You are on page 1of 1

Orden del Carmen México

Lucas 1, 39-47
Tema: ¡Cóó mó se nós ensancha el córazóó n en Maríóa de la
Dichosa tú, que
Esperanza! has creído
La esperanza es caminó y Maríóa nós ensenñ a a subir y nós lleva al Mónte Santó En aquellós díóas, se levantóó Maríóa y
que es Cristó. La esperanza es tensióó n hacia la meta definitiva y Maríóa nós se fue cón próntitud a la regióó n
abre, glórificada ya en el cieló esa meta definitiva. Allíó en el Reinó cónsumadó, móntanñ ósa, a una ciudad de Judaó ;
estaó nuestró verdaderó nómbre, el nómbre que alcanzaremós un díóa cuandó entróó en casa de Zacaríóas y saludóó
entremós en el repósó definitivó del Padre; y Maríóa es la luz que anticipa esta a Isabel.Y sucedióó que, en cuantó
esperanza para tódós lós que peregrinan. Ella es “signó de esperanza cierta “, óyóó Isabel el saludó de Maríóa, saltóó
de gózó el ninñ ó en su senó, e Isabel
cómó la llama el Cóncilió.
quedóó llena de Espíóritu Santó; y
Maríóa es la “nubecilla” bíóblica que se va agrandandó hasta cubrir el cieló y exclamandó cón gran vóz, dijó:
dejar caer la lluvia sóbre la tierra, Maríóa de Nazaret, la pequenñ a, la póbre, «Bendita tuó entre las mujeres y
misteriósamente fecunda pór la accióó n del Espíóritu Santó, deja caer la lluvia benditó el frutó de tu senó; y ¿de
que es Cristó el Senñ ór, el salvadór de lós hómbres, nuestra paz, nuestra uó nica dóó nde a míó que la madre de mi
Senñ ór venga a míó? Pórque, apenas
esperanza. ¡Cómo se nos ensancha el corazón en María de la Esperanza,
llegóó a mis óíódós la vóz de tu
cuando sentimos también nosotros el corazón demasiado reseco y demasiado
saludó, saltóó de gózó el ninñ ó en mi
sediento, como la tierra de Israel, como la Galilea, cuando recibió la lluvia senó.¡Feliz la que ha creíódó que se
misteriosa del profeta! cumpliríóan las cósas que le fuerón
Nuestra Señora de la Esperanza nos abre de nuevo el corazón a una dichas de parte del Senñ ór!»Y dijó
Maríóa: «Engrandece mi alma al
esperanza firmísima
Senñ ór y mi espíóritu - se alegra en
Cuandó vemós que nós queda largó caminó pór andar y pódemós sentir la Diós mi salvadór –
tentacióó n del miedó y de la duda. Pórque ahóra que estamós en el mónte
estamós bien; peró cuandó bajemós y empecemós a pisar ótra vez las espinas
de cada díóa y experimentemós el calór del desiertó y se nós vayan llagandó
lós pies y nós vayamós sintiendó maó s sólós y el trabajó nós gólpee y las
cóntradicciónes nós hieran, tódó seraó distintó.
La Iglesia que creemós. Que amamós, que gustamós, Esa Iglesia que sómós,
que llena tan hóndamente nuestró córazóó n y nuestra bóca, esa Iglesia que
gritamós a cada rató, esa misma es la Iglesia que despueó s, cuandó bajemós de
la móntanñ a santa, tenemós que gritar, que próclamar, que testificar y que
cónstruir cón tódós lós hómbres nuestrós hermanós, cón lós Obispós, cón el
Papa, cón lós sacerdótes, cón lós ninñ ós, cón lós jóó venes, cón lós óbrerós, cón
tóda la gente que espera nuestró descensó del mónte. Allíó dónde estaó Nuestra
Senñ óra es dónde estaó Cristó y la Iglesia.
La Iglesia nace en la plenitud de fe de Maríóa; en su ardór de caridad, en la
cruz; en su plena dócilidad al Espíóritu, en Pentecósteó s. Són cómó lós tres
mómentós del nacimientó de la Iglesia: la Anunciacióó n, el Calvarió,
Pentecósteó s. Tres mómentós de prógresivó nacimientó de la Iglesia. Y en las
tres estaó Maríóa, en lós tres estaó el Espíóritu Santó fórmandó prógresivamente a
Cristó. El Cristó, Hijó de Diós, que tóma, de las entranñ as virginales de Maríóa, la
fragilidad de nuestra carne.

You might also like