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El plan de reformas fue muy abarcativo por lo que afectó todos los ámbitos de la política
española. La renovación fue mayor en las últimas dos décadas del siglo XVIII bajo el fuerte
estímulo de Carlos III (1759-1788). Cada una de las reformas fue atentamente planificadas
y se lograron algunos cambios sustanciales. Pero con el tiempo estas innovaciones
provocaron nuevos problemas complicando seriamente el curso de las reformas aplicadas.
Cuando en 1808 el rey español Fernando VII fue tomado prisionero por Napoleón
Bonaparte comenzó una etapa decisiva para la política borbónica y esto incidió
directamente en los movimientos emancipadores de principios del siglo XIX.
Armada Española.
En los dominios americanos la estrategia militar consistió en proveer una fuerza que controlara las rebeliones y
los disturbios populares que eran muy reiterados. Además se buscaba poner freno a los ataques extranjeros y al
contrabando. Por tal motivo, los ejércitos en el Virreinato de Nueva España y en el de Perú eran muy numerosos
y estaban dirigidos por profesionales de carrera.
Los pueblos guaraníticos del Paraguay son un buen ejemplo de la capacidad de acción de los jesuitas. Suele
decirse que establecieron un “estado dentro de otro estado” debido a la independencia con la que se movían y la
autosubsistencia que lograron. Por otro lado, la Corona guardaba desconfianza por la educación que se impartía
en los colegios jesuíticos en los cuales se educaba la elite criolla y se difundían ideas contrarias al absolutismo.
La influencia de esta orden llegaba a toda la sociedad colonial en su conjunto a través de sus gestiones
burocráticas, de las cadenas de haciendas, el manejo de circuitos comerciales, el control de manos de obra, entre
otros aspectos.
8.-Frenar las rebeliones. El caso de Tupac Amaru II
A lo largo del siglo XVIII se sucedieron varias rebeliones y resistencias en las que se expresaron los distintos
grupos sociales de la compleja sociedad colonial.
Un caso resonante fue el de Tupac Amaru II quien fuera el líder de la mayor
rebelión social llevada a cabo en los dominios hispanos contra las medidas
del absolutismo borbónico. Este movimiento se dio entre 1780 y 1782 y fue
severamente aplastado por la política borbónica. Mucho se ha escrito sobre
la figura de Tupac Amaru llegando hasta hoy los ecos de aquellos hechos.
Tupac Amaru era descendiente de los Incas y como tal buscaba hacer valer
su status y reivindicar sus pautas culturales frente a una política de
dominación colonial que subyugaba a la sociedad andina desde hacía mucho
tiempo. Hacia fines del siglo XVIII la situación social era agobiante y las
reformas borbónicas no hicieron más que acentuar la sensación de opresión.
Este líder no rechazaba la figura del rey sino que reclamaba cambios
sustanciales sobre todo con relación al corregidor y al tributo indígena,
aspectos centrales en la política española. Llama la atención que entre los
seguidores de Tupac Amaru no sólo se encontraban grupos indígenas sino
también negros, mestizos, mulatos y hasta criollos y españoles. Lo
importante es notar que Tupac Amaru expresaba el descontento de un
conjunto social muy diverso que coincidía en su rechazo a l sistema
imperante.
El accionar de este líder estuvo basado en un plan de operaciones y de
propuestas de cambio. Ante los constantes disturbios las autoridades
buscaron el modo de terminar cuanto antes con estas protestas que podía
estimular otros movimientos semejantes volviendo la situación
Tupac Amaru II irrecuperable. En tan sólo dos años Tupac Amaru puso en jaque a las
autoridades virreinales hasta que fue capturado junto con gran parte de su familia y aliados y sometido a
severos interrogatorios para que de cuenta de todos numerosos cómplices. Finalmente, su brutal muerte
pretendió ser ejemplificadora para quienes osaran sublevarse y simbolizó el final del recordado Tawantinsuyu.
En adelante su nombre sería recordado de muchas maneras estimulando hasta la actualidad discusiones en
torno a lo ocurrido y a la incidencia que este tipo de comportamientos colectivos tuvo en la historia hispano
colonial.
La estratégica creación del Virreinato del Río de la Plata provocó que la dinastía borbónica asumiera como
nuevo desafío la defensa y el desarrollo del frente Atlántico. Por esto se planificó organizar expediciones de
reconocimiento geográfico y científico, especialmente a los territorios indígenas del sur; buscar nuevas rutas de
comunicación para agilizar el comercio con los mercados chilenos y levantar fortificaciones que aseguraran la
soberanía española en las tierras patagónicas.
Mediante la creación del nuevo virreinato se proyectaba concentrar las exportaciones de la Pampa por el puerto
de Buenos Aires. El objetivo era evitar que salieran vía Chile las grandes cantidades de ganado pampeano
conducidas hacia la Araucanía por los mismos indígenas, tal como había estado ocurriendo desde tiempo atrás.
Resulta oportuno entonces pensar que Bs. As emergía como un nuevo polo de arrastre orientado hacia el
Atlántico.
Fuente de consulta: Varela, Gladys y Manara, Carla: Tiempos de transición en las fronteras surandinas: de la
colonia a la república. En: Bandieri, S. (coordinadora) Cruzando la cordillera. La frontera argentino chilena
como espacio social. Neuquén, CEHIR, UNCo, 2001, primera parte, pp. 31-63.
10.-La expansión del comercio colonial
Dispuestos a revertir la declinación económica de España y la presencia constante de las potencias enemigas
incursionando por sus dominios, los Borbones apuntaron a fortalecer el sistema monopólico ahora con la Casa
de Contratación en Cádiz en lugar de Sevilla. En este sentido, con la promulgación del "Reglamento de Libre
Comercio" (1778) se pretendió reactivar la economía fomentando una mayor circulación de bienes y el aumento
del ingreso tributario abriendo nuevos puertos tanto en la costa española como en toda América. Esta reforma
se complementaba con algunos cambios básicos, como la desarticulación del comercio intercolonial para evitar
competencia a los productos europeos y la configuración de las intendencias para perfeccionar la
administración pública y descentralizar poderes locales. Finalmente estas medidas tendrán efectos muy
relativos ya que provocaron la inmediata reacción de quienes habían tenido el control, o se habían beneficiado,
con los tradicionales circuitos mercantiles.
En estrecha relación con los objetivos políticos y económicos fue de vital importancia la cuestión de la seguridad
de las colonias. La clave era garantizar el orden interno y centralizar los dominios coloniales para liberar
esfuerzos en pro de solucionar los acuciantes problemas económicos y la lucha contra potencias extranjeras,
conflictos que afectaban seriamente a la monarquía española. Lo dicho permite comprender por qué algunas
periferias vulnerables y potencialmente rentables fueron revalorizadas en las últimas décadas del siglo XVIII.