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Aquí se entrecruzan la filosofía y el psicoanálisis, claro, no todas las
filosofías y no todos los psicoanálisis. No se trata de encontrar certezas acerca
de los objetos del mundo, por mucho, asombrarse con lo encontrado, pero
sobre todo, dar cuenta del recorrido para llegar hasta allí, dar cuenta de la
circularidad del saber, pues el círculo no es más que recorrido, contorno
La verdad de la ciencia es una verdad ilusoriamente tangible, la verdad
de la ciencia es certeza (una verdad perversa podría decirse), Para la ciencia,
el saber es poder, poder a través del saber, por la vía del saber. No es esta la
pretensión del psicoanálisis, y en esto también convergen, ni de la filosofía,
para quienes el saber apunta a la posibilidad de autonomía del sujeto, . La cura
analítica se encamina, muy en consonancia con la dialéctica socrática El
debate en torno al valor del psicoanálisis es visto fundamentalmente desde tres
perspectivas:
El psicoanálisis como ciencia, representación de la realidad que da
cuenta de los fenómenos psíquicos y busca su explicación (Rivas, 2006), .
La segunda perspectiva presenta al psicoanálisis como una
hermenéutica. El psicoanálisis es un discurso que sirve para comprender al ser
humano, como discurso no necesariamente debe corresponder con un real
inamovible sino dar respuesta a interrogantes del orden del lenguaje y proveer
respuestas a cuestiones propias de su objeto de estudio.
La tercera perspectiva propone al psicoanálisis como un discurso otro,
un nuevo saber, ajeno a la ciencia y la filosofía, esta es la propuesta de Lacan,
un cuerpo teórico-técnico autónomo (Rivas, 2006), una ética, que como tal, y
siguiendo la idea de Wittgenstein, no puede ser enseñada como saber de la
academia.
El psicoanálisis no está en capacidad de discutir los descubrimientos de
las ciencias naturales en sus campos, pero debe, necesariamente, ser puesto a
funcionar en los debates acerca de lo humano, haciendo la salvedad que se
usará al mismo como teoría y no como praxis.
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ser para hacer consonancia con la categorización Braunsteiniana. La pérdida
es irremisible, el goce se pierde y su marca hace la posibilidad de echar a
andar el deseo, se imprime allí un saber, que adquirirá la característica del
saber del inconsciente: un saber no sabido (Lacan). Es la primera relación del
sujeto con el saber, el saber de qué algo falta y el saber de qué nunca se va a
saber qué es exactamente eso que falta; la consecuencia, una molestia, Freud
le llamaría el malestar en la cultura.
Para que ese saber sea efectivamente no sabido, tuvo que operar la
represión, y esto da origen a la primera estructura: la neurosis. La vida del
neurótico se convierte entonces en una búsqueda de aquello que reestablecerá
su unidad original, la búsqueda del goce perdido en la forma de objeto, objeto a
le llamará Lacan. Lo que hace la represión es precisamente ocultar un saber,
un saber que remite a la verdad del sujeto como faltante, como incompleto,
pero esta verdad, la verdad del agujero, es solo bordeable a través del saber, la
verdad caída, caída está, por eso "toda verdad es una verdad a medias"
(Lacan,) porque la verdad acerca del origen es inabordable en sí, solo puede
ser recorrido su contorno y esto origina el retorno incesante en su búsqueda, el
circulo.
¿Qué soy yo para el otro? ¿Qué le represento al otro? ¿Son las
preguntas que mueven la neurosis, porque me ha permitido sobrevivir?
Preguntas todas que apuntan al agujero que dejo el objeto a en su caída,
La histeria "se dirige al otro con una demanda (D) insaciable. El Otro,
como ante los ¿por qué? del niño, acaba por mostrar su falla, el saber que le
falta. La respuesta que obtiene la demanda es la falta en ser del otro como
efecto infaltable [S (A)]. La demanda ha revelado al deseo (d) y su trasfondo
incolmable". (Braunstein, 1999).
De esta forma la Histeria logra deshacerse de su falta y ubicarla en el
otro, ahora es ella la respuesta que el otro busca, es ella el deseo del Otro. Es
ella la que tiene el goce perdido del otro, es dentro de ella que se esconde el
objeto a, objeto de la verdad. Inteligente operación ilusoria de la Histeria.
El sufrimiento de la neurosis es un sufrimiento por no saber, por
reminiscencias, represiones, por vacíos en el discurso, Y es precisamente el
síntoma lo que recupera, al goce. El síntoma es la única forma en la que el
neurótico puede gozar. El síntoma no es más que el producto de una particular
relación del sujeto con el saber, es la evidencia de esa relación, que es
inaccesible para el sujeto consciente y solo es posible conocerla mediante el
psicoanálisis.
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ajeno, predicando su evangelio, afirmando sus derechos sobre el cuerpo,
ostentando su dominio" (Braunstein, 1999).
El perverso ha suturado la falta, con un poco de esfuerzo ha creado un
fantasma que encubre por completo el hecho de la castración, hecho por cierto
aterrador para él mismo. "Al desmentir el deseo, se lo renuncia, se lo cede.
Puesto que el deseo está del lado del Otro, desear es mostrar una falta y
ofrecer esa falta a la falta del Otro, es decir, reconocer la reciproca castración
como condición para atravesarla" (Braunstein, 1999). Debido a la naturaleza de
su fantasma, el perverso no desea, se constituye en un sujeto "saber-gozar".
No hay una pregunta que lo anime, que lo empuje, lo suyo es voluntad de goce.
Quizás la criatura perfecta para un mundo como el actual. Nunca sufre, nunca
se aparece voluntariamente por el consultorio del analista, no sufre del
malestar en la cultura, está por encima de él.
(¿con que paga el perverso?) El precio que paga, es su incapacidad
para amar y la imposibilidad de encontrar el goce por vías alternativas y
siempre variables, el perverso queda condenado a vagar por siempre la misma
senda que lo conduce al mismo punto de su vida erótica.
(3°estructura)¿Qué pasa con el psicótico? ¿Qué puede sucederle a
alguien que nombramos ubicado en un lugar de no-saber? Dirá Lacan (1985)
en la ciencia y la verdad: "de nuestra posición de sujeto somos siempre
responsables". ¿Quizá para el caso de la neurosis y la perversión, pero
también para la psicosis? ¿Será elección del sujeto la posición estructural del
no-saber?
Si la elección fuera libre quizás el sujeto sería responsable, pero la
elección es siempre una elección forzada, se elige de qué forma se asume la
pérdida del goce y hemos visto que puede reprimirse o renegarse, pero se
reprime o reniega el hecho de la pérdida. El caso del psicótico es el de aquel
que a la pregunta de la bolsa o la vida, que implica de por sí una perdida, de
cualquiera de los dos pero perdida en sí, "responde lo imposible: la bolsa y la
vida", no acepta por tanto la pérdida del goce. La elección del sujeto humano
está basada en la aceptación de la idea de que algo se perdió, la idea de la
castración (del goce), así que se elige cómo relacionarse con ese objeto en
tanto que objeto perdido, relación del sujeto con el saber. Esto es precisamente
lo que no sucede en la psicosis.
El goce psicótico (del ser) aparece antes de la palabra, hace referencia
al momento mítico de la omnipotencia y la autosatisfacción, en él, la palabra no
logra abrir el espacio simbólico para que la pérdida ocurra, para que objeto y
sujeto se separen, para que la verdad se escurra. Esta operación está guiada
por un significante que pone orden a la articulación del sujeto como sujeto del
lenguaje, Lacan le llamaba Nombre-del-padre, significante de la Ley, ordenador
del universo simbólico, a él se anclaran todos los posteriores significantes que
harán del sujeto un sujeto de discurso, presente en el mudo humano del
lenguaje. En el caso de la psicosis este significante primordial falta. A la falta de
este articulador lingüístico que permite la construcción del sujeto humano
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Lacan le llamo Forclusión, que no es precisamente una elección del sujeto, sino
el efecto de causas aún oscuro.
Al no presentarse el anudamiento del sujeto al orden del lenguaje, el
sujeto queda por fuera del circuito del saber, no hay búsqueda, puesto que no
hay pérdida, no hay pregunta ni certeza, solo hay un cuerpo, que ni siquiera
pertenece al sujeto, pertenece y es presa del deseo de su madre. La bolsa y la
vida, el psicótico queda relegado a un lugar de no-saber, condenado a vivir una
relación inexistente con la verdad, él está en el lugar de la verdad. La cadena
significante es el instrumento que le permitiría bordear la verdad, separarse,
hacerse sujeto, esto falta. Él ocupa el espacio que la verdad debería tener y por
ello es constantemente invadido, asaltado por una verdad aterradora que
escapa a cualquier intento de descripción.
De qué forma aborda el psicoanálisis el estudio y comprensión de estas
estructuras y hacia donde apunta la "cura" psicoanalítica en su relación con el
saber es lo que me propongo abordar a continuación.
El saber y la ignorancia
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La ignorancia se alza como medio para llegar al saber, en esta
perspectiva, la ignorancia no es ausencia de saber, la ignorancia está al otro
lado del saber, no es el principio, sino el final del recorrido. Aquí el psicoanálisis
se encuentra de nuevo con Sócrates: "solo sé que nada se". Función
puramente operativa en la clínica del psicoanálisis.
La transferencia entonces se presenta como el campo en el que la
verdad se expone, campo del saber del inconsciente manifiesto en el discurso y
las formaciones del inconsciente, con el síntoma a la cabeza.
El analista bien podría dar respuesta, como el médico, En este caso, se
habrá cerrado la posibilidad de que el saber del paciente se despliegue, se
habrá obturado al sujeto, se habrá tapado la falta con un remiendo imaginario,
ningún efecto.
Pero si la demanda del paciente es frustrada, y una y otra vez se
encuentra frente a la ignorancia, necesariamente tendrá que producirse allí un
nuevo saber, esta vez, un saber propio del sujeto, su saber, que apunta
directamente a su verdad, una verdad que se oculta mostrándose y se muestra
ocultándose (Moreno, 2003).
A duras penas el analista puede saber dos cosas, estas son el lugar de
la verdad: el sujeto; y la cualidad de la verdad: subjetiva.
El objeto no es terminarlo, el análisis insta al sujeto a que encuentre y
proponga nuevas formas de relacionarse con el saber que apunta a esa verdad
esquiva, al goce, objeto a. Hacer consciente lo inconsciente es reformular la
relación con el saber, reformular al síntoma y reformular la vida del sujeto.
Llenar los vacíos del discurso es construir autonomía.