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RESUMEN
MARCO NORMATIVO
• Código Procesal Civil: arts. 82, 303, 306, 370, 408, 409 y 508.
Recibido: 12/08/2016
Aprobado: 22/08/2016
Introducción
Es así que por medio del presente artículo abordaremos su ubicación dentro del
Código Procesal Civil y del Código Civil; en qué supuestos procede; las clases de
consulta: en sentido amplio o en sentido restringido; su naturaleza jurídica; las
diferencias que existen con los medios impugnatorios, específicamente con el recurso
de apelación; cuál es el trámite de la consulta; así como precisar sus semejanzas y
diferencias con el recurso de apelación y, finalmente, cuál es la aplicación de la
reformatio in peius en la consulta.
Es así que para Loutayf Ranea “(…) la consulta es una institución sui géneris, es decir,
que tiene entidad propia; a través de ella se impone el deber del juez a quo de elevar
el expediente al tribunal ad quem, y a este de efectuar un control de la sentencia
dictada en la instancia anterior, en los supuestos específicamente señalados por la ley.
(…) la consulta puede concebirse en un sentido amplio. Ello ocurre cuando el deber de
elevar el expediente surge en todos los supuestos en que se haya dictado en
determinada clase de asuntos o juicios, expresamente previstos por la ley, cualquiera
sea el sentido de la resolución dictada en la instancia de grado, es decir, que resulte
favorable a una o a la otra parte. Consecuentemente, las facultades del tribunal de
alzada son amplias; y si no decide confirmar la resolución en grado, puede modificarla
ya en beneficio de una de las partes o de la otra, según el caso. La consulta es más
restringida cuando se establece en beneficio de una de las partes y, por lo tanto,
solamente se exige el control por la alzada en los casos en que el tenor de la sentencia
en grado resulte perjudicial para la parte en cuyo beneficio se ha instituido. Las
facultades del tribunal de alzada, consecuentemente, son más restringidas dado que
solo puede reparar los agravios que advierta que la sentencia ocasiona a la parte en
cuyo beneficio se ha establecido la consulta. En el sentido restringido, entonces, la
consulta se equipara a la apelación de iure que algunas normas prevén en beneficio de
una de las partes5”.
Sin duda, nuestro ordenamiento jurídico procesal concibe a la consulta en ambos
sentidos, en el sentido amplio y en el sentido restringido.
Según Monroy Gálvez6, se trata de otra institución que suele identificarse con los
recursos a pesar de que no participa de sus elementos esenciales. Así, la consulta no
está dispuesta, como los recursos, para todos los procesos, sino que la ley regula
restrictivamente su uso. La consulta, entonces, la prevé la ley de manera necesaria en
algunos procesos, sin que exista la posibilidad que las partes o el juez puedan decidir
su incorporación en alguno que la ley no lo prescriba. Esta es la razón por la que el
trámite de la consulta, además de ser obligatorio es de oficio; debe de ocurrir en un
proceso a fin de que este se pueda dar por concluido.
La consulta es una institución de orden público (y, por tanto, irrenunciable) por cuanto
resulta un imperativo para el juez a quo (quien se encuentra obligado a elevar los
actuados al superior en grado) en las hipótesis legales que la contemplan. La consulta
confiere al juez ad quem competencia para conocer de la resolución que se pronuncia
sobre el asunto controvertido, pese a no existir iniciativa de parte8 (comúnmente
necesaria para determinar la competencia del superior jerárquico).
La consulta procede contra las resoluciones de primera instancia que no son apelables
o contra la resolución de segunda instancia no recurrida en casación en la que se
prefiere la norma constitucional. En estos casos es competente la Sala Constitucional y
Social de la Corte Suprema.
Según lo establece el artículo 408 del Código Procesal Civil, procede la consulta en los
siguientes supuestos:
3. Aquella en la que el juez prefiere la norma constitucional a una legal ordinaria. Esto
en concordancia con lo dispuesto por el artículo 14 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial que a la letra prescribe que “cuando los Magistrados al momento de fallar el
fondo de la cuestión de su competencia, en cualquier clase de proceso o especialidad,
encuentren que hay incompatibilidad en su interpretación, de una disposición
constitucional y una con rango de ley, resuelven la causa con arreglo a la primera. Las
sentencias así expedidas son elevadas en consulta a la Sala Constitucional y Social de
la Corte Suprema, si no fueran impugnadas. Lo son igualmente las sentencias en
segunda instancia en las que se aplique este mismo precepto, aun cuando contra
estas no quepa recurso de casación. En todos estos casos los magistrados se limitan a
declarar la inaplicación de la norma legal por incompatibilidad constitucional, para el
caso concreto, sin afectar su vigencia, la que es controlada en la forma y modo que la
Constitución establece. Cuando se trata de normas de inferior jerarquía, rige el mismo
principio, no requiriéndose la elevación en consulta, sin perjuicio del proceso por
acción popular (en este caso procede la consulta en sentido amplio).
6. En aquellos supuestos en los que el juez reemplazante estime que los hechos
expuestos por el juez que se considere impedido de dirigir un proceso (conforme lo
establece el artículo 305 del Código Procesal Civil) no constituyen causal de
impedimento. Para que el superior en el término de tres días y bajo responsabilidad
resuelva sin más trámite sobre su legalidad (artículo 306) (en estos casos procede la
consulta en sentido restringido).
11. La sentencia que declara el divorcio, con excepción de aquella que declara el
divorcio en mérito de la sentencia de separación convencional (artículo 359 del Código
Civil) (en este caso procede la consulta en sentido amplio).
1. Medios impugnatorios
El medio impugnatorio viene a ser aquel instrumento que la ley concede a las partes o
a terceros legitimados para que soliciten al juez que, el mismo u otro de jerarquía
superior, realice un nuevo examen de un acto procesal o de todo el proceso, a fin de
que se anule o revoque este, total o parcialmente. Adviértase que se trata de un
instituto solo utilizable por los elementos activos de la relación procesal que tienen
interés directo en el resultado del proceso o del acto procesal que se impugna, es
decir, la parte o el tercero legitimado. También es notorio el hecho de que el uso de un
medio impugnatorio implica la impugnación –el nuevo examen– para que lo haga el
juez jerárquicamente superior a este. El nuevo examen antes referido es el elemento
nuclear de los medios impugnatorios, su esencia9.
b) Los medios impugnatorios extraordinarios, por el contrario, son aquellos que solo se
pueden entablar una vez concluido el proceso judicial a través de la interposición de
una demanda cuya pretensión sea la de solicitar la nulidad de cosa juzgada
fraudulenta o a través del proceso constitucional de amparo12.
2. Recurso
Por la expresión recurso se entiende a la petición formulada por una de las partes,
principales o secundarias, para que el mismo juez que profirió una providencia o su
superior la revise con el fin de corregir los errores de juicio o de procedimiento (in
iudicando e in procedendo) que en ellas se haya cometido, es decir, que se rectifique
sus conceptos13.
Mientras que la apelación sí es un típico recurso que forma parte de los medios
impugnatorios ordinarios. Solo procede a pedido de parte o de tercero legitimado.
El recurso de apelación tiene por finalidad que el superior del funcionario de primera
instancia revise la providencia interlocutoria o la sentencia dictada por este, para
corregir los errores que contenga o confirmarla si la encuentra ajustada a derecho.
“(…) Es un trámite ordinario del juicio y un simple recurso, que busca ‘reparar a la vez
la injusticia de la sentencia y los vicios de procedimiento’ que afectan la misma
providencia, sea que puedan acarrear la nulidad del proceso o que consistan en
simples irregularidades (errores in iudicando y errores in procedendo)”16.
Inicialmente, conviene precisar que el recurso solo tiene existencia procesal a partir de
un pedido de parte, esto es, solo surge a partir de la iniciativa de alguno de los
litigantes. “(…) otro rasgo propio del recurso, como ya se expresó, es que solo es útil
para solicitar el reexamen de decisiones judiciales contenidas en resoluciones
judiciales; para simplificar el tema, se suele afirmar que a través de recursos solo se
afectan resoluciones. (…) otro perfil del recurso es que quien lo utiliza debe ser la parte
a quien la resolución le produce perjuicio, lo que en doctrina se suele denominar
agravio. Por oposición, entonces, no podrá interponer un recurso la parte a quien
favorezca una resolución. Otro elemento característico del recurso es que quien lo
alega debe acreditar que la resolución –objeto de impugnación– además de producir
agravio, tiene en su elaboración o génesis lógica un vicio o error. (…) finalmente, el
último rasgo característico del recurso está dado por su objeto. El pedido de un nuevo
examen no es otra cosa sino un medio para conseguir un fin, y este puede tener dos
expresiones: sea anular la resolución impugnada si se logra acreditar que ha sido
expedida conteniendo un vicio en su elaboración o contexto, o sea revocar la
resolución, esto significa hacerle perder eficacia a fin de sustituirla por otra que puede
ser expedida por el mismo órgano jurisdiccional que declaró su ineficacia o que este
ordene realizar tal acto al juez que la expidió inicialmente”17.
También hay que resaltar que toda interposición del recurso de apelación exige el
cumplimiento de requisitos de admisibilidad y procedencia, la adecuación del recurso,
descripción y naturaleza del agravio y fundamentación del vicio u error que contiene la
resolución.
Según Edgar Escobar López, citado por Ledesma, “los recursos y la consulta buscan
un mismo resultado, cual es la revisión de la decisión judicial por el superior para saber
si el derecho fue debidamente interpretado y la ley justamente aplicada; sin embargo,
la consulta, a diferencia de los recursos, no es un derecho ni una acción de libre
arbitrio o disposición de las partes, sino que es un imperativo del legislador con
carácter obligatorio que ordena al juez, sin petición alguna, que determinadas
resoluciones deban ser revisadas por el superior18”.
VI. Posición de nuestra jurisprudencia respecto a la consulta
Sin duda, la casación del año 2012 tiene mayor prerrogativa y prevalencia que las
anteriores máxime si la misma Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema la estableció
como lineamiento jurisprudencial, señalando la diferencia conceptual entre la apelación
y la consulta.
VII. Trámite de la consulta
Según Fairén Guillén, citado por Priori22: “el error que puede ser denunciado es el
error in iudicando o simplemente error y el error in procedendo o vicio. El error in
iudicando es un error del juez que le lleva a una subsunción errónea de los hechos a
una norma jurídica que no le es aplicable. Tales defectos pueden afectar tanto a
normas materiales como procesales de aplicación en el fallo del fondo del asunto. El
error in procedendo o vicio o también conocido como error de actividad, es un error
que se produce a lo largo del procedimiento, es decir, un error que se produce debido
a la afectación de una norma procesal esencial; así como un error que se produce en
el procedimiento interno y mental del juez para llegar a una resolución”.
Las razones que motivaron al legislador para establecer cada supuesto de procedencia
de la consulta “tiene como sustento la existencia de intereses distintos y trascendentes
a los de las partes. Así, suele regularse en aquellos casos en los que está de por
medio el orden público o las buenas costumbres, también la eficacia del sistema
jurídico, como cuando un juez no aplica una norma por considerarla
inconstitucional23”.
Siguiendo a Marcial Rubio25, se puede afirmar que el término de orden público “es un
concepto esencialmente jurídico, que atañe al cumplimiento ineludible de las
disposiciones jurídicas imperativas. (…) podría ser definido como un conjunto de
normas jurídicas que el Estado considera de cumplimiento ineludible, y de cuyos
márgenes no puede escapar ni la conducta de los órganos del Estado, ni la de los
particulares, para lo cual el Estado compromete sus atribuciones coercitivas y
coactivas, de ser necesario recurrir a ellas. (…) el orden público estaría conformado
por el conjunto de disposiciones imperativas existentes dentro del sistema jurídico”.
En cuanto a las buenas costumbres, ellas ponen al derecho en relación con la moral.
Lo contrario a las buenas costumbres, vale decir, lo inmoral, lo ilícito, es reprobable
jurídicamente26.
Sin duda, se puede comprobar que resulta de impostergable cumplimiento la
aplicación y ejecución de la consulta cuando ninguna de las partes interpone recurso
de apelación y solo procede en aquellos supuestos expresamente señalados por ley.
Se advierte que procede la consulta cuando la resolución del juez ha perjudicado a la
parte más débil del proceso o por tratarse de procesos donde se encuentra en
discusión la disolución de personas jurídicas sin fines de lucro, cuyos fines son
sociales, altruistas y de apoyo social o en aquellos casos donde el juez ha aplicado el
control difuso.
ii) En aquellos procesos donde la parte perdedora haya estado representada por un
curador procesal. En este supuesto, lo que se busca es proteger al emplazado que
actúa por medio de un curador procesal. Es sabido que se nombra curador procesal a
aquel demandado que haya sido notificado por edicto cuando se desconoce o se
ignora su domicilio, con el fin de no violar su derecho de defensa. Sin duda, puede
presentarse situaciones en las que el curador procesal no actúe ni defienda a su
representado como si lo hiciera la misma parte del proceso, situación que lo deja en
desventaja. En todo caso será el superior jerárquico quien revisará aprobando o no
dicha decisión, pues se trata de un demandado se ha actuado a través de un curador
procesal.
v) En los procesos que se declara el divorcio, salvo en los casos que el divorcio se
haya producido en virtud de la sentencia de separación convencional. Sin duda, será el
superior jerárquico quien determinara aprobando o no lo resuelto, pues se encuentra
en discusión a la institución de la familia, la salvaguarda del matrimonio y la protección
e interese superior de los niños.
Según este principio, “la competencia del superior que conoce el juicio por apelación
de una providencia interlocutoria o de una sentencia está limitada, en cuanto al
contenido de su decisión, a lo desfavorable al apelante; y, por tanto, no puede
modificar lo resuelto por el inferior en cuanto aproveche o beneficie a este, sin incurrir
en una usurpación de competencia y, por consiguiente, en causal de nulidad. Es la
consagración del sistema de la personalidad del recurso, opuesto al de la comunidad
del recurso y la adhesión a la apelación. Es sabido que usurpa competencia no solo el
inferior que procede contra lo resuelto en el juicio por el superior, sino este cuando usa
de facultades privativas de aquel, razón por la cual se trata de acto nulo por falta de
competencia, pues la apelación no se otorga para modificar ese aspecto de la
providencia. La reformatio in peius no es cualquier enmienda, sino la que implique un
perjuicio para el apelante, por aumentarle las obligaciones o disminuirle los derechos o
hacerle más onerosa la situación procesal que en la providencia apelada se
determinaron. Sin embargo, cuando es preciso hacerle modificaciones a la providencia
en puntos desfavorables al apelante, pero íntimamente relacionados con lo favorable al
mismo y que no pueden coexistir, está facultado el superior para reforzar ambos
aspectos; porque, de lo contrario, se incurriría en contradicción en la decisión, lo que
siempre debe evitarse. Pero esta excepción tiene un alcance limitado: se trata de que
al reformar lo dispuesto por el inferior en lo desfavorable al apelante, no se mantenga
puntos incompatibles con los contenidos en la resolución del superior. Siempre que las
partes apelen, el superior adquiere competencia para revisar y reformar la providencia
en todos sus aspectos, ya que lo favorable a la una será desfavorable a la otra”29.
Este principio consiste en que el superior jerárquico solo puede reformar una decisión
en favor del apelante, nunca en su contra. Es decir, por ejemplo: A interpone una
demanda de indemnización de daños y perjuicios solicitando la suma ascendente a
diez mil soles contra B. La sentencia dispone que B cumpla con indemnizar a A con la
suma de siete mil soles por concepto de indemnización de daños y perjuicios. A, no
conforme con esta sentencia, interpondrá recurso de apelación respecto al monto
señalado. Con base en este principio el superior jerárquico podrá confirmar lo resuelto
por el inferior o aumentar el monto, pero nunca disminuir o resolver en peor (en
desmedro o perjuicio del apelante), salvo que también B haya apelado de la sentencia.
Solo en ese caso, el juez superior sí podrá confirmar, aumentar o disminuir lo resuelto
por el inferior en perjuicio del apelante.
La pregunta que nos surge es: cómo se aplica este principio en los supuestos que
procede la consulta. Para poder responder a esta pregunta tendremos que
previamente determinar si nos encontramos frente a la aplicación de la consulta en
sentido restringido o en sentido amplio.
Empero, si el que apela es el perdedor (la parte que estuvo representada por un
curador procesal –artículo 408 inciso 2 del Código Procesal Civil–), el demandante en
aquellos procesos relacionados con los intereses difusos –artículo 82 del Código
Procesal Civil–, el rebelde o la parte demandante en aquellos procesos cuyo
dictamen del Ministerio Público fuera contrario a su pretensión, en los procesos de
título supletorio, prescripción adquisitiva y rectificación o delimitación de áreas o
linderos de bienes rústicos –artículo 508 del Código Procesal Civil–, nos encontramos
frente a situaciones en las que no procede la consulta, por lo que el superior jerárquico
tendrá que respetar el principio de reformatio in peius, en favor de estos apelantes, es
decir, podrá resolver reformando en favor de estos y nunca en su contra. Es decir, no
puede modificar lo que beneficie al apelante. Se advierte que al no proceder la
consulta, estos procesos se siguen regulando por los principios que rigen la apelación,
respectivamente.
X. Conclusiones
• La consulta únicamente procede cuando ninguna de las partes del proceso apela de
la sentencia o cuando ninguna de las partes interpone recurso de casación contra una
resolución de vista, únicamente en los casos expresamente señalados en la ley. En
esos supuestos, el expediente es elevado de oficio por el juez al superior jerárquico
para que la apruebe o desapruebe.
• Procede la consulta cuando la resolución del juez ha perjudicado a la parte más débil
del proceso o por tratarse de procesos donde se encuentra en discusión la disolución
de personas jurídicas sin fines de lucro, cuyos fines son sociales, altruistas y de apoyo
social o en aquellos procesos donde el juez resuelve aplicando el control difuso.
Referencias bibliográficas
• RUBIO CORREA, Marcial. Para Leer el Código Civil III - Título Preliminar. Fondo de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1986.
___________________________________________________
8 Ibídem, p. 786.
16 Ibídem, p. 790.
25 RUBIO CORREA, Marcial. Para Leer el Código Civil III - Título Preliminar. Fondo de
la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1986, p. 95.
26 Ibídem, p. 107.