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instituciones
Se piensa, en este sentido, que el llamado contexto es, en rigor, texto del grupo, es decir
que no hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de influencia
sobre los acontecimientos grupales, sino que en realidad es parte del propio texto
grupal, en sus diversas modalizaciones, es por ende fundante de cada grupo.
Se afirma así que más allá de sus dimensiones expresiva y comunicativa, el texto grupal
tiene un poder generador de sentidos. Implica, por tanto, un juego infinito, donde el
sentido que en algún momento de lectura se le otorga, no agota su productividad. Como
el texto del sueño, como los textos escritos, los textos del grupo son inagotables. Mas
que un sentido oculto, sustancial, que la interpretación debe develar, el texto mismo es
un permanente generador de sentidos, que en virtud de sus atravesamientos, se inscribe
en múltiples significaciones.
Pero tan particular relación entre texto y contexto ¿es privativa de situaciones sociales
límite o, por el contrario, es una constante del funcionamiento de los grupos?
Lo social siniestro no solo comenzó a refutar con insistencia el artificio de los grupos-
islas, también mostró la necesidad de reflexionar sobre las formas permanentes de
relación entre lo grupal y lo social. Una de ellas es sin duda la dimensión institucional.
En este sentido una institución es una red simbólica socialmente sancionada en la que se
articula junto a su componente funcional un componente imaginario. (castoriadis)
La dimensión institucional trasciende los edificios. En tanto red simbólica que articula
componentes funcionales e imaginarios, su presencia en los grupos puede tener
diferentes grados de visibilidad o invisibilidad.
Lo imaginario institucional tanto puede promover como dificultar las actividades de
grupo. En ese sentido es que se considera restrictivo leer todos los procesos que en un
grupo acontecen solo desde los llamados dinamismos propios de un grupo o desde el
producto de las resonancias fantasmáticas de las singularidades que componen al
colectivo.
Mucho son los ejemplos al respecto en las instituciones manicomiales donde equipos
profesionales “de avanzada” intentan transformar la situación de alguna sala. Solo desde
una utopia de transformación de la institución, esos pequeños colectivos pueden
enfrentar los paradigmas organicistas y las políticas sanitarias de la psiquiatría clásica.
Solo desde un proyecto severamente contrainstitucional con respecto al manicomio
pueden sostenerse prácticas rodeadas de tanta adversidad. (baremblit)