You are on page 1of 3

La Argentina Agroexportadora

18 de junio de 2007 Publicado por Hilda

El comienzo de esta etapa puede ubicase cronológicamente en el año 1880, con un gobierno
conservador, sostenido en base al fraude y al principio de autoridad, sobre la estructura política
del Partido Autonomista Nacional (PAN).

Si bien la exportación había comenzado ya desde la etapa virreinal, luego del inicio de la vida
independiente, con el desmembramiento del virreinato del Río de La Plata, se perdieron las
exportaciones provenientes de las minas de Potosí, pasando a ocupar el primer lugar como
materias exportables, los cueros, la carne salada y el sebo. Se importaba harina de Estados Unidos,
vinos de Europa Mediterránea, y textiles de Gran Bretaña.

La argentina agroexportadora

La argentina ruralEl crecimiento de la economía fue notable a partir de 1870. Las mejoras técnicas
hicieron posible un transporte más ágil y a menor costo. El comercio exterior ofrecía cifras
contundentes. En 1870 el ingreso por exportaciones en argentina, era de treinta millones de pesos
oro. En 1914, se había incrementado a trescientos cincuenta millones. Las importaciones tuvieron
un ritmo similar. De cuarenta y nueve millones, en 1870 a doscientos setenta y dos millones, en
1914. En el mismo período se pasó de medio millón de hectáreas cultivadas, a veinticuatro
millones. La Revolución industrial que se había desplegado principalmente en Inglaterra,
convirtieron a Argentina en proveedora de la materia prima para sus manufacturas.

Los principales productos exportables eran en 1880, cuero, carne salada y lana. En 1890,
comenzaron a exportarse cereales, especialmente, trigo, maíz y lino, dato especialmente relevante
si tenemos en cuenta que hasta 1870, la Argentina debía importar trigo. Esto se vio favorecido por
la ampliación de la frontera, con tierras quitadas a los aborígenes.

La necesidad de contar con esas tierras era un común denominador en el pensamiento de los
hombres destacados de la época, aunque con variantes. Así José Hernández, en “Instrucción del
Estanciero” (1882) afirmaba que “no hay derecho para expulsar a los aborígenes de sus tierras y
mucho menos de exterminarlos”, Alberdi, por el contrario, sostenía que era mucho más eficaz que
esas tierras estuvieran en manos de alemanes, franceses y suizos, en vez de que las posean los
indios salvajes. La adquisición e incorporación de esas tierras a la producción era un requisito de la
nueva argentina agroexportadora. La llegada de mano de obra proveniente de la inmigración
europea (Ver artículo sobre “la inmigración en la Argentina”) concurrió a favorecer el proyecto.

La discusión se centraba en si convenía que Argentina fuera productor de materias primas o se


iniciara en ese país el proceso de industrialización. Se optó por elegir la teoría inglesa sobre la
división internacional del trabajo. En Argentina se proveería materia prima para ser
manufacturada en Europa, ya que establecer industrias tenía una gran inversión, y necesitaba de
mucha experiencia, que no se tenía en el país. Se consideró que la ganadería se reproducía por sí
sola y no había diferencias en las ganancias, ya que la industria, al principio ocasionaba pérdidas
por los altos costos de producción.

Convencidos que la agricultura y la ganadería serían fuente de la eterna riqueza argentina,


Sarmiento promovió una educación especializada en agricultura y minería, y no la educación
técnica. Para Sarmiento no estaban dadas las condiciones para industrializar el país, por la falta de
carbón, de leña e incluso tradición industrial. Aseguró que podrían instalarse fábricas en el futuro,
con personal extranjero capacitado.

Entre las opiniones minoritarias en favor de la industrialización se contó la de Pizarro, ministro de


Roca, quien expuso que no fabricar en el país era crear una dependencia vasallática con el
extranjero. El tiempo le otorgó la razón a este visionario, pero en el momento, sus
contemporáneos no lo escucharon, estableciéndose una alianza con Inglaterra, donde Argentina
producía la materia prima y se la vendía a Inglaterra, y ésta, a su vez, vendía a Argentina productos
de consumo.

En 1876, se exportaron siete mil seiscientas cuarenta y dos toneladas de maíz a Gran Bretaña y la
primera exportación de trigo fue efectuada en 1878. Los estados extranjeros, sobre todo Gran
Bretaña, apoyaron esta expansión mediante empréstitos, que fundamentalmente fueron
invertidos en ferrocarriles y en el sector financiero, otorgando préstamos para inversiones. Los
ingleses también invirtieron en tranvías, agua corriente y frigoríficos. A los cereales se le añadió la
exportación de carne congelada, al avanzar las técnicas de refrigeración. Luego se exportó carne
enfriada.

En el despegue de Argentina como “el primer granero del mundo” tuvo un papel destacado el
ferrocarril, cuyo primer exponente se inauguró en Buenos Aires en 1857. Éste permitió la
comunicación entre zonas productoras del interior y los centros urbanos.
La red ferroviaria se extendía desde los puertos, sobre todo el de Buenos Aires, hacia el interior de
la República. El crecimiento fue destacable. En 1880, había dos mil quinientos kilómetros de líneas
férreas. Al ferrocarril de oeste que pertenecía a la provincia de Buenos Aires, se le añadieron, con
capital británico, el Sur y el Central Argentino, que unió Rosario con Córdoba, y más tarde, con
Tucumán. En 1914 el recorrido se había elevado a treinta y tres mil quinientos kilómetros.

Paralelamente al despegue económico, hubo un gran crecimiento urbano, sobre todo en Buenos
Aires, Rosario, Mendoza, Córdoba y San Miguel de Tucumán, que obligó a la realización de una
gran obra pública de servicios.

El sector industrial no tuvo el mismo desarrollo, concordantemente con las ideas planteadas.
Surgieron algunas industrias locales, para satisfacer la demanda concreta de esas localidades,
comprendiendo el rubro alimentario, de bebidas y la industria textil, algunas mueblerías y talleres
mecánicos. Las que mayor ímpetu cobraron fueron las destinadas a satisfacer la demanda exterior,
como los frigoríficos y los molinos harineros. Durante el gobierno de Sarmiento prosperaron la
industria vitivinícola y azucarera, las jabonerías y las fábricas de ropa. En 1875, se creó el Club
Industrial, para proteger la industria local.

El sector ganadero también cambió. Los vacunos dejaron paso a los ovinos, como principal ganado
de exportación.

Pero este período de bonanza no duró demasiado. En 1890, ya apareció el problema de no poder
asumir los compromisos contraídos en el pago de la deuda externa. Esto fue superado, pero la
dependencia con Europa era demasiado estrecha y los vaivenes en ese continente afectaban
demasiado la economía local. Esto se demostró con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Entre 1914 y 1919, la mayoría de los estados buscaron volver a la situación económica anterior a la
guerra. Se alcanzó el objetivo, pero entre los años 1929 y 1930, sobrevino una crisis mundial, que
trajo como consecuencia una gran depresión. La Segunda Guerra Mundial, hizo cambiar
nuevamente la mirada hacia la economía. La iniciativa privada y liberal fue reemplazada por una
intervención estatal reguladora, creándose además instituciones financieras que actuaran a nivel
internacional.

Los países desarrollados se beneficiaron ampliamente, creando una gran brecha con los países
pobres. Argentina, al verse privada de la demanda de sus materias primas y de la importación de
productos industriales, por la crisis europea, hizo nacer una industria local destinada a la
“sustitución de importaciones”, pero con gran dependencia del exterior, con respecto a los bienes
de capital, como por ejemplo, las maquinarias. Los comerciantes exportadores, que habían
acumulado cierta riqueza, los terratenientes de La Pampa y capitales ingleses, estadounidenses y
alemanes favorecieron la aparición de estas industrias, con fuerte intervención estatal.

You might also like