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Capitulo 11 Roma y Extremo Oriente Anton Alvar Nufio En el affo 165 lleg6 un grupo de romanos a la corte del Hijo del Cielo, Hovan-ti’, el emperador de China. Se presentaron como embajadores del empe~ rador del feino de Ta-ts"in, Roma, y oftecieron como presentes de buena volun- tad al Hijo del Cielo unos cuantos colmillos de elefante, cuemos de rinoceronte ¥y caparazones de ‘ortuga. Cuando Houan-ti' vio los regalos, se burl6 de la pobre- ‘2a de ese emperador de Extremo Occidente, del que tan aita estima se tenga en ‘China, La actitud de Houan-t’ ha hecho plantearse a los historiadores si aque los occidentales que se presentaron ante él eran realmente embajadores del ‘emperador de Roma en aguel momento, Marco Aurelio, o si por el contratio, serfan mercaderes auténomos que buscaban abrir una ruta comercial controlada por ellos y cuyo mayor producto de importacién a Roma seria la seda, un pro- ‘ducto muy demardado por las mujeres de la Urbs desde hacfa mucho tiempo. La primera referencia a la seda que se tiene en la literatura latina es un pasa- je de Virgilio (G. 2, 121) en donde explica que Ia seda es un tejido que los seres recogen de un Arbol, augue se sabe que mucho antes, en el Mediterraneo cir- cculaban tanto seda como un tefido similar que se producia en la isla de Cos y se cextrafa de un insecto (Arist. HA. 5, 19, 551b). Aungue en Roma algunos escri- tores moralistas consideraran la seda como un tejido propio s6lo de prostitutas ¥ afeminadios, lo cierto es que el mercado de la seda era muy rentable. Se sabe {que los negociantes de seda en el Imperio romano, los sericarit, podian llegar a cenriquecerse considerablemente. Asf lo demuestra, por ejemplo, una inscripeién del aio 168 d.C. hallada en Tiisculo que hace referencia a un comerciante de sedas (negotiator sericarius) que dedicé un templo con cinco estatuas de bron- ce incluidas a la diosa Venus. Adem, reparté una suma considerable de dine- CAPITULO 11. ROMAYEXTREMO ORENTE 183 10. os decuriones, alos sacerdotes de Augusto y a.cada uno de los comercian- tes de la ciudad (ILS (1979) 5449 = CIL xiv 2793). Por lo tanto, no serfa de txtrafiar que un grupo de romanos tratara de abrirse camino en el comercio de Ja seda en Roma llevando a cabo una empresa tan ariesgada como dirigirse & Extremo Oriente Pero la historia de ests vijeros romanos en Ia corte del Hijo del Cielo tam bign podria ser una exageracién por parte de los cronstaschinos, una manera de enselzarlafigira del emperador Houan-t,cuyo poder era tan grande que habria TTegado hasta ofdos del Lejano Occidente, haciendo que su emperador enviara tuna embajada con regals para rendirl pleitesfa, Algo similar ocurri6 bajo cl rei- naclo de Augusto, cl primer emperador de Roma. Tras veneer a su rival Marco ‘Antonio en la batalla de Accio, Octavio Augusto dio por terminada la terrible {guerra civil en que haba estado inmersa la Replica romana durante tanto them- eo. La restauraciOn de la paz fue un proceso complejo en el que se conjugaban Ta creacign de un nuevo régimen politico con la recuperacién de la antigua tree dicién romana que habia sido pervertida durante Tos dtimos afios de ia Reps blica, Dentro de ese proceso, jugaron un papel fundamental los ideslogos del nuevo régimen, que se dedicaron a alabar en sus poems, que se lefan y decla- tmaban por toda la ciudad, la figura de Augusto como instauradordefinitivo dela paz Augusto, para los poctasafines al régimen, no sélo habia traido Ta paz al Tmperio, sino que la harfa extensible a todo ef otbe, serfa una paz universal Dentro de este proyecto de “paz universal”, que inclfa ja expansion de las fron {eras del Impero, se lev6 a cabo un gesoaltamentesimblco: en el aio 25 a. tl nuevo emperador recibe en Tarragona a las embajadas de los pueblos mis femotos del planeta (Oros. Vi 21, 19). La visita de estas exéticas embajadas ‘debi6 resulta algo memorable, puesto que varios escrtoresrornanos la mencio nan, Uno de estos escrtores, Enio Floro, en una referencia a aquel da especial, “umera la procedencia de las embajadas, aparentemente basindose en Ia ins- Cripeign que orden hacer Augusto en recuerdo a las hazaias que babia levado a cabo durante su reinado (RGDA 31, 1-2); estas embajadas, sein Floro, repre- fentaban a los, pueblos de los escitas, Ios sérmatas, los indios y los seres Gpitome Bell. Onn. Ann. DCC, i 34, 8). Segin Schwartz, Floro se inspira en fas referencias que hace Horacio de los seres para inclur esta nueva embgjada, sin embargo, el poeta tardo-republicano presenta en sus poemas alos seres como tencmigos potenciales de la paz romana (vid, Hor. C. ti, 29, 27 y v 15, 23), al ‘gual que Lucano (119), ‘Los seres son, lteralmente, “el pueblo de Ia seda’, la tiera en donde se pro- ucla este preciado teido. Nien los textos anteriores al de Floro que hacen refe- reneia a exe acto i en los posteriores (Aut Vic. 17; De vir I 79, 4: Epit. 17-9) fparecen los seres nombrados por ningsin sitio, y sin embargo, sf que se cono- Can, aungue fuera de una manera imprecisa¢ indirect, por lo que la inclusin podria haber sido una licencia fiticia que se permitié este escritor para que Equella reeepcidn de embajadas por parte de Augusto resulta ain mis espec> facular, La impresiGn que produefa que un emperador recibiese embajadas de 184 VIAJES EN EL MEDITERRANEO ANTIGUO ‘pueblos remotos que recorren un largo camino sélo para hacerle plei ino sélo para hacerle pleitesfa, gusts los sucess de Augusto apt El pot spate Malle freve clogio que compuso para el emperador Trajano, menciona la Ilegada de jefes de los seres y de los trios (x 8, 8 y ss.) algo similar hace el pocta Juvenal (Vt 403), citando él también a seres y tracios, Aun en el siglo wv d.C., uno puede cencontrarse en la literatura menciones a embajadas de seres que llegan a Roma ‘para rendir pleitesia al emperador de turno (Hist. Aug. Vita Aureliani A 41, 10). No se puede saber con certeza si realmente se enviaron embajadas entre extremo oriente y extremo occidenteen la Antigedad, Pero sin duda los impe- Fios que dominaban ls extemos del coninenteeursitico se conoefan dealgu- ra manera, EI primer intento de contacto directo qu se tat de establecr, fue en tomo al aio 97.C. Por aquellaépoca, Pompeyo estaba diigiendo ls legio- nes romanas en Armenia, en una campafia miter conra el rey helenistico ‘Mitridates. Por su parte, el Imperio chino ocupé en esa misma 6poca la Sogdiana fricias a una sere de campatas militares drigidas por el emperador Wout Esta regién que ocupa China no era en absoluto desconocida para el mundo sgreco-romano, y2 que lleg6 a formar pare del efimero imporio de Alejandro Magno a parte del ao 327 a.C, No seria de extratar que all, donde ala mer~ te de Alejandro se formé un reino helenfstico que no perdi el contacto con el Mediterrneo, el gobernador chino encargado de la gestién del tersitorio con- ‘qistado oyera hcblar de Roma y las campafas que estaba llevando a cabo en ‘Ameni, Pores motivo, en ol ao 973, C el gobemadr de Soptiana, Pan ch'ao, envia a mn fugarteninte suyo al encuentro de Pompey. Kan-Ying, hombre al que se le habia encargado la misién lleg6 hasta urgran mar” ao se sube si se trataba del mar Mediterrinco o del mar Caspio; desde lucgo, si se trat6 de este iiltimo, no se aventuré muy lejos. En cualquier caso, Kan-Ying no pas dal ya. qe a pbc loa avis ee tab de un rarer tne y muy peligroso, ast que Kan-Ving prefris volver antes de cumplir con su tisén owchan shou cap. 88). .. No mucho tiempo después de este primer intento por parte de China de entrar en contacto con Roma, ¥ antes ain de que en la Urbs se ayera hablar de Jnlujosaseda de Extremo Oriente, se produisael primer encuentro seguro entre chinos y romanos, pero fue de eardter tan Foritoy easval que no pasa de ser tna pequeta anéedotahistGrca. Durante la guerra civil que sacude a Roma a ales de silo sun nid una gran eleva palin, Cras, pare a Siria con varias lgiones para enfentarsealImpero part En esa ca 3 de uno del a> 33, Cano mucre en manos enomigan. La dere alo. tant, murieron 2.000 hombres yotos 10.000 fueron hechos prisionros. Seguin Piinio (NH. v1 47), estos 10.000 prisioneos fueron reclutados como mercena- rios del ejrcito panto y enviados a proteger las frontera orentales del Impero. Horacio, oe vivis en la época en que sucedis esta rage, queds impresiona- do por aque! acortecimiento,y en tna de sus Oda fantasea con Ia desconocida suerte de los supsrvivientes de fa batalla contra fos peas gue acaban siendo CAPITULO TI, ROMAY EXTREMO OnENTE 385i." ee ur cenrolados en las filas enemigas como mercenarios, y los imagina casados con mujeres persas (C. 5, 48). Lo cierto es que no se volvi6 a saber nada de ellos. Pero en el aifo 36 a, C., un historiador chino que relata una batalla entre un reino incipiente en Asia Central y China, describe que entre los aliados del ejérci- toenemigo, destaca un grupo de unos cien soldados de a pie que combaten en una Formacién de “escamas de pescado”, Este t6rmino es nico en toda la literatura china y, segdn los especialistas, no puede referirse a otra cosa més que a una for rmacién de combate tipica del ejéeito romano, la restudo. Se ha propuesto que este supuesto ejército romano del que hablan las fuentes chinas fuera una de aquellas Tegiones de Craso que habfan sido derrotadas por los partos. Estos legionarios, que habfan vuelto a ser derrotados y volvian a ser hechos prisioneros, acabaron sie! do uilizados como colonos para poblar una zona fronteriza del imperio chino, en Ta actual provincia de Gan-sv. La ciudad que fundaron recibié uno de los nombres ‘con que China llamaba a Roma, Li-jien. Sin embargo, no todos los historiadores ‘coinciden en pensar que Lic-jen fue fundada por las legiones que combaticron con Craso: Raschke, por ejemplo, cree del todo improbable esta explicaci6n de Ia fun- dacién de Li-jien, puesto que Ia ciudad se erigi6 en el afio 5 d. C., y las tropas de CCraso ya eran veteranas cuando fueron a combatir a Oriente, Io que significa que la ciudad habria sido fundada por ancianos de unos 70 afios. Casualidades a parte, lo cierto es que los eseritores romanos de la corte de Augusto hacen referencia a este pueblo remoto, la Serica, y que cualquier hat tante de la ciudad de Roma podia ver dénde estaba situada segin un atlas w versal disefiado por Agripa y Augusto, colocado a la vista de todos en el p6 co de Octavia, en el Campo de Marte. El disefio del mapamundi de Agripa estaba basado en el conocimiento geogrifico de Bratéstenes principalmente. Asi pues, el globo terriqueo estaba dividido en cinco zonas: una t6rrida, dos con un clima templado y otras dos con un clima glacial. La parte habitada de la Tierra ‘ocupaba un eje vertical y otro horizontal: en el vertical, de norte a sur, el extre- ‘mo inferior habitable era el cuerno de Somalia y el superior lo constitufa la miti- ca isla de Thule, la actual Islandia. E! eje horizontal tenia sus extremos en las columnas de Hércules y, siguiendo una linea imaginaria sobre el Mediterréneo y los montes Tauro, el extremo oriental lo consttuirfa la desembocadura del Ganges. En esta cosmovisién, el Africa subsahariana no existe, el mar Caspio ‘conectar‘a con el océano que rodea toda la tierra habitada y en el extremo orien- tal de la Tierra quedaria Ia India, al norte de la cual existe un terrtorio difuso, de Imites indefinidos, en el que esté incluida la Sérica, cuya frontera occiden- tal tocarfa con Armenia strabén, el otro gran ge6grafo que vivis en el cambio de era, no afiade en su obra ninguna novedad con respecto a Ta localizacidn de los seres; s6lo repro-

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