1250-
1350”, Europa en los umbrales de la crisis (1250-1350): XXI Semana de Estudios Medievales, (Estella,
del 18 a 22 de julio de 1994), 1995, pp. 275-322. Un análisis más extenso de la crisis del feudalismo la
podemos encontrar en: FERNÁNDEZ CONDE, F. J.: La España de los siglos XIII al XV. Transformaciones
del feudalismo tardío, San Sebastián, 2009. Para el caso concreto de la llegada al poder de los
Trastámara: MITRE FERNÁNDEZ, E.: “Tensiones sociales y políticas de apaciguamiento en el ascenso y
consolidación de los Trastámara”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 279-294.
99
Me refiero al estudio de VILLA PRIETO, J.: La educación nobiliaria en la tratadística bajomedieval
castellana: aspectos teóricos, Oviedo, 2013; el autor no sólo ofrece un útil catálogo de fuentes de estudio
sino que profundiza en los preceptos pedagógicos presentes en el ámbito privado, académico, personal
(moral) y social. Las reflexiones que integran este apartado reposan, fundamentalmente, sobre esta tesis
doctoral.
100
Le Goff, J.: op. cit. pp. 278-282.
101
El concepto de “crisis religiosa bajomedieval”, ligado a los movimientos espirituales entre el final
del Cisma de Occidente y los albores de la Reforma Protestante, es definido por GRELL, O.P. y ROECK, B.
en sus artículos “Social Crisis and Spiritual Renewal. The Reformation and Attempts to Solve the
Growing Problems of Poverty, Migration and Vagrancy in the Sixteenth Century” y “Religious Crisis
1400-1700. Some Considerations”, en DAHLERUP. T., o. cit., 416-444 y 445-462 respectivamente.
En cuanto a la crisis de la escolástica tardía, heredera de la filosofía tomista, y la introducción de los
planteamientos racionalistas en el discurso teológico ver: SHOGIMEN, T.: “Defending Christian
Fellowship: William of Ockham and the Crisis of the Medieval Church”, History of political thought, 26,
2005, 607-624.

26
inspiradores tanto de temáticas como de estilos102. Es posible extraer dos conclusiones
al respecto; la primera es que se constata, especialmente en Italia, un perfeccionamiento
de las herramientas para el estudio de la lengua latina y griega, especialmente con la
llegada de numerosos bizantinos que huyen del avance turco hacia Constantinopla; y la
segunda, es la ausencia de originalidad en la creación de obras fruto, precisamente, de
esta dependencia. Es decir: las composiciones de los humanistas bajomedievales cada
vez presentan un lenguaje más rico, pero, salvo contadas excepciones, carecen de
innovación alguna103.
Por último, cabe señalar como muchos intelectuales de la época critican y
cuestionan el orden social establecido; ello responde a sus propios intereses
(judeoconversos, burgueses ennoblecidos, nobles recién titulados…). La concepción
estamental tradicional, expuesta por autores como Adalberon de Laon (Carmen ad
Robertum regem francorum, ca. 1020) o don Juan Manuel (Libro de los estados, 1332-
1427), concreta tres estamentos: laboratores, oratores y bellatores; la pertenencia a
cada uno de ellos se justifica por el linaje. Sin embargo, desde el siglo XIV, esta
interpretación es cuestionada tanto por tratadistas como por los propios grupos sociales:
la burguesía alcanza gran poder como grupo social diferenciado al mismo tiempo que
algunos sectores de la nobleza, como puede ser la conversa, deja constancia de que, para
gozar del privilegio estamental, debe imponerse el criterio de la competencia sobre el
del heredamiento. El primer autor castellano que defiende estas ideas es Diego de
Valera, introductor en España de la obra de Bartolo de Sassoferrato, el primero que
escribe sobre ello en De nobilitate (1344)104.

102
RICO, F. (Coord.): Historia y crítica de la Literatura Española, I, Barcelona, 1980 y Nebrija frente a
los bárbaros. El canon de gramáticos nefastos en las polémicas del humanismo, Salamanca, 1978;
GÓMEZ MORENO, A.: España y la Italia de los humanistas. Primeros ecos, Madrid, 1994; y CAMILLO, O.:
El humanismo castellano del siglo XV, Valencia, 1976.
103
Sobre la presencia de libros en las bibliotecas de los intelectuales bajomedievales, ANTELO IGLESIAS,
A.: “Las bibliotecas del otoño medieval. Con especial referencias a las de Castilla del siglo XV”, Espacio,
tiempo y forma. Serie III: Historia Medieval, 4, 1991, 285-352; BECEIRO PITA, I.: “Educación y cultura en
la nobleza (siglos XII-XV)”, Anuario de estudios medievales, 21, 1991, 573-587; “Bibliotecas y
Humanismo en la Corona de Castilla: un estado de la cuestión”, Hispania, 175, 1990, 827-839. Para los
libros presentes en los centros de enseñanza, vid. GUIJARRO GONZÁLEZ, S.: Maestros, escuelas y libros.
El universo cultural de las catedrales en la Castilla medieval, Madrid, 2004.
104
CAMILLO, O.: “Las teoría de la nobleza en el pensamiento ético de Mosén Diego de Valera”, en
RONCERO LÓPEZ, V. y MENÉNDEZ COLLERA, A. (Coords.): “Nunca fue pena mayor”. Estudios de
Literatura española en homenaje a Brian Dutton, Cuenca, 1996, 223-238.

27
SEGUNDA PARTE: BALANCE BIBLIOGRÁFICO SOBRE LA CRISIS BAJOMEDIEVAL

EN ASTURIAS.

La Baja Edad Media europea está marcada por un extenso periodo de graves
dificultades, por una crisis que afecta a todos los ámbitos de la vida. Asturias, como
región del occidente europeo, no sale indemne de estos dos siglos de penurias, ya que su
población sufre todos los males que afligen al resto de la sociedad bajomedieval.
El estudio de este periodo se ha abordado desde diferentes puntos de vista y
planteamientos. Para una mejor comprensión del tema se pueden diferenciar dos
ámbitos específicos: la crisis socio-económica y la socio-política.
En primer lugar, es preciso señalar que hasta el momento no se ha elaborado un
trabajo completo y en profundidad de todas las características de la crisis que afectan al
conjunto del territorio asturiano. Estos estudios proponen un método microhistórico, es
decir, que atienden a particularidades muy concretas dejando de lado, en muchas
ocasiones, un contexto amplio. Por otro lado, y de forma más minoritaria, se ha ofrecido
una perspectiva en la que estos elementos son analizados más específicamente y puestos
en relación con el contexto general europeo. Aun así, las perspectivas ofrecidas por los
estudios históricos de la crisis bajomedieval en Asturias resultan en exceso
fragmentadas, por lo que el principal vacio historiográfico se encuentra en este hecho, la
ausencia de un discurso completo que aborde este tema.

1. Crisis socio-económica.
Un punto de partida para estudiar el esplendor urbano plenomedieval de las
“polas” asturianas es la monografía de J.I. Ruiz de la Peña, donde se analizan desde los
aspecto políticos y la configuración de Asturias dentro del reino leonés y luego
castellano, la importancia de la fundación de las “Polas”105 a lo largo de los siglos XII y
XIII y lo que supone para la reorganización de una creciente población astur106. No debe

105
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: Las “Polas” asturianas en la Edad Media: estudio y diplomatario, Oviedo,
1981. En este importante estudio se realiza un profundo análisis del fenómeno de fundación de las “polas”
asturianas promovido por la Corona.
Otra obra muy interesante es el articulo de RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: “Funciones y paisajes urbanos de las
villas marítimas del norte de España. Avilés (siglos XII-XV)”, Mercado inmobiliario y paisajes urbanos
en el occidente europeo (siglos XI-XV), XXXIII Semana de Estudios Medievales (Estella, 17 al 21 de
Julio de 2006), Pamplona, 2006, pp. 691-736. Este artículo se centra en el caso de Avilés como villa
pesquera en expansión, la importancia de su puerto como centro económico y el desarrollo del barrio de
Sabugo como nuevo espacio burgués.
106
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: Baja Edad Media, t. V de la Historia de Asturias, pp. 60-101.

28
olvidarse lo que suponen los condicionamientos geográficos para el desarrollo de esta
sociedad. El aislamiento en el que se halla Asturias, al sur con León tras la Cordillera
Cantábrica, le obligó a buscar en el mar, las alternativas comerciales que por tierra en
ocasiones resultaba imposible107. No obstante, es importante señalar el hecho de que
Asturias experimentó una prosperidad más bien modesta, por lo que el crecimiento
económico experimentado durante los siglos XII y XIII fue limitado, sin llegar nunca a
superar niveles de relaciones económicas fundamentalmente rurales108.
Este crecimiento experimentado de la población durante el siglo XIII, se verá
truncado con los primeros atisbos de estancamiento agrario, por lo que comienza a
disminuir ya a finales de siglo de forma lenta, para experimentar un fuerte descenso
durante las décadas centrales del siglo XIV. Las causas de este proceso han sido
estudiadas para el caso del monasterio de San Vicente de Oviedo por Mª. J. Suárez
Álvarez, aplicando los mismos análisis de los elementos de la crisis que asola Europa al
caso del monasterio. Sitúa los primeros indicios de la crisis en las últimas décadas del
siglo XIII, destacando unas condiciones meteorológicas muy desfavorables, que ponen
en serio peligro la producción agraria. La comunidad vicentina, ante los graves
problemas económicos que comienza a sufrir, toma una serie de medidas en relación a
las rentas de sus tierras, ante el alza de los precios que experimenta principalmente el
trigo, exigen a los campesinos el pago de la renta en numerario y no en especie109, con
el objetivo de mantener la balanza de ingresos por encima de la de gastos110. No
obstante, los remedios llevados a cabo por el monasterio para mantener su economía,

Algunas estimaciones sobre la población de los centros urbanos de Asturias las recoge RUIZ DE LA PEÑA,
J. I.: Las “polas”asturianas en la Edad Media, pp. 172-176. La mayor concentración demográfica se
ubica en Oviedo y Avilés, especialmente en la capital de la región, que contaría con unos 4.500-5.000
habitantes. A ellas le seguirían otros centros:
- Entre 1.000 y 1.500 habitantes: Llanes, Grado, Cangas y Tineo.
- Entre 700 y 1.000 habitantes: Ribadesella, Villaviciosa, Navia, Luarca, Gijón, Pravia, Castropol y Salas.
- Entre 500 y 700 habitantes: Luanco, Candás, Lena, Siero y Laviana.
- Menos de 500 habitantes: Nava, Somiedo y Sobrescobio.
Estos datos se presentan como una tasación orientativa, ya que no disponemos de padrones demográficos
que nos permita conocer la población exacta de los diferentes villazgos asturianos en el siglo XV.
107
VV.AA.: “Asturias en 1388”, en Los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General,
Oviedo, 1998, pp. 36-43.
108
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: op. cit. pp. 150-152.
109
En un contexto de inflación, el solicitar el pago en dinero y no en especie de las rentas, puede ser una
contradicción, pero el monasterio, erróneamente, para paliar esto aumentaba la cantidad exigida de
maravedís. Según lo que afirma la autora, esta política económica fue desastrosa para el señorío. En cierto
modo se puede entender esta situación, ya que lo que más les urgía era dinero, ya que el cereal solo
podían consumirlo, porque venderlo resultaba complicado por la coyuntura de precios.
110
Solicitar préstamos y empeñar bienes para hacer frente a otras deudas y gastos acuciantes, bebió de
convertirse en una práctica muy habitual entre diversos monasterios no solo de Asturias, sino también de
otras regiones limítrofes, como así lo explica: MORETA VELAYOS, S.: Rentas monásticas en Castilla:
problemas de método, pp. 139-142.

29
afirma esta historiadora, resultan infructuosos ante la debacle generalizada de toda la
economía agraria de la región. Alcanzadas las décadas centrales del siglo XIV, la
situación del campo se agrava con la llegada de la Peste Negra, aunque esta tiene una
particularidad en la región, ya que en la primera oleada de la epidemia esta apenas
afecta al territorio astur, tan solo de forma esporádica, en cambio a partir de la década
de los 60 de dicha centuria, la irrupción de la peste merma de forma muy considerable a
la población. Las consecuencias se traducen en el retroceso de los cultivos y la
multiplicación de los despoblados, tierras yermas y improductivas, que según se llega al
siglo XV cada vez son más abundantes las menciones, en las fuentes de la época, de este
suceso. La catástrofe demográfica que defiende Mª. J. Suárez Álvarez, tesis no exenta
de polémica, conoce entre sus efectos positivos el aumento de la oferta para la labranza
de tierras y nuevas condiciones más favorables para la firma de contratos agrarios111.
Desde el punto de vista agrícola, Mª. J. Suárez Álvarez ofrece otra perspectiva de
los primeros años de crisis el siglo XIV, explica que durante la primera mitad del siglo
XIV, muchos campesinos se ven obligados a vender sus tierras y solicitar préstamos
ante su progresivo endeudamiento o empobrecimiento, hecho que permite, a su vez,
ampliar el patrimonio de la pujante y cada vez más rica burguesía ovetense112.
Para el caso del monasterio de San Juan Bautista de Corias, Mª. E. García García,
afirma que las primeras apreciaciones de la crisis comienzan a mediados del siglo XIII,
cuándo los monjes que en el monasterio habitan, alertan de periodos de hambre y
escaseces, fenómeno que llega a su apogeo en las centurias siguientes. No obstante,
tampoco profundiza mucho más en el análisis de los diferentes elementos de la crisis y
como afectaron al monasterio. Es más, pone en duda la existencia de despoblados y
tierras yermas en lugares anteriormente ocupados, tan solo menciona muy brevemente
los perjuicios ocasionados por la meteorología adversa en algunas tierras situadas a
orillas del Narcea. Afirma finalmente que la crisis no parece que haya sido generalizada
ni de consecuencias duraderas113.

111
SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª. J.: “Los contratos agrarios del monasterio de San Vicente de Oviedo en el
siglo XIV”, en Semana de Historia del Monacato Cántabro-Astur-Leonés, Oviedo, 1982, pp. 284-292.
112
SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª. J.: “Los comienzos de la crisis bajomedieval en Asturias. Aspectos
económicos.” Homenaje a Juan Uría Ríu, Oviedo, 1997, pp. 320-322. En este mismo trabajo, la autora
realiza una serie de afirmaciones que en cierto modo contradicen algunos de sus análisis de la crisis en su
trabajo sobre los contratos agrarios del monasterio de San Vicente, arriba citado, sobre todo en los que
tienen que ver con la incidencia de la peste y sobre la posible escasez de suelo que poder trabajar a
principios del siglo XIV.
113
GARCÍA GARCÍA, M. E.: San Juan Bautista de Corias. Historia de un señorío monástico asturiano
(siglos X-XV), pp. 272-275.

30
Continuando con la aproximación a la crisis desde el punto de vista de los
monasterios, otro de los grandes centros monásticos de nuestra región es el de San
Bartolomé de Nava, ampliamente estudiado por I. Torrente Fernández. Para este
monasterio, la crisis se hizo notar en las últimas décadas del siglo XIV. Los efectos
pueden comprobarse en la ausencia de compras, concesiones de contratos, donaciones…
efectuadas por el cenobio. Además de la crisis agraria, la autora se plantea cómo afectan
las epidemias a la actividad económica del centro señorial, ya que se observa cierto
descenso demográfico en la zona, a juzgar por el abandono de tierras. No obstante, estas
observaciones las considera incompletas, ya que echa de menos estudios sobre los
efectos de la peste en la región114.
Para el Cabildo de la catedral de Oviedo, la crisis afectó al igual que a otros
señoríos, a las rentas que percibían del usufructo de la explotación de la tierra; ésta con
la llegada del siglo XIV comienza a descender hasta llegar a mediados de la centuria,
cuando alcanza limites muy alarmantes. Como explica Mª. S. Suárez Beltrán, para los
capitulares, el descenso de sus rentas significa la pérdida de una buena parte de su base
económica, lo que genera su empobrecimiento115.
Con lo explicado hasta ahora, podemos comprobar cómo la evolución de las
rentas señoriales experimenta un progresivo descenso y con la llegada de las
mortandades producidas por el hambre y las epidemias: una parte de las propiedades
deja de reportar beneficios y del resto únicamente se puede extraer un beneficio menor
que antes de la crisis. Por otro lado, no solo la agricultura sufrió las consecuencias de la
crisis, la explotación ganadera y forestal no se vio tan afectada por la contracción de la
demanda, aunque las practicas pecuarias no debieron de salir muy beneficiadas con el
retroceso del espacio cultivado. En cuanto al aprovechamiento del bosque, más que
síntomas de regresión, se puede comprobar indicios de una sobreexplotación de los
recursos madereros, sobre todo a raíz de la ampliación del terrazgo. Además, la
explotación de recursos marítimos experimenta un despegue durante el siglo XIV, así
como las labores de extracción y transformación del mineral de hierro y la industria
maderera, gracias a la ampliación de los circuitos mercantiles en el Atlántico116.

114
TORRENTE FERNANDEZ, I.: El dominio del monasterio de San Bartolomé de Nava (siglos XIII-XVI),
pp. 190-199.
115
SUÁREZ BELTRÁN, Mª. S.: El Cabildo de la Catedral de Oviedo en la Edad Media, pp. 219-230.
116
VV.AA.: “Asturias en 1388”, en Los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General,
Oviedo, 1998, pp. 49-53.

31
En este apartado de crisis económica, la mayoría de los autores coinciden en que
el campo más afectado fue el agrario y en su defecto las rentas señoriales. Otros
aspectos como las hambrunas y la peste, además de la catastrófica incidencia del clima,
están menos tratadas, aunque en la documentación haya referencias a estos aspectos, y
de forma relativamente amplia. Además, en las monografías citadas anteriormente que
tratan el estudio de monasterios, se puede encontrar interesante documentación117.

2. Crisis socio-política.
Asturias es escenario de otro de los elementos de la crisis durante el siglo XIV y
buena parte del XV: la conflictividad social. Estos enfrentamientos sociales pueden
catalogarse en dos tipos entre la nobleza con aspiraciones en el gobierno urbano y entre
el campesinado y los señores de la tierra, fruto de las duras condiciones de trabajo. A
esto hay que sumarle el descontento campesino fruto de las malas condiciones
económicas que asolan la región astur durante estos siglos.
Atendiendo a las luchas nobiliarias J. I. Ruiz de la Peña expone de forma precisa
la sucesión de conflictos que se produjeron a lo largo de los siglos XIV y XV. Los
bandidos desde el refugio que les brindan los fuertes castillos que la mitra pose en las
proximidades de la ciudad, en Tudela y Priorio, a los que hay que sumar la más adelante
la torre de Nora, los malhechores acosan, roban y daban muerte a los alfoceros y a los
vecinos de Oviedo que salen de la protección de los muros de la ciudad. En los años
finales del siglo XIII y primeros del siguiente, la situación de inseguridad en las vías
principales de comunicación con el país leones, adquiere unas características

117
Los títulos de estudios sobre la Baja Edad Media Asturiana en los que se analizan la incidencia de
algunos elementos de la crisis socio-económica son numerosos. A modo de orientación se pueden reseñar
algunos de referencia como el de FERNÁNDEZ PÉREZ, A. y FRIERA SUÁREZ, F. (Coords.), Historia de
Asturias, Oviedo, 2005, con un amplio capítulo dedicado al periodo medieval realizado por el profesor M.
Calleja Puerta, pp. 149-345; o GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. Y RÍOS GONZÁLEZ, S.: Asturias Medieval,
Gijón, 1997. Otras monografías “clásicas” sobre temas concretos de economía y sociedad que tienen
resultan fundamentales para comprender las particularidades históricas de estos siglos en Asturias son:
RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, J. I.: “Poder central y Estados regionales en la Baja Edad Media castellana: el
ejemplo del Principado de Asturias”, en VV. AA.: Centralismo y descentralización: modelos y procesos
históricos en Francia y España. Coloquio Franco-Español (Madrid, 10-14 octubre de 1984), 1985, pp.
233-248; El estudio de las estructuras económicas de los principales monasterios asturianos para el
conocimiento de los efectos de la crisis económica es fundamental, ya que estos señoríos eclesiásticos
dominaban la vida de las gentes de estos siglos, para su mejor conocimiento ver: FERNÁNDEZ CONDE, F.
J.: Gutierre de Toledo, obispo de Oviedo (1377-1389). Reforma eclesiástica en la Asturias bajomedieval,
Oviedo, 1978; de la misma autoría La Iglesia de Asturias en la Baja Edad Media: estructuras económico
administrativas, Oviedo, 1987; y La clerecía ovetense en la Baja Edad Media. Estudio socio-económico,
Oviedo, 1982.

32
catastróficas, ya que el daño a las actividades comerciales es realmente grave118.
Destacar la figura de Gonzalo Peláez de Coalla, que perpetra todo tipo de malfetrías en
la comarca central de Asturias, desde su posición de vasallo del obispo, hasta su caída
en 1314119.
La conflictividad política también reinaba en tierras asturianas, ya desde finales de
siglo XIII. Especial gravedad tienen las acciones militares producidas durante la
minoraría de edad de Fernando IV en esta tierra por la facción del infante don Juan. En
la década central del siglo XIV, el conflicto entre Pedro I y Enrique de Trastámara, deja
en el país astur graves restos de destrucción y muerte, especialmente en las principales
villas asturianas, Avilés y Gijón y en la ciudad de Oviedo, escenarios de los
enfrentamientos más violentos, que marcarían el prefacio de la posterior guerra civil120.
A finales de siglo, la guerra vuelve a marcar negativamente a la sociedad asturiana, esta
vez debido a las insurrecciones del conde Alfonso Enríquez contra su hermano Juan I y
su tío Enrique III, que terminarían con la ruina de la villa de Gijón121, baluarte defensivo
del conde rebelde, que sufrió hasta tres asedios distintos122.
El destierro de Alfonso Enríquez no simboliza el fin de la crisis política asturiana,
ya que Juan I debe hacer frente a otro importante conflicto motivado por las
aspiraciones del Duque de Lancáster en Castilla; esta pugna concluye en 1388 con la
creación del Principado de Asturias, territorio vinculado desde entonces a la autoridad
de los herederos de la Corona aunque no es tomado de manera efectiva hasta 1444 por
Enrique IV, ya que tanto Enrique III como Juan II son entronizados antes de poder
ejercer en el Principado. Esta circunstancia supone la consolidación de la nobleza local
con capacidad política, siendo los Quiñones la familia más pujante tras la Guerra Civil
Trastámara y hasta mediados del XV, pues son titulares de la Merindad Mayor de
118
Para defenderse de este tipo de malfechorías, del bandolerismo y de sus consecuencias
socioeconómicas, muchos concejos deciden constituirse en hermandades de apoyo mutuo y solidaridad,
siendo buen ejemplo de ello la de La Espina (14 de mayo de 1277), que integra a Allande, Avilés, Cangas
del Narcea, Grado, Pravia, Salas, Somiedo, Tineo y Valdés. UROSA SÁNCHEZ, J.: “Las hermandades
del Cantábrico: de Asturias a las villas de la costa de la mar”, en su monografía Política, seguridad y
orden en la Castilla de los Reyes Católicos, Madrid, 1998, pp. 50 y ss.
119
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: op. cit. pp. 124-126. Hay que tener presente que el hecho de que Enrique II
fuese criado en Asturias por el poderoso Rodrigo Álvarez de las Asturias implica el apoyo de un
importante número de familias nobiliarias dispuestas a sublevarse a la autoridad regia hasta que en 1352
estos son finalmente derrotados en Avilés
120
GRANDA GALLEGO, C.: “La nobleza asturiana ante la revolución Trastámara. El caso de Gonzalo
Bernardo de Quirós”, En la España Medieval, 14, 1991, pp. 221-235. El papel que desempeña la nobleza
asturiana en la guerra civil castellana está analizado ampliamente en este artículo.
121
El papel de la villa de Gijón en la rebelión del conde Alfonso Enríquez está muy bien analizado en:
URÍA MAQUA, J.: La puebla de Gijón entre 1372 y 1512, Gijón, 2000.
122
Una excelente aproximación a la figura del conde Alfonso Enríquez se puede ver en: URÍA MAQUA,
J.: “El conde Don Alfonso”, Asturiensia medievalia, 2, 1975, pp. 177-238.

33
Asturias, de Oviedo, y de los concejos de Allande, Tineo y Cangas del Narcea; en éstos
deben responder a las continuas denuncias que los vecinos imponen ante la Corona
acusándoles de desgobierno, excesos de poder, impuestos abusivos y, en definitiva, de
crisis socio-económica derivada de sus gestiones. Ante esta polémica, el Secretario Real
Fernando Díaz de Toledo falla a favor de los asturianos y publica los resultados de su
investigación: la creación del Principado en 1388 debía imposibilitar la existencia de
cualquier señorío distinto a la Corona en Asturias123.
Bajo este argumento, el príncipe Enrique ordena a Fernando Valdés, Gonzalo
Rodríguez de Argüelles y Juan Pariente de Llanes apropiarse de todos los señoríos y
castillos asturianos, iniciándose una nueva pugna entre los partidarios del príncipe, que
en 1445 sientas las bases de una primitiva Junta General, y los partidarios de los
poderes locales. Dos décadas después, tras la Farsa de Ávila, los Quiñones, los Quirós y
los Valdés apoyan abiertamente al infante don Alfonso como rey, permaneciendo fieles
a Enrique IV los Estrada, los Nava y los Nevares. En suma, este panorama es sinónimo
de inestabilidad social y debilidad nobiliaria en Asturias124. Durante este tiempo, como
explica J. Uría Ríu, la nobleza asturiana vive en un “estado anárquico” que Isabel I –a
finales de siglo- intentará solucionar. El destino de cada linaje está condicionado por el
posicionamiento que deciden adoptar en cada situación de inestabilidad política125.
Durante el siglo XV, esta inconsistencia política afecta de forma muy grave a la
población asturiana. Destacado es el levantamiento de los conocidos “perxüraos de
Llanera” (1408-1412), que se enfrentan al obispo por sus abusos atacando a su

123
Sobre el protagonismo de los Quiñones en la crisis socio-política asturiana vid. los estudios de
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, C.: El Condado de Luna en la Baja Edad Media, León, 1982; y Catálogo del
archivo de los condes de Luna, León, 1977; RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, J. I.: “El Merino de la ciudad de
Oviedo a mediados del siglo XV”, Anuario de Historia del derecho español, 39, 1969, pp. 563-575;
CUARTAS RIVERO, M.: “Los corregidores de Asturias en la época de los Reyes Católicos”, Asturiensia
mdievalia, 2, 1975, pp. 259-278; BENITO RUANO, E.: “La Merindad y Alcaldía Mayores de Asturias a
mediados del siglo XV”, Asturiensia medievalia, 3, 1979, pp. 275-330; y VILLA PRIETO, J.: “Luces y
sombras en la representación del ideal de nobleza. Los Fernández de Quiñones en las crónicas de
Juan II de Castilla”, en VV.AA.: Learning from the past: Methodological considerations on Studies of
Antiquity and Middle Ages. Proceedings of the First Postgraduate Conference on Studies of Antiquity
and Middle Ages (Barcelona, 26-28th October 2010), Barcelona, 2011, pp. 258-267.
124
Ver los estudios sobre el particularismo asturiano en la Baja Edad Media de J. I. Ruiz de la Peña
especificados más arriba. Más concretamente sobre las convulsas circunstancias políticas de la Asturias
de la primera mitad del siglo XV, consultar VILLA PRIETO, J.: Asturias en la política castellana de Juan
II (1405-1454). Análisis de las crónicas, Oviedo, 2009.
125
URÍA RÍU, J.: “Contribución al estudio de las luchas civiles y el estado social de Asturias en la
segunda mitad del siglo XV”, Estudios sobre la Baja Edad Media asturiana, Oviedo, 1979, pp. 103-128.

34
comendero, motivo por el cual son excomulgados, manteniéndose los vecinos de
Llanera en rebeldía durante cuatro años, hasta la muerte del obispo126.
A la luz de este análisis, se puede comprobar cómo Asturias vive durante los
siglos XIV y XV un periodo muy intenso de transformaciones y cambios,
desencadenados por la crisis.

VALORACIONES FINALES.

Este trabajo permite comprobar las distintas posiciones en los debates


historiográficos sobre la crisis bajomedieval, en especial sobre su concepción general:
causas y efectos. Se puede constatar como historiográficamente hay dos tendencias en la
interpretación del proceso estudiado: la malthusiana y la marxista. No obstante, muy
pocos historiadores ofrecen planteamientos estrictamente desde una posición u otra, ya
que desde el punto de vista económico pesa más la visión malthusiana, que aunque
limitada, sus ideas siguen muy vigentes; por otro lado para los análisis de la sociedad, el
punto de vista marxista tiene más éxito, por lo que no resulta extraño que se pueda
encontrar una combinación de planteamientos.
Si bien es cierto que la historiografía tradicional ofrece unos planteamientos más
homogéneos, a medida que nos situamos a mediados del siglo se hacen hueco nuevos
planteamientos y análisis desde otras perspectivas entre ambas escuelas tradicionales.
La gran responsable de esto es Annales, interpreta muy bien los distintos aspectos de la
crisis gracias a la colaboración interdisciplinar con otras ciencias sociales. Superada la
década de los setenta, la historiografía ha sufrido un estancamiento y los estudios que
ofrecen nuevas cuestiones acerca de la crisis bajomedieval son más bien escasos. A
grandes rasgos, se puede señalar a como referentes de estas corrientes historiográficas a
una serie de historiadores: M. M. Postan por sus planteamientos malthusianos, R. Hilton
en el ámbito del materialismo histórico, R. Fossier dentro de Annales y en las últimas
décadas destacar por encima de todos a G. Bois.
A nivel europeo, las diferencias entre países son muy destacadas. Las
investigaciones realizadas sobre la crisis bajomedieval en Francia, Inglaterra, Alemania
o Italia son pioneras y los análisis realizados por historiadores de estos países marcan el

126
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: “Los perxüraos de Llanera”, Asturiensia medievalia, 1, 1972, pp. 261-290. En
este artículo se analiza ampliamente todos los hechos del conflicto, incidiendo de manera especial en las
causas del mismo.

35
camino a seguir al resto de estudios europeos, sobresalen no solo por pioneras sino
también por su destacada calidad. En el caso de España, encontramos una acusada
dualidad. Para la Corona de Aragón los estudios sobre la crisis bajomedieval siguen la
estela del resto de estudios europeos, tanto cronológicamente como en profundidad. Por
su parte, para Castilla, la situación es muy diferente, ya que no sería hasta la década de
los 70 cuando comenzaran a realizarse verdaderos análisis de la depresión de los siglos
XIV y XV, de la mano de historiadores como J. Valdeón o A. Vaca. En cuanto a
Asturias, las investigaciones aun tienen un largo margen de mejora, ya que los vacios
historiográficos son destacados, en especial en materia demográfica.
Si bien es cierto que el estudio de un periodo tan convulso y complejo no es
sencillo, la falta de investigaciones acerca de ciertos elementos de la crisis en algunos
casos, pensando en el caso de Castilla y en extensión en Asturias, resulta una tarea
imposible por la escasez de fuentes demográficas en comparación con las centurias
siguientes, principal hándicap del medievalista. En otras ocasiones, no obstante, los
planteamientos no resultan precisos o no son los más adecuados para realizar una
correcta aproximación a fenómenos como el estancamiento agrario, los precios de los
cereales, las causas de las epidemias… por lo que el camino que falta por recorrer para
tener un verdadero conocimiento de lo que suponen más de dos siglos de crisis es aún
muy largo.
A nivel particular, he querido dar distintos enfoques de la crisis, por un lado me
he centrado en los más tradicionales (economía, sociedad, peste, guerras…) y por otro
he querido centrarme en elementos de la crisis que pasan más desapercibidos como son
las mentalidades o la cultura. Asimismo, también he considerado muy interesante
dedicar unas líneas al caso de Castilla y como se desarrollan los elementos de la crisis
en esta región. Tampoco me olvido de Asturias, ya que aunque breve, intento realizar
una aproximación a los aspectos más destacados de la crisis y cómo han sido estudiados
en la historiografía.
Por último, añadir que esta crisis no es un fenómeno estrictamente bajomedieval,
pues como los modernistas escriben: los cuatro jinetes del Apocalipsis siguen
cabalgando por Europa: la peste, la guerra, el hambre y la desolación127. Las marcas
producidas por más de dos siglos de depresión quedarán hondamente grabadas en la
sociedad Moderna.

127
Vid. DUARTE GARCIA, I.: Representaciones de la Muerte en la Edad Media y Renacimiento,
Santiago 2003.

36
FUENTES:

BOCCACCIO, G.: Decamerón, Ed. F. JOSÉ ALCÁNTARA, Barcelona, 1965.


EIXIMENIS F.: Regiment de la cosa pública, Ed. M. CASTELLANO AROLAS,
Barcelona, 1927.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA CONSULTADA:

ASTARITA, C.: “¿Tuvo conciencia de clase el campesinado medieval?”, Edad


Media. Revista de Historia, 3, 2000, pp. 89-114.
AUREL, J.: “Los efectos del giro lingüístico en la historiografía reciente”, Revista
de filología hispánica, Vol. 20, Nº 1, 2004.
ABEL, W.: Crises agraires en Europe: (XIIIe-XXe siècle), París, 1973.
BLOCH, M.: La historia rural francesa: caracteres originales, Barcelona, 1978.
BOIS, G.: La gran depresión medieval: siglos XIV-XV: el precedente de una
crisis sistémica, Madrid, 2001.
BORRERO FERNÁNDEZ, M.: “El mundo rural y la crisis del siglo XIV. Un
tema historiográfico en proceso de revisión”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007,
pp. 37-58.
CAMILLO, O.: El humanismo castellano del siglo XV, Valencia, 1976.
CIPOLLA, C. M.: Historia económica de Europa, Barcelona, 1979.
CONTAMINE, P.: La Guerra de los Cien Años, Barcelona, 1989.
CUARTAS RIVERO, M.: Oviedo y el Principado de Asturias a fines de la Edad
Media, Oviedo, 1983.
DAHRENDORF, R.: Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial,
Madrid, 1974.
DOBB, M.: Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Madrid, 1976.
DYER, C.: Niveles de vida en la Baja Edad Media, Barcelona, 1991.
DUBY, G.: Europa en la Edad Media, Barcelona, 1986.
 Economía rural y vida campesina en el occidente medieval, Barcelona, 1968.
ELLUL, J.: Autopsia de la Revolución, Madrid, 1973.
FERNÁNDEZ CONDE, F. J.: La España de los siglos XIII al XV.
Transformaciones del feudalismo tardío, San Sebastián, 2009.

37
 El señorío del cabildo ovetense. Estructuras agrarias de Asturias en el Tardo
Medievo, Oviedo, 1993.
 La Iglesia de Asturias en la Baja Edad Media: estructuras económico
administrativas, Oviedo, 1987.
 Gutierre de Toledo Obispo de Oviedo (1377-1389), Oviedo, 1978.
 Economía rural y vida campesina en el occidente medieval, Barcelona, 1973.
FOSSIER, R.: La sociedad medieval, Barcelona, 1996.
 La Edad Media: El tiempo de las crisis 1250-1520, Barcelona, 1988.
FERNÁNDEZ PÉREZ, A. Y FRIERA SUÁREZ, F. (Coords.), Historia de
Asturias, Oviedo, 2005.
FOURQUIN, G.: Los movimientos populares de la Edad Media, Madrid, 1973.
GARCÍA GARCÍA, M. E.: San Juan Bautista de Corias. Historia de un señorío
monástico asturiano (siglos X – XV), Oviedo, 1980.
GARCÍA DE CASTRO VALDÉS, C. Y RÍOS GONZÁLEZ, S.: Asturias
Medieval, Gijón, 1997.
GARCÍA FITZ, F.: “‘Las guerras de cada día’. En la Castilla del siglo XIV”,
Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 145-181.
GIMPEL, J.: La revolución industrial en la Edad Media, Madrid 1982.
GUINOT RODRÍGUEZ, E.: La Baja Edad Media en los siglos XIV y XV, Madrid,
2003.
GOTTFRIED, R.S.: La muerte negra, México, 1989.
GÓMEZ MORENO, A.: España y la Italia de los humanistas. Primeros ecos,
Madrid, 1994.
HAMILTON, E. J.: El florecimiento del capitalismo: ensayos de historia
económica, Madrid, 1984.
HEERS, J.: Occidente durante los siglos XIV y XV: aspectos económicos y
sociales, Barcelona, 1976.
HILTON, R. H.: Conflicto de clases y crisis del feudalismo, Barcelona, 1988.
IGUAL LUIS, D.: “¿Crisis? ¿Qué crisis? El comercio internacional en los reinos
hispánicos de la baja Edad Media”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007, pp. 203-
223.

38
IRADIEL, P.: “La crisis bajomedieval, un tiempo de conflictos”, en IGLESIA
DUARTE, I. de la (Coord.): Conflictos sociales, políticos e intelectuales en la España
de los siglos XIV y XV: XIV Semana de Estudios Medievales, (Nájera, del 4 al 8 de
agosto de 2003), Logroño, 2004, pp. 13-48.
KOSMINSKI, E. A.: Historia de la Edad Media, 1976, Madrid.
LADERO QUESADA, M. A. e IRADIEL MURUGARREN, P.: Historia de
España: De la crisis al Renacimiento (siglos XIV – XV), Barcelona, 1989.
LE GOFF, J.: La baja Edad Media, Madrid, 1977.
LE ROY LADURIE, E.: Historia del clima desde el año mil, Paris, 1983.
LÓPEZ ALONSO, C.: La pobreza en la España medieval, Madrid, 1986.
MALTHUS, T. R.: Ensayo sobre el principio de la población, Madrid, 1846.
MISKIMIN, H. A.: La economía de Europa en el Alto Renacimiento 1300 a 1460,
Madrid, 1980.
MITRE FERNÁNDEZ, E.: “Tensiones sociales y políticas de apaciguamiento en
el ascenso y consolidación de los Trastámara”, Edad Media. Revista de Historia, 8,
2007, pp. 279-294.
MORETA VELAYOS, S.: Rentas monásticas en Castilla: problemas de método,
Salamanca, 1974.
PERROY, E.: “La Edad Media”, en VV. AA. Historia General de las
Civilizaciones, Barcelona, 1961.
PIRENNE, H.: Historia económica y social de la Edad Media, México, 1975.
POSTAN, M. M.: Historia económica de Europa, Madrid, 1982.
 Essays on medieval agriculture & general problems of the medieval economy,
Cambridge, 1973,
 Medieval trade and finance, Cambridge, 1927.
RUIZ DE LA PEÑA, J. I.: “Funciones y paisajes urbanos de las villas marítimas
del norte de España. Avilés (siglos XII-XV)”, en VV.AA.: Mercado inmobiliario y
paisajes urbanos en el occidente europeo (siglos XI-XV), XXXIII Semana de Estudios
Medievales (Estella, 17 al 21 de Julio de 2006), Pamplona, 2006, pp. 691-736.
 “Poder central y Estados regionales en la Baja Edad Media castellana: el
ejemplo del Principado de Asturias”, en VV. AA.: Centralismo y descentralización:
modelos y procesos históricos en Francia y España. Coloquio Franco-Español
(Madrid, 10-14 octubre de 1984), Madrid, 1985, pp. 233-248.

39
 Introducción al estudio de la Edad Media, Madrid, 1984.
 Las “polas”asturianas en la Edad Media: estudio y diplomatario, Oviedo,
1981.
 Historia de Asturias. Baja Edad Media, Vol. V, Salinas, 1976.
 “Los perxüraos de Llanera”, Asturiensia medievalia, 1, 1972, pp. 261-290.
RUIZ, T.: Las crisis medievales (1300-1474), Barcelona, 2004.
SAPORI, A.: La mercatura medievale, Firenze, 1972.
SARASA SÁNCHEZ, E.: Las claves de las crisis en la Baja Edad Media, 1300-
1450, Barcelona, 1991.
SEIBT, F. y EBERHARD, W., (eds.): Europa 1400: la crisis de la Baja Edad
Media, Barcelona, 1992.
SPUFFORD, P.: Dinero y moneda en la Europa medieval, Barcelona, 1991.
SUAREZ BELTRÁN, Mª. S.: El Cabildo de la Catedral de Oviedo en la Edad
Media, Oviedo, 1986.
SUÁREZ ÁLVAREZ, Mª. J.: “Los comienzos de la crisis bajomedieval en
Asturias. Aspectos económicos”, en VV.AA.: Homenaje a Juan Uría Ríu, I, Oviedo,
1997, pp. 320-322.
 “Los contratos agrarios del monasterio de San Vicente de Oviedo en el siglo
XIV”, en VV.AA.: Semana de Historia del Monacato Cántabro-Astur-Leonés, Oviedo,
1982, pp. 284-292.
TORRENTE FERNÁNDEZ, I.: El dominio de monasterio de San Bartolomé de
Nava, Oviedo, 1982.
URÍA MAQUA, J.: La puebla de Gijón entre 1372 y 1512, Gijón, 2000.
 “El conde Don Alfonso”, Asturiensia medievalia, 2, 1975, pp. 177-238.
URÍA RÍU, J.: “Contribución al estudio de las luchas civiles y el estado social de
Asturias en la segunda mitad del siglo XV”, en Estudios sobre la Baja Edad Media
asturiana, Oviedo, 1979, pp. 103-128.
VV.AA.: Los orígenes del Principado de Asturias y de la Junta General, Oviedo,
1998.
VV.AA.: Europa en los umbrales de la crisis, 1250-1350. XXI Semana de
Estudios Medievales (Estella, 18 a 22 de julio de 1994), Pamplona, 1995.
VACA LORENZO, A.: “La Peste Negra en Castilla: nuevos testimonios”, Studia
historica. Historia medieval, 8, 1990, pp. 159-173.

40
 “Una manifestación de la crisis castellana del siglo XIV: la caída de las rentas
de los señores feudales. El testimonio del monasterio de Sahagún”, Studia Historica,
Historia medieval, 1, 1983, pp. 157-166.
VALDÉON BARUQUE, J.: “Los conflictos sociales en los siglos XIV y XV en la
Península Ibérica”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, 3, 1984,
131-142.
 “Reflexiones sobre la crisis bajomedieval en Castilla”, En la España medieval,
5, 1984, pp. 1049-1062.
 Los conflictos sociales en el Reino de Castilla en los siglos XIV y XV, Madrid,
1976.
 “Aspectos de la crisis castellana en la primera mitad del siglo XIV”, Hispania,
111, Madrid, 1969, pp. 5-24.
VILLA PRIETO, J.: La educación nobiliaria en la tratadística bajomedieval
castellana: aspectos teóricos, Oviedo, 2013.
 Asturias en la política castellana de Juan II (1405-1454). Análisis de las crónicas,
2009.
WICKHAM, C.; KAMEN, H.; y HERNÁNDEZ SANDOICA, E. (eds.): Las
crisis en la Historia, Salamanca, 1995.
WOOD, D.: El pensamiento económico medieval, Barcelona, 2003.

41

You might also like