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Interpreting household practices

Barcelona, 21-24 november 2007


Treballs d’Arqueologia 13 (2007): 29-68

ALIMENTOS PARA LOS MUERTOS: MUJERES,


RITUALES FUNERARIOS E IDENTIDADES
COLONIALES

Ana Delgado
Meritxell Ferrer

Abstract: Research on everyday life in Mediterranean colonial contexts


and, particularly, the analysis of domestic space has enabled us to ques-
tion the traditional colonial discourse. This has been preoccupied with
the supposed duality between colonists and colonized, ethnic and cultu-
ral homogeneity and, especially, the exclusivity of adult male representa-
tion in colonial archaeology.
In this paper we present an analysis of funerary spaces in Phoenician
colonies focusing on the male- female relations and the dominant sexual
politics as observed in each colonial context.
Resumen: El estudio de la vida en las colonias del Mediterráneo antiguo
y, en especial, el análisis de los espacios domésticos han permitido cues-
tionar los pilares centrales de este discurso: la dualidad colonos-coloni-
zados, la homogeneidad étnica y cultural de las poblaciones que viven en
las colonias y el protagonismo exclusivo de los hombres adultos en la vida
y en las empresas coloniales. El análisis de los espacios funerarios del
mundo colonial fenicio que aquí presentamos se centra en las relaciones
entre géneros y en las políticas sexuales imperantes en cada una de estas
colonias.
Resum: L’estudi de la vida a les colònies del Mediterrani antic i, sobretot,
l’anàlisi dels espais domèstics han permès posar en qüestió els pilans d’a-
quest discurs: la dualitat colons-colonitzats, l’homogeneïtat ètnica i cultu-
ral de les poblacions que viuen a les colònies i el protagonisme exclusiu dels
homes adults en la vida i en les empreses colonials. L’anàlisi dels espais
funeraris del món colonial fenici que es presenta se centra en les relacions
entre gèneres i en les polítiques sexuals imperants en cada una d’aquestes
colònies.

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Introducción punto de mira de nuestros estudios


y convertimos a la vida en las mis-
Los estudios tradicionales sobre las mas colonias, a su cotidianidad, en
colonizaciones y sobre el colonialis- el centro de nuestros análisis, en
mo en el mundo antiguo han pres- lugar de interesarnos simplemente
cindido de las mujeres y de las rela- por su “función comercial”. Estas
ciones de género. Estas narraciones representaciones coloniales tradi-
coloniales hablan sólo de “las cosas cionales son, de hecho, posibles
importantes”: la aventura, el comer- porque las mujeres que residen,
cio, la conquista, la dominación, la mercadean o visitan las colonias
producción o el territorio. Son dis- son simplemente imaginadas, pero
cursos en los que se adopta como prácticamente nunca estudiadas,
propia y como verídica la visión ses- como tampoco lo son los hombres
gada de quienes ejercen el poder, de de grupos sociales que no pertene-
los administradores coloniales o de cen a la elite colonial o los nativos o
las élites de las metrópolis. Son nativas o sus descendientes que
miradas sumisas a los idearios de actúan en estos enclaves. En los
los proyectos coloniales. discursos coloniales tradicionales
la agencia de todos ellos es invisible
En los últimos años la crítica femi- porque sus acciones se consideran
nista y la crítica postcolonial han irrelevantes e insignificantes para
cuestionado estos relatos colonia- construir esas historias de las
les y han denunciado como esta “cosas importantes”.
visión del pasado bebe y alimenta el
androcentrismo, el racismo y el El desinterés por quiénes viven en
imperialismo del discurso coloniallas colonias, por como actúan y por
actual. Han puesto de manifiesto sus acciones cotidianas es lo que ha
en este sentido que existe una rela-
permitido que el discurso colonial
ción bidireccional y muy íntima haya hecho de las comunidades
entre como entendemos el presente coloniales comunidades imaginadas
y como construimos el pasado. (Anderson 1983), y que las haya
dibujado como homogéneas, fieles
Estas representaciones coloniales espejos de sus metrópolis y defen-
hoy dominantes se desvanecen en soras de sus intereses. El discurso
el momento en que cambiamos el colonial ha borrado toda diferencia

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

en las poblaciones coloniales y un camino lleno de sugerencias


también todo conflicto y las ha para releer las historias coloniales
convertido en meros agentes pasi- de la antigüedad (Deagan 1983;
vos del colonialismo, en lo que se ha Lightfoot et al. 1998; Stoler 1992,
denominado sujetos domésticos o his- 2000, 2002; Voss 2005; 2006).
toriográficos (Pratt 1992; Spivak
1989). En estas representaciones Domesticidad y heterogeneidad en
construidas por y para el poder los enclaves fenicios occidentales
colonial estos grupos sociales
excluidos de la élite, los subalter- El estudio de la vida en las colonias
nos, como diría Spivak no tienen ni y, en especial, el análisis de los
agencia, ni voz. espacios domésticos de contextos
coloniales del Mediterráneo anti-
La arqueología de las colonias y el guo, tanto griegos como fenicios, se
estudio de su cultura material han ha iniciado muy tímidamente, pero
permitido acceder a esas otras gen- los pocos estudios que se han reali-
tes, a esos subalternos. La incorpo- zado ponen ya en cuestión las lec-
ración de las lecturas postcoloniales turas clásicas de estos mundos
a la arqueología, y, en especial a la coloniales (Antonaccio 2005;
arqueología histórica, y su interés Dietler 1995; 1997; 2005; Curià
en la domesticidad y en la cotidia- 2000; Kourou 2002; van Dommelen
neidad de esas comunidades colo- 1989; 2002; Delgado 2005: Delgado
niales ha contribuido de forma y Ferrer 2007).
importante a minar los pilares cen- La cultura material de los espacios
trales del discurso colonial -la dua- domésticos de los enclaves y
lidad colonos-colonizados, la barrios que los fenicios establecie-
homogeneidad social, étnica y cul- ron a lo largo del Mediterráneo
tural de las poblaciones que viven entre el siglo IX y el siglo VI a.C.
en las colonias y el protagonismo (Fig. 1 y 2) muestra un panorama
exclusivo de los hombres adultos en muy heterogéneo tanto desde el
la vida y en las empresas coloniales- punto de vista social, como desde el
y a construir lecturas alternativas. punto de vista étnico. Ollas y ense-
res para la preparación y el consu-
Ese camino emprendido desde hace mo de los alimentos, recipientes y
años por la arqueología histórica es prácticas de tipo ritual, tecnologías

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Fig. 1. Principales enclaves


de la diáspora fenicia y su
metrópolis en los siglos IX-
VI a.C.

Fig. 2 (página siguiente).


Principales establecimien-
tos fenicios en Occidente en
los siglos IX-VI a.C.

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

y distintas formas de hacer las de orígenes no fenicios aportaron a


cosas, demuestran que desde sus estos núcleos no sólo fuerza de tra-
inicios en estos asentamientos bajo y lazos sexuales y reproducti-
residían poblaciones pluriétnicas, vos –como reiteradamente se ha
aunque en el caso de las colonias señalado-, sino también una infor-
bajo una clara hegemonía fenicia, mación totalmente crucial sobre
como se deduce de la cultura mate- recursos, caminos, rutas, lenguas,
rial dominante (Fig. 3). costumbres y prácticas de inter-
cambio, así como también aliados y
La agencia de estas gentes no feni- parientes con los que pactar, nego-
cias fue fundamental para el naci- ciar y comerciar.
miento, el éxito y la continuidad de
estos enclaves fenicios establecidos En estas poblaciones colonas des-
en tierras lejanas y para la gesta- taca la presencia de mujeres nati-
ción en ellos de nuevas formas de vas, como señalan la mayoría de los
vida que surgen ahora en el enseres asociados a prácticas de
Mediterráneo. Mujeres y hombres mantenimiento que encontramos

Fig. 3. Ollas de cocina y cuencos


modelados a mano del asen-
tamiento fenicio del Cerro del
Villar (Málaga).

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

en las colonias fenicias, que respon- En estos grupos domésticos mix-


den a “modos de hacer las cosas” tos, las mujeres de descendencia
propios de los asentamientos loca- nativa tuvieron un papel relevante
les. Los estudios que hemos realiza- en otras actividades que en ocasio-
do en el Cerro del Villar, una colo- nes también se realizaban en el
nia fenicia cercana a la actual ámbito doméstico. Este es el caso,
Málaga, son un ejemplo en este sen- por ejemplo, de la metalurgia, tal y
tido (Delgado 2005; Delgado y como se ha podido documentar en
Ferrer 2007). En las casas excava- una de las casas excavadas en el
das en este asentamiento se regis- Cerro del Villar, así como en otros
tran culturas materiales propias de ámbitos domésticos fenicios cono-
grupos domésticos mixtos. Ollas cidos, como los excavados en el
modeladas a mano adecuadas para establecimiento Sa Caleta, en la isla
la preparación de alimentos líqui- de Ibiza (Ramon 2007:69-71; 74;
dos o semilíquidos como sopas, 138-39).
gachas o potajes aparecen asocia-
das a cuencos esféricos adecuados En el denominado edificio 2 del
para el consumo de estas comidas. Cerro del Villar se excavó un taller
Ollas y cuencos nos hablan de una metalúrgico situado junto a las
cocina y de una dieta típica de las habitaciones de la vivienda al que
poblaciones locales, que en estas se accede, sin embargo, por una
casas coexisten con platos y hor- puerta distinta que da a la calle. La
nos, asociados a modo de consumo contigüidad de la casa y el taller es
y de cocción típicamente orienta- una indicación de la importancia
les. Las dietas de los habitantes de del trabajo del grupo familiar en las
las casas también muestran dife- actividades metalúrgicas documen-
rencias, que se visualizan a través tadas. Todos los miembros de este
de los desechos alimenticios, donde grupo doméstico, y, por tanto, tam-
se aprecian, por ejemplo, distintas bién las mujeres, pudieron partici-
especies de animales consumidos. par en la producción metalúrgica o,
Las casas del Cerro del Villar al menos, en algunas de sus fases,
expresan una heterogeneidad culi- como la recogida y el transporte de
naria que vislumbra y materializa la leña, de arcilla, de agua, de minera-
heterogeneidad social y cultural de les, o en su trituración, su torrefac-
esta colonia mediterránea. ción, etc. (Sánchez y Moreno 2003;

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identitdades coloniales

Sørensen 1996). Estas tareas exigen distintos roles y modos de trabajo,


un buen conocimiento del territo- diferentes concepciones del espa-
rio, que a buen seguro aportaron cio, de la alimentación, de las rela-
mujeres nativas, especialmente en ciones afectivas, de la maternidad,
los primeros tiempos de la colonia. del cuidado de los vivos, del cuida-
do de los muertos, etc. Este encuen-
En los asentamientos locales del tro y conflicto exige la renegocia-
sur de Iberia coetáneos a esta colo- ción de las relaciones de género y la
nia fenicia la mayor parte de las construcción de nuevas identida-
actividades mineras o metalúrgi- des de género que ni responden a
cas, como la explotación de la plata las de la metrópolis, ni a las de los
o del cobre, se llevaban a cabo en el grupos locales, sino que se trata de
marco de economías familiares. formas sociales nuevas.
Una parte importante de las fases
de esta producción tenía lugar en Las colonias, como las tierras de
los mismos espacios domésticos o frontera y otras zonas de contacto
en sus inmediaciones, por lo que la cultural, son en este sentido con-
intervención de mujeres en algunas textos social y culturalmente muy
tareas de la producción es más que heterogéneos, donde la hibridación
probable. En las colonias algunas rompe las identidades establecidas,
de las mujeres locales o de descen- lo que los convierte en magníficos
dencia local que residían allí debie- laboratorios para visualizar y anali-
ron reproducir modos de compor- zar como el género y las relaciones
tamiento y formas de trabajo de género se construyen histórica y
aprendidas en sus lugares de ori- contextualmente. Nuestro interés
gen, desconocidas o poco habitua- en este trabajo es incidir en esta
les en el mundo oriental. imagen a través de un análisis com-
parativo de un conjunto de prácti-
En escenarios coloniales la convi- cas y materialidades asociadas a la
vencia de gentes de diferentes orí- construcción del género y de la
genes conlleva el encuentro de sis- identidad colonial de dos ámbitos
temas de género distintos. Esto coloniales fenicios distintos, el sur
implica que diferentes formas de de la Península Ibérica y la Sicilia
entender el mundo y sus relaciones occidental. Nuestra atención se
con los otros entran en conflicto: centrará en las prácticas y en los

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

objetos relacionados con la prepa- los primeros cementerios. La apari-


ración, la ofrenda y la distribución ción de estas primeras tumbas se
de alimentos en rituales asociados a corresponde con el momento en el
los ciclos de la vida, y en especial, a que se consolida un proyecto colo-
la muerte, unas prácticas estrecha- nial en esta zona. Prácticamente
mente relacionadas con el género y todas las tumbas o los grupos de
con la construcción de las nuevas tumbas se sitúan a cierta distancia
identidades coloniales. de los asentamientos e insinúan
que ya a finales del siglo VIII a.C.
Los cementerios coloniales del sur estas colonias se han apropiado de
de Iberia: tumbas y genealogías un pequeño territorio que se
extiende a su alrededor (Fig. 4). A
En la segunda mitad del siglo VIII través de la memoria de los muertos
a.C., algunas décadas después del los colonos construyen un sentido
establecimiento de los primeros de lugar. Tumbas, cementerios y
colonos en el sur de Iberia, se erigen rituales funerarios materializan

Fig. 4. El área de la desembocadura de los ríos Vélez y Algarrobo (Málaga) en los siglos
IX-VI a.C. (a partir de Martín Córdoba et al. 2007: fig. 2).

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Fig. 5. Tumba aislada de Las Chorreras (Málaga) (finales del siglo IX e inicios del VIII
a.C. El ánfora contenía las cenizas de una mujer mayor de 17 años y de un feto a térmi-
no o un recién nacido (Martín Córdoba et al. 2007: foto 16 y figs. 22 y 23).

esos vínculos entre antepasados, veintena, como la conocida necró-


colonos y nuevos territorios, con- polis de Laurita, en Almuñécar, en
virtiéndose en escenarios donde se la costa de Granada (Pellicer 1962;
construye y se negocia la identidad 1985; 2007). Los asentamientos
colonial, una identidad colectiva coloniales fenicios pueden dispo-
que define a los colonos frente a su ner de diferentes cementerios pero
lugar de origen y frente a comuni- éstos, en el periodo de tiempo que
dades locales junto a las que viven. se extiende entre el siglo VIII y el
En la Andalucía mediterránea los VI a.C., acogen siempre a un núme-
espacios funerarios están formados ro muy reducido de sepulturas
por tumbas aisladas, como la locali- (Fig. 6). Este bajo número de tum-
zada recientemente en Las bas indica que no todos los residen-
Chorreras (Fig. 5) (Martín et al. tes en estas colonias tenían derecho
2007) o por pequeñas agrupaciones al enterramiento, sino que la depo-
de tumbas que no suelen superar la sición de difuntos en estas áreas

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

Fig. 6. Mapa de Almuñécar (Granada) en los siglos VIII a VI a.C., indicando zonas de
hábitat y cementerios (a partir de Pellicer 2007: fig. 3).

Fig. 7. Urnas de alabastro de la necrópolis


de Laurita; 4: vaso de alabastro egipcio
con la cartela del faraón Apofis I (Molina
1985: fig. 1).

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

estaba delimitada por criterios muy zado frecuentemente como urnas


restrictivos (López Castro 2006: cinerarias (Fig. 7) y la descenden-
76-77: Delgado e.p.). Entre estos cia, como indican las agrupaciones
criterios cabe considerar posible- de tumbas y las cámaras mortuo-
mente la edad, como sugiere la rias que reproducen la forma de
práctica ausencia de niños en las una casa. En estos asentamientos
necrópolis fenicias, el status, como coloniales la identidad social de la
se deriva de la utilización de símbo- persona muerta y de sus parientes
los asociados al poder y a la realeza vivos se manifiesta a través del uso
en Oriente, como el alabastro, utili- de un espacio distintivo, que expre-

Fig. 8. Planta y alzado de la cámara funeraria de Trayamar 1 (Schubart y Niemeyer


1976: anexos 8 y 10).

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

sa su inclusión o exclusión en una debieron estar reservadas para


familia o grupo social. La genea- familias que formaban parte de la
logía parece haber constituido uno elite colonial y que, posiblemente,
de los criterios esenciales para defi- reclamaban ser descendientes de
nir las nuevas jerarquías sociales los primeros colonos que llegaron a
nacidas en estas colonias fenicias. esas tierras.
La importancia de la genealogía en
el establecimiento de las jerarquías Alimentos y rituales funerarios
sociales en estos ámbitos coloniales
se expresa de una forma muy visi- En la necrópolis de Trayamar y en
ble en la necrópolis de Trayamar. otras tumbas fenicias del litoral de
Se trata de un pequeño cementerio Málaga los funerales son una reela-
erigido en una época tardía, ya en la boración de rituales fúnebres
segunda mitad del siglo VII a.C., orientales, donde los alimentos y
formado por tan sólo cinco tumbas las prácticas de purificación tienen
de cámara construidas con muros un protagonismo central. Las prác-
de sillares (Fig. 8). En cada una de ticas funerarias que se observan en
las cámaras se depositaron varios las tumbas de este ámbito colonial
cadáveres por lo que debieron fenicio exhiben un discurso a
actuar como repositorios o panteo- través del cual la elite colonial
nes familiares (Schubart y construye el estatus, el género y la
Niemeyer 1976). Esta necrópolis identidad colonial mirando a
monumental se levanta en una coli- Oriente.
na situada en una de las orillas del
río Algarrobo, frente al enclave de Los muertos se acompañan de un
Morro de Mezquitilla, que fue el equipo ritual que reproduce en
primer asentamiento fenicio funda- parte la ceremonia mortuoria
do en la zona. La cercanía a esta oriental (Aubet 2004): lucernas,
colonia, su excepcionalidad y la ánforas, jarras trilobuladas, jarras
monumentalidad de este espacio de boca de seta, recipientes para
funerario sugieren que este cemen- comida, que suelen ser platos de
terio pudo ser erigido en memoria engobe rojo, y vasos para beber. La
de “los ancestros fundadores” de deposición de este ajuar alude a un
esta comunidad (Delgado e.p.). Las ritual funerario asociado con actos
tumbas de cámara de Trayamar de ofrenda y de libación de algún

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Fig. 9. Ajuar depositado en la tumba 19 de Laurita que incluye una jarra de boca de seta
y una trilobulada, fragmentos de un ánfora, un plato de engobe rojo y dos vasos para
beber (Pellicer 1962: fig. 32).

tipo de líquido –posiblemente vino vasos –aun sin contenidos, estando


o hidromiel– unas prácticas mate- vacíos-, unos objetos materiales
rializadas por las jarras trilobula- que, en estos contextos fúnebres,
das y los vasos de bebida, con la pueden actuar como sus metoni-
purificación y el ungimiento de los mias (Figs. 9, 10 y 11).
cadáveres o los espacios donde van
a descansar (ungüentarios, jarras Algunas de las prácticas materiali-
de boca de seta, lucernas o quema- zadas en las tumbas a través de los
perfumes en los que se queman ajuares que en ellas se depositan
aceites aromáticos) y con la ofren- expresan acciones y relaciones que
da de ciertos tipos de comida pudieron, en determinados casos,
(ánforas, platos…). La bebida, el haber sido llevadas a cabo por
ungüento o el alimento pueden mujeres. Esta atribución, aunque
estar representados por los mismos ciertamente problemática, se

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

Fig. 10. Objetos depositados en


la cámara funeraria de Trayamar
1, que incluyen vasos para el
almacenamiento de alimentos -
ánforas y plato-, así como recipi-
entes utilizados en prácticas de
purificación -lucerna y
quemaperfumes (Schubart y
Niemeyer 1976: lám 12).

Fig. 11. Ánforas y platos para el servicio


de alimentos depositados en la tumba 1E
de Puente de Noy, Almuñécar, Granada
(Molina 1985: fig. 11).

cimienta en la idea de que en estos En Próximo Oriente a través de


contextos funerarios las élites colo- textos y fuentes documentales
niales construyen el género, igual conocemos la vinculación de las
que el estatus, emulando patrones mujeres con la purificación y pre-
orientales. Entre estas prácticas paración del cadáver antes de ser
podemos incluir, probablemente, enterrado y antes y después de ser
aquellas materializadas a través de incinerado. Texto hititas narran
algunos recipientes para aceites y como las mujeres recogían con pin-
ungüentos, así como de algunos de zas las cenizas del muerto, las
los recipientes utilizados para ser- ungían con aceite, las envolvían en
vir y consumir los alimentos. un lienzo y las depositaban en una

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

urna antes de su enterramiento sonas que los han utilizado, que los
(Gurney 1966:164-165). Del mismo han tocado. Desde esta perspectiva,
modo, la Biblia nos habla del papel la inclusión de ciertos enseres rela-
que tenían las mujeres en el cuida- cionados con la comida y con el
do y la preparación de los difuntos. cuidado del cuerpo en el ajuar fune-
El cadáver de Lázaro, por ejemplo, rario materializa las relaciones
fue guardado y cuidado por sus entre los difuntos enterrados y las
hermanas (Juan 11), mientras que el mujeres que los han alimentado y
de Jesús, fue cuidado y ungido por cuidado durante su vida, y la pro-
María y María Magdalena (Mateo longan en el más allá, después de la
27:61; 28:1; Marcos 16:1; Lucas 24:1; vida del muerto. La presencia de
Juan 20:1). La misma relación estos materiales en el ajuar de estas
puede establecerse entre las muje- tumbas fenicias nos habla de la
res y los enseres relacionados con la centralidad de “el cuidado” y, por
preparación o el consumo de comi- tanto, de las “mujeres cuidadoras”,
da depositados en las tumbas. en el discurso funerario de este
ámbito colonial mediterráneo.
Para entender como los objetos
depositados en las tumbas partici- Comidas funerarias y jerarquías
pan en la construcción de las iden- sociales
tidades y de las relaciones de géne-
ro es muy importante tener en La comida en estos contextos fune-
cuenta que algunos de esos objetos rarios constituye una de las arenas
materializan una relación con la principales en la construcción de
persona o las personas que en vida las identidades y de las solidarida-
los han utilizado, que puede ser el des sociales: define la inclusión o la
difunto u otras personas que parti- exclusión en un grupo, actúa como
cipan directa o indirectamente en marcador de status y de edad y par-
el funeral (Bruck 2006). Estos obje- ticipa activamente en la construc-
tos que encontramos en las tumbas ción y la negociación del género
pueden actuar como una extensión (entre otros Bats 1994; Goody 1984;
de la persona, como la persona Haaland 2007; Twiss 2007;
misma, porque a diferencia de lo Wilkins 2006).
que ocurre en nuestro mundo car-
tesiano, en estos otros mundos los En las colonias fenicias del sur de
objetos son inalienables de las per- Iberia esta negociación de las rela-

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

ciones sociales en la que participa La vajilla utilizada para servir la


activamente la comida adquiere su comida en estas ceremonias se
mayor visibilidad durante la cele- compone básicamente de platos de
bración de los banquetes fúnebres. engobe rojo (Schubart y Niemeyer
Las evidencias más sólidas sobre la 1976:142-143 y láms. 20-23). Entre
realización de este tipo de celebra- los fragmentos depositados no se
ciones las encontramos en la necró- encuentran otras vajillas como, por
polis de Trayamar. Sobre estas ejemplo, cuencos modelados a
cámaras sepulcrales se acumulan mano o cuencos de cerámica gris.
decenas de restos de vasos de cerá- Estos dos tipos de vasos nos remi-
mica que fueron usados durante ten a comidas y a modos de consu-
estas celebraciones y que se realiza- mo tradicionales entre las comuni-
ron incluso una vez clausuradas las dades locales del sur de Iberia, y
tumbas. Estos banquetes funera- son también habituales en muchos
rios celebrados periódicamente de los ámbitos domésticos de las
ensalzaron los vínculos de los anfi- colonias fenicias de la Andalucía
triones con sus antepasados allí mediterránea, como hemos visto en
enterrados. A través de estas fies- el caso del Cerro del Villar o como
tas, a las que a juzgar por los mate- puede observarse también en el
riales depositados acudían decenas mismo asentamiento de Morro de
de personas, miembros de la elite Mezquitilla (Schubart y Niemeyer
colonial exhibían su posición den- 1976; Schubart 1985), relacionado
tro de la comunidad y la legitima- con esta necrópolis.
ban a través de su genealogía, de
sus vínculos con los fundadores Otra exclusión deliberada entre los
(entre otros: Borgna 2004; Dabney restos de estos banquetes es la de
2004; Hamilakis 1998; Hastorf los enseres utilizados para la coc-
2003; Jones 1999; Parry 1985). En ción de alimentos, en especial de
estos lugares y durante estos actos ollas, que tampoco aparecen repre-
crearon una memoria social, fijada sentadas en los ajuares de las tum-
y materializada a través de la depo- bas. Las ollas, sin embargo, inclui-
sición de los enseres utilizados das las modeladas a mano, se utili-
durante estas fiestas en el mismo zan en estos contextos coloniales
lugar donde sus antepasados esta- en otras prácticas rituales. Ollas
ban enterrados. para cocinar o para almacenar

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Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

pequeñas cantidades de alimento El ritual de enterramiento y los


son frecuentes en los rituales banquetes fúnebres nos hablan de
domésticos realizados con motivo un discurso del poder, un discurso
de la fundación de una nueva que no debemos confundir con la
“casa”, de un nuevo ciclo vital liga- vida cotidiana que se desarrolla en
do a un ámbito doméstico. estas colonias. Este discurso del
Prácticas rituales de este tipo se poder corresponde únicamente al
conocen en el propio Morro de discurso de las élites, que preten-
Mezquitilla (Schubart 1985; den legitimar a través de él su hege-
2006:103), así como en la colonia monía. Las élites construyen su
del Cerro del Villar donde se estatus, su diferencia social, enfati-
encontró una olla a mano con una zando su distancia y su separación
lucerna en su interior bajo el pavi- respecto al mundo local y emulan-
mento de una de sus casas. do a Oriente. Esta exclusión de
“materialidades nativas” que se
En todas las necrópolis fenicias de detecta en el discurso funerario y
la Andalucía mediterránea los ense- que contrasta con la que después
res vinculados con la comida que veremos en otros ámbitos fenicios
aparecen en los ajuares excluyen mediterráneos, posiblemente deja
deliberadamente aquellos que entrever que en estas colonias del
remiten a modos nativos de hacer sur de Iberia las élites sociales
las cosas, pero que, sin embargo, impusieron políticas sexuales que
son frecuentes en las casas de estos no favorecieron el mestizaje en este
ámbitos coloniales y son utilizados grupo social. Estas políticas sexua-
en la vida cotidiana de la gente. En les y sociales llevaron a que la cons-
las tumbas no se depositan cerámi- trucción de las identidades y las
cas a mano, ni tampoco cerámicas relaciones de género expresadas en
grises, ni otras producciones híbri- el discurso funerario presente cla-
das que reproducen formas, deco- ras diferencias con las que veremos
raciones o tecnologías locales. Una que se desarrollan en otros contex-
de las pocas excepciones son algu- tos fenicios mediterráneos, como
nos fragmentos de una olla y de dos los de Sicilia occidental.
cuencos grises hallados en una
tumba de la necrópolis de Laurita Se trata de un discurso del poder
(Pellicer 1962: fig. 3 y 4). que excluye y deja sin voz a muchas

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Ana Delgado y Meritxell Ferrer

mujeres y a gentes nativas o des- ción de las identidades de género y


cendientes de nativos que viven en de las identidades coloniales al que
las colonias. Por eso existe una hemos visto en el sur de Iberia.
enorme diferencia entre la materia-
lidad ligada a estos escenarios Mozia, fundada en la segunda
rituales y la que encontramos en los mitad del siglo VIII a.C., es la pri-
ámbitos domésticos. En estas colo- mera colonia fenicia asentada en
nias híbridas la cultura material de territorio siciliano. Los fenicios
los espacios funerarios y sobre todo aquí se establecen en una isla des-
la de los ámbitos domésticos habitada y próxima a la costa, que
demuestra que en ellos existe una se localiza en el centro del
compleja heterogeneidad de identi- Stagnone di Marsala. Es un área
dades y de relaciones género. potencialmente rica en recursos
naturales como la sal, el pescado y
Mozia, un establecimiento la arcilla; pero también, un empla-
fenicio de Sicilia occidental zamiento que junto a Cartago y
otras estaciones fenicias del
Las relaciones e identidades de Mediterráneo Central –Malta y el
género que nacieron en las colonias área meridional de Cerdeña– actúa
fenicias presentan también diferen- como bisagra en la comunicación
cias en los distintos escenarios de los extremos mediterráneos:
coloniales. A través de un análisis entre occidente y oriente, entre el
comparativo podemos percibir norte y el sur (Fig. 12).
como cambian de un ámbito colo-
nial a otro. Para ejemplificar esta En la actualidad poco conocemos
diversidad en la construcción del sobre la vida diaria en la colonia,
género analizaremos otro enclave sobre todo en sus primeros años de
fenicio, situado en el Mediterráneo vida. Las excavaciones realizadas
Central. Se trata de la colonia de en este enclave desde inicios del
Mozia, situada en Sicilia occiden- s.XX se han centrado casi exclusi-
tal, donde la participación de ali- vamente a los espacios más monu-
mentos y enseres relacionados con mentales o significativos desde la
la comida en los rituales funerarios perspectiva del poder oficial
nos muestran un marco totalmente –murallas, kothon o puerto comer-
distinto en el proceso de construc- cial, santuario del Cappidazzu,

47
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

necrópolis y tophet. Es el resultado necrópolis y el tophet– nos abre la


de una práctica arqueológica que posibilidad de entrar no sólo en la
sólo explora “aquellas cosas que esfera de la vida cotidiana de la
son importantes”. colonia y el ciclo vital de sus miem-
bros, sino también de visualizar
Rituales funerarios fenicios en ciertas prácticas de mantenimiento
Sicilia occidental: la necrópolis a partir de las evidencias que
de Mozia encontramos en el mundo de los
muertos.
Afortunadamente, la excavación de
las áreas funerarias de la colonia –la Entre finales del siglo VIII y la pri-

Fig. 12. Mapa de Sicilia occidental señalando las colonias fenicias y griegas y los princi-
pales centros nativos en los siglos VIII y VI a.C.

48
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

mera mitad del siglo VI a.C. los a.C.– sugiere, como en la Andalucía
colonos de Mozia disponen de dos mediterránea, la existencia de un
zonas de enterramiento: el tophet y patrón de sepultura altamente res-
la necrópolis. El primero parece ser trictivo. Sin embargo, a diferencia
un área ritual reservada a la sepul- de lo que hemos visto en el sur de la
tura de ciertos fetos, neonatos y Península Ibérica, en este caso esta
niños menores de un año limitación no se materializaría en
(Bernardini 2005). El segundo, base a la genealogía -en la necrópo-
corresponde a un área funeraria lis no se observa ningún tipo de
destinada principalmente al ente- agrupación que sugiera la presencia
rramiento de algunos miembros de grupos familiares. Al contrario,
adultos de esta comunidad colo- esta limitación parece establecerse
nial. Ambas áreas funerarias se en base a la edad –como demuestra
sitúan en la zona nor-occidental de la existencia de un espacio funera-
Mozia (Fig. 13). Un espacio que en rio exclusivo para ciertas deposi-
los primeros momentos de vida de ciones infantiles, el tophet, y los 4
la colonia parece haber sido desti- enterramientos infantiles excava-
nado a servicios dedicados a la dos en esta necrópolis muestran un
comunidad: necrópolis, tophet, san- tratamiento completamente dife-
tuario del Cappidazzu y áreas rencial a modo de inhumación por
industriales (Ciasca 1992). enchytrismoi- y al reconocimiento de
pertenencia a la colonia.
En la necrópolis se han excavado La creación de este espacio funera-
161 tumbas, de las que 157 corres- rio en la misma isla no sólo muestra
ponden a incineraciones de adul- una temprana voluntad de perma-
tos, mientras que las 4 restantes nencia y de pertenencia por parte
son deposiciones infantiles que de esta comunidad colonial, sino
presentan un modo de sepultura que también lo convierte en un
completamente distinto, el enchy- referente mnemónico constante,
trismoi –tumbas 148, 152, 154 y 159- visible para todos aquellos que
(Ciasca et al. 1978). El número de residen o visitan la colonia.
enterramientos que encontramos Asimismo, las restricciones funera-
–muy bajo para la población que rias que hallamos en esta necrópo-
debió acoger Mozia entre finales lis, es decir, el derecho a ser ente-
del siglo VIII e inicios del siglo VI rrado y a enterrar a tus muertos,

49
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

sugieren que este espacio también cho a enterrarse, por ejemplo- y,


actuó como legitimador de las por supuesto, en la esfera de los
jerarquías sociales existentes en el vivos.
seno de esta comunidad colonial.
Esta jerarquía, sin embargo, no se Comida, cocina y ritual funerario
materializa a través del ajuar depo-
sitado en cada una de las sepultu- El ritual funerario visible a través de
ras –que es bastante homogéneo-, las tumbas excavadas de la necró-
sino seguramente en otros estadios polis de Mozia se caracteriza por
del ritual funerario –el mismo dere- una fuerte homogeneidad, tanto en

Fig. 13. Mapa de Mozia señalando la ubicación de la necrópolis y el tophet (a partir de


Famà 1997).

50
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

el tipo de tratamiento de los muer-


ria y la deposición de los restos
tos, con la cremación como el ritofunerarios mantienen característi-
dominante (Fig. 14), como en el tipo
cas propias, expresando cierta dis-
de objetos y la cantidad de ellos tancia con respecto a la metrópolis
depositados en estos enterramien- fundadora, así como también a
tos. Los difuntos son acompañados otras colonias integradas en la red
de un equipo ritual fuertemente fenicia. En el cementerio de Mozia
homogenizado que, de nuevo, estas diferencias se ven, en primer
reproduce la adopción en la colonia
lugar, en los contenedores utiliza-
de una de las prácticas funerariasdos para la deposición de los muer-
representadas tanto en Oriente, tos –ánforas, cistas, monolitos
como en otras colonias fenicias: una
pétreos o simples fosas en lugar de
jarra trilobulada, una jarra de boca
las características urnas funera-
de seta, un recipiente para comidarias– y, en segundo lugar, en el reci-
y, en ocasiones, un vaso fino parapiente que acoge las ofrendas de
beber. Es decir, de nuevo, líquidos,
alimentos depositada junto al
ungüentos y alimentos. muerto. En este caso, la presencia
mayoritaria de la olla –bien a torno,
Sin embargo, la ceremonia mortuo- bien a mano– frente al tradicional

Fig. 14. Porcentaje de los rituales


funerarios de la necrópolis de
Mozia -incineración y enhytrismoi-
. Los enchytrismoi responden a las
tumbas 148, 152, 154 y 159.

51
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

plato de engobe rojo. Una presen- olla –tumbas 80, 82, 95, 145 (Ciasca
cia que, a diferencia de las necrópo- et al. 1978) (Figs. 15 y 16).
lis del sur de Iberia, visibiliza los
enseres utilizados para preparar los Las ollas presentes en la necrópolis
alimentos y no sólo los recipientes de Mozia aluden a un modo de
para servirlos. cocinar distinto del que tenemos
constancia tanto en Oriente como
De las 161 tumbas excavadas en la en muchas otras colonias fenicias
necrópolis de Mozia, 111 presentan del Mediterráneo occidental. El
la deposición de una o más ollas, lo recipiente más frecuente es la olla
que representa el 69% del total. monoansada, sea a torno o a mano,
Además, es interesante destacar caracterizada por un cuerpo globu-
que la presencia del plato no exclu- lar más o menos achatado, un fondo
ye directamente la presencia de la plano y dotada de un asa circular
olla ya que, entre los 7 enterramien- (Fig. 17). Su presencia es habitual
tos que presentan un plato como en otras colonias fenicias, sobre
parte del ajuar, 4 de ellos mantie- todo del Mediterráneo Central
nen también la presencia de una –Cartago, Cerdeña, Sicilia y Malta
(Lancel 1979:Fig. 601, tipo 16; Vegas
1998:148, 157 y Fig.4; Bartoloni
1983:Fig. 8d-e, 9f y 10k). Junto a
este tipo de olla aparecen otros
recipientes también destinados a la
cocción de alimentos que remiten
tanto a distintos modos de cocción
como a distintas poblaciones nati-

Fig. 15. Porcentaje de las sepulturas que


presentan una o más ollas -a mano o a
torno- como parte de su ajuar en la
necrópolis de Mozia. En este porcentaje
se han excluido los enchytrismoi.

52
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

vas del Mediterráneo Central Leighton 1993:171 pl.32 y 77 n.99).


(Delgado y Ferrer 2007) (Fig. 18). La heterogeneidad que muestran
Entre estas ollas destaca la presen- las ollas presentes en la necrópolis
cia de la pignatta, una olla tron- de Mozia, que responde a distintos
cocónica con las paredes más o modos de cocción y a distintas
menos oblicuas, el fondo completa- prácticas culinarias, es decir, a dis-
mente plano y dos o cuatro tintas formas de hacer las cosas,
pequeños mamelones a modo de remite nuevamente a una diferen-
asa (Fig. 19). Este recipiente es típi- ciación respecto a las colonias del
co de las comunidades nativas sici- sur de Iberia. A diferencia de estos
lianas y se testimonia en múltiples contextos, la pluralidad material
asentamientos coetáneos a la colo- del discurso funerario de Mozia
nia como Maranfusa, Montag-nola sugiere unas políticas sexuales dis-
di Marineo o Morgantina entre tintas. En Mozia la visibilidad de
otros (Spatafora 2003:256-60, los elementos nativos en el ritual
fig.220-224; Spatafora 2000: 907; funerario sugiere una política dife-

Fig. 16. Porcentaje de las


sepulturas que presen-
tan un plato de engobe
rojo en relación a la
presencia de una o más
ollas como parte de su
ajuar en la necrópolis de
Mozia.

53
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Fig. 17. Dos ollas globulares monoansadas a torno de la necrópolis de Mozia (a partir
de Spanò 2000: figs. 42 y 43).

Fig. 18. Muestra de la variedad tipológica de las ollas -a mano y a torno- presentes en la
necrópolis de Mozia (las ollas 1, 2 y 3 a partir de Spanò 2000: fig. 42, 44 y 45; la olla 4 a
partir de Tusa 1978).

54
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

rencial en relación a los procesos de Este discurso híbrido se refleja


mestizaje y al reconocimiento de perfectamente en las propias
derechos de los descendientes de representaciones corporales feme-
mujeres de orígenes no fenicios a la ninas que aparecen grabadas en las
que hemos visto en el sur de Iberia. estelas funerarias del tophet de
La presencia en este cementerio de Mozia. En estas estelas, algo
ollas modeladas a mano o de origen tardías y datadas con posteriori-
no oriental sugiere que parientes de dad a los inicios del s.VI a.C.
gentes, principalmente mujeres, (Ciasca 1992), aparecen habitual-
originarias de distintas áreas medi- mente iconografías que aluden a la
terráneas fueron enterrados en este diosa Astarté-Tanit, divinidad
espacio, y por tanto, eran miembros fenicia relacionada con la fertilidad
con pleno derecho en esta comuni- y personificada en estas estelas
dad colonial “moziense”. El discur- como una mujer que muestra sus
so del poder que se deriva del ritual pechos aludiendo directamente al
funerario, en este caso, no sólo no acto de amamantar y a la leche
invisibiliza a las mujeres y ciertas materna, símbolos de la materni-
personas de orígenes locales, sino dad, de la nutrición, del alimento
que las integra construyendo un básico en el ciclo inicial de la vida.
discurso híbrido. La mayoría de ellas muestran una

Fig. 19. Dos pignatte -olla troncocónica con el fondo plano realizada a mano- presentes
en la necrópolis de Mozia (a partir de Spanò 2000: figs. 46 y 45).

55
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

iconografía típicamente oriental, ellas se halla una estela –la nº 792


con reminiscencias a la estética (Moscati y Uberti 1981)– cuya ico-
egipcia, que es compartida por nografía no remite a patrones
toda la diáspora fenicia. Pero entre orientales, sino a un modelo de

Fig. 20. Estelas del tophet de Mozia. Las estelas nº 799, 802 y 832 presentan la tradi-
cional iconografía de Astarté-Tánit de estilo egipciante. La estela nº 792 muestra una
iconografía completamente distinta en la representación de ésta divinidad (a partir de
Moscati y Uberti 1981).

56
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

representación corporal típico del esta comunidad colonial.


mundo nativo siciliano (Fig. 20). Ollas y mujeres e identidades
Ésta se caracteriza por la gran sim- coloniales
plicidad de los rasgos corporales y
faciales, llegando incluso a conver- La alta visibilidad de los recipien-
tirse en una esquematización tes culinarios en los rituales funera-
geométrica de estos mismos atri- rios de Mozia también evidencian
butos. Un tipo de representación un modo distinto en la construc-
corporal, pero sobre todo facial, ción de la identidad colonial al que
que hallamos en ciertos repertorios hemos visto, en el que posiblemen-
vasculares -asas antropomórficas te algunas mujeres tienen un papel
de vasos de derrame halladas en central, porque a través de ellas se
Monte Polizzo, Segesta (Tusa reifican los vínculos familiares y
1989:fig.11) y láminas de bronce comunitarios.
Colle Madore (Vasallo 1999:96, fig.
106), Sabucina (Sedita Migliore La sustitución del plato de engobe
1991:85), Mendolito di Adrano rojo por la olla en las deposiciones
(Albanese 1993:109-10)- típicos de funerarias de Mozia nos indica
contextos nativos sicilianos coetá- diferencias en cuanto al tipo de
neos (Fig. 21). comida ofrecida a los muertos, a su
significado y a la relación que
La presencia de esta iconografía de expresa entre el muerto y la perso-
tipo siciliano en una estela del top- na que la deposita. El plato nos
het de Mozia no solo refuerza la remite al acto de servir y consumir
idea de que en este enclave el hecho individualmente una ración ali-
de ser miembro de esta comunidad menticia; la olla, sin embargo,
colonial, es decir, de presentar una corresponde a la transformación de
identidad “moziense”, no se basaba los alimentos en comida, y no res-
fundamentalmente en la genealogía ponde a una ración individual, sino
de sus miembros, en su origen o colectiva. Además, las ollas se vin-
ascendencia oriental, sino que tam- culan a la esfera doméstica y, en
bién los descendientes de nativos especial, a las mujeres encargadas
sicilianos, ajustaban sus propias en el hogar de la elaboración de las
representaciones corporales y de comidas. Es interesante en este
género a las prácticas públicas de sentido destacar que muchas de las

57
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

Fig. 21. Fragmento de la representación de la estela del tophet de Mozia nº 792


(Moscati y Uberti 1981) en comparación con las iconografías de las láminas de bronce
de Colle Madore (2), Mendolito di Arano(3) y Sabucina (4) (a partir de Vasallo 1999:
fig. 106; Albanese 1993: 109; Sedita Migliore 1991: 85).

ollas depositadas en las tumbas de senta el hogar en el mundo de los


Mozia parecen haber sido anterior- vivos, el eje de la casa, allí donde
mente utilizadas (Spanò 2000). sus miembros se nutren y se socia-
Asimismo, formas similares, sino lizan, construyen sus lazos afecti-
idénticas, han sido halladas en los vos y expresan la solidaridad fami-
pocos contextos domésticos exca- liar (Haaland 2007; González-
vados de la colonia (Tusa 1978:Fig. Ruibal 2006; Sørensen 1999). Su
2 y 3). presencia en este contexto funera-
rio, por un lado, materializa los
En esta necrópolis la olla es una lazos afectivos y los cuidados que
extensión de la esfera doméstica, las mujeres profesan a sus allegados
una metonimia del hogar y una pro- –niños, ancianos, enfermos, sanos,
longación de la relación entre el adultos– prolongándolos más allá
muerto y la mujer o las mujeres que de la muerte y por otro, represen-
lo cuidaron en vida. La olla deposi- tan a estas mujeres cuidadoras,
tada en estos enterramientos repre- cosificadas en estos discursos como

58
Ana Delgado y Meritxell Ferrer

los nexos o los pilares de la familia Conclusiones


y, posiblemente, también por
extensión, de la comunidad. Esta A través de este estudio comparati-
práctica también se ha observado vo del discurso funerario de dos
en otros momentos históricos y ámbitos coloniales fenicios hemos
otros espacios geográficos. Por podido ver que la identidad colo-
ejemplo, Gilchrist (2006) en su nial -entendida como un sentido
estudio sobre los cementerios colectivo de pertenencia a una
medievales del sur-este de colonia y que diferencia a los miem-
Inglaterra, individualiza ciertas bros de esta comunidad colonial de
sepulturas en las que se encuentran sus metrópolis y de otros centros
cenizas relativas a hogares domés- fenicios coloniales, así como de las
ticos, los denominados “sepulcros comunidades occidentales junto a
de cenizas”. Según ella, la presencialas que habitan- se construye y se
de estas cenizas representa, de define de un modo claramente dis-
nuevo, la extensión del rol femeni- tinto en cada uno estos escenarios.
no como encargada de mantener el Esta diversidad obedece a las dife-
fuego doméstico y cuidadora de su rencias sociales y culturales exis-
propio grupo doméstico. Una tarea tentes en cada uno de estos ámbi-
que, como también sugiere la tos coloniales, entre ellas principal-
necrópolis de Mozia, estas mujeres mente la composición social,
extendían del mismo modo más sexual y étnica del grupo colonial,
allá de vida del muerto. las relaciones con los grupos loca-
les o la definición y la negociación
En este caso, lo que muestra Mozia de las identidades y las relaciones
es que las mujeres cuidadoras de de género.
esta comunidad, independiente-
mente de su origen o descendencia, En ambos escenarios el estudio de
constituyeron una parte central en sus espacios funerarios únicamente
el discurso que inventó la identidad nos ofrece la posibilidad de obser-
colonial en este ámbito fenicio var como se construye y se mani-
mediterráneo, estableciendo en fiesta el género de la élite colonial,
este sentido una profunda diferen- es decir, de aquéllos que ostentan
cia con lo observado en otros esce- en estas colonias el derecho a ser
narios fenicios occidentales. enterrados y a enterrar a sus muer-

59
Alimentos para los muertos: mujeres, rituales funerarios e identidades coloniales

tos en los cementerios. El discurso el enterramiento en determinados


funerario en cada uno de ellos espacios, las cámaras funerarias o
expresa en este sentido claras dife- las urnas de alabastro- sino al
rencias. Mientras en la Península poder de la domesticidad, de las
Ibérica la cultura material y prácti- relaciones familiares y afectivas, del
cas de los ámbitos funerarios exclu- alimento, del cuidado, de la purifi-
yen a las gentes locales y a sus cación, de la protección mágica, del
memorias, en el caso siciliano estas cuerpo o del perfume; es decir, nos
aparecen con gran fuerza, como habla de aquellas cosas que, para
también lo hacen los referentes las narrativas tradicionales, “no son
materiales al hogar y a la domestici- importantes”. Todas ellas son prác-
dad, sean del origen que sean. Esta ticas y materialidades habituales y
diferencia pone en evidencia que en cotidianas en la esfera de los vivos,
cada uno de los escenarios la iden- y en muchos casos próximas al
tidad colonial y la identidad de ámbito de las mujeres y de lo
género se construyen y negocian de doméstico, pero, a pesar de su cen-
formas distintas, es más, que la tralidad expresada en el registro
construcción de la identidad colo- material, en las interpretaciones
nial está directamente relacionada funerarias tradicionales poco se
a como se construye el género en han tenido en cuenta.
cada uno de estos ámbitos.
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es importante subrayar que, a pesar del Mendolito di Adrano.
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