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Sociales Actuales”
Introducción.
Estas transformaciones que nos colocan ante la llamada “nueva cuestión social”
(Castel, R.1997), signada fundamentalmente por dos factores:
Desde esta perspectiva, podríamos decir que nos encontramos ante una crisis de
gobernabilidad del sistema, resultante de las relaciones entre el poder político y el
económico, de allí la necesidad de nuevas políticas sociales que garanticen
eficiencia en la asignación de fondos públicos en cuestiones sociales.
Bustelo y Minujin (1998), plantean que “se ha formado una zona de vulnerabilidad
social y económica, creciente en términos absolutos y relativos, que incluye a
pobres estructurales, a nuevos pobres y a amplios sectores medios”. Y concluyen,
“el grupo vulnerable está lejos de irse incorporando al de incluidos”.
Tomando las palabras de José Luis Coraggio (1999), a partir de “la filosofía
inhumana del neoliberalismo”, “se generaron y se siguen generando más y
mayores espacios de exclusión social”. Lo que “no impacta solamente en los
denominados excluidos sino también en el resto de la sociedad, ya que quienes se
encuentran en el lugar de la inclusión no pueden estar seguros de mantenerse allí.
Esta tensión entre inclusión y exclusión se manifiesta en el mundo del trabajo y en
la vida cotidiana, expresándose en forma de incertidumbre...” Y agrega el autor,
“los así excluidos son arrojados a un mundo socialmente anómico de necesidad,
precariedad y lucha por la supervivencia, ampliándose estadísticamente los
comportamientos “antisociales”, vistos como fuente de peligros para la “sociedad”
urbana”.
Desde esta perspectiva nuestro país vive hoy una encrucijada histórica. Por un
lado, trata de profundizar su democracia, alcanzar el desarrollo, optimizar el uso
de los recursos financieros y mejorar sus niveles de calidad de vida; y por otro,
trata de hacerlo con un modo especial de ordenarse y decidir sobre sus asuntos
públicos y privados.
Políticas Sociales actuales. Consideraciones generales.
-la gestión por proyectos: que implica un marco acotado de elementos tangibles y
claramente identificables establecidos a partir de criterios técnicos.
Desde esta perspectiva y teniendo en cuenta que una Política Social que no
genera, acompaña, facilita propuestas de redistribución del ingreso restituyendo
derechos sociales no puede ser entendida como Política Social, sino, simplemente
como un mero paliativo (Carballeda, A. 2005); surge la necesidad de generar
nuevas estrategias que:
Así mismo estas estrategias deben considerar algunos aspectos que condicionan
la definición, el diseño y la implementación de políticas sociales, entre los que se
puede mencionar:
Mr. Stiglitz enfatiza que la pobreza y la salud son indicadores, así como los
problemas ambientales, que señalan un crecimiento no sostenible, que no
beneficia a los países a medio ni a largo plazo. Enfatiza la importancia de la
"sostenibilidad," la equidad y la democracia en el desarrollo, el que debería ser
accesible a toda la sociedad.
Este autor hace referencia al importante rol que juegan el Estado (gobierno) y la
sociedad en la búsqueda de un desarrollo económico sustentable, señalando
algunas claves a tener en cuenta en este enfoque. Ellas son:
3) La activa promoción de la idea de que las personas son la clave para el éxito
del desarrollo económico, y asimismo el producto de ese éxito, a través de los
siguientes factores: a) Fuerte protección de la Salud (algo semejante a los países
nórdicos) como soporte de las individualidades, que permita el surgimiento de
emprendedores capaces de asumir riesgos. b) Inversión en educación (primaria,
secundaria y universitaria), en investigación y en desarrollo. c) Acceso al crédito
en todos los niveles y sectores de la sociedad y la redistribución de los fondos de
manera equitativa para combatir la desigualdad.
Los países más avanzados del mundo han tendido a realizar inversiones
sostenidas en el mediano y largo plazo en estas formas de capital, y han
cosechado resultados en términos de mejor equidad, estabilidad política y
progreso macroeconómico sobre bases firmes. América Latina, con logros
enormes en el campo de la democratización, es citada al mismo tiempo con
frecuencia como un "antiejemplo" en lo social. Los niveles de pobreza son muy
superiores a los que deberían ser, según su producto bruto global y per cápita; los
déficits de educación y salud son muy marcados; un amplio porcentaje de la
población carece de agua potable y de instalaciones sanitarias básicas. Según
UNICEF el 60% de los niños son pobres; y más de un 30 % de los jóvenes están
desocupados. Se habla de un profundo proceso de "descapitalización", en cuanto
a capital humano, y de una marginación continua del capital social. Todo ello es
influido por el hecho de ser la región del mundo con mayor inequidad, lo que, a su
vez, la fortalece y multiplica.
En esta nueva relación entre Estado- Sociedad Civil, la práctica profesional exige
encarar un proceso de construcción y resignificación del campo profesional,
cuestionando y problematizando marcos teóricos, estrategias y metodologías de
intervención.
En otras palabras la primera tarea para lograr un cambio es que el Trabajo Social
se asuma como una forma de trabajo Reflexiva y Crítica.
3. Por ello, en tercer lugar hay que tener en cuenta que, el Trabajo Social es “la
disciplina de la interacción social consciente, en el sentido de que en forma
constante y progresiva coactúa con el hombre, su estructura y coyuntura histórico
político, material, social y cultural, planeando y generando intervenciones
organizadas de reflexión, cognición y transformación conjuntas en el universo de
las relaciones, con el objetivo de lograr mejores y armónicas condiciones de
existencia personal, grupal y colectiva”. (Max Agüero, E. 2002)
Esta realidad social que nos interpela genera una fuerza que por lo general va en
contra del libre ejercicio de una Ciudadanía Social Plena. Esta característica de
nuestro tiempo puede ser caracterizada como un acontecimiento que algunos
autores llaman proceso de desciudadanización.
Otro de los desafíos que nos imponen los nuevos tiempos sociales, en los cuales
nos encontramos insertos, es responder a la creciente necesidad de proponer y
realizar rupturas con respecto a aquellas veladas sugerencias de índole teórico,
metodológico que nos priven de la libertad para repensar y problematizar la
cuestión social y todo aquello que neutralice, paralice y torne rutinaria nuestra
acción profesional.
En este sentido se debe plantear que la ética además de ser un permanente motor
de indignación debe a su vez aproximarnos a ser coherentes con nuestras
acciones. Ello a fin de poder incidir en la construcción de nuevas relaciones
humanas y de repensar un proyecto donde el fin y la causa última de todo
accionar sea el ser humano.
· Por último nuestra precaria situación laboral de asalariados (con todos los
condicionamientos que esto lleva implícito) no nos debe llevar a claudicar en la
tarea de realizar una interpretación lúcida de la cuestión social, una reafirmación
de nuestro compromiso sociopolítico y a la lucha permanente por garantizar el
libre ejercicio de los derechos y obligaciones, de los cosujetos con los que
interactuamos, en nuestras prácticas.