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¿CUÁLES SON MIS CONVICCIONES? ¿CUÁLES MIS OPCIONES?

La situación de guerra que vivimos 1, me lleva a pensar en el poder que tienen nuestras
convicciones y opciones personales y la gran responsabilidad que llevamos entre manos. Se
puede afirmar que, entre otras causas, la guerra en Irak es fruto de la voluntad de personas
concretas que, oponiéndose a casi todo el mundo, llevan adelante sus decisiones, sus visiones, sus
creencias, sus determinaciones. Todos estamos asombrados de la ceguera total que tienen los
protagonistas de esta guerra. No logramos entender, como las multitudinarias manifestaciones en
todo el mundo, no hacen dudar a estos líderes de sus decisiones. No se respeta tampoco los
acuerdos establecidos previamente para garantizar el orden mundial. Triunfa de nuevo el afán
totalitario de poder que ha causado tantos episodios oscuros en nuestra historia.
Me asombra entonces, como las convicciones personales empujan de tal manera, que pueden
hacer que los protagonistas sean ciegos ante la opinión de los demás e, incluso, arrasen con todo
lo que se les oponga, incluidas, por supuesto, las vidas humanas si éstas interfieren con las metas
trazadas. ¡Es asombrosa e increíble la fuerza que tiene una persona cuando tiene una idea para
llevarla a término!
Afortunadamente esta fuerza para el mal, también puede dirigirse al bien con la misma
potencialidad y dinamismo. Creo que a esta fuerza interior se refería Jesús cuando decía “quien
no está conmigo, está contra mí y el que no siembra conmigo, desparrama” (Lc 11, 23). De
hecho, los seres humanos no podemos vivir sin convicciones y éstas orientan nuestras vidas.
Pueden ser explícitas y conocidas por todos. Pueden ser implícitas y hasta desconocidas por el
propio interesado. Pero todos tenemos convicciones y nos orientan en todo lo que hacemos,
soñamos, deseamos, queremos, realizamos.
Por esto me parece tan importante tomar conciencia de nuestras propias convicciones y de las
opciones a las que nos llevan. ¿Qué mueve mi vida? ¿Qué sentimientos la orientan? ¿Por qué
ideales he optado? o ¿será que no tomo decisiones y la vida me lleva al ritmo que quiere? Cuando
no soy consciente de mis convicciones, cuando no tomo decisiones, cuando no me esfuerzo por
alcanzar mis metas, también hago opciones, solo que por ser inconscientes pueden llevarme a lo
contrario de lo que me realizaría más y mejor.
Es imprescindible tomar las riendas de nuestra propia vida. Ahora bien, es necesario hacerlo con
mucha responsabilidad, porque así se construye la historia que queda como legado a los que nos
suceden. María tomo la opción de acoger el anuncio del ángel y posibilitó la encarnación de Dios
en nuestra historia (Lc 1, 38). Pilatos tomó la opción de entregar a Jesús para ganarse el apoyo de
su pueblo (Lc 23, 24) y provocó el derramamiento de sangre inocente. Esto ocurre en los grandes
escenarios, pero también en los pequeños. Todos ejercemos el poder en el círculo en que nos
movemos y éste está mediado por lo que somos. En la familia, en el trabajo, en la calle, nuestra
manera de ser y las opciones que de ahí se desprenden, marcan la vida de los que nos rodean.
Podemos abrir o cerrar caminos para otros.
Tal vez no sabemos que más hacer para detener esta guerra absurda pero sí podemos tomar el
pulso de nuestra propia vida para no dejarnos llevar por la ceguera cuando de favorecer la vida se
trata. ¿Cuáles son mis convicciones? ¿Cuáles mis opciones? De ellas depende que produzcamos
guerras en nuestro entorno o abramos espacios de paz. Que mis convicciones siempre coincidan
con los mínimos éticos establecidos para garantizar la paz en las familias, los grupos, los pueblos.
No es indiferente nuestra postura. Lo que somos, eso comunicamos y lo que comunicamos,
construye la historia en que vivimos.

1
Cuando este escrito se publique, es posible que las cosas hayan cambiado. Sin embargo, creo que la reflexión sigue
siendo válida.

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