Professional Documents
Culture Documents
A mis padres que me miran desde arriba, a las Constelaciones con todos mis
maestros, a mis amigos que nunca me dicen la verdad, pero me animan, a
aquellos que me dijeron que no podía, porque me dieron impulso, en especial a
los clientes que han confiado en mí.
A todos los que han colaborado de algún modo. (Ver lista de colaboradores al
final del libro) ÍNDICE
Pág. 5. Prólogo Brigitte Champetier de Ribes Pág. 7. Encontrar tu lugar.
Pág. 14. De casa en casa, de vida en vida. Pág. 16. Aterrizar en Murcia. Casa 1
Pág. 20. El barrio de la Paz. Casa 2
Pág. 22. Los recién llegados. Madrid. Casa 3 Pág. 25. El cuartel de Argüelles.
Casa 4 Pág. 27. Casa de chicas. Casa 5
Pág. 29. De la crisis a la oportunidad. Casa 6 Pág. 33. La casa vigilada, estar
atenta. Casa 7 Pág. 36. Cayeron las torres y mi casa. Casa 8 Pág. 43. La casa de
lo invisible. Casa 9 Pág. 48..La casa del miedo. Casa 10
Pág. 52. RITUAL La cajita de los deseos Pág. 53. Casa de transformación. Casa
11 Pág. 58. Reconectando con el alma
Para algunos se trata de cumplir su misión, haciendo lo que han venido a hacer.
Para otros es eso que llaman conseguir una “buena colocación”, una vida
tranquila y desahogada. Para los demás es encontrar unos brazos en donde
cobijarse, encontrar un amor.
Y por qué no, para algunos también es encontrar ese lugar físico: una casa con
jardín, un pueblo con mar o con montaña, ese lugar donde volver, donde
descansar. Sin embargo, para todo en la vida “hay que estar en el lugar adecuado
en el momento preciso”. Y a esos dos parámetros, algunos lo llaman suerte. Se
dice “Tuvo suerte, estaba en el lugar y en el momento adecuado…” y ganó”.
Encontrar un buen lugar en la vida es una meta primordial…Y si ese lugar está
en el “presente conocido”, pues mucho mejor.
El primer lugar: tu cuerpo.
El primer lugar en esta tierra es el cuerpo. Si tu cuerpo no te gusta, si eres de los
que hubieses querido tener un cuerpo de “modelo”, si lo maltratas
descuidándolo, si crees que naciste en el cuerpo equivocado, si crees que saliste
a tu madre, y ya no hay remedio…
Piensa solo cómo se sienten las personas que nacen o aterrizan en un cuerpo que
no corresponde con su alma.
¿Te has planteado cuánta suerte tiene tu alma de estar en el lugar adecuado?
Aunque ese lugar no te parezca perfecto, es el tuyo para toda la vida, él es el
primer reflejo de tu alma.
Puede que, si estás leyendo esto, quizás seas de la tribu de las almas nómadas
que buscan, de los que no lo han tenido fácil, de los que no se sienten “encajar”,
de los que quizás la vida les ha dado fuerte y no comprenden la razón.
Tengo que decirte la verdad: mi vida, no ha sido de las fáciles. Algunos pasamos
mucho tiempo con el método de ensayo y error, moviéndonos de un lugar a otro,
buscando esa vida, ese lugar, esa paz…
Los ejercicios te servirán para que tú encuentres tus respuestas con un método
sencillo, conectando con tu alma.
Si eres de los que solo buscan la parte “práctica”, estos están marcados en el
índice
Puedes saltarte todo lo demás, pero te diré algo, que decimos siempre en los
talleres:
Lo creo porque, durante años tuve una pesadilla nocturna, en ella suelo estar
fuera en un viaje y me dispongo a “volver a casa”. Pero cuando vuelvo, el hogar
que busco, ha desaparecido. Una y otra vez me encontraba volviendo a una casa
desaparecida. Me despertaba angustiada.
Son esos sueños los que se viven de noche, pero que durante el día “represento”
mudándome de casa. Y de vida.
Cada vez que mudamos de casa se convierte en otra vida: Muchas casas, son
muchas vidas.
Pienso que algunos sueños son memorias de otras vidas, otra verdad que nos es
difícil recordar.
La casa “perfecta”, el trabajo perfecto, el lugar perfecto, la vida perfecta, es en la
que encuentras tu paz, alegría, prosperidad…
Termino de escribir este libro desde mi casa número 13. ¿Será la 13 la
definitiva?.
No lo creo, pero ahora es la mejor; en ella vivo con mi gato Tigre, que me ha
hecho cantar canciones inventadas para él. Mi gato es la alegría de la casa.
Aterrizar en Murcia. Casa 1
(Ver arriba foto de hombres construyendo las casas del 18 de Julio, Yo no había
nacido cuando se tomó esta foto, pero hoy, internet es el museo de todos)
La casa del 18 de julio era una casa con dos plantas. Antes no se llamaban
dúplex, pero eran igual de incómodos que ahora. Son incómodos y peligrosos
para los niños, ya que rodar por las escaleras, mientras andas en pijama y
calcetines, es muy fácil, a cualquier edad.
Las casas estaban unidas en bloques. Tenían una pared frontal de piedra muy
gruesa, no habitual en las casas de la época; parecían hacer honor a su fecha de
guerra, como si estuvieran construidas para defendernos. Como ves, en la foto,
su apariencia era la de una “muralla.
Recuerdo ver al segundo de mis hermanos meter la cabeza entre reja y pared,
para escapar, como si fuera el propio mago Houdini.
Y que yo, con solo tres años, le advertía de que eso era muy peligroso, que su
cabeza no cabía. Era mi deber de hermana mayor; ya nací con responsabilidades.
Cada hermano en la familia tiene un papel. Y el mío, al ser la mayor, era muy
claro. Curiosamente también fue mi hermano segundo el que primero escapó de
casa, ya de mayor.
En esa casa amurallada nacimos todos los que somos, los hermanos que vivimos
y también el bebé que murió antes de nacer yo.
Me gustaba mucho esta casa: estaba llena de sitios secretos, patios, balcones,
terracitas, desde arriba; las casas estaban unidas y, de niños, mis hermanos y yo,
éramos como gatos, saltábamos de terraza en terraza, solo por jugar. Nunca nos
caímos.
Para jugar con más niños, salíamos a la calle. Siempre había alguna actividad en
marcha. Pasábamos mucho tiempo fuera y solos.
La verdad, y no sé por qué, desde bien pequeña tenía inquietud por “ganarme la
vida”, por tener mi independencia y ganar mi dinerito… Y donde requerían
manos, allí iba.
En esa casa tuve mi primera “sociedad” laboral. Me enteré de que en una fábrica,
daban trabajo; y era fácil: solo había que ensobrar cartas, porque antes los
“mailings” se hacían así, sin internet.
Allí que me presenté con mis diez años. Me dieron un montón de hojas y sobres,
y me dijeron que solo había que cerrarlos bien.
Llegué a mi casa con el cargamento de papelería, y como eran muchas, así que
quise compartir. Llamé a mis vecinas más cercanas con las que jugaba y les
ofrecí trabajo. El trabajo nos duró una tarde.
Cuando acabamos, llevé los sobres bien cerrados y me dieron 100 pesetas.
Repartí a mis socias, 25 pesetas a cada una, y yo me quedé con 50 pesetas.
Mi madre me dijo que había sido tonta porque el trabajo era mío, y valía con que
les diera menos. No se puede contentar a todos; a las socias si les gustó.
Un día mi madre me avisó de que buscaban gente para coger algodón, y allí que
me apunté. Llené un saco de algodón, y cuando me pagaron, lo dejé.
Ese trabajo era insoportable. Mis brazos estaban totalmente arañados, llenos de
heridas; me dije que ya era suficiente. ¿Por qué no me avisaron de que el
algodón pinchaba tanto?
Resulta que muy cerca de nuestra casa había unos gitanos que se habían
refugiado en una obra. Vivían bajo aquellos techos y paredes sin acabar, se
calentaban con hogueras para soportar la intemperie.
Ellos no sabían leer ni escribir, sin embargo recibían cartas y las mandaban. Yo
no sabía cómo hacían eso. Sí sabía a quién le tocaba escribirlas y leerlas. Yo era
una de sus escribientes y lectoras.
Y luego nació mi último hermano. No cabíamos en la casa del 18 de Julio y nos
mudamos. Hubo algo que nunca olvidaré. Antes de irnos, mi hermano el
pequeño, se puso enfermo y mi madre, muy asustada.
Envolvió el pelo del bebé en un pañuelo y me dijo que me fuera con ella, y que
me callase. Así hice. Fuimos a una “curandera” y le dejó el pelo. Luego la mujer
dijo que lo había “limpiado” y el bebé se puso bueno.
Mi tía me enseñó que había algo más; yo no sabía qué, pero era un “algo” que
nos podía ayudar, además de las medicinas de los médicos.
De hecho, la medicina de los médicos había resultado bastante ineficaz con mi
pequeño hermano, el que nació antes que yo, y murió. El hermano que vine a
sustituir. El bebé de solo tres meses acabó su vida en una mesa de quirófano
porque le diagnosticaron muy tarde, y ya estaba muy débil. Mi madre, después
de años, contaba la historia como si hubiese sido ayer. Nunca lo superó. Ese
hecho también contribuyó a mi poca afición a tomar medicinas, a no creerme los
diagnósticos y a siempre buscar más soluciones.
El barrio de la Paz. Casa 2
Y de la casa de la batalla, nos fuimos al barrio de la Paz. Recuerdo
perfectamente el plano y cómo mis padres la reformaron; le hicieron lo mismo
que a la casa anterior. Siempre reformaban las casas con el cuarto de baño y el
cuarto de pilas al final de todo.
Si nos fijamos, muchas personas repiten los mismo esquemas y que incluso lo
hacen en las casas. Además en esta casa nueva, más grande, se dejó un cuarto
para “nadie”. Se le llamaba el cuarto parado. Estuvo siempre parado y nunca se
usó.
¿Por qué la gente construye habitaciones para no usar nunca? Lugares donde
nadie duerme jamás, y que tampoco son trasteros. La habitación de invitados
cuando nunca hay invitados.
Creo que cada habitación representa algo de sus habitantes. Ese cuarto podía
representar a quien no consiguió vivir, pero que estaba siempre presente: el
hermanito que murió antes de que yo naciera.
La promesa para nosotros era que al ser más grande la casa ya podríamos tener
un perro.
Ya no había excusa de que no había sitio, como nos pasó con nuestro perro
Ringo.
Cuando Ringo creció, fue regalado a una familia que tenía patio. Una vez fuimos
a verlo. Al pobre animal lo tenían atado. Al reconocernos, se puso como loco.
Me dio mucha pena y rabia verlo así. Creo que nos pasó a todos.
Para empezar a ver cambios, del barrio más tranquilo de mi pueblo, me encontré
en pleno centro de Madrid, la zona era un poco conflictiva, y algunos taxis no
querían ir hasta allí. Los dueños de la residencia trataban de tranquilizar a todos
los que entraban con eso de “no preocuparse, aquí no pasa nada, pero mejor que
entréis por la calle más transitada”. Y también intentaban tranquilizarnos con la
frase de “los ladrones no roban en su barrio”. Al poco tiempo pusieron una
comisaría.
Aunque las residencias son ideales cuando llegas a un sitio y no conoces a nadie.
Nunca me sentí sola en ella, compartía cuarto con una chica gallega.
Todos allí eran recién llegados, fuera de casa, estudiando o trabajando. En las
salidas, el ir a comer fuera, se incluía a todos.
Eso sí, las bromas no incluían a todos. Y como éramos pocas mujeres podíamos
ser el blanco de ellas, como cuando los ruidos de las falsas psicofonías que
inventaron, (fue la época de la noticia de los fantasmas del Palacio de Linares), y
pronto vimos que allí también había algunos fantasmas.
Pronto vi que había como dos bandos: unos que trabajaban y otros que
estudiaban. Al empezar a trabajar cambié de bando y me di cuenta que allí no se
dormía bien. Eso fue la señal para irme.
En menos de un año ya había trabajado en una agencia de publicidad, en una
editorial de revistas, y estaba trabajando en una empresa gráfica.
En la editorial dejaron de pagar. Y en la primera tuvieron que despedirme sin
motivo por saber demasiado, para algunos.
En la agencia pasaban cosas raras que yo no entendía, hasta que un día se supo
todo. Me contrataron para manejar el Macintosh que estaba por venir, mientras
tanto hacía trabajos a mano.
El jefe y el director del estudio estaban felices conmigo, pero había alguien que
no.
Ese alguien, un día, intentó provocar un incendio. Empezó a jugar con fuego,
con un bote de pegamento y un mechero. Empezó a dispararme, “jugando”.
Hasta que vinieron los jefes y, muy alarmados, preguntaron qué pasaba allí.
Entonces, por fin se supo todo, el temía que le quitara su lugar, dijo que él quería
hacer un curso para aprender Mac. No era mi culpa, pero pagué yo.
Estoy segura de que aquel hombre, el mejor jefe que tuve nunca, no tenía
intención de despedirlo, y quizás sí de que yo lo enseñara, pero no podía
arriesgarse a accidentes, por celos profesionales.
Me contrataron por saber algo que no sabía el empleado más antiguo, ni nadie
allí y esto me colocó en una “mala posición”. Era el boom del Macintosh.
AP. Hoy por fin comprendo que las leyes sistémicas actuaron. Ese empresario
tampoco las conocía. Seguramente todo se podría haber evitado, aunque en ese
momento no teníamos las Constelaciones. Yo no tenía que hacer nada para
levantar celos, solo tener conocimientos, que podían haberme puesto por encima,
de algún modo, si el ordenador hubiera venido.
En ese estudio se podría haber llegado al incendio, solo porque alguien temió por
su puesto de trabajo, y tampoco estaba en “su lugar”.
El cuartelde Argüelles. C-4
Después del estudio de diseño gráfico, me surgió trabajo en una empresa de
fotocomposición. Era la época de los Macintosh y pocos sabían.
Éramos cuatro chicas “realquiladas” (eso que en los contratos de alquiler ahora
prohíben, pero que en la realidad hacen muchos).
Pronto todas nos dimos cuenta de que aquella casa era como un “cuartel”; era un
suplicio la persecución que nos tenía la mujer. Supongo que también debíamos
ser para ella una “condena”.
Era muy fácil de detectar la persecución porque tosía y tosía. Así que no tenía
modo de espiarnos en paz; la escuchábamos en sus idas y venidas.
No llegué a estar ni tres meses allí. Lo bueno de ser realquilada es que nadie te
obligaba a cumplir un año. Eres libre como una paloma.
AP. Cuando se hacen enemigos, estos se alían contra ti. Eso le pasó a la mujer:
cuando perseguía y gruñía a una de nosotras, a todas las demás nos llegaba.
Cuando una dijo: “No aguanto más”, todas nos hicimos cómplices y nos fuimos
en pleno. Esto le pasó a la mujer.
Casa de chicas. Casa 5
Encontramos un piso de estudiantes en la zona de Argüelles, de esos que
alquilaban por habitación y le llenamos el piso a la dueña.
Allí conocí a Elannia, una amiga americana a la que le encantaba salir conmigo.
Yo le ayudaba a mejorar su español y ella me hacía reír; me consideraba
fascinante y eso me divertía mucho cuando salíamos… Ella fue lo mejor de esa
casa, y su amistad duró mucho tiempo. Yo trabajaba en la empresa de
fotocomposición. Me habían dado el turno de tarde y como madrugar nunca se
me dio bien, estaba feliz.
Salía después de comer, me llevaba algo para cenar, era un horario intensivo, de
siete horas, salía a las diez de la noche, y mi trabajo era maquetar, componer
títulos, anuncios, y ver que todo llegaba bien a la imprenta. En esa empresa
aprendí todo el proceso de la imprenta, algo que me serviría y mucho para la
nueva vida que me esperaba.
Y otra vez el jefe me puso en “mal lugar”, al ser contratada y saber de Mac,
cobraba más que algunos de allí más antiguos. No sé por qué. Eso evidentemente
molestaba a algunos. En esa empresa había filtraciones de la administradora y
todos sabían cuánto cobraba cada uno.
Había tres grupos los fijos que manejaban máquinas antiguas y estaban muy
seguros de sus puestos, y los que no eran fijos. No sé por qué, cuando entré, me
pagaban más que a los no fijos.
Para estos últimos fui la enemiga sin comerlo ni beberlo, gracias a los malestares
que se crearon por los sueldos. ¿Adivina a quién no le renovaron el contrato?
Sin embargo era un despido improcedente, y me hicieron mal el finiquito.
Alguien me aconsejó que reclamara y lo hice. Me admitieron otra vez, porque
preferían hacer eso que indemnizarme.
Cuando volví, pusieron en el turno de noche a los antiguos y tuve un tiempo de
tranquilidad.
Sin embargo, la condición de mi jefe fue que nunca tendría ninguna subida
aunque las hubiera. Según el estábamos en crisis y había poco trabajo, eso era
por el año 89.
El sistema de fianza establecido era que la nueva compañera que entraba pagaba
la fianza a la persona que salía. Así se aseguraban de que quien se iba dejaba
todo pagado y en orden.
Tengo muy buenos recuerdos de esa época. Allí tuve algunas visitas de mis
padres. Cuando estás fuera de casa y te visitan tus familiares, es un
acontecimiento muy esperado.
Esto no lo puedes valorar, ni comprender, si nunca viviste lejos, si nunca saliste
de casa, ni de tu ciudad o de tu pueblo. Era muy emocionante para mí cuando
alguno de la familia venía a verme. Cosa que sucedió muy pocas veces.
Allí, en ese cuadradito de esa casa acogedora, empezó una gran trasformación:
pasé de ser empleada a estar en el paro, después a tener trabajos intermitentes y
después a vivir por mi propia cuenta. Me lancé, me lanzó la vida, y de ahí, no
hay vuelta atrás.
Allí pude crear mi primera revista, Verdemente, allí junto a mi socio, comenzó
un periodo casi feliz de ocho años.
Me doy cuenta de cuándo los puntos se unen con otros puntos, y cómo nuestras
vidas presentes dependen de lo que fuimos, de lo que aprendimos; y además
cómo el estar atentos y preparados para accionar los puntos clave, es importante
para sobrevivir y avanzar.
fr eelancer. Conocí al que sería mi socio, que había pasado por las mismas
agencias. En una de ellas, después de trabajar gratis una semana, me dijeron que
yo tenía “nivel para trabajar”. Supe después que muchas agencias sacaban
trabajos reales, abusando de los
AP: Unos abren caminos y otros los siguen, aunque unas veces mejor y otras
peor. Abrir los caminos es más duro que seguirlos.
La casa vigilada, estar atenta. Casa 7
TX y yo llegamos muy ilusionados a la casa de la calle Pontones, una casa que
nos permitía tener cada uno su despacho, el espacio que necesitábamos.
Eran tiempos fáciles para el alquiler, cuando los dueños no pedían demasiados
requisitos. TX era experto en ganarse la confianza porque hablaba de forma muy
educada. Aunque él decía que era poco “sociable”, cuando tenía que hacerlo lo
hacía bien.
Aquella era una casa antigua, con esos suelos de madera de fichitas que se
despegaban, pero al fin, era madera, y me encanta la madera. Mi casa ideal tiene
el suelo de madera.
Era espaciosa y con mucha luz, muy tranquila. El único bullicio venía de un
colegio, y algunos pocos comercios. Bien situada y aun así con poco tráfico,
mucho verde, cerca del río y sus jardines, para mí tan necesarios.
Yo tenía muy claro que las bombonas de butano me dan miedo y quizás el pensó
que le tocaría cargarlas, así que hubo acuerdo. Preferimos pagar un poquito los
dos y salir de eso.
De paso, teníamos a los dueños contentos, pues su casa mejoraba. No nos decían
que no a nada. Pero después supe por qué.
La casa de Pontones era una casa cuadradita y próspera, según las teorías del
Feng Shui. (Mirar el capítulo Feng Shui).
Comprendí quizás por qué no quiso darme su nueva dirección. ¿Con quién había
vivido yo? No lo sé…
En ese momento agradecí no saber absolutamente nada de él. Esa mujer, que era
una bendita, vivió ese tiempo con un peso en su mente y estaba deseando poder
soltarlo.
Así es que, si lo miro por el lado “bueno”, viví, sin saberlo, con escolta policial.
Quizás esto estaba avisándome de estar despierta y atenta para lo que me podía
estar viniendo. A veces somos duros de oído. Y reconozco que yo lo fui.
AP: A las personas no se las conoce cuando vienen, se les conoce cuando se van:
dejando la puerta abierta, dando un portazo, destrozando el camino. TX quería
que yo dejara mi puerta abierta, pero él cerraba la suya. No me valió la idea.
Se cayeron las torres gemelas y mi
casa. Casa 8
Y como la revista parecía que iba bien, me confié, me lancé con “cero” de
experiencia a buscar casa, y a comprarla.
Si hubiese sabido lo que ahora sé, nunca habría comprado aquella casa, pero
tampoco la hubiese vendido.
Por suerte, lo que fui aprendiendo, hoy me sirve de brújula. Ya no tengo que
buscar casas, ellas aparecen.
En ese momento lo único que tenía claro es que me gustaba el centro de Madrid
y que el piso estaba en pleno Embajadores. Me enseñaron algo a buen precio y
no le vi inconvenientes. Era un cuarto sin ascensor, de construcción antigua, con
tres balcones a la calle.
Pero con mucha ilusión, cambié los suelos, lo pinté y lo puse a mi gusto.
Y cometí el mismo error que muchos cometen. Mirando hacia atrás, veo que me
sobraba casa y me sobraba hipoteca. ¿Por qué será que compramos siempre con
los ojos y sin tocar el suelo?
Además en el edificio también había conflictos. Supe que casi ninguno de los
vecinos de la escalera eran dueños, la mayoría de vecinos vivían de alquiler…
Como los dueños nunca estaban, quisieron poner a la que si estaba como
vicepresidenta, yo era la última en llegar y accedí.
Cuando por fin salió, pudieron hacer el trabajo, y apuntalar todos los pisos.
Después, uno de los bomberos me indicó que la comunidad debía poner
denuncia al vecino. Y como la única representante de la “comunidad” que estaba
presente era yo, me tocaba, pero no lo hice.
Yo también tenía miedo. ¿Iba a denunciar al vecino que me encontraba todos los
días en la escalera y vivía delante? No quería más problemas.
Después del Samur y los bomberos, vinieron los albañiles y los pintores. Había
que dejar todo como estaba. El vecino se fue, poco más tarde, dejándonos su
legado de la gota que goteaba.
Cuando compré la casa, me dijeron que había pasado la ITE, pero se ve que eso
no incluía la casa del vecino de enfrente goteando.
Poco después de aquello, también cayeron las torres gemelas. Recuerdo estar en
el salón de mi casa, viendo la tele y alucinando con aquella imagen…
Pero mientras mi trabajo también se caía, mi socio y yo habíamos cogido un
despacho en calle Mayor y nos turnamos. Mi socio debía ir por las mañanas y yo
por las tardes.
Esa oficina y esa decisión fue el principio del fin, porque al separar el lugar de
trabajo, me di cuenta de que mi socio faltaba a sus horarios. Algún cliente se
quejó de encontrar la oficina vacía, en su turno.
No solo en la casa había una “gota peligrosa”. En nuestra empresa también había
una gota muy peligrosa: era el roce de la relación día a día, de la diferencia de
ritmos, de la diferencia de opinión sobre lo que era necesario, urgente, o
importante.
Yo quería ir más deprisa, pero mi socio siempre frenaba, había que esperar a que
él se convenciera de hacer cada cambio. Eso nos desgastaba.
Los roces se fueron haciendo más palpables. Había cansancio y yo decidí coger
el toro por los cuernos, ya que él no quería arreglarlo, y yo no quería aguantar
así.
Esta fue una decisión tomada con el miedo, de las que te hacen perder.
El miedo no aconseja nunca bien. El mayor trabajo personal es vencer los
miedos o, mejor, llevárselos de la mano con los ojos vendados, como la carta del
tarot del loco que se lanza al vacío.
Al principio todo iba bien, pero se vio pronto que no era real. Me di cuenta de
que mi socia, que había sido secretaria en grandes empresas, había hecho un
cursillo en cinco pasos de “como quedarse con una empresa por mitad de
precio”. Pero no le salió el quinto paso.
Para ella, la revista, solo era un capricho. Me contó que una vez de niña, para su
cumpleaños, pidió a sus padres que le trajeran una osito violeta, y que ella solo
quería ver si lo conseguirían y cuánto correrían. Por supuesto, sus padres
corrieron todas las tiendas y lo encontraron.
Como hacía con sus padres, hacía con su novio, y esta vez mi revista era su
“osito violeta”.
Ella tenía el cincuenta por ciento, pero los clientes me conocían a mí, yo la había
creado, y eso no lo soportaba ni lo respetaba.
Un día, supe claramente de qué iba todo; fue el día en que su novio le mandó un
email a la revista, pero se equivocó y me llegó a mí.
El email decía: “no te preocupes cariño, tu socia está en el limbo”. La “socia” era
yo. No dije nada. Pero desperté del limbo.
Poco después, me enviaron una carta de reunión extraordinaria de sociedad, ante
notario.
Supe que si yo no iba, podían quedarse con la revista, alegando cualquier excusa,
fuera cierta o falsa, o simplemente por no ir a esa reunión.
En medio de todo recibí una llamada fatal de mi cuñada: mi madre había muerto.
Fui a casa, enterré a mi madre y volví hecha polvo. Mi socia tuvo la desfachatez
de enviarme un mensaje de pésame, mientras me intentaba robar la empresa.
A veces las personas confían más en las buenas “formas”; “con la buena
educación se va a todos lados”, dicen. Pero yo desde entonces me fijo mucho
más en los buenos contenidos, en las acciones.
Envié a un abogado en mi lugar. No me apetecía verle la cara, ni quería darle el
gusto de ver lo mal que yo estaba...
Todo se me estaba cayendo, como las torres gemelas. Finalmente, y después de
un largo y feo proceso, ella encontró un comprador.
Yo preferí mal vender a que todo aquello acabara con mi salud. Por esos días el
ginecólogo me hizo pruebas y no encontró causa física para haber tenido varias
hemorragias seguidas.
Extrañado, me sugirió, si habría tenido algún disgusto. Pues sí, me estaban
“desangrando”, me estaban robando mi trabajo.
Y mientras todo ocurría, yo debía seguir trabajando para mantener los clientes.
Ella dejó de hacerlo porque era parte del plan. Yo debía firmar igual su cheque,
si quería que ella firmase el mío... Estábamos encadenadas legalmente.
Mi vida se derrumbaba entera. En ese año perdí a mi madre, mi empresa, y
decidí también vender mi casa, como si ella me recordara todo lo pasado.
Creía que debía comprar seguido, otra vez me equivoqué comprando. No hay
que comprar nunca con prisa ni cuando estés mal. Y es muy difícil elegir cuando
te presionan.
Empecé a ver cuántos paralelismos nos ofrece la vida, mi primera revista propia,
mi primera casa propia, era como si no estando una, no podía estar la otra. Era
como si las pérdidas tenían que ser juntas, como si tocara perderlo todo.
Una parte del edificio donde vivía se derrumbó delante de mí. Las torres gemelas
cayeron, delante de todos y yo también estaba hundida.
Quería salir de allí, todo lo que tenía se había esfumado. Alguien quería ocupar
mi lugar y yo no supe ni pude verlo.
Se aprende mucho errando, pero no es preciso aprender sufriendo, cuando hoy
hay buenas herramientas que nos ayudan. Vender, comprar, los socios, las
decisiones, todo puede ser constelado antes de ser hecho.
AP. Ojalá hubiese conocido entonces las Constelaciones para haber encontrado
una mejor solución. Para constelar si me convenía esa sociedad. Me encontraba
en un cruce de caminos, en una situación complicada de decisiones vitales.
Abrir una Constelación es llegar al conocimiento que no tiene límite, es
elevarnos y mirar desde arriba. Es conectar con el campo cuántico de la
conciencia. En ese campo cuántico de la información no existe el tiempo tal
como lo medimos los humanos. Es por esto que accediendo a él podemos
acceder a lo que llamamos pasado, pero también y más interesante, a lo que
llamamos “futuro”.
Cada vez la palabra tiene menos valor; por eso las personas con palabra cada vez
valen más.
Los nuevos dueños me forzaron a salir sin tener otra casa ya comprada. Así que,
tras dar la “señal” de la siguiente casa, la agencia me permitió tener las llaves
para mudarme.
Aquello fue una trampa, porque una vez ya con la mudanza hecha y viviendo en
la casa nueva, los vendedores cambiaron sus condiciones en la escritura y las
consecuencias de ese cambio me perjudicaron después.
Los dueños del edificio, y una vez “pillaron” a los nuevos dueños, decidieron
que pondrían menos del precio real en la escritura para pagar menos a hacienda.
Una jugada para ellos, pero tenía dos opciones: echarme atrás o aceptar.
Si me echaba atrás también podía perder la señal y debía meterme en juicios para
recuperarla y, además otra vez, mover todas mis cosas. Y ya no tenía casa, para
volver. Solo quería pasar el tránsito lo más rápido posible.
Así que acepté; supe que lo hicieron con todos los nuevos dueños.
Pocos meses después, el edificio se puso en obras, y empezaron las derramas.
Parecía que los nuevos llegamos a poner orden allí y arreglar todo lo de años
anteriores, de golpe.
Otra vez obra general en el edificio. Empecé a pensar que alguien se dedicaba a
falsificar las ITE. No era posible.
Pero aquella casa tenía gato encerrado por todos lados, por eso no pude aguantar
allí más de dos años. Después de los líos legales, empecé a darme cuenta de que
había más cosas.
En realidad todas las complicaciones al entrar anunciaban algo. Era como si todo
me “avisara” de no dar el paso, pero no escuché...
En solo dos años viviendo allí, tres veces tuve que llamar al cerrajero, ya que me
olvidaba las llaves dentro. Es verdad que yo estaba mal y el estrés juega malas
pasadas, es muy posible, pero no me pasó antes, en ninguna casa. Soy obsesiva
con revisar siempre que llevo todo en el bolso.
A mí me parecía como si la casa me quisiera echar...Y a veces, por las noches,
sentía como si alguien entrase en ella. Me levantaba asustada y miraba todos los
rincones, muerta de miedo, y no veía nada.
Tenía pesadillas en las que invadían mi casa, y me encontraba gritando que “esa
era mi casa”, me despertaba con palpitaciones.
Hasta que, una noche de esas, fui despertada con un bofetón en mi cara. No
había nadie, dormía sola, no fue un sueño. Había allí alguien más, pero no se
veía. Me incorporé en la cama aterrorizada. Llorando; registré la casa; no había
nadie. Y allí decidí empezar a poner el cartel de “se vende”.
Tenía miedo de irme a dormir. Empecé a buscar ayuda. En esos tiempos estaba
en la “escuela de energía”. Allí me dieron con un collar especial. Aún lo
conservo.
Antes de comprar, antes de elegir, conviene darse unas cuantas vueltas por el
barrio, no se sabe las sorpresas que te pueden esperar, de los habitantes, tanto
visibles como invisibles.
Corrí a casa y comencé a lavarme con agua, ponerme colirio. Pero el colirio
dilata las pupilas y así estaba mi pupila dilatada al máximo. Al mirarme al espejo
me asusté aún más.
Así que me atendieron rápido, me pusieron una crema y me taparon el ojo con
un apósito adhesivo. Tenía una herida en mi ojo y debía taparlo varios días.
El efecto era como ver los objetos en estado líquidogaseoso, nada era sólido.
Todo se me parecía a esas imágenes del mapa del tiempo, a los remolinos del
agua, a los de las nubes, a lo dibujos que en los cursos de energía enseñaban.
El efecto tal como vino se fue. Y nunca más vi los remolinos de energía. Creo
que todos esos efectos solo vinieron para que yo buscara las explicaciones.
Primero fue la “escuela de energía”, pero más tarde conocería las
Constelaciones. Después me invitaron a organizar eventos…Un nuevo rumbo.
Y por fin puede vender esa casa donde dormir era difícil y que, en definitiva, no
me gustaba. Me conectaba con la pérdida. La compré con demasiada prisa. Y
busqué algo para alquilar.
La casa del miedo, Aprender a pedir.
Casa 10
Después de vender mi segunda casa, esta vez decidí alquilar. Era la época en que
los dueños pedían avales bancarios, años más difíciles para alquilar y además
estaba sola. Tuve que aceptar todo por no tener nómina. El precio del aval era
equivalente a seis meses de alquiler.
Entré en la casa en un mes de octubre, y al llegar el verano siguiente, pude ver
que era un piso pecera. Mucha luz, mucho fuego. Imposible.
La casa tenía cristales por todos los lados. El sol entraba al amanecer y cuando
se ponía. Nunca viví en ninguna casa así, no tenía ningún respiro.
Empezaba a temer por mi salud, ya que me era imposible dormir, esta vez por las
altas temperaturas. Los ventiladores no eran solución.
Me dijeron que la casa se quedaría como estaba, que habérmelo pensado antes.
Me di cuenta de que era mejor no decirles nada. No iban a ocuparse de nada.
Por suerte, esa casa era robusta, bien construida, nada se rompió, casi nada pasó
en los cuatro años.
Solo los vecinos estaban luchando por un ascensor, el cual empezó a construirse
cuando ya me iba. Y aquí no me tocó pagar la obra. Ventajas de no ser dueña.
Viví cuatro años, en esta casa, no porque quisiera, si no porque sin darme cuenta
me venció el primer año, y debía llegar a los cuatro años, para que no me
penalizasen por no cumplir el contrato.
El empleado del banco, me dijo que esos avales debían renovarse cada año, pero
que si el dueño no me lo había solicitado, yo no tenía por qué hacerlo, y le hice
caso.
Pase cuatro años con miedo, de que pudieran alegar daños en la vivienda, y
quedarse con mi dinero. Era la primera vez que alquilaba una casa yo sola, y me
salieron unas dueñas muy complicadas.
Cuando pasaron los cuatro años preparé mi despedida de casa, avisé de que me
iba y las cité para vernos para cerrar el contrato, entregar las llaves y recuperar
mi aval. Inmediatamente me la retrasaron dos días, porque me dijeron que antes
de quedar, debían consultar una cosa. Yo sabía que esa cosa era el aval.
En medio de todo, el vecino me había informado de que Rosa ya no era Rosa, si
no que ahora era Fernando… Ya la temía siendo mujer, ahora me asustaba el
efecto que las hormonas podían hacer en alguien así.
Y aunque la casa estaba limpia y en perfectas condiciones, no quería que mis
sospechas se hicieran reales. Decidí contratar un abogado que me asesoró y se
vino de testigo. Pedí a una amiga que se viniese, para tener dos, yo no quería
quedarme a solas con ellas, intuía de sus intenciones...
Cuando vinieron las dueñas, mi amiga quedó más perpleja que yo. Esperábamos
que Rosa fuera Fernando, pero no esperábamos que la mujer de Fernando,
estuviese embarazada. Las dos habían pasado por un quirófano.
Ellas quedaron frustradas al no verme sola, pues traían preparado lo que querían
hacer: decir que la casa estaba muy, pero muy mal.
Y para buscar mi nueva casa utilicé el truco de la caja de los deseos, que me
enseñó Vedanta. Empecé a escribir lo que me gustaría de mi nueva casa.
La cajita de los deseos
Tienes una “cajita mágica”, con laurel y un objeto de oro. Escribes tu reto, tu
mayor deseo, punto por punto. Lo metes. Te olvidas. Eso hice.
Buscaba una casa moderna; estaba cansada de vivir en casas que tenían los
muebles de la abuela.
Quería que estuviera vacía, que no fuera un cuarto sin ascensor, que tuviera el
suelo de madera, que estuviera rodeada de verde, que tuviera dos habitaciones y
un salón hermoso. La veía bonita.
Lo puse todo por escrito, lo metí en la cajita de los deseos y la dejé guardada.
Lo que no había pedido era una escalera de caracol, un ventanal gigante, una
cocina - salón, que fuera tan poco segura, que fuera tan bonita y tan puñetera. No
imaginaba qué me esperaba.
Casa de la transformación; adiós a los
miedos. Casa 11
La casa 11, apenas entré, ya me dio muestras de lo que sería mi vida allí.
El edificio de siete plantas, era triste y “lloraba”, lloraba por todos los rincones.
El edificio era parecido a las antiguas corralas, es decir, se entraba a un patio
central, en este desembocaban las escaleras y; alrededor, las puertas de todos los
vecinos se miraban unas a otras, como posibles testigos de viejas rencillas.
Mi casa era el bajo convertido en loft, donde antiguamente había un local.
Además de tener dos plantas, un dúplex, cuando entrabas, tenía dos escalones
que bajaban. (Mal Feng Shui).
A los pocos días de llegar se rompió una tubería y salió una riada. Como tenía
dos escalones de bajada, todo lo que caía del edificio entraba en mi casa.
En esa primera “llantera” los vecinos salieron “asombrados”, como quien no
sabe nada, intentaron ayudar, pusieron tierra, cartones, obstáculos… para que el
agua no bajase a mi casa. En esa única ocasión vino la dueña, después nunca
más se supo de ella. Una de las vecinas mayores, trató de advertirme: me dijo
que la anterior inquilina se fue huyendo, no llegó al segundo año.
También, al poco de entrar, me percaté de que el suelo de la ducha estaba como
“hinchado”, tanto que los azulejos que la rodeaban se caían. Era como si un
monstruo desde abajo levantase aquel suelo, era como un plato de ducha
poltergeist.
Y así, en el segundo mes de vivir allí, ya había tenido una inundación y una
obra... De nada sirvió, porque al poco tiempo el suelo empezó a subir otra vez. Y
hubo un segundo plato de ducha. Y un tercero.
Empecé a mosquearme, y a pensar que los dueños, más bien, debían pagarme
por cuidar aquella casa tan accidentada y con tantas roturas...
Alguien incluso me sugirió poner denuncia, porque no era normal el estado del
edificio. Si ponía la denuncia, les obligaban a hacer las reformas más rápido, y
revisar todo.
Pero yo no quería meterme en esa guerra legal, pues en la “guerra” del edificio
ya estaba. Simplemente esperaba que acabara cuanto antes, y que la próxima
obra fuera la última.
Mientras tanto, aquel ritmo de roturas y obras me dificultaba la vida, me había
convertido en la cuidadora de una casa que estaba siempre en la UVI.
No solo fue el baño tres veces en dos años. Varias veces me desperté con la
planta baja inundada de aguas, que había que desalojar.
Pero también allí vencí muchos miedos, rompí techos invisibles en mi mente y
en mis capacidades y no sé ni cómo empecé a constelar.
Mientras la casa 11 seguía pasando por muchos inconvenientes. Por fin los
técnicos, dieron con la causa última de tantas inundaciones y del efecto
poltergeist del plato de ducha...
Era como si la casa y el edificio entero también hubiesen hecho su constelación
para sanarse.
Se supo que la enorme cantidad de agua que circulaba debajo del edificio, era
debida a unas importantes tuberías agujereadas, y era aquel agua la que
levantaba el suelo de mi baño y el pie de ducha...
Esa agua provenía de todos los vecinos, pero era por mi baño por donde se
manifestó el síntoma.
De no haber descubierto el problema a tiempo, el edificio hubiese estado en
peligro de derrumbarse.
Tuvimos la suerte de que dichas tuberías estaban rodeadas de una capa gruesa de
cemento que impedía que el agua saliera a sus anchas. Yo ya había vivido un
derrumbe del suelo, en mi primera casa. Sabía de la fuerza del agua.
La gran obra del subsuelo del patio, duró tres meses. Empecé a pensar en irme
en serio.
Es más, supe que ya me podía ir. Que lo que había que hacer ya había sido
hecho. Pero no encontraba dónde. No me decidía.
Lo único que pedía mentalmente era un poco de tranquilidad, una casa que me
dejara descansar.
Pronto, mi gato Tigre me ayudaría a decidir. Él fue de las mejores cosas que me
pasaron en esa casa. Cuando Tigre llegó a mi vida la trastocó toda. El plan
cambió radicalmente. Ya no podía compartir con humanos, al menos no con
cualquiera.
No fue fácil. Nunca pensé en la idea de tener gato, ya que me daban miedo. Los
veía como animales traidores, peligrosos, que espalda...No era dormitorio... ¿Y si
me mordía?
Pero Tigre era capaz de abrir todas las puertas, y la son capaces de atacarte por la
capaz de dejarlo entrar en mi
independientes. Que los gatos nos eligen y yo me dejé elegir. Tigre ya me había
seducido totalmente
Si buscas en internet, porqué los gatos se frotan con nosotros, verás lo que les
ocurre a los dueños de
animales; quizás los entiendas mejor, si es que aún no
eres uno de ellos.
Yo solo sé que Tigre me hizo cantar, canciones
inventadas, solo para él, que no sé de donde salen, con
música y letra…Pero ese es otro tema que algún día te
contaré.
En esa casa escribí mi primer libro, un libro que salió también como un chorro
de agua.
Y fue el libro quien me hizo volver al pueblo donde mi padre nació, San Pedro
del Pinatar. Alguien leyó el libro y, de este modo, mi primer taller de un día
entero se haría allí: Constelaciones Inmobiliarias.
Y, cuando tuve que viajar, pude ver lo complicado de hacerlo con gatos. Me
afectó mucho ver a mi animal ponerse patas arriba, los ojos en blanco, por efecto
de la pastilla tranquilizante que los veterinarios recetan para que “sufran” menos.
Tenía que tomar una decisión, en serio, ya que ahora debía de cuidar a alguien
más.
Re-Conectando con el alma, Las
constelaciones.
Y entre tanto trasiego y mudanzas, hay algo que nunca perdí: mi curiosidad por
conocer y aprender casi de cualquier tema, era lo que siempre me mantenía
arriba. Nunca me aburro, nunca me aburrí. De pequeña, yo era de esas niñas que
se entretienen solas, y con cualquier cosa.
Con las Constelaciones quedé impactada; era el juego de la realidad.
Comprendí de golpe todo lo que me habían contado en la “escuela de energía”.
Allí estaba todo, en una simple técnica.
Comprendí todo lo que muchos tratan de explicar con palabras técnicas, palabras
que gustan a la mente, como física cuántica, resonancia mórfica, ondas
electromagnéticas, campos de información. Todo eso estaba ahí, fácil de
manejar, en el fenómeno de constelaciones.
En las constelaciones conectamos con la información del infinito que nos rodea
y vemos que no hay “fronteras”. Vemos que pueden los “muertos” comunicarse
con los vivos, que podemos conocer información del pasado. Cuando se trabaja
con el árbol genealógico conectamos con el pasado para solucionar en el
presente.
Sin embargo, se sabe que los tiempos pasado, presente y futuro, son algo que no
opera en otras dimensiones. En otras dimensiones todo es un presente absoluto,
todo “está sucediendo”.
Así que hoy sabemos que no es preciso ir atrás, basta con conectar con la
información atemporal.
Y eso funciona siempre, da igual que se conozcan o que no, que el implicado
esté allí presente o que esté en Tombuctú.
Y no solo eso, sino que en dicho trabajo de constelación se produce un cambio
de la situación: ese representado también lo va a sentir, aunque no estuviera
presente, porque la información viaja en los dos sentidos. El cambio que se
produzca en la constelación también lo sentirá el representado.
Y es que todos estamos conectados por hilos invisibles y lo que uno del grupo
hace afecta a todos.
Después de aquella demostración quise saber más. Era el año 2004 cuando las
constelaciones en España eran muy recientes. Me apunté al taller, solo para
conocer. No se me ocurría ningún tema, pero quería saber, entonces el
constelador me dijo:
"Coloca" a toda tu familia y vemos qué sucede ahí. Coloqué a mis padres y a mis
tres hermanos, en lo que creí que era “por orden”, y vi que el orden espacial era
un reflejo del orden emocional.
El orden en las configuraciones es uno de los pilares para comprender
constelaciones, el movimiento que surge refleja el inconsciente.
Cuando los miembros de mi familia fueron colocados por “orden”, aún el
constelador vio algo más, algo que yo no dije: vio que había un espacio vacío,
vio que faltaba alguien allí, al lado de mí.
Entonces me preguntó si alguien había muerto, si faltaba algún hermano. Quedé
estupefacta, le dije que sí, mi hermano mayor había muerto, siendo un bebé de
solo tres meses.
Entonces pidió salir a alguien por el hermanito y lo colocó a mi lado después de
mi madre. Sentí un escalofrió. Me preguntó cómo se llamaba, le dije que se
llamaba igual que yo.
Me preguntó si me gustaba mi nombre, le dije que no, que nunca me gustó y
muchas veces lo intenté cambiar, que una tía mía, también intentó que no me lo
pusieran. No hubo manera, no se pudo convencer a mi madre. Me pusieron el
mismo nombre del hermanito que se fue y de unos cuantos muertos más, que
tuvieron destino difícil.
En mi libro “La Otra Herencia”, hablo más en profundidad de la importancia de
los nombres, que son como las etiquetas que nos ponen al nacer.
(Aquí hago un llamamiento a los padres: por favor sed generosos con vuestros
hijos, dadles nombres nuevos, se los merecen y serán más felices, sin tener que
llevar el de otros encima. A todos nos gusta estrenar, y los nombres son gratis)
Allí aún más mi curiosidad se encendió. ¿Cómo podía saber ese hombre tanto de
mi familia y de mí, sin haberle dicho nada?
Empecé a buscar toda esa información en todos lados y empecé a formarme.
Primero fue con Joan Garriga, después con Brigitte Champetier. Poco después de
estar allí y gracias a mi trabajo, mi segunda revista, Vedanta, me invitó a
organizar sus talleres de constelaciones. Me formaba y trabajaba, ¿qué más podía
pedir?
También estaban las personas que valoraban mi trabajo y eran amables conmigo.
Recibía el cariño de ellas ya que veían el mío en los detalles.
Y vi que siempre venían casas, los problemas con las casas eran el tema de gran
frustración para muchas personas.
Yo sabía bien qué era eso de tener problemas con casas, con ventas, con
alquileres, con dueños, con compañeros, con agencias inmobiliarias.
Así que me abrí al tema que los clientes más me pedían. Empecé a unir todas las
experiencias y ver los puntos comunes, y lancé charlas como “la casa sanadora”,
y constelaciones inmobiliarias.
Las constelaciones familiares son una técnica de representación sistémica, que
permite acceder al inconsciente, a ese campo de información y así poder resolver
cualquier situación.
Se dice que es “sistémica” porque afecta a todo el sistema familiar. Basta con
que uno de los miembros quiera cambiar o mejorar algo, para que todos en el
sistema cambien.
Según Bert Hellinger, cualquier conflicto, enfermedad, problema, proviene de
romper alguno de los “tres principios sistémicos”.
El orden, observado como estar cada uno en su lugar”. La pertenencia como el
derecho de pertenecer de todos. El equilibrio entre el dar y el recibir, cualquier
desequilibro puede causar malestares, enfermedad, accidentes, ruinas, malas
relaciones.
Una vez configurada una representación del sistema (familia, trabajo o pareja) se
trabajará mediante frases sanadoras para restablecer la armonía, reconciliar, dar a
todos su buen lugar y que las relaciones puedan fluir. Lo más interesante es que,
a veces, problemas que llevan meses o años en tratamiento, con una sesión de
constelaciones, pueden quedar resueltos.
Cuando hay problemas en la familia, hijos difíciles, agresivos, inadaptación,
situaciones que se repiten. Es muy posible que el problema sea que el hijo no
está en su lugar de hijo.
Cuando algo no marcha con la pareja, seguir o no seguir, hacer un chequeo,
reconciliaciones, terceras personas, separaciones, enredos familiares...
Cuando tenemos síntomas, enfermedades, en algunos casos son de origen
sistémico y pueden trabajarse con éxito obesidad, alergias, alzhéimer,
fibromialgias, adicciones, etc…
Cuando hay conflictos en la empresa, con socios, cuando se van los clientes...
Cuando estamos en una encrucijada en la vida, que nos sobrepasa.
Cuando estamos bloqueados con un proyecto, nos ayuda a ver dónde está el
punto ciego y poder eliminar bloqueos.
Cuando nos enfrentamos a cualquier tipo de negociación.
Cuando queremos testar servicios y saber qué quieren los clientes.
Cuando las casas no se venden a pesar de recibir compradores, a pesar de estar
en precio de mercado, bien ubicadas, etc…
Cuando hay problemas con herencias, repartos, situaciones complicadas entre
hermanos que impide o bloquea cualquier solución.
HERRAMIENTAS SISTEMICAS
PARA ALMAS NOMADAS
EJERCICIOS BRUJULA
La herramienta de constelaciones es un modo de “conectar” con tu alma,
con la información que nos envuelve, con lo que llamamos “algo superior”,
la “fuente”, Dios, la “divinidad”, el inconsciente, los campos mórficos…
Solo así se explican los fenómenos que vemos en algunas terapias, como DMC,
cuando se sanan memorias corporales y síntomas de “otras posibles vidas”, que
afloran al cuerpo mediante la aplicación de la técnica.
memoria,la información que le hace reconocer a los hijos que tuvo en otra vida,
y poder buscarlos.
vidas, muchos maestros. (En su libro relata las experiencias consus pacientes,
muy recomendado)
Según la etimología, la palabra éter que viene del griego, significa “aire puro”.
También se explica como el fluido hipotético invisible, sin peso y elástico, que se
consideraquellenatodoel espacio y constituye el medio transmisor de todas las
manifestaciones dela energía
A mí me gusta decirlo con palabras mucho más sencillas: “la información está en
el aire”, llámalo como quieras, éter, cielo, vacío, fuente, Dios, akhasa...
Los movimientos del cuerpo, son los “movimientos del alma”, de los que
Hellinger habla. El cuerpo es uno con el inconsciente.
Por eso, si un pie tuyo está discutiendo con tu cerebro, hazle caso al pie.
El cuerpo siempre nos habla, en unas personas las señales más expansivas y en
otras más minimalistas. Si te paras a recordar, quizás llegues al momento en que
conociste a una persona que te hizo daño, causó pérdidas, o dolor… Puede que
recuerdes que tu cuerpo te dio una “señal”, pero no le hiciste caso.
El cuerpo siempre avisa, aunque hay casos en que esas sensaciones corporales
son casi imperceptibles; eso puede significar que el cuerpo está algo bloqueado.
Se aconseja limpieza interna, alimentación sana, suficiente agua, ejercicios y
estiramientos. Por ejemplo yoga, taichí, chikung, pilates, cualquier forma de
danza, o caminatas en la naturaleza, o masajes como el lenguaje más directo a
nuestro cuerpo…
La Brújula de la Verdad
Céntrate, haz una pequeña meditación, suelta tu cuerpo con música, ejercicio si
lo deseas.
Coloca una hoja de papel delante de tus pies, escribe en ella las palabras LA
VERDAD AHORA..
Puede hacerse sin hoja, pero ponerlo nos será más fácil, así entramos, nos
colocamos y nos retiramos.
Esto que haremos será entrenarnos para reconocer muy fácilmente el lenguaje de
nuestro cuerpo.
Todos conocemos como nos avisa, o quizás no, pero así podremos afinar y ser
más conscientes de sus mensajes, ya que es en tu cuerpo donde se encuentra la
mayor parte de tu memoria, y en el que actúa el “wifi universal”.
Una vez que pongas esa hoja de la VERDAD AHORA, delante, vas a hacer
preguntas al aire.
Tu cuerpo es la mejor antena y el responderá, sin intermediarios, sin más. En
este ejercicio harás preguntas que se respondan con un Sí o con un No.
Y así ensayas con los Sies y los Noes hasta que reconozcas claramente el Sí y el
No en la forma en que te lo comunica tu cuerpo.
Cualquier tema importante o vital puede ser tratado o consultado, y nos puede
servir como una Brújula de la Verdad. Aunque recomiendo no obsesionarse con
ella.
Muchas veces al buscar una verdad, vemos que todo depende de cómo se
“enuncie”, y del contexto.
Las constelaciones, utilizadas a modo de test, a veces son una solución sencilla,
aunque no son como una constelación, hecha por un profesional.
¿Se puede uno auto constelar? Todo se puede hacer “auto” hasta un nivel, pero
para hacer algo de modo profesional se debe entrenar y estudiar, como todo en la
vida. No todo es auto-gestionable; estamos para relacionarnos y juntar las piezas
entre todos.
Naturalmente, hacer este trabajo con un profesional y en grupo nos aporta más.
Sin embrago, es un ejercicio simple, que nos puede orientar y nos ayuda para
hacer selección entre distintas opciones.
IDEAS DE USO
Imagina que lo que quieres testar son alimentos que te hacen mal a tu
enfermedad.
Ejemplo: en un lado, pasta, harina, plátanos. Enfrente el azúcar alto o lo que sea
el síntoma.
Observamos la reacción de nuestro cuerpo en un lado y en otro.
También puedes testarlo al revés: poniendo delante del síntoma las posibles
soluciones o suplementos recomendados.
Esto sería algo parecido a lo que hacen los kinesiólogos, preguntar al cuerpo que
necesita.
Puedes chequear tus chakras, la salud de tus órganos, puedes ser creativa
creando tus propios test. Tu instrumento, solo tu cuerpo.
Tu mente y tu alma
Dicen que el alma pesa 21 gramos, que cuando un alma abandona el cuerpo que
habitaba, ese cuerpo pesa 21 gramos menos.
Lo que creo, es que eso que llaman alma es en realidad lo que somos, lo que
somos en esencia.
Y no es mi intención hacer ninguna definición del alma, creo que ese alma es lo
que nos hace buscar, lo que nos hace conectar, lo que nos mueve, es eso que sabe
más que nosotros, es la conexión con el infinito.
Cuando abrimos Constelaciones, se habla de los “movimientos del alma”. Y esos
movimientos del alma, son los movimientos del cuerpo, del alma dentro del
cuerpo. Se diría que alma y cuerpo son “uno”, hasta el día que morimos.
En Constelaciones observamos precisamente esos movimientos del cuerpo
representan el alma.
Si utilizásemos nuestra mente y nuestra alma en comunión, en conexión,
dándose la mano, podríamos utilizar todas nuestras capacidades.
Empezamos
Como en todos los anteriores ejercicios, prepararemos las hojas de papel.
– Nos centramos, respiramos, buscamos unos minutos para nosotros sin
interrupciones.
También es mejor trabajar en ciego con lo escrito hacia abajo sin haberlo mirado.
No tiene objeto engañarnos a nosotros mismos.
– En una parte colocamos aquello que queremos conseguir, el objetivo, proyecto,
la venta, etc... Enfrente del objetivo colocaremos dos hojas una al lado de otra.
Estas hojas van a representar una a nuestra mente, la otra a nuestra alma.
Ambas deben mirar al objetivo.
Vamos a colocarnos encima y sentir emoción, movimiento, impulso…Lo
registramos todo.
En un escenario ideal, las dos tendrían un movimiento similar, irían al objetivo,
se sienten firmes, fuertes y mirando, en movimiento abierto y adelante.
En otro escenario, quizás una no pueda mirar, no esté firme, quizás se revuelva,
sienta emociones discordantes, o tire para atrás.
Si la mente y el alma no caminan en la misma dirección a un objetivo, si no
están de acuerdo, es muy complicado que este progrese.
Y si ya has hecho los otros ejercicios, este será mucho más fácil. Aunque
algunos dicen que es imposible eso de ponerse en el lugar del otro, sí podremos
hacerlo al menos en el modo energético y emocional.
Imagina que con alguien tienes una relación difícil, que con alguien es
complicado, que, ya intentaste todo. Quizás no es tu caso, pero es el de muchas
personas, conozco unas cuantas.
Si llega ese caso, solo nos queda ponernos en el lugar del otro y desde otro
modo, quizás comprender. A veces comprendemos que no puede ser, o vemos
que las cosas son totalmente distintas a cómo las habíamos pensado.
Mirando más allá de lo visible, más allá del ego, más allá del bosque. Como una
mirada panorámica, una mirada sistémica.
Empezamos:
Cuando ponemos el nombre de alguien en una constelación es también como si
una parte de la persona estuviera allí.
Si queremos mejorar cómo la relación, más allá de lo que sintamos, o creamos
saber, podemos utilizar este ejercicio. Puede sorprender.
Igual que en los ejercicios anteriores, utiliza hojas de papel, pon el nombre de la
persona en una hoja y el tuyo, en otra.
Hazles a las hojas una señal que marque hacía dónde miran, córtalas en forma de
flecha, hazles un pico, píntales cara…
Coloca las hojas mirándose entre sí, con los nombres escritos hacia abajo, sin
saber quién es quién para no interferir con tu mente.
Verás que si has hecho los otros ejercicios y estás más suelto, podrás tener más
información…
Puedes decir tus propias palabras, las que surjan de tu corazón y puedan ayudar.
O solamente observar, a veces del silencio viene la mejor transformación.
Pero también puedes empezar diciéndole al otro representado: “te veo; ahora, te
veo”.
Una vez hecho, te sacudes para borrar y te colocas encima del otro papel.
Sientes, registras en tu cuerpo ese sentir, ese impulso.
Después una vez registrados esos sentimientos, impulsos, sensaciones podemos
mirar quién es quién. Y sabemos cómo se sienten. Esto habrá sido un ejercicio
“en ciego”.
Y también ahora podremos iniciar la conversación que nos gustaría tener con esa
persona, hablando las palabras en voz alta, escribiéndolas en el éter. No dudes de
que esas palabras lleguen.
Recuerdas el dicho de “las palabras se las lleva el viento”: eso es lo que sucede
en el mejor de los casos. Llegan a quien corresponde.
Entonces procura elegir bien las buenas palabras que de vuelta pueden venir.
Un ejemplo: ¿Has pensado en alguien y has tenido noticias suyas, sin hacer
nada?
Creo en este tipo de actos, ya que los he podido comprobar, te quiero poner una
situación vivida. Solo sé hablar de lo vivido.
Cuida tus palabras, las lleva el viento
Esto que te relato a continuación ocurrió en mi segundo año de vivir en Madrid.
Me gustaba pasear por los parques. Ellos son la mejor fuente para recargar la
energía.
Yo estaba sola y lo único que tenía era trabajo, así que simplemente paseaba y
conocía los lugares. Fue en el parque del Oeste donde lo conocí.
Era un chico joven, guapo, de mirada leonina, cuerpo esculpido, sonrisa
confiada. Iba corriendo, con sus cascos de música; cuando me miró, y vino hacia
mí.
Me dijo que me parecía a alguien. Algo tenía que decir, no lo sé. Hablaba con
acento inglés, me quiso mostrar su música, paseamos juntos y andando, y
hablando, me acompañó a la puerta de la residencia.
Era simpático, educado. El también estaba solo allí, me dijo que era estudiante y
que venía de California. Me llamaba los fines de semana y salíamos a conocer
Madrid. Aún no era habitual llevar móviles, casi nadie tenía, así que debía
llamarme a la residencia.
Yo esperaba la llamada con mucha ilusión, porque él sabía hacerme reír con sus
ocurrencias. Nada era más seductor que su sonrisa. Era deportista y vestía como
tal, tenía palabra, y eso para mí, entonces, era más que bastante. Nada me hacía
imaginar lo que vino después.
Le era prohibido conocer gente. Estaba en España en un trabajo que no era real,
con un nombre que no era real, viajaba a sitios, y tendría que ser cada vez
diferente, que era su primer trabajo y que no debía hablarle a nadie de eso.
Al escuchar la historia, sentí un poco de miedo. Pero más grande que ese miedo
eran las ganas de verle, de esperar su llamada, de escuchar sus palabras
inventadas, su medio español, los dos solos y recién llegados, así que su secreto
quedó guardado.
Yo no tenía su teléfono, no sabía dónde vivía, solo tenía su palabra. Nunca falló
a ella.
Pero un día me dijo que debía volver a su país, y no podía decirme cuándo
regresaría, solo que me llamaría como siempre. Sin fecha.
Sabía que su palabra era verdad y que él no se iría de mi vida sin despedirse.
La fe es saber algo a ciegas. Sin ninguna señal. Y yo tenía esa fe entonces.
Y así, mientras esperaba, y un poco triste, una noche de sábado, entré en el cine,
daban una de esas películas románticas, que hacen algo bueno, y es que te pegas
una hincháa llorar...
Salí del cine llorando como una Magdalena. Andaba por la Gran Vía, con un
velo de lágrimas en mis ojos; apenas veía el suelo que pisaba.
Me limpié los ojos para poder cruzar la calle hacia Plaza de España… Cuando
miré al otro lado, no podía creer lo que veía…
Fue como una aparición. Yo pregunté al cielo y ¡allí estaba él! Me hacía señales
con las manos, al lado de su coche mal aparcado. Aceleré el paso. ¿El cielo me
escuchó?
El dijo que me vio al pasar desde su coche, cuando yo salía del cine y que aparcó
en cuanto pudo, al borde de la calle Princesa.
¡Nos abrazamos! Y yo seguía llorando, pero esta vez de alegría.
Supe que él también volvió al parque, que me buscó, que llamó preguntando a la
residencia, y que no le quisieron decir.
¡Qué estúpidos! No conocían las leyes del universo. Si alguien está destinado a
encontrarse con alguien, ninguna fuerza humana lo puede impedir.
Y los dos sabíamos que no estábamos en “el lugar”, los dos solos, recién
llegados, los dos marcharíamos. Pero el destino nos abrió un momento de magia.
Dicen que explicar las cosas no es buena idea. Yo me lo explico así: puede que
mi cuerpo muy sensible captó la señal de su presencia cuando pasó cerca con su
coche.
Y lo grité. Y como las palabras se las lleva el viento; su cuerpo también escuchó
mi grito mental y le hizo mirar a la acera.
Por eso hay que cuidar las palabras, que son la llave de esa magia, porque las
palabras se las lleva el viento, y alguien las escucha.
¿Volver a nacer?
Pienso que el verdadero “trabajo” de esta vida es mantenerse en ese estado de
conexión y apertura ante las sincronicidades de la vida.
No es del todo fácil; ese es el estado con el que nacemos y el cual nos hacen
perder.
Nos inculcaron lo que había que aprender, aunque no nos sirviera de nada; nos
apuntaron a la religión que había que tomar, aunque no la entendiéramos, y nos
dijeron cómo había que ganarse la vida y cómo comportarse para ser siempre
correctos.
Tantas cosas que nos enseñaron y la mitad de ellas inútiles para la vida diaria.
Nos llevaban a una escuela que podía ser pública y, si era privada, era católica si
naciste en España.
Y entre el estado y la iglesia decidían qué debíamos saber, las vacunas que
debíamos ponernos; estas antes también las ponían en las escuelas, así que, de
rebote también elegían nuestra salud. (Esto al menos sucedía en mi país en esa
época) Aunque hoy por suerte hay cosas que han cambiado.
Lo que no cambia; es que todos los padres lo hacen lo mejor que pueden, por el
amor a sus hijos…Y todos quieren que los hijos tengan una buena vida, o así
sería lo deseable.
¿Y si los hijos pudiesen elegir ellos mismos?
¿Qué cambiarías si pudieras? Todos tenemos cosas marcadas en algún rincón del
alma.
Todos decimos que en un plano superior “todo es perfecto”, eso lo
comprendemos todo mentalmente, pero si pudieses cambiar algo…
Puedes volver a nacer, cada día, aceptando y también cocreando.
Y todos tenemos cosas que no hemos aceptado, que están ahí, si nos
preguntaran...
Sabemos que todo aquello que frena o potencia nuestra vida, se nos graba en los
primeros meses y años de la infancia…
Si tú tienes un hijo o vas a tener, puedes hacer que su experiencia sea distinta.
Detrás se colocaran sus padres, cada uno en su lugar. Madre en la izquierda del
niño, padre en la derecha del niño, desde atrás.
Cuando todos lleguen, el padre puede alzar al bebé y decir unas palabras de
bendición, presentándolo a toda su familia. Y también la madre.
Después, todos en fila y tal como la gran ceremonia, que es, pasarán delante del
bebé, le saludarán y se presentarán, le dirán que parentesco tienen y le hablarán
cosas bonitas, buenos deseos para su vida. Si traen regalos, los irán dejando
junto a la cuna o sillita. A continuación siguiendo la fila, escribirán en el libro
blanco de su vida que se colocará al lado.
Escribirán palabras bonitas, por ejemplo, soy tu tía
paterna x y te deseo una vida feliz y alegre donde cumplas tus sueños.
Imagina que eres ese niño, y que cuando seas mayor podrás leer ese libro,
conocer los mensajes de tus abuelos, tíos, primos, en ese principio de vida. Igual
pueden leer estos mensajes y deseos en voz alta, dependiendo de las costumbres
familiares.
Al final, todos podrán posar detrás el niño y de sus padres sosteniéndolo. Hacer
esa foto.
Esa será también una imagen de fuerza y amor para la nueva vida.
La decoración, los manjares, bebidas, flores y demás
Sería ideal que no hubiese ruidos estridentes, y fuese una dulce y tranquila
celebración, acorde con el nuevo pequeño miembro.
Esta sería una sencilla ceremonia sistémica de orden, pertenencia,
reconocimiento y celebración. Un ritual sistémico del nacimiento.
Durante años supe que era incapaz de volver. Pero ahora sentía como si ya
hubiese “cumplido con mi deber”.
Después de tanto trabajo, aprendizaje, vivencias, y mudanzas, ya estaba lista
para volver al kilómetro cero de mi vida.
Y cuando decides algo, sucede que las cosas se mueven. Empecé a darle más
fuerza a mi trabajo “online”, para hacer constelaciones y consultas en cualquier
sitio, poder hacer que mi trabajo no dependiese de la ubicación.
El mundo era ahora mi lugar de trabajo. Y así fui despidiéndome y preparando
mi vuelta a casa con mi gato amigo. Y llegué a la casa vacía de mi tía.
La casa 12 llevaba casi veinte años cerrada, no funcionaba la lavadora, ni el
frigorífico, ni la cocina. La chimenea de la cocina hacía tiempo que no echaba
humo y los pájaros la habían ocupado haciendo nidos. Era la casa que reflejaba
la vida de dos ancianos de ochenta años. La casa sobre todo era mi tía, hablaba
su lenguaje. No invitaba a ponerse cómodos.
Aunque comprobé que mi capacidad de adaptación estaba muy desarrollada
después de tantas vidas y casas vividas. La vieja frase de mi padre, “en esta vida
hay que aguantar” por desgracia había “funcionado” conmigo, y muy bien en la
casa once y en la doce. Aunque ya había sido el tope.
Como la casa estaba cerrada y sin uso, para poder vivir, cocinar y guardar
comida, me hice con una nevera y un hornillo eléctrico y no me importaba lavar
a mano. Regué las macetas secas de la terraza, le di uso a la chimenea del salón,
cubrí los sofás para que mi Tigre no los estropeara, la redecoré y la casa se
calentó un poco, hasta tuvo un aspecto habitable.
Pero en ella, yo siempre andaba de puntillas.
Cuando salía a la calle, el sentimiento antiguo volvió: era otra vez extraterrestre,
una que vuelve del espacio sideral.
Ahora mi trabajo en el modo online, sería mi centro, Allí tenía a mi gente, mis
clientes amigos, conocidos. Ellos me conocían ahora más que mi familia.
Nacer en un lugar, a veces, no te hace “ser” de ese lugar. Pero las redes nos
dieron a todos otra identidad, las redes nos hicieron nómadas otra vez. Nómadas
digitales.
Y las cosas gratis siempre tienen un precio, y el precio del aislamiento y el frío
era el peor.
Comprendí que hay parcelas en la vida que quizás nunca podremos conquistar y
una de ellas era el corazón de mi tía. Me lo dejó claro al llegar. Me dijo quienes
eran sus “favoritos” y que yo no entraba en esa categoría. En todos los árboles
hay alguna rama seca. Aprender para no repetir.
Menos mal que mi Tigre me quería a su modo de gato, y el día de mi
cumpleaños me lo demostró.
Por primera vez, desde que estábamos juntos, me dejó un regalito. Con asco y
asombro pude ver en la puerta de mi habitación lo que mi amigo felino me había
obsequiado. Un pajarito muerto. Gracias, Tigre.
Un edificio con muchos vecinos tenderá a dar más problemas que uno con
pocos, por lógica. Además, si los inquilinos llevan mucho tiempo viviendo, se
suman más posibilidades.
Se dice que algunos edificios son elegidos por suicidas. No sé que habrá de
verdad. Solo sé que he podido comprobarlo en dos ocasiones, los dos eran
edificios de más de 7 plantas.
En la casa de calle Jaén, un vecino se desplomó en la acera. No supimos más. Y
también en la casa número 11. Los dos eran edificios de más de siete plantas. Al
de mudarse es conveniente saber algo de historia de la casa o edificio. Puede que
estemos viendo un espejo que nos ayude. Y si en tu familia alguien sufre de
depresión, puedes evitar un piso alto.
Las casas, al igual que nuestros cuerpos, nos dan mensajes. Solo hay que saber
escucharlas para poder resolver.
Nosotros las reformamos a ellas, pero ellas vienen a “restaurar” nuestras vidas.
Algunas vienen a que hagamos un completo reinicio. Esto es lo que muchas
veces supone una mudanza.
Cambiar de casa es cambiar de vida, es pasar a otra oportunidad, es pasar a otro
nivel. Y muchos están enganchados en el anterior. Ese enganche es lo que
provoca el dolor, lo conocido que ya no nos sirve. Mientras no superemos algo,
quizás la venta se resiste; y quizás, cuando lo superamos, la venta ya no es
necesaria.
Esto son algunos mensajes que suelen decir las casas cuando se resisten:
Hay casos de secretos de familia que claman por salir a la luz detrás de un
problema inmobiliario.
En algunos casos, como estos, no es suficiente con una sesión, son precisas más,
pero ¿Cuántos años llevas con el tema? ¿Cuánto dinero vale tu casa? ¿Cuánto
tiempo has perdido?
Nada sustituye a la observación fenomenológica que dan las constelaciones, es
un test. Si la mirada cambia, cambia la energía, cambia la situación real.
Y después de la mirada a la “solución sistémica”, se requiere actuar la solución.
Hay personas que se acercan a constelar como algo mágico. Y aunque tiene una
parte “inexplicable” para muchos, tiene una parte de responsabilidad.
Si respetas las constelaciones, ellas te darán la mejor solución. En tu mano
quedará actuarla.
Hay un mensaje que todos solemos entender: a las casas no les gusta estar
abandonadas mucho tiempo. Una casa abandonada significa energía estancada,
(miedo, dolor, limitación, pobreza, exigencias, falta de vida, duelo).
Es algo que no se quiere mirar, algo que está vacío en nuestra propia vida, y que
se irá estropeando, y aun más allá, si nosotros no lo llenamos, alguien puede
ocuparse de llenar. Las casas son como nuestros cuerpos…y abandonarlas es
dejarlas morir.
• El precio.
• Poca disponibilidad para enseñar la casa.
• Poca flexibilidad para negociar.
• Problemas visibles, descuido de la casa.
• Problemas de inspección, lo que se llaman vicios ocultos
Sin embargo hay muchos otros que no pueden contemplarse a simple vista. Las
constelaciones Inmobiliarias pueden ser tu “arma secreta” para desbloquear las
ventas.
Detrás de esta causa es donde una constelación puede ayudarte. Una vez, un
agente inmobiliario que vino a una de mis charlas, me dijo que en el sector hay
una pregunta básica que se hace al cliente:
Si el cliente dice que quiere “ponerla a la venta,” hay que dudar mucho de que
de verdad quiera “vender”, y dará problemas. No gastar tiempo en ellas. Yo
tengo otra pregunta: ¿Es la mejor solución para todos?
Estas son “crisis personales“, que sí pueden ser resueltas, eliminando con ellos
una de las principales causas del bloqueo de la venta.
Esta causa entra más o menos dentro del paquete anterior de motivos. Sin
embargo lo he visto sobre todo en parejas rotas. Las llamo “casas de sangre”.
Cuando alguien está tan enfadado por no sentirse visto ni reconocido que dice:
“Sí, la casa se venderá, pero al precio que yo diga”.
El enfadado puede abortar la venta en el último momento. Pero también sucede
con las casas de herencia con muchos hermanos y sus rencillas.
Estos problemas visibles, siendo visibles, a veces reflejan alguna condición que
puede tratarse. Vemos que la energía de abandono impregna la casa, sin
embargo, no sabemos el motivo real.
Esta es otra de las cosas que la constelación nos puede revelar. Una de mis
clientas llama a las Constelaciones Inmobiliarias la otra “nota simple”, ya que
puede ayudar a saber por “anticipado” muchas otras informaciones que nos
ayuden a decidir comprar o no comprar.
Las mayores interferencias a la hora de vender una casa, muchas veces son los
propios dueños.
Hay emociones, creencias que bloquean y que impiden las acciones necesarias
para vender.
Todos hemos entrado en casas que destilan tristeza, que dan ganas de salir
corriendo, (aunque sean bonitas) y no sabemos explicar por qué…
Todos hemos visto en las películas esos “detectores”, que saben que ahí hay algo
que se mueve.
Las Constelaciones pueden ser utilizadas por los dueños de las casas y también
por las inmobiliarias. No todas las escuelas de constelaciones son abiertas a
utilizar las constelaciones para ventas de casa.
Hellinger, el padre de las constelaciones, dijo que las aplicaciones son infinitas,
tantas como deseos o temas que un cliente pueda plantear.
Por mi predilección por las casas y por la experiencia que he tenido yendo de
“mudanza en mudanza”, las Constelaciones Inmobiliarias son mi pasión.
También a cualquier persona que quiera vender, comprar, alquilar, parejas que
buscan casa, personas que sienta curiosidad por el tema. Ya que, en definitiva,
las Constelaciones pueden aplicarse a cualquier situación de la vida.
Consejos para vender casa
Aunque en constelaciones no se suelen dar consejos únicos o recetas que sirvan
para todos, ya que cada caso es único, sin embargo para mí, hay pautas básicas,
según lo que he ido observando en los trabajos realizados.
Comprobar que todos los implicados miran a la venta, si todo está a favor.
Comprobar cómo ven los posibles compradores la casa. Todo puede ser visto en
una constelación antes de colgar el cartel de se vende. A veces, en la
constelación se ve que los vendedores no miran la venta y, en algunos casos,
puede ser porque no están preparados ni decididos en la venta. En algunos casos
es útil ayudar a despedirse, trabajo que puede hacerse en Constelación. En el
trabajo de Constelación podremos ver:
Este alguien puede ser la ex pareja, los hijos, los hermanos, cuando provienen de
herencias. Pero también pueden ser posibles herederos que no se tuvieron en
cuenta, anteriores parejas que se excluyeron, y aunque no estén “presentes”, ni
se mencionen, ejercen su influencia…
Que la miran con buenos ojos y no hay asuntos que deban arreglarse
previamente. Si es así, la venta lo reflejará cada vez.
Saber lo que piensan los posibles compradores y lo que les impide decidirse,
puede darnos ventajas.
Ver si es necesaria una despedida.
Este paso ayuda a la despedida de la casa, ya que la casa debe pasar de ser “mi
casa” a la casa del que viene a comprarla. Empieza a ser un objeto que hay que
mostrar dando su mejor cara, y con las mejores imágenes posibles.
yo siempre digo que “zapatero a tus zapatos”. Los dueños que se empeñan en no
dejar que otros operen, están muchas veces bloqueando la venta.
Hay personas que desean elegir quién será el próximo dueño, o están agarradas
al miedo, al apego. Todo esto puede boicotear la venta. Por ello, mi última
recomendación es trabajar con profesionales.
“Lo que el Home Staging persigue es que cuando entres en una casa, puedas
decir “esta puede convertirse en mi casa”.
La idea es montar la mejor “escena” posible para cualquier persona, y para esto,
elegirá tonos neutros, muebles sencillos, buena iluminación, aromas suaves.
Una decisión de compra y también de alquiler, se basa por 30% en razón y por
70% en el corazón.
Uno de ellos es elegir con la ayuda del Feng Shui, que se define como el “arte de
armonizar las casas para atraer el bienestar a sus habitantes”.
Aunque dentro de esta técnica hay muchas ramas distintas, hay algo básico que
suelen compartir y es el Mapa Bagua (abajo).
El mapa Bagua, está dividido en nueve áreas que representan las nueve áreas de
la vida, según esta filosofía oriental.
Si lo colocas “sobrepuesto” al plano de la casa, podrás utilizar sus principios
para armonizar.
Uno de los principios básicos, es elegir casas en las que ningún área esté
“mermada”, es decir casas con planos cuadrados (o lo más posible).
Uno de los remedios que nos dieron en la casa vigilada fue colocar una pecera
con peces naranjas y negros en la entrada, que era donde se recibía a los clientes.
Fue una de las épocas más prósperas y felices en todos los sentidos. La casa era
prácticamente un cuadrado perfecto.
Cuando se trata de energía, hay que recordar que también se ha de hacer una
limpieza de los pensamientos, ya que son ellos los que muchas veces atraen esas
energías discordantes.
RITUALES A ESCOGER:
Aprovecha fechas puntuales y significativas para tí, y haz tus rituales de
limpieza energética.
Coloca medio limón en la esquina de cada habitación, con una cucharada de sal
gruesa.
La sal absorbe y trasmuta las energías
Déjalo allí haciendo su trabajo durante unos días y luego retira con cuidado de
no tocar con las manos. Usa guantes en lo posible, ya que el limón ha absorbido
todas las vibraciones del lugar.
Sahumar:
Puedes quemar incienso, de mirra, ruda, sándalo, palo
Dos opciones:
1ª Puedes limpiarla directamente colando el preparado
Esa agua, si tienes posibilidad de tirarla fuera de la casa porque hay una
alcantarilla, tírala. De lo contrario, la tiras en el inodoro y dejas correr tres veces
la cisterna. 2ª Coloca en recipientes pequeños una base de sal gruesa y tres dedos
de este preparado en todas las esquinas y rincones, que no se mueve la energía.
Si tienes algún adorno que usas como protección, también puedes limpiarlo
sumergiéndolo en el recipiente. De 7 a 21 días observa el proceso de limpieza
que se está realizando muy sutilmente.
El contenido comenzará a cambiar su frecuencia vibratoria, en algunos casos a
partir del tercer día, llegando a derramarse, formando una capa blanca, en la que
podrás percibir que se está limpiando tu casa de todas las energías densas.
En las páginas que siguen relato algunos casos trabajados, cambiando los
nombres para mantener la privacidad.
Me enamoré del tema que vino a mí, quizás porque en sueños yo aún seguía
buscando mi casa.
Y por fin tenía mi primer “caso de éxito”. La mujer vino con un problema
bastante urgente: su casa no se vendía y, además, ella ya había pagado la fianza
para comprar otra.
¡Cómo la comprendía yo!, que había cometido el mismo error de precipitarme a
comprar, sin aún vender.
Quiero decir aquí, que cuando abrimos una constelación y nada se mueve, puede
haber varias causas, falta de información, (que el cliente sabe y no nos dio), falta
algún personaje que representar, o puede ser que haya un secreto familiar y que a
veces quiere salir, o lo necesita.
Creo que ella vio claramente en el punto en que estaba. El marido no parecía
tener intención de comprar; y ver esto fue duro.
En este caso se llegó a la mejor solución para esta familia: un alquiler con
opción a compra, ya que el valor de la hipoteca era casi similar al precio de la
venta, pero no terminaban de aparecer los clientes adecuados...
Lo que permite la constelación inmobiliaria, es abrir los ojos a una mirada a algo
mayor, nuevas posibilidades en un campo cuántico infinito.
Desde luego hay casos en los que es mejor vender, y lo más rápido posible. Y
esta es solo mi opinión, después de observar algunos casos a la luz de la visión
sistémica.
El casado, casa quiere
Dice el refrán que el casado, casa quiere. Lo que no cuenta el refrán, son las
formas y maneras en que se complicará la historia cuando los casados se separan
y no saben ya qué hacer con la casa. Eso nunca viene en el cuento.
En muchos finales, lo que suele usarse es aquello de “lo tuyo es mío y lo mío es
mío”.
Muchas personas consiguen dejar al cónyuge en la más perfecta ruina.
Los límites son difusos cuando dos personas se enamoran, pero eso que algunos
llaman amor, deja estragos en algunas vidas.
Una vez que la relación se acaba, la otra realidad paralela emerge. La realidad
económica de las parejas.Este caso que cuento lo he visto varias veces repetido
en casos de constelación:
Imagina que tienes una casa y tu pareja viene a vivir a ella. Tu casa es tuya,
porque ya está pagada y la has pagado tú.
Pero después de varios años de convivencia y algún hijo, (a veces, sin hijos) tu
pareja te sugiere vender “tu casa”, para comprar otra más grande, que esta vez
será “de los dos”.
Si estáis casados, a bienes gananciales, la casa será a medias. Porque es la casa
donde convivís los dos. Sin embargo, como estás muy enamorada (me tocaron
casos de mujer), en ningún sitio haces constar que gran parte del pago de la
hipoteca sale de la venta de “tu casa” pagada por tí.
Y es que cuando hay amor no deben medirse las cosas, que está muy feo, o eso
piensa la mayoría. Pero el resultado es que a esa “sociedad” hay uno que siempre
aporta más que el otro, y que pierde.
Cuando la separación de la pareja viene, el miembro que no poseía nada a su
nombre es ahora dueño de la mitad de la casa, técnicamente.
Tiene los mismos derechos, aunque no puso lo mismo. Esta es una situación que
le ocurrió a una clienta mía. Pero con el desinflamiento de la burbuja
inmobiliaria, la casa perdió valor.
Así, además de perder la pareja y sufrir una separación traumática… no ganaba
nada vendiendo la casa. Al contrario perdía dinero y ahora la mitad era de su ex
marido.
De tener su casa pagada, pasó a estar pagando hipoteca, y alquiler. La casa de la
discordia estaba vacía... Ella se encontraba realmente enfadada y con la
sensación de haber sido estafada.
El ex marido había encontrado otro lugar, en la casa de otra mujer.
En conclusión, si el casado, casa quiere, para evitar la especulación matrimonial,
la mejor de las opciones es que desde el inicio se haga separación de bienes y
que se estrene casa en común...
SOLUCIÓN MEJOR:
Cuando hay un cambio de vida, lo mejor es que haya un cambio de casa. Y que
la casa sea de los dos.
V llegó a mi consulta con un tema que no resuelve: quiere irse de la casa donde
vive, quiere mudarse, pero cada vez que encuentra un piso que le gusta, pasa
algo, como si un “oscuro misterio” la mantuviese atada a donde vive.
Pregunto por qué vive dónde vive y con quién.
Resulta que V vive con su novio, una amiga y un gato. Pronto descubrimos,
después de algunos escenarios, que el novio no le tiene mucho apego a V, cosa
que ella no imaginaba.
Ella adora la casa de su novio, y ha puesto energía y dinero en ella. También
surge en la constelación, una deuda pendiente entre la pareja.
V siente mucho enredo con el tema casa y novio. Pero, tras varias imágenes
abiertas, descubrimos que lo que V desearía es quedarse con la casa de su novio,
para ella sola.
Descubrir la realidad de nuestras emociones, nos permite cambiar la realidad de
nuestra vida. No hay nada más transformador que la verdad. La verdad nos hace
libres.
Pero en este caso ella lo explica mejor. Este es un testimonio que me dio unos
dos meses después, cuando logró salir de casa y despedirse de su novio.
Algunos me han dicho que estos videntes le han dicho que la casa está
“enfadada”.
Destacar que desde el punto de vista de constelaciones, no son las “casas” las
que están enfadadas, son las personas enfadadas las que impiden la venta.
Y aunque se haga una “limpieza energética” de la “casa”, si la energía de enfado
es de alguien relacionado con la venta, el enfado sigue ahí.
A algunas personas los enfados les duran años, y todo eso puede alargar y
bloquear un proceso de venta.
Esto ocurre sobre todo con las casas de parejas rotas. Por esto es tan importante
la separación de bienes o el prevenir.
Una de las casas que vino a mi taller llevaba diez años en intento de venta. Al
abrir la constelación, se veía que la representante de la casa estaba “enfadada”, y
que quería agredir físicamente a la mujer vendedora, y empezó a perseguirla con
muchas ganas.
El enfado mostraba que allí faltaba alguien, había un “excluido”; hacía falta
incluirlo si queríamos que se moviera y se aplacara el “enfado” de la casa.
El corazón tiene razones que la razón no entiende y los enredos sistémicos son
enredos. Este es el tipo de casas que a las inmobiliarias no les conviene coger.
Pienso que si una inmobiliaria se enfoca en los inmuebles que están disponibles
y maduros para la venta, acelerarían sus ventas y perderían menos el tiempo
enseñando las que no lo están.
Esta es en una de las ventajas que las Constelaciones Inmobiliarias pueden dar a
una agencia, pero hay muchas otras. Si las grandes empresas, ya las han
utilizado; las agencias inmobiliarias se deberían pensar en darles una
oportunidad.
Casas de sangre
Llamo “casas de sangre” a las que provienen de relaciones tóxicas, las más
difíciles de vender.
Sin embargo, de la que hablo ahora, ya fue vendida; pertenece al primer taller
que se hizo en Mar Menor.
Ella sospechaba del ex marido, que se oponía a la venta con toda su energía, pero
nunca se demostró. A veces, nosotros mismos nos boicoteamos.
Las casas de sangre representan el último objeto de discusión entre una pareja y
son un cúmulo de emociones.
Cuando se presentan estas casas, el trabajo primero es cerrar esa herida,
ayudando a la despedida armoniosa de la pareja, aun en la distancia y en el
tiempo; da igual los años, ya que las emociones siguen estando. Basta con que
uno de los implicados quiera y venga a trabajarlo, porque lo bonito de esta
técnica es que, al cambiar la mirada, cambia la situación.
La emoción cambia, la energía cambia y las ondas que se emiten cambian. Y se
produce lo inesperado. Se trabajó con la mujer, en aligerar la densidad
emocional, y en despedirse de otro modo.
Todos somos víctimas y verdugos, y asumir eso es distinto a estar solo en uno de
los lados.
Me comunicaron que en ese mismo año en que trabajamos en constelación, la
mujer, ya vibrando de otro modo, dio los pasos para la venta y en unos meses
después fue vendida.
No solo eso, sino que otra casa que la mujer tenía a medias con su familia,
también se vendió.
Cuando hablé con ella, estaba feliz con su “racha de buena suerte”.
Casas que te encuentran
Existe la idea de que buscar casa es complicado. Sin embargo hay algo que
funciona muy rápido: en cuanto defines lo que quieres, la casa te encuentra y te
elige a tí. Y lo sabes porque te dan facilidades.
Entonces pasa que los planetas se alinean para que la puedas tener: está en la
zona apropiada, tiene muy buen precio, las condiciones son ideales. Y no solo
eso, la familia que no solía hacerte mucho caso, pues van y se ofrecen para que
consigas tu objetivo, casa nueva, y quieren prestarte el dinero para que tú no
pierdas la oportunidad.
Esto es lo que le pasó a G, con la casa con luz. G recuerda que la casa le entró
por los ojos y me cuenta que la inmobiliaria utilizó con ella el truco de decirte
que hay otra persona interesada y que quien antes ponga la señal pues se la
queda… (A veces es verdad.)
G me cuenta que se fue al banco a sacar el dinero. Lo hizo despacito, para ver si
la otra persona llegaba antes. Y no, no llegó; la casa era para ella.
Y es que la casa de G fue una casa que la encontró. Sin embargo G, no terminaba
de estar a gusto en esa casa que todos veían como una casa “ideal”, con una
buena distribución, mucha luz, una amplia terraza, suelo de madera, una
decoración moderna y cálida. Una casa de revista de decoración. Pero G se
sentía agobiada en esa casa... Ya había probado a hacerle un estudio de Feng
Shui. El estudio había resultado de ayuda, pero su sensación no se iba. En el
mismo ya le habían aconsejado marcharse. Así que acude a constelación. Desde
el inicio me llaman la atención detalles que no me parecían normales y, aunque
no quiero contar los detalles de la constelación, sí diré que G se había implicado
energéticamente con la anterior dueña. Era como si el alma de la antigua dueña
aún estuviera allí. Y G no podía sacar todas sus cosas, aunque se lo habían
aconsejado.
G también hizo una “limpieza” que no le funcionó. Solo sé que cuando las
personas creen que en sus casas hay “ocupas” energéticos seguramente tienen
razón; en su casa y en todas partes.
Creo que el otro plano está ahí, aunque no lo veamos. Así que, lo importante no
es tanto si en una casa hay “ocupas” o no hay “ocupas”; es que todos los que
vivan estén en paz.
Y esto es lo que se trabaja en Constelación, que todos estén en paz. Y si es
posible, que cada uno quede en su buen lugar.
Lo que pudimos ver en la Constelación fue que la antigua dueña estaba pidiendo
algo con su mano; tenía una reclamación, que tuvimos que atender, hasta que
esta quedó tranquila.
Pudimos ver que G estaba siguiéndola y, como si de un espejo se tratara, vimos
que había algunas coincidencias vitales. Es por esto que creo que algunas casas
son fáciles de encontrar, porque son ellas las que nos encuentran; quizás el alma
de sus habitantes nos elige.
Cada círculo debe ser cerrado, pero ¿cómo sabemos que algo está bien cerrado?
Una manera en que puede observarse es en el lenguaje que utilizamos…
Dejé que se fuera con sus confusiones, porque irse confundido en una
Constelación, en contra de lo que algunos creen, puede ser una buena señal.
Al día siguiente del trabajo, me salen las frases justas y se las comunico.
En este caso, el local lo que pedía era poder ser reconocido, bendecido y
despedido con honores.
El local sirvió al negocio familiar toda la vida, lo trabajaron los padres; había
sido su pan de cada día, un sitio muy vivido.
Las personas a veces toman en serio cerrar relaciones, cerrar bien el trabajo, pero
también los lugares hay que bendecirlos y darles las gracias.
Todos los finales son, a la vez, principios. En el caso de las casas también hay
que saber cuándo toca cerrar etapa. Nuestras casas son una extensión de nosotros
mismos; a veces no nos damos cuenta de que es así.
En el tiempo que vivimos bajo un techo compartimos con él nuestro día a día,
nuestros sueños, nuestros desvelos, nuestras alegrías, tristezas, éxitos, fracasos,
nuestro sueño y descanso, reuniones...infinidad de momentos. Nuestros secretos
más inconfesables a veces tienen nuestra casa de testigo, nuestros miedos más
profundos….
Las casas están vivas, porque hay mucha vida en ellas. Toda esa energía de lo
compartido, de lo que allí ha sucedido, se queda impregnada en sus paredes.
También una parte de ellas se queda impregnada en nosotros. Por eso es muy
habitual que, si no somos conscientes de estas cosas, nuestra casa esté enfadada
o triste y las cosas empiecen a romperse… De todo esto ya ha hablado Lola.
Yo quiero contarte que, si tomas consciencia de que tu casa está viva y guarda
memorias de lo vivido en ella, cuando decides marcharte, o venderla, o
alquilarla, o cerrarla, le debes algo.
Y es importante saldar esa deuda y cerrar esa etapa, para ser libre de lanzarte a tu
nueva vida y dejar a tu casa con lo que se merece y le corresponde.
Una puerta que cierras con GRATITID, abre otras siete. Eso dice gente muy
sabia y yo te animo a que lo pongas en práctica.
Lola me ha pedido que escriba un ritual de despedida para las casas, para poder
cerrar la puerta sin dar un portazo, sin dejar nada pendiente.
Y yo te voy a sugerir algo muy sencillo, aunque tú te puedes dejar llevar por la
inspiración y por tu imaginación y adornarlo y completarlo como desees.
Las palabras claves son gratitud, amor y honrar lo vivido, lo bueno y lo malo.
El ritual sería el siguiente:
En voz alta dices: Agradezco y honro todo lo vivido en este salón, todas las
celebraciones, las comidas, todos los momentos de ocio, de descanso, de juego,
de disfrute. (Puedes añadir lo que consideres).
Agradezco y honro todo lo vivido, todos los momentos tristes, de soledad, las
discusiones, las amarguras, las prisas, el estrés, el enfado, todas las emociones
que viví aquí. (Pues añadir lo que consideres).
Te doy las gracias por TODO, lo bueno y lo menos bueno, todo me ha hecho
poder llegar a este momento en que me despido de ti.
Te envío amor y gratitud y me llevo solo lo que me pertenece, deseando lo mejor
a quien venga a habitarte. Te dejo libre y yo soy libre de seguir mi camino.
Habitación principal:
corazón conectas con ese lugar y en voz alta: Agradezco y honro todo lo vivido
en esta habitación, todo el descanso de mis hijos, sus juegos, sus sueños, su
alegría.
Agradezco y honro todo lo vivido, sus enfados, las pesadillas, sus desafíos.
Te doy las gracias por TODO, lo bueno y lo menos bueno, porque todo me ha
hecho poder llegar a este momento en que me despido de ti.
Te envío amor y gratitud y me llevo solo lo que me pertenece, deseando lo mejor
a quien venga a habitarte. Te dejo libre y yo soy libre de seguir.
Baño
De nuevo tres respiraciones y con las manos en el corazón conectas con ese
lugar y en voz alta:
Agradezco y honro todo lo vivido en este lugar, mi higiene personal, mis baños
reparadores, mi relax, mi belleza contemplada en ti, mi cuidado personal.
Te doy las gracias por TODO, lo bueno y lo menos bueno, todo me ha hecho
poder llegar a este momento en que me despido de ti.
Por último, frente a la puerta de entrada: Gracias por haber sido mi hogar,
por haberme cobijado, por haber sido mi refugio, por haber sido parte de mí.
Puedes encender una velita blanca, si así lo sientes, poner una musiquita suave y
encender un incienso para acompañar el ritual, si lo haces tanto físicamente
como a distancia. A las casas les gustan estos detalles; es como una ofrenda
hacia ellas.
La clave es despedir con amor, y gratitud y honrando lo vivido, desde ese lugar
todos los finales son grandes principios…ya lo verás.
Sandra Argüelles (Ver Colaboradores)
Viviendo la casa número 13
Escribo desde la casa número 13. Sé que no es la última, pero las cosas son más
fáciles aquí.
Encontrar alquiler para todo el año en una población vacacional es casi misión
imposible.
Además, tengo incluido trastero y plaza de garaje, estoy en el centro de la
población, enfrente de la parada del autobús y la avenida principal.
La planta de la casa es casi cuadrada, no le falta ninguna estancia en su plano,
según el Feng Shui. Un patio amplio y con luz cenital divide dos filas de casas
que se saludan al entrar.
Hay pequeños jardines y las plantas pueden vivir, alegrando la vista al entrar.
Qué diferencia con la casa 11, donde las plantas eran prohibidas. Era un edificio
lleno de tristezas. Aquí se ve alegría. Algunas son casas de vacaciones.
Hay 13 viviendas, en cada planta. Todas ellas suman 26, en el botonero de los
timbres están representadas todas las letras del alfabeto.
Se cuenta que el nombre del edificio, es el nombre que los antiguos romanos le
daban al Mar Menor, aunque según en qué sitio se busque el origen, ese nombre
se les atribuye a los árabes….
Cuando digo a algunos que es mi casa 13, sienten yuyu. Sin embargo fue un
número sagrado para mayas y egipcios. Es el número de la trasformación y un
número que se ha repetido mucho en mi vida.
Sin embargo, haber sido correctora de textos, cuando tenía mi primera revista,
me ayuda a ser muy detallista leyendo los textos, sobre todo de otros…
Cuando leí, en el Idealista, “alquiler 51 euros”, sabía que era un error, y solo por
curiosidad llamé.
Ciertamente era un error. El precio eran 151 euros, por día, ya que era una casa
de lujo, y vacacional, en primera línea del mar, hay muchas de esas por aquí.
Pero “casualmente” tenían otra, más pequeña y cercana a mi presupuesto de todo
el año.
Era justo lo que yo había pensado encontrar. La casa 13 es la perfecta en este
momento. Acabo este libro aquí, porque es el lugar ideal, ahora.
Pero también, doy gracias a Dios todos los días de que haya internet, porque mi
lugar de “trabajo-vida” es el mundo entero. También te doy las gracias a ti si has
llegado hasta aquí.
Colaboradores Especiales
Sandra Argüelles . Maestra y Lectora de Registros Akáshicos
Suma Sacerdotisa de la Tierra Coach y Terapeuta holística
PAGINA WEB www.sandrarguelles.com
Escribir es terapia para mí, pero aun así, no es nada si no sirve para quien lo lee.
Si te gustó, quiero proponerte algo: ayúdame a ayudar. El plan es el siguiente:
Primero: hazte una foto, con el libro en tus manos y que se vea la portada.
https://www.facebook.com/LolaCBelmonte/
¿Trabajamos?
ALGO DE MI
Viaje a Madrid para "buscarme la vida", eso que hoy llaman emprender. Allí por
el año 1993 fundé mi propia revista de terapias, pionera en su sector.
Consultas, y Talleres.
TALLERES
- Reconecta, Constelaciones para la vida diaria.
- El Lenguaje de Tu casa, Constelaciones Inmobiliarias
- Abundancia Sistémica, Dinero y Constelaciones.
- Volver a nacer (en preparación)
ORGANIZA
Si deseas organizar un taller en tu centro, sala, asociación, agencia inmobiliaria,
o grupo de amigos,
contáctame.
www.LolaCBelmonte.com