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Trabajo Final

Seminario De Autores Rusos.

Profesor: Cristian Cisternas.

Alumno: Kurt Contreras.


Para este trabajo, se realizará una comparación entre dos autores, cada cual, con sus
particularidades, ambos con sus puntos de convergencia y con sus diferencias; ambos
comparten un espacio en común, un campo en común, “…un campo de fuerzas que actúan
sobre todos los que entran en ese espacio y de maneras diferentes según la posición que
ellos ocupan en él…”(Bourdieu, p.2), según lo que Bourdieu dice, podrá entenderse
entonces que estos escritores estarán dentro de un vaivén, de relaciones fluctuantes entre las
fuerzas que componen el mundo; un sistema de poder basado en el capital se alza, la
modernización actúa en todos los ámbitos, el desarrollo industrial y tecnológico actúan
como catalizadores de este proceso; la economía se potencia en base a la producción en
masa, y existe una tensión entre clases sociales, se extiende la clase trabajadora, se extiende
la desigualdad entre clases, y la brecha económica parece no disminuir; pero, surge a su vez
la burguesía, en el medio, en una posición que influenciada por el mito de la ascendencia
social, por la meritocracia, aspira constantemente a ascender socialmente por medio de la
consecución de bienes capitales y del dinero en sí, aspira a ostentar el lugar de la
aristocracia y la nobleza, y que por medio del trabajo incansable, parece lograrlo de vez en
cuando. Lo que es innegable, es que esta burguesía protagoniza el panorama social de la
época de autores como Tolstoi o Lermontov; sobre estos dos entonces, se buscará, como se
ha dicho antes, sus puntos comunes, y sus diferencias, todos estos elementos, se observarán
en plano literario; el cual esta influenciado a su vez por el momento de su producción, y,
tanto por los agentes de la producción, como por los receptores de esta.

De este modo podrá verse entonces, que las relaciones y las formas de ver el género
humano se basarán principalmente en la indiferencia y la apatía; así, se verá en las novelas
que aquí revisaremos, “Un héroe de nuestro tiempo” de Lermontov, y “La muerte de Iván
Ilich” de Tolstoi, ejemplificado vívidamente las distintas visiones sobre una época y una
sociedad rusa que perdía su identidad en medio de la vorágine moderna, las formas
extranjeras y los vicios de la época hacían más difusa la relación del pueblo y la aristocracia
con sus raíces, las personas viven en pos de la supervivencia económica y la superación de
la condición de mero superviviente, para poder gozar así de la satisfacción de la comodidad
burguesa.
Como primer ejemplo de lo anteriormente dicho, se tendrá a Lermontov, para el cual
trabajaremos con su novela “Un héroe de nuestro tiempo”, en la cual se relata la vida de un
joven ruso, oficial del ejército, el cual disfruta de la comodidad burguesa que su posición y
su riqueza le otorga, en ese sentido se ve que las relaciones que él ejerce con los otros están
mediadas por su posición jerárquica, él nos dice en un pasaje de la novela “Las
circunstancias han ahogado en mi pecho la ambición, pero esta se revela de otra forma, ya
que ambición equivale a ansia de poderío, y no conozco deleite mayor que supeditar a mi
voluntad cuanto me rodea.”(Lermontov, p. 111), las circunstancias, su degradación moral,
están determinadas a su vez por la modernización capitalista, donde la mayor satisfacción
reside en apoderarse de bienes, y más o menos simbólicamente, en apoderarse del otro,
someter la voluntad de la otredad; estas formas de acumulación de capital humano y
material, es un síntoma del proceso que sustancialmente se va expandiendo por el mundo,
sometiendo todo bajo estas lógicas de apropiación.

En contraste con esta realidad social que determina a Pechorin, el oficial, puede observarse
en la novela, una parte del mundo, de Rusia, en la cual la marginalidad se atiene a sus raíces
y se resiste a la modernización, en el Cáucaso, los cosacos y los tártaros se atienen a las
reglas dictadas por su relación con la tierra y su entorno, la ley del más fuerte dicta más
para ellos; pero al mismo tiempo existe una dimensión de perpetuación de la tradición de
cada clan, y de una u otra manera la acumulación se hace material, y se explicita en la
ostentación de bienes y botines de guerras y saqueos. La resistencia se hace explícita en el
Cáucaso respecto a la oposición contra el estado ruso, que a su vez pretende expandir y
mantener su hegemonía en esas tierras. De este pueblo entonces, se desprende un
sentimiento nostálgico, Lermontov explota aquí el sentimiento romántico sobre el mundo,
el espacio en la obra se abre a la contemplación, las montañas se alzan y la nieve cubre
todo; el momento se dispone para la conversación entre el capitán, que alguna vez conoció
a Pechorin, y el viajero que esta recorriendo el Cáucaso; se abren al recuerdo y a la
reflexión, recuerdan y le dan vida a ese joven decepcionado del mundo, consciente de la
degradación moral imperante en la sociedad y en él mismo. La obra se expande hacia una
dimensión de contemplación psicológica del sujeto, en el recuerdo y la conversación, y en
Pechorin y su diario, la configuración metadiegética del relato implica una
fragmentariedad, que se asocia con el hecho del proceso de recordar, con una mente en
funcionamiento, a su vez; la reflexión del protagonista sobre sí y su mundo implica una
dimensión existencial, principalmente por el cuestionamiento del yo y del otro; esto deviene
en un mal instintivo, propiciado por las relaciones individualistas y egoístas entre los seres
humanos, lo que termina determinando a cada ser dentro de un aislamiento respecto al otro
y que desencadena a su vez una violencia circular entre seres humanos. Dadas estas
condiciones, el protagonista de la obra de Lermontov, se configura en base al tópico
naturalista del hombre como bestia, es decir, un sujeto que se guía principalmente por sus
instintos y sus deseos, y que con tal de alcanzarlos pasa por sobre los demás.

Dada esta caracterización del personaje y del mundo de la obra, puede observarse la
intencionalidad del autor, al mismo tiempo hecha explícita en el prólogo, donde nos refiere
a que el libro tiene como fin dar un panorama de la sociedad y de los vicios imperantes en
ella, de este modo él pretende moralizar por medio de la crítica a su generación, y a
aquellos que son como Pechorin; se utiliza de este modo al protagonista como una suerte de
contraejemplo, como un lugar común en el que se reúnen aquellos valores negativos que
hacen de este joven un cruel y prácticamente indiferente ser humano; se plantea entonces al
sujeto como un monstruo, que es resultante de las relaciones malsanas propiciadas por su
sociedad, se muestra al personaje como un ser incompleto que en realidad no está nunca
satisfecho, es un sujeto escindido y herido en su existencia, las características románticas se
exaltan para lograr una profundidad psíquica del personaje, lo que a su vez también apunta
a una autocrítica por parte del autor, podría pensarse hasta que punto no todos comparten
algo de este Pechorin, esa es la interrogante que Lermontov plantea para sí y para los
lectores de su época; la autoreflexividad, la conciencia del mal que uno mismo representa,
esas son las aristas que hacen del protagonista un ser complejo, el sufrimiento existencial
que atraviesa, lo que Baudelaire llamaría el spleen, el hastío, que los sujetos inmersos en la
vida moderna han de comenzar a experimentar, permite entonces asumir al sufrimiento
como parte de la vida y se ha de aprender de él, el individuo se curte, se endurece, y todo a
su alrededor también, lo cuál le da a Pechorin una heroicidad, la de la resistencia, la del no
querer hundirse por completo en un orden del mundo coercitivo, uniformador y opresor,
pero que de una u otra manera termina trayéndolo para sí, cooptándolo, llenándolo de
contradicciones, siendo lo mismo que él odia, un ser humano.
El autor, muestra esta dimensión trágica de la existencia, pero no deja de mostrar a su vez,
una dimensión épica que se distiende de lo salvaje, de la tierra, de la profundidad de las
raíces del pueblo ruso, se observa entonces, al protagonista que se mueve cómo sacado de
su entorno natural, la ciudad, dentro de un espacio que es ajeno a ello, la naturaleza, el
campo, la estepa; lugares donde la industrialización y la conformación de grandes urbes no
han llegado aún, esto permite a su vez que el relato se muestre cargado de una sensibilidad
que tiene que ver con la relación del hombre y la tierra, se nos muestra por oposición al
hombre de ciudad y al tártaro, al campesino; y los distintos valores que mueven a cada cual.

Por otro lado, y en segundo lugar, analizaremos “La muerte de Iván Ilich” de León Tolstoi,
obra que en este trabajo será un ejemplo para observar cómo la disposición social, que
anteriormente se revisó y ejemplificó en la obra de Lermontov, tiene un avance y una
consolidación que se verá reflejada en la novela, y que implicará a su vez, diferencias de
representación respecto a la novela anteriormente vista, diferencias entre cada autor, que al
final de este trabajo pasaremos a revisar.

En esta novela de Tolstoi, se narrará la historia de un empleado del Palacio de Justicia, el


cual muere; el relato, girará en torno a la muerte de este empleado, Iván Ilich, quién se
caracteriza principalmente por su pasividad, y su disposición de buen ciudadano, a sí
mismo, la historia mostrará a los que rodean a este individuo, su esposa, sus hijos y sus
amigos; a su vez, esta mostrará en toda su plenitud, la tragedia de la vida burguesa, que le
acontece a uno de esos pobre individuos que una sociedad uniformadora y basada en la
explotación laboral sostendrá.

Siguiendo con lo anterior, se encontrará que esta obra propone un mundo, donde el
principal móvil para las acciones de los personajes residirá en su propio interés, cada acción
estará movida por la conveniencia que esta tiene para cada cual, el mundo se construye así
desde el egoísmo y el individualismo, los personajes se relacionan entre sí a través de las
relaciones monetarias y de sus relaciones jerárquicas dadas a su vez por la posición social y
por el cargo que ocupan en sus respectivos trabajos. Así, se observa al inicio de la obra que,
al enterarse los compañeros de Iván Ilich de su muerte, estos suspiran aliviados puesto que
“…el hecho en sí del fallecimiento de una persona muy conocida despertaba en todos,
como siempre, un sentimiento de alegría, pues resulta que <ha muerto otro y no yo>.”
(Tolstoi, p.9), lo cual es elocuente respecto a la superficialidad y falta de empatía que
dominan las relaciones sociales de la época en la que Iván Ilich vive, y que se puede decir,
debe ser un correlato directo de la situación acontecida en aquella época, el autor entonces
redunda en este absurdo que son las relaciones entre personas, ya que más adelante insiste
en la hipocresía reinante entre los sujetos compositores del mundo.

Esta hipocresía, podremos decir, es uno de los elementos más importantes de la obra pues
esto deviene en un autoengaño por parte de los personajes, un autoengaño respecto a sí
mismos y respecto a los demás; tal situación expande la obra en dos áreas, una que tiene
que ver con un mundo de las apariencias y otra con lo que realmente está sucediendo en lo
latente, en lo aparente de la obra podría decirse que los amigos de Iván y su familia,
realmente se preocupan por el bienestar de él y realmente se conmueven con su muerte;
pero esto no es más que lo que ellos pretenden mostrar, esto se enmarca dentro de las
apariencias, de lo que se representa, cuando lo que se encuentra en latencia en cada
personaje es una preocupación por las consideraciones económicas que la muerte del
protagonista tiene en la vida de cada uno, relegando a una posición secundaria todo aquello
que tenga que ver con la emocionalidad de los sujetos, y donde se genera un pánico en cada
uno de ellos al momento de tener que mostrar su interioridad y su sinceridad, dada una
costumbre frente al uso de máscaras que oculten lo que realmente son cada cual, que
oculten la miseria que cada individuo porta, miseria que se muestra como inherente al
mundo y las personas.

En este sentido, la vida burguesa que ordenaba el mundo en los tiempos de Tolstoi opera
como un engaño constante entre el ser humano y la otredad, como una aislación continúa y
perpetúa que busca la uniformación en pos del mantenimiento de este orden social egoísta y
explotador, que propugna como valores principales la obediencia a la burocracia, el amor
por el trabajo y el deseo incesante de producir y consumir; en este contexto, se observa que
esta obra a base de presentarnos como si fuese un absurdo la situación presentada, se
adentra en un proceso de desengaño, penetra en el sinsentido en pos de cuestionarlo, pinta
de manera potente la miseria moral predominante y el deterioro existencial de los humanos,
el autor, escribe una crítica social, que apunta a la toma de consciencia, que tiene un fin
moralizador y esclarecedor respecto al sentido de la vida. Como ejemplo de esto
observamos en la novela, este proceso de desengaño de Iván Ilich, proceso que se ve
acuciado por la presencia de la muerte, es decir, la única verdad ineludible, aquello que es
realmente cierto en el mundo y que se presenta a los hombres revelándoles su frágil
condición, la fugacidad de la vida y la importancia de una vivencia consciente de esta, Iván
nunca tomó consciencia de su situación sino hasta que la muerte estuvo cerca, se presento
ante él una revelación, respecto a la falsedad de los que le rodeaban, respecto a la vacuidad
con la que había vivido y respecto al egoísmo perpetuo que durante toda su existencia
propugno, el desengaño se hace concreto y el misterio de la vida se hace presente ante los
ojos de un moribundo, la piedad, la empatía y la autocompasión penetran en el
protagonista, para desvanecerse en un organismo que se marchita, que se pudre por la
enfermedad. Esta enfermedad de la que hablamos es una de las consecuencias de aquel
mundo hostil y deshumanizante, que enferma físicamente dadas las condiciones de
explotación sobre los individuos, y moralmente dada las relaciones sociales egoístas y
utilitarias, se hace patente entonces, a partir de esa doble configuración presente en la obra,
a través del ocultar y el revelar, la degradación y la deshumanización del mundo, donde el
ordenamiento a partir del capitalismo y de jerarquización económico institucional, reduce a
la miseria y a la desgracia a las personas.

Ya habiendo hablado de ambas novelas, se reconocerán los puntos de convergencia y


diferencia de los autores; en primer lugar, veremos que ambos escribirán con un carácter
más o menos intencional, puesto que sus obras se configuran en pos de una crítica social
directa y con un afán moralizador. Por otro lado, existe en ambos autores un tratamiento
serio respecto a los personajes de todas las índoles sociales, lo cual implica un estilo
realista, estilo que caracteriza ambas novelas, realizando una representación que busca
espejear las condiciones de su época, ya sea en cuanto a lo histórico o lo social; por esa
parte podrá verse entonces, que la literatura de ambos autores no se remite simplemente a
describir directamente lo que en su tiempo ellos vivieron, sino que su obra, en cuanto a obra
artística, esta permeada no solo por los contextos sociales, sino que por la historia de ese
momento determinado, la situación de las artes y la cultura, etc. Todos estos elementos que
representan en su generalidad las fuerzas que imprimen una actitud y una visión de mundo
característica para cada cual, estas fuerzas fluctuantes entonces, se enmarcan en el proceso
de modernización global, de la mano a su vez de un proceso de capitalización perpetuo de
todos los ámbitos de la vida en la tierra. Dicho esto podrá observarse que tanto Lermontov
como Tolstoi saben captar con tremenda fuerza estos procesos de los que aquí hablamos,
ambos tocan los temas de la degradación moral y el individualismo, uno por su parte lo
hace concreto en Pechorin el oficial del ejército, y el otro lo hace en la figura de Iván Ilich,
ambos son sujetos que se enmarcan dentro de un orden social burgués, la satisfacción que la
supresión de las voluntades de los otros son un punto en común, uno lo hace por medio de
su galantería y elocuencia, dinero y posición social; el otro lo hace por medio de la posición
social y el cargo que ostenta en su trabajo, donde se subordinan a él otros sujetos, como él
mismo lo hace con los que le siguen en la escala. En ese sentido, los personajes de ambos
tocan la temática de la falsedad y de la hipocresía imperantes en las relaciones humanas y
en la sociedad en general, generando a través de ellos una reflexión sobre lo esencial de la
vida y sobre la consciencia que los sujetos tienen respecto a su posición y destino en el
mundo; así, a su modo, cada personaje libra una lucha por la supervivencia bajo los
parámetros que las fuerzas que rigen el mundo les dictan, siendo los dos, derrotados en
proceso, evidenciándose esto en la tragicidad de sus historias y de sus existencias.

Por otro lado, y como último punto a discernir, quedan las diferencias entre Lermontov y
Tolstoi, las cuales se verán expresadas principalmente en la materia literaria, antes que en lo
que simbólicamente se desprende de sus obras, una literatura de reflexión y crítica sobre la
realidad de su época. Lermontov, en ese sentido, muestra en su novela, los primeros
síntomas de esta enfermedad moral que se ha desarrollado a lo largo del proceso
modernizador de los países; si bien él emplea una técnica realista, hay una mixtura con
temáticas románticas y con una forma de ver el mundo que responden a aquellos cánones
estéticos, de ese modo, se tocan los temas de la resistencia contra el mundo, de la reflexión
del sujeto respecto a su posición en este mundo y, por otra parte la de la búsqueda de la
identidad nacional que se hace difusa a medida que la globalización incipiente extiende una
cultura de carácter universal y que hace olvidar las raíces a cada pueblo, en esto en
particular, se diferencia la novela de Lermontov de la de Tosltoi. Esta diferencia que
decíamos tiene su principal sustento en que en la novela de Tolstoi, la enfermedad moral, el
hastío, y la hipocresía, están totalmente extendidos por la sociedad, se nos muestra un
mundo donde no hay resistencia ante este orden vital que se extiende, los individuos son
representativos de la ciudad y en ella ya no hay formas de resistencia, en “Un héroe de
nuestro tiempo”, se muestran formas de resistencia que se dan fuera de la ciudad; en “La
muerte de Iván Ilich”, por otro lado, todos los sujetos han aceptado y adaptado su vida a los
parámetros de la uniformación y aislamiento sistemático, lo cual deviene finalmente en una
resignación, que tan solo es hecha presente por medio del desengaño frente a la vida, y esto
solo se presenta por medio de la muerte.

Se ve entonces, en cada autor, una novela frente al desengaño, novelas que penetran en el
absurdo y en el sinsentido de la vorágine moderna, y desde donde se extrae el síntoma de
una enfermedad que dominará y diezmará poblaciones enteras, el spleen, el hastío, la
angustia existencial, la solución parece susurrada por parte de cada uno de estos autores, la
autoconsciencia y la empatía, las relaciones humanas vaciadas del utilitarismo, parecerían
ser, un primer paso para la sanación.

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