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El Universal Cartera, 11 de noviembre de 2013, p.

B-6

Isabel Studer
Reforma energética: ¿y las renovables?

El petróleo y, sobre todo el carbón, disminuirán considerablemente, mientras la hidroelectricidad se


mantendrá constante. El caso del gas natural es especial, pues aumentará en los próximos 10
años, para estabilizarse después.
Es importante considerar estas proyecciones en el contexto actual de discusión sobre la reforma
energética, enfocada casi exclusivamente a reformar a Pemex. Nadie puede cuestionar los
objetivos de hacer a esta entidad más eficiente y de atraer inversiones para explotar los recursos
petroleros y de gas natural para asegurar el suministro energético para abastecer una creciente
demanda nacional y continuar las exportaciones petroleras de las que proviene aproximadamente
una tercera parte del ingreso gubernamental.
Sin embargo, la reforma debe ser integral y asegurar que los cambios regulatorios y las inversiones
planeadas para el futuro incluyen el desarrollo de las energías renovables, que en México están
muy rezagadas si lo comparamos con países como Brasil, China, India y Estados Unidos. Si bien el
gas natural debe ser un componente importante en la matriz energética, las inversiones en la
infraestructura de transporte de este combustible no deben ir en detrimento del desarrollo de otras
fuentes energéticas que serán menos volátiles en su precio. En particular, debe verse con cuidado
la explotación del gas de lutitas por su impacto en el uso del agua y la contaminación de los
mantos acuíferos y la generación de metano.
Las energías renovables, en particular la fotovoltáica, la eólica y la bioenergía, ofrecen beneficios
importantes frente a las energías fósiles. Identificamos al menos cuatro: 1) Además de contribuir a
la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero, no generan otros contaminantes al aire
o al agua, como el azufre y oxido de nitrógeno, reduciendo el impacto en la salud y los costos
asociados a la misma.
2) Permiten reducir la dependencia de las importaciones. En México las importaciones, sobre todo
de gas y de productos petroleros refinados, se han incrementado de una manera vertiginosa. Nada
más las de gas natural provenientes de Estados Unidos pasaron de 0.3 a 1.7 miles de millones de
metros cúbicos de 2002 a 2012 años, representando 30% del consumo nacional.
3) El uso de estas fuentes energéticas además disminuye el consumo del agua asociado con la
generación de electricidad, la extracción y el transporte de los combustibles fósiles. Según el World
Energy Outlook, en 2010, casi 15% del total del consumo de agua a nivel mundial estuvo asociado
con la producción de energía. En zonas que enfrentan una baja disponibilidad de agua en México,
la transición hacia el uso de energías renovables será clave.
4) Las renovables son una fuente importante de desarrollo tecnológico e innovación, por lo que
pueden ser un motor de crecimiento y generación de empleos. Diversos estudios han demostrado
que las energías renovables, la eficiencia energética y otras tecnologías bajas en carbono generan
más empleos por unidad que las energías fósiles como el carbón y el gas natural.
Las energías renovables requieren de un marco regulatorio claro, de programas agresivos de
incentivos (hoy se destinan 88 mil millones de dólares a nivel mundial para impulsarlas) y de la
remoción de los subsidios a los combustibles fósiles que empareje el terreno de competencia.
Esperamos que la reforma energética contemple estos elementos.

* Directora, Instituto Global para la Sostenibilidad-Tec de Monterrey

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