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Lengua castellana y literatura 1º Bachillerato Tema 3

La literatura en el siglo XVI. El Renacimiento (II)

Tema 3 LA LITERATURA EN EL SIGLO XVI. EL RENACIMIENTO (II)

LA PROSA
El desarrollo de la prosa en castellano continúa con vigor durante el siglo XVI. En este
periodo se suelen distinguir de manera general entre una prosa de carácter didáctico y una prosa
de tipo narrativo.

LA PROSA DIDÁCTICA
El modelo formal más utilizado en los textos en prosa del siglo XVI es el del diálogo. En
los diálogos, dos o más interlocutores abordan cualquier asunto presentando sobre él diversos
puntos de vista. Ello permite un tono coloquial y una lectura agradable como vehículo para
transmitir determinadas enseñanzas.

LA PROSA NARRATIVA
La prosa del XVI se caracteriza por su enorme variedad tanto en géneros como en
temas. Todavía gran parte de las narraciones son breves y se recogen dentro de otros modelos
literarios sin tener carácter autónomo. No puede hablarse de novela en el sentido actual del
término, sí se utiliza para referirse a narraciones breves. Los relatos más extensos se denominan
de modo muy variado: libro, historia, tratado, vida, etcétera.

Siguen editándose y siendo muy leídos los relatos sentimentales y los libros de
caballerías del siglo anterior, e incluso se publican muchos nuevos, como la versión refundida
del Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo (1508).

Aparecen nuevos géneros narrativos como los libros de pastores. La narrativa pastoril
está relacionada con el auge de la literatura bucólica. La obra pastoril más destacada es Los siete
libros de la Diana (1559) de Jorge de Montemayor.

Un curioso tipo de narraciones son las de tema morisco. En ellas, en un ambiente


idealizado se presenta estilizada la figura del moro, a veces en tolerante convivencia con los
cristianos. Destaca la Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa, de autor desconocido.

La vida de Lazarillo de Tormes


Texto
La vida de Lazarillo de Tormes apareció por primera vez en 1554, en cuatro ediciones
diferentes. Es muy probable que existiera una edición anterior hoy desconocida. Tuvo un
notable éxito, pero pronto, en 1559, fue prohibida. En 1573 volvió a ser permitida su impresión,
aunque expurgada. Se editó así desde entonces constantemente, sobre todo a partir de la

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aparición del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Hasta 1834 no volvió a publicarse en
España el texto completo.

Fecha de composición
No conocemos a ciencia cierta la fecha de composición del Lazarillo. En la misma obra
aparecen ciertas referencias históricas, pero éstas no son concluyentes. Tales referencias
llevarían a situar la acción del Lazarillo entre 1510 y, quizá, 1546. Ello haría muy probable que la
fecha en la que se escribió la obra fuera bastante próxima a la de las primeras impresiones
conocidas, es decir, hacia mediados de siglo.

Autoría
El Lazarillo se publicó anónimo y, posteriormente, se ha atribuido a muy diferentes
autores. Ninguna de estas atribuciones aporta pruebas completamente convincentes. Las ideas
que aparecen en la obra han llevado a los críticos a formular hipótesis sobre las características
del autor: un erasmista, un converso o incluso un criptojudío, algún franciscano, un noble
descontento con la sociedad de su tiempo…

Fuentes
Muchos de los elementos del Lazarillo proceden de la tradición folclórica. Algunos de
los episodios (el episodio de la longaniza, las uvas, etc.) y personajes (la pareja del ciego y el
niño) tienen carácter tradicional. Lo novedoso en el Lazarillo es que estos materiales conocidos
se integran en una obra de modo trabajado y no son una simple suma de aventuras, sino que
cada uno de esos ingredientes añade algo a la constitución de la personalidad del protagonista.
El autor del Lazarillo no se limita a ensartar anécdotas, sino que crea un relato compuesto por
una serie de episodios perfectamente organizados y jerarquizados.

Estructura
La composición del Lazarillo se articula en torno a dos modelos estructurales: la
autobiografía y la epístola. Todos los elementos adquieren un sentido porque forman parte de
la historia de la vida de un personaje contada por él mismo siguiendo el modelo de una larga
carta dirigida a un desconocido Vuestra Merced.

Los abundantes elementos folclóricos o librescos se integran dentro de unas


circunstancias y pasan a formar parte de una narración que podría definirse como realista. El
Lazarillo sería, pues, el punto de partida de la novela realista europea.

Otro rasgo fundamental corrobora la enorme importancia de esta novela en la


constitución del nuevo género literario: es característica de la novela moderna que los
personajes se vayan haciendo y modificando a la par de las circunstancias de la vida. Este rasgo
se encuentra ya en el Lazarillo, cuyo protagonista va cambiando desde el principio al fin de la
obra: el Lázaro niño es muy distinto del Lázaro adulto. La importancia de este hecho se refleja
incluso en la estructura misma de la obra. La novela consta de un prólogo y de siete tratados. El
último tratado revela que la obra es una carta de contestación en la que se explica un caso: las
habladurías en torno a las relaciones de la mujer de Lázaro con el arcipreste de san Salvador. El
caso tiene una importancia fundamental porque es el pretexto para que el personaje cuente su

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historia. Debido a ello, la novela se estructura desde el final, porque los episodios que en ella se
incluyen son seleccionados para explicar el caso. Los otros seis tratados pueden dividirse en dos
partes: los tres primeros, más extensos, muestran el aprendizaje de Lázaro en la adversidad. En
los otros tres, Lázaro empieza a mejorar su nivel de vida. Ha aprendido lo suficiente para
sobrevivir, lo que explica que consienta las relaciones adúlteras del arcipreste con su mujer, ya
que éste le ha proporcionado un modesto empleo.

Estilo
Conviene advertir la diferencia notable del lenguaje de esta obra con respecto a las
narraciones habituales de la época. Si en los relatos sentimentales, pastoriles o caballerescos la
norma es el estilo elevado con el uso de un lenguaje refinado alejado de la norma habitual, la
lengua del Lazarillo es llana, espontánea y carente de artificiosidad, lo que es coherente con la
traza realista de la novela.

No obstante, el prólogo está construido de acuerdo con las normas de la retórica clásica
y en él el lenguaje es elevado, aunque no exento de ironía.

Ideas y sentido de la obra


La palabra con la que se abre el prólogo del Lazarillo es un rotundo yo. A partir de ahí
la obra es la historia de un personaje cuyos rasgos lo aproximan a un ser humano de carne y
hueso, muy lejos de las figuras estilizadas de los otros relatos de la época.

Este personaje se desarrolla en un medio social concreto que lo condiciona y modifica


decisivamente. La obra retrata el proceso de aprendizaje de un individuo y al mismo tiempo, su
adaptación a un entorno social complejo, la España del XVI, hasta concluir con su definitiva
integración que se logra a costa de su dignidad, tras haber comprendido y asumido las reglas y
formas del mundo.

La novela es una aguda y dura crítica de la sociedad de su tiempo, tanto de


comportamientos de los personajes, siempre hipócritas e interesados, como del sistema social
que los obliga a ello. La obsesión por la honra y la religiosidad, dos mitos centrales de la España
del siglo XVI, son el objeto central de la crítica.

La mayor parte de los amos de Lázaro son clérigos y todos explotan, más o menos
cruelmente, al muchacho. El anticlericalismo de la obra es evidente, aunque no parece haber
intención en el autor de proponer ninguna reforma, sino que solo se percibe el sarcasmo o el
desprecio.

Si nobleza e Iglesia son satirizadas, otros estamentos no se libran de la crítica del autor
anónimo: la justicia o la vida militar son también puestos en solfa. Otros valores sociales, como
el amor o la amistad, no parecen destacar en la obra.

Frente a la visión idealista del mundo de los relatos caballerescos o pastoriles, llenos de
sentimientos sublimes, en el Lazarillo los valores que funcionan son los más vulgarmente
materiales: la ambición, la avaricia, el dinero, el provecho propio, la astucia, el cinismo… Y la
deshumanización, la progresiva destrucción de la personalidad de este ostentosos Yo con que
se abre el libro en una sociedad que no ofrece otra alternativa a sus miembros. El autor del

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Lazarillo pone así de manifiesto, por medio de una comicidad sarcástica, la realidad cruel de la
vida española de mediados del siglo XVI.

MIGUEL DE CERVANTES

Vida
La vida de Miguel de Cervantes trascurrió entre dos épocas, la renacentista y la barroca,
pues nació en 1547 y murió en 1616. Su obra refleja ese período de transición y crisis, pues sus
experiencias personales se convirtieron muchas veces en materia literaria.

Miguel de Cervantes nació en 1547 en Alcalá de Henares. Sobre su infancia y juventud


hay pocos datos confirmados. Sabemos que fue discípulo del escritor erasmista López de Hoyos.
En 1570 marcha a Italia, donde queda impresionado por su arte, su literatura y su vida. Participa
como soldado en la batalla de Lepanto y permanece como militar en diversos lugares italianos.
A su vuelta a España en 1575 es apresado y conducido a Argel. Allí está cautivo durante cinco
años, lo que le da ocasión de observar la nueva civilización que descubre. Sin duda, ello acentúa
su espíritu tolerante. Probablemente, durante su cautiverio empezaron a fraguarse sus novelas.

Rescatado, vuelve a España. Escribe La Galatea, que publica en 1585. Las dificultades
económicas propias y de su familia lo empujan a la composición de obras de teatro. De entones
datan sus primeras obras dramáticas. Entre tanto parece que tiene amores con una mujer
casada y nace de ellos una hija natural, Isabel Saavedra, aunque existe la sospecha de que ésta
fue hija de una hermana soltera de Cervantes, a la que Miguel habría reconocido como suya
para proteger el honor familiar.

En 1584 se casa con Catalina de Salazar, natural de Esquivias, donde vivirá durante tres
años, pues en 1587 marcha de allí dejando a su mujer, sin que se conozcan las causas, e inicia
un largo periodo de estancia en Andalucía como recaudador de impuestos. Esto le lleva a
recorrer buena parte del territorio, acumulando problemas y sinsabores: fue excomulgado dos
veces y encarcelado otras dos. Posiblemente en su última estancia en la cárcel de Sevilla, donde
pasó unos meses, concibió el Quijote. Mientras se publica la primera parte de su gran novela,
que tendrá un éxito fulgurante, marcha a vivir a Valladolid, donde residía la Corte, en compañía
de su mujer, su hija, sus dos hermanas y la hija natural de una de ellas. Allí vuelve a conocer la
prisión en compañía de toda su familia por un oscuro asunto relacionado con la muerte de un
hombre en la puerta de su casa. La infundada acusación hace que sea puesto pronto en libertad,
pero le hará incómoda su ya corta estancia en Valladolid.

Sus años finales en Madrid también se complican por problemas familiares: muerte de
varios de sus hermanos, desavenencias con su supuesta hija, muerte de una nieta, cambios de
domicilio. A ello se añaden las dificultades económicas. Sin embargo, prosigue con éxito su tarea
de escritor y es en estos últimos años de su vida cuando publica la mayor parte de sus obras.
Murió en Madrid el 23 de abril de 1616.

OBRA
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Cervantes escribió narraciones, teatro y poesía, pero destaco como el mejor narrador
de sus tiempos gracias al Quijote. Esta novela resume toda la narrativa anterior y, a la vez, resulta
determinante para la evolución posterior del género.

Cervantes, poeta
Debió de escribir bastantes poemas, pero muchos se han perdido. Aparte de algunos
que se han conservado manuscritos y de otros que se encuentran insertos en sus dramas y
novelas, sólo publicó una obra en verso, El viaje al Parnaso (1614). En ella presenta en conflicto
a los buenos y a los malos escritores. Es interesante por los juicios literarios que vierte y por las
referencias autobiográficas que contiene.

En general, como poeta Cervantes es un escritor culto empapado de la tradición clásica


e italiana.

Cervantes, dramaturgo
Escribió Cervantes numerosas obras teatrales, de las que conservamos hoy más de una
decena, a las que hay que sumar los ocho entremeses que también conocemos.

Sus comedias de muy diversos temas, siguen, en general las normas clásicas de
verosimilitud y respeto a las reglas, pero progresivamente van incorporando, aunque a veces
parodiándolos, elementos propios de la fórmula teatral que tiene éxito en la época, la de Lope
de Vega, un teatro que rompe con los moldes dramáticos clásicos.

Títulos de comedias cervantinas son Los baños de Argel, El rufián dichoso, Pedro de
Urdemalas, La casa de los celos, etc.

Muy interesantes son sus entremeses. Partiendo de Lope de Rueda, Cervantes dota de
mayor complejidad psicológica a los personajes característicos del entremés. Los entremeses
cervantinos constituyen un certero retrato de las clases populares de la época. Entre los más
famosos, figuran El retablo de las maravillas, La elección de los alcaldes de Daganzo, El viejo
celoso, El rufián viudo…

Cervantes, novelista
Es en el campo de la novela donde la figura de Cervantes destaca especialmente. Su
tarea como narrador le llevó a experimentar con la mayor parte de los modelos narrativos
previos y, por ello, será un autor clave en la renovación de los géneros literarios que se dará en
el Barroco.

La Galatea (1585)
Sigue la estela de los libros pastoriles y, además de desarrollar el tema de los amores entre
pastores, contiene, como es habitual en las obras de Cervantes, digresiones de crítica literaria,
juicios teóricos, etcétera.

Novelas ejemplares (1613)

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Si no hubiera escrito el Quijote, es muy posible que Cervantes hubiera pasado a la


historia como autor de las Novelas ejemplares. Esta colección de doce relatos cortos fue
publicada en 1613. En su prólogo dice Cervantes que es “el primero que ha novelado en lengua
castellana”. Esto es cierto si entendemos novela en el sentido de relato corto, que es el que tiene
el vocablo en italiano, lengua de la que procede. Aunque había habido unos intentos anteriores,
Cervantes es el primero que compone estos relatos al modo italiano con argumentos originales.

El adjetivo ejemplares del título expresa su conexión con el género de los exempla
medievales: se trata de presentar un ejemplo del que extraer una lección o moraleja. No
obstante, no en todas estas novelas es evidente la ejemplaridad moral. Probablemente,
Cervantes no separa en su ejemplaridad lo ético y lo estético: los relatos no solo podrían ser
ejemplares moralmente, sino que, serían también ejemplos o modelos de creación literaria. Y
en efecto, la variedad es un rasgo de este conjunto de narraciones. Pese a ello, suele
agrupárselas en dos conjuntos:

a) Novela realistas: donde predomina el tratamiento realista de personajes y


ambientes: Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera, El celoso extremeño, El casamiento
engañoso y El coloquio de los perros.

b) Novelas idealistas: El amante liberal, La española inglesa, La fuerza de la sangre, Las


dos doncellas y La señora Cornelia.

c) Combinan ambos rasgos: La gitanilla y La ilustre fregona.

3. Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617)

Su última obra, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, se publicó póstuma en 1617.


Sigue el molde narrativo de la novela bizantina. Las novelas bizantinas eran novelas de amor y
de aventuras, en las que los enamorados protagonistas, tras peregrinar por los lugares más
diversos y pasar las más variopintas peripecias, terminan felizmente su periplo.

Cervantes sigue de cerca el modelo, pero fiel a la importancia literaria del principio de
verosimilitud, procura que los hechos narrados resulten creíbles.

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