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Sin embargo los investigadores han demostrado que el problema va más allá.
Por ejemplo, si la cultura popular es la cultura del pueblo, quién es el pueblo.
¿Lo son todos, los pobres, las clases inferiores?¿son los analfabetos, las
personas sin educación?; ¿la gente corriente carece de educación, o tiene una
educación diferente, una cultura distinta a las de las elites? La expresión
¨historia desde abajo¨ va más allá. Por ejemplo: ¿la historia política desde
abajo debe tener en cuenta las opiniones de la gente corriente, la política
local?; ¿la historia de la iglesia desde abajo, es la vista desde la perspectiva de
los laicos sin interesar su rango social?; ¿la historia de la educación desde
abajo tendría que olvidarse de los ministros y teóricos de la educación y
centrarse desde el punto de vista de los estudiantes? La dificultad para definir
la historia de la cultura popular, es que la noción de cultura es más difícil
definir, igual pasa con la historia de la vida cotidiana, la consideran la única
historia autentica por ser el centro de las relaciones humanas.
Los mayores problemas de los nuevos historiadores son las fuentes y los
métodos. Para complementar los documentos oficiales se debe releerlos de
una manera nueva, recurrir a otras fuentes como la historia oral, apelar a los
registros judiciales por ejemplo para rescatar aspectos de la cultura popular en
los interrogatorios de sospechosos. Sin embargo, estos nuevos métodos
también tienen sus dificultades ya que se trata de reconstruir las ideas
ordinarias partiendo de sucesos que fueron extraordinarios para sus
protagonistas (como un crimen, por ejemplo), es por lo tanto necesario leer los
documentos entre líneas.
La fuente oral resulta una excelente vía de acceso a las nociones de memoria
histórica colectiva y cultura popular en la historia del tiempo presente. Su
importancia se acrecienta en la medida en que el pasado reciente no haya
cristalizado todavía como memoria autobiográfica. La debilidad de la literatura
autobiográfica para el tiempo más inmediato solamente puede suplirse con la
fuente oral. Acceder a la experiencia vivida autobiográfica y colectiva de un
miembro de un grupo social o asociación humana en el tiempo presente
depende, en buena medida, del recurso a la fuente oral. El estudio de la política
de la memoria, de las conmemoraciones, puede darnos pistas sobre la
existencia de una determinada memoria dominante pero puede que no nos
desvele cómo los diversos colectivos generacionales han vivido ese injerto de
memoria histórica. Hay que tener en cuenta, además, que las generaciones
resultan más permeables a los injertos de memoria histórica en el momento de
su configuración, es decir, de su formación como colectivo generacional.
Es justo admitir que investigar a los socialmente invisibles como las mujeres
trabajadoras, los ancianos, los indigentes, o escuchar a quienes no se
expresan (la mayoría silenciosa, los muertos), es algo que implica riesgos, pero
que son necesarios correrlos en pro de la historia . Además de la historia oral
se puede recurrir a registros audiovisuales (fotografías, videos, cine, etc.), que
también ponen en el tape el tema de la objetivación o no de la realidad a través
de estos medios. Los fotógrafos, como los historiadores, no ofrecen un reflejo
de la realidad sino representaciones de la misma.