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“MARE E CAP DEL REGNE”.

LAS RELACIONES EPISTOLARES DE LA CIUDAD


DE VALENCIA A FINALES DEL REINADO DE ALFONSO EL MAGNÁNIMO
(1449-1454)

Ivan Martínez Araque1

RESUMEN: El presente trabajo ha tratado de analizar la correspondencia de la ciudad


de Valencia a mediados del siglo XV, en un momento de crecimiento económico nota-
ble de la capital valenciana y en el que se habían consolidado cambios significativos en
la estructura del estado en la Corona de Aragón. A través del millar de cartas enviadas
por Valencia en el período estudiado, hemos querido aproximarnos a las relaciones polí-
ticas del municipio con otras instituciones y a la sujeción de su amplia área de influen-
cia.

1
Becario de Investigación V Segles de la Universitat de València. Departamento de Historia Medieval.

1
A principios de 1451 saltaron todas las alarmas del reino. Las autoridades municipales
de Alicante, Orihuela y Dénia escribían a la capital valenciana inquietadas por lo que
estaba ocurriendo en el vecino reino de Murcia2. Por su parte, los jurados valencianos
decidieron enviar una serie de misivas a algunos personajes principales del país y tam-
bién a Nápoles, al monarca y a su corte, explicando que el rey de Granada con gentes de
armas había penetrado en tierras murcianas acompañado de un miembro de la familia
Fajardo, “lo qual, en ses obres, demostrà ésser més moro que cristià”, y causaron
enormes daños. Ante tal amenaza, el gobernador general convocó a los tres estamentos
del reino para preparar las defensas. Este episodio, incluso, hizo aflorar alguno de los
temores más profundos de la clase dirigente valenciana. Se advertía, en alusión a los
mudéjares valencianos, que “tenim los dits nostres enemichs en casa molt favorejats”3.
La ciudad de Valencia, como principal representante del brazo real, notificaba al rey,
por medio de una escueta carta escrita algo más tarde, que todo había sido fruto de un
malentendido. En realidad, sólo se trató de un séquito de un capitán granadino que había
entrado en Murcia, invitado a unas nupcias que celebraba Diego Fajardo. Eso sí, con-
cluían la misiva recordando al monarca que solamente era atribución del rey, y no de
ningún oficial real, la convocatoria de un parlamento, que esta reunión fue organizada
por la gravedad que parecía revestir el caso4.
En los últimos años la historiografía ha subrayado el carácter narrativo de la documen-
tación oficial, que ofrece en muchas ocasiones una argumentación interesada y parcial,
como un medio de transmisión de los valores de las clases dominantes5. Estas mismas
características se pueden aducir para la correspondencia enviada por los municipios
durante los últimos siglos medievales. Una documentación particularmente abundante
en la Corona de Aragón y que en Valencia, de hecho, se conserva una serie específica
sobre las cartas redactadas por la ciudad6. Efectivamente, estas epístolas resultan crípti-

2
Arxiu Municipal de València, Lletres Missives ,sig. g3-21, ff. 152v y 159-160.
3
AMV, LM, 21, f. 164-164v.
4
Íbidem, ff. 166v-167.
5
Sobre la renovación en la paleografía de lo que se ha denominado Historia Social de la Escritura, vid. CLAUNCHY, M. “La
cultura escrita, la ley y el poder del Estado”. Seminari Internacional d’Estudis sobre la cultura Escrita, 5, Valencia, 1999, y PE-
TRUCCI, A. “Escriptura de la memòria i memòria de l’escrit. De l’ordre dels objectes escrits al desordre de l’escriptura virtual”. En
esta misma colección, 4, Valencia, 1999.
6
Recientemente se han trascrito algunas de las cartas más relevantes para el siglo XIV, RUBIO VELA, A. Epistolari de la València
medieval. Valencia, 1985, o CABANES CATALÀ, M. L. Correspondencia entre el “Consell” de Valencia y las tierras alicantinas
en el siglo XIV. Alicante, 1996. Por otro lado, BARRIO, J. A. “Los sistemas de propaganda política de las élites urbanas en el reino
de Valencia. Siglos XIII-XV”. XVII Congrés d’Història de la Corona d’Aragó, vol. I. Barcelona, 2003, pp. 63-72, ha puesto de
relieve cómo las cartas municipales suponían un instrumento eficaz de propaganda política de las oligarquías urbanas.

2
cas a menudo, con un relato de los hechos sesgado y bajo el prisma de los intereses de
las autoridades valencianas o, igualmente, se muestran contradictorias a menudo.
Sin embargo, bajo el corsé de una argumentación basada en una lectura particular de los
fueros y privilegios, en la aplicación de medidas que en las que se decía buscar el bien
común de la cosa pública, con claras resonancias eiximinianas para la defensa del co-
mercio, o en acciones que se justificaban por el servicio al rey, las cartas estudiadas
revelan algunos de los principales rasgos de las relaciones políticas entre el municipio
de Valencia y otros organismos, precisamente en un momento en que éstas sufren una
gran transformación con la consolidación del estado a lo largo del siglo XV. Más allá
del marco institucional fijado, algunas de las misivas indican las prácticas o el desarro-
llo de distintas facultades que fue consiguiendo la ciudad de Valencia y, por ende, seña-
lan las principales preocupaciones de la oligarquía urbana. Además, es a mediados de
esa centuria cuando el sistema económico valenciano alcanzó su madurez, debido, entre
otras causas, al despliegue de la política económica llevada a cabo por la ciudad, y al-
gunas de sus directrices se pueden seguir a partir de la correspondencia. Gracias, ade-
más, a su carácter seriado, hemos pretendido estudiar de un modo cuantitativo los desti-
natarios de las cartas registradas, en un intento, en suma, de aproximarnos al área de
influencia de la capital valenciana en los años centrales del cuatrocientos7.

1. “AB PLEC DE LETRES QUE VA AB LA PRESENT”


Paradójicamente, pese a tratarse de una fuente bien conocida, no existen todavía estu-
dios de conjunto sobre la evolución de la correspondencia de los consejos valencianos,
tampoco en otros territorios de la antigua Corona de Aragón, lo que hace dificultoso un
estudio comparativo8. Podemos decir que la serie llamada Lletres Missives se trata de un
registro de algunas de las cartas elaboradas por la escribanía de Valencia, las cuales, a
mediados del siglo XV, presentan unas fórmulas simplificadas y una estructura interna

7
Algunos balances historiográficos sobre el siglo XV valenciano: FURIÓ, A. (dir.) Historia de Valencia. Valencia, 1999, IRADIEL,
P. “Valencia y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón”. La Corona d’Aragó. El regne de València en l’expansió medi-
terrània (1238-1492). Valencia, 1991, pp. 81-88, CRUSELLES, E., NARBONA, R. “Espacios económicos y sociedad política en la
Valencia del siglo XV”. Revista d’Història Medieval, 9, 1998, pp. 193-214, y la obra clásica de BELENGUER, E. València en la
crisi del segle XV. Barcelona, 1976.
8
A parte de las obras citadas anteriormente sobre las misivas enviadas por Valencia, destacamos los estudios de CABANES CA-
TALÀ, M. L. “Relaciones epistolares entre el “Consell de València” y Mallorca: Estudio diplomático”. XIII CHCA, vol. II. Palma,
1990, HINOJOSA, J. “Las relaciones del municipio valenciano con Murcia y Lorca durante los siglos XIV y XV”. Homenatge al
doctor Sebastià Garcia Martínez, vol. I. Valencia, 1988, pp. 127-141, y del mismo autor, “Intereses valencianos a través de las
relaciones epistolares con Alicante durante el Trescientos: un intento de sistematización”. Anuario de Estudios Medievales, 29, 1999,
pp. 429-445.

3
consolidada. En efecto, y tan solo en los cinco ejercicios que van desde 1449 a 1454,
hemos contabilizado más de un millar de documentos9. Y muestran, bajo la intitulación
de los jurados de Valencia, la diversidad de atribuciones que llegó a abarcar el munici-
pio. Podemos distinguir, pues, una variada tipología de las epístolas según algunas de
las funciones que cumplieron, y destacamos las siguientes10:
-Cartas destinadas a cargos del municipio, que contienen instrucciones o indicaciones a
oficiales municipales u otros personajes particulares, especialmente a mensajeros de la
ciudad en otras localidades o administraciones de la Corona.
-Otras que podemos calificar como de recomendación o de creencia, solicitadas al con-
sell por particulares normalmente para dirigirse hacia otras autoridades, para reclama-
ciones o provisión de cargos, etc., y que los magistrados urbanos asumen para la reivin-
dicar los derechos de sus ciudadanos.
-Otro tipo de misivas versan sobre las peticiones por parte del municipio de algunas
medidas a otras instituciones, sobre denuncias a vulneraciones de leyes o respuestas a
requerimientos de otras autoridades…
-El consell de Valencia, a parte de la jurisdicción propia de su amplio término, también
contaba con ciertas competencias sobre el conjunto del país como tribunal de los marja-
les o como tribunal de los emprius, esto es, del tribunal sobre los pastos del reino, cuyas
deliberaciones eran enviadas en forma de carta11.
-Por último, hemos querido señalar las que tienen que ver con un sistema casi autónomo
del resto, las referidas a las cartas del sistema de avisos, con las que los territorios coste-
ros de la Corona se iban informando del avistamiento de navíos enemigos12.
Otra de las limitaciones de esta documentación es que no sólo por el destinatario o por
la naturaleza de las misivas se halla influida su estructura interna, a veces depende del

9
Hemos estudiado los libros 21 y 22 que abarcan desde junio de 1449, cuando se eligieron los magistrados urbanos para esa legisla-
tura, hasta finales de junio de 1454 que contienen 1.031 cartas. Por ejercicios la distribución es la siguiente: 1449-1450, 259; 1450-
1451, 240; 1451-1452, 120; 1452-1453, 164; 1453-1454, 248. Respecto a esta serie, desde finales del siglo XIV, presenta una gran
continuidad, salvo el vacío de algunos años –significativamente las coyunturas donde la clase dirigente de la capital se vio más en
entredicho, como en el Interregno-.
10
CABANES CATALÀ, M. L. Correspondencia entre el “Consell”… Op. cit., pp. 21-41, elabora una clasificación basándose en la
estructura interna de los documentos, de los que distingue dos grandes grupos: los comenzados por la intitulación o por la dirección,
de lo que se infiere un grado u otro de formalidad. Mientras que CUÑAT CÍSCAR, V. M. “Diplomática municipal. Análisis y
tipología de la documentación municipal valenciana a principios del siglo XIV”. Saitabi, 28, 1988, pp. 89-107, realiza una división
atendiendo al verbo dispositivo.
11
La serie que compila las sentencias de este tribunal comienzan en 1481, vid. GRAULLERA SANZ, V. “El territorio y la jurisdic-
ción de la ciudad de Valencia. El tribunal dels amprius”. XVII CHCA, vol. I. Barcelona, 2003, pp. 375-386.
12
Este sistema ha sido estudiado recientemente por DÍAZ BORRÁS, A. El ocaso cuatrocentista de Valencia en el tumultuoso
Mediterráneo, 1400-1480. Barcelona, 2002, pp. 131-163.

4
portador de aquéllas. Y es que, a parte de correos a expensas del municipio, se podían
librar las cartas a particulares o a mercaderes que emprendían un largo viaje; también se
enviaban algunas de las cartas por medio de las embarcaciones oficiales que mensual-
mente comunicaban Barcelona con los territorios del Reino de Nápoles13; además, se
podían entregar a delegados de la ciudad, mensajeros u otros cargos municipales que
recibían ciertas instrucciones, no siempre registradas; por otro lado, la correspondencia
que dependía de los justicias de la ciudad o de los tribunales que asumía el consell era
distribuida por el personal de las distintas cortes, por alguaciles o ujieres; y, finalmente,
el sistema de avisos tenía su propia organización interna.
Pero la documentación no suele distinguir a todos estos mensajeros o correos de forma
precisa. Y es que todavía no conocemos todos los detalles de la estructura de la burocra-
cia del consell, es decir, la evolución y cambios en el organigrama de la administración
municipal, e igualmente por lo que respecta al servicio de correos14. Como ocurría en
otros casos, la monarquía intentó mediatizar la designación de los cargos administrati-
vos de relevancia o designar a personajes de confianza, lo que acarreó en no pocas oca-
siones agrios enfrentamientos con los jurados, puesto que habían alcanzado aquellos
oficios un cierto grado de prebenda15. Así, en 1450 los munícipes de Valencia volvían a
protestar al monarca por una situación que entendían absurda como era el nombramien-
to de dos jefes de correos, resultado de diversas provisiones reales que habían originado
bastantes inconvenientes. Si en ese mismo año acusaban a Esteve Barreda, uno de los
beneficiados –su padre ejerció también de host de correus-, de haber conseguido de
forma engañosa un privilegio regio a su favor, algún tiempo después los jurados sospe-
chaban que el otro litigante, Antoni Amorós –recomendado por la reina-, había hecho lo
propio cuando fue enviado a Nápoles. El enfrentamiento entre ambos acabó de forma

13
Esta comunicación directa fue instaurada en 1437 y era costeada a medias entre el monarca y los reinos de Aragón y Valencia y
Cataluña, para mejorar la administración de los territorios de la Corona, cfr. RYDER, A. Alfonso el Magnánimo. Rey de Aragón,
Nápoles y Sicilia, 1396-1458. Valencia, 1992, p. 449. Quien gestionaba allá los correos era el consejero de la reina y tesorero gene-
ral, Pere Mercader.
14
En las últimas décadas diversos historiadores han ido abordando, con una metodología renovada, estas cuestiones: sobre los
cargos principales del consell y los mecanismos de elección, NARBONA, R. Valencia, municipio medieval. Poder político y luchas
ciudadanas (1239-1418). Valencia, 1995, o sobre la relevancia que fueron adquiriendo los notarios y juristas en la administración,
en CRUSELLES, J. M. Els notaris de la ciutat de València. Activitat professional i comportament social a la primera meitat del
segle XV. Barcelona, 1998, pp. 189-233.
15
Algunas reflexiones sobre la escribanía municipal y el cargo de escrivà de Sala, en RUBIO VELA, A. L’escrivania municipal de
València als segles XIV i XV: burocràcia, política i cultura. Valencia, 1995.

5
truculenta. En 1453 era detenido el yerno de Barreda por el asesinato de Amorós, y la
corte del lugarteniente general intervino e inhibió al justicia criminal de ciudad16.

2. “SACRE REGIE MAIESTATI ARAGONUM ET UTRUIUSQUE SICILIE”


A partir de la conquista de Nápoles encontramos esta fórmula en los textos diplomáticos
de Valencia para referirse al rey como destinatario, lo cual parece sugerir ciertas refe-
rencias a una corte, la del Magnánimo, que reunió a lo más granado del humanismo del
momento, e igualmente trasluce cambios en la percepción del monarca por parte de sus
súbditos17. En efecto, con el ascenso de la dinastía Trastámara, y especialmente bajo el
largo reinado de Alfonso el Magnánimo, el estado experimentó una notable transforma-
ción de todo su entramado, que se plasmó en una mayor injerencia de la monarquía y
sus oficiales sobre el resto de autoridades en los distintos territorios de la Corona y en
una mayor complejidad de sus aparatos. Unas alteraciones que obedecían, en primer
lugar, a la necesidad imperiosa de la monarquía de conseguir más recursos económicos,
sobre todo a partir de la expansión político-militar de la corona en el reino de Nápoles18.
Sin duda, esta última fue posible gracias al apoyo de los diversos grupos de la clase di-
rigente, al integrarse perfectamente esta política en los circuitos comerciales dominantes
y al suponer una oportunidad formidable de ascenso y prestigio social para los miem-
bros afines a la monarquía. Esta convergencia explica la generosidad de la capital del
reino para con la monarquía, con la concesión de diversos préstamos, donaciones o los
múltiples servicios prestados19. Habría que sumar a esto, a parte del saneamiento de los
recursos habituales de la fiscalidad regia durante estos años, la consolidación de una

16
AMV, LM, 21, ff. 91v-94v, 232-233, 282-283v y 287-287v.
17
Mientras que en el siglo XIV al rey de Aragón, al igual que para resto de monarcas durante de esta época, se utilizaba la fórmula
de encabezamiento “Al Molt Alt e Molt Excel·lent” más la breve salutación “Senyor Molt Excel·lent”, en las cartas destinadas a
Alfonso el Magnánimo se le añade al comienzo, este “Sacre Regie…”, a pesar de estar redactadas las cartas en catalán tanto para el
rey como para la mayoría de receptores. Para el recibimiento, revestido de una aureola cesárea, del Magnánimo en Nápoles en 1443,
RYDER, A. Alfonso el Magnánimo… Op. cit., pp. 377-437. R. Narbona ha estudiado los cambios en el ceremonial y en la liturgia
de los recibimientos reales organizados por las autoridades valencianas, en Memorias de la ciudad. Ceremonias, creencias y cos-
tumbres en la historia de Valencia. Valencia, 2003, pp. 69-100.
18
Señalamos aquí obras de Ryder, la ya citada Alfonso el Magnánimo…, así como El reino de Nápoles en la época de Alfonso el
Magnánimo, Valencia, 1987. Otro trabajo clásico es el de DEL TREPPO, M. Els mercaders catalans i l’expansió de la corona
catalana-aragonesa al segle XV. Barcelona, 1976.
19
Así, en 1449 la ciudad envía algunas cartas al rey donde hacía patente que se había hecho cargo de 100 ballesteros enviados a
Nápoles, mediante unas letras de cambio que ascendían a casi 25.000 s. AMV, LM, 21, ff. 1-4, 13v-15v y 74v-75v.

6
nueva fiscalidad estatal que contó con el acuerdo de la élite política valenciana y que se
basó, sobre todo, en el gravamen del tránsito de mercancías en el reino20.
Fig. 1. Distribución geográfica de los destinatarios21

PAÍS VALENCIANO 523


NÁPOLES 172
CASTILLA 103
CATALUÑA 103
NAVARRA 95
ROMA 27
MALLORCA 17
ARAGÓN 11
PORTUGAL 8
GRANADA 4
NORTE DE ITALIA 3
INGLATERRA 2
NORTE DE EUROPA 1

Sin embargo, la política expansionista de la corona en el complicado escenario italiano


trajo consigo no pocos inconvenientes para la ciudad. Los decretos de expulsión de las
colonias italianas afectaron a las presentes en la ciudad, las cuales cumplían un papel
esencial en la comercialización de diversos productos autóctonos y la conexión con las
rutas internacionales –eran uno los sostenes fiscales más importantes, por tanto-, y eso
motivó que los jurados, a lo largo de los años cincuenta, solicitasen garantías y excep-
ciones a la monarquía para estas comunidades22. De la misma manera, las autoridades
municipales solicitaban la intervención de la monarquía sobre los distintos contratiem-
pos a los que se vieron sometidos los mercaderes valencianos en el extranjero, en Portu-

20
Una síntesis de la configuración de la estructura fiscal en el reino de Valencia en MIRA, A. J., VICIANO, P. “Las bases fiscales
de un estado bajomedieval. El RV en el siglo XV.” XVI CHCA. Nápoles, 2002, pp. 515-534.
21
En primer lugar, este mapa requiere diversas matizaciones: el volumen abultado de las cartas dirigidas a Navarra no corresponde a
las cartas enviadas a las autoridades privativas de ese reino, sino a la corte de Juan de Navarra como lugarteniente general. Aunque
la mayoría de destinatarios son instituciones o cargos, también hay cartas mandadas a particulares (90 en total). Su ubicación no
siempre se especifica, así que hemos optado, cuando así lo indica la documentación, por agruparlos según su nacionalidad.
22
Señalamos el estudio reciente de IGUAL LUIS, D. Valencia e Italia en el siglo XV. Rutas, mercados y hombres de negocios en el
espacio económico del Mediterráneo occidental, Castelló, 1998. LAPEYRE, H. “Els mercaders estrangers al regne de València en
els segles XV y XVI”. FURIÓ, A. (ed.) València, un mercat medieval. Valencia, 1985, pp. 26-45. Sobre la infraestructura de las
empresas mercantiles valencianas, CRUSELLES, E. Los mercaderes de Valencia en la Edad Media (1380-1450), Lleida, 2001.
Peticiones sobre los lombardos AMV, LM, 21, ff. 223 y 253-254v.

7
gal, Inglaterra o Flandes. Debido tal vez a la preeminencia de la corona en la política
exterior y a la menor presencia de los comerciantes valencianos en algunos territorios, el
número de cartas que se enviaron más allá de la Corona de Aragón o de Castilla fue
testimonial (figura 1).
La historiografía ha señalado la participación comercial activa del Magnánimo, en bene-
ficio de la corona en primer término, y de la elaboración de una compleja política eco-
nómica por parte de la monarquía, que contó con el favor de los intereses mercantiles
catalanes. En los últimos años de su reinado, Alfonso el Magnánimo impulsó una serie
de medidas proteccionistas entre sus territorios, básicamente en torno a los paños cata-
lanes y el grano siciliano. En 1451 entraba en vigor una disposición del monarca que
obligaba a que se fletaran únicamente naves de la Corona de Aragón para el transporte
de mercancías locales que, si bien intentaba potenciar la flota mercante catalana, choca-
ba frontalmente con uno de los elementos de la estructura mercantil valenciana: el papel
destacado de italianos o castellanos en el transporte marítimo. Como trasfondo, existía
una dura pugna entre los intereses de las oligarquías de cada país, y así se lo hicieron
ver los jurados de Valencia a sus homólogos barceloneses23.
El contenido de las misivas mandadas al rey, junto a otros requerimientos, era reprodu-
cido en las cartas dirigidas a toda una pléyade de consejeros, de modo que pudiesen
persuadir al monarca para que proveyese a favor de la ciudad. La mayoría de estos des-
tinatarios eran valencianos que habían acudido en servicio al rey y que formaban parte
de las principales familias de la oligarquía urbana. Junto a los consejeros trasladados
décadas atrás a la corte del Magnánimo, como el secretario real Joan Olzina, con la re-
estructuración de los consejos y la corte desde la década de 1440, el rey solicitó los ser-
vicios del jurado Galceran Mercader o el abogado ordinario Francesc Mascó. A través
de estos personajes de confianza, la ciudad recomendaba a algunos individuos para su
promoción y, sobre todo mediante los últimos consejeros citados, se procuró cerrar con-
tratos de subvenciones a la importación del grano siciliano, en un momento en que la
corona ejerció un mayor control sobre este mercado24.
Si la distancia marcó las relaciones con la principal autoridad del reino, lo mismo ocu-
rría con el obispo de Valencia, nombrado cardenal en 1444. Por estos años las relacio-

23
Estas misivas de protesta tanto al rey como a los lugartenientes por la aplicación de esta medida en AMV, LM,22, ff., 64-67;
finalmente se exceptuó su aplicación en el reino de Valencia en 1454. La carta dirigida a los consellers de Barcelona, íbidem, f. 76.
24
CRUSELLES, E., CRUSELLES, J. M. “Valencianos en la corte napolitana de Alfonso el Magnánimo”. XVI CHCA. Nápoles,
2002, pp. 875-897.

8
nes de la ciudad con el futuro papa Calixto III, Alfons Borja, no atravesaban uno de sus
mejores momentos, debido a distintas controversias por la asignación de sinecuras o la
intromisión de las autoridades municipales en los enfrentamientos internos del cabildo25.
Por otro lado, una de las polémicas más agrias entre el estamento eclesiástico y la mo-
narquía se produjo en relación con la exigencia regia de un gravamen sobre los bienes
del patrimonio real en poder del clero. Y la ciudad sólo intercedió por aquellos bienes
reales de hospitales, conventos y obras pías, especialmente de los dependientes de la
ciudad26. Este intento por incrementar los ingresos de la monarquía se saldó en un sono-
ro fracaso del Magnánimo al intervenir el papa y el delicado juego de relaciones políti-
cas en Italia27.
Tal y como hemos indicado, el organigrama de las instituciones del estado se vio refor-
mado a lo largo del cuatrocientos, y durante esta etapa se ensayaron algunos modelos
que tendrán fortuna posteriormente. Ante la ausencia prolongada del Magnánimo, se
modificó la lugartenencia general que fue ostentada por su hermano en Aragón y Valen-
cia, el rey de Navarra y futuro Juan II, y la reina María en Cataluña. Con la consolida-
ción de este alter ego del monarca se perseguía un mayor control y eficacia de los ofi-
ciales reales, pero, a pesar de esta aparente descentralización política, dominó la vertica-
lidad en la estructura estatal, ya que los organismos intermedios creados estaban sujetos
a una supervisión exhaustiva por parte del monarca. Reproducían los lugartenientes, en
fin, algunas de las competencias regias en un escalafón inferior y estaban dotados de un
tratamiento más inmediato: la ciudad exponía sus quejas de contrafueros tanto por sus
acciones como las de otros oficiales reales, la concesión de salvoconductos abusivos, la
actuación de este tribunal superior, o se recomendaban a individuos en la corte así como
a la inversa, etc28. Una buena muestra de esta reestructuración profunda del estado, pues,

25
La correspondencia entre la ciudad y el obispo ha sido estudiada por RUBIO VELA, A. Alfons de Borja y la ciudad de Valencia
(1419-1458). Colección de documentos del Archivo Histórico Municipal. Valencia, 2000.
26
No ocultaban los jurados que, en algunos casos, la situación de aquéllos era delicada, más si cabe a causa la peste que azotó la
ciudad en 1450. También aquí no dejaban de expresar que debían velar por los intereses de los censalistas. AMV, LM, 21, 98v-99v.
27
Este episodio ha sido señalado por LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. “La “Bula de oro” de 1451: nota crítica”. XVI CHCA. Nápoles,
2002, pp. 421-437. AMV, LM, 21, 204-205v.
28
Lamentablemente, no es posible extendernos en esta cuestión, sin embargo, señalamos algunos de los casos que provocaron un
gran desvelo para las autoridades valencianas: las guías otorgadas por el lugarteniente a un corsario nobiliario, mossén Francesc
Navarro (estudiado por DÍAZ BORRÁS, A. El ocaso cuatrocentista de Valencia… Op. cit., pp. 352-358), o la protesta por haber
dado cobijo a Jaume d’Aragó, señor de la baronía de Arenós, que se había entrampado de censales, AMV, LM, 22, ff. 74-78 o 52v-
56. Otro aspecto interesante era que las disposiciones urbanísticas del consell fueron recurridas por algunos grupos sociales ante la
corte del lugarteniente, como el traslado forzoso de los carpinteros desde el mercado, donde una parte de los mercaderes y notarios
tenían su residencia, hacia el noreste de la ciudad, en la plaza de predicadores, íbidem, ff. 139v-140

9
fue la jerarquía de asuntos abordados entre la ciudad y las instituciones reales. A todo
eso hay que añadir que más de un cuarto del total de las cartas enviadas por la ciudad
estaban dirigidas al rey, a los lugartenientes o a sus consejeros, lo que supuso, por la
lejanía, un esfuerzo notable para el municipio (fig. 2).
Fig. 2. Distribución de los destinatarios de las cartas municipales, 1449-145429
PARTICULARES OTROS
OTROS PAÍSES 7% VILLAS Y SEÑORÍOS
2% DEL PV
CIUDADES DE LA 27%
CORONA DE
ARAGÓN
4%
VILLAS Y
AUTORIDADES
CASTELLANAS
9%

OFICIALES Y OTRAS REY,


AUTORIDADES LUGARTENIENTES Y
VALENCIANAS CORTE
22% 26%

3. “COM A BONS FILLS DE LA CIUTAT”


Así debían servir a las necesidades de la ciudad, según las autoridades municipales, los
hombres públicos valencianos: como un hijo a una madre. Muchas de las cartas tuvieron
como destinatarios a los mismos cargos de la ciudad, especialmente cuando en los me-
ses de verano los miembros del patriciado acudían a atender sus propiedades rústicas.
Precisamente es desde finales de mayo cuando el número total de cartas aumenta consi-
derablemente hasta el mes de julio, cuando alcanza su cenit (fig. 3). Por lo demás, la
estructura de la administración municipal había adquirido un alto grado de complejidad
y en esta etapa del año se constata, en la correspondencia, la dependencia de los magis-
trados urbanos hacia los funcionarios municipales, que precisaban de su asistencia en
muchos de los temas30.
El contenido de estas cartas internas del consell es revelador del nuevo escenario que se
había forjado en el sistema político municipal, caracterizado por una mayor intrusión en
su funcionamiento por parte la monarquía. El racional, un hombre de confianza del rey,

29
Para la elaboración de las estadísticas hemos partido de los destinatarios de las cartas, salvo en el caso del gráfico 3 en el que
hemos usado el número de cartas en sí. Por un lado, el total de las cartas es de 1.031, por otro, los destinatarios por carta suman
1.123, ya que en algunas ocasiones se señalan más de un receptor en ellas.
30
En 1450 llegaron a pedir los jurados a los abogados ordinarios, quienes debían asesorar a los nuevos electos en el cargo, que no
abandonasen todos al mismo tiempo la ciudad y no los dejasen desasistidos, AMV, LM, 21, ff. 104-105v.

10
se había convertido, sin duda, en la llave maestra del consell sin el cual, llegan a afirmar
los jurados, se quedarían “axí sens pastor”31. Éste era quien elaboraba la ceda o la nó-
mina de elegibles que, con el beneplácito del rey, debían ser sorteados para la provisión
de las juraderies cada año. Una alteración en el funcionamiento del municipio que se
había ido tejiendo mediante unas normas no escritas, aunque oficialmente se mantenía
la ficción de la elección de los magistrados por parte de los ciudadanos. La instauración
de este arbitraje de la mano de la monarquía, una supervisión que se extendió a muchas
otras villas del país al introducir la insaculación, sólo se explica tras las sangrientas
bandositats pasadas. Y su posterior mantenimiento a lo largo de décadas, por la comu-
nión de intereses entre la oligarquía y el rey32. Pero esta intromisión alcanzó desde el
nombramiento de oficios más importantes de la ciudad hasta la designación de simples
cargos subsidiarios.
Fig. 3. Cartas por mes, 1449-145433

140

120

100

80
CARTAS

60

40

20

0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

MESES

31
Íbidem, ff. 113v-114. Valencia envió solamente tres embajadas a la corte del rey durante el reinado de Alfonso el Mangnánimo, y
dos se confiaron a Manuel Suau, racional desde 1435. Ante la negativa de aceptar la de 1453 por parte de éste, que “és mils informat
que tot altre elet”, se llega a pedir al rey que le obligue a marchar, ídem, f. 304-304v.
32
BELENGUER, E. “La ciutat de València a l’època foral: algunes reflexions”. Dels Furs a l’Estatut. Actes del Ir Congrés
d’administració valenciana: de la Història a la Modernitat, Valencia, 1992, pp. 433-442. NARBONA, R., “Alfonso el Magnánimo,
Valencia y el oficio de racional”. XVI CHCA, Nápoles, 2000, pp. 593-617, indica que la documentación municipal sufre un auténti-
co apagón durante la gestación de este nuevo sistema político a finales de la década de 1420.
33
La actividad de la escribanía en la elaboración de las cartas alcanza su nivel más bajo durante finales de marzo y principios de
abril, que coincide con la Cuaresma y Semana Santa, e igualmente por Navidad. La ciudad se excusa, a finales de abril de 1450, de
la tardanza en la respuesta al rey de Castilla porque su carta “fonch a nosaltres donada en la Setmana Santa propasada, e aprés
sobrevingueren les festes de Pascua de Ressurrecció e altres occupacions”, AMV, 84v-85v. Obviamente, estos altibajos se debían a
otros factores determinantes, más allá del nivel de reuniones del consell propiamente: en mayo, a finales de los terribles meses de la
soldadura –cuando ya se habían agotado buena parte de las reservas de grano y justo cuando más caro era- , aumentaba la circula-
ción de los cereales y, por tanto, los problemas para las autoridades; los meses de verano y principios de otoño, con las cosechas y el
esquileo de la lana, se llega al nivel más elevado del número de cartas.

11
Ahora bien, el racional era un miembro de la oligarquía urbana, un hombre que contaba 140

también con su plena confianza34. Sin embargo, la intención de la monarquía de crear 120

entonces nuevos oficiales reales, con unos poderes y atribuciones considerables y aleja- 100

dos de la colaboración la oligarquía, fue rechazada de plano por parte del patriciado 80

Cartas
urbano y de otros lugares del reino. En 1451 la ciudad manifestó su oposición a la crea- 60

ción de una nueva gobernación en Segorbe, o, en 1449, al nombramiento del catalán


40

Joan Copons como lugarteniente general con atribuciones especiales en el sur valencia-
20

no.35
0

Paralelamente, la ciudad vio incrementada su presencia en algunas instituciones reales, 1

que habían sido afectadas por aquel proceso de descentralización, y cooperó codo con Eliminado:

codo con ellas. A la altura de 1440 se había consolidado el Consejo Real, un organismo
que tenía la función de asesorar a los oficiales regios, en el que eran convocados algu-
nos de los personajes preeminentes del reino y también la ciudad de Valencia, la cual
tuvo una participación activa y asumió parte de sus resoluciones. El Consejo Real con-
vocó, además, reuniones de los brazos y ejerció funciones de orden público, referentes
fundamentalmente a la formación de bandos de la nobleza. Si bien amoldaba algunas de
sus medidas a los intereses de la oligarquía y a los fueros y privilegios, en última instan-
cia era una institución que más bien legitimaba las decisiones de la monarquía, quien
regulaba su funcionamiento36. En relación con esto, la ciudad se impuso como actor
principal del brazo real en los órganos de representación del reino, en un período en que
se mostraron especialmente activos, al precisar la transformación del estado de la
aquiescencia de las clases dominantes del reino.

34
No podemos resistirnos a señalar aquí una carta enviada el 4 de agosto de 1450 al racional, que, ante los embates de la peste,
había marchado a Matoses. En ella se le informa que se procederá a elegir al Justícia criminal según el criterio del racional, pese a
las disposiciones del rey: “som-hi cuytats per ço com sabíem hi havia tres provisions del senyor rey, perquè vostra voluntat se
cumplís hauríem plaer se faés”. Un puesto disputado entonces fue el lugarteniente del racional: “ab vostra bona voluntat lo donàs-
sem a·n Guerau de Benviure, ans que lo senyor rey hi metés les mans”. Y suspiran de alivio porque no se va a tener que designar a
Gaspar Talamanca, “per lo que sou stat pregat e us han scrit”, ya que ha muerto. “En sta forma se poria fer de tots los altres officis,
e les provisions [del senyor rey] valrien molt poc”. Una muestra de sarcasmo sólo posible en un ambiente de confidencialidad entre
el racional y los jurados.
35
Íbidem, f. 181-181v. En cuanto al nombramiento del catalán Joan de Copons, la documentación de la capital es escurridiza y no se
posicionó claramente en contra de las pretensiones reales, al menos hasta a finales de ese verano. Orihuela, en cambio, había recha-
zado la entrada al lugarteniente en la ciudad y emprendió una auténtica ofensiva diplomática y tramitó embajadas a Nápoles, cfr.
BARRIO, J. A., CABEZUELO, J. V. “La defensa de los privilegios locales y la resistencia a la centralización política en la gober-
nación de Orihuela”. Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval, 13, 2002, pp. 9-42, y AMV, LM, 21, ff. 12-12v, 16v-
17, 23v-28v, 31, 59-59v y 62.
36
LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. “El Consejo Real de Valencia a mediados del siglo XV: un registro desconocido de un organismo
olivado”. Homenaje a Pilar Faus y Amparo Pérez. Valencia, 1995, pp. 517-528.

12
Para la nobleza, el favor real o los servicios al rey fue uno de los mecanismos obligados
para incrementar su prestigio político y la hegemonía social, y otro tanto se puede decir
respecto a los miembros de la élite ciudadana, emparentados con los miembros de la
caballería y que ascendieron, gracias también a la concesión regia, al estamento nobilia-
rio. A un tiempo, esta nueva configuración de la clase dirigente de Valencia durante el
cuatrocientos, el grupo de ciutadans honrats, se volvió cada vez más cerrado y se es-
trangularon parte de las vías de ascenso social, que se tornaron más opacas. Un buen
ejemplo sería la creación del consell secret o cuerpo ejecutivo y restringido y el papel
cada vez menos significativo del consell general, usado a menudo por los jurados como
mera excusa ante otras instancias para entorpecer o retrasar medidas que no eran de su
agrado37. En este período, en efecto, tuvo lugar una relectura del sistema político, pero
éste no se vio alterado sus cimientos, antes al contrario; las élites políticas, y en especial
la oligarquía urbana de la capital, seguían cumpliendo una función de primer orden en
su ensamblaje. Desde los poderes públicos continuaron potenciando los espacios eco-
nómicos que les servían de sustento, y a la par sostenían parte del sistema. Junto a la
participación en los negocios subvencionados, el control de bienes inmuebles y el tras-
paso de la prisión fiscal del conjunto de la población, el patriciado urbano gestionó bue-
na parte de los monopolios de la monarquía, arrendó los impuestos tanto municipales
como regios o se benefició de la emisión de deuda pública del conjunto del reino38. Los
historiadores tradicionalmente han señalado el ideario mercantilista de las clases diri-
gentes urbanas, “el comerci e negociació entre les gents, la qual sosté lo món…”, no

37
LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. Nobleza y poder político en el Reino de Valencia (1416-1446). Valencia, 2005, GUINOT, E. “Apro-
ximació a la noblesa valenciana en la segona meitat del segle XV”. XVI CHCA. Nápoles, 2000, pp. 899-917, NARBONA, R.
Valencia, municipio medieval… Op. cit., pp. 63-87. Entre las medidas de distinción que intentó promulgar el consell, destacamos la
contenida en una carta enviada al obispo en 1454. En ella se le pedía, a pesar de las prohibiciones papales de realizar misas privadas,
que permitiese la obertura de capillas particulares, con la discreción debida y a personas de buena condición. La argumentación
resulta un tanto peregrina. En los momentos en que el ciclo laboral era más intenso, los feligreses tenían que agolparse en los tem-
plos de noche lo que originaba problemas de seguridad por las calles, y, además, que “tals sacrifficis d’aquell Déu e Senyor que volc
venir per il·luminar lo món se facen en tenebres” no era apropiado en absoluto; con estas excepciones se evitarían, pues, todos estos
males.
38
Sobre la subvención del grano, CRUSELLES, E., CRUSELLES, J. M., NARBONA, R. “El sistema de abastecimiento frumenta-
rio de la ciudad de Valencia en el siglo XV: entre la subvención pública y el negocio privado”. XIV Jornades d’Estudis Històrics
Loccals. La mediterrània, àrea de convergència de sistemes alimentaris (segles V-XVIII), Palma, 1996, pp. 305-332, sobre la
estructura fiscal del municipio, GARCÍA MARSILLA, J. V., “La génesis de la fiscalidad municipal en la ciudad de Valencia (1238-
1366)”. RHM, 7, 1996, pp. 149-170, del mismo autor, sobre el control de la deuda pública de las instituciones y municipios del reino
por parte del patriciado urbano de Valencia, Vivir a crédito en la Valencia medieval. De los orígenes del sistema censal al endeu-
damiento del municipio. Valencia, 2002, pp. 291-308. MIRA, A. J., VICIANO, P. “Las bases fiscales de un estado bajomedieval…”
Op. cit., apuntan que el beneficio para los arrendadores de impuestos se situaba entre un 20 o 30%, mientras que el derivado del
control de los censos o monopolios de la monarquía podía ascender a un 70%.

13
obstante, no se ha de olvidar la segunda parte del enunciado, “…com ni de què se paga-
ran los censals, qui són la ànima d’aquesta ciutat, e los altres càrrechs occorrents e
necessaris a aquella?”39.

4. “LO CAP E LOS MEMBRES”


La ciudad justificó en los documentos oficiales su preeminencia sobre el país a partir de
una visión organicista, como cabeza visible del reino, o usando metáforas como la ma-
dre que ha de velar por sus hijos, el resto de villas y ciudades. Y, ciertamente, la posi-
ción de Valencia respecto al reino era megacefálica. A lo largo del siglo XV, Valencia y
su área periurbana llegaron a concentrar un cuarto de la población del territorio valen-
ciano, merced a una potente atracción de inmigrantes procedentes, sobre todo, de las
comarcas septentrionales y centrales, las cuales padecieron un auténtico desplome que
tuvo como principal beneficiario el mayor mercado y centro económico del país40.
A parte de la posesión de tierras por parte de los ciudadanos valencianos, básicamente
alrededor de la ciudad, el término o el área de dominio directo de Valencia no dejó de
incrementarse 41 . En la documentación estudiada la atención se centró en el caso de
Morvedre, antepuerto de Valencia y donde confluían las rutas hacia el norte y el interior
valenciano, o la disputa entre la ciudad y la monarquía, saldada a favor de esta última,
por el nombramiento de la gestores políticos de la baronía de Paterna, Benaguasil y la
Pobla de Vallbona, atravesada por la ruta terrestre y fluvial que comunicaba Valencia
con Castilla y Aragón; la ciudad, ante el endeudamiento del municipio, aprovechó para
transferir, además, parte de la presión fiscal a la periferia42.
Ni que decir tiene que Valencia intentó hacer valer su preferencia en materia de justicia
en los inevitables choques entre jurisdicciones vecinas, pero, fundamentalmente, la ciu-

39
AMV, LM, 21, ff. 98v-102.
40
La crisis demográfica del País Valenciano medieval en FURIÓ, A. El camperolat valencià en l’Edat Mitjana: demografía i eco-
nomia rural en la Ribera (segles XIII-XVI). Tesis doctoral, Valencia, 1986, pp. 137-321. Acerca de la política migratoria de la
ciudad de Valencia en CRUSELLES, E. “La población de la ciudad de Valencia en los siglos XIV y XV”. RHM, 10, 1999, pp. 45-
84. En la documentación estudiada la ciudad pide a algunas localidades y señores que cejen en sus represalias a algunos de sus
vecinos que querían avecindarse en la capital.
41
En cuanto a la primera cuestión, MIRA, A., VICIANO, P. “Arrendaments i parceries. La gestió indirecta de la terra al País Valen-
cià (segles XIV-XV)”. AEM, 32, 2002, pp. 481-500, y, sobre la segunda, NARBONA, R., “La guardia de la huerta: instrumento
ciudadano para el abastecimiento de Valencia en el siglo XIV”. Ir Col·loqui d’Història de l’Alimentació a la Corona d’Aragó. Edat
Mitjana, vol. 2. Lleida, 1995, pp. 167-179.
42
La cantidad que debía aportar Morvedre era, a la altura de 1451, de unos 3.090 s. (en concepto de la trigésima quinta parte de
todos los servicios prestados por la ciudad a la monarquía) AMV, LM, 21, ff. 170-170v. Sobre esta baronía, vid. la comunicación en
estos mismos encuentros de BORDES, J., LLIBRER ESCRIG, J., “Valencia y su territorio durante los siglos XIV y XV: la comarca
de Camp de Turia”. En prensa, 2006.

14
dad amplió sus prerrogativas jurisdiccionales sobre el conjunto del reino, reafirmadas
por la monarquía durante la centuria. Así, mantuvo la prohibición de extracción del gra-
no del país, para concentrar la circulación hacia el principal centro consumidor, procuró
la salvaguarda a todos aquellos que llevasen vituallas hacia la capital y consiguió que en
las prohibiciones de los municipios para la salida de cereales no se incluyese a los ciu-
dadanos de Valencia. Todas estas acciones tenían como objetivo asegurar una cierta
fluidez en la llegada suministros hacia la capital, y se cumplimentaron con la aprobación
de ayudas o primas al trigo que se transportase a los silos municipales43.
Estas mismas ventajas, fuente de innumerables conflictos con las autoridades locales y
que adquirió un carácter más que reiterativo en las cartas estudiadas, se repetían no sólo
en los productos alimentarios básicos, se extendían a suministros de materias primeras
como la madera, carbón, cal, etc., que estaban exentos de cualquier carga si tenían como
destino la ciudad. Una de las atribuciones más discutidas por el resto de estamentos y
localidades del reino fue la de la libertad de pastar los rebaños de los vecinos de la ciu-
dad por todo el territorio, excepto en las zonas delimitadas por los municipios para el
rebaño local. Todos estos derechos de aprovechamiento de recursos naturales, conoci-
dos como los emprius, originaron un cúmulo de protestas y una resistencia permanente,
de ahí que quedase reflejado en la correspondencia municipal. Valencia consiguió que
la corona instituyese el consell como tribunal al cual habían de recurrir los afectados por
los daños inflingidos por las reses protegidas, y que tenían como destino las carnicerías,
la elaboración de distintos productos alimenticios o de materias para la manufactura de
la ciudad44.
Esta constante afirmación de la capital en la preeminencia jurisdiccional y en el control
de los mecanismos del mercado regional explica que el mayor volumen cartas mandadas,
un total de 308, tuviesen como destinatarios a los municipios y señoríos del país. Y una
de las zonas en las que la ciudad mantuvo una relación intensa fue el sur valenciano,
que experimentó a lo largo del cuatrocientos un ascenso demográfico y económico no-

43
Sobre la administración de justicia de la ciudad de Valencia, PÉREZ GARCÍA, P. El Justicia criminal de Valencia (1479-1707):
una magistratura urbana valenciana ante la consolidación del Absolutismo. Valencia, 1991, pp. 25-122, y NARBONA, R. Mal-
hechores, violencia y justicia ciudadana en Valencia bajomedieval (1360-1399). Valencia, 1990, pp. 13-53. Sobre estas medidas del
abastecimiento frumentario, RUBIO VELA, A. “Valencia y el control de la producción cerealista del reino en la Baja Edad Media.
Orígenes y planteamiento de un conflicto”. Demografía y sociedad en la España bajomedieval. Zaragoza, 2002, pp. 33-65, o GAR-
CÍA MARSILLA, J. V. La jerarquía de la mesa. Los sistemas alimentarios en la Valencia bajomedieval. Valencia, 1993, pp. 23-65.
44
GUIRAL-HADZIIOSSIF, J. Valencia, puerto mediterráneo en el siglo XV (1410-1525). Valencia, 1989, esp. pp. 71-135. RUBIO
VELA, A.“El ganado de Valencia y los pastos del reino. El avituallamiento urbano bajomedieval como factor de conflictividad”.
BSCC, LXXV, 1999, pp. 651-686.

15
table. En efecto, las relaciones de Valencia con Orihuela fueron de primer orden, esta
área se convirtió en el granero del reino, y los puertos meridionales descollaron como
escalas en las rutas internacionales, merced a los productos agrarios comercializados45.
(fig. 4)
A mediados del siglo XV, pues, se había apuntalado una modificación profunda la je-
rarquía urbana en el territorio valenciano con el auge de la capital, que se vio reafirmada
en sus prerrogativas. Si a finales del siglo XIV se configuró una malla en torno a las
villas del país, que articulaban los mercados comarcales, y que tenía como centro neu-
rálgico a Valencia, sobre el cual pivotaba el mercado regional y lo conectaba a través las
rutas internacionales46; durante el siglo XV este panorama se alteró profundamente y
Valencia consiguió acumular funciones cada vez más complejas, agudizando las rela-
ciones verticales y acentuando la dependencia del conjunto del territorio sobre la capi-
tal47. Pero esta vinculación se extendió más allá del territorio sobre el que Valencia
había ampliado su jurisdicción.
Entre los principales destinatarios de las cartas hallamos a algunos de los puertos secun-
darios del reino, integrados en el sistema de avistamientos, en un momento en que el
fenómeno del corsarismo experimentó un fuerte incremento48. Con éste, como con las
cartas de recomendación a determinados capitanes de embarcaciones u otras medidas, la

45
BARRIO, J. A. Finanzas municipales y mercado urbano en Orihuela durante el reinado de Alfonso V (1416-1458). Alicante,
1998, y HINOJOSA, J. “Alicante: polo de crecimiento en el tránsito de los siglos XV al XVI”. 1490: en el umbral de la Modernidad.
El Mediterráneo europeo y las ciudades en el tránsito de los siglos XV-XVI. Valencia, 1994, pp. 71-108. Si en los 13 años del siglo
XIV en los que se conservan misivas, 201 cartas fueron enviadas a las autoridades del sur valenciano y el marquesado de Villena -en
los territorios actualmente valencianos-, de ellas sólo un 13% se dirigieron hacia las que tenían su sede en Orihuela (vid. HINOJO-
SA, J. “Las relaciones del municipio valenciano…” Op. cit.); en este lustro que hemos estudiado suman 125 y suponen un 44%,
respectivamente. Sobre los oficiales reales secundarios, aquellos vinculados a los distintos distritos administrativos del reino, los de
la Gobernación de Orihuela concentraron la totalidad las cartas (27) menos una, que fue mandada al lloctinent de governador dellà
el riu d’Uixó.
46
Una valoración general en BOIS, G.“Entre la ciutat i el camp: el burg medieval”. L’Avenç, 188, 1995, pp. 36-41. Sobre la depen-
dencia campo-ciudad en el País Valenciano, GARCIA-OLIVER, F.“La ciutat contra el camp en la Tardor Medieval”. BARCELÓ,
M. et alii (eds.). El feudalisme comptat i debatut. Formació i expansió del feudalisme català. Valencia, 2003, pp. 539-558. Una
aportación al estudio de este mercado comarcal en MARTÍNEZ ARAQUE, I. “Polítiques municipals i mercat de queviures de la vila
d’Alzira a les darreries del segle XIV”. X Assemblea d’Història de la Ribera. En prensa, 2004.
47
Para la evolución en las distintas regiones italianas a finales del siglo XV, EPSTEIN, S. R. “Nuevas aproximaciones a la historia
urbana de Italia: el Renacimiento temprano”. Hispania, 199, 1998, pp. 417-438. Para el caso valenciano, CRUSELLES, E., “La
población de la ciudad de Valencia…” Op. cit. El principal centro económico del país controló en efecto los principales resortes del
mercado regional como si fuese una mera ampliación de las competencias ejercidas en su propio término: mediante agentes en
algunas de las localidades importantes del país, Gandia o Xàtiva, trató de colocar el exceso de grano del mercado urbano, para
garantizar así un margen de beneficios aceptable para los importadores (AMV, LM, 21, ff. 102v-103); también propició una cierta
homogenización de la producción manufacturera del reino, obligándola a seguir las medidas de los cueros que el consell establecía
para la capital (íbidem, f. 138); Orihuela consultó a Valencia sobre el cambio a aplicar para los diners calleresos (ídem, f. 69v).
48
DÍAZ BORRAS, A., El ocaso cuatrocentista de Valencia… Op. cit., pp. 7-90.

16
ciudad pretendía además garantizar el tránsito regular de mercancías. Así, se recordaba
que los navíos procedentes de Portugal o de los puertos andaluces contaban con las guí-
as de aquellos que transportaban víveres hacia la ciudad. Es más, la navegación de cabo-
taje entre los distintos territorios de la Corona de Aragón fue el medio de transporte más
frecuentado por el comercio catalán durante los últimos siglos medievales, y una parte
del grano destinado a la ciudad provenía de la desembocadura del Ebro y la costa occi-
tana. De ahí que las misivas dirigidas a las ciudades catalanas, y a los agentes valencia-
nos en Tortosa o Barcelona, tratasen de persuadir a los navíos armados por Barcelona o
Mallorca que no interceptasen estas embarcaciones. Por eso, más de la mitad de las car-
tas destinadas a las ciudades de la Corona se concentraron en Barcelona, que igualmente
supervisaba la exportación de granos en su territorio. Empero, los intentos de formar
una flota compartida entre las capitales catalanas con el propósito de aunar intereses
comunes fueron en vano. En 1454 era la ciudad de Valencia la que apelaba a la solidari-
dad de la “nació catalana” para tratar de llevar a cabo un esfuerzo conjunto49. Pero a
esas alturas la cooperación entre estas ciudades se veía cada vez más lejana. Ni una sola
referencia directa existe en la correspondencia municipal relativa a los conflictos socia-
les y políticos que sacudían a Barcelona y Mallorca en la década de 1450. Y las cartas
mandadas a las autoridades locales de la Corona de Aragón a penas alcanzaban la mitad
de las que se enviaron a Castilla, mientras que los destinatarios no superaban ni la me-
dia docena –y para el último caso casi llegan la cuarentena-.
Más allá de los quebraderos de cabeza causados en la frontera castellana -máxime cuan-
do debían convivir a uno y otro lado diversos señoríos- por las correrías nobiliarias, la
captura de personajes preeminentes, la apropiación de mercancías como esclavos, los
abusos por los encargados de los puestos fronterizos, etc., la cantidad de cartas manda-
das fue numerosa con la zona oriental de Castilla. Una región que se añadió al traspaís,
además del propio reino y el Bajo Aragón, de la capital valenciana. Suelen referirse las
epístolas a los conflictos originados en el trasiego hacia Valencia de pequeñas cantida-
des de alimentos, sobre todo cereales y carne, y de materias para la industria textil o de
otros suministros, del oriente castellano y el sur aragonés. Casi podemos hablar, en par-
te, de una especie de prolongación de las cartas enviadas al interior valenciano, unas
misivas que se adentraban más allá de la llanura de Utiel-Requena o del puerto de Moya.
Para toda esta área, Valencia constituía un puerto natural, una salida hacia los mercados

49
AMV, LM, 21, 291-291v y, íbidem, 22, 78-79v.

17
internacionales, y, además, la capital valenciana se convirtió en un centro de consumo
importante para esa región interior. Pero también a la inversa, ésta constituyó un merca-
do donde colocar la producción del País Valenciano, así como las mercancías arribadas
del Mediterráneo central o del Atlántico, y un lugar de paso y de negocio en el camino
hacia las ferias castellanas que se desarrollaron en el siglo XV50.
Fig. 4. Cartas dirigidas a municipios o señoríos valencianos y de las áreas limítrofes con
Castilla

DE 1 A 3 CARTAS.

DE 4 A 10.

MÁS DE 10.

50
Ciertas valoraciones para la relación económica con Castilla en LADERO QUESADA, M. A. “La Corona de Castilla en la Europa
del siglo XV: De la crisis bajomedieval a la expansión”. CLAVIJO HERNÁNDEZ, F. J. (coord.) VII Jornadas de Estudios Cana-
rias-América. Canarias y América antes del Descubrimiento: la expansión europea. Santa Cruz de Tenerife, 1985, pp. 61-79,
también en ASENJO GONZÁLEZ, M. “El comercio. Actividad económica y dinámica social en las plazas y mercados de Castilla.
Siglos XIII-XV”. Cuadernos del CEMYR, 9, 2001, pp. 97-134. Para el sur de Aragón, de la misma autora, “Los concejos de frontera
en el reino de Aragón. Desarrollo económico y social de un ámbito regional en los siglos XII al XV”. XVII CHCA, vol. 1. Barcelona,
2003, pp. 29-54, SESMA, M. A., “Producción para el mercado, comercio y desarrollo mercantil en espacios interiores (1250-1350):
el modelo del sur de Aragón”. XXI Semana de Estudios Medievales de Estella. Pamplona, 1995, pp. 205-246, y VILLANUEVA
MORTE, C. “El comercio textil a través de la frontera terrestre entre Aragón y Valencia en el siglo XV”. Aragón en la Edad Media,
XVIII, 2004, pp. 163-201.

18
5. “AL SERVEY DEL SENYOR REY E A LA HONOR E BENEFICI DE LA CIUTAT”
A mediados del siglo XV el estado bajomedieval de la Corona de Aragón había sufrido
un gran empuje y una notable reestructuración bajo el reinado de Alfonso el Magnáni-
mo, y través de la correspondencia municipal valenciana es posible analizar el papel
que jugó la ciudad en todo ese proceso. A esas alturas del cuatrocientos, Valencia se
encontraba plenamente inserida en los circuitos internacionales del comercio, y espe-
cialmente en las rutas tradicionales catalanas, las cuales se vieron potenciadas por la
expansión mediterránea de la corona. Gracias al crecimiento económico a lo largo de
estos años, logró incrementar sus funciones como el principal centro y motor de un
mercado regional amplio, regulando y pautando su funcionamiento.
Además de la reafirmación de su jurisdicción sobre el conjunto del reino, no sin oposi-
ciones como muestran las misivas enviadas por la ciudad, la capital del reino consiguió
extender su esfera de influencia con la participación en los órganos reales y su apoyo al
incipiente estado. Todo ello fue el resultado de una especie de pacto tácito entre la coro-
na y la élite política; una parte de la nobleza salió fortalecida en su hegemonía con unas
nuevas bases, y la oligarquía urbana, que vio consolidados sus mecanismos de repro-
ducción social, y ejerció un papel de intermediaria del poder real. Contradictoriamente,
y a pesar del ascenso de la capital y de su clase dirigente, la autonomía municipal pade-
ció un drástico recorte, puesto que la monarquía fue capaz de acumular mayores resortes
para actuar en el seno de las instituciones del reino y fue quien realmente llevó la inicia-
tiva en todo momento. A finales del cuatrocientos, no obstante, comenzaron a abrirse
grietas cada vez más profundas y a ceder algunas de las vigas que sostenían esta te-
chumbre.

19
ANEXO

Distribución y principales destinatarios de las cartas enviadas por la ciudad de Valencia


(junio de 1449-junio de 1454)

GRUPOS DE DESTINATARIOS PRINCIPALES RECEPTORES TOTAL


1. PODER REAL
1.1. A LA CORONA
Rey 62
Corte y consejeros 96
Joan Olzina, secretari 24
Galceran Mercader, lloct. general de governador
RV 40
Francesc Mascó, conseller del rei en Nápoles 12
Lugarteniente general, reina 46
Reina 32
Pere Mercader, tresorer, conseller del rei en Bar-
celona 13
Otros cargos 17
1.3 PODER REAL EN EL REINO
Lugarteniente General 57
Joan de Navarra, lugarteniente general 56
Consejeros del rey de Navarra 38
Bailía 33
Batlle general 12
Batlle general dellà Xixona 13
Gobernación 32
Governador general 10
Racional 11
Otros cargos 6
2. MUNICIPIOS DEL PAÍS
Realengo 172
Orihuela 19
Alicante 18
Cullera 45
Morvedre 52
Señorío laico 42
Dénia 11
Señorío eclesiástico 6

20
Dependientes de Valencia 17
3. CARGOS DEL CONSELL DE
VALÈNCIA
Jurats 20
Justícia 6
Mostassaf 5
Embajadas o mensajeros 15
Cargos de los lugares depen-
dientes 25
Otros cargos 24
4. SEÑORÍOS DEL REINO
Señores laicos o eclesiásticos 20
Instituciones de los señoríos 26
5. ECLESIÁSTICOS
Obispado de València 22
Obispo y cardenal 17
Otras instituciones valencianas 41
Otros cargos en la CA 14
6. CIUDADES Y VILLAS DE LA
CA
Ciudades o villas 41
Barcelona 23
Señoríos 1
7. INSTITUCIONES DE CASTILLA
Autoritades de Castilla 10
Villas castellanas 57
Requena 16
Utiel 9
Moya 11
Señores castellanos 31
8. OTRAS AUTORIDADES EX-
TRANJERAS
Portugal 8
Granada 4
Papado 10
Italia 3
Norte de Europa 1
8. PARTICULARES
Valencianos 57
Conde de Cocentaina 9

21
Catalanes 14
Mallorquines 3
Castellanos 5
SIN IDENTIFICAR
11

SUMA DESTINATARIOS 1123


TOTAL CARTAS DEL PERÍODO 1031

22

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