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RAYMOND WILLIAMS
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Marxismo
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i
y literatura
Prólogo dej. M . Castellet
Traducción de Pablo di Masso
i
i
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizació n escrita Me parece particularmente interesante la publicación en
de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas
en las leyes, la reproducció n total o parcial de esta obra por traducci ón castellana de esta obra de Raymond Williams en
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la rcprografi'a un momento en que, en Espa ñ a, ha descendido notablemente,
y el tratamiento inform á tico, y la distribución de ejemplares al menos en apariencia , el interés por los planteamientos
de ella mediante alquiler o préstamo pú blicos, así como marxistas, no sólo en el campo de la cultura. Se ha creado
la exportació n e importación de esos ejemplares para su
distribuci ó n en venta fuera del á mbito de la Unió n Europea. —
-
as í despu és de muchos a ños en los que la lectura del mar¬
xismo teórico fue, en cierto modo, un sucedá neo de la prác¬
Diseno de la cubierta: Lloren Marques. —
tica polí tica un espacio abierto (menos propenso a ciertos
dogmatismos de los que nos acompa ñ aron en los tiempos
, ' • • Primera edici ón en HCS: diciembre de 1997.
Segunda edici ón : febrero de 2000.
© de esta edici ó n : Ediciones Península s.a .,
Peu de la Crcu 4, 08001- Barcelona.
I franquistas) en el que la relectura de libros como el de Wil¬
liams viene a ser como un repaso inteligente, crí tico y, a la
vez, sugerentemente creativo de muchas lecturas que, por la
fuerza de las cosas, fueron entre nosotros a menudo crispa ¬
E- MAII.: COrreu @grup62 .COII! das y no siempre suficientemente objetivas.
L INTERNET: http:// www.peninsulaedi . c6 m Resulta curioso que, en su Introducción , Williams nos
*
; ; Impreso en Romanya /Valís s.a., Pla a Verdaguer i ,
^
diga, no sin cierto optimismo, que hoy el marxismo
cialmente en la teoría de la cultura
— — espe¬
« ha experimentado un
08786 - Capelladcs significativo resurgimiento ». El hecho no es, sin embargo, tan
Depósito legal: B . 6.465 -2000,
ISBN : 84-8307-073-1 . sorprendente como a nosotros nos puede parecer. Se diría
que, en las ú ltimas décadas y en el mundo occidental, algu¬
í nos de los países latinos europeos han sido los más activos
• * \ en el estudio de la teoría marxista y, aún, en la elaboración
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de polé micas que, por lo menos en el terreno cultural , no
*
i siempre han estado exentas de virulencia. Véanse, si no, los
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casos de Francia e Italia , pa íses, claro está, en los que la
presencia de fuertes partidos comunistas
— y, en consecuen
cia, de numerosos intelectuales afiliados a los mismos ha
—
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r
cuestión. Su obra, sin embargo, no pretende quedar en un j tificador de la noci ón tradicional de « reflejo », impugnada
prontuario acad é mico: « es una crítica y un debate ». Y como
tal hay que aceptar, a mi entender , su propuesta, que surge
por la idea de « mediación », segú n la contribución que al
-—
y me parece un buen m é todo y un aceptable punto de parti¬ : tema aporta la Escuela de Frankfurt. Asimismo, se detiene
—
da de su actitud personal ante el marxismo y la literatura,
en un intento de revisión hist órica , válida más allá de sus
crí ticamente en una serie de conceptos esclerotizados por el
uso y la repetición constante en los teóricos marxistas, inten¬
propias vivencias intelectuales. Partir de un cierto subjetivis¬ tando, en cada caso concreto, descubrir el momento en que
mo personal me parece, cuando menos, saludable ante la j han quedado empobrecidos y petrificados y los errores de los
teóricos posteriores de insistir en su utilización, sin com ¬
pretendida ortodoxia de algunas « escuelas » cuyos maestros
habían impuesto ua rigidez metodoló gica de una pobreza que
prender que el marxismo es una práctica dinámica cuyo desa-
se reflejaba en los resultados finales de sus investigaciones y,
I rrollo tiene que pasar, forzosamente, por la superación his -
sobre todo, en las aplicaciones a estudios concretos, en el í tórica de sus propios postulados.
campo de la literatura , que se traducían en esquemá ticas
i Solamente en la tercera y última parte de su libro trata
aproximaciones (historicistas, economicistas, etc ,) a la obra
] Williams del hecho literario. También aquí, el autor aborda
de los autores estudiados.
—
Me permitirá el lector que no d é nombres de todos co¬
—
nocidos por tratarse, ahora, de la presentación de un libro
que los recoge y los analiza , intentando estudiarlos en un
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JI
paciente y minuciosamente las diversas ideas que se han de-
sarrollado en la teoría marxista, desde Marx y Engels
—
más concretamente, desde Plejá nov hasta nuestros d ías. No —-
se trata, claro está, de hacer historia, ni de establecer un pa
o,
contexto más amplio y no únicamente en el campo cerrado norama de autores y obras, sino de analizar críticamente los
del marxismo. Williams , aú n habiendo escrito un libro « mar- conceptos, ideas y categorías literarias expresadas por el mar¬
xista », tiene plena conciencia de que muchos de los conceptos
— —
xismo, en contacto con otros desarrollos est é ticos parale¬
—
que utiliza y en particular los cuatro que constituyen la
primera parte del libro: cultura, lenguaje , literatura e ideo¬
los, convergentes o divergentes que se han sucedido en el
último siglo. Sin duda , la voluntad de enriquecer críticamente
—
log í a no sólo no son exclusivamente conceptos marxistas,
aunque el marxismo haya contribuido poderosamente a su
caracterizaci ó n en el último siglo, sino que la aportación es¬
el marxismo es el objetivo primordial de Williams, pero sus
planteamientos se alejan con insistencia de todo aquello que
pueda suponer dirigismo o determinismo cultural. El último
apartado de esta tercera parte se titula « La prá ctica creati¬
pecífica del marxismo en su configuración ha sido, cuando
menos, irregular. La tentativa de Williams viene expresada
de una forma muy clara y creo que en ella estriba su aporta¬
— —
va », prá ctica que es y tiene que ser actividad libre del
escritor. Que una obra admita con 'posterioridad lecturas di
versas no presupone en la « práctica creativa » determinantes
-
ción más positiva: « Examino específicamente la utilización
sociales o ideol ógicos. Eso no , , es ó bice, claro está, para
que hace el marxismo de estos conceptos, pero asimismo es¬
toy interesado en ubicarlos dentro de desarrollos más gene¬
rales (...) estoy interesado por comprender las diferentes for¬
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j
que Williams — —
o cu álquier otro teó rico marxista pueda
ejercitar tambié n una lectura personal o integradora: «La
mas del pensamiento marxista más en su interacción con I composición escrita, escribir, es a menudo una nueva articu-
otras formas del pensamiento que como una historia, sea ha-
j Iación y, efectivamente, una nueva formaci ón que no se ex-
giográ fica o ajena.»
j tiende m ás allá de sus propios modos. Sin embargo, separar -
Así planteado el libro, Williams se extiende, en una se¬ j la como arte, que en la prá ctica involucra siempre parcial-
* mente, y a veces totalmente, elementos de cualquier parte del
gunda parte, en lo que constituye «su » teoría cultural, apor¬
continuum , significa perder contacto con el proceso creativo
tación inteligente y esclarecedora en muchos puntos. Así, por
ejemplo, cuando trata de clarificar los conceptos de « base »
sustantivo y luego idealizarlo; ubicarlo por encima o por de-
y « superestructura », quitá ndoles su carácter de «elementos j bajo de lo social cuando en realidad constituye lo social en
consecutivos », cuando en la práctica son indisolubles, y pro¬ | una de sus formas más distintivas, duraderas y totales. Por
. lo tanto, la prá ctica creativa es de muchos tipos. Es desde
poniéndose analizarlos a través de la compleja categoría de 1
« determinación ». Es también interesante su an á lisis desmi
ya y activamente nuestra conciencia prá ctica.»
- ( En opinión de Williams, este libro « difiere, en varios pun-
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r
tos clave, de lo que es ampliamente conocido como la teoría
marxista; e, incluso, de gran parte de sus variantes ». Sin em¬ Introducci ó n
bargo, él autor cree que su posició n puede definirse como
materialismo cultural : « una teor ía de las especificidades del
material propio de la producción cultural y literaria del ma¬
terialismo hist órico ». En este sentido, pues, y pese a sus di¬
vergencias con el pensamiento anterior, cree que se trata de
una teor ía marxista y « de lo que al menos yo pienso que es
el pensamiento fundamental del marxismo ». Es dif ícil juzgar Este libro ha sido escrito en una era de cambio radical.
la propia valoración de Williams. La crisis del marxismo de Su temá tica, marxismo y literatura , forma parte de este
hoy y de sus ideas culturales y est éticas puede ser enjuicia ¬ cambio. Hasta hace veinte a ños, y especialmente en los pa íses
da desde ópticas plurales. Más que crisis es, con toda probabi¬ angloparlantes, hubiera sido posible suponer, por una parte,
lidad , a tenor de sus formulaciones aferradas a la exégesis de que el marxismo conforma un cuerpo estable de teor ía o
los textos de los clásicos
— — desde Plejá nov a Gramsci , por
citar dos nombres , una lenta e indolora agonía a la que to¬
doctrina , y por otra, que la literatura es un cuerpo estable de
trabajo, o de tipos de trabajo, con una serie de cualidades y
propiedades generales bien conocidas. Un libro de este tipo,
das las ideologías que han cumplido un largo y fructuoso ci ¬
clo está n biol ógicamente condenadas. Ahora bien, el propio entonces, podr ía haber examinado razonablemente los pro¬
Williams habla de lo que él llama las « variantes » del marxis¬ blemas que surgen de las relaciones planteadas entre estos
dos temas o, aceptando cierto tipo de relación, haber pasado
mo. ¿ Cuáles reconoce él o cuáles se reconocen a s í mismas rápidamente a algunas aplicaciones específicas. En la actua ¬
como « variantes » de ese pensamiento secular ? Nadie puede ne¬ lidad la situación es muy diferente. El marxismo, en muchas
gar, supongo, que muchas de esas posibles « variantes » forman
esferas de actividad, y tal vez especialmente en la esfera de
parte , en la actualidad , del pensamiento contemporáneo, reco¬ la teor
ía de la cultura, ha experimentado un significativo re¬
nozcan o no sus autores su origen marxista. También perte¬ surgimiento a la vez que una apertura y una flexibilidad res¬
nece a ú na tradició n cultural la ruptura con el padre, violenta , pecto del desarrollo teórico. Entretanto, la literatura se ha
a veces, insensible y progresivamente distanciada, las más.
,
tornado problemá tica en una serie de nuevos aspectos por
Tratar de establecer hoy, en los distintos campos de razones que le son afines .
la cultura, lo que nos une o nos separa del marxismo pue¬ El prop ósito de este libro es presentar este período de
de ser una curiosidad intelectual, expresión de un senti¬ desarrollo activo de la ú nica manera que parece apropiada
miento de culpabilidad o una acción liberadora hacia for¬ a un cuerpo de pensamiento que todavía se halla en movi¬
mas renovadas de creaci ón que, aunque no lo sepan, son o
r miento, procurando a la vez clarificarlo y contribuir a su
no son tributarias de antiguas, fructíferas y ya venerables desarrollo. Esta actitud implica, necesariamente, reexaminar
ideas. No creo que a muchos de los intelectuales creadores
,
las posiciones más primitivas, tanto marxistas como no mar-
de hoy Ies inquiete demasiado lo que es, más que otra cosa, xistas. Sin embargo, lo que se ofrece no es un sumario; es
un problema de etiqueta que ya amarillea en su equipaje di
una crí tica y un debate.
cultural. ¿ Williams marxista ? Quizás sí. Pero no es pre¬ Un modo de explicitar mi concepción de la situación a
ciso, repito, atender demasiado a la etiqueta. Su libro, en partir de la cual principia este libro es describir, sucinta ¬
todo caso, es un buen pretexto para reflexionar sobre algunos > mente, el desarrollo de mi propia actitud ante el marxismo
temas que siempre interesará n a aquellos a quienes importe y la literatura , dos temas que, tanto en la prá ctica como en
conocer lo que ha sido un debate de primera magnitud en la lo que se refiere a la teor ía , han ocupado la mayor parte
elaboración del pensamiento teórico de la literatura , desde de mi vida activa . Mis primeros contactos con la cuestión
finales del siglo xix hasta, en el peor de los 'casos, el mo
mento actual.
¬
i literaria en el marxismo se produjeron cuando llegué a Cam¬
bridge, en el añ o 1939, con el objeto de estudiar lengua ; no
J. M. CASTELLET en la facultad , sino en la prolífica polémica estudiantil. En
Junio de 1980 aquella época el debate y el aná lisis polí tico y económico mar-
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vado a aceptar la posición polí tica básica que ellos soste¬ líticas y culturales de los últimos a ños de la d écada de
n ían y clarificaban. Los asuntos cultural y literario, tal como 1940 y de principios de la d écada de 1950, procuré descu ¬
tropecé con ellos, eran, efectivamente, una prolongación de brir un área de estudio en la cual algunos de estos interro¬
esto, o un tipo de afiliación a esto. Por entonces no lo com¬ gantes pudieran ser respondidos y otros pudieran ser inclu¬
prend í así con claridad. La dependencia, creo, todavía no so formulados. Durante la misma é poca estudié intensamen¬
es comprendida en general en todas sus implicaciones. Pr ác¬ te el marxismo y continué compartiendo la mayoría de sus
ticamente nadie se convierte en marxista en función de ra¬ posiciones políticas y econ ómicas, aunque llevando adelante
zones que son originariamente culturales o literarias, sino mi propia obra cultural y literaria e investigando desde una
en función de compulsivas razones políticas y económicas. distancia intencionada. Este período se halla sintetizado en
En la premura que caracterizó a la d écada de 1930 o que mi libro Culture and Society y, en el contexto actual, en su
caracteriza a los a ños setenta, todo ello resulta comprensible, .
capí tulo sobre « marxismo y cultura »
aunque puede significar que un estilo de pensamiento y cier¬ Sin embargo, a partir de mediados de la década de 1950
tas proposiciones determinadas son escogidas y aplicadas, comenzaron a surgir nuevas formaciones que fueron agru¬
de buena fe, como si formaran parte de un compromiso po¬ padas bajo la denominación de la Nueva Izquierda. En esta
lí tico sin tener necesariamente ninguna esencia independien¬ época hallé una inmediata afinidad entre mi propio tipo de
te y, ciertamente, sin provenir necesariamente del an álisis trabajo literario y cultural y posiciones que, de hecho, ha¬
y la elaboración básicos. De este modo describir ía yo mi pro¬ bían estado latentes desde los años de 1947 y 1948, como se
pia posici ón como estudiante durante el per íodo comprendido vislumbra en el trabajo publicado bajo el título de Politics
entre los a ños 1939 y 1941, en el cual un marxismo confiado and Letters; posiciones que permanecían sin desarrollar por¬
aunque altamente selectivo coexistía torpemente con mi traba¬ que las condiciones para una elaboración de ese tipo aún
—
jo. académico ordinario hasta que la incompatibilidad tan f á¬
cilmente negociable entre los estudiantes como entre lo que — —
no exist ían plenamente. Asimismo, encontré fundamental¬
—
se consideraba el establishment pedagógico se convirtió en
un problema; no en cuanto a las campa ñas políticas o a la po¬
lémica , sino, muy rigurosamente, para m í mismo y para todo
mente que el pensamiento marxista era diferente, y en al¬
gunos aspectos radicalmente diferente, de lo que yo y la ma¬
yoría de la gente entendía en Gran Bretaña por marxismo.
Se establecieron contactos con trabajos anteriores que has¬
lo que pudiera denominar como mi , propio pensamiento. Lo ta entonces no se habían cruzado en nuestro camino; por
— —
que verdaderamente aprendí compartiéndolo de las in ¬
flexiones dominantes que asumía aquella actitud marxista I
ejemplo, la obra de Luk á cs y de Brecht. Existía una nueva
obra contemporánea en Polonia, en Francia y . en la propia
inglesa es lo que ahora denominar ía, todavía respetuosa ¬ Gran Breta ñ a. Y mientras una parte de esta obra estaba
mente, populismo radical. Era una tendencia popular, activa i explorando nuevos campos, otra gran parte de ella, precisa¬
mente la m ás interesante, entendía al propio marxismo como
y comprometida, preocupada mucho . más (para su propio
beneficio) por producir literatura que por juzgarla , e intere¬ un desarrollo histórico con una serie de posiciones sumamen¬
sada sobre todo en relacionar la literatura activa con las vi¬ te variables e incluso alternativas.
das de la mayor ía de nuestro propio pueblo. Al mismo tiem ¬
po, y paralelamente, su esfera de acción , aun en lo que ! Comencé entonces a leer más intensamente la historia
del marxismo, procurando delinear especialmente la con¬
atañía a las ideas marxistas, era relativamente estrecha y
exist ían numerosos problemas y tipos de debate sumamente
desarrollados en estudios especializados, con los que no se
I cepción particular, tan decisiva para el análisis cultural y
literario, que hoy reconozco ha sido originariamente siste¬
matizada por Plejanov, que recibía el apoyo importante de
relacionaba en absoluto y a los cuales, en consecuencia, a los últimos trabajos de Engels y que fuera popularizada por
menudo se descartaba. En la medida en que comenzaron
a surgir dificultades en las á reas de actividad e interé s en
? las tendencias dominantes del marxismo soviético. Compren -
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der claramente aquella concepción teórica y su cará cter hí¬ thusser, las síntesis variables y en evolución del marxismo
brido con un sólido populismo radical nativo significaba y de algunas formas del estructuralismo. Al mismo tiempo,
comprender tanto mi respeto como mi distancia respecto dentro de esta significativa actividad nueva , había un mayor
de lo que hasta el momento había conocido cómo marxismo i acceso a los trabajos más antiguos, especialmente los de
.
tout court Asimismo, significaba recuperar una concepción la Escuela de Frankfurt (en su período más significativo,
durante los a ños treinta y cuarenta ) y particularmente la
del grado de selección e interpretació n que, tanto en rela¬
ción con Marx como con la extensa argumentación e investi¬ obra de Walter Benjamin ; la obra extraordinariamente ori¬
gación marxista, representaba efectivamente aquella posi¬ i ginal de Antonio Gramsci; y, como un elemento decisivo de
ción familiar y ortodoxa. Por lo tanto, pude incluso estudiar un nuevo concepto de la tradición , la obra nuevamente tra¬
a los marxistas ingleses de los años treinta de un modo di¬ ducida de Marx, y especialmente los Grundrisse. Durante el
ferente, especialmente a Christopher Caudwell. Resulta ca¬
racterístico que la controversia sobre Caudwell, que yo había
seguido muy cuidadosamente durante Jos últimos añ os cua ¬
renta y principio de los cincuenta, se había centrado sobre
—período en que ocurría todo esto, reflexionaba a menudo
y en Cambridge tema un motivo directo de reflexi ón
—
acerca del contraste que existía entre la situación que vivía
el estudiante socialista de literatura en el año 1940 y la si¬
una cuestión característica del estilo de aquella tradición i
.
tuación que ten ía en el a ño 1970 Generalmente tenía ra ¬
ortodoxa: «¿Son sus ideas marxistas o no lo son ? » Es un zones suficientes para reflexionar sobre la sorpresa que ma ¬
estilo que se ha conservado; en algunos rincones, en cier¬ nifestaba cualquier estudiante de literatura en una situación
tas afirmaciones veraces sobre si esto o aquello es o no es en la que una concepció n que había sido arrastrada a una
una posición marxista. Sin embargo, al conocer algo m ás condición de estancamiento, o a posiciones locales y parciales,
de la historia del marxismo y de la variedad de tradiciones en los añ os treinta y cuarenta, estaba siendo vigorosa y sig¬
selectivas y alternativas que se agrupan dentro - de ella, po¬ nificativamente reconsiderada.
día al menos liberarme del esquema que había constituido
; A principios de los a ñ os setenta comencé a examinar es¬
tal obstáculo tanto para la certeza como para la duda: el es¬ - 4 tas cuestiones en una serie de conferencias y de clases en
quema de las posiciones marxistas establecidas y conocidas Cambridge; al principio con alguna oposición por parte de
que, en - general, eran las únicas aplicables, y el correspon ¬ mis colegas de la facultad , que sabían (pero que no saben)
diente abandono de todos los dem ás tipos de pensamiento, i qué significaban el marxismo y la literatura. Sin embargo,
como el no marxista, el revisionista , el neohegeliano o el esto importaba menos que el hecho de que mi propio debate
burgués. Una vez que el cuerpo central de pensamiento era
comprendido en sí mismo como activo, en desarrollo, in ¬
i
.
solitario, prolongado y a menudo interior, con lo que yo
había conocido como marxismo, ocupaba su lugar en una
concluso y persistentemente contencioso, volvieron a abrirse seria y extensa investigación internacional. Tuve oportuni¬
muchos de aquellos interrogantes; y, en honor a la verdad , dad de divulgar mis aná lisis en Italia, Escandinavia , Fran¬
mi respeto por el cuerpo de pensamiento considerado en cia, Norteamérica y Alemania , y ante visitantes de Hungría ,
su totalidad , incluyendo la tradición ortodoxa considerada Yugoslavia y la Unión Sovié tica. Este libro es el resultado
ahora como una tendencia dentro de esa totalidad , se incre¬
;
de aquel período de análisis en un contexto internacional
ment ó de modo decisivo y significativo. He llegado a compren¬ en el que he tenido el sentimiento, por primera vez en mi
der cada vez con mayor claridad las diferencias radicales que vida, de pertenecer a una esfera y a una dimensión de tra¬
presenta respecto de los dem ás cuerpos de pensamiento; y, bajo en la que podía sentirme absolutamente cómodo. Sin
al mismo tiempo, las complejas conexiones que mantiene embargo, he tenido presente en cada momento la historia
con ellos . y los numerosos problemas que todavía se hallan en de los treinta y cinco a ños anteriores, durante los cuales
vías de solución. \ cualquier contribució n que yo pudiera aportar había sido
Fue precisamente en esta situación cuando sentí la agi ¬ desarrollada en contacto directo y complejo, aunque a
tación que me produjo establecer contacto con nuevas obras
I menudo indocumentado, con los asertos y las ideas mar¬
marxistas: las últimas obras de Luk á cs, las últimas obras
de Sartre, el desarrollo de la labor de Goldmann y de Al - i xistas.
Tal historia individual puede revestir alguna importancia
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xista más en su interacción con otras formas del pensamien¬
to que como una historia separada, sea hagiográfica o ajena. yo sea más consciente que nadie de la necesidad de ofrecer
A la vez, el reexamen de estos conceptos fundamentales, es¬ ejemplos detallados a fin de esclarecer algunos de los con ¬
pecialmente los de la lengua y la literatura, abre el camino • f ceptos menos familiares; aunque, por una parte, este libro
hacia la crítica y la contribución subsiguientes; En la segunda procura ser en algunos aspectos un punto de partida para
parte analizo y discuto los conceptos clave de la teoría cul¬ un nuevo trabajo, y, por otra parte, algunos de los ejem¬
—. —
tural marxista, de la cual y esto constituye una parte esen¬
cial de mi exposición parece depender en la prá ctica la
plos que ofreceré ya han aparecido en libros escritos con
anterioridad . Por lo tanto, quien desee saber lo que yo « pr á c¬
teoría literaria marxista No es solamente un análisis de los ticamente, realmente » significo a través de ciertos conceptos,
elementos que conforman un cuerpo de pensamiento; ex¬ puede remitirse, a fin de obtener algunas instancias direc¬
ploro variantes significativas y, en algunos puntos específicos, trices, a los ejemplos de las indicaciones y anotaciones que
especialmente en los capítulos finales, introduzco mis propios aparecen en Drama in Perfomance ; a las convenciones de
conceptos. En la tercera parte extiendo nuevamente el anᬠDrama form Ibsen to Bretch ; a las estructuras del senti¬
lisis a las cuestiones de la teoría literaria en la cual las va¬ •i miento planteadas en las obras Modern Tragedy, The Coun¬
riantes del marxismo son interactivas con otros tipos de 3 try and the City y The English Novel from Dickens to Law¬
pensamiento con el que se hallan relacionados y que a veces -
rence , a las tradiciones, instituciones y elaboraciones sobre
resultan alternativos. En cada una de estas partes, mientras lo dominante , lo residual y lo emergente en algunas partes
presento un an álisis y una discusión de los elementos clave de la obra Culture and Society y en la segunda parte de The
y de las variantes del pensamiento marxista, me preocupo Long Revolution ; y en lo que se refiere a la producción cul¬
asimismo por desarrollar de modo teórico una posición a tural material, a la obra Television: Technology and Cultural
la que he arribado con el paso de los a ñ os. Esta difiere, en Form. Escribiré aqu í algunos de estos ejemplos de un modo
varios puntos clave, de lo que es ampliamente conocido diferente, desde una posici ó n teórica más desarrollada y usu ¬
como la teoría marxista ; e incluso de gran parte de sus fructuando las ventajas que reporta un vocabulario más di ¬
variantes. Es una posición que puede ser descrita brevemente fundido y más consistente (este último ejemplificado en la
como de materialismo cultural: una teoría de las especifici¬ obra Keywords ) . Sin embargo, los ejemplos deben ser men ¬
dades del material propio de la producción cultural y lite¬ cionados con la advertencia de que este libro no es un
.
raria dentro del materialismo hist órico Sus detalles perte¬ 1 trabajo teórico separado, sino que constituye una argumenta¬
necen a la totalidad de la argumentación; sin embargo, debo ción basada en todo lo que he aprendido de las obras previas
decir en este punto que, a mi modo de ver, es una teor ía en general y que se ubica en una relación nueva y conscien ¬
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—
marxista, y en sus campos específicos, a pesar de e incluso I
te con el marxismo.
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v
r
Finalmente, me alegra poder decir cuá nto he aprendido
de mis colegas y de los estudiantes de muchos países, espe¬
I . CONCEPTOS B ÁSICOS
cialmente en la Universidad de Cambridge; en la Universidad i
de Stanford, California; en la Universidad McGill, Montreal;
en el Instituto Universitario Oriental, Nápoles; en la Uni¬
versidad de Bremen y en el Instituto para el Estudio del *
Desarrollo Cultural de Belgrado. Debo mi agradecimiento
personal a John Fekete y, a lo largo de muchos a ños, a Ed ¬
ward Thompson y Stuart Hall. Este libro no podría haber
sido escrito sin el apoyo y la inagotable cooperación de mi
esposa. '
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En el centro mismo de un á rea principal del pensamiento
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y la práctica modernos aparece un concepto que es frecuen¬
temente utilizado en las descripciones, « cultura », que en sí
mismo, en virtud de la variació n y la complicaci ón, com ¬
prende no sólo sus objetos, sino también las contradicciones
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? :• ” a través de las cuales se ha desarrollado. El concepto funde
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i y confunde a la vez las tendencias y experiencias radical .
mente diferentes presentes en formación. Por tanto, resulta ’ -
imposible llevar a cabo un análisis cultural serio sin tratar
de tomar conciencia del propio concepto; una conciencia que
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.•
i I debe ser histórica , como veremos m á s adelante. Esta vaci¬
lació n ante lo que parece ser la riqueza de la teoría desarro¬
Í llada y la plenitud de la práctica lograda adolece de la in¬
f; comodidad, e incluso de la ineptitud , de cualquier duda ra¬
i dical. Literalmente, es un momento de crisis: una conmo¬
ción de la experiencia, una ruptura del sentido de la histo¬
:: ria, que nos obligan a retroceder desde una posición que pa¬
recía positiva y ú til: todas las inserciones inmediatas a una
}
2 tesis crucial, todos los accesos practicables a una actividad i
inmediata. Sin embargo, no se puede bloquear el avance.
Cuando los conceptos más básicos
— los conceptos, como
:P-''" •
v r-
•
—
—
se dice habitualmente, de los cuales partimos dejan re¬
pentinamente de ser conceptos para convertirse en problemas
no problemas anal íticos, sino movimientos hist óricos que
—
todavía no han sido resueltos , no tiene sentido prestar
oídos a sus sonoras invitaciones o a sus resonantes estruen¬
dos. Si podemos hacerlo, debemos limitarnos a recuperar
la esencia en la que se han originado sus formas.
Sociedad , economía, cultura: cada una de etas « á reas »,
4 identificadas ahora por un concepto, constituye una formu ¬
lació n hist ó rica relativamente reciente. La « sociedad » fue la
camaradería activa, la compa ñía , « el hacer com ú n » , antes
de que se convirtiera en la descripción de un sistema ' o un
orden general. La « economía » fue el manejo y el control de
1 un hogar familiar y más tarde el manejo de una comuni¬
dad , antes de transformarse en la descripción de un percep¬
tible sistema de producción, distribució n e intercambio. La
21
1
1
r
« cultura », antes de estas transiciones, fue el crecimiento y « natural », una «economía natural », con
leyes del tipo de las
la marcha de las cosechas y los animales y, por extensión
, f sico.
leyes del ( « invariable ») mundo í
el crecimiento y la marcha de las facultades humanas . Den ¬ s La mayor parte del pensamiento social moderno parte de
estos conceptos y de las notas inherentes a su formación,
tro de su desarrollo moderno , los tres conceptos no evolu ¬
, sino que cada uno de ellos , en un de sus problemas aún por resolver y que habitualmente se
cionaron arm ó nicamente
momento crítico, fue afectado por el curso de comprender los demás. i dan por sentados. Por lo tanto, existen un pensamiento « po¬
podemos 5 lítico», « social» o «sociológico » y « econ ómico », y se supone
Al menos, éste es el modo en que hoy •
— ií
'
a su definición como a su comprensión. Hasta el siglo XVIII
feudal; sus problemas y sus límites dentro de este tipo dee todavía era el nombre de un proceso: la cultura de algo, de
creación; hasta que, paradó jicamente, se distingue de
—
incluso se opone a sus propios impulsos iniciales. Del
mismo modo, la racionalidad de la « econom ía », considerada
como un modo de comprender y controlar un sistema
de il
'
la tierra, de los animales, de la mente. Los cambios deci¬
sivos experimentados por la « sociedad » y la « economía » ha ¬
bían comenzado antes, en las postrimerías del siglo
xvi y
ó n directa durante el siglo xvu ; gran parte de su desarrollo esencial
producción , distribución e intercambio en relaci econó¬ se completó antes de que la « cultura » .incluyera sus nuevos
con la institución actual de un nuevo tipo de sistemamismos y evasivos significados. Esta situación no puede comprender¬
mico, se conservaba aunque se ve ía limitada por los
mm
de la ins¬ se a menos que tomemos conciencia de lo que había ocurrido
problemas que afrontaba. El verdadero producto i
titución racional y del control era proyectado como algo a la « sociedad » y a la « economía »; de todos modos, nada
a 23
22
iÜ
r
examinemos superposiciones que se producían entre todos estos concep¬
puede ser plenamente comprendido a menos que xvm necesi¬ tos modernos formulados y entre ellos y los conceptos resi¬
o modern o que en el siglo
un decisivo concept
. duales de tipo más antiguo han sido excepcionalmente com¬
taba una nueva palabra: civilización a hom¬ plejas.
La noción de « civilizar», en el sentido de ubicar los a ; se « Civilización » y « cultura » (especialmente en la fase co¬
bres dentro de una organización social ,
ya era conocid
m , originaria, en que se denominaban « cultivo ») eran, en
ú n
apoyaba sobre los t é rminos civis
expresado por el adjetivo «civil » en el
educado o cortés. Fue extendido
y civitas
positiva
y su propósito era
sentido
mente ,
de ordenado,
tal como he¬
» Sin embargo,
: efecto, durante las postrimerías del siglo xvm, términos in¬
tercambiables. Cada uno de ellos llevaba consigo el problem á¬
tico doble sentido de un estado realizado y de un estado del
mos observado, al concepto de «sociedad civil .esto . Encerra ¬ desarrollo realizado. Su divergencia eventual tiene numero¬
ía de significar algo más que
« civilización » habr sas causas. En primer lugar, existía el ataque a la « civiliza¬
: un estado realizado,
ba dos sentidos históricamente ligados tambi én un ción » acusada de superficial ; un estado « artificial » distinto de
que podría contrastar con la « barbarie » , y ahora
un estado « natural »; el cultivo de las propiedades « externas »
estado realizado del desarro llo , que implica
progreso histórico. Ésta fue la nueva racionalidad ció n au
de la Ilustración , combinada de hecho con la. celebra
ba el proceso
hist ó
y el
rica
y de
- — —
la urbanidad y el lujo en oposición a necesidades é im¬
pulsos más « humanos ». Este ataque, a partir de Rousseau y a
través de todo el movimiento romántico, fue la base para un
..‘
v toatribuida de una lograda condición de refinamiento pro¬ importante sentido alternativo de la « cultura », considerada
orden. Fue esta combinación Ib que habría de resultar univer¬ como un proceso de desarrollo « interior » o « espiritual» en
K blemático. La perspectiva del desarrollo de la historia Un ade¬
sal característica del siglo xvxn constitu yó sin duda oposición a un desarrollo « exterior ». El efecto primario que
resultó de esta alternativa fue asociar la cultura con la reli¬
-
i; ,.., . lanto significativo. Constituyó el paso crucial m ás historia
allá de la
gión, el arte, la familia y la vida personal, como algo distinto
ir,
concepció n relativamente está tica ( «eterna ») de la ísicos.
que había dependido de supuestos religiosos o metaf sen¬
Los hombres habían producido su propia historia en
este
— —
de o activamente opuesto a la « civilización » o « sociedad »
en su nuevo sentido abstracto y general. A partir .de esta con¬
do la cepción , aunque no siempre con todas sus implicaciones, la
V;
V., •’,.•
tido especial: ellos o
.
( algunos de
«civilización» Este proceso fue secular y su
ellos ) hab ían alcanza
desarro , enllo « cultura »— considerada como un proceso general del desa¬
—
rrollo « interior » se extendi ó a fin de incluir un sentida des¬
ese sentido, fue un proceso histó rico. Sin embargo , al mismo
culmina do en un estado criptivo de los medios y productos de ese desarrollo; es de¬
tiempo fue una historia que hab í a cir, la « cultura » como clasificación general de «las artes », la
la civiliza ci ó n metropo litana de In¬
realizado: en la práctica ,
ae religión, las instituciones y las prá cticas de los significados y
explorab
glaterra y Francia. La insistente racionalidad que este los valores. Sus relaciones con la «sociedad » eran entonces
las dificulta des de
informaba todos los niveles y todas se problem á ticas, ya que éstas eran evidentemente instituciones
proceso se detuvo en el punto en que pudo afirmarse que y prácticas « sociales » aunque se consideraban diferentes del
había alcanzado la civiliza ci ó n. En realidad , todo lo que pudo
conjunto de las instituciones y prácticas generales y « exterio¬
de
ser racionalmente proyectado fue la extensión y el triunfo res» que hoy se denominan corrientemente con el término
estos valores alcanzados. i «sociedad ». La dificultad era normalmente negociada relacio¬
Esta posición, que ya se hallaba sometida al opresivo atay
¬ a
y metaf í sicos m á s antiguos nando la «cultura », aun cuando fuera evidentemente social en
que de los sistema s religios os
su práctica , con la « vida interior » en sus formas más accesi¬
al orden de las naciones asociadas a ellos, adquirió nuevos
tipos de vulnerabilidad. Las dos respuestas decisivas de
tipo r bles y seculares: con la «subjetividad », «la imaginación », y en
estos términos con « lo individual ». El énfasis religioso se de¬
moderno fueron, primero , la idea de la cultura , que presen ¬
r
hu bilitó y fue sustituido , por lo que en realidad era una meta¬
taba un sentido diferente del crecimiento y el desarrollo f ísica de la subjetividad y del proceso imaginativo. La « cultu¬
¬
F
•
—
distintivamente humanos y fueron generalizados como subje¬
tivos, aunque ciertas formas cuasi-metaf ísicas « la imagina¬
ción », « la creatividad », « la inspiraci ón », «la est é tica » y el nue¬
—
5
4
del mundo que nos permite crear formas más elevadas del
orden natural y social, superando la ignorancia, la supersti¬
ción y las formas sociales y políticas a que habían conducido
vo sentido positivo del « mito» fueron ordenadas dentro de
un nuevo monumento funerario. i y que ellas mismas sostenían. En este sentido, la historia era
el progresivo establecimiento de sistemas más racionales y
Esta ruptura originaria se había producido con la « civili¬
zación » y con su presunto sentido «exterior ». Sin embargo, •
i por lo tanto má s civilizados. Gran parte de la confianza que
caracterizó a este movimiento se debió tanto al esclarecimien¬
en la medida en que la secularizaci ón y la liberación si ¬
guieron su curso, se produjo una presión sobre el propio con¬
cepto de « civilización ». Esta situación alcanzó un punto crí¬
tico durante el período de rápido desarrollo de la sociedad
I
i
to que personificaban las nuevas ciencias f ísicas como al sen¬
timiento de un orden social realizado. Resulta sumamente di¬
f ícil distinguir este nuevo sentido secular de la « civilización »
de un sentido secular comparable de la « cultura » considerada
industrial y de sus prolongados conflictos polí ticos y socia ¬ como una interpretación del desarrollo humano. Ambas eran
les. Desde cierta perspectiva este proceso form ó parte del
continuo desarrollo de la civilización: de un nuevo y más ele¬
t
3
ideas modernas en el sentido de que ponían é nfasis en la
capacidad humana no sólo para comprender, sino para edifi¬
vado orden social. No obstante, desde otra perspectiva , la ci¬ car un orden social humano. Ésta fue la diferencia decisiva
vilización fue el estado realizado al que estos nuevos desa ¬
;*í \. rrollos amenazaban con destruir. Por tanto, la « civilización »
se convirtió en un t é rmino ambiguo que denotaba por una
| que presentaban las dos ideas en relación con la temprana
derivación de los conceptos sociales y de los órdenes sociales
%f
a partir de supuestos estados religiosos o metaf ísicos. No obs¬
parte un desarrollo progresivo y esclarecido y por otra un tante, en el momento de identificar las verdaderas fuerzas
estado realizado y amenazado, y se torn ó cada vez má s re
trospectiva identificá ndose a menudo en la prá ctica con las
glorias recibidas del pasado. En este último sentido, la «civi¬
¬
—
impulsoras dentro de este proceso del « hombre que produ¬
—
ce su propia historia » surgieron perspectivas radicalmente
diferentes.
lización » y la « cultura » se superponen nuevamente como es
tados recibidos antes que como procesos continuos . Por lo
tanto, se aline ó una nueva batería de fuerzas contra la cul ¬
¬
;AKV :
tura y contra la civilización : el materialismo, el mercantilis¬
mo, la democracia, el socialismo.
I! '
Science (del a ño 1725).
± ‘¡:
Afirmaba:
La « cultura » , entretanto, sufrió todavía otro desarrollo.
É ste es especialmente dif ícil de delinear, pero es fundamental ¬
mente importante porque condujo a la «cultura » considerada f
¡ . « Una verdad que se halla más allá de toda cuestión: el mundo
de la sociedad civil ha sido construido verdaderamente por los
como un concepto social , específicamente antropológico y so¬ i! 1 :
hombres, y sus principios, por lo tanto, deben ser hallados den ¬
ciol ógico. La tensi ón y la interacci ó n existente entre este senti¬ tro de las modificaciones sufridas por nuestra propia mente
do en desarrollo y el otro sentido del proceso « interior » y « las f k humana. Quienquiera que reflexione sobre esto no puede sino ma¬
artes » continu ó siendo evidente y sumamente importante. ravillarse por el hecho de que los filósofos hayan dirigido todas
En la prá ctica existi ó siempre alguna conexión entre am ¬ sus energías al estudio del mundo de la naturaleza, que, desde
que fue creado por Dios, solamente Él conoce; y que hayan re¬
bos desarrollos, aunque el é nfasis que se acord ó a uno u chazado el estudio del mundo de las naciones o el mundo civil,
otro result ó ser muy diferente. El origen de este segundo . s que, desde que fue construido por los hombres, ellos han tenido
sentido se halla arraigado en la ambigüedad de la « civiliza ¬ ii la esperanza de conocer » (p. 331 ).'
ción » considerada tanto un estado realizado como un estado
i
realizado del desarrollo. ¿ Cu á les eran las propiedades de este
i ti
1 . Todas las referencias pertenecen a las ediciones indicadas en la
estado realizado y , correspondientemente , de ios medios de su Bibliograf ía.
?
26 (? 27
í
|
_
«
1 .
I
1L
IF ir
r; . mente en la teoría marxista, esta complejidad es fuente de
--
ter fundamental contradictorio de este desarrollo lo que re
La complejidad que reviste el concepto de « cultura » es por | sultó decisivo. La « civilización » no solamente había produci
lo tanto sumamente clara. Se convirtió en el nombre del pro¬ 4
do riqueza, orden y refinamiento, sino también, como parte
ceso « interno » especializado en sus supuestos medios de ac¬ .
del mismo proceso, pobreza, desorden y degradación Fue ata¬
ción en la «vida intelectual » y « las artes ». Asimismo, se con¬ cada debido a su « artificialidad, a los notorios contrastes que
virtió en el nombre del proceso general especializado con sus evidenciaba en relación con un orden “ natural'’ o "humano"».
presuntas configuraciones en « todos los estilos de vida ». En Los valores esgrimidos contra ella no eran los del próximo y
una primera instancia tuvo una función fundamental en las más elevado estadio del desarrollo, sino los vinculados a la
definiciones de « las artes» y de « las humanidades ». En una esencial hermandad de los hombres, expresada a menudo
segunda instancia tuvo una función igualmente esencial en las como algo que debe ser tanto recobrado como conquistado.
definiciones de las « ciencias humanas» y las « ciencias so¬ Estas dos tendencias del marxismo, y del más amplio movi¬
.
ciales » Cada tendencia est á preparada para negar a cualquier miento socialista, a menudo han surgido juntas; no obstante,
otra tendencia todo uso adecuado del concepto, a pesar de en la teor ía, y especialmente en el análisis de la práctica his¬
haberse realizado numerosos intentos de reconciliación. En tórica subsecuente, deben ser radicalmente distinguidas .
toda teoría moderna de la cultura, aunque tal vez especial-
29
28
f-
s
La siguiente intervención decisiva del marxismo fue el re¬ cultural idealista. Por lo tanto, las posibilidades plenas del
chazo de lo qué Marx denominó « historiograf ía idealista », y concepto de cultura , considerada como un proceso social
en ese sentido, de los procedimientos teóricos de la Ilustra ¬ constitutivo creador de «estilos de vida » específicos y dife ¬
ción. La historia no era concebida (o no era concebida siem¬ rentes y que pudo haber sido notablemente profundizada por
pre o en principio) como la superación de la ignorancia o la el énfasis puesto en un proceso social material, se perdieron
superstición mediante el conocimiento y la razó n. Lo que durante un tiempo muy prolongado y en la prá ctica eran sus¬
aquella declaración y aquella perspectiva excluían era la his¬ tituidas a menudo por un universalismo abstracto y unilineai .
toria material, la historia de la clase trabajadora , de la indus¬ s Al mismo tiempo, la significación del concepto alternativo de
.
tria, como « libro abierto de las facultades humanas » La no ¬ cultura, que definía la « vida intelectual » y « las artes » , se vio
comprometida por su aparente reducció n a un status «su¬
ción originaria deí « hombre que produce su propia historia »
recibió un nuevo contenido fundamental a través de este énfa ¬ perestructural », y fue abandonada a fin de que fuera desarro¬
sis puesto sobre el « hombre que se hace a sí mismo» mediante llada por aquellos que, en el mismo proceso en que la idea¬
.
la .producción de sus propios medios de vida. De entre todas lizaban, eliminaban sus necesarias conexiones con la sociedad
y la historia y, en las áreas de la psicología, el arte y la creen¬
las dificultades detalladamente mostradas, éste fue el más
importante progreso intelectual de todo el pensamiento so¬ i cia , desarrollaban un poderoso sentimiento alternativo del
cial moderno. Ofrecía la posibilidad de superar la dicotomía & propio proceso humano constitutivo. Por lo tanto, no resulta
existente entre la « sociedad » y la « naturaleza » y de descubrir sorprendente que en el siglo xx este sentimiento alternativo
l
-
nuevas relaciones constitutivas entre la «sociedad » y la «eco¬
nomía ». En tanto que especificación del elemento básico del L.
haya llegado a cubrir y sofocar al marxismo, con alguna justi¬
ficación, debido a sus errores más obvios, pero sin tener que
proceso social de la cultura, era la recuperación de la tota¬ afrontar el verdadero desaf ío que se hallaba implícito; y muy
.
lidad de la historia Inauguró la inclusión decisiva de la his¬
toria material, que había sido excluida de la « denominada
m claro, en el originario planteamiento marxista.
En el complejo desarrollo sufrido por el concepto de «cul¬
historia de la civilización, que es toda una historia de las
.
religiones y de los Estados» La propia historia del capitalis¬
I.
i. .; .
tura », que por supuesto ha sido actualmente incorporado a
sistemas y prá cticas muy diferentes, existe una cuestión de¬
mo elaborada por Marx es sólo el ejemplo más prominente . cisiva que aparecía una y otra vez durante el período forma-
tivo del siglo xviii y principios del siglo xix, pero que én
Sin embargo, en este logro se presentan algunas dificulta¬
des. El énfasis que adjudicó al proceso social, de tipo cons¬ V- general se perdió o al menos no fue desarrollado durante el
titutivo, fue mitigado por la persistencia de un tipo de na¬ i; primer estadio del marxismo. Es la cuestión del lenguaje del
cionalismo temprano, relacionado con el supuesto de un pro¬ hombre, que fue una comprensible preocupación de los his¬
gresivo desarrollo unilineai y con una versión del descubri¬ toriadores de la «civilización » y una cuestión fundamental, e
.
miento de las «leyes científicas » de la sociedad Esta situación
debilit ó la perspectiva constitutiva y fortaleci ó una perspec¬
It
II
incluso definitoria, para los teóricos del proceso constitutivo
de la «cultura », desde Vico hasta Herder e incluso más allá
r de él. Ciertamente / para comprender todas las implicaciones
tiva más instrumental. Nuevamente, el acento puesto sobre
la historia material, especialmente dentro de las polémicas
necesarias para su establecimiento, se vio comprometido de
m
J
d
Si'-
de la idea de un « procesó humano constitutivo » debemos vol¬
vernos hacia los cambiantes conceptos del lenguaje.
.
un modo muy especial En lugar de producir una historia
ir
cultural material, que era él próximo movimiento fundamen¬
tal, se produjo una historia cultural dependiente, secundaria,
' « superestructural »: un reino de « meras » ideas, creencias, ar¬ -f -
30 31
V
&
:HHv:
f
j
i blema. Lo que contin úa siendo necesario es la conjunción y la
2. Lenguaje consecuente revaluación de cada posición. Sin embargo, de
1 !
>
maneras diferentes y con resultados políticos significativos,
cada posición transformó las concepciones habituales sobre
el lenguaje que dependían y sostenían tipos de pensamiento
relativamente está ticos con respecto a los seres humanos en
’^réwr"T"
•
'
el mundo.
'rtér
— Una definición del lenguaje es siempre, implícita o
citamente, una definición de los seres humanos « en el
explí¬
mundo .
-
El énfasis fundamental puesto sobre el lenguaje conside¬
rado como una actividad comenzó durante el siglo xvm, aso¬
%4i: :
—
— « mundo » , realidad », ciado estrechamente con la idea de que los hombres habían
Las principales categorías aceptadas
« naturaleza », « humano » pueden ser contrapuestas a, o rela ¬ producido su propia sociedad; idea que hemos visto es un
cionadas con, la categoría del « lenguaje»; sin embargo
, hoy elemento central en el nuevo concepto de « cultura ». Dentro
es un lugar común observar que todas las categorías, expre inclu¬ de la tradición que predominaba con anterioridad, y a través
yendo la categor ía del « lenguaje », son construccione s ¬ de todas sus variantes, el « lenguaje » y la « realidad » habían
sadas con un lenguaje ; por lo tanto , só lo con esfuerzo y den ¬ sido absolutamente separados de modo tal qué la investiga¬
tro de un sistema de pensamiento particular pueden ser
sepa - í ción filosófica fue desde un principio una investigación de las
radas del lenguaje con el propósito de realizar una investi ¬
i conexiones existentes entre estos órdenes aparentemente se¬
s
1
.
gación de relaciones Tales esfuerzos y sistemas , no obstante , parados. La unidad presocrá tica del logos, en la cual el len¬
constituyen una parte fundamental de la historia del pensa¬ ¬ guaje era considerado úna unidad con el orden del universo y
.
miento Una gran proporción de los problemas que han sur
, *;
de la naturaleza, con la ley divina, la ley humana y la razón,
había sido definitivamente rota y efectivamente olvidada. La
gido de esta historia son muy importantes para el marxismo
y en algunas á reas el propio marxismo ha contribuido a ellos distinción fundamental entre « lenguaje » y « realidad », como
por extensión, de su revaloración básica del materialismo his¬ entre « conciencia » y « mundo material », correspondiente a las
tórico a las principales categor ías admitidas. Sin embargo, es verdaderas divisiones entre actividad « mental » y « f ísica », se
significativo que, por comparación, el marxismo haya contri¬ había convertido en algo tan habitual que la atención seria
sSV buido muy poco al pensamiento sobre el propio lenguaje El . parecía naturalmente concentrada sobre las consecuentes, y
excepcionalmente complicadas, relaciones y conexiones. La
resultado ha sido o bien las versiones limitadas y subdesarro¬ principal investigación de Plat ón en relación con el len¬
lladas del lenguaje como « reflejo » de la « realidad » que han ;
sido admitidas como verdaderas, o bien las proposiciones so¬ guaje (desarrollada en el Cratilo ) se centró en el problema
s •: .• '
—
bre el lenguaje desarrolladas dentro o bajo la forma de
otros sistemas de pensamiento a menudo antagónicos que han
— de la exactitud del nombrar , pudiendo observarse que la in¬
terrelación de la « palabra » y el « objeto » se origina o bien
sido sintetizados con proposiciones marxistas en relación a en la « naturaleza » o bien en la « convención ». La solución
otros tipos de actividad de manera que no sólo son definiti¬ de Platón constituyó en realidad el fundamento del pensa¬
vamente insostenibles, sino que, en nuestra época, se hallann miento idealista: existe un reino intermedio aunque consti¬
fundamentalmente limitadas á la fortaleza de las proposició tutivo, que no es ñ i la « palabra » ni el « objeto », sino la «for¬
nes sociales. Los efectos que ha sufrido la teor ía cultural, y ma », la « esencia » o la « idea ». Por ello, tanto la investiga ¬
en particular el pensamiento sobre la literatura , han sido es¬ ción del « lenguaje » como de la « realidad » fue siempre, en
pecialmente observados . su raíz, una investigación de estas formas constitutivas (me¬
taf ísicas).
Los momentos clave que deben ser de interés para el mar¬
xismo, dentro del desarrollo del pensamiento sobre el len¬ Sin embargo, dado este supuesto básico, las investigaciones
guaje, son, primero, el énfasis puesto sobre el lenguaje en de largo alcance sobre los usos del lenguaje podr ían ser aco¬
tanto que actividad , y segundo, el énfasis puesto sobre la metidas de varias maneras sumamente particulares. El len ¬
historia del lenguaje. Ninguna de estas posiciones, por sí mis¬ guaje, como modo de indicar la realidad, podr ía ser estudia¬
do como la lógica. El lenguaje, en tanto es considerado un
ma, resulta suficiente para exponer nuevamente todo el pro¬
32 33
J: ,
r %
~
segmento accesible de la realidad, especialmente en las for¬ Finalmente, sin embargo, toda la cuestión vinculada a la
mas establecidas, fijas, de la escritura, podría ser estudiado distinción existente entre «lenguaje » y « realidad » fue consi¬
como la gramática en el sentido de su perfil formal y «exter¬ derada obligadamente de un modo que al principio resultó
no ». Finalmente, dentro de la distinción entré lenguaje y rea ¬ sorprendente. Descartes, reforzando la distinción y haciéndo¬
lidad, el lenguaje podría ser entendido como un instrumento la más precisa y exigiendo que el criterio de la conexión no
utilizado por los hombres para propósitos específicos y dis¬ debía ser metaf ísica o convencional sino fundamentado en el
cernióles, y éstos podrían ser estudiados en la ret órica y en la conocimiento científico, provocó nuevos interrogantes debido
poética asociada a ella. A través de un prolongado desarrollo a la simple fuerza de su escepticismo respecto de las viejas
acad émico y escolástico, estas tres grandes ramas del estu¬ respuestas. Fue en respuesta a Descartes como Vico propuso
— —
dio del lenguaje la lógica, la gramática y la ret órica , aun¬ i
que formalmente asociadas en el trivium medieval, se trans¬
su criterio de que sólo podemos tener pleno conocimiento de
aquello que podemos hacer o producir por nosotros mismos.
formaron en disciplinas específicas y eventualmente separa¬ * En un aspecto decisivo, esta respuesta era reaccionaria. Desde
das. Por lo tanto, aunque consiguieron progresos prácticos el momento en que los hombres no crearon el mundo f ísico
fundamentales , o bien impidieron el examen de la forma que $ desde ninguna perspectiva que resulte evidente, una poderosa
asumía la distinción básica entre «lenguaje » y « realidad » o Q r; nueva concepción del conocimiento científico fue descartada
bien determinaron los campos, y especialmente los términos, a priori y, como antes, fue reservada a Dios. Por otra parte,
en que debía llevarse a cabo un examen de este tipo. sin embargo, insistiendo en que podemos comprender a la
Éste es, evidentemente, el caso que se da con el importante sociedad porque la hemos producido, porque la conocemos
concepto medieval de signo, que, sorprendentemente, ha sido realmente, no de un modo abstracto sino a través del propio
adoptado nuevamente por el pensamiento lingüístico moder ¬
.
no «Signo », que proviene etimológicamente del vocablo la ¬
s» proceso de producirla y porque la actividad del lenguaje es
fundamental en este proceso, Vico abrió una dimensión ab ¬
34 35
f:
1i ÉL
F
i
guaje, era que surgía solamente en el estadio humano, siendo
lo divino aquello que se refer ía a las ceremonias y rituales
1 nivel fundamental, aunque era precisamente en relación con
el lenguaje como las nuevas distinciones convencionales ne¬
í
mudos y lo heroico ese aspecto que involucraba los gestos y cesitaban ser desafiadas con m á s urgencia.
los signos. El lenguaje verbal es, por tanto, distintivamente i Lo que ocurrió, en cambio, fue un extraordinario avance
i
humano; de hecho, constitutivamente humano. É ste fue el en el campó del conocimiento empí rico de las lenguas y un
punto reivindicado por Herder, quien negaba cualquier no¬ aná lisis y una clasificación sumamente notable de este conoci¬
ción del lenguaje como « dado » al hombre ( por ejemplo, por miento en t érminos que descartaban algunas de las cuestiones
Dios) y, en consecuencia, negaba la manifiesta noción alterna ¬ básicas. Resulta imposible separar este movimiento de su his¬
tiva del lenguaje como « agregado » al hombre, como un tipo *
toria pol í tica dentro del desarrollo diná mico de las sociedades
especial de adquisició n o de herramienta . El lenguaje es pues, f occidentales durante el período de difusi ón del colonialismo.
positivamente, una apertura del mundo y hacia el mundo dis Los estudios más antiguos sobre el lenguaje habían sido am ¬
i
¬
tintivamente humana y no una facultad discernible o instru¬ pliamente contenidos por el campo de las lenguas muertas
mental, sino una facultad constitutiva. ! « clásicas » (que todav í a determinaban efectivamente la « gra- .
Hist óricamente, este énfasis puesto sobre el lenguaje como r
má tica » tanto en su sentido sint á ctico como literario) y de
—
facultad constitutiva, como el é nfasis estrechamente asocia¬
—
do puesto sobre el desarrollo humano considerado como
cultura, debe ser entendido como un intento de conservar al¬
guna idea de lo generalmente humano frente a los procedi¬
i ‘ las « derivadas » lenguas vernáculas modernas. La exploración
\
mientos analí ticos y empí ricos de una ciencia natural que pea e hind ú : no sólo en lo que se refería a las lenguas aprove¬
manifestaba un desarrollo poderoso y de afirmar una idea de chables, sino en lo que significó el contacto europeo con los
la creatividad humana frente a la difundida comprensión de
"
— — ti
misma , toda esta tendencia estuvo en constante peligro de con¬ el sá nscrito, y a partir de una observación de sus semejanzas
vertirse simplemente en un nuevo tipo de idealismo la « hu ¬ con el lat í n y el griego comenzó el trabajo que condujo a la
manidad » y la «creatividad » proyect ándose como esencias , clasificación de las lenguas indoeuropeas (arias) y de otras
mientras que las tendencias que se le opon ían se desplazaban familias de lenguas. .
hacia un nuevo tipo de materialismo objetivo. Esta escisión Este trabajo, basado en el aná lisis comparativo y la clasi¬
i i,
•
-
ivV
'
1
sico y de los seres humanos f ísicos que se hallaban dentro del lenguas, incluyendo esquemas de su desarrollo evolutivo y de
mismo. Cada uno de los t érminos clave — « arte », « literatu¬
ra » y « ciencia » junto con el té rmino « cultura » asociado a ellos
sus relaciones, sino que, dentro de estos esquemas, también
descubrió ciertas « leyes » de cambio, especialmente de cam¬
y con una especialización nuevamente necesaria como la « es¬ bio de sonido. En un á rea , este movimiento fue « evolucionis¬
t é tica » y la distinció n radical entre «experiencia » y « experi¬ ta » en un sentido muy particular; en su postulado de un
—
mento » cambiaron su significado durante el per íodo com ¬
prendido entre los primeros a ñ os del siglo xvm y principios
protolenguaje ( protoindoeuropeo) a partir del cual se había
desarrollado la « familia » principal. Sin embargo , en sus es¬
/n '
del siglo xix. Los conflictos y las confusiones resultantes fue¬ tadios m ás posteriores fue « evolucionista » tambi é n en otro
ron graves; sin embargo, resulta significativo que en la nueva sentido. El rigor creciente que se imprimi ó al estudio de los
situación creada en el siglo XIX los problemas jamás estuvie¬ cambios de sonido asoció una rama del estudio del lenguaje
,
ron realmente vinculados al terreno del lenguaje en ningú n con la ciencia natural , de modo tal que un sistema de fon é -
'
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FF 36 37
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\
|
tica lingüística se desarrollaba junto con los estudios f ísicos
de la: facultad del lenguaje y con los orígenes evolutivos del minación europeas, los originarios procedimientos filológicos
habla. Esta tendencia culminó en el trabajo fundamental so¬
no resultaron, de modo característico, suficientemente obje¬
— —
bre la fisiología del habla y dentro de este á rea en el
campo designado de un modo significativo como psicología
.
experimental í
tivos. La asimilación de estas lenguas, todavía m ás extrañas,
— —
a las categorías de la filología indoeuropea el reflejo na¬
tural del imperialismo cultural fue resistida y detenida
científicamente mediante los procedimientos necesarios que,
Esta identificación del uso del lenguaje como problema
de la psicologí a habría de tener efectos fundamentales so¬ • f asumiendo solamente la presencia de un sistema extranjero,
encontraron medios de estudiarlo en sus propios términos
bre los conceptos del lenguaje. Entretanto, sin embargo, den ¬
tro de los estudios del lenguaje en general apareció una nue¬ ]
I
'
(intrínsecos y estructurales) . Este enfoque constituyó un be
neficio más para la descripción científica , con sus propios y
-
va fase que reforzó las inherentes tendencias al objetivismo. ? notables resultados, aunque a nivel de la teoría constituyó el
Lo que se estudiaba de un modo característico en la filología | refuerzo final de un concepto del lenguaje considerado como
comparada era un conjunto de registros del lenguaje: en rea¬
lidad, fundamentalmente, la palabra escrita extranjera. Esta
I un sistema objetivo (extranjero) .
Parad ó jicamente, este enfoque tuvo un efecto más pro-
hipótesis sobre este material de estudio definido ya se hallaba » fundo a través de las necesarias correcciones de procedimien-
presente, desde luego, en la fase previa correspondiente al es¬ tos que vinieron a continuación de la nueva fase de contacto
tudio de las lenguas «clásicas»: el griego, el latín, el hebreo. | .
con lenguas que carecían de textos Los procedimientos más
Pero los medios de acceso a una serie más amplia de lenguas 1 tempranos habían sido determinados por el hecho de que
reproducían una instancia previa: la del observador privilegia¬ |
do (científico) de un cuerpo de material escrito extranjero. |
una - lengua se presenta casi invariablemente en textos pasa
dos específicos: acabadas expresiones monológicas. El verda-
-
Las decisiones metodológicas, esencialmente similares a las | dero lenguaje, aun cuando era útil, era considerado como
que se desarrollan en la ciencia estrechamente asociada de la I derivado, aunque sea históricamente, de idiomas vernáculos;
:
antropología, sucedieron a esta situación concreta. Por una Í o prácticamente, de actos lingüísticos que eran instancias de
i parte existía la aplicación altamente productiva de los modos .
las formas fundamentales (textuales) del lenguaje El uso del
de observación sistemá tica, clasificación y análisis. Por otra, * lenguaje, por tanto, dif ícilmente fue considerado en sí mismo
i . se producía la consecuencia sumamente inadvertida de la si¬ \ como una instancia activa y constitutiva. Y esta situación se
tuación privilegiada del observador: él estaba observando j vio reforzada por las relaciones políticas existentes entre el
(científicamente, desde luego) con un tipo de contacto diferen¬ observador y lo observado, en las cuales los «hábitos del len-
cial con el material extranjero: los textos, los registros de una i guaje » estudiados en una muestra que incluía desde el len-
historia pasada ; en el habla, la actividad de un pueblo ex¬ j guaje de pueblos conquistados y dominados hasta los « dia-
tranjero que mantenía relaciones de subordinación (colonia¬ ? lectos » de grupos sociales remotos o inferiores, teóricamente
3 listas) con respecto a la actividad global del pueblo dominan¬ opuestos al « modelo » del observador, eran considerados a lo
te dentro de las que el observador obtenía su privilegio. Esta
, sumo como una « conducta » antes que como una vida indepen¬
situación concreta redujo insensiblemente toda acepción del diente, creativa, autodirigida. La lingüística empírica nortea¬
lenguaje como algo activa y verdaderamente constitutivo. El mericana transformó una parte de esta tendencia restituyen¬
consecuente objetivismo del procedimiento fundamental re¬ do la primacía de la lengua ante la ausencia literal de textos
M sultó sumamente productivo a nivel descriptivo, aunque ne¬ .
« modelo » o « clásicos » No obstante, el carácter objetivista
m
J£feg
cesariamente toda definición consecuente del lenguaje debía
ser la definición de un (especializado) sistema filológico. En
de la teor ía general fundamental limit ó incluso esta tendencia
>5t
'
convirtiendo el habla misma en un « texto », característica pa¬
fe& una fase posterior de este contacto entre un observador pri¬
vilegiado y el material de un lenguaje extranjero, en las es¬
labra persistente en la lingüística estructural ortodoxa. El
lenguaje llegó a ser considerado como un sistema fijo, obje¬
peciales circunstancias de Norteamérica, donde cientos de tivo, y en este sentido como un sistema « dado » que tenía una
& lenguas nativas americanas (amerindias) se hallaban en pe¬ prioridad teórica y práctica sobre lo que era descrito como
-
ligro de muerte tras la consumación de la conquista y la do- .
« expresiones » (y m ás tarde como performance ) Por lo tanto,
V 38 39
I-
m
?« ¡F ~
ciales ») de un « código particular de lenguaje » por la interven¬ rente , "pura ” . Desde el principio, el "espí ritu ” es afligido la
ci ón de un « mecanismo psicof ísico » habilitante. Los resul¬ maldición de ser "agobiado” con una cuestión que hace su apa,¬
tados prácticos de este profundo desarrollo teórico, en todas rición en este punto bajo la forma de agitadas capas de aire
sus fases, han sido excepcionalmente productivos y sorpren¬ de sonidos, en síntesis: del lenguaje. El lenguaje es tan viejo
: dentes. El gran cuerpo del conocimiento psicológico ha sido como la conciencia , el lenguaje es la conciencia práctica ya que¬
;; f!
. .y complementado por un cuerpo notable de estudios lingüísti¬ existe para los demás hombres, y por esta razón est á comen
zando a existir asimismo personalmente para mí; ya que el
•
.
> cos en que el concepto predominante del lenguaje considera¬ I lenguaje, como la conciencia, sólo surge de la urgencia , de la
"
• .V •
i
do como un sistema formal ha abierto el camino a penetran ¬
tes descripciones de las verdaderas operaciones del lenguaje
y de gran parte de sus « leyes» fundamentales.
I necesidad del intercambio con otros .hombres» (p. 19).
Esta descripción , hasta donde se desarrolla, es totalmente
Esta realización mantiene una irónica relación con el mar¬
xismo. Por una parte reproduce una tendencia importante y a
menudo predominante dentro del propio marxismo, en toda
ii compatible con el énfasis puesto sobre el lenguaje considera ¬
do como una actividad prá ctica, constitutiva. La dificultad
surge , como había surgido asimismo de forma diferente en las
mu
-v. %
i su esfera de acci ón, desde el an álisis comparativo y la clasi¬
ficaci ón de los estadios de una sociedad , a través del descu
descripciones anteriores, cuando la idea de lo constitutivo es
descompuesta en elementos que a posteriori son ordenados
•
brimiento de ciertas leyes de cambio fundamentales dentro de
estos estadios sistemáticos, hasta la afirmación de un sistema
¬
—
temporalmente. Por lo tanto, existe un peligro evidente • en
el pensamiento de Vico y de Herder de hacer del lenguaje
—
- *8í..ít - í
i ' i : « social » predominante que a priori es inaccesible para los ac¬
algo « primario » y «original » ; no en el sentido aceptable de
tos « individ ú ales » de la voluntad y la inteligencia . Esta ma ¬ que constituye una parte necesaria del verdadero acto de la
nifiesta afinidad explica la intencionada síntesis del marxis¬ autocreación humana , sino en el sentido asociado y aprove¬
mo y la lingüística estructural, que ha constituido un fen óme¬ chable del lenguaje considerado como el elemento fundamen ¬
— —
tal de la humanidad : « en el principio fue el Verbo ». Precisa ¬
marxistas no se percataron de que, primero, la historia • en mente, es el sentido del lenguaje considerado como un ele¬
sus sentidos más específicos , activos y relacionados ha de¬ mento indisoluble de la propia creación humana lo que otor ¬
saparecido (en una de las tendencias ha sido excluida teórica¬ ga significado aceptable a su descripción como « constitutivo » .
mente) del relato de una actividad social tan fundamental
!
Hacer que el lenguaje preceda a todas las demás actividades
como es el lenguaje; y en segundo término, que las categor ías relacionadas significa reclamar algo sumamente distinto.
en que se ha desarrollado esta versión del sistema han sido La idea del lenguaje considerado como constitutivo se halla
las acostumbradas categorías burguesas en que la separaci ón siempre en peligro de caer bajo este tipo de reducción. Pero
y la distinción abstractas entre lo « individual » y lo « social » no solamente en la palabra creativa aislada, que se convierte
se han tornado tan habituales que son consideradas como
puntos de partida « naturales ».
f -
en idealismo, sino también, como realmente ocurrió, en el
materialismo objetivista y el positivismo, en que « el mundo »
40 41
I
o « la realidad » o « la realidad social » se proyecta categórica¬
mente como una formación preexistente respecto de la cual
I erróneo tipo de asociación con el importante trabajo cient ífico
sobre los medios f ísicos del lenguaje. Esta asociación era
el lenguaje es simplemente una respuesta. absolutamente compatible con el énfasis puesto sobre el len ¬
En este pasaje, lo que verdaderamente afirman Marx y guaje en tanto que algo material, aunque , dada la separación
Engels apunta hacia la simultaneidad y la totalidad. Las « re¬
, práctica de « el mundo » y « el lenguaje en que hablamos de
laciones históricas fundamentóles » son consideradas como él » o, dicho de otro modo, de la « realidad » y la «conciencia » ,
« momentos » o « aspectos », y el hombre por tanto « tambi én la materialidad del lenguaje sólo podía ser comprendida como
ó- posee conciencia ». Por otra parte, este lenguaje es material:
las «agitadas capas de aire, de sonidos », que son producidas
—
una materialidad f ísica una serie de propiedades í f sicas
y no como una actividad, material: en realidad, es la acostum¬
—
por el cuerpo f ísico. No es, entonces, cuestión de cualquier brada disociación científica entre la abstracta facultad f ísica
prioridad temporal de la « producción de la vida material » con ¬ y su verdadero uso humano. La situaci ón emergente ha sido
>: ••V> siderada como un acto separable. El modo distintivamente it
' muy bien descrita por Marx dentro de otro contexto, en la
"5 v? i
humano que adopta esta primaria producción material ha i priníera « tesis » sobre Feuerbach:
’
sido caracterizado bajo tres aspectos : las necesidades, las
'
/
_
• *
. nuevas necesidades y la reproducción humana; « desde lue¬ « Hasta ahora el principal defecto de todo el materialismo (in¬
go, no en el sentido de ser consideradas como tres estadios cluyendo el de Feuerbach) es que el objeto, la realidad, lo que
' .
> 7 4; * '
diferentes... sino . .. en el sentido de que han existido simult á ¬
neamente desde los albores de la historia y desde el primer
aprehendemos a través de nuestros sentidos, só lo es compren¬
dida en la forma de un objeto de contemplación (atischauung ) ;
"
" v i:
'
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* •
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'
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. .
•
hombre, y todavía se afirman en la historia actual ». La dis¬
tintiva humanidad del desarrollo es por tanto expresada por
y no como una actividad humana sensorial , como una práctica ;
no subjetivamente. Por lo tanto, en oposición al materialismo,
el costado activo fue desarrollado abstractamente por el idealismo ,
.
" el cüarto « aspecto »: que tal producció n es tambié n desde el que por supuesto no conoce como tal a la verdadera actividad
•
. :
v principio una relación social. En consecuencia, involucra des , - .
sensorial » ( La ideolog í a alemana¡ p. 197)
C- V I —
de el principio --como un elemento necesario la conciencia
•
..'
.
^ y* r
.
práctica que es el lenguaje.
Hasta ahora, el é nfasis es fundamentalmente « constituti¬
vo » en el sentido de la totalidad indisoluble del desarrollo.
Ésta era verdaderamente la situació n en que se hallaba el
pensamiento sobre el lenguaje, ya que el énfasis activo puesto,
por Vico y Herder había sido, entretanto, notablemente desa¬
; : £ 4 tíV*
r . ;‘
' - •
Sin embargo, resulta sencillo observar cómo, también en esta rrollado, fundamentalmente por Wilhelm von Humboldt. El
'S - jr
— • - •
*
dirección, lo que comienza siendo un modo de análisis de
los aspectos de un proceso total se desarrolla hacia categorías
filosóficas 0 « naturales» (simples declaraciones materialistas
problema heredado del origen del lenguaje había sido nueva ¬
mente expuesto por éste de una manera notable. El lenguaje
se desarrolla , desde luego, en alg ú n momento de la historia
que conservan la separación idealista entre el « lenguaje » y la de la evolució n; sin embargo, el problema no es solamente
w a: > .
« realidad » y que simplemente revierten su prioridad ) y hacia que no tenemos prá cticamente ninguna informació n de esta
las categor ías hist óricas, en que existe, primero, una produc¬ cuestión, sino que, fundamentalmente, cualquier investigación
ción social material , y luego (en vez de tambié n ) , el len ¬ humana sobre una actividad tan constitutiva ya encuentra allí
guaje. al lenguaje, en sí mismo y en su supuesto objeto de estudio.
En su desarrollo predominantemente positivista , a partir Por tanto, el lenguaje debe ser considerado como un tipo per¬
de las postrimer ías del siglo xix y hasta mediados del si¬ sistente de creació n y de re-creació n: una presencia dinámica
‘
v glo xx, un tipo dominante de marxismo realizó esta reducción y un constante proceso regenerativo. Sin embargo, este é nfa¬
% práctica ; no tan directamente en lo que se refiere a la teoría sis, nuevamente, puede movilizarse en diferentes direcciones.
del lenguaje, que en general era rechazada, sino habitual
mente en sus descripciones de la conciencia y en sus análisis
- Podr ía haberse asociado razonablemente con el énfasis pues ¬
to sobre la prá ctica indisoluble , total, en que la « presencia
de las actividades prá cticas del lenguaje, que se hallaban diná mica » y el «constante proceso regenerativo » habrían de
agrupadas bajo las categor ías de « ideología » y « superestruc¬ ser formas necesarias de la « producción y reproducción de la
tura ». Por otra parte, esta tendencia se vio reforzada por un vida real » concebidos de modo idéntico. Lo que ocurrió, en
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s .
42 43
i#
la
¡8§tP I
it cambio, en Humboldt y especialmente con posterioridad a él , —
subjetivas » hablando a otros o para otros, pasando infor
—
mación o un « mensaje » entre unos y otros como identida¬
¬
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pr
~
fue una proyecci ón de estas ideas sobre la actividad dentro de
formas esencialmente idealistas y cuasi-sociales: sea la « na ¬
I des separadas o discernióles antes que unos con otros, cons¬
i tituyendo y confirmando su relación el hecho del lenguaje. En
m:
57
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.,
•
« espí ritu colectivo » , la abstracta capacidad creativa (auto-
creativa aunque anterior a, y separada de, la práctica social
material ) , como en Hegel; sea, persuasivamente, lo « indivi¬
dual », abstra ído y definido como una « subjetividad creativa »,
el punto de partida del significado.
I mienta, instrumento o medio esgrimido por los individuos
cuando tenían algo que comunicar, distinto de la facultad
que desde el principio los hizo no solamente capaces de re¬
lacionar y comunicar, sino en t é rminos reales, ser práctica ¬
mente conscientes y por tanto poseer la prá ctica activa del
m La influencia de esta serie de proyecciones ha sido pro¬
funda y prolongada. La idea abstracta de la « nación » podría
lenguaje.
Contra esta reducción del lenguaje a un mero hecho ins¬
i ser f á cilmente conectada con el trabajo filológico fundamen ¬
tal realizado sobre las « familias » de lenguas y sobre las pro¬
piedades distintivas heredadas de lenguas particulares. La
trumental, la idea del lenguaje como expresión, que fue el
principal efecto que produjo la versión idealista del lenguaje
**
'
p- idea abstracta de lo « individual » podría ser f ácilmente rela ¬
í como actividad, result ó evidentemente atractiva . Surgió, li¬¬
teralmente, de una experiencia del lenguaje que la teoría ri
cionada con el énfasis puesto sobre una realidad subjetiva
primaria y una consecuente «fuente »' de significado y creativi¬
val, limitada al trasvase de información, al intercambio de
si mensajes, a la denominación de objetos, había suprimido efec¬
dad que surgió en los conceptos romá nticos de « arte » y « li¬
teratura » y que definieron una parte esencial del desarrollo tivamente. Podría incluir la experiencia de hablar con los
de la « psicología ». demás, de participar en el lenguaje, de producir o responder
el ritmo o la entonación que no tenían un simple contenido
Por lo tanto, el acento colocado sobre el lenguaje en tanto
i que actividad, que constituyó la principal contribución de de « información » o « mensaje » u « objeto »: experiencia, verda¬
esta l í nea de pensamiento y que fue asimismo una correcci ón deramente, que se hizo sumamente evidente en la « literatura »
fundamental de su pasividad inherente , normalmente forma ¬ y que incluso a través de la especialización fue hecha idéntica
lizada en la met á fora del « reflejo », del positivismo y del ma ¬ a ella . Sin embargo, lo que efectivamente ocurrió fue una pro¬
terialismo objetivista, fue a su vez reducido desde su situa ¬ funda división, que produjo sus propias y poderosas catego¬
ción de actividad específica (y por tanto necesariamente so¬ rías de separació n, siendo algunas de ellas viejos términos
cial y material, o en un sentido global, hist órico) a ideas de transformados en formas nuevas: divisiones categóricas entre
tal actividad , categorizadas como « nación » o « espíritu » o de lo « referencial » y lo « emotivo », entre lo « denotativo » y lo .
-
•
con el « trabajo» , que fue considerado entonces cada vez má s Toda teoría constitutiva de la prá ctica, y especialmente una
detenidamente. Esta situación tuvo su efecto en la importante teoría materialista, tiene importantes efectos más allá de la
polé mica sobre los orígenes y el desarrollo del lenguaje, que cuestión de los orígenes, en lo que se refiere a exponer nue¬
pudo haber sido reabierta en el contexto de la nueva ciencia vamente y en cualquier momento el problema del proceso ac¬
de la antropología f ísica evolutiva. Lo que ocurrió, en cam ¬ i tivo del lenguaje: una nueva exposición que va más allá de las
bio, fue una aplicación del concepto abstracto de « trabajo » categorías separadas de « lenguaje » y « realidad ». El marxismo,
como único origen efectivo. Por lo tanto, dentro de una auto¬ aunque ortodoxo, permanecía fijado en la teoría del reflejo
rizada descripción moderna: porque ésta era la única conexión materialista posible entre
L las categorías abstractas admitidas. La propia teoría del re¬
« Primeroel trabajo, luego el lenguaje articulado, fueron los flejo, durante su primer período, se especializó en las toscas
pautas de estímulo-y-respuesta, adaptadas de la fisiología po¬
dos estímulos principales bajo la influencia de los cuales el ce
rebro del mono se convirtió gradualmente en el cerebro huma
no» (,Fundamentals of Dialectical Materialism, ediciones Schneier¬
son, Moscú, 1967, p. 105).
¬
-
w .
sitivista. Durante su segundo período, en los últimos trabajos
de Pávlov, agregó, como un medio de tratar con las especiales
propiedades del lenguaje, el concepto del « segundo sistema
3 de señales », siendo el primero el simple sistema f ísico de las
Esto no sólo establece un desarrollo abstracto en dos es
tadios temporales. También convierte al trabajo y al lenguaje
¬ §k sensaciones y las respuestas. Esto era mejor que nada , aun¬
que asimiló el lenguaje a las características de un « sistema de
én « estímulos » , cuando el verdadero énfasis debería ponerse señales » de un modo relativamente mecánico que en la prác¬
sobre la práctica asociada a ellos. Esta situación conduce a tica result ó inadecuado para los problemas de significado si¬
una abstracción de estadios evolutivos:
« El
mi tuados más allá de los simples esquemas asociativos. Partien¬
do de este punto, L. S. Vygotsky (Thought and Language ,
desarrollo del trabajo unió más estrechamente a los Mosc ú, 1934) propuso una nueva teoría social, todav ía deno¬
miembros de la comunidad, ya que les permitió extender su > s minada « segundo sistema de se ñales » , en la que el lenguaje
actividad com ún y sostenerse entre sí. Las relaciones de trabajo
dieron origen a la necesidad de los hombres primitivos de ha¬
blar y comunicarse ios unos con los otros » ( ibid ., 105).
II •y la conciencia se liberan de las simples analogías con la per
por estímulos y necesidades abstractas. Debe ser contrasta 4o pectiva materialista histórica. Sin embargo, y durante una ge¬
da con una apropiada historia materialista en que el trabajo
¬ k neració n, este trabajo fue rechazado por el marxismo orto¬
y el lenguaje, en tanto prácticas, puedan ser comprendidos doxo. Entretanto, el trabajo de N. S. Marr, basado en esque¬
jas m ás antiguos, vinculó el lenguaje a la «superestructur »
como evolutiva e históricamente constitutivos: a
e incluso a los simples fundamentos de clase. Las posiciones
dogm á ticas, tomadas de otras á reas del pensamiento marxista ,
« El aserto de que no puede existir el lenguaje limitaron los necesarios desarrollos teóricos. Resulta irónico
sin toda la
estructura del hombre moderno es precisamente el mismo que que la influencia de Marr culminara efectivamente, en el año
sostenía la vieja teoría de que las habilidades del hombre hicie¬ 3* 1950, ante una serie de declaraciones de Stalin en el sentido
ron posible la producción y la utilización de los utensilios.
embargo, los utensilios son miles de años más antiguos que Sin las
V
de que el lenguaje no era « parte de la superestructura » y de
habilidades que presenta la conformación humana moderna. Las que las lenguas no tenían ningún « carácter de clase» esencial ,
modernas estructuras productoras del lenguaje son resultado del sino más bien un « carácter nacional ». Resulta irónico porque
éxito evolutivo del lenguaje del mismo modo que la habilidad aunque estas declaraciones eran necesarias, en aquel contex ¬
originariamente humana es resultado del éxito evolutivo de los to lo que consiguieron fue simplemente retrotraer tal estudio
y" utensilios» (J. S. Washburn y J. B. Lancaster, Current Anthropo¬ - 4V a un estadio muy anterior, en el cual el status de la « re¬
logy , vol. 12, nú m. 3, 1971). flexión » y, muy específicamente, el status de la « superestruc¬
§. V. tura », en términos marxistas, habían tenido que ser puestos
K. •• . 46
47
m
w
m:
¡
!!
.!
en tela de juicio. En esta época, poco más o menos, la lingüís¬
tica había llegado a ser dominada por una forma distin¬
tiva y específica de objetivismo, producida por los pode¬
m
Volosinov
¬
rosos sistemas del estructuraiismo y la semiótica. En este abrió el camino a un nuevo tipo de teor ía que había sido ne¬
punto, las posiciones generalmente marxistas en otros cam¬ cesaria durante algo m á s de un siglo .
pos, especialmente en la conformación popular de los siste¬ Gran parte de este esfuerzo se dedicó a recobrar el pleno
,
mas objetivamente determinados, fueron prácticamente sinte¬ £ énfasis puesto sobre el lenguaje considerado como actividad¬
hip
í
ó
a sido
do debido a su especializaci ón en relación con una
en
tesis
la
debilitado
M :
£
$
’í
s¡
f do era necesariamente una acción social dependiente
relación social. Sin embargo, comprender esta situaci
"
pend ía de recobrar
cia de la reducci ó n
el pleno
idealista
sentido
de lo
de
social
lo
al
« social »,
producto
do, preconcebido, una « costra inerte » más allá de la cual
toda la creatividad , era individual, y a diferencia, asimismo,
a
de una
ón de¬
diferen
hereda
¬
¬
asociado con M. M. Bajtin, autor de un estudio sobre Dos¬ dé la proyección objetivista de lo social dentro de un sistema
toievsky ( Problemy tvor cestva Dostoevskogo, 1929; nueva ver¬ formal, ahora autónomo -y gobernado solamente por sus le¬
sión , con un nuevo t ítulo, Problemy poetiki Dostoevskogo,
1963) ; véase, asimismo, « P. N. Medvedev » (autor de Formal' ny >>
i -
-
— —
yes internas, dentro del cual y solamente en armonía con el
cual se producían los significados. Ambos, en su raíz, depen ¬
—
metod v literaturovedenii kriticeskoe vvedenie v sociologi
ceskuju poé tiku; El método formal de la ense ñanza literaria:
- m
introducción crí tica a la sociologí a literaria , 1928). Volosinov V
den del mismo error: separar lo social de la actividad signi
ficativamente individual (aunque entonces las posiciones ri¬
vales evaluaban de modo diferente los elementos separados).
¬
desapareció en alg ú n momento de la d écada de 1930. Por tan ¬ En oposición al psicologismo del énfasis idealista, Volosinov
4 argumentaba que « la conciencia adquiere forma y existencia
•
no, como había sucedido hasta entonces, separada formalmen - mente relacionados participan significativamente en lugar de
48 49
-
“ V . -i*' : w*~
representar las leyes y los códigos de un sistema lingüístico tonces no con un « lenguaje» y una « sociedad » materializados,
inaccesible. Cada uno de los aspectos del argumento de Vo ¬ .
sino con un lenguaje social activo Tampoco (observando ha¬
losinov presenta una importancia continua, pero es en su cia atrás la teor
ía materialista positivista y ortodoxa) es este
(incompleta) revaluación del concepto de « signo » donde su lenguaje un simple « reflejo » o «expresión» de la « realidad
significación contemporánea es más evidente. material ». Lo que tenemos, más bien, es una captación de esta
Volosinov aceptaba que un «signo » en el lenguaje tiene ver¬ realidad a través del lenguaje, el cual en tanto conciencia
£
daderamente un cará cter « binario». (En realidad, como ve¬
remos, su conservación de estos términos hizo más sencilla
la pé rdida del desaf ío radical que significó su obra ) . Es decir
— —
prá ctica es saturado por y satura a su vez toda la activi¬
dad social, incluyendo la actividad productiva. Y, desde el
momento en que esta captación es social y continua (a dife¬
que Volosinov estaba de acuerdo en que el signo verbal no es rencia de los encuentros abstractos del « hombre » y «su mun¬
equivalente al objeto o cualidad que él indica o expresa ni do », o de la « conciencia » y la « realidad », o del « lenguaje »
tampoco un simple reflejo de ellos. La relación que existe ; y la « existencia material »), tiene lugar dentro de una sociedad
dentro del signo entre el elemento formal y el significado que
lleva este elemento es, por lo tanto, inevitablemente conven
cional (de acuerdo hasta aquí con la teor ía semiótica ortodo¬
xa);: sin embargo, no es arbitraria 1 y, fundamentalmente,
no es permanente. Por ' el contrario, la fusión del elemento
¬
i
I
3
—
activa y cambiante. Es a partir de esta experiencia y en fun¬
ción de ella el perdido término medio entre las entidades
abstractas, «sujeto » y «objeto», sobre el que se erigen las pro¬
—
posiciones del idealismo y del materialismo ortodoxo como
.
el lenguaje habla O, para expresarlo más directamente, el
formal y el significado (y es este hecho de fusión diná mica lo i\ lenguaje es la articulació n de esta experiencia activa y cam¬
Wi
'
- que hace engañosa la conservación de la descripción « bina¬ biante; una presencia social dinámica y articulada dentro
ria ») es el resultado de un verdadero proceso de desarrollo del mundo.
social dentro de las actividades actuales del lenguaje y del No obstante, continúa siendo cierto que el modo dé arti¬
desarrollo continuo de una lengua. Ciertamente, los signos
j
.
culación es específico Esto forma parte de la verdad que
sólo pueden existir cuando se postula esta relación social ac¬ * había captado el formalismo. La articulación puede ser com¬
•
t-.
Ví *íó
•
— —
tiva. El signo utilizable la fusi ón del elemento formal y el
significado es un producto de esta continua actividad del
prendida, y en algunos aspectos debe ser comprendida, como
.
una articulación tanto formal como sistemá tica Un sonido
lenguaje entre los individuos reales qué se hallan inmersos f ísico, como muchos otros elementos naturales, puede ser
'¿ V ¿::'\u'‘'\t- en una relación social continua. En este sentido, el «signo» es -r convertido en un signo; sin embargo, su distinción, según ar¬
su producto, aunque no simplemente su producto pasado, gumentaba Volosinov, es siempre evidente: « un signo no
ZOOSf: i como ocurre en las descripciones materializadas de un siste ¬ existe simplemente como parte de una realidad; refleja y re¬
( & >%£ ^ ma de lenguaje «siempre conocido». Los verdaderos « produc¬ fracta otra realidad ». Lo que lo distingue como un signo, lo
tos » comunicativos que constituyen signos utilizables son, por que en verdad lo convierte en un signo, es en este sentido un
el contrario, la evidencia viviente de un proceso social conti¬ proceso formal: una articulación específica de un significado.
nuo dentro del cual han nacido los individuos y dentro del La lingüística formalista había acentuado este punto, pero no
cual son conformados y al cual, por lo tanto, contribuyen en había distinguido que el proceso de articulación es también
. 1
un proceso continuo. Esta situación constituye a la vez su necesariamente un proceso material y que el propio signo se
socialización y su individuació n : los aspectos conexos de un convierte en una parte del mundo f ísico y material (social¬
proceso único que las teorías alternativas del «sistema » y la mente creado): « sea en sonido, masa f ísica, color, movimiento
r
'
*
%. - « expresión » habían dividido y disociado. Nos
encontramos en- del cuerpo o algo semejante ». La significación, la creación so¬
cial de significados mediante el uso de signos formales, es en¬
1 . . La cuestión de si un signo es « arbitrario » se halla sujeta a cierta tonces una actividad material prá ctica; en verdad es, literal¬
• • •
‘1 ; confusión local. El término fue desarrollado para distinguirlo de lo mente, un medio de producción. Es una forma específica de
¡
« cónico» a fin de indicar, correctamente, que la mayoría de los signos
verbales no son « imágenes » de cosas. Sin embargo, otros sentidos de la conciencia práctica que resulta inseparable de toda la ac¬
lo « arbitrario» , tendentes a lo « fortuito » o lo «casual » , ya habían sido tividad material social. No es como le gustaría al formalismo,
*
desarrollados; contra ellos Volosinoy centraba su oposición. y como desde un principio había considerado la teor ía idea-
50 51
mm
mj
- —
lista de la expresión, una operación de y dentro de la — mentó significativo de un lenguaje) es que es efectivo en la coy¬
« conciencia », que entonces se convierte en un estado o en un formal
municación, es una genuina fusión de un elemento
proceso separado, a priori, de la actividad material social. Es, una que ciertamente comparte con las
m
——
un significado ( cualidad
£%
— —
por el contrario y a la vez un proceso material distintivo
la producción de signos y, en la calidad fundamental de
señ ales) ; pero tambi én que como
cial continua es capaz de modificarse
funci
y
ó n de la actividad
desarrollarse : los
so¬
ver¬
su distinción como conciencia prá ctica, se halla comprometi¬ daderos procesos existentes en la historia de una lengua pero
mm-
do desde el principio en toda otra actividad humana social y que la privilegiada prioridad del análisis « sincrónico » había ig¬
material. > norado o reducido a un carácter secundario o accidental.
Los sistemas formalistas pueden dar la impresión de ha¬ En realidad, desde que existe como signo, por su cualidad
llar este punto refiriéndolo a lo « ya conocido », la « determina¬ —
de relación significante tanto la relación entre el elemento
r ción de ú ltima instancia de la estructura económica », como formal y el significado (su estructura interna) como las re¬
r
K
. .
ocurre en algunas versiones habituales del marxismo estruc-
turalista. Con la finalidad de evitar este tipo de reducción de¬
bemos tomar en consideración la distinción fundamental que
.
ofrece Volosinov entre un «signo » y una «señal » En las teo¬
rías reflexivas del lenguaje, correspondan a los tipos positi-
—
laciones entre el pueblo que efectivamente lo utiliza en el
lenguaje prá ctico, lo convierten en un signo tiene, al igual
que la experiencia social que constituye el principio de su
formación, propiedades dialécticas y propiedades generativas.
De un modo que le es característico, no ha fijado, como ocu¬
:r
' , vistas del materialismo o a teor ías como el conductismo psi¬
1 rre con la señal, un significado determinado, invariable. Debe
cológico, todos los « signos» son reducidos efectivamente a tener un efectivo núcleo de significado aunque en la prá ctica
« señ ales » dentro de los simples esquemas de « objeto » y « con¬
ciencia » o « estímulo» y « respuesta ». Los significados son crea¬
í- posea una esfera de acción variable, que sé corresponde con
p la infinita variedad de situaciones dentro de las cuales es uti¬
** :- • dos mediante el reconocimiento (repetido) de lo que efectiva
mente son « señales »: de las propiedades de un objeto o del
¬
h
lizado activamente. Estas situaciones incluyen tanto relacio¬
nes nuevas y cambiantes como relaciones recurrentes, y esta
carácter de un estímulo. Por lo tanto, la « conciencia » y la es la realidad del signo en tanto que fusi ón din ámica del «ele¬
« respuesta » « contienen » (ya que esto es ahora el significado)
propiedades de dicho carácter. La pasividad y el mecanismo
—
mento formal» y el « significado» «forma » y « contenido » ,
antes que la significación interna, fija y «ya conocida ». Esta
—
atribuidos a tales descripciones han sido reconocidos muy a
menudo. En verdad, es contra esa pasividad y ese mecanismo
cualidad variable, a la que Volosinov denomina multi acen - -
tual , es, desde luego, el desaf ío necesario a la idea de los sig¬
:
como se ha manifestado la principal contribución del forma¬ 4| nificados « correctos » o «apropiados » que habían sido podero¬
lismo, en su insistencia sobre la articulación específica (for¬ samente desarrollados por la filología ortodoxa a partir de
mal ) de los significados a través de los signos.
'
- Sin embargo, ha sido mucho menos perceptible el hecho
de que teorías muy diferentes, basadas en el carácter deter¬
sus estudios de las lenguas muertas y qu é habían sido asu¬
midos tanto en las distinciones sociales de clase de un len¬
guaje « standard » flanqueado por « dialectos» o por «errores»
minado de los sistemas de signos, dependen , finalmente, de como en las teor ías sobre una lectura « correcta » u « objetiva ».
una idea comparable del cará cter fijo del signo, que, efecti ¬
Sin embargo la cualidad de variación — no la variaci ón fortui¬
,
vamente, es entonces un desplazamiento del contenido fijo
a la forma fija. Un profundo análisis de estas escuelas rivales
nos ha permitido reconocer el hecho de que la conversión
del « signo » (como el propio término hizo siempre posible e 1 —
ta , sino la variación en tanto que elemento necesario de la
conciencia práctica conduce lentamente a una situaci ón de
oposici ón a las descripciones objetivistas del sistema de sig¬
nos. Constituye uno de los argumentos decisivos contra la
incluso probable), sea en un contenido fijo o en una forma reducción del hecho clave de la determinación social a la idea
fija, constituye una negación radical de la conciencia prác¬ de la determinación por un sistema. Sin embargo, a la vez que
tica activa. El signo, en cada caso, se moviliza hacia una señal, conduce lentamente a una situación de oposición con respec¬
a la que Volosinov distingue de un signo por el hecho de que to a todas las formas de objetivismo abstracto, ofrece asi¬
es intrínsecamente limitada e invariable. La verdadera cuali ¬
mismo una base para una reconsideración vital del problema
dad de un signo (se hubiera preferido que dijera : de un ele- de la «subjetividad ».
g
52
|
53
IP
jr
'
1
signo es susceptible de ser internalizado en realidad debe
( por considerarlas versiones reductivas de lo « social » comú n¬
mente excluido) la participación activa de individuos cons¬
ser internalizado si ha de ser un signo destinado a una rela¬
ción comunicativa entre personas reales que inicialmente uti¬
.
cientes La señ al, en este sentido, es una propiedad colectiva
fija e intercambiable; y de un modo que le es caracter ístico,
es f á cilmente importada y exportada. El verdadero elemento
—
lizan sólo sus poderes f ísicos para expresarlo y es suscep¬
tible de ser continuamente aplicable, a través de medios sq-
significante del lenguaje debe tener desde el principio una ca¬ ciales y materiales, en la comunicación manifiesta. Esta rela¬
I!
ción fundamental entre el signo « interior» y el signo « mate¬
pacidad diferente para convertirse en un signo interior , en
una parte de la conciencia práctica activa. Por lo tanto, ade¬ —
rial » una relación que con frecuencia es experimentada
más de su existencia material y social entre los individuos
reales, el signo es parte asimismo de una conciencia verbal¬
mente constituida que permite a los individuos utilizar signos
—
como una tensión pero que siempre es vivida como una
actividad, como una práctica necesita una exploración ra¬
dical intensiva. En la psicología del desarrollo individual
sSifi' creados por su . propia iniciativa, sea en actos de comunica¬
ción social o en prá cticas que, no siendo manifiestamente
Vygotsky comenzó esta exploración e inmediatamente distin ¬
guió ciertas características fundamentalmente distintivas del
« discurso interior », caracter
ísticas constitutivas y no simple¬
ip ,
lift
1 de las que no sería posible ninguna iniciativa individual de
tipo creativo o autogenerado. En consecuencia, es un decisivo
rechazo teórico de las versiones saussureanas, conductistas o
mecánicas, de un sistema objetivo que se halla más allá de
hist órica, ya que es en el movimiento en que se produce a
partir de la producción del lenguaje a través solamente de
los recursos humanos f ísicos, a través de la historia material
de la producción de otros recursos y de los problemas de la
tecnología y la notación que luego se ven involucrados en
IP
-<.v £»&$» .
•
r
la iniciativa individual o del uso creativo. Sin embargo, cons¬
tituye también un rechazo teórico de las teorías subjetivistas
del lenguaje considerado como expresión individual, desde el
momento en que lo que se halla internamente constituido es
el hecho social del signo que admite un significado social y
ellos, en la historia social activa del complejo que conforman
los sistemas comunicativos que hoy son parte tan importante
—
del propio proceso productivo material donde debe ser ha ¬
llada la dinámica del lenguaje social: su desarrollo de nuevos
medios de producción dentro de medios de producción bá¬
una relación definida pero nunca fija o invariable. Se ha otor¬ sicos.
gado, y se continú a hacié ndolo, una gran fuerza a las teor
ías Entretanto, siguiendo a Volosinov, podemos observar pre¬
del lenguaje como expresión individual, mediante la rica ex¬
— —
periencia prá ctica de los «signos interiores» el lenguaje in¬
terior en el repetido conocimiento individual de las «acti ¬
vidades del lenguaje interior», tanto si las denominamos « pen¬
cisamente cómo todo proceso social es actividad entre indi¬
viduos reales, y por tanto entre verdaderas individualidades,
a través del pleno hecho social que constituye el lenguaje (sea
en tanto que discurso «exterior» o « interior »); es la constitu¬
samiento» o « conciencia » como verdadera composición verbal. ción activa , en seres f ísicos diferentes, de la capacidad social
Estas actividades « interiores » involucran el uso de palabras que es el medio de realizaci ón de cualquier vida individual.
que, al menos a ese nivel, no son dichas ni escritas para nin¬ La conciencia, en este preciso sentido, es un ser social. Es
guna otra persona. Toda teor ía del lenguaje que excluya esta la posesión , a través de relaciones y desarrollos sociales espe¬
experiencia o que procure limitarla a la condició n de residuo, cíficos y activos, de una precisa capacidad social, que es el
subproducto o ensayo (aunque a menudo puede ser cuales¬ «sistema de signos». Volosinov, incluso después de estas re
-
54
55
I,
r
:
formulaciones fundamentales, contin ú a hablando del « siste¬ avance evidente, y el problema de la variabilidad del signo
ma de signos »: la formulación que había sido decisivamente puede aparecer contenido dentro de la variabilidad de sus
producida en la lingüística saussureana. Sin embargo, si con relaciones formales. Sin embargo, aun siendo este tipo de
¬
tinuamos examinando sus argumentos encontramos cu á n di¬ énfasis puesto sobre el sistema de relación obviamente nece ¬
modo, el « sistema » debe ser revaluado a fin de acentuar m ás ciales y materiales tanto como su estructura formal , debe ser
el proceso social que la « sociabilidad » fija : una revaluación comprendida como necesariamente conectada con la din á ¬
que fue hecha en parte por Jakobson y Tynjanov (1928) con mica social y material tanto como con la din á mica formal del
una argumentaci ón formalista y con el reconocimiento de sistema en su totalidad. En trabajos recientes se han pro¬
que « cada sistema existe necesariamente como una evolución ,
mientras que, por otra parte, la evolución proviene ineludi¬
5
§
ducido algunos progresos en esta dirección (Rossi Landi, -
1975) .
blemente de una naturaleza sist é mica ». A pesar de que óste I Sin embargo, tambié n se ha producido un movimiento que
era un reconocimiento necesario, fue limitado por su pers ¬
parece volver a plantear todo el problema . En la lingüística
pectiva de determinados sistemas dentro de una categoría chomskyana se ha dado un paso decisivo hacia un concepto
—
« evolutiva » la materialización acostumbrada del idealismo
objetivo— y todavía debe ser corregida mediante el pleno
de sistema que acent úa la posibilidad y el hecho de la ini¬
ciativa individual y de la práctica creativa que previamente
énfasis puesto sobre el proceso social. En este punto, como habían sido excluidas por los sistemas objetivistas. Pero al
una cuesti ó n de absoluta prioridad , los hombres relatan y mismo tiempo esta concepció n sobrecarga las profundas es¬
contin úan relatando, ante cualquier sistema que sea producto tructuras de la formació n del lenguaje que son verdaderamen ¬
suyo, cómo puede comprender o ejercitar su determinación te incompatibles con las descripciones sociales e hist óricas
como una cuestión más de conciencia prá ctica que de concien¬ corrientes del origen y el desarrollo del lenguaje . El é nfasis
cia abstracta. puesto sobre profundas estructuras constitutivas a un nivel
Estos cambios deberán llevarse a cabo en la constante in ¬ evolutivo antes que histórico, puede , desde luego, ser recon ¬
vestigación que se desarrolla en tomo al lenguaje . Sin em ¬ ah.
ciliado con la concepci ón del lenguaje como facultad humana
bargo, el último punto indica una dificultad final . Gran parte constitutiva: ejerciendo presiones y estableciendo l í mites, de
del proceso social de la creación de significados fue proyec¬ modos determinados, al propio desarrollo humano. Sin em ¬
tado dentro de la lingüística objetivista en funci ón de las rela ¬ bargo, mientras es conservado como un proceso exclusiva ¬
—
ciones formales y por lo tanto, de la naturaleza sistemá ti¬ mente evolutivo, se moviliza hacia descripciones materializa ¬
—
ca de los signos. Lo que había sido abstracta y está ticamen ¬
te concebido a nivel del signo se insert ó en un tipo de movi¬
das en relación con la « evoluci ón sistemá tica »: el desarrollo
—
miento si bien era un tipo de movimiento determinado,
—
congelado, el movimiento de un manto de hielo mediante
las « leyes » o las « estructuras » de relación del sistema con¬
i a través más de estructuras y sistemas constituidos (siendo
ahora la constitución , a la vez, de un tipo que permite y li¬
mita las variaciones) que de los verdaderos seres humanos
en una prá ctica social continua . En este punto, el trabajo de
siderado como totalidad. Esta extensión a un sistema de rela ¬ Vygotsky sobre el discurso interior y la conciencia resulta
ción , incluyendo su aspecto formal como gram á tica , es en 1
todo caso inevitable. El aislamiento del « signo »
— —
Saussure o en Volosinov • es, en el mejor de los casos, un
sea en - fundamental desde una perspectiva teórica:
«Si comparamos el desarrollo originario del lenguaje y del
procedimiento analítico; y en el peor, una evasión. Gran parte —
intelecto que, como hemos visto, se desarrollan a lo largo de
Iineamientos separados tanto en los animales como en los niños
del importante trabajo sobre las relaciones dentro de un sis¬
tema considerado en su totalidad constituye por lo tanto un
i T.
—
muy peque ños con el desarrollo del discurso interno y del pen
57
-
56
P
V
- A '
>*•
.
— —
que es a la vez individual y social como hist órica y so¬
cialmente constituyente. Por tanto, lo que podemos definir
rencia verdaderamente inmediata y desapercibida de los va¬
lores específicos de los trabajos particulares y de los tipos
es un proceso dialéctico: la cambiante conciencia práctica de trabajo respecto de los cuales opera como concepto, del
de los seres humanos , en la cual se puede acordar $* cual todavía se cree firmemente que es real y práctico. Cier¬
absoluta
mmr
¿
. importancia tanto a los procesos hist óricos como a
los evo¬ tamente, la propiedad especial de la « literatura » como con ¬
•' v >>
lutivos, pero dentro de la cual tambié n pueden ser distingui ¬
dos en relación con las complejas variaciones del m cepto es que reclama este tipo de importancia y de prioridad
en las realizaciones concretas de muchos grandes trabajos
uso del lenguaje. A partir de esta fundamentacióverdadero
n teó rica particulares, en contraste con la «abstracción » y la « genera ¬
estamos en condiciones de continuar avanzando para lidad » de otros conceptos y de los tipos de prácticas que de¬
ÍMS:- . guir la « literatura », dentro de un específico distin
¬
V. -
(superestructura!) del trabajo colectivo .
de poder continuar con este análisis debemos
conceptos de literatura que, basados en teor
Sin embargo, antes
examinar los m es vista a menudo como esencialmente general y abstracta:
más las síntesis y los promedios de la vida humana que la
sustancia directa . Existen otros conceptos relacionados, tales
ías anteriores
sobre el lenguaje y la conciencia, todavía se
mantienen vi¬
na como « política », « sociología » o « ideología », que son igual ¬
gentes.
I»
mente ubicados y desacreditados como meros caparazones
m exteriores endurecidos en comparación con la experiencia
. - -- -
m viviente de la literatura.
*
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tracción incurable que padecen quienes los exponen. Por lo En su forma moderna, el concepto de «literatura » no sur¬
gi ó antes del siglo XVIII y no fue plenamente desarrollado has
¬
tanto, pueden ser rechazados desdeñosamente , a menudo sin su surgimien
ta el siglo xix. Sin embargo, las condiciones de ¬
necesidad de una respuesta específica que solamente implica ¬
ría rebajarse a su nivel. ¡; to se habían generado desde la época del Renacimiento. La
Es un sistema de abstracción poderoso y a menudo olvi¬ palabra misma comenzó a ser utilizada por los ingleses en el¬
dado dentro del cual el concepto de « literatura » se torna ac¬ siglo xvi, a continuaci ón de sus precedentes franceses y la
i. tinos; su ra íz fue el té rmino latino littera , letra del alfabeto
,
tivamente ideológico. La teoría puede hacer algo en su con ¬ S
originaria , fue efec
Li í leraí ure , según su ortograf ía corriente ¬
tra, en lo que se refiere al reconocimiento necesario ( para
aquellos que realmente se hallan en contacto con la literatu¬ Illfe tivamente una condición de la lectura: de ser capaz de leer¬
y de haber leído. A menudo se aproximó al sentido del alfa
¬
mutando el concepto por una equivalencia indiferenciada con ciado con literatura fue letrado ( literate ). Literato ( literary )
la «experiencia vivida inmediata » (en algunos casos, en ver surgi ó en el siglo xvn con el sentido de la capacidad y la ex¬
¬
i§ periencia de leer y no asumió su significado moderno dife¬
dad, por algo m ás que esto, de modo que las experiencias
reales vividas de la sociedad y la historia se entienden como
IIIÜÉ renciado hasta el siglo xviii.
si fueran menos particulares e inmediatas que las que co¬ La literatura en tanto que categoría nueva fue, pues, una
diferenciación del área originariamente caracterizada como
rresponden a la literatura) , constituye una proeza ideológica m ret ó rica y gramática : una especializaci ón en la lectura y, en
I? '
extraordinaria. El verdadero proceso que es específico, el de
la composición real, ha desaparecido efectivamente o ha
iÉSI
m
r- L
el contexto material del desarrollo de la imprenta, en la pa ¬
.
labra impresa y especialmente en el libro Eventualmente,
í ké
sido desplazado hacia un procedimiento interno y autodemos-
trativó en el que se cree genuinamente que la escritura de
este tipo (aunque entonces se dan por sentadas muchas cosas)
es ella misma una «experiencia vivida inmediata » . Acudir a
m
¡
habría de convertirse en una categoría más general que la
de poes í a o que la de la primitiva poesí a sentimental, que
habían sido los té rminos generales para la composici ón ima ¬
1Ü ginativa pero que en relaci ón con el desarrollo de literatura
la historia de la literatura, en su gama inmensa y extraordi
1Í lü
"
SSI
¬
nariamente variada, desde Mabinogion hasta Middlemarch, o se tornaron fundamentalmente especializados, a partir del
siglo xvn , para la composición mé trica y especialmente para
W
desde El Paraí so perdido hasta Prelude , provoca una duda
moment á nea, hasta que las numerosas categorías dependien ¬ ¡a Ü la composición mé trica leída e impresa. Sin embargo, litera¬
tura no fue jamás en su origen la composición activa • la —
mm
- . tes del concepto toman el sitio que les corresponde: « mito »,
« romance », « ficción » , « ficci ón realista », « épica », « lírica » , -
« autobiograf ía ». Las que desde otro punto de vista podr
m; « producció n »
ría de tipo
— que la poesía había descrito. Fue una catego¬
diferente , como la lectura anterior a la escritura.
ser asumidas razonablemente como definiciones iniciales de
ían
sir El uso caracter ístico
en toda la literatura y erudición , divina y humana » y más
——
puede observarse en Bacon « aprendió
f *
los procesos y las circunstancias de la composici ón , se con ¬
vierten, dentro del concepto ideol ógico, en « formas » de lo
que todavía se define triunfalmente como la « plena , funda ¬
:M m
S 5Ü?
recientemente en Johnson
la literatura corriente , tal
— « tenía probablemente m ás que
como su hijo se refiere a él en uno
*
.: mental e inmediata experiencia humana ». Ciertamente, cuando de sus m á s elaborados poemas latinos ». Es decir que la li¬
cualquier concepto tiene un desarrollo tan profundo y com ¬ teratura era una categoría de uso y de condición antes que
it de producci ó n. Era una especialización particular de lo que
-m . plejo, interno y especializado, dif ícilmente puede ser exami¬
nado o cuestionado desde fuera. Si hemos de comprender su
significación y los complicados hechos que en parte revela
hasta aqu í había sido observado como una actividad o una
práctica, y una especializaci ón, debido a las circunstancias,
y en parte oculta, debemos examinar el desarrollo del con ¬ Hf que se produjo inevitablemente en t érminos de clase social.
cepto mismo. fifi Segú n su sentido difundido originariamente, m ás all á del
tm
• V" '
60
m
tes
T: 61
m
m
mt
sentido desnudo de « alfabetismo» era una definici ón del sa ¬ m
minó en una definición más efectiva de « una literatura na ¬
ber « humano » o « culto », y por lo tanto especificaba una dis ¬
tinció n social particular. Los nuevos conceptos polí ticos de m cional ». Las fuentes de cada una de estas tendencias pueden
ser distinguidas a partir del Renacimiento, pero fue en los
« naci ón » y las nuevas evaluaciones de lo « vern á culo » interac ¬ & siglos xvm y xix cuando irrumpieron más poderosamente
tuaban con un é nfasis constante sobre la « literatura », como la hasta que se convirtieron , durante el siglo XX, en supuestos
«lectura » en las lenguas « clásicas ». Aü n así, en
este primer
estadio, durante el siglo xvm , literatura fue originariamente
un concepto social generalizado que expresaba cierto nivel
(minoritario) de realización educacional. Esta situación lleva¬ *
mtes $
.
efectivamente admitidos. Podemos examinar más cuidadosa¬
mente cada una de estas tendencias.
El desplazamiento desde el concepto de « saber » a los de
« gusto » o « sensibilidad » constituyó de modo efectivo el es¬
ba consigo una definición alternativa potencial y eventualmen ¬ tadio final de un desplazamiento iniciado a partir de una
te realizada de la literatura considerada refiriéndose a los « li¬
bros impresos », los objetos en los cuales, y a través de los Ife profesió n ilustrada paranacional, con su originaria base so ¬
cial ubicada en la Iglesia y más tarde en las universidades,
cuales, se demostraba esta realización. y con las lenguas clásicas operando como material compar¬
Es importante que , dentro de los términos de este desarro¬
4
íS i;.i - *
* '
servía , en el mejor de los casos, para insistir sobre la sus¬ soluta. En el « arte » y la « literatura », las cualidades humanas
tancia « inmediata » y « vivida » (donde su contraste con la iir : esenciales y salvadoras, en una primera fase deben ser « des
¬
tradición « aprendida » resultaba especialmente marcado). Ver¬ plegadas »; y en una ú ltima fase, deben ser « preservadas » ,
daderamente, sólo en la medida en que esta clase perdió su i? Hubo una serie de conceptos que se desarrollaron con¬
dominio y su cohesió n relativos, la debilidad dedos concep¬
.
tos en tanto que conceptos se hizo evidente Y constituye una
evidencia, al menos, de su hegemonía residual, el que la crí¬
tica , asumida por las universidades como una nueva disci¬
ii
Un
.
.
juntamente El concepto de «arte » fue desplazado desde
su sentido de capacidad humana general hasta una esfe¬
ra de acción especial, definida por la « imaginación » y la
« sensibilidad ». Durante el mismo período, el concepto de
plina consciente para ser practicada por lo que se convirtió Sil « estética » se desplazó desde su sentido de percepció n gene ¬
en una nueva profesión paranacional, conservó estos con¬
ceptos de clase básicos a pesar de los intentos de establecer
nuevos criterios abstractamente objetivos. Con una mayor
seriedad, la crítica fue asumida como una definición natu¬
ll
li
.
¬
ral hacia la categoría especializada de lo « art ístico » y lo
« bello ». La « ficción » y el « mito » ( un nuevo t é rmino que pro¬
viene de los primeros a ñ os del siglo xix) podrían ser consi¬
derados desde la posición de clase dominante como « fanta¬
ral de los estudios literarios, definidos ellos mismos por la
categor ía especializada (libros editados y de cierta calidad )
de la literatura. Por lo tanto, estas formas que asumen los
li
Hit -
sías » , o « mentiras », aunque desde esta posici ón alternativa
fueron honrados como portadores de la « verdad imaginativa ».
Se otorgó a los conceptos de romance y « rom á ntico » un nue¬
conceptos de literatura y cr í tica son , desde la perspectiva del ém vo y especializado acento positivo. El concepto de « litera¬
desarrollo social hist órico, formas de control y especializa-
ción de una clase sobre una pr áctica social general y de una
ip tura » se movilizó junto a todos ellos. El amplio significado
general todavía era utilizable; sin embargo, comenzó a pre ' -
limitación de clase sobre las cuestiones que ésta debería
elaborar.
El proceso de especialización de la « literatura » en el sen¬
tido de los trabajos « creativos » o «imaginativos» resulta mu ¬
ii
ill
dominar firmemente un nuevo significado especializado en
torno a las cualidades distintivas de - lo « imaginativo » y lo
« est é tico ». El « gusto » y la « sensibilidad » habían comenzado
como categorías de una condición social. Dentro de la nueva
cho m ás complicado. En parte es una fuerte respuesta afir¬ fm especialización se asignaron cualidades comparables, aunque
m ás elevadas, a « las propias obras», a los « objetos estéticos » .
mativa , en nombre de una « creatividad » humana esencial¬
mente general, a las formas socialmente represivas e intelec¬
i ir
wm Sin embargo, todav ía exist ía una duda sustancial. Con ¬
tualmente mecá nicas de un nuevo orden social: el orden so¬ V sist ía en si las cualidades elevadas habían de ser asignadas
a la dimensión «imaginativa » (acceder a una verdad « más
cial del capitalismo, y especialmente del capitalismo indus¬
trial. La especialización prá ctica del trabajo para la produc¬
ción asalariada de mercancías; en estos té rminos, de la «exis¬
II
iH
elevada » o « m á s profunda » que la realidad « cotidiana » , « ob
jetiva » o « científica » ; demanda que era conscientemente sus¬
tituida por las demandas tradicionales de la religi ón) o a la
¬
-
« mensajes » « informativos » o « racionales »; desde las relacio¬
nes sociales hasta las funciones dentro de un orden político
y económico sistem á tico; todas estas presiones y todos estos
m
ib
dimensió n « est é tica » (la « belleza » del lenguaje o del estilo) .
Dentro de la especialización de la literatura, las escuelas al¬
ternativas impusieron uno u otro de estos acentos; sin embar -
65
64
m
MÍK
P
1
go existieron asimismo intentos repetidos de fusionarlos, ' de ser historia para convertirse en tradición. No era, ni si¬
asimilando idénticamente la « verdad » y la « belleza » o la « ver¬ quiera teóricamente, todo lo que se había escrito o todos los
V
dad » y la « vitalidad del lenguaje ». Bajo una presi ón cons¬
tante, estos asertos se convirtieron no sólo en afirmaciones po¬
f tipos de escritos. Era una selección que culminó, de un modo
circular definido, en los « valores literarios » que estaba afir
sitivas, sino tambié n en aserciones negativas y comparativas í ¿i - mando la « critica ». Se produjeron frecuentes disputas lo
¬
—
de escritura
—
ahora especializados a su vez como « discur¬
siva » o «factual » , sino, irónicamente, contra gran parte de
la propia « literatura » , la « mala » escritura , la escritura « po ¬
f» necer a la « tradición literaria inglesa », del mismo modo
que ser inglés y hablar el inglés no ejemplificaba de ningún
modo la « grandeza » del lenguaje; en realidad , la práctica de
pular », la « cultura de masas ». Por lo tanto, la categoría que .
había parecido objetiva, « todos los libros impresos », a la que
#
ñ X la mayoría de los angloparlantes era citada a menudo pre¬
se había adjudicado un fundamento social de clase, el «saber M /£ cisamente como « ignorancia », « traición » o « degradación » de
esta « grandeza ». La selectividad y la autodefinición, que cons¬
culto » y el dominio del « gusto» y la « sensibilidad », se con¬
virtieron en un área necesariamente selectiva y autodetermi
nahte: . no toda la « ficción » era « imaginativa »; no toda la «li¬
- ¡| titu ían los procesos evidentes de la « crí tica » de este tipo, eran
proyectados no obstante como « literatura », como « valores
literarios» y finalmente incluso como «el cará cter inglés esen¬
v '.
- - teratura » era « literatura ». La « crítica » adquirió ú na gran
importancia nueva y efectiva , ya que se había convertido
en el ú nico medio de validar esta categoría selectiva y espe¬
ip
fgf
cial »; la ratificación absoluta de un proceso consensual limi¬
tado y especializado. Oponerse á los té rminos de esta ratifi¬
cación significaba estar « contra la literatura ».
cializada . Consist ía en una discriminación de las obras aut én¬
ticamente « grandes » o « principales», con la consecuente ca-
tegorización de obras « menores » y una exclusión efectiva de
I: pte -
Uno de los signos que revelan el éxito de esta categori-
zación de la literatura es que incluso el marxismo ha mani¬
festado poco í mpetu contra ella. Con seguridad, el propio
las obras « malas » o « insignificantes », a la vez que una comu¬ Marx se ocupó muy poco de ello. Sus exposiciones incidentales
nicación y una realización pr á cticas de los « principales » va¬ característicamente inteligentes y bien informadas sobre la
• 5*V -
!
lores: Lo que se hab ía reclamado para el « arte » y la « imagi
nación creativa » en los asertos rom á nticos fundamentales se
- •
1?
¡ pal de una cultura constituye la evidencia decisiva de una
®P ' sostenido aunque desigual de relacionar la « literatura » con
la historia económica y social dentro de la cual « ella » se
.
forma particular del desarrollo social del lenguaje. Dentro
de sus té rminos, se' realizó un trabajo de una importancia
1II
V’;.' hab ía producido Cada uno de estos dos ú ltimos intentos ha notable y permanente en las relaciones específicamente so¬
sido muy significativo. En el primero, la « tradici ón » ha sido ciales y culturales. Sin embargo, lo que ha estado ocurriendo
&P-- .
genuinamente desplegada En el ú ltimo, ha existido una efec¬
|| en nuestro propio siglo es una profunda transformación de
I
)
~i -. : • >
•
• ' tiva reconstitución, sobre á reas más amplias, de la práctica estas relaciones directamente conectada con los cambios pro¬
G «
social hist órica, que hace mucho m ás problemá tica la abs¬ ducidos en los medios de producción b ásicos . Estos cambios
tracció n de los « valores literarios » y que, más positivamente, resultan m ás evidentes en las nuevas tecnologías del lengua¬
V, - V 1
permite nuevos tipos de lecturas y nuevos tipos de cuestiones je que han movilizado la prá ctica m ás allá de la tecnolog ía
sobre « las propias obras ». Esta situación se ha conocido, es ¬ Sgt de la impresió n relativamente uniforme y especializada . Los
pecialmente , como « crí tica marxista » (una variante radical
de la práctica burguesa establecida) , aunque se había produ
tfar cambios principales son los que corresponden a la transmi ¬
¬
si ón electrónica, al registro del habla y la escritura para el
cido otro trabajo sobre bases muy diferentes a partir de iiiSv
f pt
| habla y la composición y transmisión qu ímicas y electrónicas
una historia social má s amplia y de concepciones más am
plias sobre « el pueblo», « el lenguaje » y « la nación ».
¬
— —
ellas mismas ser « escritas ». Ninguno de estos medios in- '
valida la impresión y ni siquiera disminuye su importancia •
específica ; sin embargo, no son simples agregados de ella
tegoría admitida de « literatura », que pueden haber desple¬ o meras alternativas. En sus complejas relaciones e interre-
gado e incluso revaluado pero que jamás han cuestionado laciones configuran una nueva práctica sustancial del propio
o se han opuesto radicalmente. Por contraste, lo que parecía fp íUPí ' lenguaje social sobre una esfera de acción que va desde las
ser una revaluación teórica fundamental en el intento de asi¬
Ü &IP alocuciones pú blicas y la representación manifiesta hasta el
milación a la « ideología », result ó un fracaso desastroso, y,
Ü|
| llffe
|p r, -
« discurso interior » y el pensamiento verbal , ya que son siem
dentro de este campo, comprometió fundamentalmente el | pre algo más que nuevas tecnologí as en un estudio limitado.
status del propio marxismo. Sin embargo, se han producido É
J|
• tMt Son medios de producción desarrollados en relaciones direc-
durante el último medio siglo otras tendencias más signifi¬ si¡ Ppy
« IgPr .
tas aunque complejas junto con relaciones culturales y socia -
cativas. Lukács contribuyó a la profunda revaluación de « la les profundamente cambiantes y difundidas: cambios reco-
est é tica ». La Escuela de Frankfurt, con su especial é nfasis |
f||¡p
nocidos en todas partes como profundas transformaciones
en el arte, emprendió una sostenida reexaminación de la
« producció n artística », centralizada en el concepto de « me¬
¡
ggí
diEffceci:.
'
polí ticas y económicas. No es en absoluto sorprendente que
ej concept 0 especializado de « literatura » desarrollado en pre¬
diaci ón ». . Goldmann emprendió una revaluación radical del cisas formas de correspondencia con una clase social parti¬
« tema creativo ». Las variantes marxistas del formalismo se mi cular, una particular organización del saber y la apropiada
encargaron de la redefinició n radical de los procesos de la tecnología particular de la impresión, sea invocado actualmen¬
escritura , con nuevas utilizaciones de los conceptos de « sig¬ te con tanta frecuencia y con un mal humor de índole retros¬
nos » y « textos » y con un rechazo significativamente asociado iil- pectiva , nost álgica o reaccionaria como una forma de oposi ¬
de la « literatura » considerada como una categoría . Los m é¬ ción a lo que es correctamente comprendido como una nue¬
todos y los problemas indicados por estas tendencias será n va fase de la civilización. La situación es comparable, desde
examinados en detalle más adelante. t jü una perspectiva hist órica , a la invocación de lo divino y lo
No obstante, la fractura teórica fundamental se produce sacro, y del saber divino y sacro , contra el nuevo concepto
por el reconocimiento de la « literatura » como una categoría
J ;m humanista de la literatura , dentro de la dif ícil y debatida
social e hist órica especializante. Debería resultar evidente
que esta situación no disminuye su importancia. Precisamen¬ m transición de la sociedad feudal a la sociedad burguesa.
Lo que puede observarse en cada transición es un desa ¬
te porque es histórico, un concepto clave de una fase princi
68
- fl
fa§
rrollo hist órico del propio lenguaje social: hallando nuevos
69
1
Ilf
'
III
m
m&r !:
:
w
fem
fci
" medios, nuevas formas y posteriormente nuevas definiciones Ideolog ía
de una cambiante conciencia práctica. Una gran parte de los
4.
valores activos de la « literatura » deben ser comprendidos,
por tanto, no como valores ligados al concepto, que los limi¬
taría y los sintetizaría, sino como elementos de una prá c¬
tica cambiante y continua que se está movilizando sustan¬
cialmente más allá de las formas antiguas y que actualmente
*§iM
lo hace a nivel de la redefinición teórica.
|
i
i El concepto de « ideología » no se origina en el marxismo
ni en modo alguno está confinado a él. Sin embargo, existe
evidentemente un concepto importante en casi todo el pensa ¬
miento marxista sobre la cultura y especialmente sobre la
literatura y las ideas. La dificultad consiste entonces en que
I# TOS?
debemos distinguir tres versiones habituales del concepto,
que aparecen corrientemente en los escritos marxistas. Estas
versiones son, claramente:
wm a) Un sistema de creencias característico de un grupo o
J
Jt
Jf
•? b ) Un sistema de creencias ilusorias ideas falsas o
' \V —
falsa conciencia que puede ser contrastado con el conoci¬
miento verdadero o científico.
c) El proceso general de la producció n de significados e
ii » ideas.
I
ife
Dentro de una variante del marxismo, las acepciones á)
y 6) pueden ser efectivamente combinadas. En una sociedad
de clases todas las creencias está n fundamentadas en la po¬
V,
t # sición de clase, y los sistemas de creencia de todas las cla ¬
’ t’ ’ ,
-
‘ 'r
'
|1m
p
—
ses o, muy com únmente, de todas las clases que preceden
al proletariado, cuya formación involucra el proyecto de la
1pf —
abolición de la sociedad de clases son por tanto parcial o
totalmente falsos (ilusorios) . Los problemas específicos exis¬
tentes en esta poderosa proposición general han conducido
i# 3
a una profunda controversia dentro del pensamiento marxis ¬
i -fe
fe
• simple acepción a ) alguna forma de la proposición, como
—
ocurre en la caracterización de Lenin, por ejemplo de la
—
« ideología socialista ». Otro modo de conservar y distinguir
las acepciones a ) y b ) es el de utilizar la acepción a) para los
sistemas de creencias fundados en la posición de clase, inclu¬
la p-
yendo la del proletariado dentro de la sociedad de clases, y
la acepción b ) para contrastar (en un sentido amplio) con
i4 fe el conocimiento cient í fico de todo tipo, que se basa en la
i- p
'
realidad antes que en las ilusiones. La acepción c ) socava
70
ik
« 71
IR
mr
mzs s¡EÍ-
m
fe r la mayor ía de estas asociaciones y distinciones, ya que el
1m
irt con la tradición empirista que había transcurrido desde
—
•
—
proceso ideol ógico la producción de significados e ideas
es considerado entonces como un proceso general y universal i
Locke a través de Condillac indicando su preocupaci
los « signos y su influencia sobre el pensamiento
ó n por
» y sinteti ¬
y la ideología es o este propio proceso o su campo de estudio. zando su « triste sistema » como una« reducció n detransforma
« nuestros
a la condició n de sensaciones
—
¬
pensamientos »
Las posiciones asociadas con las acepciones a ) y b ) , por tanto, Mm . las características de la inteligencia agregaba
son aplicadas en los estudios ideol ógicos marxistas.
En esta situaci ón no puede existir ninguna cuestión para
establecer, excepto en la polémica , una única definición mar-
m
das » « Todas
De Bonald
— desaparecieron bajo el escalpelo de esta disec¬
ción ideológica ».
Los rumbos iniciales del concepto de ideología son , en
xista « correcta » de la ideología . Es m ás adecuado retrotraer 1 '
el té rmino y sus variantes al campo de las cuestiones en que 1 consecuencia , sumamente complejos. Ciertamentehay , era una
í
mismo
rica , la
« en el
tiem ¬
« ideo ¬
volver a ocuparnos de tales cuestiones tal como se presentan
en la actualidad y de las importantes controversias que re¬ fü logía » se vio limitada por sus supuestos filos óficos a una ver
sensaciones transfor
¬
velan y ocultan el término y sus variaciones. sión de las ideas consideradas como « ¬
tif
sm
sm
sió n abstracta », introducida en primera instancia por ; Napo¬
león desde una posici ón evidentemente reaccionaria , fuera
adoptada por Marx aunque desde una nueva posici ón.
relaciona correctamente la acepción cient ífica de la ideología
m Napoleón afirmaba :
73
72
fi
li
¡ í- m '
'
iir
r
f « Es a la doctrina de los ideólogos
—
a esta difusa metaf ísica
que de una manera artificial procura hallar las causas originarias
Mm
111m ;
«lasideas directrices no son m ás que la expresió n ideal de las
materiales dominantes, las relaciones materiales do¬
y que sobre esta base erigiría la legislación de los pueblos, en 11£
relaciones
minantes entendidas como ideas » ( id ., p. 39) .
lugar de adaptar las leyes a un conocimiento del corazón huma ii
— m
¬
con el cual el gobernante francés solía distinguir toda espe¬ í&s. « conciencia »:
cie de teoría que, sin apoyarse en absoluto sobre la base del ;
I:
propio interés, pensaba él, podía prevalecer sin ardientes
R. « La conciencia nunca puede ser otra cosa que la existencia
• -/ R ^
muchachos salvadores ni entusiastas , enloquecidos. »
. Cada elemento de esta condena de la « ideología » que
— ¡IÉ consciente, y la existencia de los hombres es su verdadero pro¬
ceso de vida . Si en toda ideología los hombres y sus circuns¬
tancias aparecen invertidos como en una camera obscura , esté
d ü rante la primera mitad d él siglo xix fue muy bien conocida
im
* V *‘
*
VR.R '
í~pf
'
:* V' .. .
y frecuentemente repetida en Europa y Norteamérica fue
retomado y aplicado por Marx y Engels en sus primeros es¬ —
critos. Constituye el contenido sustancial del 'ataque de estos * en que la inversión de los objetos en la retina surge de su pro¬
ceso de vida f ísico » ( id ., p. 14).
y í" :'4 iV - ;
autores a sus contemporá neos alemanes en la obra La ideolo¬ El é nfasis resulta evidente pero l á analogía es complicada..
/'.
g ía , alemana (1846). Hallar « causas primarias» en las « ideas » El proceso íf sico de la retina no puede ser separado razona -
;
V .. • fue considerado el error básico. Existe incluso el mismo tono blemente del proceso f ísico del cerebro, que, como una acti -
dé despectiva viabilidad en la anécdota que aparece en el
Prefacio de Marx:
|
|^ vidad necesariamente conectada, controla y « rectifica » la in
-
jp wp versión. La camera obscura era un dispositivo consciente para
•
-
« Había una vez un muchacho honesto que tuvo discernir las proporciones; - lá inversión había sido efectiva -
i.
vv la idea dp
que los hombres se hundían en el agua sólo porque se hallaban
poseídos por la idea de la gravedad. Si ellos apartaran esta idea
|H afe
'
“ "
| |mente corregida mediante el agregado de otra lente. En cier-
|
to sentido, las analogías no son más que incidentales, pero
de sus cabezas, digamos considerándola como una superstición ; M probablemente se relacionan (aunque como ejemplos en rea-
; entonces se hallarían a cubierto de un modo sublime contra cual¬
’
lidad funcionen en contra) con un criterio subyacente de
quier peligro que proviniera del agua » (p. 2). .Sjf
"
üt
? « conocimiento positivo directo ». Son muy proclives de algú n
rfefe -
Las teorías abstractas, separadas de la « base del propio
|HJf p
| modo a utilizar « la idea de la gravedad » para refutar la no
ción del poder determinante de las ideas. Si la idea no hu
-
¬
de producción y de a ü toproducción —
trodujeron « el verdadero terreno de la historia » el proceso
— a partir del cual po¬
dían delinearse « los orígenes y el desarrollo» de « diferentes
iñ t
hubiera debido pasar por muchos más estadios y dificultades
significativos.
Esta posición es tambié n verdadera incluso en relación
con la definición má s positiva:
productos teóricos ». El simple cinismo de apelar al « propi ó
in'terés » se convirtió en una diagnosis crí tica de la verdadera « Nosotros no partimos de lo que los hombres dicen, imagi¬
base de todas las ideas: * '
nan, conciben , ni tampoco de lo que se dice, se piensa, se ima ¬
gina o se concibe de los hombres , con el propósito de llegar a
1. Citado en la obra de A. NAESS, Democracy , Ideology , and Ob los hombres en persona. Partimos de los hombres reales, en
jectivity , Oslo, 1956, p. 151.
¬
i actividad , y sobre la base de su verdadero proceso de vida de -
74 i® 75
«
.
Éfpf
Pr
é
1 338*
ip .
£
m
fe
tir de su proceso de vida material, que resulta emp íricamente
verificable y limitado a premisas materiales. La moralidad , la
religi ón, la metaf ísica, todo el resto de la ideolog ía y de sus co
||--ycarne p
Engels abstraigan, a su vez, los persuasivos « hombres en
'
damente degradante. El da ño puede ser comprendido si lo y Engels confiaban en ellos extensiva y repetidamente).
I
P JWarx
: comparamos durante un momento con la descripción que |
|!¡p
| ;Ciel mismo modo que « la historia de la industria... tal como .
hace Marx del « trabajo humano » en El Capital (I, pp. 185-
186): !
||§ existe objetivamente. .. es un libro abierto de las facultades
|
humanas . .. una psicolog í a humana que puede ser directamen -
« Presuponemos |
| | | g. te aprehendida » ( Manuscritos económicos y filosó ficos de
el trabajo en una forma que lo caracteriza
como si fuera exclusivamente humano. .. Lo que distingue al
peor arquitecto de la mejor de las abejas es esto, que el arqui¬
.¡® Ip;
-
1844 , p. 121) , y que ellos han introducido decisivamente con
id tra jas exclusiones que practican los demás historiadores.
'
-
tecto crea su estructura en la imaginaci ó n antes de erigirla en Lo que ellos fundamentalmente defend ían era un nuevo modo
la realidad . Al final de todo proceso de trabajo obtenemos un comprender las relaciones totales entre este « libro abier¬
resultado que ya exist ía en la imaginaci ón del trabajador desde t m de to », « lo qué los hombres dicen » y « lo que se dice de los
su comienzo.»
«
A te±:
• hombres ». En una respuesta polé mica a la historia abstracta
de las ideas o de la conciencia produjeron su punto clave,
Esto quizá se mueva demasiado en la dirección opuesta , am fundamental ; pero en lo que se refiere a un á rea decisiva vol¬
pero su diferencia del mundo de los « reflejos », « ecos », «fan
tasmas » y « sublimados » dif ícilmente necesita ser subrayada.
¬
vieron a perderlo. Esta confusión es la fuente de la ingenua
2
La conciencia es considerada desde el principio como una par ¬ reducci ón , en gran parte del pensamiento marxista posterior,
te del proceso social material humano, y sus productos en de la conciencia , la imaginación, el arte y las ideas a « refle ¬
« ideas » son tanto una parte de este proceso como los propios jos » , « ecos » , « fantasmas » y « sublimados», y por lo tanto
productos materiales. Esto, fundamentalmente, constituyó . :i de una profunda confusi ón en el concepto de « ideología » .
la fuerza propulsora de toda la argumentaci ón de Marx ; sin Podemos averiguar m ás elementos de este fracaso si exa ¬
embargo el punto se perdió, en esta á rea fundamental, de¬ minamos las definiciones de ideología que obtienen la mayor
bido a una rendición temporal al cinismo de los « hombres parte de su fuerza del contraste con lo que no es ideología.
prácticos » y, a ú n más, al empirismo abstracto de cierta ver¬ El m ás com ú n de estos contrastes aparece con relación a lo
sión de la « ciencia natural ». que se denomina « ciencia ». Por ejemplo:
ni 77
76
U
\
M
V'
-> -
V
r
m*
:
»
« En la vida real, allí donde termina
la especulació n es dom i» tos » como proceso « reflexivo » o de un « segundo estadio » da
de comienza la ciencia positiva, verdadera: la representación de j m por resultado una irónica idealización de la « conciencia y sus
SIIK
i
la actividad práctica, del proceso práctico del desarrollo de
los hombres. Allí cesan las palabras vacías sobre la conciencia productos » en este nivel secundario.
y debe tomar su lugar el verdadero conocimiento. Allí donde Esto es así debido a que « la conciencia y sus productos »
describe la realidad, la filosof
se siempre forman parte, aunque de formas muy variables, del
ía, considerada como una rama
independiente de la actividad pierde su medio de existencia
»
propio proceso social material, sea como elementos necesa ¬
{ La ideologí a alemana , p. 17). rios de la « imaginación » en el proceso de trabajo, según los
En este punto se presenta una serie de dificultades. Los m
§ fh _ _
denominara Marx, o como condiciones necesarias del trabajo
asociado, en el lenguaje o en las ideas prácticas de relación ;
Jp í < p como es frecuentemente
usos de los conceptos de « conciencia » y «filosof ía » dependen
casi por entero del aserto principal sobre la futilidad
implica la separación de la conciencia y el pensamiento
del m —
« «sw* - ^-
uiviuauo, en
irecueniemenie olvidado ios verdaderos
cu los vauauaus piupro-
’ os todos ellos f ísicos y materiales , y la mayoría manifies
tamente
-
que son disfrazados e idealizados como « la concien¬
proceso social material. Esta separaci ón es lo que convierte cia y sus productos » pero que, cuando se observan sin ilusio¬
en ideología a esta conciencia y a este pensamiento. Sin em nes, resultan ser ellos mismos actividades necesariamente ma¬
bargo, es sencillo comprender cómo este punto podría asumir - teriales y sociales. Lo que realmente se idealiza , en la con¬
se, y así ha ocurrido con frecuencia, de un modo sumamente- cepció n reductiva corriente, es el « pensar » o el « imaginar »,
y. la única materialización de estos procesos abstractos se
diferente. Dentro de un nuevo tipo de abstrá cció n, « concien M !
cia » y « filosof ía » se hallan separadas, a su vez, del « - p | | consigue
'
indisoluble es la absurda exclusión de la conciencia del « de É go , la capacidad de « internalizació n » que constituye una
sarrollo de los hombres » y del « verdadero conocimiento » de - | B.f - parte necesaria de todo proceso social entre los individuos
\ ,
este desarrollo. Aunque el primero, al menos, resulta 1 ¡ S; reales) que se toman accesibles solamente por medios indis¬
sible por medio de la aplicación de cualquier esquema. Por a | -
impo M ¡j»
?
r
í cutiblemente f ísicos y materiales: en las voces, en los soni ¬
lo tanto, cuanto puede hacerse para disimular su cará dos producidos por los instrumentos, en la escritura manus ¬
78 m
«t
mucho trecho, pues a poco de andar en él se erige una est ú pi-
79
_i _
i
m
" i
±?**
f# da barrera. El dif ícil concepto de «ciencia ». Debemos infor¬ de esperar, que los métodos, o al menos la disposición, pu
¬
*V
' de principios del siglo xix el vocablo inglés science (ciencia) .
En un sentido amplio se refiere al á rea del « conocimiento
m
¥
*
ber terminado, con las formas y las categorías de una fase
de la sociedad hist órica particular, resulta sumamente im
¬
sistemá tico » o del « saber organizado ». En inglés este té rmi¬ portante y fue demostrado fundamentalmente en la mayor
I no ha estado muy restringido al tipo de conocimiento basado A parte de la obra de Marx. Sin embargo, es muy diferente de
la utilización acrítica de «ciencia » y « científico » , con delibe
—
¬
en la observación del « mundo real » (al principio, y todavía
I
es vigente, dentro de las categorías del « hombre » y « el mun ¬
do ») y a la significativa distinción (e incluso oposición) entre
radas referencias a— y analog ías de la « ciencia natural »,
so del desarrollo nuevos sentidos de empí rica y positiva. Por mo cient ífico » se convirtió, bajo su influencia, en una divisa
lo tanto, resulta sumamente dif ícil para cualquier lector in ¬ polémica. En la práctica depende casi por igual de un ( justi¬
glés comprender la frase traducida de Marx y Engels « la
—
ciencia positiva, verdadera » en otro sentido que no sea este — ficable) sentido de conocimiento sistemá tico de la sociedad,
basado en la observación y el an álisis de sus procesos de de¬
sentido especializado. Sin embargo, deben hacerse inmediata¬ sarrollo (a diferencia, por así decirlo, del socialismo « utópi¬
mente dos salvedades. Primero, que la definición marxista co », que proyectaba un futuro deseable sin una consideración
del « mundo real », moviéndose má s allá de las categorías se¬ rigurosa de los procesos pasados y presentes en que debía
paradas del « hombre » y «el mundo» e incluyendo, como fun ¬ ser incluido) , y de una asociación (falsa) con las « leyes » « fun¬
damental, el activo proceso social material, ha hecho imposi¬ ¡
damentales » o « universales » de la ciencia natural, que, aun
ble cualquier simple transferencia de este tipo: cuando resultaban ser m ás « leyes » que hipótesis o generali¬
zaciones efectivas de trabajo, eran de un tipo diferente por¬
« Si la industria es concebida como una forma esot é rica de
que sus objetos de estudio eran radicalmente diferentes.
la realizació n de las facultades humanas esenciales , uno es capaz La noción de « ciencia » ha tenido un efecto crucial , nega¬
de comprender asimismo la esencia humana de la Naturaleza o
la esencia natural del hombre. Las ciencias naturales abandonarán tivamente, sobre el concepto de « ideología ». Si la « ideología »
entonces su orientació n materialista abstracta, o m ás bien, idea ¬ se diferencia de « la ciencia positiva, verdadera », en la acep¬
..
lista, y se convertirá n en la base de la ciencia humana . ' Una base ción de un conocimiento coherente y minucioso del « proceso
pr áctico del desarrollo de los hombres», entonces la distin¬
—
par la vida y otra para la ciencia constituye á priori una falsedad »
.
{ Manuscritos.. , p. 122).
1 ción puede resultar significativa como indicador de los su¬
*
’
1í- Br
puestos, los conceptos y los puntos de vista admitidos que
•
*
•
' XX? -
;
:?
V* S;
-
80
—
hasta un proceso social material activo, interactivo y en cier¬
to sentido clave autocreador , era de suponer, o mejor era
a través de los cuales se ha obtenido y organizado cualquier
conocimiento. No obstante, es precisamente este tipo de aná-
81
..s . » A# 16 ,
5É Z.
. •'*
í
lisis lo que se evita mediante el supuesto a priori de un mé¬
todo « positivo » no sujeto a un escrutinio de esta naturaleza; ideas que son específicamente « ideológicos ». Más tarde En ¬
un supuesto basado en los supuestos admitidos ( y sin exami¬ gels procuró aclarar esta posición:
nar) del « conocimiento cient ífico, positivo » , liberado de la
« propensi ón ideológica » de todos los demás
K «Toda ideología ... una vez que ha surgido, se desarrolla en
observadores.
Esta posición, que se ha dado con frecuencia en el marxismo i8 conexión con el material conceptual dado, y desarrolla aún m ás
ortodoxo, es tanto una demostración indirecta como una este material ; de otro modo dejaría de ser ideología, es decir,
la ocupación con pensamiento tanto como con entidades indepen¬
habitual manifestación partidaria (del tipo que han expresado dientes, desarrollá ndose independientemente y sujetas solamente
casi todos los partidos) a la que los dem ás se hallan predis
¬
ÜI: a sus propias leyes . Que las condiciones de vida material de
puestos, si bien por definici ón nosotros somos inmunes las personas, dentro de cuyas cabezas continúa este proceso de
a
.
ella m pensamiento, determinan en ú ltima instancia el curso de este pro¬
Tal fue la vía de escape de los ingenuos ante el dif í
IB ceso, contin ú an siendo necesariamente desconocidas para estas
problema con que se enfrentaba el materialismo histó
Su importancia sintomá tica a nivel de dogma debía ser to¬
mada en consideració n y luego apartada si nuestra intenci
cil
rico. »
Im .
personas ya que de otro modo se llegar
.
( Feuerbach , pp. 65-66)
ía al fin de toda ideología »
era la de comprender claramente una proposición muy dife ón i « La ideolog ía es un proceso llevado a cabo por los denomi ¬
.
rente y mucho más interesante que conduce a una definició
n
¬ nados pensadores, conscientemente aunque en realidad con una
' falsa conciencia. Los verdaderos motivos que lo alientan per¬
muy diferente de la ideología (aunque con frecuencia
no es fm
iS manecen desconocidos para él ya que de otro modo no habr ía
distinguida desde una perspectiva teórica). Comienza con en absoluto un proceso ideológico. Por lo tanto él imagina mo¬
ataque principal a los jóvenes hegelianos, de quienes
se de
el
¬
m tivos falsos o aparentes. Debido al hecho de que es un proceso
cía que « consideran que las concepciones, los pensamientos
las ideas, y en realidad todos los productos de la conciencia,
,
i del pensamiento él deriva su forma como su contenido del pen
samiento puro, tanto de su propio pensamiento como del pensa¬
miento de sus predecesores.» *
¬
m
m
. 83
B
i
-m
adelante la conciencia se halla en posición de emanciparse del el de conocimiento « cient ífico » o « verdadero », excepto si se
mundo y de proceder a la formación de una teoría, una teología,
un filosof ía , una ética, "puras"» { La ideolog ía..., p. 51).
mm hace un juego de manos con la descripción « prá ctica », ya que
5 .
la mayoría de las clases gobernantes no han tenido que ser
¿?. « desenmascaradas »; normalmente han proclamado su existen¬
La ideología es, entonces, una « teoría separada », y su anᬠcia y las « concepciones, pensamientos, ideas » qu é la ratifican.
m
lisis debe involucrar la recuperación de sus « verdaderas »
conexiones . m Normalmente derrocarlas significa derrocar su práctica cons¬
ciente; y esto es siempre mucho más dif ícil que derrocar sus
ideas « abstractas» y « universalizadoras », que, asimismo, en
« La división del trabajo... se manifiesta asimismo en la clase
if té rminos reales, mantienen una relación con la « conciencia
dirigente como la división entre el trabajo mental y el trabajo
material, de modo que dentro de esta clase una parte la cons¬
iü polí tica » dominante mucho má s compleja e interactiva de lo
tituyen los pensadores de la clase (sus ideólogos conceptivos,
activos, que hacen del perfeccionamiento de la ilusión que la mÜf que ocurre con cualquier concepto que hayamos tenido nun ¬
ca. O nuevamente, la « existencia de las ideas revolucionarias
clase tiene sobre sí misma la fuente principal de su mantenimien¬ a
w durante un per íodo particular presupone la existencia de una
to) mientras que la actitud de los demás en relación con estas clase revolucionaria ». Sin embargo, esto puede o no ser cierto
ideas e ilusiones es m ás pasiva y receptiva debido al hecho de desde el momento en que todas las cuestiones dif íciles sur¬
que ellos son en realidad los miembros activos de esta clase y
tienen menos tiempo para producir- ilusiones e ideas sobre ellos
m gen en relación con el desarrollo de una clase prerrevoluciona-
..
mismos » { La ideolog í a ., pp. 3940). ria o potencialmente revolucionaria o sumariamente revolu¬
cionaria hasta llegar a ser una clase revolucionaria experi¬
Esto es suficientemente agudo, y los mismo ocurre en la mentada ; y las mismas cuestiones dif íciles surgen necesaria ¬
siguiente observación de que mente en relación con las ideas prerrevolucionarias, poten¬
m
m cialmente revolucionarias o sumariamente revolucionarias.
mm
« todanueva clase... se ve obligada . .. a representar su interés Las propias y complicadas relaciones de Marx y Engels con
como si fuera el interés de todos los miembros de la sociedad, el carácter revolucionario del proletariado europeo (en sí
expresado con una modalidad ideal ; esta clase dará a sus ideas mismo muy complicado) constituyen un ejemplo sumamente
la forma de la universalidad y las representará como las únicas práctico de esta precisa dificultad , como lo es asimismo su
41) . .
ideas racionales, universalmente válidas » { La ideolog í a. ., pp. 40-
ii
m
relación complicada y reconocida (incluida la relación implí¬
cita a trav és de la crítica) con sus predecesores intelectuales.
Lo que realmente ocurrió, durante el per íodo transitorio
Sin embargo, entonces el concepto de « ideología » oscila
entre « un sistema de creencias característico de cierta clase » II iI aunque influyente en que tuvo lugar esta sustitución por un
—
y « un sistema de creencias ilusorias falsas ideas o falsa con¬
—
ciencia que puede ser contrastado con el conocimiento ver¬
dadero o científico ». m
conocimiento coherente y minucioso, fue, en primer lugar,
una abstracción de la « ideología » como categoría de ilusiones
y falsa conciencia (una abstracción que, como ellos sabían
muy bien, evitar ía el examen no de las ideas abstractas, que
Esta incertidumbre nunca fue verdaderamente resuelta.
M es relativamente sencillo, sino del proceso social material en
— —
La ideología considerada como una « teoría separada » el ho¬
gar natural de las ilusiones y la falsa conciencia se halla se¬ que « las concepciones, los pensamientos, las ideas », aunque
parada de la (intrínsecamente limitada) « conciencia prá ctica en grados diferentes , se vuelven prá cticas). En segundo lugar,
de una clase ». Sin embargo, esta separación es más f á cil de se otorgó a la abstracci ón una rigidez categórica, una con ¬
efectuar en la teoría que en la prá ctica. El inmenso cuerpo ciencia trascendental antes que una conciencia genuinamente
de la conciencia de clase directa , directamente expresada y di¬ hist órica de las ideas, que entonces podría ser mecá nicamen¬
rectamente impuesta una y otra vez, puede parecer que escapa te separada en forma de estadios unificados y sucesivos tanto
a la influencia de la «ideología », que estar del conocimiento como de la ilusión . Cada estadio de la abs¬
ía limitada a los fi¬ tracci ón es radicalmente diferente, tanto en la teor ía como
lósofos « universales ». Pero entonces ¿ qué nombre debe adju ¬ i i en la prá ctica, del énfasis puesto por Marx sobre el necesario
dicarse a estos poderosos sistemas directos? Seguramente, no
conflicto de verdaderos intereses dentro del proceso social
84
s A 85
i
r. ... *' t£
’1
fm -.
¡
iM
nes sociales y de la función desempeñada dentro de estas
relaciones por « las concepciones, los pensamientos y las
ideas ». Existió un intento final, desarrollado por Luká cs, de te « El socialismo, en la medida en que es la ideología de la lucha
m
clase, la fuente principal de su mantenimiento » —
debe ser
t ácitamente excluida , a menos que la referencia a una « clase
í Pv - gobernante » pueda ser disfrazada de clá usula salvadora . Tal
verdad y como distinción fundamental de la ideología. De un :i fcj
modo muy general esta situació n constituye una proyecci ón
absolutamente consistente de la idea de la « conciencia prác¬ ' m
í df .$.
vez más significativamente, la « ideología », en su verdadera
acepció n neutra o aprobatoria, sea considerada como « intro¬
ducida » en la fundación de « todo . . . el conocimiento huma-
tica »; sin embargo, es sencillo observar de qué modo su apli¬
cació n a las teorías , las formulaciones y los programas espe - %m 3. What . is to be done?, Oxford, 1963, II.
86
fe 87
li
m
V-
m
ill
.
no... científico... etcétera », aplicado, por supuesto, desde un
punto de vista de clase. La posición consiste, claramente,
-J5
- de la tradición marxista, el argumento esencial sobre la «con¬
ciencia práctica » fue limitado y frecuentemente distorsionado
en que la ideología es teoría y que la teor ía es a la vez se¬ por dificultades para comprender que los procesos fundamen¬
ip cundaria y necesaria; la « conciencia prá ctica », como aquí la tales de significación social son intrínsecos a « la conciencia
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del proletariado, no se produce por sí misma. Esto es radi¬
calmente diferente al pensamiento de Marx, en el cual toda
práctica » y asimismo intrínsecos a las « concepciones, pen ¬
samientos e ideas » reconocibles como productos de la misma .
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1. Base y superestructura
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B Todo enfoque moderno de la teoría marxista de la cul¬
V tura debe comenzar considerando la proposició n de una base
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determinante y de una superestructura determinada. Desde,
un punto de vista estrictamente teórico no es, desde luego
éste el punto que elegiríamos para comenzar el análisis. Des¬
Jilt .
de ciertas perspectivas sería preferible que pudié ramos co¬
menzar a partir de una proposición que originariamente re,¬
IP
111 sultara igualmente central, igualmente aut éntica: es decir
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ik teriales. La suma total de estas relaciones de producción cons¬
tituye la estructura econ ó mica de la sociedad, el verdadero fun¬
damento sobre el que se erige la superestructura legal y política
y a la que le corresponden formas definidas de conciencia so¬
?§ cial. El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de vida social, polí tico e intelectual en general. No es
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f la conciencia de los hombres la que determina su existencia,
sino, por el contrario, es su existencia social la que determina
su conciencia. En un cierto estadio de su desarrollo, las fuerzas
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las numerosas formas de propiedad, sobre las cdndí-
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productivas materiales de la sociedad entran en conflicto con las «
relaciones de producció n existentes o lo que no es sino una í' de la existencia, se erige toda una superestructura
expresión legal de la misma cuestión con las relaciones de
propiedad dentro de las que han venido funcionando hasta aho¬
ra. De ser formas del desarrollo de las fuerzas productivas, estas
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de sentimientos ( empfindungen ), ilusiones, hábitos de pensamien¬
to y concepciones de vida variados y peculiarmente conformados.
La clase en su totalidad las produce y configura a partir de su
relaciones se convierten en sus trabas. Entonces comienza una ggv y fundamento material y de las condiciones sociales coríespon -
época de revoluci ó n social. Con el cambio' del fundamento eco¬ ** dientes. La imidad individual hacia la cual fluyen, a través de la
'
nómico toda la inmensa superestructura es m ás o menos rápi¬ . tradición y la educación, puede figurarse que ellas constituyen las
damente transformada. Considerando tales transformaciones debe jig§§? verdaderas razones y las verdaderas premisas de su conducta»
observarse siempre una distinción entre la transformación mate¬ { Selected Works, I, pp. 272-273).
rial de las condiciones econ ómicas de producción, que pueden
ser determinadas con la precisión de la ciencia natural, y las Evidentemente, éste es un uso muy diferente. Lá « superes¬
—
síntesis, las formas ideológicas dentro de las cuales los hom- —
formas legales, políticas, religiosas, estéticas o filosóficas en
bres toman conciencia de este conflicto y lo combaten» (Selected
tructura » es aquí toda la « ideología » de la clase: su « forma
m Sí*®-- • de conciencia »; sus modos constitutivos de comprenderse den¬
tro del mundo. A partir de esta utilización dél t érmino y de
"
- .
Works! I, pp. 362 364)
la utilización que posteriormente se hizo de él es posible con¬
Dif ícilmente sea éste un punto de pá rtida obvio para cual¬ siderar la emergencia de tres sentidos de la « superestructu¬
quier teoría cultural. Forma parte de una exposición del mé¬ sW ' ra »: a ) Las formas legales y polí ticas que expresan verdade¬
todo materialista histórico en el aspecto de las relaciones le¬ ras relaciones de producción existentes; b ) las formas de
gales y las formas de Estado. La utilización originaria del tér¬ conciencia que expresan una particular concepci ón clasista
mino «superestructura » es explícitamente calificada como «le¬ del mundo; c) un proceso en el cual, respecto de toda una
gal y polí tico ». (Observemos, de paso, que la traducción ingle serie de actividades, los hombres tomen conciencia de un con ¬
— —
sa, en su uso corriente, tiene un plural « superestructuras
legales y polí ticas » para la expresión singular ' de Marx « ju
risticher und politischer Uberbau».) Se dice además que hay
¬
- a
flicto económico fundamental y lo combatan. Estos tres sen¬
tidos respectivamente, dirigirían nuestra atención hacia a) las
instrucciones; b) las formas de conciencia; c) las prácticas
«formas definidas de conciencia social » que « corresponden » políticas y culturales.
.
a ella ( entsprechen) La transformación de « toda la inmensa
superestructura » dentro de la' revolución social que comien¬
Sta ¬ Es evidente que estas tres á reas está n relacionadas y que,
ll m en el análisis, deben interrelacionarse. Sin embargo, precisa¬
za a partir de las relaciones modificadas de las fuerzas pro¬ mente en esta cuestión fundamental de la interrelación, el
ductivas y las relaciones de producción, es un proceso en que
'
: término mismo nos es de muy poca ayuda; ello se debe con¬
« los hombres toman conciencia de este conflicto y
lo com ¬ j, cretamente a que, a su vez, es aplicado a cada á rea de forma
baten » mediante «formas ideológicas », que ahora incluyen las alternativa. Tampoco resulta absolutamente sorprendente, ya
formas « religiosas, estéticas o filosóficas » así como la legal y
lo político. Es mucho lo que se ha deducido de esta formu ¬
lación; sin embargo, el verdadero contexto es inevitablemen ¬
m que la utilización no es originariamente conceptual de un
. modo preciso, sino metaf órica. Lo que expresa originaria¬
mente es el importante sentido de una « superestructura » for¬
te limitado. Por lo tanto, y simplemente a partir de este pa¬
saje, sería posible definir las formas «culturales » ( « religiosas,
esté ticas o filosóficas ») dentro de las cuales « los hombres to¬
m mal y visible que podría ser analizada por sí misma pero que
no puede ser comprendida desconociendo que se apoya en
un « fundamento ». Podr ía decirse lo mismo sobre el té rmino
t
man conciencia de este conflicto » sin suponer necesariamente
que estas formas específicas constituyan la totalidad de la i m metaf órico correspondiente. En la acepción de 1851-1852 se
halla ausente, y los orígenes de una forma especial de con ¬
actividad « cultural ». •
? ciencia de clase está n especificados como «formas de pro¬
Existe, al menos, una utilización más primitiva del té rmi¬ piedad » y « condiciones sociales de existencia ». En la acep¬
no «superestructura » aplicada por Marx. Aparece en la obra : ción de 1859 aparece en una metáfora prácticamente cons¬
El dieciocho brumario de Luis Napoleón, 1851-1852: fts ciente: «la estructura económica de la sociedad, el verdadero
F- fundamento ( die reate Basis ) , sobre el cual se erige ( erhebt )
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la superestructura ( Uber'bau ) legal y polí tica ». Más adelante
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es reemplazado en la exposición por el «fundamento econó¬
.
mico» ( dkonomische Grundlage ) La continuidad de significa¬
do es relativámente clara, pero la variedad de términos para
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y contra la evacuaci ón consiguiente del contenido
. específico las verdaderas actividades humanas por la im-
categorías abstractas. Por lo tanto, la abstracción
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énfasis correlativo, que incluye no sólo la compleji *"1 ¿a, afirma finalmente como necesario. Por otra parte, la aplicación
dad, sino también el reconocimiento de los modos en que al¬- M- de la teoría a cualquier período de la historia serla más sencilla
gunas conexiones se pierden para la conciencia, se halla muy |
| | que la solución de una simple ecuación de primer grado.»
lejos de las categorías abstractas de « superestructura » y 2
« base » (aunque sostiene la implicación de á
reas separadas) . ! gjjÉ: Esto es un reconocimiento fundamental de las complejida-
En todo análisis marxista serio las categor í as no son utili " des verdaderas y . metodológicas. Es de particular importancia
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zadas de modo abstracto. No obstante, pueden producir su- sa Lwxz: en relación con la idea de, la. ,«determinaci ón», que será exami-
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cimiento de las complejidades prácticas acentuaba aquellas H
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efecto. Resulta significativo que la primera fase del recono- ¿ - da Por separado, y en relación con el problema decisivo
11 conc considerada como reflejos reflexi ó
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que realmente son relaciones cuantitativas. Hacia finales
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* ? bar8 dentro de la fuer2a <lu« manifiesta su contraste entre
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siglo xix era habitual reconocer lo que puede ser mejor des- m
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crito como « alteraciones » , o dificultades especiales de reí a '
ciories que de otro modo serí an regulares . Esto es correcto en 3® - 41 y a lo largo de su reconocimiento de una nueva (y teónca-
—
mente siSnificativa) excepción « la mfimta multitud de aco¬
rdación con la idea de los « retrasos » en el tiempo , que había Jl ü
« - dentes ®
—
> Engels no revisa en profundidad las categorías ce-
sido desarrollada a partir de la observación de Marx de que —
“ la base » ( « el elemento económico » , « la situación
algunas de las « cimas » del arte « no se corresponden en ab '
ff JP econ ómica ’
», « el movimiento económico » ) y los « numerosos
soluto con el desarrollo general de la sociedad » . Esta sitúa-- § W elementos » (políticos, jurídicos, teóricos) de « la superestruc-
—
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ción podr í a expresarse (aunque la « solución » de Marx a este ” en la medida en flue reitera las categorí as e ilustra
*ura
problema no fue de este tipo) como una cuesti ón de « retraso» 9 R
iertas excepciones , rodeos e irregularidades que oscurecen su
o de « desigualdad » temporal. El mismo esquema básico
evidente en la noción de Engels de la distancia relativa ( « que
es # relaci ón , que de otro modo sería regular. Dentro de las for-
mulaciones teóricas de este importante período, lo que fun¬
-
se separan aún más » ) de las « ideologías superiores » . Consi 4 damentalmente falta es un adecuado reconocimiento de las
dérese, si no, la carta que enviara Engels a Bloch en el mes- conexiones indisolubles que existen entre producción mate¬
de setiembre de 1890: rial , actividad e instituciones políticas y culturales y la con¬
-W Í liP
ciencia. La sí ntesis clásica de « la relaci ón existente entre la
« De acuerdo con la concepci ón materialista
de la historia , el jjj & base y la superestructura » es la distinción de Plejanov de
último elemento determinante en la historia es la producció « Cinco elementos consecutivos: 1) el estado de las fuerzas
n y M
reproducción de la vida real . Marx y yo no hemos hecho productivas ; 2) las condiciones económicas; 3) el régimen
cosa que afirmar esto. Por lo tánto, si alguien lo deforma afir otra
mando que el elemento económico es el único determinante, trans- *4 socio-pol í tico; 4 ) la psiquis del hombre social; 5) las numero¬
forma aquella proposición en una frase sin sentido, abstracta - - | | f ¡
¡ sas ideologías que reflejan las propiedades de esta psiquis »
, M ( Fundamental Problems of Marxism, Moscú, 1922, pág. 76 ) .
absurda. La situación económica es la base, pero los numerosos
—
elementos de la superestructura las formas políticas de la
lucha de clase y sus resultados, es decir : las constituciones | |
es- ?3 $$5
Esto es mejor que la tan corriente proyección desnuda de
« una base » y « una superestructura » . Sin embargo , el error se
tablecidas por la clase victoriosa luego de una batalla triunfal ,
halla en su descripción de estos « elementos » como « conse¬
etcé tera , las formas jurídicas e incluso los reflejos de todas estas -
luchas reales en los cerebros de los participantes, . las teorías fi- ?í;
•
J re
cutivos¬
» , cuando en la práctica son indisolubles: no en el sen¬
tido de que no puedan ser distinguidos a los fines del análi ¬
losóficas, polí ticas, jurídicas, las concepciones religiosas y su pos ji ¿ - sis, sino en el sentido decisivo de que no son « áreas » o « ele¬
terior desarrollo en sistemas de dogma también ejercen su- § ffef'-: mentos » separados, sino actividades y productos totales y es¬
—
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ías analí ticas. Los analistas ortodoxos comenzaron a
99
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ran entidades concretas separables . Con esta perspectiva ,
——
dieron de vista los verdaderos procesos no las relaciones '
abstractas, sino los procesos constitutivos cuya acentúa-
ción debió haber sido función especial del materialismo his-
per
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||
|
^^ , cit . por Bottomore y Rubel , pp. 96-97).
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expresada muy a menudo por una repetida revaluación y rea¬
juste de la « superestructura » . Los exégetas han señalado su ^
IsjM eontradicciones en las relaciones de producción y en las con-
'
des muy generales y aparentemente uniformes . « La base » es « MK viiinrinn de los procesos variables de una « superestructura » .
la verdadera existencia social del hombre. « La base » confor¬
ma las verdaderas relaciones de producción que correspon¬ Ü I!lf
ÍjyjHC» La
í
solidez f í sica de los t érminos ejerce una presi ón constante
contra esta ampliación .
den a un estadio del desarrollo de las fuerzas productivas ma¬ Por tanto' en oposición a su desarrollo en el marxismo ,
*
son «°la base » y « la superestructura » las que necesitan ser
teriales . « La base » es un modo de producción en un estadio
particular de su desarrollo. Desde luego, en la práctica estas
Ü¡¡t; no
m pP|iK estudiadas, sino los verdaderos procesos específicos e indiso-
~
Ü Hpp la « determinación » .
Marx a las actividades productivas . Él mismo estableci ó una
4#
proposici ón contra la reducción de « la base » a categoría :
.
categorí a general . Por ejemplo, corresponde al modo de produc¬
ción capitalista un tipo de producción intelectual muy diferente
a aquel que correspond í a al modo de producción medieval . A me¬ filfj
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nos que la propia producción material sea comprendida en una
forma histórica específica, resulta imposible entender las carac¬ *
terí sticas de la producción intelectual que le corresponde o la ac-
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Dentro de la teor
res, el marxismo es
ía cultural marxista no hay problema %
más difícil que el de la determinación . Según sus detracto I ilr ducdón. Uno de
«
un tipo de teor
» ¬
tiva y determinista: no se permite a ninguna actividad que Jfiygferde una palabra diferente, konstatieren. En este
sumamente
sea real y significativa por sí misma, sino que es siempre re¬ 1 - punto la cuestión no es tanto la suficiencia de la traducción
ducida a una expresión directa o indirecta de algún contenido
económico precedente y predominante o de un contenido po¬ *¡
H
como la extraordinaria complejidad lingüí stica de este grupo
¡ í áffifcjde palabras. Esta situación puede ilustrarse mejor coriside-
¡at
lí tico determinado por una situación o posición económica. MlÍÍ . pando la complejidad que reviste en inglés el t érmino « de¬
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102
I¡fe 103
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....
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La idea presupone características inalterables o
« científica » i:
Ifltt
§ ci ón : es verdaderamente la « determinació n » como «fijación
relativamente fijas; el cambio, por lo tanto, consiste en alte- áw !«fe | de límites ».
rar (aunque de un modo que se puede descubrir, y que en| § ÜÜ í La diferencia fundamental entre « determinación » en este
ese sentido es predecible) las condiciones y las combina j¡§ - sentido, y « determinación » en el sentido de las « leyes » de un
ciones. §§ %m¡v ¡ proceso total sujeto a un desarrollo inherente y predecible no
Parece claro que la versión marxista del determinismo, al aj i i|
§lj | t es dif ícil de entender, aunque a menudo puede escabullirse
menos en un primer estadio, corresponde a esta idea «cien 'M SÉp- - entre los . sentidos mutantes del t é rmino « determinar ». La
tí fica, . IB cuestión clave radica en el grado en que las condiciones «ob¬
jetivas » son comprendidas como externas . Desde el. momento
« En la producció n social que desarrollan los hombres, esta $
- en que, dentro del marxismo, por definición, las condiciones
blecen relaciones definidas que son indispensables e independien- á |
||r « objetivas » son , y sólo pueden ser , resultado de las accio¬
Jg§ .nes del hombre en el mundo material , la verdadera dis-
—
*tes " su voluntad ...
“ " de J
’ desarrollo. .. » (Se-
un estadio definido del*
determina las condiciones de la sociedad . . . » ( La ideología ... , p. pueden controlarlo; sólo pueden procurar comprenderlo y, en
18) . consecuencia , guiar sus acciones en armon ía con éL
Esta objetividad abstracta constituye la base de lo que
A partir de esta acepci ón de las condiciones determinadas
resulta sencillo comprender el desarrollo de un marxismo Ü& íDíÉK:
,
. m dentro del marxismo ha sido ampliamente conocido como
« economismo ». Considerado como doctrina filosófica y polí-
que acentu ó las « leyes de hierro », las « condiciones absoluta- tica resulta in ú til ; sin embargo, debe ser tambié n compren ¬
mente objetivas ) de una « econom ía » de la que se desprendió dido desde una perspectiva hist ó rica . La ú nica y poderosa
todo lo demá s. En esta s ólida interpretaci ó n el marxismo ha - razón del desarrollo del determinismo abstracto es la expe ¬
bía descubierto las « leyes » de un sistema econ ómico objetivo | ¡'
’
.f fff riencia hist órica de la economía capitalista en gran escala , a
externo y, tarde o temprano, directa o indirectamente, todo partir de la cual muchas más personas, adem á s de los mar-
lo demá s se produjo a partir de estas leyes. Sin embargo, este ~É xistas, llegaron a la conclusi ó n de que el control del proceso
no es el ú nico modo en que puede desarrollarse tal acepció n. ? J estaba má s all á de ellos, de que al menos en la prá ctica era
Es igualmente razonable, recordando las frases mencionadas / | f exterior a sus voluntades y deseos y que por tanto debía ser
« establecen » y « accesible a », acentuar el predominio de las | . j jjjjgh comprendido como un proceso gobernado por « leyes » pro¬
condiciones objetivas en cualquier momento particular del * pias. En consecuencia , con amarga iron ía , una doctrina críti
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proceso. En la prá ctica esto se convierte en. un requerimiento É ca y revolucionaria . fue cambiada no sólo en la práctica , sino
absolutamente diferente. Es lo que Engels escribió, defensi-| ¬
vamente, en la carta que enviara a Bloch: « Somos nosotros Pa a nivel de principios, hasta convertirse en las verdaderas for¬
mas de pasividad y materialización contra las cuales había
mismos quienes producimos nuestra historia , aunque lo ha ¬ proyectado un sentido alternativo de la « determinación ».
cemos, en primera instancia , bajo condiciones y supuestos El determinismo abstracto, en otras palabras, debe consi¬
muy definidos ». Lo que esta declaraci ó n reconstruye, en com ¬
M derarse en cierto sentido determinado. Es una forma de res¬
paración con el desarrollo alternativo, es la idea de la acci ó n im puesta e interpretación que est á condicionada por sü expe ¬
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m debido a una confusi ón del idioma, en parte debido a una ex¬
periencia hist órica específica. La descripción de los dos tipos como « presociales » o incluso antisociales. « Lo individual » o
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.
Este sentido negativo es indudablemente importante, y Marx
lo utilizó reiteradamente. Las nuevas relaciones sociales y los
m nación resulta fundamental, ya que en la pr áctica la deter¬
minación nunca es solamente la fijació n de límites; es asi¬
nuevos tipos de actividad qué se hacen posibles a través de
¬ am mismo el ejercicio de presiones. Tal como se da es tambié n
ellas pueden imaginarse, pero no pueden lograrse a menos W| É >
§¡*
Ef una acepción del « determinar » inglés: determinar o ser de¬
terminado a hacer algo en un acto de voluntad y propósito.
§ que los límites de un modo de producción particular sean
1
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superados en la prá ctica por el verdadero cambio social. Esta Ilp | § Dentro de un proceso social total, estas determinaciones po¬
fue la . historia, por ejemplo, del impulso rom á ntico en pro de * sitivas , que pueden ser experimentadas individualmente pero
Ja liberación humana en su interacció n efectiva con un capi 1 m üx -f M que son siempre actos sociales, que son realmente y con fre¬
fe«K talismo dominante.
Sin embargo, afirmar esto exclusivamente significa estar *
en peligro de replegarse hacia un nuevo planteamiento pa - í
aS Salr
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:
cuencia formaciones sociales específicas, mantienen relacio¬
nes muy complejas con las determinaciones negativas, que
son experimentadas como l ímites, puesto que en modo algu¬
gfe *** «
.
sivo y objetivista Esto es lo que le ocurrió a Engels: no son sólo presiones contra los límites, aunque éstos son
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« El acontecer hist ó rico.:, puede... ser comprendido como el
producto de un poder que funciona como una totalidad , incons¬
cientemente y sin voluntad por el que cada voluntad individual
de fundamental importancia. Con frecuencia son al menos
presiones derivadas de la formació n y el impulsó de un modo
social dado; en efecto, son una compulsión a actuar de ma¬
a se halla obstruida por la de cualquier otro, y lo que surge de
m neras que mantienen y renuevan el modo social de que se tra¬
m¥ - esta situació n es algo que nadie deseaba.» 1 te. Son asimismo, vitalmente, presiones ejercidas por forma ¬
®Sf - Aquí la sociedad es el proceso general objetivado (incons¬
m
ciones nuevas con sus requerimientos e intenciones todavía
por realizar. Por lo tanto, la « sociedad » nunca es solamente
®Sb ciente e involuntario) y las ú nicas fuerzas alternativas son
« las voluntades individuales ». Sin embargo , ésta es
sión burguesa de la sociedad. Un aspecto particular de esta
una ver¬
iH una « cáscara muerta » que limita la realización social e indi¬
vidual. Es siempre un proceso constitutivo con presiones muy
- versión fue especificado más adelante por el freudismo y . 1 íc. poderosas que se expresan en las formaciones culturales, eco¬
5STr ,
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; -.v
*v -
.
constituye el verdadero campo de acción de. las síntesis mar- mm nómicas y políticas y que, para asumir la verdadera dimen¬
sión de lo « constitutivo», son internalizadas y convertidas en
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xistas-freudianas que, irónicamente, han sido la principal opo¬
sición al economicismo y al determinismo económico . La so¬
ciedad , generalizada de este modo, como « sociedad capitalis¬
fe «l « voluntades individuales » . La determinación de este tipo
proceso de límites y presiones complejo e interrelacionado
—— un
ta » o como « las formas culturales y sociales deJ modo de se halla en el propio proceso social en su totalidad , y en nin¬
producción capitalista » , es considerada la primera fuerza ne ¬ gún otro sitio; no en un abstracto « modo de producción » ni
gativa que sobreviene a partir de toda comprensió n de la en una « psicología » abstracta. Toda abstracción del determi¬
m
determinación que la considere solamente como fijación de
límites. No obstante, la « sociedad » o el «acontecer hist óri¬
:
:
i
Una separació n de esta índole conduce directamente a una
« sociedad » objetivista , alienada , de funcionamiento « experiencia hist ó rica activa y consciente así como, por descui¬
incons¬ do, una experiencia hist órica pasiva y objetivada.
ciente »; y a una comprensión de los individuos categorizados ,
'
& El concepto de « sobredeterminación » es un intento de evi¬
1 . Carta a f . Bloch , 1890 ( Marx and
dence , Nueva York , 1935 , p . 476 ).
Engels: Selected Correspon¬
fi tar el aislamiento de las categor í as aut ónomas, pero al mis¬
mo tiempo es un intento de poner de relieve pr ácticas rela¬
tivamente aut ónomas, aunque resultan desde luego recípro-
106
I
iH
107
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gü& ^
¡HP * i
JmmÉ
ͮL-.
mmm - — 3 . Las fuerzas productivas
m
m •
cas. En sus formas m ás positivas es decir, en su reconoci¬
miento de fuerzas m ú ltiples m ás que de las fuerzas aisladas
de los modos o las t écnicas de producció n , y en su posterior
reconocimiento de estas fuerzas m ás como fuerzas estructu ¬
radas, en particular las situaciones hist óricas, que como ele¬ II
m¡¿~ - mentos de una totalidad ideal o, lo que es peor, de una tota¬ IB
m
II;
—
lidad meramente adyacente , el concepto de « sobredeter Mmk
minación » resulta má s ú til que cualquier otro como medio
¬
Implícito en cualquier argumento sobre « base » y « super-
estructura » , o sobre la naturaleza de la « determinaci ón » , exis-
-
í ffr ..
para comprender las « contradicciones » y la versi ón corrien¬
te de « la dialéctica , que pueden ser sencillamente
» abstra í das llllÉI te un concepto decisivo: el concepto de « fuerzas producti
É lpv vas ». Es un concepto sumamente importante en Marx y en
3|
m como rasgos de una situación o movimiento (determinante) HpW todo el marxismo posterior. Pero es tambié n un concepto
va- '
rv-
. .
teóricamente aislado del que se espera que se desarrolle pos¬ jáf api Viable, y las variaciones han resultado excepcionalmente im-
teriormente de acuerdo con ciertas leyes ( deterministas). En
111
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V
i?
.
'
toda sociedad total , tanto la relativa autonom ía como la re¬
lativa desigualdad de las diferentes prá cticas (de las dife¬
,
tos m ás positivos a su propio trabajo sobre la ideología). m ía podtica y en relación con la universalidad de sus pro-
Como sucede con la « determinaci ó n » , tambié n la « sobrede ¬ P | $|pias condiciones específicas
| e históricas, lo que Marx atacó
terminación » puede ser abstra ída en una estructura (un sín ¬ en especial. No obstante, la historia se había producido tanto
toma ) que luego, aunque de modo complejo, se « desarrolla »
18 en relaci ón con el lenguaje como en muchos otros campos.
(se forma , se sostiene, se detalla ) a través de las leyes de sus
relaciones estructurales internas. Como forma de aná lisis esta
ib Lo que resulta profundamente conflictivo es que Marx ana ¬
lizó la « producci ó n capitalista » en y por medio de sus pro¬
situación siempre resulta efectiva , pero en su aislamiento de
la estructura puede desplazar la atención de la verdadera
ubicación que corresponde a toda práctica y a toda conciencia
prá ctica : « la actividad prá ctica . . . el proceso pr á ctico del
desarrollo de los hombres » . Toda objetivación categórica de
IB
fji
pios t é rminos, y mirando a la vez hacia el pasado y hacia el
futuro, se vio obligado a utilizar gran n úmero de los mismos
t é rminos en funci ó n de procesos m á s generales o hist ó rica ¬
mente diferentes. Como él mismo escribió:
las estructuras determinadas o sobredeterminadas constituye « La " producción en general" es una abstracción, pero es una
abstracci ó n racional en la medida en que particulariza y fija
una repetici ón del error fundamental del « economismo » en
ISH
'
un nivel mucho más serio, ya que ahora sugiere subsumir los rasgos comunes, liber á ndonos de este modo de la repetición.
(a menudo con arrogancia ) toda experiencia vivida, práctica,
formativa y desigualmente formada . Una de las razones de im Sin embargo estos rasgos generales o comunes que han sido des¬
cubiertos por comparació n constituyen algo muy complejo, cu¬
yos elementos constitutivos tienen destinos diferentes ... Todos
este error, tanto en el sentido del economicismo como en el
sentido del estructuralismo alternativo, es la confusión so-
.
m los estadios de la producció n tienen ciertos destinos en com ún,
que nosotros generalizamos en el pensamiento; no obstante, las
r bre la naturaleza de las « fuerzas productivas »
¡
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;* . - ’ *T
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•
I
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haya sido ella misma producida por el desarrollo social de
formas de producción particulares es, por tanto, la primera
cuestión que debemos tener en cuenta si procuramos com ¬
|
1
m
este proceso social total. Fue la afirmación y la explicación de
—
las formas políticas y de las ideas generales y filosóficas como
—
independientes « más allá » del proceso social material lo
que produjo un tipo necesario de contra-afirmación. En el
I
prender la naturaleza incluso de esta producción, en la cual, •
debido a los verdaderos desarrollos históricos, transcurso de la polémica esta cuestión fue a menudo exage¬
$ i rada hasta llegar a repetir, mediante una simple reversión
«lavida material surge generalmente como el fin, mientras que
' de términos, el tipo de error que combatía.
la producci ón de esta vida material, el trabajo (que ahora es la
i Sin embargo, existen razones m ás profundas que ésta. Si
única forma posible aunque ... negativa d é la actividad personal
.
aparece como un medio» ( La.ideologí a. . , p. 66). ) c se vive en una sociedad capitalista son las formas capitalis¬
tas las que se deben analizar. Marx vivía, y nosotros vivimos,
s en una sociedad en la que verdaderamente « las fuerzas pro¬
ü
,
Por otra parte, en la sociedad capitalista F ductivas parecen . .. constituir un mundo "autosubsistente ” ».
Por lo tanto, analizando el funcionamiento de las fuerzas pro¬
«las fuerzas productivas parecen ser completamente independien¬ ::
tes y separadas de los individuos y constituir un ductivas que no son percibidas solamente de este modo, aun ¬
subsistente paralelo a los individuos» (id., p. 65).
mundo auto - SÉt que realmente lo son en algunos aspectos fundamentales, re¬
sulta sencillo, dentro del único lenguaje disponible, caer en
¿ Qué es entonces una «fuerza productiva » ? Son todos y m una descripción de las mismas como si fueran universales y
generales y como si ciertas « leyes » de las relaciones que man¬
cada uno de los medios de la producción y reproducción de
la vida - real. Puede ser considerada como un tipo particular -m
y.
¡
tienen con otras actividades constituyeran verdades funda ¬
de 1
producción agraria o industrial, aunque un tipo de estas ¬
ca
racterísticas ya es cierto modo de cooperación social y aplica ¬ m mentales. En consecuencia, el marxismo toma a menudo el
color de un tipo de materialismo específicamente burgué s y
capitalista. Podrían aislarse las «fuerzas productivas » consi¬
ci ón y desarrollo de cierto volumen de conocimiento social.
i m.
La producción de esta específica cooperación social o de este
específico conocimiento social es llevada a té rmino por
fuerzas productivas. En todas las actividades que efectuamos
las m derá ndolas como la « industria » (e incluso a veces como « in¬
dustria pesada ») ; y aquí resulta nuevamente significativa la
evidencia del lenguaje. Fue durante la « Revolución Indus¬
trial » cuando la « industria » cambió y pasó de ser una palabra
110
m 111
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M immateria
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de la producci
llfeiaterialisrno
especializado
ó
«
n de
( y
un
burgu
de
orden
é s )
ás conspicuo, en su intento por compren-
» y la « opinió n pú-
comprender
pol í
fracas
tico
ó
y
tambi
el carácter
social
é n
, este
, aun -
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hemos
en
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planteado
primer
instancia
esta
t é rmino
una
,
dificultad
cr
hemos
debemos
í
ser
perdido
á labor
especi-
de la
ficientemente materialista .
Lo que suprime cualquier noción de un « orden autosub¬
. fPfficar
dentro
JH ll
del
IpIpSyersion
an á lisis
especializada de las fuerzas
¡
cultural
«
, los efectos
productivas
negativos
» y de la
.
^^
producción » Podemos especificarlas en mejores condiciones
sistente » es el cará cter material de las fuerzas productivas, W
que son las que producen una versi ó n de la producción de ri ntro de ia obra del ProPio Marx m ás Que en los numerosos
Í fl¡ÍP posterioridad . En una nota a pie
’
estas caracterí sticas . Con frecuencia constituye un modo efi¬
caz de suprimir la plena conciencia de la verdadera naturale¬ | |
;
| É $ ji t Pl
¡ejemplos que surgieron con
jjiSpge
pá gina de los Grundrisse se explica que un fabricante de
za de tal sociedad . Si la « producci ó n », en la sociedad capi¬ ; Hes un trabajador productivo, comprometido con el
Igpypianos
así ;;
SasV '
- *
talista, es la producción de mercancías para un mercado, en
tonces pueden hallarse t é rminos diferentes pero enga ñosos
para cualquier otro tipo de producci ón y de fuerza productiva.
La producción material directa de la « polí tica » es lo que se
¡ ltrabajo
¬
%
®1|
f
« ^
productivo, pero que un pianista no lo es desde el
momento en que su trabajo no es un trabajo que reproduce
|Ícapital. La extraordinaria insuficiencia de esta distincióónn en
IP
cuanto al capitalismo avanzado, en el cual la producci de
sus musicales ) cons -
suprime con mayor frecuencia . No obstante, toda clase go¬
bernante consagra una parte significativa de la producci ón
m úsica (
una
y no
rama
solamente
importante
de
de
instrumentos
la producci ó n capitalista , pue- _
i§& material al establecimiento de un orden polí tico. El orden de ser solamente una ocasi ó n de ponerse al d ía. Pero el ver-
dsÉ ‘|Í dadero error es mucho m á s fundamental .
4f
' ? A - '•
• •
social y polí tico que mantiene un mercado capitalista , como
^
Maine , en su prolongado y brillante an á lisis de la sociedad
las luchas sociales y polí ticas que lo crearon , supone nece ¬
sariamente una producción material . Desde los castillos, pa
lacios e iglesias hasta las prisiones, asilos y escuelas; desde el
¬
.l |
1
j
capitalista estuvo trabajando con
pp
- tegorías de la economía » pol í tica burguesa
—
y más all á de— las ca-
. Su especificaci ón
armamento de guerra hasta el control de la prensa , toda clase |
Jt
del « trabajo
partir de
t Sp
Adam
productivo
Smith . Y
fue
todav
desarrollada
í a tiene
, en dicha nota, a
sentido (o puede ser
gobernante, por medios variables aunque siempre de modo •
un mundo-¡| o i» i
una superestructura, sino una numerosa serie consecuencia habitual de la f órmula base-superestruc-
de pr Ifita
productivas variables que conllevan intencione
específicas. No comprender esta cuestión implica
te perder contacto con la realidad de estas prá
s
áctica
y condiciones1*
no solamefp
^ iiiffá , con sus interpretaciones especializadas y limitadas de
rjas fuerzas productivas y del proceso de determinación, es
tnjtíS-' descripción — y con frecuencia incluso una teoría— dei del
ocurrido repetidamente en algunas modalidades de como haj
cticas,
anál í$i£j ífet
Eaaríé y ü v del nensamien
pensamien to considerad os como un « reflejo » . La
derivadas de los términos de este materialismo lisis
^ ^%^Relaci
especializado?! met á fora del « reflejo» tiene una larga historia en el an á
(industrial), sino también iniciar el dif ícil proceso
de descubrir y describir las relaciones existentes completo ; íel arte y de las ideas. No obstante, el proceso f ísico y la
entre todas * ón que éste implica han probado ser compatibles con
estas prácticas y entre ellas y las otras prácticas que
aisladas como «producción», como «la base» o como el han sicfo¿ numerosas teorías radicalmente diferentes. Por lo» tanto puede
do autosubsistente », desde una posición «mufi| jítefcirse que el arte «refleja el mundo verdadero , sosteniendo
í
extremad amente ifitl § ?« éIespejo a la altura de la naturaleza » , aunque cada término
;>* -
ltr'
r conveniente e inepta . En realidad, significa iniciar de
abajo este tipo de trabajo sumamente dif arríbal as
cil sosteniéndose!,
Pdfe -éste tipo de definición ha sido difundido y necesariamente
debatido . El arte puede ser entendido como lo que refleja no
con un solo pie. Este tipo de proezas acrobáíticas
¿
no son impo$Í ¿$ Ías meras apariencias», sino la «realidad » que se halla tras
pll > sibles e incluso se: han realizado. Sin embarco
embargo, sería má s rrai
zonable volver a apoyarnos en los dos pies y observar
,
á£
nues- -
Ü
'
Jp ías: la « naturaleza interior » del mundo o sus « formas cons-
üjfffitutivas »: y puede ser entendido también como reflejo no del
IjSEpIj
tras verdaderas actividades productivas sin
^ mundo inanimado» , sino del mundo tal como és visto en la
tit#1 ' considerar a pritf J
ri que solamente algunas de ellas son actividade - gj
s materiales'. glljffiirñente del artista. La elaboración y la complejidad qüe alcan-
^
*
§
»#
# & ^
do real es material , puede ser visto en sus formas constitu-
rtivas
r 4 reflejo
Jj
; sin embargo estas formas no serán metaf ísicas, y el
&
w *
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>V;
la É ^
S sS^
- j rTrial . Esto
será necesariamente el reflejo de una realidad mate-
puede conducir al concepto de un reflejo « falso» o
ijiSfe ;« distorsionado » en el que hay algo (la metafí sica, la « ideolo-
!
® ? gía ») que evita el verdadero reflejo. Del mismo modo, la «men-
:m : í
M
"«
te del artista » puede ser considerada en sí misma material-
? KSefy diente, condicion
’
mente ada; su reflejo, por lo tanto, no es indepen-
sino que es en sí mismo una función material .
& Dos versiones de este materialismo tomaron puestos do¬
rm minantes en el pensamiento marxista . En primer lugar la in¬
terpretación de la conciencia como meros « reflejos, ecos, fan¬
i tasmas y sublimados » , que fue examinada en relación con uno
: de los conceptos de ideología que se han expuesto. Sin em-
bargo, como complemento necesario de este informe reduc-
• & ’
* M ¿á tivo se hizo hincapié en una interpretación alternativa de la
••
m
• •
114 115
H -V
i .
mm-
s .
.íIPE
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S5V,
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conciencia considerada como « verdad científica » basada en el
verdadero conocimiento del mundo material. Esta alternativa Jfe ltk
á * tirado en casos muy simples. Por otra parte, ya existía una
pudo ser ampliada con una facilidad relativa a fin de incluir
las descripciones del « conocimiento» y el « pensamiento », aun ¬ xM.
que por razones que resultan obvias el « arte » qued ó relativa 3
ülfflffiF
distinci ón fundamental entre
que veía el mundo
gp
' el materialismo
¬
«
mente rechazado y abandonado. En esta versi ón , la descrip jal yggjÍN * la vida como una actividad humana .
¬
-0
ción má s com ú n del arte constituyó una teoría positivista en :‘ - sj&É ' pies del « reflejo » estaban basadas
'
hist
'
ó —
como
rico » que
el
objetos
«
ve
y
en
materialismo
ía
exclu
el
un
ía
proceso
la
—
mecá nico »
actividad
material
Las teor ías m ás sim -
materialismo mecá-
de
y
,
—
Jála nico. Sin embargo , parec í a factible una nueva descripción si
la cual la met áfora del « reflejo » tuvo una funció n fundamen ¬ '
objeto, fuera
tal. La verdadera funció n del arte fue definida en t érminos « el mundo real » , en lugar de ser aislado como
con ciertas cualida -
de « realismo » , o, con menor frecuencia, en t é rminos de « na ¬ w
turalismo », ambos del siglo xix y muy afectados por los con ¬ HK
' entendido MPF como proceso
des y tendencias inherentes. Como
social material
ocurri ó originariamente
ceptos de ciencia asociados a ellos. El arte reflejaba la rea¬ 'W iS¡S?f con el idealismo , aunque en este caso con una
especificidad
miHI
modificada , pod í a considerarse que el arte reflejaba - las fuer --
—
'
lidad ; si no lo hacía era falso e insignificante. Y ¿ qué era la
realidad ? La « producci ón y reproducción de la vida real », ísggpSF zas MIesenciales y
y los movimientos ‘ "
Í VU . v w r
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correspondientes * -
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,, y no ob
E c+r i o n n c t i _
íI U I W U I U O wwA <
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evidente. Una doctrina del mundo real expresada en él mate¬ :.. lismo » (diná mico) y « naturalismo » (est á tico).
Wjgt
!H Si
Sin embargo, es evidente que esto es- radicalmente .incom ¬
rialismo de los objetos conduce a un tipo de teoría del arte:
.la exposició n de los objetos ( incluyendo las acciones huma ¬
í» - - r
patible con cualquier .doctrina del « reflejo », excepto . en una
nas como objetos) « tal como son realmente ». Pero esto sólo asaasEp. adaptación especial y modificada . El movimiento realizado
y-
puede mantenerse, en su forma más simple, considerando « la desde el objetivismo abstracto hasta esta acepci ón de un
Wi objetivado result ó decisivo. No obstante, el sentido
base como objeto, consideración que ya ha sido examinada.
»
Considerar « la base » como proceso complica inmediatamente
|
| | proceso lili ’
'
tenido su origen en un acentuamiento radical y secular del « refleja » estas leyes. Lo que ya es conocido de otro modo
* ; como realidad fundamental del proceso social material es
conocimiento social humano. El naturalismo fue una alterna ¬ Ilf '
a »
ii
objetos, sino d é los procesos hist óricos y sociales reales y
verificables, fue sostenida y elaborada ampliamente. La . teoría
se convirtió en un programa cultural a la vez que en Una es ¬
i
reflejo s ólo pod ía ser verdaderamente ejemplificado o veri- cuela crítica.
luego, ha sido severamente atacada desde posiciones
116
§ ¿ mDesde
117
É
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ív
íí r
- m?* a.
ampliamente identificada como una consecuencia perjudicial ta. Si quitamos de en medio los elementos de lá mediación se
de la perspectiva materialista. Una vez más, sin embargo, lo hará evidente un á rea de realidad, y en consecuencia , el área
que no es correcto en la teor ía no resulta suficientemente Í PMPII de los elementos ideológicos que distorsionaban su percep -
materialista. La consecuencia m ás perjudicial de cualquier J:& top
| ción o que determinaban su presentación. ( En nuestra propia
teoría del arte considerado como reflejo es que , a través de época este sentido de la mediación ha sido especialmente
su persuasiva metáfora f ísica (en la que hay un reflejo cuan ¬ . Hr aplicado a « los medios de comunicaci ón de masas », que son
do, segú n las propiedades f ísicas de la luz, un objeto o mo¬ apt empleados para distorsionar y presentar la « realidad » de un
vimiento entra en contacto con una superficie reflejante: el SR modo ideológico.)
——
espejo y, luego, la mente) , tiene éxito en su propósito de su¬
primir el verdadero trabajo sobre lo material en un sen¬ ( W Í
tido definitivo, sobre el proceso social material que cons¬
'
M
miH
—
Sin embargo, este sentido negativo de la « mediación »
que ha sido .laboriosamente sostenido por conceptos psi
coanalíticos tales como « represión », «sublimación » y « racio
-
-
tituye la producción de cualquier trabajo artístico. Proyec¬
tando y alienando este proceso material a un « reflejo » , fue
suprimido el carácter material y social de la actividad art ís¬ .
tica, del trabajo artístico que es a la vez « material » e « imagi¬
I
t| —
palización » en una acepción próxima al sentido negativo de
« ideología » , ha coexistido con un sentido que se ofrece
Jps' como positivo. Ésta es especialmente la contribución de la
MRpt
. Escuela de Frankfurt. Para ella el cambio involucrado en la
nativo ». Fue en este punto donde la idea del reflejo fue im ¬ .gnjjH'i « mediación» no es comprendido necesariamente como una
pugnada por la idea de la « mediación ». distorsión o un disfraz. Todas las relaciones activas entre di -
La. « mediación » intentaba describir un proceso activo. Su ferentes tipos de existencia y conciencia son inevitablemente
sentido general predominante había sido un acto de interce¬ 0
sión, reconciliación o interpretación entre elementos opues¬
tos o extra ños. Para la filosof ía idealista había sido un con¬
cepto de reconciliación entre opuestos dentro de una totali¬
,
•s»wm
íS £
H mI
. .
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'
—
& reconciliados , mediatizados; este proceso no comporta una
—
mediación separable un « medio » , sino que es intrínseco
respecto de las propiedades que manifiestan los tipos aso
ciados. « La mediación se halla en el propio objeto, no es algo
-
dad. Asimismo, se había desarrollado un sentido más neutral ffijsfl '
que se halle entre el objeto y en lo que éste da.» 1 Por lo
de la interacción entre fuerzas diferentes. La distinción exis¬ MiSlí tanto la mediación es un proceso positivo dentro de la rea -
tente entre lo « mediato » y lo « inmediato » había sido desa ¬ fljÜ Hdad social antes que un proceso agregado a ella por medio
lf
rrollada acentuando la « mediación » como conexi ón indirecta de la proyección , el encubrimiento o la interpretación.
o medio entre diferentes tipos de actos.. Jr flU Resulta dif ícil saber con certeza cuá nto se gana sustitu-
v. . Por tanto, resulta sencillo comprender la atracción que yendo la met áfora de la « mediació n » por la metáfora del « re¬
ejerce la « mediación » como té rmino que describe el proceso &3 i flejo». Por una parte, va más allá de la pasividad que carac¬
de relación entre « sociedad » y « arte » o entre « la base » y « la teriza a la teoría del reflejo; indica un proceso activo de al¬
superestructura ». No hemos de esperar encontrar (o encon ¬
trar siempre) realidades sociales directamente « reflejadas »
1
#Ip dualismo básico
'
ia otra , en casi todos los casos perpetua un
sic . El arte no refleja la realidad social ; la su ¬
en el arte, ya que pasan (a menudo o siempre) a través de ® n -
perestructura no refleja la base directamente , la cultura es
un proceso de « mediación » en el cual su contenido originario
es modificado. Sin embargo, esta proposició n general puede
ser comprendida de maneras muy diferentes. El cambio in ¬ |
'
4 <
§Wi n una mediación de la sociedad . No obstante, es virtualmente
imposible sostener la metáfora de la « mediación » (Vermitt
lung ) sin algú n sentido de á reas u órdenes de la realidad se¬
-
volucrado en la mediación puede ser, simplemente, una cues¬
ti ón de expresión indirecta: las realidades sociales son « pro¬
íf parados o preexistentes entre los cuales tiene lugar el proce¬
so mediador de un modo tanto independiente como determi¬
nado por sus naturalezas precedentes. En la práctica, y dentro
I®
yectadas » o « disfrazadas » y el proceso de su recuperación
consiste en trabajar nuevamente con sus formas origina¬ de la herencia de la filosof ía idealista , el proceso es habí -
-
*0/ »_
.
rias a través de la mediación. Ateni é ndose principalmente al
lili -
íí
concepto de « ideologí a » como distorsión ( basada en la clase) , 1. T. W. ADORNO , Thesen zur Kunstsoziologie , en « Kolncr Zeit
schrift f ü r Soziologie und Soziatpsychologie» , XIX, l (marzo de 1967).
'
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118
• .* *
y
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L*4 i:
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5. Tipificaci ón y homolog í a
das por diferentes entre sí. En esta esfera de su aplicació n, W¿ ¡’•m
por lo tanto , la mediació n parece ser poco m á s que una ela-
boración del reflejo. á |
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El problema fundamental es obvio . Si la « realidad » :yjf tf •
•
-^^
3 guaje ») son entendidos como categóricamente diferentes, los \' Un modo importante de restablecer la idea del « reflejo »
conceptos como « reflejo » y « mediaci ó n » resultan inevitables.
La misma presi ó n puede observarse en los intentos de inter
fK 1 '
y de otorgar una solidez particular a la idea de la « mediación »
pretar la frase marxista « la producció n y reproducción de la radica en el concepto de « tipicidad » . Este concepto ya era
" •
| sumamente importante en el pensamiento del siglo xix desde
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"
vida "
real » como si la producci ó n fuera el proceso (económi í'f :
' '
m
mm
SK
riendas » lo reflejado en el arte, sino la realidad « esencial»,
« fundamental » o « general»; y esto ocurre más como proceso 'j§ asociado, de reconocimiento y medios de expresión específi¬
intrínseco que como proceso separado en el tiempo. Desde cos, constituye uno de los sentidos más comunes y Serios que
luego, debe observarse entonces que el « reflejo » es un modo
extremadamente singular de describir los procesos de con¬
centració n intrínseca que indica este nuevo sentido. Sin em¬
m adopta la « mediación » , a pesar de las desventajas básicas
que caracterizan a dicho té rmino. No obstante, el concepto
de « tipo » puede ser comprendido desde dos perspectivas ra -
bargo, la enmienda permitió la continuació n de las formula¬ mm dicalmente diferentes: como «emblema » o « símbolo », o como
ciones generales hasta que alcanzaron el efecto de que « el flljpif ejemplo representativo de una clasificación significativa. Den -
arte refleja la realidad social », aunque especificando sus pro¬ tro del pensamiento marxista ha sido este último sentido el
cesos detallados de un modo más figurativo (selectivo o in¬ que ha predominado (incluso cuando ha sido calificado por
tensivo). . Mm&tí - ios reconocimientos del arte « emblemá tico» o « simb ólico »
En realidad, sólo había que agregar un elemento para con¬ como auténtico en términos de un sentido ampliado de la
formar una influyente teoría marxista del arte: la insistencia « representación » y la « significación »). Existe un presupues¬
en el hecho de que la « realidad social » es . un proceso dinᬠto persistente basado en una realidad conocible (con frecuen¬
mico , y que este movimiento es reflejado por la « tipificación ». cia totalmente conocible) en función de la cual la tipificación
M
'
El arfe, a través de los medios figurativos, tipifica « los elemen ¬ será reconocida y verificada con certeza (en un proceso nor -
tos y jas tendencias de la realidad que se repiten de acuerdo Agci . mal en la « crítica marxista »). Este presupuesto reproduce
con leyes regulares, aunque cambian junto con las circuns¬ iKwife '
de un modo más complejo y a veces sumamente sofisticado
el dualismo básico de todas las teor ías centradas en el con ¬
tancias cambiantes » (Lukács). La descripció n de la realidad
social como un proceso din á mico significa por lo tanto un
avance más importante que, sin embargo, está calificado y en
i! cepto del « reflejo» o, en su sentido más corriente, en el
concepto de « mediación »; o, podemos agregar ahora , en el sen¬
algún sentido anulado por la referencia familiar y ominosa a
« leyes». Existe un peligro evidente de reducir esta teor ía al
arte entendido como la tipificación (la representación, la ilus¬ 11lllf
Jp ®
tido corriente que asume el concepto de «tipificación».
En los últimos trabajos de la Escuela de Frankfurt , y de
un modo diferente en la obra de los marxistas estructuralis
— -
^fit
tración) de sus leyes ( «conocidas ») y no del proceso dinᬠfas, se desarrollaron otros conceptos ' -
; especialmentex
S
notable
1 *
»
¬
II
ce una mayor consonancia con el marxismo es aquel que se
basa en el reconocimiento de un proceso fundamenta! y cons¬ creativa ». Benjamin la movilizó en el sentido de estas ú lti¬
titutivo de la realidad histórica y social que es expresado es¬ mas alternativas; sin embargo, tambi é n lo extendi ó funda-
pecíficamente en algú n « tipo » particular. Este movimiento i®
122 m
w
1 . Zeitschrift f ür Sozialjorschung , V , 1, Frankfurt , 1936.
mm 123
A t:
t
#
¿¿2
mentalmente hasta «el proceso hist órico », en una relación PM vincente configuración elaborada por Benjamin a propósito
dc J s traperos, los «bo ermos », y os nuevos
particular con su comprensión de las condiciones sociales y
materiales cambiantes que presenta el verdadero trabajo ar- Ji
§ VÍ
%
¿
°
cos de Pans bajo e e8un
. ° mpeno.
^
.
•
-
Íí stico. Entretanto, y más generalmente, la Escuela de Frank- rí stico, todos los ejemplos aducidos para estas semejanzas
furt estaba desarrollando la idea de las «imágenes dialécti - ¿* 1 resultan altamente especí ficos. Se centra en el poema de Bau-
cemoTLírÍry # ':í
StalÍZaCÍ OneS dd PrOCeS
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más extensa de nuevos tipos de actividad dentro de la - extraor
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Sa niel, las correspondencias no son semejanzas sino
expansi ón comercial de la ciudad. En consecuencia,
Kf ^m nUetV° ” “ °.mhK .*;
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do con
F ° ° 13 lco sl lco :
VV f igabundo '
í as, como ocurre en el caso de la figura del
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SOn m fr iff “ ^ ^^
& Nuevamente, evidencia es directa y específica; no obstan-
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.
sí misma ». «Nunca puede esperarse que sean un "producto ”
ideológico, o en general un "producto” social.» Este aserto
v >,
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de observación, y por lo tanto de una instancia literaria, en
.
formas sociales y literarias diferentes A un tercer nivel, las
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respuestas di
rectas y directamente relacionadas de un proceso social gene
ral Existe un ejemplo de ello en Ja sorprendente pero con
¬
-
¬
124
ir
4 125
¿ I
- ,-
i
partir de la « homolog ía
general » (la relación de ton órgano
con un tipo general) ya través de la « homología gradual L cionados, de un proceso social que no se halla plenamente
(órdenes de conexión asociados) hasta la «homolog
ía espe
* I
y'
representado en parte alguna pero que est á específicamente
cial » (la correspondencia existente entre una parte de tin or¬ presente, en formas determinadas, dentro de una esfera de
ganismo y otra parte de otro organismo). La extensión ¬ acción que corresponde a actividades y trabajos diferentes.
de Por otra parte, la « correspondencia » y la « homología » pue¬
estos sentidos o acepciones al análisis social o cultural
sulta sugestiva aunque en sí misma es normalmente ana ¬
re den constituir efectivamente reformulaciones del esquema
<
. £ lógica.
¬
-
base superestructura y del sentido « determinista » de la de¬
terminación. El análisis comienza a partir de una estructura
V -
La distinción fundamental que existe dentro del análisis
cultural entre las variantes de la « correspondencia » y la «ho¬ conocida de la sociedad o de un conocido movimiento de la
mología » debe relacionarse con las distinciones teóricas historia. En consecuencia, el análisis específico descubre
fun¬ ejemplos de este movimiento o de esta estructura en traba¬
damentales que ya han sido examinadas. Por lo tanto, « corres¬
pondencia » y « homología » pueden ser variantes sofisticadas jos culturales. O, en los casos en que la « correspondencia »
de parece indicar una idea del reflejo demasiado simple, el aná¬
una teoría del reflejo o de la « mediación » en su sentido
dua¬
lista. Un fen ómeno cultural adquiere su plena significaci lisis está dirigido a una homología formal o estructural entre
sólo cuando es comprendido como una forma (conocida o
ón un orden social, su ideología y sus formaciones culturales.
conocible) de un proceso social general o de una estructura. En relación con esta última modalidad se han realizado tra¬
Por lo tanto la distinción que se hace entre proceso y es bajos sumamente importantes ( por ejemplo, la tarea de Gold-
tructura resulta crucial. Las semejanzas y las analogías entre
¬ mann). Y los problemas prácticos y teóricos que origina son
diferentes prácticas específicas son normalmente relaciones graves. El efecto práctico que resulta más evidente consiste
dentro de un proceso que operan hacia dentro desde formas en una selectividad extrema. Sólo la evidencia cultural que
1
particulares hacia una forma general. Las conexiones despla provee la homología es presentada directamente. La demás
zadas, y la importante idea de las estructuras homólogos,
¬ evidencia es rechazada, a menudo con la explicación de que la
dependen menos de un proceso inmediatamente observable evidencia significativa es la homóloga y constituye un medio
de distinguir a las « grandes obras » del resto. Teóricamente, el
que de un análisis estructural histórico y social completo
el que una forma general se ha vuelto manifiesta y las instan
cias específicas de esta forma puedeq ser descubiertas; ¬
en
—
problema consiste en que al « orden social » que en este
punto es un término formal que designa al proceso histórico
— —
en su contenido parcial ni totalmente , sino en formas es¬
pecíficas y autónomas que finalmente están relacionadas.
Estas distinciones tienen una considerable importancia
práctica. Las dos, « correspondencia » y « homología », en cier¬
no
—
y social debe otorgá rsele una forma estructurada original¬
,
6. La hegemon ía
-
de la mediación , y ninguna de las teorías formalistas ni estruc
turalistas, expresadas por las variantes de la correspondencia
o la homología, pueden ser plenamente incorporadas a la
práctica contemporá nea, ya que todas ellas dependen , aunque
de formas variadas, de una historia conocida , de una estruc¬
tura conocida , de productos conocidos. Las relaciones analí ti¬
cas pueden ser manejadas de este modo ; las relaciones prác¬
La definición tradicional de « hegemonía » es la de direc¬
ticas, en cambio, presentan una dificultad prá cticamente in
superable.
- ción política o dominación, especialmente en las relaciones
j .entre los Estados. El marxismo amplió la definición de go¬
Un enfoque alternativo en relación con estos mismos pro¬
bierno o dominación a las relaciones entre las clases sociales
y especialmente a las definiciones de una clase dirigente. La
blemas, aunque es un enfoque orientado má s directamente
! al proceso cultural y a las relaciones prácticas, puede ha¬ .
« hegemon ía » adquirió un sentido m ás significativo en la obra
llarse en el ' concepto más elaborado de la « hegemon ía ». i
de Antonio Gramsci, desarrollada bajo la presi ón de enor¬
mes dificultades en una cárcel fascista entre los años 1927
y 1935. Todavía persiste una gran incertidumbre en cuanto a
la utilización que hizo Gramsci del concepto, pero su obra
M constituye uno de los principales puntos críticos de la teoría
cultural marxista.
. Gramsci planteó una distinción entre « dominio» ( dominio )
y « hegemon ía ». El « dominio» se expresa en formas directa¬
mente políticas y en tiempos de crisis por medio de una
coerción directa o efectiva. Sin embargo, la situación más
habitual es un complejo entrelazamiento de fuerzas políticas,
sociales y - culturales; y la « hegemonía », según las diferentes
interpretaciones, es esto o las fuerzas activas sociales y cul¬
turales que constituyen sus elementos necesarios. Cualesquie¬
ra que sean las implicaciones . del concepto para la teor ía
$ polí tica marxista (que todavía debe reconocer muchos tipos
de control pol í tico directo, de control de clase y de control
mmm económico, así como esta formación m ás general), los efec¬
tos que produce sobre la teoría cultural son inmediatos, ya
%
que «hegemonía » es un concepto que, a la vez, incluye y
—
va más allá de los dos poderosos conceptos anteriores: el
—
m.t -
? í
de « cultura » como « proceso social total » en que los hombres
definen y configuran sus vidas, y el de « ideología », en cual¬
quiera de sus sentidos marxistas, en la que un sistema de sig¬
nificados y valores constituye la expresión o proyección de un
1 particular interés de clase.
%t El concepto- de « hegemon ía » tiene un alcance mayor que
el concepto de « cultura », tal como fue definido anteriormen¬
te, por su insistencia en relacionar el « proceso social total »
con las distribuciones específicas del poder y la influencia .
Afirmar que los « hombres » definen y configuran por completo
128 129
r
—
« ideólogos » t ípicos o « principales », o
gicos »
por los « rasgos ideoló¬
como la forma decisiva en que la conciencia era a
la vez expresada y controlada (o, como ocurre en el
de Althusser, era efectivamente inconsciente y operaba como
caso
segú n sus configuraciones asumidas como conciencia prác¬
tica , como una saturaci ón efectiva del proceso de la vida en
su totalidad ; no solamente de la actividad polí tica y econó¬
una estructura impuesta) . La conciencia relativamente hete mica , no solamente de la actividad social manifiesta, sino de
rógenea , confusa , incompleta o inarticulad á de los - toda la esencia de las identidades y las relaciones vividas a
honjbres
reales de ese período y de esa sociedad es, por lo tanto, atro¬ una profundidad tal que las presiones y límites de lo que
pellada en nombre de este sistema decisivo y generalizado 5 ' puede ser considerado en ú ltima instancia un sistema cultu¬
; y ral, pol í tico y económico nos dan la impresi ón a la mayoría
en la homología estructural, por cierto, es excluido a nivel de
procedimiento por ser considerado perif é rico o ef ímero. de nosotros de ser las presiones y límites de la simple expe¬
las formas plenamente articuladas y sistemá ticas las que
Son riencia y del sentido com ú n . En consecuencia , la hegemon ía
se no es solamente el nivel superior articulado de la « ideología »
reconocen como ideología; y existe una tendencia correspon
diente en el análisis del arte que propende a buscar solamen¬
¬ ni tampoco sus formas de control consideradas habitualmen ¬
te expresiones semejantes, plenamente sistem á ticas y te como « manipulación » o « adoctrinamiento ». La hegemonía
articu ¬
ladas, de esta ideolog ía en el contenido ( base-superestructura ) constituye todo un cuerpo de prácticas y expectativas en re¬
o en la forma (homolog ía ) de las obras reales. En los proce laci ó n con la totalidad de la vida : nuestros sentidos y dosis
¬ % de energía, las percepciones definidas que tenemos de noso¬
mp
•
fe
—
tros mismos y de nuestro mundo . Es un vivido sistema de sig¬
—
nificados y valores fundamentales y constitutivos que en la
medida en que son experimentados como prácticas parecen
confirmarse recíprocamente. Por lo tanto, es un sentido de
la realidad para la mayoría de las gentes de la sociedad , un
130
fe .
f 131
1
m.%
mz -
rT
sentido de lo absoluto debido a la realidad experimentada ahora, de ning ú n modo habitual , una superestructura: no
más allá de la cual la movilización de la mayoría de los miem- S| |
§ solamente debido a la profundidad y minuciosidad con que
tipo de hegemon ía cultural , sino porque la
— —
bros de la sociedad en la mayor parte de las á reas de sus B& 'jiygP se viveóncualquier
^ J§ á ctica cultural son comprendidas como algo
vidas se torna sumamente dif ícil. Es decir que, en el|
sentido más firme, es una « cultura », pero una cultura que .
debe ser considerada asimismo como la vivida dominación rife
| § p tradici y la
m ás que expresiones
nes o tipificaciones
1
pr
—
superestructurales
de una
—
estructura
reflejos, mediacio¬
social y econ ó mica
procesos bá ¬
configurada . Por el contrario , se hallan entre los
y subordinación de clases particulares.
#
Vü
'' '
'
En este concepto de hegemonía hay dos ventajas inme
diatas. En primer t é rmino, sus formas de dominación y su- *$1
-iJ |p§
-|
|
¡ ÍL .
~
sicos de la propia formaci ón y, má s a ú n, asociados a un
á rea de realidad mucho mayor que las abstracciones de expe
'
¬
ÍÉ?
pr á
á
Son muchas las dificultades que surgen tanto teórica como
cticamente. Sin embargo, es importante reconocer hoy de
ntos callejones sin salida hemos podido salvamos. Si cual¬
mm
cu •
duce por lo tanto, dentro de una sociedad altamente desarro¬
llada, a un sentido de la actividad revolucionaria mucho más m quier cultura viva es necesariamente tan extensa , los proble¬
profundo y activo que en el caso de los esquemas persistente¬ mas de dominaci ón y subordinación por una parte y los
mente abstractos derivados de situaciones históricas suma ¬
mente diferentes. Las fuentes de cualquier hegemon ía alter¬
#¡i
i £
problemas
cualquier
*
pr
que surgen de la extraordinaria complejidad de
á ctica y tradici ón cultural verdadera por otra ,
nativa son verdaderamente dif íciles de definir. Para Gramsci
jt ..
| j§ pueden finalmente ser enfocados de modo directo.
Sin embargo, existe la dificultad de que la dominación y
surgen de la clase obrera, pero no de esta clase considerada
como una construcci ón ideal o abstracta. Lo que él observa laHi subordinaci ón como descripciones efectivas de la forma ¬
,
132 133
-SS-
Esta situación se convierte rápidamente en una cuestión re
¬ ci ón ». La realidad de toda hegemonía , en su difundido sentido
lacionada con una experiencia y un argumento especí
Sin embargo , existe un problema muy próximo dentro
ficos. polí tico y cultural , es que, mientras que por definición siem¬
propio concepto de « hegemonía ». En algunos usos, aunque del pre es dominante, jamás lo es de un modo total o exclusivo.
segú n creo no es el caso de Gramsci, la tendencia En todas las épocas las formas alternativas o directamente
totaliza¬ opuestas de la polí tica y la cultura existen en la sociedad
dora del concepto, que es significativa y ciertamente
mental, es convertida en una totalización abstracta y de
funda ¬ como elementos significativos. Habremos de explorar sus
este condiciones y sus límites, pero su presencia activa es deci¬
modo resulta f ácilmente compatible con las sofisticadas acep siva ; no sólo porque deben ser incluidos en todo an álisis his¬
¬
ciones de « la superestructura » o incluso de la « ideología ». tórico (a diferencia del an álisis trascendental) , sino como for ¬
La hegemon ía puede ser vista como m ás uniforme, más est á mas que han tenido un efecto significativo en el propio pro¬
tica y más abstracta de lo que realmente puede ser en ¬ ceso hegemónico. Esto significa que las alternativas acentua ¬
prá ctica , si es verdaderamente comprendida. Como ocurre la
ciones políticas y culturales y las numerosas formas de opo¬
con cualquier otro concepto marxista, éste es particularmente sición y lucha son importantes no sólo en sí mismas, sino
susceptible de una definición trascendental a diferencia como rasgos indicativos de lo que en la práctica ha tenido
una definición histórica y de una descripción categóricade a que actuar el proceso hegemónico con la finalidad de ejercer
diferencia de una descripción sustancial. Cualquier aisla ¬ su control. Una hegemon ía est á tica, del tipo indicado por
miento de sus « principios organizadores » o de sus « rasgos
"
las abstractas definiciones totalizadoras de una « ideología »
determinantes », que realmente deben ser comprendidos en o de una « concepción del mundo » dominante, puede ignorar
la experiencia y a través del aná lisis, puede conducir rá ¬ o aislar tales alternativas y tal oposición ; pero en la medida
pi
damente a una abstracción totalizadora. Y entonces los pro¬ en que éstas son significativas, la función hegemónica deci ¬
blemas de la realidad de la dominació n y la subordinación y siva es controlarlas , transformarlas o incluso incorporarlas.
' de sus relaciones con
una configuración cooperativa y una Dentro de este proceso activo lo hegemónico debe ser visto
contribución com ú n, pueden ser planteados de un modo su como algo más que una simple transmisión de una domina¬
¬
mamente falso. ción (inmodificable). Por el contrario, todo proceso hegem ó¬
Una hegemon ía dada es siempre un proceso. Y excepto nico debe estar en un estado especialmente alerta y recep¬
desde una perspectiva analítica, no es un sistema o una es tivo hacia las alternativas y la oposición que cuestiona o
¬
tructura. Es un complejo efectivo de. experiencias, amenaza su dominación . La realidad del proceso cultural
relaciones
y actividades . que tiene lí mites y presiones específicas y cam¬ debe incluir siempre los esfuerzos y contribuciones de los que
biantes. En la práctica, la hegemonía jamás puede ser indi¬ de un modo u otro se hallan fuera o al margen de los tér¬
vidual. Sus estructuras internas son sumamente complejas minos que plantea la hegemonía específica.
como puede observarse f ácilmente en cualquier aná lisis con¬, Por tanto, y como método general, resulta conflictivo re¬
creto. Por otra parte (y esto es fundamental, ya que nos re ducir todas las iniciativas y contribuciones culturales a los
cuerda la necesaria confiabilidad del concepto) no se da ¬ '
t érminos de la hegemonía. Ésta es la consecuencia reduccio¬
de
modo pasivo como una forma de dominación. Debe ser con
tinuamente renovada , recreada , defendida y modificada. Asi ¬¬ ü nista del concepto radicalmente diferente de « superestructu -
ra ». Las funciones específicas de « lo hegemónico » , « lo domi¬
mismo, es continuamente resistida, limitada, alterada, nante », deben ser siempre acentuadas, aunque no de un modo
m
•
r
bre los mé todos de aná lisis, es distinguir entre las iniciativas
f V- 1 7. Tradiciones , instituciones y formaciones
y contribuciones alternativas y de oposici ón que se producen
| Jí
dentro de
— o en contra de— una hegemon ía específica (la
cual les fija entonces ciertos límites o lleva a cabo con éxito t - - 4
la tarea de neutralizarlas, cambiarlas o incorporarlas efecti¬
vamente) y otros tipos de contribuciones e iniciativas que
"
• % l
T - I "
,-r f
resultan irreductibles a los términos de la hegemon ía origi¬
naria o adaptativa , y que en ese sentido son independientes. '
La hegemon ía constituye siempre un proceso activo; sin
Puede argumentarse persuasivamente que todas o casi todas y embargo, esto no significa que se trate simplemente
' de un
las iniciativas y contribuciones, aun cuando asuman configu ¬ v complejo de rasgos y elementos dominantes . Por el contra -
raciones manifiestamente alternativas o de oposici ón , en la |rio, es siempre una interconexión y una organización más o,
pr áctica se hallan vinculadas a lo hegem ó nico: que la cul¬ :
¿ menos adecuada de lo que de otro modo serían que significados
i valores y prácticas separadas
i e incluso dispares este pro -
tura dominante, por así decirlo, produce y limita a la vez
sus propias formas de contracultura. Hay una mayor evi¬ ceso activo incorpora
£
a una cultura significativa y a un orden
^ —
í
dencia de la que normalmente admitimos en esta concepció n i, ’
( por ejemplo, en el caso de la crí tica rom á ntica a la civili¬
zación industrial). Sin embargo, existe una variación eviden¬ ( T | ’ '
f social
%
.
efectivo
' . É stas son en
y en el sentido má s amplio : resoluciones
'
'
Este
í mismas
proceso
capital . Para
soluciones
pol
de
í ticas
incorporaci
comprenderlo
— a
vivas
rea
ón
-
,
te en tipos específicos de orden social y en el carácter de asume una importancia
la alternativa correspondiente y de las formaciones de oposi¬
ción . Sería un error descuidar la importancia de las obras
| pero f. tambi é n para
| operar, necesitamos distinguir
comprender el material sobre
tres aspectos dentro de cual-
podemos
el
denominar tradiciones,
que debe
y de las ideas que, aunque claramente afectadas por los f quier proceso cultural; los
l ímites y las presiones hegem ónicas, constituyen al menos
—
en parte rupturas significativas respecto de ellas y, tam¬ — ¥*
j instituciones
i
•
y formaciones .
El concepto de tradición ha sido radicalmente recnazaao rechazado
bién en parte, pueden ser neutralizadas, reducidas o incor¬ '£. i dentro del pensamiento cultural marxista. Habitualmente
*
secunda
, y
-
poradas, y en lo que se refiere a sus elementos m ás activos 1 én el mejor de los casos, es considerado un factor
se manifiestan, no obstante, independientes y originales. je jf rio que a lo sumo I puede modificar otros procesos hist ó ricos
--
Por lo tanto, el proceso cultural no debe ser asumido como . . gjf más decisivos. Esto no se debe exclusivamente al hecho de
ij
si fuera simplemente adaptá tivo, extensivo e incorporativo .
i que normalmente sea diagnosticado como superestructura
ó n ha sido com ú nmente con -
,
Las aut é nticas rupturas dentro y más all á de él, dentro de sino también a que la tradici « »
J '%‘, siderada como un segmento histórico relativamente inerte
i
condiciones sociales específicas que pueden variar desde una
situación de extremo aislamiento hasta trastornos prerrevo * T de una estructura social: la tradición como supervivencia del
-
lucionarios y una verdadera actividad revolucionaria, se han pasado. Sin embargo, esta versi ón de la tradici ón es d ébil
f
dado con mucha frecuencia. Y estamos en mejores condicio¬ \ en el punto preciso en que es fuerte el sentido incorporado
nes de comprenderlo, en un reconocimiento más general de
los límites y las presiones insistentes que caracterizan a lo
t
i de la tradici ó n: donde es visto, en realidad , Como una fuer
za activamente configurativa , ya que en la práctica la tradi
-
-
hegem ónico, si desarrollamos modos de an álisis que, en lu¬
gar de reducir las obras a productos terminados y las activi¬
dades a posiciones fijas, sean capaces de comprender, de r . -
mentó hist ó rico
^
.’! , ción es la expresión m ás evidente de las presiones y límites
dominantes y hegemónicos. Siempre
inerte ; é1
s en realidad
es algo m á s que un seg
-
oí m
« « « r t o l í í o l el /o l i n de
medioí /
-
i n p r t m n r íi.
r i o incorpora ¬
buena fe, la apertura finita pero significativa de muchas con ¬ te ci ó n pr á ctico m á s poderoso . Lo que debemos comprender
tribuciones e iniciativas . La apertura finita aunque significa¬ V no es precisamente « una tradición», sino una tradición selec -
tiva de muchas obras de arte, como formas significativas que tiva : una versi ón intencionalmente selectiva de un pasado
se hacen posibles pero que requieren asimismo respuestas |. configurativo y de un presente preconfigurado, que resulta
.
significativas persistentes y variables, resulta entonces parti¬ * entonces poderosamente operativo dentro del proceso de de
‘
-
cularmente relevante. í finición e identificaci ó n cultural y social.
-. j
136 ( 137
i
3
:¡ j
r
Normalmente no es muy dif ícil demostrar esta situación A i reductivas y selectivas. Sin embargo, esto tiene a su vez muy
desde una perspectiva empírica. La mayor ía de las versiones poco efecto, a menos que las líneas del presente, en el ver¬
de la « tradición » pueden ser rápidamente demostrada 1 dadero proceso de la tradición selectiva, sean clara y activa¬
modalidad radicalmente selectiva. A partir de un área en su W
s
total M mente trazadas . De lo contrario, cualquier recuperación pue¬
posible del pasado y el presente, dentro de una de resultar simplemente residual o marginal. Es en los pun¬
cultura par- ¡pj
ticular, ciertos significados y prácticas son seleccionado tos vitales de conexi ó n en que se utiliza una versión del
acentuados y otros significados y prácticas son rechazados
o excluidos . Sin embargo, dentro de una hegemon a particu y!
s y É J pasado con el objeto de ratificar el presente y de indicar las
A
i • í -|| direcciones del futuro, donde una tradición selectiva es a la
lar, y como uno de sus procesos decisivos, esta selecci vez poderosa y vulnerable . Es poderosa debido a que se halla
ón es | |
presentada y habitualmente admitida con éxito como « sumamente capacitada para producir conexiones activas y
dición» , como el « pasado significativo » . Lo que debe la tra- $ selectivas, dejando a un lado las que no desea bajo la deno¬
entonces acerca de toda tradición, en este sentido,
decirse | ]
es que minación de «fuera de moda » o «nostálgicas » y atacando a
constituye un aspecto de la organización social y las que no puede incorporar considerándolas « sin preceden¬
contemporánea del interés de la dominación- de una cultural is*-.
clase | : jp tes » o « extranjeras » . Es vulnerable porque el verdadero re¬
específica. Es una versión del pasado que se gistro es efectivamente recuperable y gran parte de las con¬
pretende conec- J“
tar con el presente y ratificar. En la práctica, lo que ií tinuidades prácticas alternativas o en oposición todavía son
la tradición es un sentido de predispuesta continuidad . ofrece | aprovechables. Asimismo, es vulnerable porque la versión se¬
Existen, es cierto, acepciones más endebles ‘del
if
I lectiva de una « tradición viviente » se halla siempre ligada,
de « tradición », en contraste explí cito con « innovacióconcepto
n » y con aunque a menudo de un modo complejo y oculto, a los explí¬
« lo contemporáneo » . Éstos son a
menudo asideros para los $
grupos de la sociedad que han sido abandonados sin
sos . por algún tipo de desarrollo hegemónico en particular recur- . P citos l ímites y presiones contemporáneos. Sus inclusiones y
exclusiones prácticas son alentadas o desalentadas selectiva¬
mente, y con frecuencia tan efectivamente que la deliberada
Todo lo que cuenta para ellos es la afirmación .retrospectiva. jJ selección se produce con el objeto de verificarse a sí misma
de los « valores tradicionales ». O , desde una posición opuesta en la práctica. Sin embargo, süs privilegios e intereses selec¬
los «hábitos tradicionales » se hallan aislados, mediante ,
-
..i v algún J¡| tivos, materiales en esencia pero a menudo ideales en su
•
desarrollo hegemónico habitual , como elementos del pasado JjpK » forma , que incluyen complejos elementos de estilo y tono y
que deben ser descartados. Una gran parte de un método básico, todavía pueden ser reconocidos, demostra¬
la actitud &
§“; pública ante esta tradici ón tiene lugar eqtre representantes
de estas dos posiciones. Sin embargo, a un nivel más pro 1$'
— —
serie de continuidades prácticas familias, lugares ,
ciones , un . idioma que son directamente experimentad institu¬
as
a*
m
ción entre las instituciones culturales , políticas y económicas
son muy complejas, y la esencia de estas relaciones consti¬
Asimismo, y en cualquier momento, es ún proceso vulnerable,. i I tuye una directa indicación del carácter de la cultura en un
ya que en la práctica debe descartar áreas de significaci sentido amplio. No obstante, nunca se trata de una mera
totales , reinterpretarlas, diluirlas o convertirlas en formas
—
que sostengan o al menos que no contradigan los
tos verdaderamente importantes de la hegemonía habitual — elemen
ón
¬
*1 i cuestión de instituciones formalmente identificables. Es asi ¬
mismo una cuestión de formaciones : los movimientos y ten¬
*v dencias efectivos, en la vida intelectual y art ísticá , que tienen
Resulta significativo que gran parte de la obra niás accesible. m
i
un influencia significativa y a veces decisiva sobre el desarro¬
e influyente de la contracultura sea histórica: la recuperaci llo activo de una cultura y que presentan una relación va¬
de áreas descartadas o el desagravio de las interpretacionóes n
138
IB
fifi
riable y a veces solapada con las instituciones formales.
139
r
m i i
é&S
-QST -
'
s
•
i§SB^
msp
SBB »
~ mente característico de las sociedades desarrolladas comple
wmíf m
iSScsiir'i- *
jas que las formaciones, a diferencia de las instituciones, - $Sk Sfe 8. Dominante , residual y emergente
SKr
•
ip- tengan un papel cada vez más importante . Por otra parte, ¡pfj/ 1'
*
V-
»>
p, .-
_.
las instituciones. Lo que se analiza en cada caso es el modo
de una prá ctica especializada . Adem á s, dentro de una aparen
- — en sus procesos variables y en sus definiciones sociales
—
tradiciones, instituciones y formaciones , sino tambié n en
las interrelaciones diná micas , en cada punto del proceso que
te hegemonía , que puede ser f á cilmente descrita de un modo
general, no sólo existen formaciones alternativas y en opo¬
sición . {algunas de ellas, en ciertos estadios hist óricos, con ¬
m
mt
i presentan ciertos elementos variables e hist óricamente va¬
riados. Dentro de lo que he denominado aná lisis « trascen--
dental », un proceso cultural es considerado un sistema cul -
5:
.
vertidas o en proceso de convertirse en instituciones alterna¬ tural que determina rasgos dominantes : la cultura feudal o
' ÍÜP Ia cul* ura burguesa o la transición de una a la otra. Este
tivas o en oposici ón) , sino también dentro de las- que pueden ;
-
reconocerse como formaciones dominantes, variantes que ,
Si 143
Ufe i
i «i
I
W tal y excluir la evidencia « marginal»,
.
daria »
Estos errores- *pueden evitarse si
«incidental »
«»*, mientra
uiiwmas
o «secun¬
cuust rvamos
s conse
a vos y en oposición
(la hermandad absoluta, el servicio de¬
sinteresado a los demás) y un cuerpooficial
§• y valores incorporados (la modalidad
mayor de significados
o el orden social
la hipótesis trascendental, podemos hallar términos que no 3BM&; ¿ \ cual lo mundano constituye un componente separado neu-
e
solo reconozcan los « estadios » y las « variaciones », sino tam dad
- ¡p¡SI
bien las relaciones din á micas internas de todo proceso ver- § |
.
tralizad
¡p or o ratificador). Por otra parte, la idea de comuni
:' rural es predominantemente residual; sin embargo, en algu -
¡
fe
I
.
.
te » y lo « efectivo », y en estos sentidos, de lo hegemónico. Sin ll
dadero En realidad, todavía debémos hablar de lo « dominan-
embargo, nos encontr amos con que tambi n debemos hablar, |
é
J§
-
nos aspectos limitados opera como alternativa u
| al capitalismo industrial urbano, aunque en su mayor
jst
| ;.. se halla incorporada como
fsf , idealiza ci ó n
—
o fantasía,
oposición
o
parte
como
—
* .
y ciertamente con una mayor diferenciación en relación con ¡
caca una de ellas, de lo « residual» y lo «emergente », que en SÍR®' una
cualquier proceso verdadero y en cualquier"momento de |
lf
función ociosa, exó tica residencial o escapista del
propio orden dominante. Del mismo modo, en la
f|§ £
| existe prácticamente nada
monarquía
fgg
£vr ?
este proceso, son significativos tanto en sí mismos como en 5jb|
lo que revelan sobre las características de lo « dominante ».
Por « residual» quiero significar algo diferente a lo «ar-
caico », aunque en la práctica son a menudo muy dif íciles
s (alternativo o de oposición;>
|
Ip
ción adiciona
residua
l delibera da y solida
de distinguir. Toda cultura incluye elementos aprovechables m é todos de ú na forma de la democracia capitalista. ¬
m —
..
de su pasado, pero su lugar dentro del proceso cultural con los
témporáneo es profundamente variable Yo denominaría «ar¬ m,
. - Un elemento cultural residual se halla normalmente a cier
ta distancia de la cultura dominante efectiva, pero una
parte v
caico» a lo que se reconoce plenamente como un elemento
del pasado para ser observado, para ser examinado o incluso |
| ¡ j
de él, alguna versión de él y —
especial mente
proviene de un á rea fundamental del pasado en la mayor—
si el residuo
ía
ocasionalmente para ser conscientemente « revivido» de un de los casos habr á de ser incorpor ada si la cultura domi ¬
--
modo deliberadamente especializado. Lo que pretendo signi ¿É ; nante efectiva ha de manifestar algún sentido en estas á reas .
ficar por « residual» es muy diferente. Lo residual, por defi | Por otra parte, en ciertos momentos la cultura dominante
nición, ha sido formado efectivamente en el pasado, pero
É no puede permitir una experiencia y una práctica residual
'
#v
# .*> • —
todavía se halla en actividad dentro del proceso cultural;
—
no sólo y a menudo ni eso como un elemento del pasado,
:sino como un efectivo elemento del presente. Por lo tanto, |
ciertas experiencias, significados y valores que no pueden ser • v
. gj
excesivas fuera de su esfera de acción, al menos sin que ello
implique algú n riesgo. Es en la incorporación de lo activa¬
—
mente residual a través de la reinterpretación, la disolu¬
ción, la proyección, la inclusión y lá exclusión discriminada —
expresádos o sustancialmente verificados en términos de la '
m
como el trabajo de la tradición selectiva se toma especial¬
—
cultura dominante, son, no obstante, vividos y practicados mente evidente. Esto es muy notable en el caso de las versio¬
'
í. *' 144
'
•
145
'
A . .:.
,, rVv
:
embargo, resulta excepcionalmente dif ícil
distinguir
elementos que constituyen efectivamente una nuevaentre los ; K ceptible de ser desigual y con seguridad es incompleta, ya que
la cultura dominante (y en este sentido «especie
-espec
fase dé ¬ B la nueva práctica no es en modo alguno un proceso aislado.
y los elementos que son esencialmente alternativ
os
ífico») i
opo1¬ B En la medida en que surge, y especialmente en la medida en
sición a ella: en este sentido, emergente antes o de B que es opuesta antes que alternativa, comienza significati-
J mente nuevo. Desde el momento en que nos que simple : - vamente el proceso de una incorporación intencionada. Esta
üT situaci
w
"
derando permanentemente las relaciones dentro hallamos consi ' - ón puede observarse, en Inglaterra y durante el mismo
-
so cultural, las definiciones de lo emergente, de un proce "
lo residual, sólo pueden producirse en relaciótanto como de
tido cabal de lo dominante. Sin embargo, la n con un sen¬
ubicaci
de lo residual es siempre más f ácil de comprende ón social
^ B período mencionado, en el surgimiento y más tarde en la
K efectiva incorporación de una prensa popular radical. Puede
B- observarse en el surgimiento y posterior incorporación de
B los escritos de la clase obrera, donde el problema fundamen-
gran parte de él (aunque no todo) se relaciona r, ya que tal de la emergencia se revela claramente desde el momento
con fases y B en que en tales casos la base de la incorporación es el efectivo
formaciones sociales anteriores del proceso cultural
se generaron ciertos significados y valores reales. En en que ; predominio de las formas literarias admitidas; una incorpo -
cia subsecuente de una fase particular dentro de la ausen¬ ; ración, por así decirlo, que condiciona y limita la emergen -
una
dominante se produce entonces la remisión hacia aquellos
significados y valores que fueron creados en
cultura | cia. Sin embargo, el desarrollo es simpre desigual. La incor
• poración franca se ensaya más directamente contra los ele¬
-
el pasado en mentos de clase visiblemente alternativos y de oposición: los
sociedades reales y en situaciones reales, y que
recen tener significación porque representan áreas todavía pa¬ sindicatos, los partidos políticos de la clase obrera, los estilos
periencia, la aspiración y el logro humanos de la ex¬ de vida de la clase obrera (incorporá ndolos al periodismo
que la cultura « popular », a la publicidad y al entretenimiento comercial).
dominante rechaza, minusvalora, contradic ,
cluso es incapaz de reconocer. e reprime o in - En tales condiciones el proceso de emergencia es un movi¬
El caso de lo emergente es radicalmente miento constantemente repetido y siempre renovable que va
cierto que en la estructura de toda sociedad diferente .
real, y especial¬
Es I más allá de una fase de incorporación práctica; habitual -
mente en su estructura de clases, existe siempre f mente mucho más difícil por el hecho de que una excesiva
social para los elementos del proceso cultural que una base I incorporación aparente ser un reconocimiento, una admisión,
nativos o de oposición a los elementos dominant .son alter¬ .
* y por lo tanto, una forma de adaptación Dentro de este com -
dalidad de esta base social ha sido valiosamentees Una mo¬ : piejo proceso existe verdaderamente una confusión regular
el cuerpo central de la teoría marxista: descrita en entre lo que es localmente residual (como una forma de re¬
la formaci
nueva clase, la toma de conciencia de una nueva clase ón de una -¡$ sistencia a la incorporación) y lo que es generalmente emer -
tro de esto, en el proceso real, el surgimiento , y den- Í,í [ gente.
(a menudo La emergencia cultural en relación con la emergencia y la
desigual) de elementos de una nueva formaci
ón cultural. Por f
lo tanto, el surgimiento de la clase trabajadora
clase se hizo evidente de inmediato en como una
n creciente fortaleza de una clase es siempre de una impor
| tancia fundamental e invariablemente compleja. Sin embargo,
-
(por ejemplo en la Inglaterra del
el proceso cultural tambié n debemos observar que no es el único tipo de emer¬
siglo xix) . Sin embargo, •
existen desigualdades de contribución extremas - gencia. Este reconocimiento resulta sumamente difícil desde
partes del proceso. La producción de
en diferentes una óptica teórica, aunque la evidencia práctica es abundante.
nuevos valores
tuciones sociales excedió ampliamente la producció e insti- ;-
: Lo que realmente debe decirse, como modo de definir los
tituciones estrictamente culturales, mientras que n de ins - *
^^ ^
^^
JTí
E r oclos de
sjgnificativas que tienen lugar fuera o en contra
ioininante
teT'excluyen
. Por el contrario, es un hecho en cuanto|
dominaci
toda la
ón que seleccionan y consecuente- }
escala de la práctica humana. Lo que "
í
gencia que pueden ser efectivamente incorporados, pero siem
pre en la medida en que las formas incorporadas sean sim¬
plemente facsímiles de la práctica cultural genuinamente
emergente. Bajo estas condiciones resulta verdaderamente
'T' venics considerado con frecuencia como lo personal o
natural o incluso lo metaf ísico. En rea- - dif ícil cualquier emergencia significativa que vaya má s allá
^
f Tivad
l!%
f% ¿
ó;
í expr sa
fepréhendido
O
el
como
Whabitualmente
lo
á rea
lo
en uno u otro de estos términos donde
excluida
dominante es
, ya que lo que efectivamente ha
de hecho la definición dominante
¿
o en contra del modo dominante, sea en sí misma o en su
repetida confusión con los facsímiles y novedades de la fase
| incorporada. Sin embargo, en nuestro propio período, del
cial. mismo modo que en los dem ás, el hecho de la prácticaá cul¬
rdellSlsóíSta tural emergente todavía es innegable; y junto con la pr ctica
jjfEsPlt aprehensión la que debe ser especialmente resis
que es siempre la conciencia práctica , aunque en
- activamente residual constituye una necesaria complicación
(diferentes proporciones, en las relaciones específicas, en las de la supuesta cultura dominante.
( Este proceso complejo, en parte, puede ser descrito en
habilidades específicas, en las percepciones específicas, la
rjue í resulta incuestionablemente social y la que el orden, .términos de clase. Sin .embargo, siempre existe otra concien ¬
(social específicamente dominante niega, excluye, reprime o - cia y otro ser social que es negado y excluido: las percepcio¬
nes alternativas de los dem ás dentro de las relaciones inme¬
.
rfparativo de todo orden social dominante es hasta d ónde se diatas; las percepciones y las prá cticas nuevas del mundo
-
Lafiáhza dentro de la escala total de las prá cticas y experien .
Xpiá s en su intento de incorporación. . Pueden existir á reas
- material. En la práctica, son cualitativamente diferentes de
los intereses articulados y en desarrollo de una clase social
naciente. Las relaciones entre estas dos fuentes de lo emer¬
pié ' experiencia a las que es preferible ignorar o eliminar:
fásignarnatural
[como
como privado, diferenciar como est ético o generalizar
. Por otra parte, en la medida en que un orden
— —
gente la clase y el á rea social (humana) excluida no son
de ningú n modo contradictorias. En algún momento pueden
manifestarse sumamente próximas y las relaciones que man ¬
i social cambia en cuanto a sus propias necesidades de desa-
p ’ rfollo, estas relaciones son variables. Por lo tanto, en el capi- tienen entre sí dependen en gran parte de la práctica pol í tica.
talismo avanzado, debido a los cambios producidos en el ca ~ Sin . embargo, desde una ó ptica cultural y como una cuesti ón
Egjv rácter social del trabajo, en el carácter social de las comu- que ata ñ e a la teoría , las á reas mencionadas pueden con ¬
gjv lanicaciones y en el carácter social de la toma de decisiones, siderarse diferentes.
cultura dominante va mucho más allá de lo que ha ido Por último, lo que realmente importa en relación con la
nunca en la sociedad capitalista y en las á reas hasta el mo¬ s comprensión de la cultura emergente , como algo distinto de
mento « reservadas » o « cedidas » de la experiencia , la prá ctica ,3 lo dominante así como de lo residual, es que nunca es so¬
y el significado . Por lo tanto, el á rea de penetraci ón efectiva lamente una cuesti ón de práctica inmediata ; en realidad , de¬
del orden dominante dentro de la totalidad del proceso social pende fundamentalmente del descubrimiento de nuevas for¬
y cultural es significativamente más amplia. Esta situaci ón, mas o de adaptaciones de forma. Una y otra vez, lo que de¬
bemos observar es en efecto una preemergencia activa e influ ¬
a sü vez , hace especialmente agudo el problema de la emer
gencia y disminuye la brecha existente entre los elementos .
- ¿
yente aunque todavía no est é plenamente articulada, antes
1 que la emergencia manifiesta que podría ser designada con
alternativos y de oposición . Lo alternativo, especialmente en # una confianza mayor. Es con la finalidad de comprender má s
las á reas que se internan en á reas significativas de lo domi - % estrechamente esta condici ón de la preemergencia , así como
nante , es considerado a menudo como de oposición y, bajo % las formas más evidentes de lo emergente, lo residual y lo
presi ó n , es convertido a menudo en una instancia de opo - dominante, como tenemos que examinar el concepto de es¬
i sició n. Sin embargo, y a ú n en este punto, pueden existir Jjt
t
> —
esferas de la prá ctica y el significado que casi por definición
a partir de su propio carácter limitado, o en su profunda
Js
#
" tructuras del sentir.
—
deformación la cultura dominante es incapaz de reconocer
149
148
9. Estructuras del sentir i ¡ [ definido como lo personal : esto, aquí , ahora , vivo, activo,
* «subjetivo » .
Existe otra distinción relacionada con lo anterior. Tal
como se describe el pensamiento, dentro del mismo y acos¬
?
tumbrado tiempo pasado, es en realidad tan diferente en
—
sus formas explícitas y acabadas de todo e incluso de cual¬
—
quier cosa que podamos reconocer inmediatamente como
En la mayoría de las descripciones y los análisis, la cul
tura y la sociedad son expresadas corrientemente en tiempo- f% pensamiento, que oponemos a él los términos más activos,
—
t
—
tir y luego los observamos arrojados en torno a las formas
fijas, finitas y repelentes. Este punto adquiere una importan¬
acabados. Lo que resulta defendible como procedimiento cia considerable en relación con las obras de arte, que en
ert cierto sentido son formas explí citas y acabadas; objetos ver¬
r- . la historia consciente , en la que sobre la base de ciertos su
pueltos existe una serie de acciones que pueden ser consi -
'
?
- -~
Vr *: daderos en las artes visuales y convenciones y notaciones ob¬
r' deradas definitivamente concluidas, es habitualmente proyeo- jetivadas (figuras semánticas) en la literatura . Sin embargo,
tado no sólo a la sustancia siempre movilizadora del pasadío; l f completar su proceso inherente no es sólo eso: debemos ha¬
¿V '-
sino a la vida contemporánea, en la cual las relaciones, las ? cerlos presentes en « lecturas » específicamente activas . Tam¬
¡H ; : bién ocurre que la producción del arte no se halla nunca ella
•
instituciones y las formaciones en que nos hallamos involu S
erados son convertidas por esta modalidad de procedimiento-
'
t 151
I
if )
1
*
que contin ú a siendo el error bá sico. Marx observó esta si - tem á ticos entre unidades fijas. En efecto, precisamente no
por -
tuación con bastante frecuencia y algunos marxistas lo ci- ' J qUe toda conciencia es social , sus procesos tienen lugar
tan de un modo fijo antes de retornar a las formas fijas, - jj. s6i0 entre, sino dentro de la relación y lo relacionado . Y esta
El error, como ocurre tan a menudo, consiste en tomar prá ctica es siempre algo m á s que una manipula -
conciencia
los términos de an álisis como t é rminos sustanciales. En |ción de formas y unidades fijas. Existe una tensión frecuente
la interpretación admitida y la experiencia práctica.
consecuencia, hablamos de una concepci ón del mundo o de
una ideología dominante o de una perspectiva de clase, a í j ^>
. entre
Donde esta tensión pueda hacerse directa y hallamos explícita o donde
menudo con una evidencia adecuada , aunque en este res , HA , :
bal ón regular hacia un tiempo pasado y una forma fija supo- .
- gS ¿ til una interpretaci ó n alternativa , nos
í dentro de una dimensión de formas relativamente fijas. Sin
’
todavía
sultar diferente en lo que se refiere a las terceras personas . .í ~ l absoluto, a las que ni siquiera reconocen. Existen importan¬
‘
rimentadas, los cambios y las incertidumbres, las formas in- tirá la parte en el todo, o el todo en la parte . E incluso en
trincadas de la desigualdad y la confusi ón , se hallan en con¬ el caso en que puede hallarse acuerdo entre la forma y la res
¬
tra de los términos de la reducción y muy pronto, por exten ¬ puesta , pueden existir cualificaciones , reservas e indicaciones
sión , en contra del propio an álisis social. Las formas sociales por doquier: lo que el acuerdo parecía establecer pero toda¬
son admitidas a menudo como generalidades, aunque exclui¬ rH vía suena en todas partes. La conciencia práctica es casi
'
i
- y otras formas similares de la vida social. Es un interrogante
ón® ^! en la práctica son variables (incluso
en una escala que va desde un
históricamente variables)
asentimiento formal con una
^^®
Í
abierto — es decir, una serie de interrogantes históricos espe ' la interacción más matizada existen
disensión privada hastaseleccionadas
¬
cíficos si en alguno de estos cambios éste o aquel grupo - B e interpretadas y las ex¬
a. — háj te entre las creencias
. Una definición alternati ¬
sido dominante o influyente o si son resultado de una
,
inter - ® periencias efectuadas y justificadas
la experiencia, que ofrece en
acción mucho más general, ya que lo que estamos va sería la de estructuras de
*vr -
"
definiendo
es una cualidad particular de la relación y la experiencia ® ¡f cierto sentido una palabra mejor y más amplia, pero con la
.
* cial, históricamente distinta de cualquiera otras
so .
- ® |dificultad designifica
que uno de sus sentidos involucra ese tiempo
particulares, que determina el sentido de una generación o d ®
/4
cualidades el obst áculo más importante para el re ¬
; pasado que
un período. Las relaciones existentes entre esta cualidad y
é,
las1®
® conocimiento del área de la experiencia social, que es la que
rv
* demás peculiaridades históricas especí ficas de las institucio ; está siendo definida. Estamos hablando
de los elementos ca-
nes, las formaciones y las creencias cambiantes, y más allá]
de ellas, las cambiantes relaciones sociales y económicas
-
^®
® • í sticos de impulso,
racter
! chicamente afectivos de
restricci
la
ó
conciencia
n y
y
tono
las
; elementos espe-
relaciones, y no
, las .clases y dentro de ellas, constituyen nuevamente un
entreT ® ; sentimiento contra pensamiento, sino pensamiento
tal como
rrogante abierto; es decir, una serie de interrogantes hist -®?
* inte es pensado ; una concien¬
es sentido y sentimiento tal como
ricos específicos. La consecuencia metodológica de una
definid
ó-
.®
® cia práctica de tipo presente , dentro de una continuidad vi¬
definien
viente e interrelacionada. En consecuencia» estamos
ción de este tipo, no obstante, es que los cambios , ¬
riencia social antes que como experiencia «personal» o como ® vada, idiosincrásica e incluso aislante , pero que
el «pequeño cambio» simplemente superficial o
incidental de
JBf (aunque muy raramente ocurra de otro modo
) tiene sus ca¬
la sociedad. Son sociales de dos maneras que las distinguen de » racterí sticas emergentes, conectoras y dominantes
y, cierta¬
los sentidos reducidos de ló social, considerado esto como
lo W
uB .
mente, sus jerarquías específicas Éstas son
a menudo mejor
(como
cuando han sido
institucional y lo formal; primero, en el hecho de que son M reconocidas en un estadio posterior ,
y en muchos
cambios de presencia (mientras son vividos esto resulta ob- S ocurre a menudo ) formalizadas , clasificadas
ese mo
casos convertidas en instituciones y formaciones. Ená comen¬
¬
vio; cuando han sido vividos, todavía sigue siendo su
carac-
terística esenciall
esencial);: segundo
setmnHr», en
* n el
> »1 hecho de
A
- ^
—
que aunque son
emergentes o preemergentes, no necesitan esperar una
,
defi- ig
mento el caso es diferente; normalmente ,
zado a formarse una nuevá estructura del sentimiento
ya habr
dentro
del verdadero presénte social.
¬
154 155
í
I
R m&m
*?: .
tural presente La hipótesis presenta una especial relevancia
í; todo el arte, en modo alguno, se relaciona con unaefectivas estructura
con respecto al arte y la literatura, donde el verdadero conte » - g del sentimiento contemporá nea . Las formaciones de
US K
nido social, en un nú mero significativo de casos, de este tipo
presente y efectivo, y sin que ello suponga pérdidas, no puede I
|‘~
la mayor parte del verdadero arte se relacionan con
ú¡. ciones sociales que ya son manifiestas, dominantes o residua-
forma -
MJ.
ser reducido a sistemas de creencias, instituciones o a reía|
ciones generales explícitas, aunque puede incluir a todas ellas’4? - I les, y es originariamente con las formaciones emergentes
n una
(aun-
modifica -
m- como elementos vividos y experimentados, con o sin tensión,
del mismo modo que obviamente incluye elementos de la ex
I que a menudo en forma de una perturbaci ó o
c ción dentro de las antiguas formas) con las que la estructura
como solución. Sin embargo, esta
wv
rca >
periencia social o material (í f sica o natural) que puede si|
tuarse más allá de, o hallarse descubierta o imperfectamente
cubierta por, los elementos sistemá ticos reconocibles en cual-
-
:
^ I del sentimiento se relaciona
específica no es jamás un simple flujo. Es una for
I solucióónestructurada
| mari n que, debido a hallarse en el mismo borde
-
-^
*?«> F de la eficacia semántica, presenta muchas de las caracter ís-
quier sitio. En el arte, la presencia inequívoca de ciertos ele ; ar-
P
SU-
mentos que no está n cubiertos por (aunque en algú n modo
pueden ser reducidos a) otros sistemas formales, constituye 1
la verdadera fuente de las categorías especializadas de « lo
r ticas de una preformaci
t~ ticulaciones específicas
ó
—
n , hasta el momento en que
nuevas figuras semá nticas son
t descubiertas en la práctica material, con frecuencia
— las
, como
— —
pecificidad de estos elementos sentimientos específicos, rit
mos específicos ; y no obstante ello, hallar los medios de
’ reconocer sus tipos espec
- ,
realidad, y a menudo, minoritaria); ésta es a menudo, a su
cesores. Por lo
n que se conecta sustancialmente con sus su¬
f vez, la generaciótanto , es una estructura específica de eslabo - '
—
miento puede relacionarse específicamente con la evidencia
de las formas y las convenciones figuras semá nticas que,
—
en el arte y la literatura, se hallan a menudo entre las pri T.
meras indicaciones de que se está formando una nueva es- 01
tructura de este tipo. Estas relaciones será n examinadas en
-
'
•
nuevas figuras semánticas de Dickens, de Emily Bronté y
otros, consideró el abandono de los niños y el aislamiento
como una condición general , y la pobreza, las deudas y la ile¬
gitimidad como sus instancias conexas. Una ideología alter¬
detalle en los capítulos siguientes, pero como una cuestión de nativa que relacionase tal exposición con la naturaleza del
la teoría cultural éste es un modo de definir las formas y las orden social, sólo fue elaborada con posterioridad, ofrecien¬
convenciones en el arte y la literatura como elementos ina¬ do explicaciones aunque con una tensión reducida: la expli¬
lienables de un proceso material social no por derivación de cación social plenamente admitida, la intensidad del temor
otras formas o preformas sociales, sino como una forma¬ y la vergüenza experimentados, ahora dispersos y generali¬
ción social de tipo específico que a su vez puede ser conside¬ zados.
rada articulación (y con frecuencia ú nica articulación plena ¬ Finalmente, el ejemplo nos recuerda la compleja relación
mente aprovechable) de estructuras del sentir, que como pro¬ existente entre las estructuras del sentir diferenciadas y las
cesos vivientes son experimentadas mucho más ampliamente. .
clases diferenciadas Desde una perspectiva histórica esto es
Las estructuras del sentir pueden ser definidas como ex¬ sumamente variable. En Inglaterra por ejemplo, entre los
periencias sociales en solución, a diferencia de otras forma¬ a ños 1660 y 1690 pueden distinguirse inmediatamente dos es¬
ciones semánticas sociales que han sido precipitadas y resul¬ % tructuras del sentir (entre los derrotados puritanos y en la
tan más evidente y más inmediatamente aprovechables. No 1 corte restaurada) , aunque ninguna de las dos, en su lite¬
-
ratura ni en ningú n otro sitio, es reductible a las ideolo
156
157
s®»»
m
i!if gias de estos grupos o a sus relaciones formales de
clase (de í 10 . La sociolog ía de la cultura
hecho, sumamente complejas). En ciertas ocasiones la
gencia de una nueva estructura del sentir se
relaciona mejor
-
emer W w
con el nacimiento de una clase (Inglaterra, 1700 1760); en-
otras ocasiones, se relaciona más precisamente con la
tradicción, la fractura o la mutación dentro de una clase (In *
con¬
-
glaterra, 1780-1830 ó 1890 1930), cuando una formación parece ' 1 - jfff
desprenderse de sus normas de clase, - aunque conserva
su Jlp-|
; É jp
filiación sustancial , y la tensión es, a la vez, vivida y articu - ÉÉ fj§i
Gran parte de los procedimientos de la sociología se han
de estos ejemplos ^ —
lada en figuras semá nticas radicalmente nuevas * . . Cualquiera
V J
vuttiyuici ü
requiere una sustanciaclón detallada ; sin ..
- l Jgp
ü¡,»
f **
visto limitados o distorsionados por conceptos reducidos y
reductivos de la sociedad y lo social. Esta situación resulta
particularmente evidente en la sociología de la cultura. Dentro
embargo, lo que ahora se halla en cuestión, teóricamente, es T
la hipótesis de un modo de formación social explícito y reco <
nocible en tipos específicos de arte, que se distingue de otras ¡
formaciones semá nticas y sociales mediante su articulación|
de presencia.
-
|[ | § I¡
_ de la tradición empiricista radical, a menudo asociada prác¬
ticamente con el marxismo, se han elaborado importantes
trabajos sobre las instituciones. Los principales sistemas de
comunicaciones modernos constituyen hoy con tantá eviden-
y [ cia instituciones clave dentro de las sociedades capitalistas
¿ avanzadas, que requieren el mismo tipo de atención, al me¬
nos inicialmente, que la otorgada a las instituciones de la
producción y la distribución industrial. Los estudios sobre
la propiedad y el control de la prensa capitalista, del cine ca¬
pitalista y de la radio y la televisión capitalistas y capitalistas
dé Estado se entrelazan , hist órica y teóricamente, con los
m análisis má s amplios sobre la sociedad capitalista , la econo¬
mía capitalista y el Estado neocapitalista. Además, gran
r
h parte de las instituciones requieren un análisis dentro del
contexto del imperialismo y el neocolonialismo modernos, en
relación con las cuales éstos aparecen sumamente relevantes
Si (véase Schiller, 1969) .
Por encima y más allá de sus resultados empíricos, estos
análisis fuerzan una revisión teórica de la f órmula de base y
superestructura y de la definición de las fuerzas productivas,
Jfe
’
ü' lÜ
lfijfelp
^ '
dentro de un á rea social en que la actividad económica ca-
pitalista en gran escala y la producción cultural son hoy in-
separables. Hasta que se produzca esta revisi ón teórica, in-
'
&.
la hegemonía. Lo que ha logrado la teor ía cultural burguesa
y radical-empiricista es la neutralización social de tales in¿É |
tituciones: el concepto de la « masa » reemplaza y neutraliza
las estructuras de clase específicas; el concepto de « manipu|
lacióri» ( una estrategia operativa en la política y la publicidad
| t| || |
^ p!
ternacionales de largo alcance y su integración a otras for
Ip mas de producción constituye a la vez un hecho económico
® y cultural.
»
- §
j - Los efectos cultúrales no necesitan ser siempre
allpíü Ipr
igSfr En la práctica resulta imposible separar el
-
indirectos ,
desarrollo de la
-
capitalista ) reemplaza y neutraliza las complejas interaccio-
nes del control, la selección, la incorporación y lás fases de
la conciencia social correspondientes a las verdaderas rela|
ciones y situaciones sociales . |
| |ÍÉ
- t ffj
Éi
§ ^ novela
l
, como forma literaria , de la econom
mente específica de la publicación de ficción. Esto ha sido
|f
f
cierto, con muchos efectos negativos (a menudo aislados y
;
d í rectamen-
KS;
fe
i
Este elemento neutralizador ha resultado particularmente
evidente en el estudio de los «efectos» que ha preocupado
la sociolog Oía burguesa empí rica. En este fLUilU, el
punto
tout ¿ ti an álisis ¿
HllllilOlO
incluso el reconocimiento de los «efectos » está n predeterminas
^^
¡Pg- nica) desde la d écada de 1890, aunque los efectos
'
te negativos son hoy mucho m ás evidentes. El análisis de la
tí; jjg jggf SUUUlUgld
sociología de UC la novela debe incluir
este
lili V
factor
..
" una serie
I L vittt
directamente
de factores
econ ó
. ,
. mico
K>
*
nados por el supuesto de normas que son, como la « socialhillfe Sil
¿ - que, por. razones ideológicas, se ve ordinariamente excluido,
^^fll
zación », abstractas y mistificadoras (desde el momento en| sife La inserción de determinaciones económicas dentro de los '
>iJ
-.
' '
que es precisamente la variación histórica y de clase de la ®
estudios culturales constituye, lógicamente, la contribución
« socializació n » la que ha de ser estudiada) o bien como |
ocu | ff |p
especial del marxismo; y en algunas oportunidades Su simple
'
rre en los estudios de los efectos sobre la política o sobre inserción constituye un avance evidente. Sin embargo, en de-
I¡
« Violencia », son ellos mismos « efectos » de un orden
cult
La
ú
'
sociolo¬
rales que
cíales sumamente diferentes) se ve oscurecida por las ñor-! | f®t
| no tienen una realización institucional manifiesta, exclusiva
——
'
mas burguesas de los «productores culturales » y el « público ; o directa por ejemplo, los « movimientos » literarios e inte¬
de masas », con el efecto adicional de que la compleja ideolo-
-
, ¡0» ilili ¡
lectuales resulta especialmente importante. La obra de
gía de estos productores, en tanto que empresarios y agentes
dentro de sistemas capitalistas, no es desarrollada én s| í | |
fl|
É| Gramsci sobre los intelectuales y los trabajos de Benjamin
sobre los « bohemios » lanzan esquemas de tipo marxista ex¬
misma. • •
perimentales.
Otro efecto de este tipo de concentración sobre las «co- .
, una sociolog oía cultural marxista es reconoci-
_
municaciones de masas » es que el aná lisis no se extiende ñor-
malmente a las instituciones en que estas normas_ parecen _
hallarse ausentes: por ejemplo, a la publicación de libros, que
A
-
Por
*
rentes
w lo tanto
^
ble, en sus perfiles
üf
tipos J
de-
m á
instituci
2
s
ó
simples
n -
y
—
• d*
<*é
, en los
formaci
-
estudios
ó
ducción y distribución cultural, y en la vinculación de ellas
n dentro
de los dife
Am -la
de i » pro
-
n m.
¬
m
fe *
Mt- - .
Falta tanto por hacer dentro de este perfil general que uno (audiencias, incluyendo la formació n de audiencias dentro de
- se ve tentado a permanecer en él . Sin embargo, hemos obser¬ teatros y su formación social m ás amplia) , continuará ade¬
vado, desde una perspectiva teórica , a medida que aprende¬ lante e incluirá las formas ; no sólo en el sentido de sus rela¬
mos una y otra vez a comprender prá cticamente, que la re¬ ciones con las concepciones del mundo o con las estructuras
ducci ón de las relaciones sociales y del contenido social a del sentir, sino tambi é n en el sentido más activo y di¬
estas formas generales explícitas y manifiestas resulta inefi ¬ ná mico de la totalidad de su desempe ño ( métodos sociales
caz. A estos estudios marxistas u otros estudios de las ins¬ para hablar, moverse, representar y así sucesivamente) . Cier¬
tituciones y las formaciones es fundamentalmente necesario tamente, en muchas artes, mientras que el contenido social
-
agregar los estudios de las formas , no como un medio de ilus
tración , sino, en muchos casos, como el punto de acceso m ás
¬ manifiesto es evidente en cierto modo en las instituciones, las
’i-.
' formaciones y las relaciones de comunicación , y de otro modo
específico a ciertos tipos de formación . En este punto ad en formas que relacionan selecciones específicas de asun¬
¬
Ü?
quiere relevancia otra tradición sociológica muy diferente. tos con tipos específicos de interpretación, y lógicamente con
La sociología de la conciencia , que constituyó un elemento
seminal en el período de la sociología cl ásica y que condujo & un contenido específicamente reproducido, un contenido so¬
cial igualmente importante y con frecuencia más fundamental
a una distinción program á tica de las « ciencias culturales »,
ha continuado teniendo influencia y está bien representada —
puede hallarse en los medios sociales básicos formas so¬
ciales de lenguaje, movimiento y representación históricamen¬
dentro de la tradición marxista por Luk ács y Goldinann , así
como por la Escuela de Frankfurt . La tendencia general , den ¬
tro de la sociología burguesa , ha consistido en una reducción
—
te variables y siempre activas , de los cuales puede parecer
que dependen los elementos sociales m ás manifiestos.
Los estudios específicos a menudo deben aislar temporal¬
de la sociología de la conciencia a la « sociología del conoci¬ mente este o aquel elemento. Sin embargo, el principio fun¬
miento ». Dentro de la tradición empí rica se ha producido damental de una sociología de la cultura es la compleja uni¬
otra reducción a una sociología de las instituciones del « co¬ dad de los elementos que, por tanto, son catalogados o sepa¬
nocimiento organizado » , tales como la educación y la religión , rados. Ciertamente, la tarea básica por excelencia de la socio¬
donde un tipo de evidencia familiar, organizada consciente¬ logía de la cultura es el análisis de las interrelaciones exis¬
mente en: ideas y relaciones, resulta más eficaz. Incluso den ¬ $ tentes dentro de esta compleja unidad : una tarea distinta a
tro de algunas tendencias marxistas, la comprensión de la la de la reducida sociología de las instituciones, formaciones
— —
« conciencia » como « conocimiento » tal vez determinado ori¬
ginariamente por el positivismo se ha manifestado especial¬ mST .
y relaciones comunicativas, y, no obstante, en tanto que so¬
ciología, radicalmente diferente asimismo del análisis de las
mente d ébil en relación con tipos importantes de arte y de formas aisladas. Como ocurre tan a menudo, las dos tenden ¬
literatura , ya que la conciencia no es solamente conocimiento,
del mismo modo que el lenguaje no es solamente indicación
e indicado. Es asimismo lo que siempre se ha diferenciado,
4
cias dominantes de los estudios culturales burgueses
—
sociología de la « sociedad » reducida pero explícita y la esté¬
tica de la recomposición social excluida como un «arte» es¬
la
1
i§É
:V\* *
ciones. Es esta división, que en la actualidad ha sido ratifi § - III . TEORIA LITERARIA
lljfti cada por disciplinas fidedignas, la que debe superar y reem
plazar una sociología de ia cultura, insistiendo sobre lo que ¡
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es siempre un proceso social material total y conexo. Esta Sjplf Sigi
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gfÜr tarea es, lógicamente, dif ícil; sin embargo, hoy se dedica a 10mm
W ella una gran energía , y a menudo se ve cogida en el manteni -
Jte
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mm surgiendo un nuevo mé todo que puede ser considerado or
ginal en ciertos campos, ya que si hemos aprendido a obser 4afrijjgj
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var la relación de cualquier trabajo cultural con lo que hemos SS
,
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d ían de y eran formados en las relaciones; « extemamen
te », por el hecho de que el. sistema depende de y está for
—
mado en las instituciones que lo activan y que
to son a la vez instituciones culturales, sociales y económi . í
—
( por lo tan
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cas) ; integralmente, por el hecho de que un «sistema de sig
mssmB nos », adecuadamente comprendido, es a la vez una tecnolo-
gía cultural específica y una forma específica de conciencia jjfjji jgfc
a * práctica: los elementos aparentemente diversos que en rea- i£p '
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lidad se hallan unificados en el proceso social material. El á
trabajo habitual sobre la fotograf ía , sobre la pelí cula, sobre
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el libro, sobre la pintura y su reproducci ón y sobre el «flujo
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reticulado » de la televisi ón, para tomar solamente los ejem ¬
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plos más inmediatos, es una sociología de la cultura dentro
de esta nueva dimensión, de la que no se halla excluido nin¬
g ú n aspecto del proceso y en la cual las relaciones formativas
y activas de un proceso, a través precisamente de sus « pro¬
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ductos » todavía activos, se hallan específica y estructuralmen¬ % h
te conectadas: es una « sociología » y a la vez una « esté tica ».
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debemos tratar de analizar las presiones y limitaciones su
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formas más sólidas se intentaba acentuarlas como una nueva
práctica cultural.
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Hemos examinado previamente el desarrollo hist órico del
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concepto de « literatura »: desde sus conexiones con el alfabe¬
tismo hasta el hincapié en el saber culto y los libros impre
sos, y m ás tarde, en su fase más interesante, el hincapié en la
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escritura « creativa » o « imaginativa » como un tipo de prá ctica
cultural especial e indispensable. Es importante que los ele-
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mentes de esta nueva definición de la literatura fueran re . **
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puede ser comprendida tanto de un modo endeble como de
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3*^ trotraídos a antiguos conceptos, como en el intento de aisla | l - manera resistente. Donde las categorías especializadoras
miento de «la tradición literaria » como forma de la tradición , multiplicidad
y represoras operan en un estadio temprano la
del « saber culto». Sin embargo, es más importante que los 2$' de lite-
es poco más que un reconocimiento de las «formas
—— —
'
* den-
Sf
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. elementos más activos de la nueva definición resultaran espe-
cializados y contenidos dentro de una modalidad sumamente
ratura » variables poes«ía, drama
* <?. tro de estas formas l í rica », «
, novela
é pica », «
o de
narrativa
formas
— » , y así
i¿ nueva. reconoci-
? .
í sucesivamente. El hecho concreto no es que estos
v>
s£
. • La especialización fue la interpretación de la escritura
« creativa » o « imaginativa » a través del concepto endeble y
ambiguo de «ficci ón », o a través de los conceptos má s gran v
~ T inientos de la variaci ó n sean
: i % trario, son necesarios aunque no siempre en
'
La
importantes
limitaci ó n
; por el con-
estas formas ad¬
verdaderamente
diosos pero m ás cuestionables de « imaginación » y « mito » De-. '
" " '
-
f estrictaformas
es la l ínea trazada entre todas estas variaciones y
;A esta especialización surgió una situación parcialmente repre $ escritura « no literarias ». La categorizaci ón
siva, aunque fue decisivamente reforzada por el concepto de-
v ' otras de
preburguesa se hizo normalmente en términos de la propia
«crítica », en parte el procedimiento operativo
de una « tradi- / '
X
escritura, como ocurre en la.distinci ón relativamente eviden¬
cióla » selectiva y represora, en parte el
ducido desde la creativ ? rfarf v
creatividad
cambio clave pro
y la imaginación consideradas
como procesos productivos activos, hasta las abstracciones
- .f
-
•
.
i- 4
te que existe
Tesbozada
feudales
entre
normalmente
el - verso
en los
y
*
otras
t é
formas de composición,
rminos caracter
o aristocrá ticos de «elevación » o « dignidad ». Resulta
ísticamente
• ..
categóricas demostradas y ratificadas por medio de una cons *’ ' significativo que mientras se sostenía aquella distinción , el
. picú a elaboración humanista: la crítica comó «cultura », «dis-¬ .¿i v
• ? uivuiuLiaua lo que actualmente ser
NORMAIMCIILG involucraba
verso normalmente ía de; -
-
í VJ
criminación » o «gusto». r
nominado escritura « -
hist ó• •
rica » , « filos ófica »,i
« - •
descriptiva », «di
J
¬
Ni la especialización ni la represión han sido jam ás com¬
.
pletas En verdad , dentro de la continua realidad de la prác¬
* W! d áctica » o incluso « instructiva », como lo que actualmente se¬
ría denominado escritura y experiencia «imaginativa », «dra¬
tica de escribir esto resulta estrictamente imposible. Sin mática », «de ficción » o «personal ».
embargo, cada una de ellas ha producido un daño significati¬
£ El trazado y retrazado burgués de todas estas líneas cons¬
vo, y en su dominio de la teoría literaria se han tituyó un proceso complejo. Por una parte fue el resultado, o
en los obstáculos principales para la comprensiónconvertido tanto de
la teoría como de la prá ctica. Por ejemplo, todavía es dif ícil m
4*
más estrictamente el medio, de una decisiva secularización,
racionalización y eventualmente popularización de una amplia
evitar cualquier intento de que la teoría literaria sea conver¬ á rea de la experiencia. A cada uno de estos procesos y en di¬
tida, al menos a priori , en una teoría crítica, como si las úni¬ ferentes estadios pueden vincularse valores diferentes; sin
cas cuestiones principales en lo concerniente a la produc¬ embargo, en la historia, la filosof ía y la descripción social y
ción literaria fueran variaciones del interrogante: «¿ cómo i científica está claro que los nuevos tipos de distinción en re¬
juzgamos ? ». Al mismo tiempo, considerando la verdadera es¬ lación con las formas y los métodos de la escritura se halla¬
critura , el verdadero acto de escribir, las vetustas categoriza-
ciones y dicotomías de « realidad » y «ficción », de «
I ban fundamentalmente conectados con nuevos tipos de distin¬
£ ción en relación con la intención. La «elevación » y la « digni¬
e « imaginativa », de « referencial» y « emotiva », se discursiva
»
ubican re ¬ dad » dieron lugar, inevitablemente, en ciertos campos especí¬
gularmente no sólo entre las obras y los lectores (y
por con¬ ficos, a la « practicidad », la «efectividad » o la «precisión ».
siguiente éstos se realimentan, miserablemente,
dentro de las
’
fe —
el efecto emocionales , o bien, ante la insistencia de sus
practicantes en la dimensión relativamente suprimida pero r
una porción significativa de cada serie, y dado el uso de los
verdaderos caracteres y acontecimientos en gran parte de las
»
!
— *
nuevamente «elevada », lo creativo a diferencia de lo racional
o de lo práctico. Lógicamente, dentro de esta compleja inte¬
racción resulta significativo que la propia literatura aislada
cambiara en muchas de sus formas inmediatas. En la novela
r
comunidad sustancial
La gama de
—
principales obras épicas, novelescas, teatrales y narrativas, la
superposición sustancial y en muchas áreas ciertamente la
— resulta innegable.
la verdadera escritura supera igualmente toda
> « realista », especialmente en lo que se refiere a la diferencia¬ reducción de la « imaginación creativa » a lo «subjetivo» junto
V: ción que manifiesta respecto del « romance », en el nuevo dra¬ con sus proposiciones dependientes: la «literatura » como la
ma (socialmente difundido, secular y contemporá neo) y en las verdad « interna » o « interior »; y las otras formas de escritura
,K y
..j nuevas formas especiales de biograf ía y autobiograf ía, gran como la verdad « externa ». Éstas dependen en última instan¬
rv.x A parte de los mismos impulsos seculares, racionales o popu¬ cia de la característica separación burguesa entre « individuo»
lares modificaron desde dentro las formas particulares de la y « sociedad » y de la separación idealista más antigua entre
escritura o crearon nuevas formas literarias. la « mente» y el « mundo ». La gama de la escritura, en la ma¬
De esta situación surgieron dos consecuencias fundamen¬ yoría de sus formas, atraviesa una y otra vez estas catego¬
n^s
£í
—
tales. Existió una falsificación un falso distanciamiento
de lo « novelesco» o de lo « imaginario » (y asociado con esto, — rías artificiales, y los extremos pueden incluso establecerse
de un modo opuesto: la autobiograf ía («lo que yo experimen ¬
cionadas. Por definición, trasladarse desde lo «creativo» a lo tiva encerrado en la forma ) pero (idealmente) « creativa ».
« novelesco », o desde lo «imaginativo » a lo « imaginario », sig¬ Toda la gama de la escritura se extiende incluso más lejos.
nifica deformar las verdaderas prácticas del acto de escribir El argumento, por ejemplo, puede distinguirse de las for¬
bajo la presión de la interpretación de ciertas formas espe ¬ mas narrativas o caracterizadoras, pero en la práctica ciertas
.
as « mito » )
—
cíficas La extrema definición negativa de « ficción » (o de
—
un relato de aquello « que no ocurrió ( realmente ») •
depende obviamente del aislamiento de la definición opuesta,
formas de narrativa (las formas ejemplares) o formas de ca ¬
racterización (tal tipo de persona, tal tipo de conducta ) se
hallan fundamentalmente enclavadas en varias formas de ar¬
la definición de lo « real ». La verdadera dimensión dentro de
—
las principales formas epopeya, novela, teatro, narrativa
— gumento. Por otra parte, el hecho preciso de expresarse un
—
elemento fundamental del argumento constituye una posi¬
—
en que surge esta cuestión de « realidad » y « ficción » constitu ¬ ción (que en ocasiones es sostenida y en ocasiones es varia¬
:t ye la serie más compleja: lo que realmente ocurrió; lo que
I ble) estrictamente comparable con elementos que se hallan
podría (pudo) haber ocurrido; lo que realmente ocurre; lo
que podría ocurrir; lo que esencialmente ( típicamente) ocu ¬
rrió / ocurre. Del mismo modo, la extrema definición negativa
de las «personas imaginarias »
— — « que no existían / que no
existen » , en la práctica cambia de tono dentro de la serie: ,
- aislados por doquier como elementos narrativos o dramá ticos.
Esto es cierto incluso en el caso aparentemente extremo en
que la posición es « impersonal » (el ensayo científico), donde
es el modo práctico de escribir el que establece esta (conven¬
cional) ausencia de personalidad en pro de la creación nece¬
quién existía de este modo; quié n podría (pudo) haber existi¬ saria de un « observador impersonal ». Por lo tanto, a lo largo
i- do ; quién podría ( pudo) existir; quién existe esencialmente de una escala prá ctica que va desde la posición hasta la selec¬
(caracter ísticamente). La escala de la verdadera escritura se ción , y en el empleo de la amplia variedad de proposiciones
sirve, implícita o explícitamente, de todas estas proposiciones, explícitas o implícitas que definen y controlan la composición,
pero no solamente en las formas especializadas o diferen¬ esta verdadera multiplicidad del acto de escribir resulta con¬
a: ciadas hist óricamente como « literatura ». Las formas caracte¬ tinuamente evidente, y gran parte de lo que se ha conocido
rísticamente « dif íciles » (dif íciles debido a la definición defor¬ como teoría literaria es un medio de confundirla o de minus-
mada ) de la historia, las memorias y las biograf ías utilizan valorarla. La primera tarea que debe emprender toda teoría
170 171
I
:
social consiste por tanto en analizar las formas que han deter¬ • 8
S
évC minado ciertas inclusiones (interpretadas) y ciertas exclusio¬
jeto por su propia razón y sin otras consideraciones (exter¬
.
nes (categóricas) El desarrollo de estas formas, sujeto per-
nas); luego, también la percepción y la contemplación de la
« producción » de un objeto: su lenguaje, su capacidad de cons¬
manentemente al efecto de una categorización residual, es en
trucción, sus « propiedades estéticas ». Tal respuesta (el po¬
*
-
y -
m
r .
definitiva una historia social Las dicotomías realidad / ficción
y objetivo / subjetivo constituyen entonces las claves hist ó¬
ricas para la teoría burguesa básica sobre la literatura que
¿
m ss der de evocar respuestas) puede hallarse tan presente en una
obra de historia o de filosof ía como en una pieza teatral, en
un poema o en una novela (y todas ellas eran entonces « li¬
m
ha controlado y especializado la verdadera multiplicidad de
la escritura.
i Sí teratura »). Igualmente, podría hallarse ausente en esta pieza
teatral o en este poema o en esta novela ( y entonces éstas
-V s: .
Sin embargo, existe otra clave necesaria La multiplicidad ti
V
íí?
—
en la economía política burguesa surgió como el « consumi¬
dor » la figura abstracta correspondiente a la abstracción de
—
la «producción » (mercado y mercancías) , surgió en la teoría
cultural como la « esté tica » y la « respuesta esté tica ». Todos
los problemas de las multiplicidades de la intención y la rea¬ i
%
lización podrían entonces ser socavados o evitados mediante
Sí la transferencia de energía hacia este otro polo. El arte, in¬ i;
cluyendo la literatura, hubo de ser definido por su capacidad
de evocar esta respuesta especial: inicialmente, la percep¬
ción de la belleza; luego, la contemplación pura de un ob - 5
i
172 - 173
§
J
\
mm
2. La estética y otras situaciones
mi m
m
genes como creencias objetivamente reales, trascendentes y
exigentes. El arte ofrece sus imá genes como imágenes, conclu¬
sas y reales en sí mismas (continuando un aislamiento habi ¬
tual de lo « esté tico ») , aunque al mismo tiempo representa una
-
generalidad humana , una verdadera mediación entre una sub ¬
ha continuado siendo importante, y todavía necesaria, en las tí intento fundamentado en la hipótesis de un « lenguaje poé¬
fe
8&- controversias que se produjeron dentro del marxismo del
'
Si
fu
tico » específicamente discernible. Nunca es la distinción cate¬
górica que existe entre las intenciones estéticas, los medios,
te
Ipt
siglo xx, en las cuales, por ejemplo, la reducción (burguesa
residual) del arte a un manejo social . (la « ideología ») o a un
reflejo superestructural ( un simple « realismo ») ha sido afron ¬
tado por una tendencia , centralizada en Luk á cs, que procura
%
mm
los efectos y otras intenciones, medios y efectos, la que pre¬
senta dificultades. El problema consiste en sostener esa dis¬
tinción a través de la inevitable extensión que existe hasta
alcanzar un indisoluble proceso material social: indisoluble
distinguir y defender « la especificidad de la est é tica ». (« Espe¬
cificidad » es utilizado para traducir el término clave de no sólo en las condiciones sociales de la creación y la recep¬
É»
1 ST Luk á cs Kulonoss é g — —
hú ngaro o besonderheit , alemá n; la
traducción, como ha demostrado Fekete (1972), resulta dif ícil,
y « especialidad » y « particularidad » , t é rminos ambos que han m
ción del arte, dentro de un proceso social general del que
aquellas no pueden ser extirpadas, sino indisoluble tambié n
en la verdadera creació n y recepción que conectan los proce¬
¡ r
Luk á cs procuró definir el arte de. un modo que pudiera
distinguirlo categóricamente tanto de lo « prá ctico » como de
lo « m ágico ». En este punto, lo « práctico » es considerado como
«i
B
materiales. Los formalistas, procurando la « especificidad »
dentro de sus estudios minuciosos, no en una categoría sino
en lo que ellos pretend ían demostrar como un «lenguaje poé¬
tico » específico, alcanzaron esta dificultad con una mayor
limitado por su represión a formas hist óricas específicas : por prontitud y m ás abiertamente. Un modo de salir de ello ( o
«i ejemplo, la pr á ctica reducida de la sociedad capitalista que
i de volver atrás) consist ía en la conversió n de toda la pr á ctica
es habitualmente materializada como « realidad » y en relació n
con la cual, por tanto, el arte constituye una alternativa nece¬ social y cultural a formas « est éticas » en este sentido: una
saria. (Esto repite, como ocurre a menudo en el caso de
' solución o desplazamiento sumamente evidente en las « for¬
S mas conclusas » de la ling üística estructuralista y en los es¬
LC : i Luk á cs, el idealismo radical de los comienzos de este movi ¬
miento.) Del mismo modo, no obstante , lo esté tico debe ser
tudios literarios y culturales estructuralista-semió ticos. Otro
£ modo a ún m ás interesante de salir de ello consist ía en des¬
distinguido de lo « má gico » o lo « religioso ». Ofrecen sus imá
- plazar la definici ón de lo esté tico a una « función » , y por lo
174 175
& t H»
efe
¿E
mi i
. . «.
¿¿ lí Í2X) ,
-
•
¡8»V : 3. Function, ,
Norm and Value as Social Facts. Mukarovsky, damente como el pen último estadio de la disolución crí tica
la multiplicidad de la práctica, tuvo muy pocaenfrentando a
| r>
> .
- t rfpmnchKT que
demostrar mi ?
dificultad en de las categorías .especializadoras y controladoras de la teo¬
ría estética burguesa. Prácticamente todas las ventajas origi¬
narias de esta teoría han sido muy adecuadamente, y sin duda¬
7 •* *
particular
representan
dé la divisi
,
ó
de
n del
un modo
trabajo
un tjpQ ¿g pj-oduccióri que debe ser comprendida separada-
.
abstracto
El « arte
, es
» es
;
de los procésos en la edificación y la arquitectura el continuum Wé mente de la riormá productiva burguesa dominante : la pro¬
los modales sociales, la preparación y presentaci , el paisaje , ducción de mercancías. Por tanto, debe ser separado total¬
méritos y las bebidas y las variadas funciones ó n de los ali- :# m '
práctica social histórica, aunque cada uno, en tanto que ca¬ tidas e incompatibles. Si se nos dice que creamos que toda
tegoría, fue conservado casi con desesperación. La razón es literatura es « ideología », en el crudo sentido de que intención
evidente. Mientras los elementos dominantes de la práctica dominante (y por tanto nuestra ú nica respuesta) es la comuni¬
humana, dentro de una forma de sociedad específica y domi¬ cación o la imposición de los significados y valores « políticos»
nante, excluyen o menosprecian los elementos conocidos y y «sociales», en ú ltima instancia sólo podemos volver la es¬
—
apremiantes de la intención y la respuesta humanas, un área
—
especializada y privilegiada el « arte » y « la est ética » , como
puede observarse, debe ser definida y defendida incluso más
all á del punto en que se comprende que la interrelación y la
palda. Si se nos pide que creamos que toda literatura es
« esté tica », en el crudo sentido de que su intenció n dominante
(y por tanto nuestra única respuesta) es la belleza del len¬
guaje o de la forma podemos permanecer dubitativos durante
interpenetración son fundamentalmente inevitables: el punto un corto per íodo, pero en última instancia volveremos la es¬
en que el « á rea » es redefinida como una « función ». palda. Algunas gentes irán vacilantes de una posición a la
Dentro de la argumentación es necesario dar ahora el paso otra. Y es más, en la práctica se refugiará n en un indiferente
siguiente. Lo que Mukarovsky abstrajo como una función debe reconocimiento de su complejidad o afirmarán la autonomía
ser comprendido, más bien, como una serie de situaciones en de su propia respuesta (habitualmente consensual).
que las intenciones y las respuestas específicas se combinan , Sin embargo, es mucho más simple afrontar los hechos
dentro de formaciones discemibles, para producir toda una que presenta la escala de intenciones y efectos y afrontarla
gama d é hechos y efectos específicos. Resulta obvio que uno como una escala. Toda escritura acarrea referencias, signi¬
de los rasgos primarios de tales situaciones es la utilidad que ficados y valores. Suprimirlos o desplazarlos es definitivamen¬
manifiestan las obras específicamente diseñadas con el propó¬ te imposible. Sin embargo, decir « toda escritura acarrea » es
sito de ocasionarlas, y de las instituciones específicas que se sólo un modo de decir que el lenguaje y la forma son proce¬
procura constituyan esas ocasiones (una ocasión, sin embargo, sos constitutivos de referencias, significados y valores, y que
es sólo ' potencialmente una función). No obstante, tal como éstos no son necesariamente idénticos a, o se agotan con, los
demuestra la historia , tales situaciones todavía son sumamen¬ tipos de referencia, significado y valor que corresponden o
te variables y se hallan comú nmente mezcladas, y las obras y pueden ser agrupados con las referencias, significados y va¬
las instituciones sufren variaciones de acuerdo con ellas. En lores generalizados que también resultan evidentes, en otro
este sentido debemos reemplazar la categoría especializadora I sentido, en todas partes. Este reconocimiento se pierde si
'
de « la estética » y sus categorías circulantes y dependientes de
« las artes » por el vocabulario radicalmente diferente de « lo mi está especializado en la « belleza », aunque suprimir o despla ¬
zar la verdadera experiencia a que apunta aquella abstracción
-
*
• • ’l
v • dominante », lo «asociado » y lo «subordinado », que, en la ú lti¬ en definitiva es tambié n imposible. Los verdaderos efectos
ma fase de una rigurosa especialización, necesariamente desa¬ de muchos tipos de escritura son en realidad f ísicos: altera ¬
rrollaron los formalistas y los formalistas sociales. Lo que r ciones específicas de los ritmos f ísicos, la organización f ísica,
los formalistas entendieron como una jerarqu ía de prácticas las experiencias de rapidez y lentitud, de expansi ón y de in ¬
específicas debe extenderse al á rea en que estas jerarqu ías tensificación. Era a estas experiencias, más variadas y más
son a lá vez determinadas e impugnadas: el propio y total intrincadas de lo que cualquier denominación puede indicar,
proceso material social. a la que parecía referirse la categorización de «la est ética », y
Prescindiendo de las complicaciones que presenta la teo¬ a la que la reducci ón a la « ideología » intentó, y fracas ó en el
ra admitida esto no es verdaderamente dif ícil. Cualquiera
í intento, negar o hacer parecer incidental. Sin embargo, la
que esté en contacto con la verdadera multiplicidad de la es¬ categorización estaba complicada con una sociedad delibera¬
critura y con la no menos verdadera multiplicidad de las for¬ damente divisora y por lo tanto no pudo admitir lo que tam¬
mas de escritura especializadas, como la literatura , es cons¬ bié n resulta evidente: el embotamiento, el adormecimiento, el
ciente de la escala de intenciones y respuestas que son conti¬ entrometimiento, el sometimiento, que también son , en térmi¬
nua y variablemente manifiestas y latentes. La honesta confu¬ nos reales, experiencias « estéticas », efectos estéticos, pero
sión que surge tan a menudo es consecuencia de la presión tambié n intenciones est éticas. Lo que podemos reconocer !¡
ejercida por los dos extremos de una escala de teorías admi- prácticamente aunque de modo variable en las obras especí -
178 179
mm t m' HH
spiff
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Í¡É continuamente organizadas
m.
&
wf á fleas, debe vincularse con las formaciones, situaciones y - oca} J|f§|
| y desorganizadas junto con tor¬
.m f| | | maciones precisas pero sumamente variables que las inician ,
siones complejas en que tales intenciones y respuestas |se ;;
r 1.~& posibilitan, se modifican y son alentadas o desviadas .
, t
as Por tanto debemos rechazar « lo est é tico » como una dimen- |,| | gp | j
| piones es la específica y sumamente variada historia del arte,
?
asm
HBMKT
Pit ’ sió n abstracta separada y como una función abstracta separafiSBBjM jp sin embargo , para acceder a cualquier momento de esta his
da. Debemos rechazar la « Est é tica » en la gran medida en qug&aBj mfer toria de un modo activo, debemos aprender a comprender
-
r .3, » • se halla asentada sobre estas abstracciones. A la vez, deb&
-$Jgpgl
jg g —
; jQS eiementos específicos convenciones y notaciones que—
^
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espec í ficas y varia constituyen las claves materiales para la intención y la res¬
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- o«!* au >i. * v y
mos reconocer acentuar las intenciones
bles y las respuestas específicas y variables que han sid < | g | | ¡ . puesta y, m ás generalmente , los elementos específicos que de
| ¬
agrupadas como est é ticas a diferencia de otras intenciones yjgpfl terminan y significan hist órica y socialmente la esté tica y
: »
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respuestas aisladas, y en particular
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de la informaci
persuasión en sus acepciones m ás simples.- Ciertamente, no|
podemos descartar desde una perspectiva te ó rica la nosi í —
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”" t!ls Safe oirás situaciones.
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ridad o en los elementos que provocan estas condiciones. El
argumento de los valores se halla en los encuentros variables
de intención y respuesta en las situaciones especí ficas. La cla
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' ve para cualquier an á lisis, y del an á lisis de regreso a la teor ía ,
es en consecuencia el reconocimiento de situaciones precisas "I: t
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3. Del medio a í a pr áctica social La situación era diferente cuando la misma hip ó tesis era
aplicada a las actividades humanas y especialmente al lengua ¬
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todo líquido con el cual pudieran ser mezclados los pigmen- . ' imanticismo ingl és, el escrito Conjectures on Original Compo¬
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^ ,¿r. S
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* . ». ’*#
* •'
tos ; más tarde fue extendido a la mezcla activa y de este
modo a la prá ctica específica . Se produjo entonces una utili- |"**
v
f
sition (1759) , de Young, defin ía el arte original como surgido
'
*‘3* í'i»
-
zaci ón muy difundida del t é rmino en todas las artes. El Tgy « espont á neamente de la ra íz vital del genio; crece , no es produ
v‘
¬
••
: fi\ . « medio » se convirtió en el material específico con que traba- *át cido. Las imitaciones son a menudo una especie de manufactura
--
r «f- i
jaba un tipo particular de artista . Comprender este « medio » ti ? ' f perturbada por la mecánica del arte y el trabajo actuando fuera
era obviamente una condici ón que requería una prá ctica y rj, \ í. de los materiales preexistentes que les son propios ».
^&'
'4 7V '
.
ninguna verdadera dificultad . Pero se produjo un proceso ha- : Desde una posición similar, Blakc arremet ía contra
f
-. . .
» , I bitual de reificaci ón reforzado por la influencia del formalis- *
| «el comerciante monopolista que manufactura el arte valiéndose
;
^ - •
mo. Las propiedades del « medio » fueron abstraídas como si " '
4
S de las manos de jornaleros ignorantes hasta que .. . es considerado
x I
definieran la á ctica
pr en lugar de ser su medio. En consecuen-
cia , esta interpretaci ó n suprimi ó el pleno sentido de la prác- v . j. . » el genio m ás grande que puede vender una mercancía inservible
a un precio elevado ».
•
gf
•
.
m‘ fe ¿¡
,
tica , que debe ser siempre definida como el trabajo sobre un
material con un prop ósito específico dentro de ciertas con- V:- 1
necesarias Sin embargo esta prá ctica real 7 ?
'
*
í tivaTodos
los t é rmihos tradicionales presentan hoy ú na efec¬
w
diciones sociales . ,
es f ácilmente desplazada (con frecuencia solamente a través
de una peque ñ a extensi ón a partir del é nfasis necesario imr i -
.
^- confusión bajo la presión de los cambios ocurridos en el
| modo de producci ón general y la firme prolongaci ó n de estos
#
cambios á la producció n del « arte » cuando tanto el arte como
- % puesto sobre el conocimiento de cómo manejar el material ) Smith con mucho
?. el conocimiento, tal como indicaba Adam
’
"
T hacia una actividad definida , no a través del material , que Vv
*
,
i
•
realismo, eran
“ ' if sería demasiado tosco, sino a través de la proyección y reifi ¬j
caci ó n particulares del trabajo sobre el material que es de¬ » : s t «comprados, del mismo modo que los zapatos o los calcetines,
•
•
'
i
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nominado « el medio ».
No obstante, esto todavía es una proyección y una reifica -
a aquellos cuya tarea consiste en producir y preparar esa espe¬
cie particular de bienes para su incorporación al mercado».
-i: ci ó n de una operaci ón prá ctica . Incluso en esta forma dismi- '
. .
nítida, da concentración sobre « el medio » , al menos como la ; Cjí La definición burguesa dominante del trabajo entendido
• q . .. v
-3
i r ubicaci ón de un proceso de trabajo , es muy preferible a las - $7ff * como la producción de mercancías y la estable inclusi ón
concepciones del « arte » que se habían casi totalmente divor¬ prá ctica de las obras de arte como mercancías, entre otras,
•
4- . ? ciado de su sentido general originario de trabajo experto condujeron a esta forma especial de protesta general.
•% (como la « poesía » , que tambi é n había sido exonerada de un Se había experimentado radicalmente una alienaci ón prá c¬
r
.I ’
—
: ¬
-f ¿
ci ón y el creador ). De hecho , los dos procesos • la ideali¬
» « » nexi ón entre los propósitos propios del trabajador, y por lo
H*.-
"j
—
zación del arte y la reificaci ón del medio se hallaban conec
tados a través de un desarrollo hist órico extra ñ o y específico.
¬ tanto de su identidad « original » , y el verdadero trabajo que
debía realizar pará el cual era contratado. Asimismo, existía
1
•
'
'
•V
}
El arte fue idealizado con el propósito de distinguirlo del tra ¬ la pé rdida del propio « trabajo » , que una vez producido dentro ,
bajo « mecá nico » . Un motivo fue, sin duda , un simple é nfasis de este modo de producci ó n , se convert ía necesariamente en
.*c
*.$
t!
•
de clase para separar las cosas « elevadas »
—
los objetos
interés de los hombres libres , las « artes liberales » de las
tareas « ordinarias » ( « mecá nicas » como trabajo manual y
—
de una mercancía. La protesta en nombre del « arte » era enton
i ces, a cierto nivel , la protesta de los artesanos
mayoría de ellos literalmente artesanos manuales
— siendo la
— contra
¬
i1
m á s tarde como el trabajo con m á quinas) del « mundo de to¬ un modo de producci ó n que los exclu ía firmemente o que al¬
dos los d ías ». Una fase posterior de la idealizaci ón , no obs¬ teraba profundamente su status. Sin embargo , a otro nivel ,
-- 1 tante, fue una forma de protesta indirecta (y a veces directa ) era la exigencia de un sentido significativo del trabajo — el
contra aquello en que se había convertido el trabajo dentro sentido de utilizar la energ ía humana sobre lo material con
—
f de la producción capitalista . Un temprano manifiesto del ro
184
- un propósito aut ó nomo que había sido fundamentalmente
185
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. . v. .
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No obstante, y con excepción de un tipo de taquigraf
¿V éstos no son problemas del « medio» o de los « nuevos mediosí»a*, ? jÉ| |
l | 4. Signos y notaciones
Cada arte específica se ha disuelto en él, en cada nivel de
'
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operaciones, no solamente en lo que se refiere a las
sus ' | % -
í$ t ,
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relacio
nes sociales específicas, que en una fase dada lo definen fin - "
apfesj
Ü.- i
iftt cluso en la fase aparentemente más aislada) , sino también en
lo que se refiere a los específicos medios de producción
rales, de cuyo gobierno depende su producción. Debido al
í mate -
fej
& §j W,
|
-^|
hecho de que son disueltas no son « medios ». La forma de re El lenguaje, por lo tanto, no es un medio; es un elemento
- constitutivo de la prá ctica social material. Pero si esto es así,
lación social y la forma de producci ón material se
pecíficainente vinculadas. Sin embargo, no siempre hallan es - s también es evidentemente un caso especial , ya que es a la
se hallan vez una práctica material y un proceso en el que muchas ac¬
—
vinculadas en alguna identidad simple. La contradicción entre $
una .producción crecientemente colaboracionista y las f tff tividades complejas, de un tipo material poco manifiesto
habili
dades y los valores aprendidos de . la producción individual es - yp| ; gj desde la información hasta la interacción , desde la repre¬
'
—
Significativamente, desde las postrimerías del siglo
las crisis de la técnica qué pueden ser aisladas como xix |jjp
—
blemas del «medio» o de la «forma » han sido directamente
pro¬
vinculadas a cierto sentido de la crisis de la relación del arte
con la sociedad , o de los simples propósitos del arte que ha¬
, J ¡
m
m
práctica individual, el lenguaje puede volverse irreconocible
en sus formas reales. Dentro de esta falta de reconocimien¬
to, los informes alternativos y parciales del lenguaje se cons¬
tituyen, entre otras cuestiones, en la base de tipos alternati¬
*
.
í‘ •
- i
pT
¡tp
* - ble más allá de ciertos círculos limitados, a partir de los sig¬
nificados y valores más que formales, y en este sentido, de
las experiencias determinantes de casi todas las obras verda¬
tro de las cuales cada movimiento constituye una activación
de lo que ya es compartido o recíproco o puede convertirse
$: i en una actividad compartida o recíproca.
.
deras La reacción impaciente que manifiesta el « sentido co¬
—
En consecuencia , aplicar un relato es, explícita o poten¬
fe . . mú n », de que la literatura, evidentemente, describe aconteci¬
mientos, reseña situaciones y expresa las experiencias de los f cialmente, como ocurre en cualquier acto de expresión, evo¬
car o proponer una relación. Y a través de ello, es asimismo
&W "
V ‘
*
-
®*:
.
'
hombres y mujeres reales, resulta comprensible y persuasiva
.
dentro de este contexto No obstante, la reacción no es to¬ i
evocar o proponer una relación activa a la experiencia que
está siendo expresada, tanto si esta condición de relación es
I
• . '• > , * •
davía una posible teoría literaria, es decir, una toma de con¬
ciencia de la verdadera práctica literaria. Debemos aprender
a observar dentro del espacio que existe entre la desviación
y la reacción si hemos de comprender la significación de la
considerada como la verdad de un acontecimiento real o
como el significado de un acontecimiento imaginado, la rea¬
lidad de una situación social o el significado de una respues¬
ta a dicha situación , la realidad de una experiencia privada
190 i 191
i
WW 1. :•
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* . r'
presentación de la expresión. Un formalismo más radical, reac¬ del observador extranjero del lenguaje de otras gentes o de
cionando contra las nociones del lenguaje y la expresión con¬ las formas lingüísticas conscientes, vividas y vivientes, deli¬
siderados « naturales », redujo todo el proceso a lo que dicho beradamente abstra ídas en función del análisis cient ífico) o
formalismo consideraba sus componentes básicos: a « sig¬ m
'
una alienación inverificada , en la que un grupo específico, por
nos » y luego a un « sistema de signos », conceptos éstos que razones que son comprensibles, examina su relaci ón privi¬
había tomado prestados de cierto tipo de lingüística (véase legiada con el lenguaje real y activo y la sociedad que lo rodea
anteriormente, I, 2).
m y que de hecho se halla dentro de él , y proyecta por encima
El sentido de una producción de significados fue entonces w
de las actividades de los demás sus propias formas de alie¬
4
' '
notablemente fortalecido. Puede demostrarse por medio del nació n. Existe una variante respetable de esta ú ltima posi¬
•< ci ó n , en la cual la sociedad o la forma de la sociedad dentro
aná lisis que toda unidad de expresi ón depende de los signos
formales que constituyen las palabras y no las personas o rr *m de la cual opera el grupo privilegiado es considerada como
las cosas, y que depende asimismo de la ordenación formal « alienada », en té rminos marxistas o postmarxistas, y en la
de las mismas. Puede demostrarse convincentemente que la í r-ir que los signos y los «códigos » que integra son considerados
expresi ón « natural » de la « realidad » o la « experiencia » es un como formas de la sociedad burguesa . Sin embargo, incluso
mito que oculta esta actividad real y demostrable. Sin em¬ m esto resulta inaceptable debido a que los supuestos teóricos
—
bargo, lo que entonces ocurr ía habitualmente era la produc¬
ción ( no escudri ñada en sí misma ) de un nuevo mito, basado
en los siguientes supuestos: que todos los « signos » son arbi¬
—
dentro de los cuales se produce la diagnosis la arbitrarie¬
dad de todos los « signos » , por ejemplo son fundamental¬
mente incompatibles con el reconocimiento de cualquier tipo
especí fico de alienación. De hecho, lo que realmente se des¬
trarios ; que el « sistema de signos » está determinado por sus
v
\ 7% . relaciones formales internas; que la «expresión » no sola¬ prende de esta situación es la universalidad de la alienación ,
*
•
mente no es « natural », sino que constituye una forma de la posición de una formación idealista burguesa estrechamen¬
« codificació n » ; y que la respuesta apropiada a la « codificai ó n » te asociada que deduce sus supuestos a partir de una psicolo¬
es la « decodificación » , la « des-construcción ». Cada uno de gía universalista (principalmente freudiana).
estos supuestos es en realidad ideológico, sin duda como una Por otra parte, si un « sistema de signos » tiene solamente
respuesta a otra ideología m ás penetrante. reglas formales internas, no pueden existir formaciones so¬
£ ~- ;
,w
<:•
. No obstante, el «signo » es « arbitrario » solamente desde ciales específicas, en términos hist óricos o sociológicos, que
una posición de alienación consciente o inconsciente. Su apa¬ tengan la finalidad de instituir, variar o alterar este tipo
? > rente arbitrariedad es una forma de distancia social ; es en de prá ctica (social). Y finalmente, tampoco puede existir una
£ sí mism á una forma de relación . La historia social de la fi¬ prá ctica social plena de ningú n tipo. La descripción de
lología y de la lingüística comparativa, ampliamente basada la prá ctica activa en el lenguaje como « codificació n », mien¬
~
r
en formaciones residuales o colonizadoras, preparó el camino tras parece apuntar a las relaciones y referencias que oculta
para esta alienación e, irónicamente, la naturalizó. Cada ex ¬ la descripción de la expresi ón « natural », tambié n las oculta
presión, cada pronunciació n es, dentro de sus procedimien¬ a su propio modo, desviando la atenció n de una práctica
sf; tos, un hecho « extra ñ o » . La cualidad formal de las palabras social material variada y continua e interpretando toda esta
como « signos », que fue correctamente comprendida , fue ca ¬ pr áctica en té rminos formales. El « código » involucra una
ñ racterizada de « arbitraria » mediante una retirada privile¬ iron ía más , ya que implica, en alguna parte, la existencia del
$ giada a partir de las relaciones vividas y vivientes que, den ¬ mismo mensaje « en claro ». Esto sin embargo, incluso como
g¿at I- tro de toda lengua nativa (los idiomas de las verdaderas so¬
ciedades a que pertenecen todos los hombres) , hacen signi -
descripción formal del lenguaje, es fundamentalmente err ó¬
neo, y la simple noción de « decodificar» los mensajes de los
:v. ficativos y sustanciales todos los significados formales en un dem á s es en consecuencia una fantasía privilegiada. La refe¬
v mundo de referencias recíprocas que se mueve, como debe -
rencia (alienada) a la « ciencia » de tal des construcción cons¬
hacerlo, m ás all á de los signos. Reducir las palabras a sig¬ tituye un desplazamiento a partir de la situació n social, en
nos « arbitrarios » y reducir el lenguaje a un « sistema » de el que las formaciones específicas, y los individuos específi¬
signos es, por lo tanto, una alienació n verificada (la posici ón i
Sf cos, de un modo discernible aunque altamente diferenciado,
£ 192 193
todos (incluyendo a los decodificadores) utilizan, ofrecen, en¬ bituales, del mismo modo que, secundariamente, dependen
sayan, enmiendan y alteran este elemento central y sustan ¬
cial de sus propias relaciones materiales y sociales. Obstruir
m del sistema social y económico dentro del cual son distri¬
buidas. En consecuencia, es dentro del proceso complejo y
estas relaciones mediante la reducción de sus formas expre¬ * total de notaci ón donde hallamos la realidad de este proceso
social y material específico. Una vez más, los elementos lin¬
sas a un sistema lingüístico constituye un tipo de error que
se halla estrechamente relacionado con aquel error en que I; güísticos no son signos; son las notaciones de verdaderas
incurrió el teó rico de la expresión « pura », para quien, asi¬ ' /t* relaciones productivas.
m
•
mismo, tampoco exist ía un universo material y socialmente El tipo de notaci ón básico es desde luego el alfabé tico.
diferenciado de una práctica vivida y viviente; un universo Xf En las culturas altamente alfabetizadas este medio de pro¬
humano en que el lenguaje, dentro y a través de sus propias ducción est á naturalizado; sin embargo, cuanto más apren ¬
formas, es siempre en sí mismo una forma. demos sobre los procesos de lectura más comprendemos la
Para comprender la materialidad del lenguaje debemos relación activa e interactiva que involucra este tipo de nota ¬
-
*? . .
distinguir., sin duda , entre las palabras habladas y las nota ¬
ciones escritas. Esta distinción, que se ve oscurecida funda ¬
ción aparentemente establecida. Por lo tanto la notación, in¬
cluso a este nivel , no es una simple transferencia; depende
Wv
SBSí ?
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mentalmente por el concepto de « signo », debe relacionarse $ de la comprensió n activa, a menudo a través de la repeti¬
0
específico en las formas más específicas de notación dentro
Actualmente existen casos intermedios, en el registro me¬ de este proceso general.
cá nico y electrónico de reproducción y composición del ha¬ Por ejemplo, consid érense las complejas notaciones de
bla; sin embargo, éstos no constituyen notaciones, aun cuando fuente : las indicaciones, a veces muy directas, a veces su¬
en su preparación se hallen involucrados a veces dif íciles pro¬ mamente indirectas, de la identidad del escritor en todos sus
|pfe-
if Ü .V
- -
blemas de notación. No obstante, la característica fundamen¬
tal de la escritura es la producción de notaciones materiales,
aun cuando los propósitos y por consiguiente los medios de
producció n sean variables. En consecuencia , la pieza teatral
sentidos posibles. Tales notaciones se hallan a menudo es¬
trechamente comprometidas con indicaciones de situación , y
las combinaciones de situación e identidad constituyen con
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o
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cibles que son por lo tanto fundamentalmente dependientes
del sistema cultural dentro del cual las notaciones son ha ¬
f
compartida
— son siempre mé todos para establecer, dentro
de lo que es realmente un movimiento simult á neo, la natura-
. y:
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194 195
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m . V ‘.
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leza del proceso productivo específico y de la relación inhe¬ vés de una teor ía de la literatura enteramente social, ya que
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.
rente que propone Las indicaciones pueden ser muy gene¬ JÉ las notaciones constituyen relaciones expresadas, ofrecidas,
8
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«Iaga**
»
¡ »»
rales con el objeto de mostrar si estamos leyendo una no¬
vela, una biograf ía, una autobiograf ía , una memoria o un jf É
.
| ensayadas y corregidas dentro de un proceso social total en
el que el artificio, la expresión y la esencia de la expresió n
.
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relato hist órico. No obstante, muchas de las notaciones más
significativas son particulares: indicaciones del lenguaje, del
lenguaje y el di álogo relatados; indicaciones de procesos de
Si
81
son en definitiva inseparables Para observar esta conclusión
desde otra perspectiva debemos examinar la naturaleza de
las convenciones literarias.
»
m&Sf
pensamiento implícitos y explícitos ; indicaciones de un mo¬
nólogo, un diálogo o un pensamiento desplazado o suspen¬
dido; indicaciones de la observación directa o « caracteriza ¬
da ». Toda la lectura comunicada y toda la escritura desarro¬ «I
éá0
llada dependen de la comprensión de la esfera de actividad
||
§ iáp£ de estas indicaciones, y las indicaciones dependen tanto de
i
.
pio proceso productivo Notaciones 4e orden, de distribu¬
ci ón y de la relación mutua entre las partes; notaciones de
pausa , de ruptura, de transición ; notaciones de énfasis: to¬
das ellas puede decirse que controlan, aunque son mejor des¬
If
•?>
•V
.-
if -.
•
critas como modos de comprender, el proceso de la especí¬
fica relación productiva que constituye a la vez, en su ca
rácter como notació n, un modo de escritura y un modo de
lectura. ¡
If«I V
•
— — —
se percataron de ellas a elementos mecánicos medios l:
para otros fines o a elementos decorativos o a las simples ii
formalidades de la alocución. En la medida en que esto pue ¬ í
de conservar la atenci ón sobre todas las experiencias plenas
y relaciones humanas que de hecho se hallan siempre en “
I
proceso dentro y a través de las notaciones, puede parecer i
" iff
.
el error menor. Sin embargo, los errores de cada tendencia ft
son complementarios y pueden corregirse solamente a trá - •
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I:
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no significa que ciertos tipos de convención no se extiendan
más allá de su per íodo, de su clase o de su formación. Al¬
gunas convenciones literarias fundamentales se extienden
i
•
•1 efectivamente y son cruciales en cuanto a los problemas del
'T2* • ** gé nero y la forma. Por otra parte, es necesario definir la
"
blea y luego, por derivación , el de acuerdo. Más adelante, la cionales, no todas las convenciones son notaciones específicas.
acepción de acuerdo se extendi ó a la de acuerdo tácito y por Las notaciones, en tanto son obviamente más específicas, son
consiguiente a la de costumbre. Se desarrolló asimismo un t también más limitadas que las convenciones, que pueden
sentido opuesto en el que una convención era considerada incluir, por ejemplo, convenciones de la ausencia o del des ¬
nada m ás que una antigua ley, o ley de algú n otro, que era
h carte de ciertos procedimientos y principios que incluyen
I ti
necesá rio o adecuado desconocer. El significado de « conven¬
ción » en el arte y la literatura est á todavía radicalmente afec¬
tado’ p.or esta historia variable que sufrió la palabra.
Sin: embargo, el punto clave no es elegir entre los senti¬
dos relativamente favorables y desfavorables que presenta.
! otras convenciones. Ciertamente, sin este tipo de convencio¬
nes, muchas notaciones serían incompletas e incomprensibles.
Ciertas convenciones básicas se naturalizan dentro de
una tradición cultural particular. Esto es así, por ejemplo,
en la convenció n b ásica de la representación dramá tica con
Dentro de toda teoría social del arte y la literatura , una con¬ su asignada distribución de actores y espectadores. Dentro
¡ vención es una relació n establecida o el fundamento de una de una cultura en la que el teatro es hoy convencional, la
relaci ón a través de la cual una prá ctica espec ífica compar¬ distribuci ón parece tener una evidencia manifiesta y las res¬
— —
tida la producción de las palabras reales puede ser com¬
prendida. Es el indicador local o general tanto de las si¬
tuaciones y las ocasiones del arte como de los medios de un
i
l tricciones son normalmente respetadas. Fuera de tal cultura,
o en su á rea marginal, la acción dram á tica representada pue¬
de ser considerada como un acto « real », o los espectadores
arte. Una teoría social, junto con su hincapié en tradiciones, pueden tratar de intervenir más allá de las restricciones con¬
instituciones y formaciones diferentes y -contrastantes, rela ¬ vencionales. Incluso dentro de una cultura con una larga tra ¬
i — —
cionadas pero idénticas con clases sociales diferentes y
opuestas, est á en consecuencia bien ubicada para compren ¬
dición dram á tica , sometiendo las convenciones a presió n, son
habituales las respuestas comparables, ya que el desarrollo
der las cambiantes evaluaciones de las convenciones y de la dramá tico es una convenci ón instituida en per íodos especí¬
realidad de las convenciones. Negativamente, puede revelar ficos dentro de culturas específicas antes que cualquier es¬
la característica creencia de ciertas clases, instituciones y pecie de comportamiento « natural » . Convenciones profundas
formaciones de que sus intereses y procedimientos no son
artificiales y limitados, sino válidos y umversalmente aplica¬
bles, . siendo sus m é todos, por tanto, « reales » , « verdaderos »
\
\
semejantes, que involucran relaciones acordadas, son aplica ¬
das a la mayor parte de los tipos de narrativa oral o alo¬
cución. La identificación de la autor ía , en las piezas dramá¬
o « naturales » en oposición a las « convenciones » limitadas y ticas y en los libros impresos, est á sujeta igualmente a las
limitantes de los demás. Positivamente, puede mostrar los I
: convenciones históricamente variables que determinan en su
verdaderos fundamentos de las inclusiones y exclusiones, de totalidad el concepto de composición.
los estilos y los modos de observación que personifican y i Por otra parte, dentro de estas convenciones fundamen¬
i
ratifican las convenciones específicas, ya que una teor ía so¬ < tales, cada elemento de la composición es tambié n conven¬
!
1 cial insiste en examinar, dentro de la totalidad de las rela¬ cional y presenta variaciones históricas significativas en pe¬
ciones y los procedimientos establecidos, la sustancia espe
cífica y sus métodos antes que una certeza manifiesta o una
¬ l
!
ríodos y culturas diferentes, tanto entre las convenciones
como entre su unidad relativa y su diversidad relativa. Por
universalidad asumida o reclamada.
En este sentido, las convenciones son inherentes y por
*
—
lo tanto, los modos básicos del « habla » desde el canto coral
al individual, hasta la conversación recitativa, declamativa o
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198 199
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repetitiva o de la escritura desde la esfera de actividad
de las formas del verso hasta las formas de la prosa, y desde
—
lo « monol ógico » hasta lo « colectivo » y más adelante . la di¬
versidad de cada uno de ellos en relación con las formas ha¬
ción del status trá gico a las personas de rango, una conven¬
ción conscientemente descartada en la tragedia burguesa. En
las sociedades de clases modernas, la selecci ón de caracte¬
res indica casi siempre una posición de clase consciente o
p - bladas contemporá neas de « todos los d ías » , son fundamental¬
mente convencionales . En muchos casos, aunque no en la
asumida. Las convenciones de la selecci ón son m á s intrinca¬
das cuando la jerarqu ía es menos formal. Sin una ratificación
totalidad , son indicados mediante notaciones específicas. To¬ !Ü formal , todas las dem ás personas pueden ser convencional¬
'
dos estos casos son separables como elementos « formales »; mó mente presentadas como agentes instrumentales (criados, !
aun cuando las convenciones de las formas reales se extien ¬ ch óferes, camareros) , como agentes simplemente context ú ales
des m ás all á de ellos manteniendo relaciones significativas S3
(otras personas en las calles) o efectivamente como agentes
aunque no regulares con dichos elementos. esencialmente ausentes (que no son vistos , que carecen de
Por lo tanto, la presentación de personajes ( « caracteres »)
presenta convenciones significativamente variables. En tal ¡I r
importancia). Toda presentación de este tipo depende de la
aceptación de su convenci ón , pero es siempre algo más que
presentación deben considerarse dos variantes habituales: la il una decisión « literaria » o « estética ». La jerarqu ía social o
apariencia personal y la situació n social. Prá cticamente toda las normas sociales que se asumen o invocan constituyen t ér¬
combinació n concebible de estos elementos, aunque tambié n
'
minos de relaci ón fundamentales que se pretende sean in¬
la exclusió n de uno de ellos o de ambos, ha sido convencio ¬
cluidos por las convenciones (con frecuencia confiando in¬
nalmente practicada en el arte escé nico y la narrativa . Ade¬ conscientemente en una forma) . Del mismo modo, son t é r¬
m ás, dentro de cada una de ellas existe una esfera de acti¬ minos de relación social cuando la jerarquía o l á selec¬ . 1
vidad convencional significativa que se desarrolla desde una ción no es manifiestamente social, sino que est á basada en
,
presentació n sumaria t ípica hasta un an á lisis exhaustivo. Má s la asignaci ón de órdenes diferentes de existencia significativa
a ú n , las variaciones convencionales en la presentación de la a los pocos seleccionados y a los muchos descartados o irre -
« apariencia personal » corresponden a profundas variaciones levantes. El relato satí rico de Gogol sobre este problema fun ¬
en la percepción y evaluaci ón efectivas de los dem ás, a me¬ —
damental del escritor, la conciencia interna moderna donde,
nudo en estrecha relaci ó n con las variaciones en la efectiva si el problema es tomado literalmente, nadie puede moverse
significaci ó n de la familia (linaje) , el status social y la his¬ sin contactar con otro ser cuya conciencia entera exige una
toria social , que constituyen contextos variables de la defi¬
nici ón esencial de los individuos presentados. La diferencia
de presentaci ón entre el hombre medieval no delienado y el
cará cter novelesco del siglo xix, cuya apariencia, historia y
primera persona del singular
ci ón interna selectiva a trav
resuelve temporalmente ,
—
prioridad similar y que por lo tanto suprimir á la elegida
és
aunque
de
pone de relieve la conven ¬
m
la cual este problema se
á s all á de la convención
situaci ó n son descritos con el detallismo sostenido y signifi¬ la cuestión bá sica de la significaci ón del ser persiste.
cativo, constituye un ejemplo obvio. Lo que puede resultar *S Otras convenciones controlan la especificaci ón de cuestio¬
menos obvio es el tipo de ausencia , ratificado por la conven ¬ -7 is nes tales como el trabajo o el ingreso. En ciertas presen¬
ci ó n , en la literatura próxima a nuestra época , en la que las taciones, estas cuestiones son fundamentales y en todas las
convenciones pueden dar la impresión de no ser « literarias » relaciones constituyen evidentemente hechos aprovechables.
o incluso de no ser convenciones en absoluto, sino criterios La convenci ón que Ies permite ser tratados como carentes
autodeterminantes de la significaci ón y la importancia. En de importancia , o ciertamente como si se hallaran ausentes,
consecuencia , la inclusión o exclusi ó n de una familia o una f
en el interés de lo que es considerado como la identidad pri ¬
historia social específica , o de cualquier identidad detallá da i maria o un carácter social alternativamente significativo,
« antes del acontecimiento », representa las convenciones b á ¬ s resulta tan obviamente general como aquella convención
sicas de la naturaleza de los individuos y de sus relaciones. opuesta menos corriente pero todavía importante segú n la
La selecci ón de individuos, presentada en cualquiera de cual las gentes son especificadas solamente en el nivel de
estas formas , es otra vez claramente convencional. Existe una los hechos sociales y econ ómicos generales que no presentan
selecci ó n jer á rquica por status, como en la antigua limita¬ m ás all á de ellos ning ú n tipo de individuación.
5
200 201
t:
i
mí
mi
Por lo tanto, los hechos significativos de las verdaderas como s íntomas de los lugares, hasta la aprehensión activa de
relaciones se hallan incluidos o excluidos, asumidos o descri¬ Ü los lugares considerados como producto de las gentes. Las
tos, analizados o enfatizados mediante convenciones varia¬ descripciones de las casas importantes, de los paisajes rura ¬
bles, que pueden ser identificadas por medio del an álisis for¬
mal pero que s ólo pueden ser comprendidas por medio del 4$ \v
IÉL
¿ les, de las ciudades o de las f ábricas constituyen ejemplos evi¬
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aná lisis social. Las convenciones variables de la posición na¬
rrativa ( desde la « omnisciencia » hasta el relato « personal » ne¬
cesariamente limitado) interact úan con estas convenciones de
masi
dentes de estas convenciones variables, donde el « punto de
vista » puede ser experimentado como una elecció n « esté tica »,
pero donde cualquier punto de vista, incluso el que excluye
a las personas o las convierte en un paisaje, es un punto de
- . • selección y exclusión de modos sumamente complejos. Asi¬
mismo, interact úan con las significativas convenciones de la fit vista social.
Existen convenciones similares para la descripci ón de la
mItí
'
totalidad de un relato, que involucra cuestiones fundamenta ¬ acción. Las variaciones en la presentación directa e indirecta
les en relación con la naturaleza de los acontecimientos. Cier¬ y las variaciones de foco dentro de la presentación directa se
tas historias requieren , convencionalmente, una pre-historia y hallan especialmente se ñ aladas en tres tipos de acció n hu ¬
una historia proyectiva ( « después » o « siempre después ») , si ) ¡ -
.
:v. Krs S¡ .
mana: el homicidio, el acto sexual y el trabajo. Se asegura a
menudo que éstas son cuestiones de gusto o de moda. Sin
ha de comprenderse su lectura en relación con la causa, el
motivo y la consecuencia. La exclusión de tales elementos,
com ó su inclusión , no es una elección « est é tica » el « modo í
• Sil
M embargo, en cada caso la convención adoptada involucra una
-— relación específica (si bien a menudo compleja) del aconteci¬
—
de relatar una historia » , sino una convención variable que
involucra supuestos sociales fundamentales de causaci ón y
consecuencia. (Comp á rese el capí tulo final de « establecimien¬
Mi miento con respecto a los demás acontecimientos y a las or¬
ganizaciones de significado más generales. Por lo tanto, la
to » en las primeras novelas inglesas victorianas por ejem- nunca es presentada, sino que es relatada o exhibida con pos¬
—
plo - Sn la obra de Gaskell , Mary Barton y el capí tulo final de
« ruptura » en las novelas inglesas entre los a ños de 1910 y
terioridad. Existen otras presentaciones qué son relativamen ¬
te formales , dentro del lenguaje o el canto o en situaciones ?'
—
1940 por ejemplo en la obra de Lawrence Sons and Lovers.) formales que procuran definir el acto. En el extremo opuesto,
el detalle del acontecimiento es predominante. No es una
—
De igual modo, las convenciones variables de secuencia tem¬
-
poral, aunque al servicio de otros fines por ejemplo, per¬
cepciones alteradas de incidentes y de la memoria , está n
— II cuestión de « adecuaci ón ». Con frecuencia es una cuestión de
si el homicidio es significativamente primario en su motiva ¬
entremezcladas con estos supuestos básicos de causación y
consecuencia , y por lo tanto con los procesos convenciona¬
les a través de los cuales éstos son comprendidos y se evi¬
dencian los criterios convencionales de importancia.
8si
| ción o en su consecuencia, o si esto es irrelevante o secunda¬
rio con relación al acontecimiento y a la experiencia del pro
.
pió acontecimiento (Compárense las descripciones del cad á¬
ver en las novelas policiales , donde la convenci ón indica la
- ;
I
riables de las relaciones entre las gentes y los lugares y entre
el « hombre» y la « naturaleza », son comunicados por medio
de estos modos aparentemente manifiestos. Otras convencio
I para la investigación de los problemas de conciencia que no
pueden ser reducidos a los mé todos abstractos de un tipo de
historia particular.) Por otra parte los niveles cambiantes de
¬
!
i
y las sociedades los « medio ambientes »
—
nes asumen o indican relaciones variables entre los lugares
— dentro de una
esfera qúe se desarrolla desde la abstracción del lugar con
respecto a las gentes, a trav és de la percepción de las gentes
r
ii
11
la descripci ón de la cópula sexual y de sus preliminares y sus
variantes involucran convenciones generales del discurso so-
cial y de sus inclusiones y exclusiones, pero también implican
convenciones específicas que provienen de las relaciones va-
;
202 vi!
m 203
V.
i
4 J§
#»
W f.
!
1
riables que presenta el acto segú n las relaciones y las institu¬ (como ocurre en el caso de Jane Austen) , a través de varias
ciones cambiantes. En consecuencia, las convenciones especí¬ I diferenciaciones jerá rquicas, hasta la ruptura o incluso la opo¬
ficas de la experiencia « subjetiva » (el acto considerado como
t sición formal entre el lenguaje narrado y el lenguaje hablado
experimentado por un miembro de la pareja con el otro miem ¬ (como ocurre en los casos de George Eliot o Hardy) . Las orto¬
bro convencionalmente excluido; el acto considerado como graf ías convencionales de variació n, en relación con el habla
consumado; el acto considerado como verbalizado con el pro¬ regional o extranjera, fundamentalmente en la literatura bur ¬
pósito de una pseudoconsumación ) pueden oponerse a las guesa como indicadores de clase, constituyen ejemplos loca¬
convenciones dentro de las cuales el acto es habitual o inclu¬ les de una esfera de actividad que establece relaciones socia¬
so indiferente, abstracto, distanciado o simplemente sinteti¬ les amplias o, con frecuencia , desplazadas y disimuladas que,
zado o impl ícito al limitarse a su efecto social « objetivo ». Los excepto en estas formas « aislables », normalmente no son con ¬
¿sA 'AÍ'iX niveles variables de la descripción f ísica pueden ser compa¬ sideradas como partes de la composici ón humana sustancial .
n:¿.us
§£&;
rados de un modo interesante con los niveles variables de la
descripción del trabajo. Existe una esfera de actividad seme¬
Existe una importante variaci ón entre los períodos hist ó ri ¬
¡sSIfe:
Eásy¿ *~
jante de convenciones « subjetivas » y « objetivas », desde el tra¬
cos dentro de la esfera de acción de las convenciones aprove¬
chables. Algunos períodos, comparativamente , cuentan con
^iri bajo experimentado desde una perspectiva f ísica o desde al¬
gú n otro detalle hasta el trabajo considerado como un simple T
..
s
•
muy pocas ; otros, como el nuestro, tienen comparativamente
muchas de estas convenciones y permiten variaciones sustan¬
,
la distinción no se produce solamente entre los puntos de vis¬ divisiones y conflictos producidos en la sociedad , todos ellos
§- ;•
m
»-
rri
i>
*vi
,
'•‘
ta «objetivos » y « subjetivos » abstractos. En ú ltima instancia,
las convenciones descansan sobre las variaciones existentes en
la percepci ón del trabajo como un agente o una condición de
! más profundos (más allá de lo que, en ciertos casos privile¬
giados, todavía son consideradas « leyes » o mé todos est é ticos
neutralmente variables) de lo que puede observarse sin hacer
:
conciencia general, y por tanto, no s ólo en el trabajo sino en la uso del análisis, ya que concierne a la esencia de una conven¬
e- sexualidad y en la acci ó n p ú blica , sobre los supuestos radi¬ ! ción el hecho de que se ratifique un supuesto o un punto de
&£ calmente variables de la naturaleza y la identidad humanas: vista de modo que el trabajo pueda ser producido y recono¬
£ :v
r- -
supuestos que normalmente no son argumentados sino que,
•
$fe
como modo de conexió n de la posición social y la práctica
acción o el lugar) . Se han formulado an á lisis importantes so¬ literaria, sigue siendo una cuestión fundamental . Por lo tanto,
.
&: •• »; ÍÍ '.' ' » ,
bre los modos formales de presentación , representación , de m dentro de la esfera de actividad indicada, es necesario consi¬
relato directo o indirecto y de reproducci ón . La relación exis¬
•
Jllf^
204 205
m
mpyr
-
m
6. Los gé neros
m tica a que parecía estar asociada. Por lo tanto, era inevitable
alguna respuesta empí rica, aunque la historia fundamental no
se hallaba a este nivel. Lo que realmente destruía esta forma
residual de teoría del género era el desarrollo irresistible y
poderoso de nuevos tipos de trabajos que no convenían a las
clasificaciones o que no respetaban las « leyes». Indudable¬
El esfuerzo más sostenido por agrupar y organizar la mul¬ m mente, las nuevas clasificaciones y las nuevas leyes pod ían ser
ideadas, aunque en la sociedad burguesa en desarrollo el im ¬
tiplicidad de las notaciones y las convenciones, que es evidente
en Ja escritura actual , en ciertos modos específicos de prác¬
Mt pulso dominante no era de esta índole. La teoría del género,
en su forma abstracta más familiar, fue reemplazada por las
ía de los géneros o de los tipos. Esta
tica literaria es la teor
.
teoría tiene una historia enorme Se halla presente de un
modo particular en Aristó teles, donde las «especies » de la
ms
&
teorías de la creatividad individual , del genio innovador y del
movimiento de la imaginación individual m ás all á de las for¬
mas restringidas y restrictivas del pasado. Podemos comparar
poesía son definidas en función de una definición « gené rica » *«£ esto con el fracaso y el reemplazo de la teor ía social de los
del arte de la poesía como tal. Constituye un tema fundamen¬ « estados », con funciones y reglas fijas, por una teoría de la
tal dentro de los complejos conflictos intelectuales, del Rena¬ autorrealización, del desarrollo individual y de la movilidad
cimiento y sus consecuencias. Es nuevamente un t é ma funda ¬
tflg de las fuerzas primarias. Los cambios producidos dentro de
oposición existente entre una teor ía de géneros fijos, como de nuevas definiciones prácticas de las clases de individuos
era la forma neoclásica de las más complejas clasificaciones
del pensamiento griego y del renacimiento y de un empirismo
opuesto, que demostró la imposibilidad o la ineficacia de redu ¬
cir todas las obras literarias reales y posibles a estos géneros
IT
«i
(el té rmino clase reemplaza al de estado y orden de un modo
desigual y complejo aunque con un acento nuevo y necesario
sobre su flexibilidad y movilidad ), la teoría literaria burguesa
no culminó en teorías relacionadas con el genio y la creativi¬
fijos. En esta controversia reducida y perif é rica dif ícilmente dad individual. Tal como ocurrió en el caso del liberalismo
nos enfrentamos con la teor ía del género, sino con versiones individual, éstas no fueron abandonadas, aunque fueron prác¬
conflictivas de la práctica expuestas por formaciones cultu ¬ ticamente complementadas. El género y el tipo perdieron su
rales diferentes y opuestas. Una formación se basaba firme
mente en la prá ctica pasada, en lo que abstraía como las « nor¬
¬
§¡1
a
generalidad y su abstracción neoclásicas y perdieron asimis¬
mo sus sentidos de regulación específicos. No obstante ello, se
-
mas » de la litcratura' « clásica ». Esto surgió en su forma m ás
influyente y endeble como la definición de « reglas » para cada
hizo habitual una serie de nuevos tipos de agrupamiento y cla¬
sificación de tendencia empí rica y relativista. Indudablemen¬
« género », ilustradas a partir de las obras existentes y prescri¬ s. te, estos nuevos tipos aportaron , de un modo novedoso, ele¬
tas a las obras nuevas. Resulta significativo, aunque secunda¬ mentos prescriptivos en las modalidades de la respuesta crí- i
rio, que gran parte de estas leyes no hayan alcanzado ni si¬ tica e implícitamente en la verdadera producción.
quiera la autoridad «clásica » que reivindicaban. Tal elabora¬ En consecuencia, una novela es una obra de imaginación
ción pertenecía al feudalismo y al postfeudalismo en decaden¬ creativa y la imaginación creativa encuentra su forma adecua¬
cia, y las definiciones tienen una relativa rigidez formal en da; pero todavía existen algunas cosas que una novela «pue- :
WlT i
— —
la idealización de la prá ctica pasada, y puede demostrarse
como en el caso notorio de las leyes de la « unidad » en el
teatro que no era id ónea y que incluso contradecía la prác - si
Si
de » o « no puede » lograr: no como una cuestión de leyes, sino
como una cuestión vinculada a las características ahora espe¬
cializadas de la «forma ». (La novela, por ejemplo, « no puede »
206 ' ¿L i 207
W7
incluir ideas irreconciliables, « porque » su tema son los « in¬ est á sujeta a estas variaciones de tendencia . Nos enfrentamos
dividuos » y sus relaciones.) Al mismo tiempo, dentro de estos nuevamente con el problema habitual de una compleja rela ¬
agolpamientos m ás generales, la variedad de la prá ctica era ci ó n entre el an á lisis social abierto y el an á lisis hist ó rico que
reconocida , de un modo limitado, por la proliferación de « gé¬ involucra el an á lisis social e hist ó rico de las categorías admi¬
neros » y « subgéneros » de un nuevo tipo: no las generalizacio¬ tidas y la « transformación del idealismo», en las tendencias
nes formales de la é pica , la lírica y el teatro, sino ( para citar posthegelianas, que conservan las categor ías ( presumiblemen ¬
una enciclopedia corriente) « la novela, la novela picaresca, la te) en formas modificadas. Por lo tanto, algunas consideracio¬
í novela rom á ntica, el cuento corto, la comedia , la tragedia, el nes marxistas sobre el gé nero conservan una categorización
tif acad é mica a la que agregan , en una dimensión trascendental,
melodrama, la literatura infantil, el ensayo, la literatura hu
¬
i morística el
, periodismo , el verso ligero, las historias de mis ¬ notas y « explicaciones » sociales e hist ó ricas . Otras considera ¬
terio y policiales, la oratoria, la parodia, la literatura bucó¬ ciones, de í ndole m ás hegeliana , como es el caso de Luk á cs,
lica, el proverbio, el enigma, la sátira , la ciencia ficción ». In¬ definen los gé neros en función de sus relaciones intrí nsecas
dudablemente, es la reducción de la clasificación al absurdo . ¡ con la « totalidad ». Esto conduce a importantes apreciaciones,
pero no supera el problema de la movilidad de la categoría
Sin embargo, a su modo, es el desecho de este tipo de em¬ l
I pirismo, representando la combinación de, al menos, tres ti¬ * de totalidad entre un estado ideal ( no alienado) y una totali¬
pos de clasificaci ó n : por la forma literaria, por la materia y dad social empírica (aunque entonces también diferenciada) .
1 Para cualquier teoría social adecuada , la cuestión est á defini
por el tipo de p ú blico lector (siendo este último un tipo en
¬
desarrollo considerado en té rminos de sectores de mercado da por el reconocimiento de dos hechos: primero, que exis¬
y especializados) , para no mencionar las clasificaciones que son
' ten relaciones sociales e hist ó ricas evidentes entre las formas
combinaciones de éstas o que representan intentos tardíos, literarias particulares y las sociedades y per íodos en que se
desesperados, de incluir algún tipo heterog éneo aunque po¬ originaron o practicaron ; segundo, que existen indudables
pular.
Considerada estrictamente, ésta no es en modo alguno una
continuidades de las formas literarias entre
—
de las sociedades y los períodos con que mantienen tales
— y m ás allá
P
i»-’. '
« esenciales » y « permanentes » que han perdido incluso su $
status metaf ísico y se han convertido en categor í as t é cnicas,
f
" *
V
dadera tragedia », « tragedia combinada », « falsa tragedia » y así
sucesivamente, que cancelan la mencionada continuidad . Este
Ll
HBSK
ms-
considerando toda práctica como variantes de formas « idea¬
les » ya establecidas. El ú nico mérito de esta ú ltima, a dife¬
modo de definir el gé nero constituye un caso familiar que
otorga prioridad a la categor ía sobre la sustancia.
De hecho, y hasta é pocas recientes , el « gé nero » ha cons¬
rencia de la primera , es que provoca , al mismo tiempo que
If
é desplaza , ciertas necesarias cuestiones generales. 1 tituido un t é rmino de clasificaci ó n que ha reunido, y m ás tar¬
g é neros de confundido a menudo, muchos tipos diferentes de descrip-
ISfe La relación del marxismo con una teor í a de los
i
llp i
i 208 209
SSsRStr
fF
.
ción genérica La teor ía del Renacimiento, que defin ía las « es¬
pecies » y los « modos» dentro de una teoría general de los
*I tes (a menudo residualmente persistentes) , está n especialmen¬
te sujetas a la variación social, cultural e histórica.
« tipos », era mucho m ás particular, aunque por otra parte re¬ En cualquier teoría histórica , por tanto, es imposible com ¬
sultaba insuficientemente hist órica . En realidad, con la fina¬ binar estos diferentes niveles de organización conformando
lidad de lograr un acuerdo con las combinaciones históricas formas definitivas. Sus verdaderas combinaciones tienen una
de diferentes niveles de organización se adopt ó el concepto importancia histórica irreductible y deben ser siempre reco¬
más holgado de « género». Sin embargo, y especialmente en nocidas empíricamente. Sin embargo, y desde un principio,
sus estadios recientes, esta única ventaja fue desechada y la . toda teoría del género debe ser distinguida de ellas. ¿ Es ne¬
teoría del género fue abandonada junto con disposiciones su ¬ cesaria una teoría de este tipo ? Puede dar la impresión de
mamente. abstractas y diversas. que el análisis hist órico de vinculaciones específicas y de sus
En primer término, es necesario separar estas disposicio¬ - específicas conexiones con formaciones y formas de organi¬
-
nes en sus componentes básicos, que son: a ) la posición , b) el zación más generales, es suficiente en sí mismo. Sin duda esto
modo d é composición formal; c) el tema adecuado. La « posi¬
ción » fue tradicionalmente definida en las tres categor ías de
i constituye un trabajo que en gran parte todavía debe reali¬
zarse, de un modo adecuado, en función de un número sufi¬
la narrativa, el teatro y la lírica. Estas categorías ya no tienen
vigencia pero señalan la dimensión que estamos consideran¬
do: un modo de organización (social) básico que determina un
I v;
ciente de ejemplos. No obstante, sigue siendo cierto que in-
cluso este análisis exige el reconocimiento de la gama com¬
pleta de variantes que componen las organizaciones específi¬
i
—
>
.
Tí '.'
constituyen necesariamente una parte de cualquier teor
marxista. El género, dentro de esta concepción, no es un
ía
tipo ideal, ni un orden tradicional ni una serie de leyes téc¬
nicas. Es en la combinación práctica y variable e incluso en
la fusión de lo que, en abstracto, son los niveles del proceso
-m i; Dentro de la teoría literaria más importante de los últi,
mos dos siglos el gé nero ha sido reemplazado, en la pr á ctica
por la forma. Sin embargo, el concepto de forma contiene
,
¬
Vv.?’1
material social, donde lo que hemos conocido como gé nero una ambigüedad significativa. A partir de su desarrollo en el¬
se convierte en un nuevo tipo de evidencia constitutiva. üii latín , que se repitió en el inglés, adquirió dos sentidos prin
1I cipales: una configuración visible o exterior y un impulso
' configurativo inherente. En consecuencia, la forma se extien¬
r de a lo largo de toda una extensió n que va desde lo exterior
m
88 y superficial hasta lo esencial y determinante. Esta escala se
repite, obvia aunque no siempre conscientemente, dentro de
# - If! la teoría literaria. En sus extremos se halla fundamentada en
las teor ías neoclásicas y académicas, acentuando las carac¬
ísticas externas y las normas evidentes por las cuales pue¬
ter
m
m den distinguirse las formas y según las cuales las obras par¬
ticulares pueden catalogarse como perfectas o imperfectas; y
.V
m
m luego, en las teorías románticas, en las que la forma es consi¬
derada como la realización única y específica de un impulso
m '
vital particular, siendo consideradas todas las caracter ísticas
5í . v . -
m y ciertament e todas las normas como elementos irrelevante
o, en el mejor de los casos, como una simple corteza ubicada
sobre el dinámico impulso formativo interno. Dentro de esta
s
-
A
213
'
v >
212
£-
-V V -
"*
••
sostenidas, aunque son práctica y lógicamente incompatibles,
del « individuo » y la « sociedad » constituyen un caso estrecha¬
mente unido a este análisis. El pensamiento que se origina a
partir de categor ías de este tipo y luego se moviliza en la
—
Como ocurre con todo elemento comunicativo, desde el más
—
local al más general, es siempre en este sentido un pro¬
,
górico de este proceso constituye a lo sumo una estabilización ción es más f ácil de reconocer en el caso de las formas esta ¬
relativa y temporal : un reconocimiento de grado que es siem¬ bles tradicionales, donde una relación específica de tipo co¬
pre importante en sí mismo pero que siempre ha de ser re¬ lectivo o relativamente general es proclamada y activada en
mitido a la totalidad del proceso generador si ha de ser ple¬ los mismos procesos de composición y ejecución . En tales
V* namente comprendido incluso en sus propios términos. casos los dos procesos se hallan significativamente próximos
i« Por lo tanto, las teorías neoclásicas de la forma, normal¬ y con frecuencia son indistinguibles. Resulta imposible so-
mente expresadas en alguna versión de la teor ía del gé nero, brestimar la significación que entonces se siente y se compar¬
reconocen y describen incuestionablemente ciertas formas te. La audición de ciertas composiciones tradicionales de pa¬
artísticas, e incluso identifican correctamente sus normas, labras; el reconocimiento y la activación de ciertos ritmos; la
a la vez que limitan la comprensión tanto de las formas como percepción , con frecuencia por medio de temas que ya son
del status de estas « normas » debido a su fracaso en recono¬ compartidos, de ciertos flujos y relaciones básicos y, en este
cer que las formas fueron producidas y las normas alcanza¬ profundo sentido, las verdaderas composiciones, las verdade¬
das a través de un largo y activo proceso de configuración ras ejecuciones: todas ellas forman parte de algunas de nues¬
activa, de ensayo y error, que puede ser descrito en los tér¬ tras experiencias culturales más profundas. En sus formas
minos de la teor ía opuesta como un impulso configurativo in¬ accesibles, desde luego, son creadas y recreadas dentro de
terno. Por otra parte, las teor ías románticas de la forma reco¬ tradiciones culturales específicas qué ciertamente pueden ser
nocen y describen incuestionablemente Jos. procesos del des¬ difundidas y tomadas en calidad de préstamo. En algunas de
cubrimiento de ciertas formas bajo las presiones de la expe¬ sus formas básicas, que son obviamente dif íciles de separar
5
riencia y la prá ctica, aunque fracasan al no, reconocer, dentro
de esta acentuación de la unicidad, las nuevas formas suma ¬
mente generales que surgen. Las teorías neoclásicas hipos
tatizan la historia, mientras que las teor ías románticas redu¬
-
tos procesos de vida compartidos
—
de las formas accesibles compartidas, pueden asociarse a cier
activos —
« mentales » de una organización humana evolucionada.
Resulta evidente que estas participaciones reconocibles
¬
« f ísicos » y
cen la historia a un flujo de momentos . de la forma constituyen la finalidad más colectiva de todo
Para una teor ía social de la literatura el problema de la continuum social. Es comprensible que cierto marxismo co¬
forma es el problema de las relaciones entre los modos so¬ loque el acento principal sobre esta realidad colectiva y re ¬
Sí ciales (colectivos) y los proyectos individuales. Para una teo- conozca en ella el origen del arte en todos sus tipos. Esta po -
214 215
TE,?
i
¡• life . ^i
í
son posibilidades de percepción , reconocimiento y conciencia
.
contra del
sición se continúa a menudo con polémicas en
Mr
pH*; -"
•
arte « individualista » que conlleva
punto de vista
la
te ó
consecuencia
rico la mayor
de tornar
parte de
nuevamente compartidas, son ofrecidas, verificadas y acepta ¬
das en muchos casos aunque no en la totalidad. Sin duda es
- - - inaccesible desde el c un lugar común observar que las generaciones posteriores no
¡fW ívV 'í"
las obras y teor ías modernas (y no sólo la obra
con
burguesa
deducciones
y la - * encuentran ninguna dificultad con una forma, hoy extendida,
•h&t r"? teorí a burguesa ) . A menudo est á combinada t. que alguna vez fue virtualmente inaccesible y ampliamente
arbitrarias de este proceso social básico a partir de un
proce¬ ?
separado ( v é ase el an á lisis de las considerada informe.
so de trabajo « original »
Esta escala de las relaciones variables inherentes a las
fuerzas productivas en la p á gina 108). Sin embargo , es evi ¬
i formas asume un aspecto diferente cuando le sumamos una
.fSr .- v *
*
dente que el modo colectivo que puede sostener y contener f
dimensión histórica. Es evidente que generalmente existen
*
j
- todos los proyectos individuales es solamente una dentro ¬
de
• ‘v
posibles . Las variantes individuales so I correlaciones significativas entre la relativa estabilidad de
'
r . '
. la serie de relaciones las formas, las instituciones y los sistemas sociales. Las for¬
. !•. bre las formas básicamente colectivas de esta í ndole, tales mas más estables, del tipo adecuadamente reconocible como
como las historias heroicas, los « romances » y los « mitos ,
»
. Las variantes individuales de las colectivo, pertenecen a sistemas sociales que también pue¬
son casi siempre posibles den ser caracterizados como relativamente colectivos y esta ¬
formas teatrales compartidas y ya conocidas son ampliamen ¬ *#
bles. Las formas más experimentales, innovadoras y móviles
te evidentes, y los efectos de tales variantes sobre ciertas for
¬
pertenecen a sistemas sociales en los que estas nuevas carac¬
mo o del punto
—
mas esperadas por ejemplo, la
de partida en
variaci
funci ó n de
ó n consciente
un final
del
esperado
rit
—
¬
' 3* -
i . terísticas son evidentes o incluso dominantes. Los principa¬
les períodos de transición entre sistemas sociales está n habi¬
todavía pertenecen al proceso primario compartido; el efec r;
¬
to de la variante dependiendo del reconocimiento tanto de la ¿ vr tualmente caracterizados por el surgimiento de formas ra ¬
dicalmente nuevas que eventualmente se establecen y llegan
forma esperada como del cambio. Estos casos intermedios
t
•4T; .; a ser compartidas. En tales per íodos de transición fundamen ¬
dan cuenta de una parte relativamente amplia de la compo¬ ;.s>-
tal e incluso de transición menor es habitual encontrar, como
sición, especialmente en la medida en que tracemos el desa
¬
-f íJ > - '
m fr*. *
í
;
I
-- 1I
’
experimentos má s allá de la estabilización, en modos carac¬ y un proceso comunicativo más deliberado, más complejo y
terísticos de prá ctica formal e hist órica dentro de una socie- má s sutil dentro de la creación literaria que lo que ocurre en
la expresión cotidiana, aunque tiene continuidad con ella por
da en desarrollo. Por lo tanto, no existe ninguna relación
teórica abstracta entre los modos colectivos y los proyectos medio de un á rea fundamental de habla y escritura directas
:
individuales. El grado de distancia entre ellos, dentro de la
realidad continua de cada modo de conciencia, es hist órica¬
mente variable como - función de relaciones sociales verdade¬
í (específicamente consignadas). Dentro de los té rminos de esta
escala, desde la adopción más indiferente de una forma lin ¬
güística de relación establecida hasta la forma más elabora¬
ras, tanto generales como especí ficas.
Estos modos de conciencia son materiales. Cada elemento
de la forma tiene una base material activa. Esto resulta sen¬
cillo de observar tanto en los « materiales » de las formas: pa¬
'
P
ii
i
da y reelaborada posible, finalmente el momento formativo es
la articulaci ón material, la activación y generación de sonidos
y palabras compartidos.
Los formalistas, por tanto, ten ían razón cuando otorgaban
labras, sonidos y notaciones, como en el habla y la escritura , v i prioridad a la específica articulación material que es una obra
elementos f ísicamente producidos en las dem ás artes. Sin literaria. Sin embargo, se equivocaban al canalizar este én¬
embargo, siempre es m ás dif ícil observar ciertas . propieda¬
—
des esenciales de la forma propiedades de relación en un
-
1 fasis hacia el « lenguaje literario». Tenían razón cuando ex¬
ploraban la articulación de un modo concreto, como ocurr ía
sentido amplio — por medios materiales. Es especialmente í*r‘r:! con la doctrina de los «artificios » específicos. No obstante,
dif ícil cuando materia » y « conciencia » se hallan separadas,
« lí no es necesario limitar el análisis de la articulación a la im¬
como ocurre en el idealismo o en el materialismo mecánico, portante idea de los « dominantes », que determinan organiza ¬
ya que el proceso verdaderamente formativo no és la disposi¬
ci ón pasiva de elementos materiales. Ciertamente, esto es a
Jfl ciones específicas. Con frecuencia tales dominantes resultan
obvios (el héroe ú nico, por ejemplo, en la tragedia renacen ¬
, menudo reconocido en la descripción (a veces exacta) de cier ¬ tista) , pero otros tipos de organizaci ón muestran relaciones
ám
tas disposiciones como « azar ». Lo que est á en cuestión en la m ás complejas de elementos conductores o acentuados cuya
forma es la activación de relaciones específicas entre hom ¬ función no es tanto subordinar a otros elementos como de ¬
bres y hombres y entre hombres y cosas. Esta situaci ón pue¬
de ser reconocida, como ocurre a menudo en la teor ía moder¬
fl
fxf
finirlos (como ocurre por ejemplo en la trama heredada en la
novela del siglo xix, a menudo caracterizada por sus comple¬
na , pero luego distanciada en la abstracción del ritmo o la mi jas relaciones con el descubrimiento de la identidad a través
proporción o incluso de la « forma simbólica ». Lo que estas
abstracciones indican son procesos verdaderos, pero siempre
procesos de relación f ísicos y materiales. Esto resulta tan
m
wi
de nuevas relaciones) . El hincapié formalista sobre el « arti ¬
ficio » como elemento «enajenante » ( que enajena) es ú na ob¬
servación correcta sobre un tipo de arte durante un per íodo
cierto con respecto a los momentos generativos más « subjeti¬
mi
experimental necesario e inquieto contra las formas fijas (he -
—
vos » el poema « oí do » primero como un ritmo desprovisto
de palabras, la escena dramática « visualizada » primero como
gem ónicas), pero no puede ser extendido a la calidad de un
principio de la forma como tal: la materialización del reco¬
nocimiento constituye un evidente elemento de gran parte
un específico movimiento grupal, la secuencia narrativa « com ¬
prendida » primero como una figura móvil dentro del cuer¬ m del arte superior del mundo. Sin embargo , es en este tipo de
—
po como con respecto a la mayoría de los momentos « ob¬
Üst:
—
atención prestada a la actitud de precisar articulaciones ma ¬
jetivos »
— la interacci ón de las palabras posibles con un
.
3• 1'
—
teriales en la cual, y sólo en la cual, se comprende la con ¬
ciencia específica; el sentimiento específico donde debe co ¬
.m
ritmo ya compartido y establecido, la plasticidad de un acon ¬
tecimiento « tomando forma » en su adaptación a una forma menzar la verdadera práctica social y el análisis del arte .
conocida , la selección y reelaboración de secuencias para re¬ di ¿
• *"
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jfe. -
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é%. ,
8. Los autores
í
historia continua, significativa y complicada. Sin embargo,
esta historia de las condiciones cambiantes puede compren¬
derse como un problema de segundo orden: cómo el autor
distribuye su obra . La indicación m á s interesante evoca las
relaciones sociales activas en uno o más estadios atrás, mos¬
Jp ,
« sujeto »
autor
activo.
? ».
,
es a menudo revertido convirti é
Entretanto
ndose
,
en
dentro
gantes, existe el dif ícil problema general de la
: «
de
¿ qu é hizo
estos
naturaleza
esta
interro
del
¬
I
?
en sus formas más romá nticas, permanece esencialmente in¬
tacta. El autor tiene « su » trabajo que hacer, pero encuentra
dificultades para financiarlo y venderlo o no puede conse-
. guirlo exactamente como él lo hubiera deseado debido a las
« escri¬
La palabra « autor», mucho más que los té rminos presiones y límites de las relaciones sociales de que depende
o novelista » , lleva consigo el como productor de la obra. Esto es, en un sentido muy sim ¬
tor » , « poeta ,
» « dramaturgo » «
sentido específico de una respuesta a estas cuestiones
. Es ple, la economía polí tica del hecho de escribir: una adición
t é r¬
cierto que hoy es utilizado con mayor frecuencia comoescri¬ necesaria a cualquier verdadera historia de la literatura, aun¬
mino general conveniente con el prop ósito de abarcar a que no sea má s que una adición.
tores de diferentes tipos. Sin embargo, en su ra í z y en
algunas La segunda tendencia transforma todo el problema. Apun¬
de sus asociacion es supervivie ntes , lleva consigo un sentido ta a la figura del autor individual, del mismo modo que a la
de origen decisivo antes que la simple descripci ó n de una ac¬ figura asociada del tema individual, como una forma carac¬
el caso de escritor » o con los tér¬ terística del pensamiento burgu és. Ningú n hombre es autor
£ tividad , como ocurre con «
m á s tem
minos m á s espec íficos . Sus aplicacion es generales
como
¬
teraria, en el pensamien to medieval y renacentis ta , se hallaba aunque dentro de las formas sociales de su tiempo y de su
estrechamente conectado con una acepció n de los autores »
« »
contexto. El argumento fundamental se vuelve entonces ha¬
considerados como « autoridades : los » escritores « cl á sicos cia la naturaleza de esta especificidad y estas formas y hacia
y sus textos. En el período moderno existe una relación obser¬ las relaciones existentes entre ellas . En el caso del escritor,
¬
220 221
u
ppgr w
-.v \
-
v, .
i My
.
•i
"
son las notaciones y las convenciones de las que depende
fundamentalmente pero de las cuales, sin embargo, comienza
a ser autor. Es solamente en el ú ltimo nivel donde aquello que
—
parece ser el custodio del concepto su autonom ía indivi¬
] sido deformada. Lo « social », podríamos decir, ha sido defor¬
mado en lo « colectivo », del mismo modo que, dentro de la
tradició n burguesa, lo «individual » ha sido deformado en lo
« privado ». En ambas existen verdaderos peligros de índole
—
dual es fundamentalmente atacado o destruido.
Mucha gente reacciona abruptamente cuando se alcanza
este punto de la exposici ón. Incluso su expresión teórica es
práctica, y cualquier pensamiento marxista debe afrontar el
hecho de que una sociedad , exigiendo su autoridad , ha con ¬
vertido la deformación teórica en una prá ctica pasmosa , pre¬
rá pidamente relacionada con medidas administrativas contra cisamente en esta á rea de la relación entre los escritores y
los autores, junto con directivas autoritarias y el ejercicio de su sociedad. Por otra parte, má s allá de esta á rea desapaci¬
una verdadera censura y una efectiva supresión, y esta situa ¬ ble de la práctica , existe una tendencia teórica más moderna
ci ón no siempre es gratuita. La debilidad que entraña el con ¬ (la variante marxista del estructuralismo) en que las relacio¬
-
cepto burgués de « el autor », tanto como de « el individuo », f
t¡ nes vividas y recíprocas de lo individual y lo social han sido
radica en su ingenuidad, que a su manera, y especialmente en suprimidas en interés de un esquema abstracto para deter¬
el mercado, puede convertirse en la práctica en un concepto minar las estructuras sociales y sus « agentes ». Afrontando
cruel y maligno. Toda versió n de una autonom ía individual tanto la práctica como esta versión de la teoría no resulta
que fracase en reconocer, o que desplace radicalmente, las sorprendente el hecho de que gran n ú mero de personas re¬
condiciones sociales inherentes a toda individualidad prác ¬
gresen vertiginosa y temerariamente a las instituciones, for¬
tica, aunque entonces y en otro nivel tiene que reintroducir mas y conceptos individualistas-burgueses, que consideran
estas condiciones sociales como el « negocio práctico » decisi ¬
como su iónica protección.
vo del mundo cotidiano, puede conducir en el mejor de los Por lo tanto, es necesario buscar posiciones teóricas más
casos a una contradicción inherente, y en el peor a la hipo¬ adecuadas y precisas. ( Más precisas desde el momento en que
cresía o a la desesperación. Puede complicarse en un proce¬ algunos elementos incluso de la definición de Marx, por ejem¬
so que rechaza , deforma o verdaderamente destruye a los plo « la totalidad ideal », resultan insatisfactorios y parecen
individuos en nombre del propio individualismo. Sin embargo, ser efectivamente elementos residuales de formas de pensa¬
y correspondientemente, el concepto expresa cierta fortaleza. miento más antiguas, no materialistas.) En primer t é rmino,
Dentro de sus lí mites expresos se halla muy bien ubicado debe decirse que el reconocimiento de todos los niveles de
para defender un sentido de la autonomía individual contra
ciertas formas de lo social que se han vuelto deformadas en
—
sociabilidad desde las formas externas de la econom ía po¬
lí tica de la literatura , a través de las formas heredadas de
sí mismas. Dentro de la tradición marxista, los conceptos se¬ los géneros, las notaciones y las convenciones, hasta las for¬
parados de « individuo » y « sociedad » se hallan radicalmente
unificados, aunque ello ocurre recíproca ,y dialécticamente: x
mas constitutivas de la producción social de la conciencia —
es inevitable. Sin embargó les a nivel de lo constitutivo don ¬
i de la precisión es especialmente necesaria. La contribución
« Es necesario sobre todo evitar postular una vez m á s a la m ás interesante en este punto es el aná lisis del « sujeto co ¬
"sociedad " como una abstracció n que se enfrenta al individuo. lectivo » de Goldmann (1970, pp. 94-120). Es un té rmino dif í¬
cluso cuando no aparece directamente en la forma de una mani¬
—
El individuo es un ser social. La manifestaci ón de su vida in¬ cil y en primer lugar debemos definir su distinció n de otros
—
festació n social , realizada en asociación con otros hombres es
en consecuencia una manifestación de la vida social . . . Aun cuan¬
usos de lo « colectivo ». Goldmann se mostró sumamente cui¬
dadoso al distinguirlo de las ideas rom á nticas sobre ei « ab¬
—
do el hombre es un individuo ú nico y es precisamente su par¬
ticularidad la que lo convierte en un individuo, un . ser social
a
M
soluto colectivo » (del cual el « inconsciente colectivo » de
Jung constituye un ejemplo moderno) , y en relación con el
—
realmente individual , es igualmente la totalidad , la totalidad
ideal, la existencia subjetiva de la sociedad tal como es pensada ’
y experienciada » ( Marx, Manuscritos .. . , p. 105) .
m
§
%
cual lo individual es solamente un epifenómeno. Asimismo,
Goldmann lo distingu ía de lo que podemos denominar el « re¬
lativo colectivo » de Durkheim , en que la conciencia colectiva
. r&P.
'
222
a 1. 223
ITJf¡
los unos con los otros y cuya obra no puede ser reducida a la
dera historia de otros proyectos contemporá neos y de las
mera suma de sus contribuciones individuales separadas. Esta formas y estructuras en desarrollo, son continua y fundamen¬
situación es tan com ú n en la historia cultural , en casos en talmente interactivos. Este último procedimiento constituye
el elemento m á s significativo entre las consideraciones mar-
los que resulta claro que algo nuevo est á ocurriendo en el
xistas modernas de la creación cultural, a diferencia tanto
preciso proceso de la cooperaci ón consciente, que no parece
presentar ninguna dificultad seria. Sin embargo, es a partir de la versión marxista mejor conocida en que un autor es
el « representante » de una clase o tendencia o situación a que
precisamente de esta comprensi ó n de una experiencia relati¬ y
cooperació n consciente —
dif ícil sentido de un sujeto colectivo. Esto va más allá de la
— la colaboraci ó n hasta alcanzar
relaciones sociales efectivas en las que, incluso mientras se
-I historia cultural burguesa en que, contra un « antecedente »
de hechos, ideas e influencias compartidos, cada individuo (o
segú n su forma burguesa m á s corriente, cada individuo sig¬
nificativo ) crea su obra de í ndole muy separada con la finali¬
procuran realizar proyectos individuales, lo que se está de¬
10 dad de ser subsecuentemente comparada con otras vidas y
lineando es lo transindividual; no sólo en el sentido de for¬
mas y experiencias compartidas (iniciales) , sino en el sentido obras separadas.
l El carácter del problema puede ser claramente visualizado
específicamente creativo de nuevas respuestas y una nueva
formación. Obviamente, resulta mucho más dif ícil hallar prue¬
bas de esta situación ; sin embargo, la cuestió n práctica es
v i en una forma literaria : la biograf ía. Leyendo la biograf ía de
un individuo selecto, en una época y un sitio dados, resulta
una experiencia corriente de observar no solamente su desa ¬
si la hipó tesis alternativa de autores categó ricamente separa¬
rrollo individual, sino un desarrollo más general en que, den¬
dos o aislados resulta compatible con la creación muy eviden ¬
te, en sitios particulares y en épocas particulares, de nuevas
y específicas formas y estructuras del sentimiento. Desde lue¬
i
’ Ir
&
tro de las convenciones de la forma , otras gentes y aconteci¬
mientos se forman a su alrededor y en este sentido funda ¬
go , cuando éstas son identificadas, son « solamente » formas y mental son definidos por él. Ésta es una experiencia de lec¬
tura relativamente satisfactoria hasta que leemos otras bio¬
estructuras. Las obras individuales se clasifican a partir de
graf ías de la misma época y lugar y tomamos conciencia de
lo que parecen ser perfectos ejemplos de estas . formas y es ¬
tracto. O, para decirlo de otro modo, el « desarrollo » de un -p verdaderos límites de la forma , podemos alcanzar el verda-
224 : i 225
A i
w
. i>
dero sentido de los individuos vivientes en todo tipo de re¬ la creación cultural considerada como totalidad y no solamen¬
laci ón y en ciertas situaciones significativamente comuñes, te en los casos significativos de la homología de la formaci ón
y llegamos a la conclusión de que no nos hallamos en con¬ y la forma (ideal) . Sin duda, cualquier procedimiento que
diciones de comprender la totalidad de sus vidas exclusiva¬ excluya categóricamente la especificidad de todos los in¬
mente por medio de la suma de una vida a otra. En este dividuos y la relevancia formativa de todas las relaciones
—
punto comenzamos a ver las relaciones no sólo las relacio¬
nes interpersonales, sino también las relaciones verdadera¬
verdaderas, no importa la f órmula o la significación asigna¬
da que se invoque, es en ú ltima instancia un procedimiento
—
mente sociales dentro de las cuales (aunque no necesaria ¬
mente sujetas a ellas) se desarrollan las identidades y las
reductivo. No es necesario que nos procuremos casos espe¬
ciales con la finalidad de probar una teor ía. La teoría que
fases de identidad discernibles . importa dentro de las variaciones conocidas e irreductibles
^
Este procedimiento puede ser sintetizado como un descu ¬ i de la historia , es la comprensión de lo socialmente constitu¬
brimiento : recíproco de lo realmente social dentro de lo tivo que nos permite observar una específica profesión de
individual y de lo realmente individual dentro de lo social. autor en su verdadera dimensión: a partir de lo genuina-
En el significativo caso de la profesión de autor conduce a mente reproductivo (donde la formación es el autor) , a tra ¬
acepciones - diná micas de la formación social, del desarrollo vés de lo total o parcialmente articulativo (donde los autores
individual y de la creación cultural que deben ser compren¬ son la formación ) , hasta los casos no menos importantes de
didos déntro de una relación fundamental desprovista de innovación o articulación relativamente distanciada ( racio¬
todo tipo de supuestos de prioridades, sean categóricos o de nados a menudo con formaciones residuales, emergentes o
procedimiento. Consideradas en su conjunto, estas acepciones preemergentes / en que la creatividad puede hallarse relativa ¬
permiten una plena definición constitutiva de la profesión de mente separada o puede darse en el extremo más remoto del
autor; y su especificación , por lo tanto, constituye un interro¬ continuum viviente entre el grupo o la clase plenamente for¬
gante abierto ; es decir, un grupo de cuestiones histó ricas es ¬ mada y el proyecto individual activo. Dentro de esta pers¬
(
pecíficas que otorgará n diferentes tipos de respuestas de pectiva a la vez social e hist órica, la figura abstracta de « el
acuerdo con las diferentes situaciones reales. autor » es entonces retrotraída a estas variantes y en princi¬
En este aspecto, ésta es mi única diferencia con Gold- pio variables situaciones, relaciones y respuestas.
mann , quien , siguiendo a Luká cs en lo que se refiere a su :$
distinci ón entre la conciencia « real » y la conciencia « posible » ,
considera grandes escritores a los que integran una concep¬
ci ón al nivel de la conciencia posible (« completa ») de una
formación social , mientras que la mayor ía de los escrito ¬
i
* -A I£
» j
r. v
V I
* i' f compromiso ? ¿ Acaso no es siempre una exigencia de escri¬
9. Alineación y compromiso V l
í.
bir desde un punto de vista antes que desde otros y en este
sentido una exigencia de afiliación , conversión e incluso obe¬
diencia ? Contra esta exigencia se ha producido con suficiente
frecuencia una serie de protestas por parte de los enemigos
del marxismo que suponen , equivocadamente, que solamente
el marxismo y sus movimientos asociados han elaborado tal
exigencia. Perm í taseme exponer otra protesta , de un mar-
Nuestras intensas y continuadas consideraciones sobre las
relaciones que mantienen los escritores con la sociedad asu ¬
men con frecuencia la forma de un aserto sobre lo que se
denomina diversamente como « alineación » o « compromiso ».
En este aserto, sin embargo, se hace r á pidamente manifiesto
I
V
xista: la protesta de Brecht contra Luk á cs y sus colegas de
Mosc ú en la década de 1930:
« Ellos son, para expresarlo drásticamente, enemigos de la
producci ón . La producción los hace sentirse incó modos. Uno nun¬
el hecho de que se está examinando una serie de cuestiones- i-.. j ca sabe el sitio que ocupa en relación con la producció n: la
diferentes y que las variaciones fundamentales sobre lo que l.¡
producció n es imprevisible. Uno nunca sabe que ha de descu¬
se supone que significa la « alineación » y el « compromiso » fe brirse. Y son ellos mismos quienes no desean producir. Ellos de¬
provocan alguna confusión. sean jugar el rol de apparatchik y ejercer su control sobre las
Es una proposición fundamental del marxismo, si bien • > ;i dem ás gentes. Cada una de sus cr íticas encierra una amenaza. »
expresada en la f órmula de base y superestructura o en la (Citado en la ' Obra de W. Benjamin : Talking to Brecht , en la
idea alternativa de una conciencia sócialmente constituida , « New Left Review», 77, 55.)
la de que la escritura , como otras prácticas , se halla siempre H É sta es una protesta verdadera en una situación verdade¬
alineada en un sentido que resulta importante; es decir, que r k
expresa diversamente, explícita o implícitamente, una expe ¬ ra, en la cual , en nombre del socialismo, numerosos , escri ¬
* ff
tores fueron engatusados, reprimidos e incluso destruidos.
riencia específicamente seleccionada a partir de un punto de i l
vista específico. Desde luego, esta noción da lugar a argumen
Sin embargo, tambi é n es simplemente un ejemplo de las in ¬
\í
¬
tar acerca de la naturaleza precisa . de tal « punto de vista ». numerables protestas de muchos escritores en muchos pe ¬
Por ejemplo, no debe ser separable de una obra como ocu¬ ír odos contra los verdaderos o supuestos controladores de la
producci ón, en la Iglesia, el Estado o el mercado.
rría con la antigua noción de un « mensaje ». Analizada en - í.
:
No obstante, esta presi ón pr á ctica o te ó rica ejercida so¬
un sentido muy estricto, no tiene por qu é ser específicamen ¬
bre los escritores ¿ tiene alguna relació n, necesariamente, con
te polí tica o incluso social. Finalmente, no tiene por qu é ser :
el « compromiso » ? El compromiso, si significa algo, es segu ¬
comprendida como una noción que en principio es separable
de cualquier composició n espec ífica. Sin embargo, estas cali
ficaciones no est á n destinadas a debilitar la exigencia original
sino simplemente a clarificarla. En éste sentido, la alineación
¬
5i,
|g¡¥
f k
todos los signos de hallarse en esta posición. Sin embargo, la
i
f"* ;
- i -V;
«!
fuerza fundamental del marxismo se halla en la conexión exis¬
w ía y la práctica. ¿ Cómo opera esto realmen ¬
tente entre la teor
los tratamientos reducidos y simplificadores a que era some¬
tida. Sin embargo, el hecho de que una comprensión de este
te, no sólo en el caso del compromiso sino en el caso apa ¬ , I tipo sea «est é ticamente » necesaria y se halle fundamental¬
£i rentemente menos controvertido de la alineación?
Marx y Engels dijeron cosas muy duras contra la « litera ¬
tura tendenciosa »:
an
1 si
mente conectada con la comprensión social e hist órica (in¬
cluyendo la comprensión política) no se ha puesto en duda
ni por un solo momento. En realidad, la crí tica a la « literatu ¬
vitabilidad :
sito de ganar a la audiencia » (Engels, agosto de 1881; citado en
Marx and Engels on Literature and Art.) «Si la literatura no lo es todo, no vale nada. Esto es lo que
quiero decir con "compromiso". Se marchita si es reducida a
Estos .comentarios, sin embargo, dejando de lado su agre¬ la inocencia o a simples canciones. Si una frase escrita no rever¬
sividad caracter ística, se vinculan con lo que podría deno¬
—
minarse « tendencia aplicada » la simple adición de opinio¬
nes o frases políticas , o comentarios morales desvinculados
É
mi
l bera en cada nivel del hombre y la sociedad entonces no tiene
sentido. ¿ Qu é es la literatura de una época sino la época pose¬
sionada por su literatura ?» ( The Purposes of Writing , 1960; en
del tipo que Marx encontraba en Eugé ne Sue, entre « los más
miserables desperdicios de la literatura socialista » (La sa¬
si
.
¿ Sartre, 1974, pp. 13-14).
230
¿. , .i 4
231
1I :
ir
« u lad el que queda sin respuesta ) . Por otra parte, dentro de
li
¡i
embargo, esto no significaba un retorno al liberalismo era
;
. VA" ; en su esp í ritu , a lo que Marx y Engels indicaron incidental¬ ibid , 141 ). Pero esto , al menos en prin ¬
V
S&V'
"
- mente. Las cuestiones m ás dif íciles, y con ellas las formula¬ T. i bertad de expresi ó n » (
entre el
ciones más dif íciles, surgieron en relación directa con la cipio, no implica ninguna equivalencia doctrinaria
revolucionar ia y cualquier
pr áctica revolucionaria abierta: en la Revoluci ó n Rusa y nue¬
f hecho de escribir en una sociedad en la
vamente durante la Revolución China . Tanto Lenin como estilo específico: « El marxismo involucra el realismo
V Trotsky veían a los escritores, junto a otros artistas, como
necesariamente libres para realizar su trabajo a su propio
m creación art ística y literaria
( ibid , 117). Más bien se hace hincapié en
pero no puede
los
proletariado
reemplazarlo
impulsos
; y '
fiay
crea
una
»
¬
.
m
i
dades que manifiesta la prá ctica, pueden ser desarrolladas en
varias direcciones diferentes. No obstante, lo que resulta¬
m á s interesante en el argumento de Mao desde una perspec,
-
ción a « la norma categórica de estar a favor o contra la re¬ tiva teó rica , cotejado con las familiares posiciones previas
volució n » . Fue a partir de las reservas, y no a partir de las
afirmaciones, como una versión del « compromiso » se volvió
m es el hincapi é hecho sobre la transformación de las relaciones
sociales entre los escritores y el pueblo. Esto puede reducirse;
al familiar hincapié sobre ciertos tipos de contenido y
estilo
prá ctica y poderosa, extendié ndose desde el nivel de la pol í¬
tica cultural general hasta la especificaci ó n de la forma y el
contenido de la escritura « comprometida » o « socialista » ( tér¬
1
11
pero esto tambi é n ha sido
difican todo el
to realizado
problema
hasta el
.El
momento
desarrollado
« compromiso
por una
en
»
t é
es
rminos
escritura
un
que
movimien
separada
mo¬
¬
,
minos que en la práctica actual resultan intercambiables) .
•/. - Por tanto, lo que se escribía no era en absoluto, o no era i distanciada social y políticamente o por una escritura alie¬
£
AIS .
S8> .v W
í
'
e inevitable conexión existente entre las verdaderas relaciones modificar estas relaciones, la realidad de todo el proceso so¬
sociales de un escritor (considerado no sólo « individualme ¬ :? ft cial es inmediatamente cuestionada y el escritor dentro de una
te» sino en términos de las relaciones sociales generales n revolución se halla necesariamente en una posición diferen¬
de
« escribir » dentro de una sociedad y
un per íodo específicos, y te de la que ocupa el escritor bajo el fascismo, en el capita¬
dentro de ellos, las relaciones sociales incorporadas en
tipos lismo o en el exilio.
particulares de escritura) y el «estilo», las «formas» o el «
con¬ Esto no significa, o no es necesario que signifique, que un
tenido » de su obra, considerados ahora no abstractamen te, escritor pospone o abandona su composición hasta el mo¬
sino como expresiones de estas relaciones. Este
reconoci¬ mento en que haya ocurrido algún cambio deseado. Tampoco
miento es inepto si es en sí mismo abstracto y está tico. Las debe significar que el escritor se resigne a la situación en que
relaciones sociales no son solamente admitidas; también son se halla inmerso tal como la encuentra. Sin embargo, toda
producidas y pueden ser transformadas. Sin embargo, práctica es todavía específica y en el acto de escribir m ás
en la
medida decisiva en que son relaciones sociales existen serio y . genuinamente comprometido, en el cual todo el ser
—
presiones y dimites reales genuinas
yoría de la actividad humana a partir de una causa externa : mente, ser verificada. Sin embargo, conocer sustancialmente
de Dios, de una naturaleza abstracta o de una naturaleza hu
- I£ incluso una mínima parte de lo que indican estas frases, den ¬
¬
mana , de sistemas instintivos permanentes o de una heren ¬ tro de las variaciones y enredos de la verdadera autocreación
cia animal. La noción de la autocreación , extendida a la so¬ 2
humana , significa comprender las propias frases, dentro de
ciedad civil y al lenguaje por los pensadores premarxistas, rv í sus contextos habituales, como gestos abstractos incluso
fue extendida radicalmente por el marxismo a los procesos
de trabajo básicos y por lo tanto a un mundo f ísico profun¬
damente (creativamente) alterado y a una humanidad auto-
fi
é
cuando no son, como lo han sido con tanta frecuencia, una
simple cubierta retórica para algú n valor o precepto demos¬
trablemente local o temporal. Si la totalidad del vasto pro¬
'í '
J '
creada.
La noción de creatividad, decisivamente extendida al arte
y al pensamiento por los pensadores del Renacimiento, de¬
It1 ceso de creación y de autocreaci ón es lo que, en abstracto, se
dice que es, debe conocerse y sentirse desde el principio en
%
bería tener entonces, indudablemente, una específica afinidad
con el marxismo. De hecho, a lo largo del desarrollo del mar ¬
*m formas menos abstractas y arbitrarias y más comprometidas,
má s respetadas , más específicas y más convincentes desde una
perspectiva práctica.
.*«> '
xismo, ésta ha sido un á rea extremadamente dif ícil que he¬
mos procurado esclarecer. No es solamente que algunas im ¬
portantes variantes del marxismo se hayan movilizado en di¬
fl
«4
Ser « creativo », « crear », significa evidentemente cosas muy
.
diferentes Podemos considerar un ejemplo fundamental en
.
- el que se dice de un escritor que « crea » personajes en una
: '
1
recciones opuestas, reduciendo la prá ctica creativa a la repre
sentaci ón , la reflexión o la ideología. Se da tambié n el caso
¬
.I
vía ser ) una experiencia directa. Sin embargo, se halla lejos
.
236
i 237
ff
f 3?
i i;
de estar claro el hecho de que esta práctica « creativa », toma¬ ¿ Está adquiriendo su plena importancia percibido como una
da sólo hasta este punto, difiere de un modo significativo, ex¬ sustancia « externa », de alguna comprensión humana, aun
cepto tal vez en sus limitaciones, de lo que significa encon¬ en el sentido m ás simple de registrar otra vida ? ¿Se está lle¬
trarse con alguien y conocerlo. A menudo se establece que I gando a conocer la plena importancia de las relaciones ima¬
esta prá ctica « creativa » nos permite llegar a conocer gentes ginadas o proyectadas ? Parece ser un proceso activo suma¬
interesantes que de otro modo jamá s hubié ramos esperado mente variable. A menudo es interpretado, mientras dura, no
encontrar, o gentes m á s interesantes de lo que jamás hu¬ como « creaci ón », sino como un contacto, con frecuencia mo¬
biéramos esperado conocer. Sin embargo, esta situación , aun¬ ! desto, con alguna otra fuente (externa) de conocimiento.
que importante en muchas circunstancias, constituye un tipo A menudo esta situación es descrita místicamente. Yo mismo
de extensión social de accesibilidad privilegiada antes que la describiría como una consecuencia de la materialidad in¬
una « creación ». Ciertamente, la « creació n » de este tipo no herente (y por lo tanto, la sociabilidad objetivada) del len¬
parece ser más que la creación de oportunidades ( reales o guaje.
aparentes) . No puede suponerse que, incluso permitido por las com¬
Result interesante observar cuánto podr ía extenderse este plejidades, el proceso « creativo» normal sea un movimiento
^
punto más allá de los casos simples y de hecho relativamente de alejamiento respecto de las personas « conocidas ». Por el
.
raros de una persona « copiada de la vida » La mayor parte i
contrario, para una personaje es al menos tan comú n ser
« creado » a partir de otros personajes (literarios) como de
de tales ¿ transcripciones » son necesariamente simplificacio¬
(
238 239
z £
m
*
mK ¡
stag
fp
c «V •'
.
1 terial de una prá ctica específica de autoproducción, que en
son « creadas » para demostrar que las gentes son « como este sentido es socialmente neutral: la autocomposición.
ésta » y sus relaciones son « como las de ésta » El método.
Comprender la gama de procesos existentes dentro de esta
puede extenderse desde la reproducción cruda de un modelo¬ práctica general constituye la función particular de una teo¬
(ideológico) hasta la atenta personificació n de un modelo con
ría social. Debemos esclarecer las distinciones específicas que
venido. Ninguno de los dos es « creación » en el sentido popu¬¬ tienen lugar entre sus numerosos ejemplos, por encima de
lar, pero la gama de los procesos verdaderos, desde la ilus
tración y los diferentes niveles de tipificación hasta lo que
efectivamente . es la realización de un modelo, resulta signi
ficativa.
¬
I las especializadas descripciones alternativas que limitan, con¬
trolan y a menudo excluyen estas distinciones decisivas. Den¬
tro del área vital de la prá ctica social contemporá nea no pue¬
den existir áreas reservadas, ni tampoco es solamente una
La realización de un modelo conocido , detallado y sustan¬
cuestión de análisis y descripción de alineación. Es cuestión
cial, de « gentes como ésta, relaciones como ésta », es de hecho
el verdadero logro alcanzado por las piezas teatrales y las
novelas más serias. Sin embargo, existe también evidente
la realizació n reproductiva
¬
.
I de reconocer los asuntos como partes de un proceso social
total que, en tanto es vivido, nó es solamente un proceso, sino
una historia activa constituida por las realidades de forma -
mente un modo que trasciende
ción y de lucha.
Pueden existir nuevas articulaciones, nuevas formaciones de La realización más aguda de esta historia activa, una : rea¬
« carácter » y de « relación », y están señaladas normalmente por
lización que lleva aparejada a la vez las inevitabilidades y las
la introducción de diferentes notaciones y convenciones esen
¬
ciales que se extienden m á s all á de estos elementos específi¬ necesidades de la acción política y social, debe incluir la
. realización de las variables realidades de esta práctica que
cos hasta alcanzar una composici ó n total A s ü
parte de estas nuevas articulaciones y formaciones se con¬
vez
- fe .
i
secuentes y más variadas dentro de las sociedades complejas se extiende más allá de sus propios modos. Sin embargo, se¬
y en las sociedades todavía más complejas en que se visualiza pararla como arte, que en la práctica involucra siempre par¬
el verdadero socialismo. cialmente y a veces totalmente elementos de cualquier parte
Finalmente, la creatividad tiene más relaciones que las de del continuum , significa perder contacto con el proceso crea¬
sus medios locales y variables. Inseparable como lo es siem¬ }. tivo sustantivo y luego idealizarlo; ubicarlo por encima o por
pre del proceso social material, se ordena a lo largo de nu¬ s debajo de lo social cuando en realidad constituye lo social en
merosas formas e intenciones diferentes que, en las teorías una de sus formas m ás distintivas, duraderas y totales.
parciales, se hallan separadas y especializadas. Es inherente Por lo tanto, la práctica creativa es de muchos tipos. Es
- desde ya, y activamente, nuestra conciencia práctica. Cuando
-
a la práctica relativamente simple y directa de la comunica
ción de todos los días, pues el propio proceso significante es
siempre activo, por naturaleza propia: es a la vez el á rea de
todo lo que es social y la prá ctica renovada y renovable de
i.
—
se convierte en lucha la lucha activa en pos de una nueva
conciencia por medio de huevas relaciones que constituyen
el énfasis inextirpable del sentido marxista de la autocrea¬
las situaciones y relaciones experimentadas y cambiantes. Es
;
242 243
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