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Han pasado 12 años desde que la mayoría de nosotros pisó por primera vez un salón de clases del

Colegio San Carlos. Durante esos 12 años, han pasado aproximadamente 456 semanas, 2280 días,
15960 horas, 957600 minutos, y algo más de 57 millones de segundos. ¿Cuántos segundos pasamos
jugando en los recreos? ¿Cuántos en las filas del almuerzo, escribiendo ensayos, divirtiéndonos con
nuestros amigos? ¿Cuántas horas en los trayectos en los buses escolares, en la iglesia, en los salones
de clase? ¿Cuántos minutos invertimos en practicar un deporte, o en ensayar una opereta? ¿Cuántas
campanas sonaron? Tantas experiencias, tantas memorias que nos prepararon para enfrentarnos a
los diferentes retos que se nos presentaron para llegar a este momento.

Son varios años de aprendizaje. Muchos años de formación. Ingresaron niños, se gradúan hombres.
12 años bajo el cuidado y enseñanza de un gran hombre y maestro como lo fue el Padre Francis, un
líder que dedicó su vida a la formación de grandes seres humanos, humildes, responsables,
respetuosos y solidarios. 12 años creando vínculos y uniéndonos cada vez más como generación;
años de intensa academia, de dedicación y trabajo duro que desarrollaron en cada uno de nosotros
el rigor y la autonomía necesarios para enfrentarnos a la vida universitaria. Años de grandes
experiencias que se vivieron bajo las cuatro paredes de los salones, las risas, los pesares, las
dificultades. Crecimos también amparados por las amiguitas y los amiguitos de la cafetería y el taller,
con su dedicación y cariño al servicio del colegio. Muchas horas, minutos y segundos guiados por
excelentes profesores, enfocados en desarrollar lo mejor de nosotros. Y hoy parece que el tiempo
fue tan corto.

Nos encontramos en una etapa crucial de nuestras vidas. Finalmente estamos alcanzando la
añorada adultez, conscientes de todo lo que se vivió para llegar a este momento. Estamos en
vísperas de nuestra etapa universitaria. Es un cambio que nos llena de ansiedad pero necesario para
poder cumplir los sueños y aspiraciones de cada uno de nosotros. Muy pronto, empezaremos a
tomar nuestras propias decisiones morales, económicas, políticas, sociales y personales,
demostrando que finalmente hemos dejado atrás los niños que solíamos ser. Esta generación de
San Carlistas tiene el potencial y el talento para jugar el papel protagónico y de liderazgo en el
crecimiento de nuestro país.

Gracias a las directivas, por ser los líderes de esta comunidad. Gracias a los trabajadores y
empleados, por hacer del colegio un espacio con calor de hogar. Gracias a los profesores, porque
más allá de cumplir con el acompañamiento académico, nos brindaron apoyo y ejemplo. Gracias a
nuestros padres, por su amor incondicional y por su claridad al momento de escoger al San Carlos
como la mejor opción para nuestra formación. Gracias compañeros, amigos, hermanos. Que el
tiempo permita encontrarnos nuevamente.

Gracias Padre Francis. Gracias por siempre.

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