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La

fundamentación

Redacción y
técnica
legislativa

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La fundamentación
Comentarios generales sobre los fundamentos de un
proyecto

Introducción

Al desarrollar el módulo dos, realizamos una aproximación al contenido de


la parte expositiva, en tanto parte central de la estructura de los
dispositivos normativos. Dijimos, que la parte expositiva o exposición de
motivos contiene los fundamentos de la norma y que allí el autor del
proyecto coloca toda la información que considera relevante para justificar
la sanción de un determinado proyecto: las razones que motivaron su
redacción, los antecedentes históricos, las estadísticas sociológicas, los
cálculos económicos, las valoraciones; es decir, todo aquello que impulsó a
redactar esa norma y que explica por qué resulta necesaria su sanción.
En las democracias modernas, las decisiones de los gobernantes no son
más que la expresión de la voluntad popular; por lo tanto, los
representantes actúan en gran medida como un medio de lo
representados. Pero los representantes no tienen un poder omnímodo,
sino que están regidos por un Estado de derecho, en el donde la existencia
de la pirámide jurídica, en el sentido kelseniano, implica que todo acto que
emane de una autoridad pública debe sujetarse a ciertas reglas y respetar
la jerarquía de las normas superiores. Así, por lo tanto, los gobernantes
tienen un poder limitado y que deben ejercer conforme a las reglas
jurídicas.
A su vez, otro principio rector de la república es que los gobernantes están
obligados a fundamentar sus actos de gobiernos. No basta con afirmar que
una decisión se impone porque lo dice la autoridad, sino que además, ésta
debe bastar en sí misma. Es decir, todos los actos jurídicos, incluso aquellos
de alcance individual, deben contener una parte que explicite la
motivación. Entonces, la motivación o fundamentación es la parte en la
que “el gobernante deber dar explicaciones del porqué de su accionar, del
porqué de su decisión” (Pérez Bourbon, 2008, p. 171).
Se desprende de lo dicho que esa fundamentación corresponderá también
a todos los actos de gobierno, sean los del Poder Ejecutivo, del Poder
Legislativo o del propio Poder Judicial. En el caso de los actos
administrativos del Poder Ejecutivo, estos pueden tener alcance individual
(cuando se trata de la resolución de un reclamo de naturaleza
administrativa) o alcance general (cuando se trata de decisiones
normativas dirigidas a la totalidad de la población o parte de ella). En esos
casos, dice Pérez Bourbon:

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...no debe sólo explicarse el porqué de esa decisión, sino
también el para qué. No sólo las causas que lo llevan al
decisor político a establecer esa normativa, sino también
cuales son los resultados esperados, a futuro, por el hecho
de tomar esa decisión. (Pérez Bourbon, 2008, p. 171).

Las leyes que regulan los actos administrativos exigen, además de la causa
y la motivación, expresar la finalidad.
Por otro lado, nos encontramos con los actos que emanan del Poder
Legislativo, algunos de los cuales (las declaraciones, por ejemplo) no tienen
carácter normativo, pues simplemente implican expresiones de
beneplácito o repudio frente a determinados acontecimientos. Los
proyectos de ley, resoluciones u ordenanzas son expresiones propiamente
normativas, pues contienen dentro de sí una norma jurídica.
Tanto unos como otros requieren fundamentación. Ya vimos, cuando
desarrollamos la unidad número 2, que los reglamentos de las Cámaras
exigen que los proyectos sean acompañados de su respectiva
fundamentación, es decir, de la parte expositiva. Esa parte expositiva que
acompaña a los proyectos sirve para explicitar, ante los demás legisladores,
los argumentos que se tuvieron en cuenta al momento de proponer dicha
norma. Pero, una vez aprobada la norma (salvo raras excepciones), los
argumentos iniciales ya no son publicados, pues la verdadera
fundamentación de la norma se encuentra en el debate producido en la
sesión o en las comisiones donde los legisladores exponen las razones
tanto de la propuesta originaria como de las reformas introducidas sobre el
proyecto original. Este proceso de debate queda reflejado en las actas de la
sesión, que es un instrumento público y que, en definitiva, es el que
permite conocer las razones que motivaron la conducta de los legisladores.
Es cierto también que las sesiones son, por regla, públicas, salvo que por
votación especial se decida que sea secreta, por lo que la exigencia de la
fundamentación estará debidamente cumplida.
Por último, nos encontramos con la justificación de la motivación de las
decisiones del Poder Judicial, el que se expresa, en general, a través de
actos que establecen una consecuencia jurídica obligatoria para una
persona o un grupo de personas. Esos actos o decisiones se llaman
sentencias judiciales y también deben cumplir acabadamente la exigencia
de la fundamentación. Quizás el caso de las sentencias judiciales sea, por
cierto, el supuesto en el que el argumento adquiere mayor fuerza, puesto
que es necesario que la decisión que se adopta sea producto de un
razonamiento lógico y concatenado, donde se desprenda de modo
indubitable la consecuencia jurídica que se aplica. Aquí no hay expresión
de deseos ni de voluntad, sino una descripción clara de los hechos que han
sido probados en el juicio y de la norma que resulta aplicable al supuesto
en cuestión. Por otra parte, es causa suficiente para interponer un recurso

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ante la decisión del Juez, que la sentencia tenga un vicio en su
fundamentación.
Como hemos visto, la fundamentación es un requisito que se exige en
todos los actos emanados de autoridades públicas, exigencia que buscó
desterrar para siempre todo atisbo de autoritarismo y absolutismo en las
decisiones de los poderes del Estado.
En el caso del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial, las decisiones emanan
en general de una sola persona (incluso en los órganos judiciales
colegiados, cada juez se expresa por medio de un voto), por lo que la
expresión de motivos debe estar expresada claramente en el acto jurídico;
pero además se trata de una decisión que se toma a puertas cerradas, por
lo que con más razón requiere de argumentación.
La decisión que emana del Poder Legislativo –como dijimos– es expresión
de un proceso colectivo de discusión y de negociación que concluye en un
acto jurídico que reúne la mayoría necesaria para ser aprobado. La
motivación inicial seguramente no será la misma que la que resulte de la
suma de todas las intervenciones. No obstante, tanto el proyecto de ley
como el despacho de comisión deben estar fundamentados para que
cualquier legislador, al leerlo, comprenda su alcance y finalidad.

Estructura de los fundamentos

En la unidad anterior, referida a la redacción normativa, analizamos


aspectos que tenían que ver con el estilo y vocabulario propio de las
normas jurídicas, pero focalizando la mirada en lo atinente al artículo.
Establecimos y analizamos una serie de reglas que apuntaban,
fundamentalmente, a la parte dispositiva. Pero, a diferencia de ello, la
parte expositiva no se rige por tantas reglas formales, sino que más bien
busca ser un texto introductorio a la norma que dé cuenta acabadamente
de qué es lo que se pretende sancionar.
Si el lenguaje del articulado debe ser comprensible para cualquier sujeto,
más aun la fundamentación, pues es el apartado en dónde se explica
aquello que contiene la norma. De esta forma, el lenguaje de la
fundamentación es diferente al del articulado, puesto que prima el “estilo
agradable, llevadero que, aunque deba dar las razones intelectuales que
sustentan el proyecto, lo haga de un modo coloquial y ameno” (Pérez
Bourbon, 2008, p. 177).
Afirma Pérez Bourbon “Valen, pues para la redacción de la
fundamentación, los distintos recursos literarios como hipérbaton, elipsis,
oxímoron y otros que, aunque vedados en su uso para la redacción del
articulado, pueden resultar muy útiles en este caso” (p. 177).
En cuanto a la estructura, la misma puede seguir diferentes pasos. Así, en
la unidad 2 analizamos la estructura sugerida por Brenna et al. (2013) y
dijimos que, de acuerdo a antecedentes recopilados por los autores,
sugerían la siguiente organización:

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1) Encabezamiento.
2) Cuerpo Central.
2.1. Justificación Jurídica.
2.2. Breve relación de sus propósitos.
2.3. Antecedentes.
2.4. Razones determinantes; necesidad,
conveniencia, utilidad.
2.5. Resultado que se espera alcanzar.
2.6. Viabilidad científico- técnica.
2.7. Análisis y glosa del proyecto.
3) Conclusión.
4) Cierre protocolar.
5) Firma. (Brenna et al., 2013, p. 83)

Otros autores, como Pérez Bourbon (2008), sugieren el siguiente esquema


general para los fundamentos:

1) “Título.
2) Encabezamiento de estilo
3) Apertura.
4) Análisis de la viabilidad jurídica.
5) Análisis de la viabilidad social, política y económica.
6) Análisis exegético del articulado.
7) Síntesis o conclusión.
8) Cierre de estilo.
9) Firmas”. (Pérez Bourbon, 2008, p. 178)

Contenidos más, contenidos menos, vemos que ambos se refieren a


estructuras similares.
Veremos a continuación, siguiendo a Pérez Bourbon (2008), algunas reglas
prácticas para el desarrollo de los fundamentos:

1) Título
Aunque esto puede variar de un cuerpo legislativo a otro,
entendemos que es conveniente incorporarlo. El título que
corresponde a los proyectos presentados por los
legisladores es el de “Fundamentos”; si se trata de un
proyecto enviado por el Poder Ejecutivo se utiliza
“Mensaje”; los despachos de comisión deberían venir
acompañados por un “Informe”.

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2) Encabezamiento de estilo
El encabezamiento es la identificación precisa de la
autoridad a quien se dirigen los fundamentos. En el caso de
proyectos presentados por legisladores, suelen estar
dirigidos al Presidente del cuerpo. “Sr. Presidente” o, en su
caso, “Sra. Presidente”. Los despachos de comisión se
dirigen al cuerpo legislativo. “Legislatura...”, “Honorable
Cámara”, “H. Concejo”, según corresponda en cada caso.
3) Apertura
La apertura consiste en uno o dos párrafos breves con los
que se inicia la explicación del tipo de proyecto que se
presenta (ley, resolución, comunicación, declaración) y el
tema sobre el que trata, similar al estilo del “objeto” de una
demanda judicial. Esta parte sirve para que el lector pueda
conocer desde el principio de qué trata el proyecto. Su
inclusión es muy conveniente, sobre todo en las leyes
generales que regulan un tema en su totalidad. Debe
guardarse la lógica coherencia entre el modo de presentar el
proyecto, en la “apertura” de los fundamentos, y el Título o
nombre de la ley.

 Ejemplo 1: El presente proyecto de ley tiene por objeto


reglamentar los aspectos relativos al [...]
 Ejemplo 2: El proyecto que hoy se presenta tiende a
establecer un régimen general sobre [...]
 Ejemplo 3: El presente proyecto, de modificación de la
ley nº XX, busca adecuar a la actual realidad de la
Provincia (o de la Ciudad en su caso) el sistema de [...]

4) Análisis de la viabilidad jurídica


Como ya se dijo, los cuerpos legislativos no tienen una
competencia ilimitada sino que su accionar debe
mantenerse dentro de los parámetros y los límites que les
marcan las normas de rango superior (Constitución,
Nacional o provincial, Carta Orgánica, según corresponda).
En tal sentido se reitera lo dicho más arriba:
En tal sentido debe analizarse, en relación con el
proyecto que pretende elaborarse, la correspondencia con:
a) la Constitución Nacional;
b) los Tratados Internacionales reconocidos por la Nación;

Si se trata de una legislatura provincial, además también


debe analizarse la correspondencia con:
c) las leyes nacionales;
d) la Constitución de la Provincia;

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Si se trata de un Concejo Deliberante, además deben
tenerse en cuenta:
e) las leyes provinciales; y, en su caso, la Carta Orgánica
Municipal.

Es decir, debe analizarse primeramente si el proyecto en


cuestión corresponde a facultades o atribuciones de la
Nación o de la provincia o del municipio y, en cada caso, si
son facultades o atribuciones que corresponden al cuerpo
legislativo o a otro de los órganos de gobierno. En las
legislaturas bicamerales, además, deberá analizarse si el
proyecto puede ser presentado en cualquiera de las cámaras
o es facultad privativa de una de ellas. Este análisis debe
estar claramente explicitado en los fundamentos. Deben
indicarse las normas constitucionales de las cuales deriva la
competencia de la Legislatura o el Concejo para regular la
materia objeto de la ley o la ordenanza o, en su caso, para
aprobar la Resolución, Comunicación o Declaración de que
se trate. (Pérez Bourbon, 2008, pp. 178- 180).

Para Brenna et al. (2013), la justificación jurídica forma parte del cuerpo
central del informe y la finalidad es la misma que enuncia Pérez Bourbon
en el texto transcripto, es decir, dar cuenta del marco jurídico en el cual se
sanciona la norma y de que el mismo es coherente con la jerarquía que
deriva de la pirámide constitucional.
Debe tenerse en cuenta en este punto que en el caso de la República
Argentina y como consecuencia de la reforma constitucional de 1994,
existe una serie de tratados internacionales que gozan de jerarquía
constitucional y que deben tenerse considerarse al momento de redactarse
disposiciones normativas, pues muchos de ellos establecen directrices que
deben ser adoptadas por los Estados que los suscribieron y que, para el
caso del derecho interno argentino, gozan de la misma jerarquía que las
propias normas contenidas en la Constitución Nacional (CN).
Además, en esta parte, deberán zanjarse las dudas referidas a la
competencia del órgano que dicta el acto, es decir, debe tratarse de un
órgano cuya facultad le sea conferida por alguna disposición normativa.
Por ejemplo, son las legislaturas de provincia las que tienen competencia
para legislar en materia de códigos de procedimientos (Código de
Procedimiento Civil y Comercial, Código Procesal Penal, etcétera), mientras
que será el Congreso de la Nación quien tenga competencia para sancionar
los códigos de fondo (Código Civil, Penal).
En el caso de que existieren dudas, por ejemplo, cuando se trate de
materias novedosas no mencionadas expresamente en la CN, deberá
tenerse en cuenta que por mandato constitucional las provincias conservan

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todo el poder no delegado a la nación, por lo que, a priori, será facultad de
las legislaturas provinciales legislar al respecto.
Siguiendo con la estructura propuesta por Pérez Bourbon (2008), veamos
aspectos que deben incluirse en el contenido de toda fundamentación:

5) Análisis de la viabilidad social, política y económica: Es éste


uno de los puntos centrales del escrito de fundamentación.

5.1. En primer lugar debe describir la situación existente,


el problema que es objeto de regulación. Se debe hacer
mención de las condiciones que lo originan, las fuentes
utilizadas para conocer la existencia del problema (noticia
periodística, hecho público y notorio, petición particular,
etc.), las causas, a quién o qué afecta el problema y en qué
intensidad. (P. 180)

Brenna et al. (2013) denominan a esto “razones determinantes: necesidad,


conveniencia, utilidad” (p. 85), con lo cual se refieren básicamente al
mismo contenido, que es la descripción de las circunstancias de hecho que
originan la norma. Los autores afirman que allí “se expresan las razones de
la llamada ocassio leggis (condiciones que generaron la ley) [es decir]…los
factores políticos, económicos, sociales y culturales de la realidad, que
están impulsando la sanción de un nuevo proyecto” (Brenna, 2013, p. 85).

5.2. En segundo lugar hay que diferenciar el objeto


inmediato de la ley de los fines u objetivos mediatos que
pretenden alcanzarse con la modificación del orden jurídico.
Así, por ejemplo, una ley de Referendum y Consulta Popular
tiene un objeto inmediato que es, seguramente, la
reglamentación de uno o más artículos de la Constitución; el
objetivo mediato es incrementar la participación ciudadana
en las decisiones de gobierno. De alguna manera, debe
explicarse cuál es la ventaja del nuevo orden respecto del
orden hoy existente.

Para ello es necesario incorporar un aquilatado análisis


de impacto que muestre, lo más acertadamente posible,
cuáles serán las reales reacciones de la ciudadanía en
relación con la efectiva aprobación del proyecto que se
presenta. (Pérez Bourbon, 2008, p. 180)

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Brenna et al. (2013) denominan este contenido como “resultados que se
espera alcanzar” (p. 86), con lo cual hacen referencia a las consecuencias
que se pretende lograr con la sanción del proyecto. En definitiva, no es más
que clarificar la finalidad de la norma que se está sancionado, permitir
distinguir los alcances inmediatos de los mediatos, así como los objetivos
de corto, mediano y largo plazo. Una norma que no es capaz de expresar
claramente qué espera lograr es una norma que no puede expresar su
razón de ser.

5.3. Para ello, en tercer lugar, debe expresarse la detallada


descripción de los medios que propone la iniciativa
legislativa. Se trata de los instrumentos elegidos para
cambiar la situación de origen y lograr la concreción de los
fines, o sea, solucionar el problema social, político o
económico existente.

Deben mencionarse, en consecuencia, las fuentes


consultadas, que pueden ser las siguientes:

Antecedentes legislativos: normas, vigentes o no, por


haber sido derogadas, que enfoquen la materia a legislar, ya
sea de origen nacional, provincial, municipal o de legislación
de otras jurisdicciones o de otros países.

Antecedentes parlamentarios: constituidos por los


proyectos que no lograron obtener despacho favorable en
las respectivas comisiones, despachos de comisión no
aprobados por el cuerpo, y proyectos y despachos, relativos
al tema, que han caducado sin tratamiento. Es importante
tratar de rescatar, en estos casos, cuál fue la causa del
fracaso parlamentario de tales iniciativas, a fin de no insistir
sobre los puntos que puedan considerarse
irremediablemente conflictivos.

Antecedentes doctrinarios: material disponible en


bibliotecas, bases de datos, publicaciones privadas, de
organizaciones no gubernamentales, etcétera, referidos al
tema.

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Antecedentes jurisprudenciales: si fueren necesarios,
mediante consultas en colecciones jurídicas y sistemas de
información jurídica.

Estadísticas: realizadas por entidades públicas o privadas.


(Pérez Bourbon, 2008, p. 180).

Este punto es, sin dudas, la parte sustancial de la fundamentación, pues allí
se exponen las razones de peso que justifican la sanción de la norma.

En la estructura sugerida por Brenna et al. (2013), esta información está


contenida principalmente en el apartado “antecedentes”, donde se
exponen “las razones por las cuales la legislación vigente no alcanza a
contemplar la problemática que se plantea resolver” (p. 85). Esta
información es vital para poder explicar por qué se quiere hacer. Ya no se
trata del fin o para qué, sino de narrar y describir el escenario que oficia de
antecedente de la norma, es decir, el estado de situación en el que nos
encontramos.

Muchas veces es útil realizar un breve repaso de la información o


legislación disponible, de las ausencias o vacíos legislativos y de las
contradicciones emergentes de modificaciones legislativas. También es
importante mostrar legislación comparada, es decir, ejemplos de otros
países, Estados o provincias que ante problemáticas similares hayan
optado por soluciones similares a las que se proponen.

Otro recurso valioso es mostrar la historicidad de la legislación de acuerdo


a la historicidad social de un pueblo, es decir, cómo la legislación vigente
fue apropiada para un determinado contexto, pero como consecuencia de
los cambios sociales, demográficos, económicos, sociológicos, entre otros,
se convirtió luego en una legislación obsoleta que requiere adecuaciones.
Pensemos, por ejemplo, normas en las regulaciones del derecho de familia;
las viejas familias nucleares (mamá, papá e hijos) han ido mudando hacia
familias ensambladas, por lo que estas nuevas estructuras demandan otro
tipo de legislación.

En ocasiones es la propia doctrina especializada la que va realizando


críticas a la legislación vigente y va advirtiendo la existencia de
contradicciones o vacíos; por ello es que resulta valiosa su incorporación a
la hora de fundamentar un proyecto. A su vez, recurrir a informes de
especialistas, papers, documentos específicos, etcétera, puede contribuir a
sostener con mayor solvencia el proyecto que se propone.

Por otra parte, existen fallos judiciales que van sentando jurisprudencia
sobre determinada materia que aún no se encuentra regulada y que, sin

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duda, constituye información importante para soportar un argumento. Por
ejemplo, pensemos en los fallos acerca de la despenalización del consumo
de estupefacientes frente a una legislación penal que lo penaliza y a un
proyecto de ley que tiende a modificarlo; o la creación de figuras por vía
pretoriana (a través de sentencias judiciales) que luego fueron recogidas en
la legislación (como la acción de amparo).

En este apartado, se incluye también las estadísticas que sirvan a la


fundamentación de la norma. Brenna et al. (2013) incorporan –a nuestro
criterio, con buen juicio– otro ítem que llama “viabilidad científico técnica”,
donde incluyen “los estudios, los informes, los dictámenes, los cálculos
económicos que permiten comprobar la factibilidad de lo que se propone”
(p. 86). También mencionan la valoración de los factores económicos, es
decir, la previsión presupuestaria y la referencia a la estructura
organizativa o burocrática que será necesaria para sostener la iniciativa.

6) Análisis exegético del articulado: finalmente debe


realizarse un análisis exhaustivo del contenido de la parte
dispositiva, que consiste en una breve exposición de las
líneas generales del proyecto de ley, sin caer en la repetición
lisa y llana del texto de su articulado.

Es importante tener en cuenta no introducir temas que


no surgen de la parte dispositiva, o tratarlos de manera
diferente, por cuanto podría generar una interpretación
contra legem. Así como lo mencionado en el punto 5
constituye el sustento de los aspectos generales de la ley,
este punto implica, de alguna manera, el sustento de la
discusión en particular del texto legal. En efecto, más allá de
la motivación de tipo general, el proyecto debe estar
suficientemente fundado en cuanto a cada una de sus
prescripciones particulares. Si se establece un plazo de
cuatro meses, debe explicarse por qué cuatro meses y no
dos o cinco; si el órgano que se crea estará integrado por
ocho miembros, debe explicarse por qué no son siete o diez;
si se le atribuye determinado derecho a un grupo de
personas, debe explicarse por qué. Un correcto análisis
exegético del articulado que se presenta facilitará
enormemente la discusión en particular del proyecto. (Pérez
Bourbon, 2008, p. 180-181).

Este punto es relevante para introducir al lector en la parte dispositiva.


Fundamentalmente, este análisis busca explicitar con un lenguaje más
coloquial, lo enunciado con la rispidez del estilo normativo. Todo aquello

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que sobreabunda en el articulado puede ser bienvenido en esta parte,
puesto que la finalidad de este recurso es explicar el contenido de los
artículos. La extensión dependerá de la complejidad de la norma, cuanto
más difícil o técnico sea el lenguaje utilizado, mayor será la necesidad de
fundamentar en este apartado.
Siempre se debe evitar contrariar lo que luego se enuncia en el articulado.
No debe ampliarse ni restringirse el alcance de los términos y conceptos
utilizados, sino simplemente limitarse a explicarlos. Es muy importante
para la exégesis de una norma, mantener el mismo significado frente a las
mismas palabras.
La información contenida en el análisis del articulado es una herramienta
valiosa a la hora de interpretar el alcance de una norma, por lo que deberá
hacerse con especial cuidado.
Brenna et al. (2013) denominan a este recurso “análisis y glosa del
proyecto”, y señalan que son “las aclaraciones que sean necesarias para
una mejor comprensión del proyecto” (p. 87).

7) Síntesis o conclusión: los fundamentos son un


encadenamiento lógico de ideas; por lo tanto, la conclusión
es la deducción lógica derivada de los problemas expuestos
y analizados. Equivale, sencillamente, a un sumario sintético
de lo expuesto en donde se reafirma la iniciativa legislativa
con proposiciones claras y sencillas que puedan sujetarse a
votación concitando adhesión y promoviendo convicción en
los pares del legislador. Es importante que esta síntesis o
conclusión apunte certeramente al núcleo del problema
central, tratando de no desviar la atención hacia cuestiones
secundarias o menos importantes. (Pérez Bourbon, 2008, p.
182).

La conclusión debe ser breve y concisa, pero debe bastar en sí misma. La


lectura de una buena conclusión debiera dar cuenta de la línea argumental
de la fundamentación y del contenido de la parte dispositiva.

8) Cierre de estilo: los fundamentos suelen finalizar con un


cierre de estilo que consiste en la solicitud expresa de apoyo
a la iniciativa presentada. Es simplemente una fórmula
protocolar que se manifiesta en oraciones del estilo de las
siguientes:

 Ejemplo 1: Por todo lo expuesto, solicito la pronta


aprobación del presente proyecto.

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 Ejemplo 2: Por ello, insto a mis pares a votar favorablemente este
proyecto de ley.

 Ejemplo 3: Por los motivos que he desarrollado, solicito a las


señoras diputadas y a los señores diputados que acompañen con su
voto este proyecto.

 Ejemplo 4: Por lo expuesto, solicito a los señores legisladores


acompañen con su voto favorable el presente proyecto de
resolución. (Pérez Bourbon, 2008, p. 183).

En general, los mensajes de proyectos enviados por el Poder Ejecutivo son


acompañados de una forma más protocolar: “Dios Guarde a Vuestra
Honorabilidad” (Brenna et al., 2013, p. 88).

9) Firmas: dependiendo de la normativa existente en cada


cuerpo legislativo en particular, corresponderá o no que el
autor o los cofirmantes del proyecto deban firmar también
los Fundamentos. En muchos cuerpos legislativos la práctica
usual es que lo firma, tanto el autor como quienes lo
acompañan en la iniciativa. (Pérez Bourbon, 2008, p. 183).

En el caso de proyectos emanados del Poder Ejecutivo, firmará el titular del


mismo (presidente, gobernador, intendente) y los ministros o secretarios
vinculados al asunto del que trate la norma.
A partir de lo analizado, podemos concluir que la estructura de los
fundamentos (o parte expositiva) no es rígida, sino que más bien se
constituye en guía práctica para poder identificar los distintos
componentes que debieran estar presentes. Por ello, debe prestarse
especial atención al contenido propuesto más que a los títulos de la
estructura sugerida, pues cada apartado contribuye a fundamentar mejor
la norma que se propone y además a verificar en su redacción que la ley
realmente resulte necesaria.

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Bibliografía de referencias
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