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R I T UA L E S D E
CI V I L I Z ACIÓN
tr a duc ción de
A na R obl e da
nausícaä
M U R C I A
MMVII
1.ª edición Nausícaä septiembre del 2007
www.nausicaa.es
isbn: 978-84-96633-35-3
Í N DICE GEN ER A L
Prefacio y agradecimientos ix
Introducción xi
Conclusión 215
Bibliografía 217
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
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r i t ua l e s de c i v il i z ac ión
Nueva York
Junio de 1994
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I N T RODUCCIÓN
Desde su aparición a finales del siglo xviii, los museos1 han ido cre-
ciendo en número, fondos y, en los últimos años, en glamour dada su
actividad como núcleos culturales. Aún así, la Edad de los Museos,
que es como Germain Bazin se refería a nuestro tiempo2, todavía no
ha alcanzado su cima, a juzgar por la cantidad creciente de metros
cuadrados que se destinan a este fin.
Este libro analiza varias colecciones desde lo que a mi juicio es
una nueva perspectiva: considerándolas estructuras rituales. La lite-
ratura sobre los museos de arte suele presentarlos como lugares que
albergan colecciones de objetos o como trabajos singulares de arqui-
tectura. Los catálogos de los museos, por ejemplo, suelen tratar tan
sólo el contenido de una colección a la que nunca se considera glo-
balmente sino como una acumulación de objetos valiosos y únicos.
Los libros escritos acerca de coleccionistas famosos siguen esquemas
parecidos y en ellos se suele narrar cómo y cuándo un coleccionista
se hizo con sus posesiones. Incluso existe un tipo de literatura que
podríamos denominar de aventura en la que los coleccionistas o los
restauradores aparecen como sabuesos de agudo olfato, o apuestos
héroes capaces de localizar y cobrar sus tesoros como avezados caza-
dores o merced a las artes de un don Juan3. Por otro lado, los escritos
1 En Gran Bretaña, existe una diferencia entre la galería de arte y el museo que no
existe en Estados Unidos, donde galerías de arte y museos de arte son la misma
cosa. En este libro, sigo el uso norteamericano y emplearé los términos “galería
de arte”, “museo de arte” o incluso “museo” a secas de modo intercambiable.
2 The Museum Age, trad. de J. van Nuys Cahill, Nueva York, Universe Books, 1967.
3 Véanse, por ejemplo, los numerosos escritos de J. Paul Getty (citado en la biblio-
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grafía), o la obra de Thomas Hoving, “The Chase, The Capture”, en Hoving (ed.),
The Chase, The Capture: Collecting at the Metropolitan, Nueva York, Metropolitan
Museum of Art, 1975, pp. 1-106.
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in troduc c ión
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4 Las dos mejores y más completas historias de museos siguen siendo las de Ger-
main Bazin, op. cit., y Niels van Holst, Creators, Collectors, and Connoisseurs,
trad. B. Battershaw, Nueva York, G. P. Putnam’s Sons, 1967.
5 Como ha escrito Benedict Anderson, la nación-estado ha adoptado formas, es-
trategias institucionales y expresiones culturales similares (Imagined Communi-
ties: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, Londres, Verso, 1991).
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in troduc c ión
6 Véase James Clifford, “On Collecting Art and Culture”, en The Predicament
of Culture: Twentieth-Century Ethnography, Literature, and Art, Cambridge,
Mass., y Londres, Harvard University Press, 1988, pp. 215-251.
7 Para una visión general de este debate, véase Terry Zeller, “The Historical and
Philosophical Foundations of Art Museum Education in America”, in N. B.
and S. Mayer, (eds.), Museum Educational: History, Theory, and Practice, Reston,
Va: National Art Education Association, 1989, pp. 10-89; Michael S. Saphiro,
“The Public and the Museum”, en M.S. Shapiro y L. W. Kemp (eds.), Museums:
A Reference Guide, Nueva York, Greenwood Press, 1990, pp. 231-261; y Edith
A. Tonelli, “The Art Museum”, en ibídem, pp. 34-58. Todos estos artículos
contienen excelentes biografías.
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8 El gran maestro de la polémica anti estética, anti ritual y pro educativa fue
John Cotton Dana, creador del Newark Museum of Art in Newark, Nueva Jer-
sey, un museo muy poco convencional. Sus escritos incluyen The Gloom of the
Museum y The New Museum, ambos publicados en 1917 por Elm Tree Press en
Woodstock, Vermont. Para consultar otra de las brillantes erupciones poste-
riores anti ritual, véase César Graña, “The Private Lives of Public Museums”,
Trans-Action, 1967, vol. 4, nº 5, pp. 20-25.
9 Debo hacer mención especial del trabajo de Alma S. Wittlin, cuyo libro The
Museum: its History and Its Tasks in Education (Londres, Routledge & Keagan
Paul, 1949), es una impresionante historia del museo en la que se ofrece un
argumento razonado por el que reformarlos.
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10 Pierre Bourdieu y Alain Darcel, L’Amour de l’art: Les Musées d’art européens et
leur public, París, Editions de Minuit, 1969, pp. 165 y ss. Bourdieu siguió argu-
mentando el significado social del juicio estético, sosteniendo que la idea de lo
estético como ámbito independiente marca un límite social y fi losófico (Dis-
tinction: A Social Critique of the Judgement of Taste (1979), trad. R. Nice, Londres
y Nueva York, Routledge & Keagan Paul, 1984).
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in troduc c ión
12 Leer el libro de Catherine Bell, Ritual Theory, Ritual Practice, Nueva York y
Oxford, Oxford University Press, 1992, pp. 47-54, me ayudó a formular este
párrafo. El ensayo de Bell, que analiza algunos de las más profundas creencias
en las que se han basado gran parte de escritos antropológicos, me llegó a las
manos justo en el momento en que estaba terminando mi proyecto, y no pude
permitirme aprovechar más ampliamente sus análisis.
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las distintas formas culturales. A tal efecto gran parte del estudio
fluctuará entre las estructuras rituales en sí mismas, en cómo fun-
cionan y en cómo se identifican, y las presiones históricas y tensiones
entre las que cobraron vida.
Una última advertencia: el mundo de los museos es siempre
cambiante. Mientras redactaba este libro, algunos de los aspectos
estudiados han cambiado radicalmente. Aparte de la apertura de
secciones nuevas e importantes o de museos nuevos, varias de las
instalaciones que analizo han cambiado significativamente o incluso
han llegado a ser desmanteladas. El hecho es que incluso las insta-
laciones con un carácter más permanentes pueden cambiar. Aunque
he intentado incluir esos cambios en este libro, no siempre he po-
dido hacerlo, y la desaparición de una instalación en particular que
ya había incluido en el estudio no me hizo eliminarla de este texto,
puesto que contribuía a reforzar mi análisis y la idea que pretendo
defender. Mi tesis no depende de la permanencia de un museo en
particular, sino de su coherencia ritual.
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