You are on page 1of 3

Coleccion: Gaceta Civil - Tomo 38 - Numero 19 - Mes-Ano: 8_2016

En caso de que el patrimonio autónomo sea demandado no


pueden ser aplicables las reglas sobre el litisconsorcio*

[-]

CONSULTA:

Una sucesión intestada conformada por tres hermanos (Alcides, Pericles y Nerón) ha
sido demandada por la declaración de inexistencia de una acreencia de la que era
titular el causante. En ese sentido, dado que Pericles y Nerón residen en el extranjero,
su abogado nos consulta cómo debe interpretarse el segundo párrafo del artículo 65
del Código Procesal Civil para efectos de representación de la sucesión intestada,
dado que dicho artículo remite a las normas de litisconsorcio necesario.

RESPUESTA: Siendo un asunto de representación de un sujeto procesal diferente a


los miembros que lo componen, el patrimonio autónomo es un fenómeno diverso al del
litisconsorcio. Así, la invalidez que puede darse por un defecto de representación no es
precisamente porque no comparezca un sujeto que conforma el patrimonio autónomo
sino porque no está bien representado.

FUNDAMENTACIÓN:

El patrimonio autónomo es una figura regulada en el artículo 65 del Código Procesal


Civil. Este dispositivo dice lo siguiente: “Existe patrimonio autónomo cuando dos o más
personas tienen un derecho o interés común respecto de un bien, sin constituir una
persona jurídica”.

Tenemos entonces que el patrimonio autónomo presupone: i) una pluralidad de


sujetos; ii) que no constituyen una persona jurídica; y, iii) tienen un derecho o interés
común respecto de un bien (en sentido lato). Aquí algunas observaciones:

i) Si bien se exige una pluralidad de sujetos, el patrimonio autónomo también podría


recaer sobre sujetos y bienes, como es el caso del fideicomiso, específicamente el
patrimonio fideicometido.

ii) El no constituir persona jurídica en el ámbito material es muy importante. Si fuese


persona jurídica sería un ente distinto a sus miembros, por lo que se requeriría un
representante (legal o no). En este caso, el CPC desea darle el régimen de persona
jurídica pero en el plano del Derecho Procesal. Por ejemplo, no es del todo claro que la
sociedad conyugal, la sucesión intestada y la copropiedad sean entes diferentes a los
miembros que las conforman. No obstante, para el CPC el tema está zanjado: sí lo
son, al punto que se requiere de representación para que actúen en el proceso, tal
como indica el artículo 65, § 2, primera parte, CPC: “La sociedad conyugal y otros
patrimonios autónomos son representados por cualquiera de sus partícipes si son
demandantes”. En otras palabras, con absoluta prescindencia de la interpretación del
Derecho Positivo material, el CPC, al regular el patrimonio autónomo, crea un sujeto
de Derecho Procesal: así solamente es un sujeto el que actúa.
iii) Lo que da vida al patrimonio autónomo es el derecho o interés común que exista
sobre un bien. Aquí, el término “bien” no debe entenderse a partir de la teoría de los
derechos reales, sino en sentido latísimo. Puede ser, por tanto, una relación jurídica
personal o real la que involucre a esa pluralidad de personas en torno a un derecho o
interés. Y nótese que cuando el CPC habla de “interés” ello bien nos puede llevar a
complejas consideraciones respecto del interés legítimo y, también, del interés en la
teoría de las obligaciones.

Todo estaría muy claro hasta aquí si no fuese por la segunda parte del § 2 del artículo
65. ¿Qué es lo que dice esta disposición? Lo siguiente: “Si son demandados, la
representación recae en la totalidad de los que la conforman, siendo de aplicación, en
este caso, el artículo 93”. Y por su parte el artículo 93 dice: “Cuando la decisión a
recaer en el proceso afecta de manera uniforme a todos los litisconsortes, solo será
expedida válidamente si todos comparecen o son emplazados, según se trate de
litisconsorcio activo o pasivo, respectivamente, salvo disposición legal en contrario”.

El artículo 93 habla del litisconsorcio unitario y del litisconsorcio necesario. Unitario,


porque compartiendo los litisconsortes una situación jurídica determinada respecto de
la indivisibilidad de la relación jurídica sometida a juicio, la decisión les impactará en
igual medida. Necesario, porque la ley manda la obligatoriedad de la conformación del
litisconsorcio en caso de unitariedad y cuando la propia ley lo mande. El detalle aquí es
lo siguiente: se está hablando de litisconsorcio.

En estricto, “litisconsorcio” presupone pluralidad de sujetos en el polo activo o


pasivo de la demanda; o sea: i) más de una parte; o ii) una parte y un interviniente
con legitimidad extraordinaria que no califica como tal (por ejemplo: el coadyuvante del
artículo 97, CPC). La pluralidad de sujetos, aquí, se condensa en que son autónomos,
por más que compartan lugar en cada una de las tribunas (demandante, demandado).
Esto difiere diametralmente del patrimonio autónomo: aquí hay un sujeto que congrega
a más de una persona, siendo ambos diferentes; en el litisconsorcio, en cambio, son
sujetos que actúan por sí mismos. En otras palabras, cuando una sociedad conyugal,
copropiedad o sucesión intestada actúan en un proceso, no existe litisconsorcio1.

En ese sentido, cabe preguntarse qué quiso hacer el legislador cuando consagró una
norma de remisión a las normas de litisconsorcio cuando se trata de un supuesto
absolutamente diverso. Lo cierto es que no hay explicación sencilla para ello, más aún
cuando la norma prevé como supuesto fáctico la representación del patrimonio
autónomo cuando es demandado. Cuando la norma dice que “la representación recae
en la totalidad de los que la conforman” estaría restringiendo la posibilidad de que,
mediante representación voluntaria, cualquier miembro otorgue representación a otros
miembros del patrimonio autónomo.

Por ejemplo, si es que se trata de una sucesión intestada conformada por hermanos,
ninguno de ellos podría dar poder al otro para que actúe. Ello no excluye, por cierto,
que puedan hacerse representar por otra persona, mediante representación voluntaria.

En todo caso, lo único que, a primera vista, podría ser de aplicación del artículo 93 es
la imposibilidad de que pueda emitirse una sentencia válida si es que no comparecen
todos los sujetos que conforman el patrimonio autónomo cuando este es demandado.
No obstante, la invalidez de un proceso donde ocurra esto no es propiamente por la no
comparecencia de un sujeto, sino estrictamente porque no está bien representado.
Piénsese en una persona jurídica que exigiese que sus representantes legales actúen
conjuntamente y uno de ellos no participa en la realización de los actos procesales.
Esto es un fenómeno diverso de la obligatoriedad de conformación de un litisconsorcio
porque, en el caso del patrimonio autónomo, el sujeto ya está allí, solo que hay
problemas en el representante que alega tener representación de dicho sujeto.
Inclusive la subsanación del vicio será diferente: el mal representado perfectamente
puede ratificar las actuaciones del representante o, también, puede convalidar el vicio
tácitamente.

Base legal:

Código Procesal Civil: arts. 65, 93 y 97.

Gaceta Jurídica- Servicio Integral de Información Jurídica


Contáctenos en: informatica@gacetajuridica.com.pe

You might also like