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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: “Poesía juglaresca y juglares”. Espasa Calpe. Madrid. 1962.

(Parte I: “Los
juglares en general”)

1. ¿Qué era un juglar?


Es un término de significación muy amplia, de varios sentidos, según las
circunstancias y las épocas. Aun dentro del mismo siglo XIII en las cortes se designaba
como una clase de personas y entre el pueblo otra.
Menéndez Pelayo nos dice que “la juglaría era el modo de mendencidad más
alegre y socorrido, y a ella se refugiaban lo mismo infelices lisiados que trúhanes y
chocarreros, estudiantes noctámbulos, clérigos vagabundos y tabernarios, y en general
todos los desheredados de la naturaleza y de la tortura que poseían alguna aptitud
1 artística y que gustaban de la vida al aire libre o tenían que conformarse con ella por
necesidad”.
Otro punto de vista tomo hoy Liciniano Sáez: “la voz joglar no solo se
corresponde a truhan, bufón, cantor de coplas por las calles y comediantes, sino que
también corresponde a los poetas, a los que cantaban en las iglesias y los palacios de los
reyes y de otros grandes señores, a los compositores de danza, juegos y de toda especie
de diversiones y alegrías, a los organistas, tamborileros, trompeteros y demás rocadores
de instrumentos; en una palabra a todos los que causaban alegría.”
Con este autor coincide Pidal (revisar bien) en ensayar una definición a la cual
agrega las habilidades del charlatán, del acróbata, del saltimbanqui, del escamoteador, u
otros parecidos, y construyendo llama, por fin, juglares a todos los que hacían la
profesión de divertir a los hombres.
(…) concepto de espectáculo público, “pues el literato que escribe una obra no
es un juglar si él no la recita delante de un grupo de oyentes, entonces los juglares eran
todos los que se ganaban la vida actuando ante el público”.
Los solaces principales del juglar son el canto y la música. Todo lo alegre o lo
burlón podía llamarse juglar, tomando a esta palabra en sentido adjetivo: sermón, juglar,
lengua juglara, esta calificación tiene un valor despectivo, sobre todo cuando se aplica a
personas. De igual modo, juglaría significa oficio o menester del juglar, la diversión o
espectáculo que proporciona el juglar y luego pasa a significar burla, chanza.
Los juglares y los tipos afines a ellos solían llevar trajes vistosos.
2. El juglar y los tipos a él afines

Recitadores bárbaros
(germánicos)

JUGLAR Teatro romano

Poeta árabe

Trovador (Siglo XI): poeta más culto, no ejecutante- Sur de Francia.


MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: “Poesía juglaresca y juglares”. Espasa Calpe. Madrid. 1962. (Parte I: “Los
juglares en general”)

 Juglar: aunque muchas veces fuese poeta, se ganaba la vida con el canto de
versos ajenos o con las inferiores habilidades de saltimbanqui, fue siempre un
tipo menos noble que el trovador y supeditado a éste.
 Trovador: aunque cantase en público, a veces, no lo hacía por oficio, y aunque
muchas veces fuera pobre, era siempre el poeta de las clases cultas. Muchos
caballeros y de la más alta posición social, buscaban en el ejercicio de la poesía
y la música la plenitud de sus cualidades caballerescas.
(…) es el caballero, o la persona cualquiera, que hace versos como los histriones (uno
de los tres tipos procedentes del teatro romano).
2
El trovador, no solo por lo común, era socialmente superior al juglar, sino también lo
era intelectualmente, como persona más instruida.
 Todos los que viven vilmente y no pueden presentarse en una corte de valía,
como son aquellos que hacen saltar simios o machos, cabríos o perros, los que
muestran títeres o remedan pájaros, o tocan o cantan entre gentes bajas por un
poco de dinero, estos se llaman bufones.
 Los que con cortesía y ciencia saben portarse entre las gentes ricas para tocar
instrumentos, contar las “nuevas” o relatos poéticos, cantar versos y canciones
hechas por otros, éstos poseen el nombre de juglar.
 Aquellos que saben trovar verso y tonada, y saben hacer danzas, coblas,
baladas, albadas y serventisios, deben ser llamados trovadores.

JUGLAR PROVENZA PROVENZAL


(¿Dónde nació)- (Gentilicio)
(Ciudad)

El juglar bueno se esfuerza cada día por adelantar en su oficio, se pica de cantar
canciones de buenos trovadores, bien hechas según arte; posee las tres esenciales
condiciones juglarescas: donaire, voz y fiel memoria para hacer lucir los versos sin
alterar en nada las perfecciones que el trovador puso en ellos. En opinión de los
trovadores, el juglar carece por naturaleza de toda poética inventiva.
(…) en las cortes, se hacía cada vez mayor. En la segunda mitad del siglo XIV,
el juglar además de haber perdido el poetizar, abandona cada vez más el canto, viniendo
a dejar su oficio reducido al de simple músico o al inferior del bufón.
Desde el siglo XIV, en vez de juglar, se practicó la denominación menestrel o
ministril, venida del francés. En España adoptó la forma de ministril para designar el
músico de las casas señoriales o de las fiestas solemnes. Después de esto, el antiguo
nombre de “juglar” quedó como sinónimo de “chocarrero que trata y habla siempre de
burlas”, o como truhan vagabundo y de mala vida.
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón: “Poesía juglaresca y juglares”. Espasa Calpe. Madrid. 1962. (Parte I: “Los
juglares en general”)

En España, tenemos el primer término SEGRER (1), es una clase intermedia


entre el trovador y el juglar, era un “trovador que andaba por las cortes (anterior al
trovador provenzal)”. El segrer era superior al juglar, mientras es de suponer fuese
villano, el segrer solía ser escudero, era un hidalgo, aunque de ultima clase porque no
tenía medios para aspirar a caballero; buscaba en la poesía una manera de vivir. El
segrer era un juglar trovador, se distingue del trovador en que recibe paga por sus
canciones, y del juglar en que es un hidalgo y en que compone canciones cortesanas por
su profesión. Siguen luego los REMEDADORES (2), el espectáculo que daba se
llamaba “remedamiento” o “remedijo”. Los CABALLEROS SALVAJEs (3), otro tipo
3 afín al juglar, eran luchadores o domadores de fieras, remedo juglaresco del caballero
guerrero y cazador. El último tipo afín es el de los CLÉRIGOS o ESCOLARES
VAGABUNDOS (4), practicaban la música (con más refinamiento que en los juglares);
éstos a causa de su ilustración eran autores.
Al lado de los juglares, hallamos juglaresas a las que que sobre todo en el siglo
XII veremos en los palacios de los reyes y de los prelados, lo mismo que en las
diversiones del pueblo. Muchas de sus artes femeninas derivan de las que desplegaban
las bailadoras que alegraban los testines romanos. Éstas no pueden ser las únicas que
den origen a las juglarescas medievales. Las cantoras musulmanas tuvieron que influir
mucho en las cristianas.
La judaresca viene a ser en el siglo XIII el tipo más corriente de la mujer errante
que se gana la vida con la paga del público. Un tipo análogo o igual era la soldadera. El
nombre de soldadero equivalía a jornalero y aunque el femenino tuviese también este
sentido general, contraía más bien su significado para designar a la mujer que vendía al
público su canto, su baile y su cuerpo mismo. Las soldaderas aparecen en las
ordenanzas de los palacios del siglo XIII con oficio análogo al de los juglares y las
juglaresas. La soldadera no solo aparece en compañía inseparable del juglar, sino
también del trovador ajuglarado. El arte de la soldadera era apreciado como el de una
corista, en las cortes éstas se distinguían por su diverso rango, unas a caballo, otras a
pie. Como el juglar acomodado tenía algún sirviente, la soldadera solía ir acompañada
por una manceba sin cuyos servicios no puede vivir.
En la juglaría popular hacia 1330 no actuaban las soldaderas, o figuraban muy
poco.
El juglar ante su público
El juglar divertía a todas las clases sociales, desde las más altas hasta las más
ínfimas, y hay quien, atendiendo a esta variedad de público, divide la juglaría en dos
mitades de origen diverso: una, que vive entre el pueblo bajo, heredera de los mimos, y
otra, consagrada a los nobles y derivada de los bardos y las escaldas.
En los palacios de los reyes ya existían mismos fijos. El arte de los juglares
llegaba a ser la afición más peligrosa de los reyes, pues les hacía olvidar los negocios
públicos. Desde 1136 hay noticias de juglares adscritos al servicio especial de la corte
de los reyes de Castilla. Los juglares eran ornato principal de la corte y esparcimiento
necesario. En las cortes de los grandes señores, según la importancia de éstos, eran
acogidos los juglares a imitación más o menos rica de las cortes regias. El oficio no
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juglares en general”)

podía sostenerse sólo a costa de los reyes, y el juglar viajaba de corte en corte visitando
los castillos de los infanzones y caballeros o yendo a las casas de ellos en los ciudades.
Y claro es que, además de los juglares viajeros, había otros sostenidos y pagados en las
casas señoriales. Los señores se servían, no sólo de las artes musicales e histriónicas de
los juglares, sino de todas las habilidades que éstos solían poseer, desde las más
extrañas, como la destreza de pescar, hasta las más frecuentes, como las del buen
mensajero; pero no sólo esto, el juglar llevaba misivas muy a prosa corriente, sirviendo
de mediador en los amores, por ejemplo.
El juglar tenía para la dama otro atractivo muy particular, el era el divulgador de
4 los loores (alabanzas) que le tributaba el enamorado. Los señores eclesiásticos, lo
mismo que los civiles tenían sus juglares, y no solo ataban sino que también
comunicaban mucho los simples clérigos.
También los municipios pagaban a los juglares. Hay que tener en cuenta que los
juglares, en gran número, vivían de asiento en las ciudades.
En el siglo XIV encontramos también juglares asalariados adscritos al servicio
de una ciudad.
También importa notar que las grandes ciudades, algo así como los reyes,
pagaban fuertes sumas por oír sus elogios en boca de los juglares. Había juglares por
puerto fijo, que cobraban una quitación o salario mensual en dinero y paño para vestir, o
en cebada o vino. Pero el modo primitivo, el más común de vivir en juglar, era viajando
de un sitio a otro para buscar público variado, de quien recibía dones. Los dones que
recibía el juglar eran muy diversos, según la calidad del público que los otorgaba. Los
reyes recompensaban a los juglares a veces con casas o heredades, también concedían
rentas públicas, franquezas y exenciones.
Los juglares acompañaban a los señores y a las damas en sus viajes. Eran
también indispensables los juglares en las huestes o en la armada para tocar trompas y
los tambores. El juglar acude también a mitigar los sufrimientos de un enfermo.

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