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Mesa de Concertación

para la Lucha contra la Pobreza

ÉTICA DE LA
FUNCIÓN PÚBLICA
Y BUEN GOBIERNO
Julia Zamora Leclére
Ética de la Función Pública y Buen Gobierno

® Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza


Calle Ureta No 147, Miraflores, Lima
Teléfono 511-4472006
www.mesadeconcertacion.org.pe

Primera edición, agosto del 2009

Textos: Julia Zamora Leclére


Coordinación: Gerardo Távara Castillo
Cuidado de la edición: María Ynés Aragonez
Diseño y Diagramación: Alan Caycho
Diseño de portada: Fernando Pazos

ISBN
Hecho el depósito legal
en la Biblioteca Nacional del Perú No 2009-10111
Impreso en el Perú
Corporación Gráfica Andina SAC
Av. Benavides 4437 - Surco
Tiraje 3000 ejemplares
ción de las reformas pendientes en materia de modernización de la gestión del
Estado depende también de contar con los recursos humanos capaces de lle-
varlas adelante, así como de los recursos financieros necesarios para su puesta
en práctica y, por supuesto, de una consistente voluntad política en todos los
niveles de gobierno de llevar a cabo tales reformas.

En este orden de ideas, reiteramos que un tema que requiere ser abordado
prioritariamente en el marco de la modernización del aparato estatal es la re-
gulación de la carrera pública, por el alto costo que representa para el Estado
no contar con personal debidamente calificado para prestar sus servicios e
implementar sus políticas y reformas.

A ello, debe agregarse que un servidor o funcionario cuyo ingreso y perma-


nencia en la carrera pública se sustenta en el mérito y se encuentra adecuada-
mente capacitado y remunerado, está en mejores condiciones de brindar un
servicio acorde con los requerimientos de un Estado servicial, eficaz, eficiente
y transparente y con las expectativas de una población que tiene derecho a
acceder a los servicios y oportunidades que brinda el Estado en igualdad de
oportunidades y a solicitar y recibir información completa, veraz y oportuna,
así como un trato cortés y amable.

III. ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA

Principios, valores y normatividad


Tanto en el Código de Ética de la Función Pública, como en la Ley Marco de
Modernización de la Gestión del Estado, en la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo
y en otras normas, se aprecia claramente la voluntad de que el proceso de mo-
dernización de la gestión del Estado se oriente bajo principios y valores éticos.

Así, La Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado, cuyo objeto es


“establecer los principios y la base legal para iniciar el proceso de moderni-
zación de la gestión del Estado”, trata temas vinculados con los principios y
valores éticos que deben inspirar este proceso.

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

Modernización del Estado

Según la Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado, la finalidad del


proceso de modernización es alcanzar un Estado:
a) Al servicio de la ciudadanía
b) Con canales efectivos de participación ciudadana
c) Descentralizado y desconcentrado
d) Transparente en su gestión
e) Con servidores públicos calificados y adecuadamente remunerados
f) Fiscalmente equilibrado”

En la misma línea que la norma anterior, de resaltar los principios y valores


que orientan la modernización del Estado y promover un ejercicio ético de la
función pública, la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo señala que este Poder se
sustenta en los siguientes principios:
Principio de Servicio al Ciudadano, según el cual, las entidades que confor-
man este Poder están al servicio de las personas y de la sociedad, por lo que
deben asegurar que su actividad se realice con arreglo a eficacia, eficiencia,
simplicidad, sostenibilidad ambiental, predictibilidad, continuidad, rendición
de cuentas, prevención y celeridad.
Principio de Inclusión y Equidad, promoviendo la incorporación económica,
social, política y cultural de los grupos sociales excluidos y vulnerables y de
las personas con discapacidad, así como la igualdad de todas las personas en
el acceso a las oportunidades y beneficios que se derivan de la prestación de
los servicios y la actividad pública en general.
Principio de Participación y Transparencia, conforme al cual, las personas tie-
nen derecho a vigilar y participar en la gestión del Poder Ejecutivo, de acuerdo
a los procedimientos establecidos por ley, por lo que sus entidades deben
actuar de manera que las personas tengan acceso a información.
Principio de Organización e Integración, según el cual, las entidades que
conforman el Poder Ejecutivo deben evitar la duplicidad y superposición de
funciones y coordinar y cooperar de manera continua y permanente con los
gobiernos regionales y locales.

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Por su parte, el Código de Ética de la Función Pública establece que los princi-
pios a los que debe sujetar su actuación el servidor público son: respeto, pro-
bidad, eficiencia, idoneidad, veracidad, lealtad y obediencia, justicia y equidad
y lealtad al Estado.
El Código establece también los deberes de la función pública, las prohibicio-
nes éticas de los empleados públicos y las definiciones que deberán tomarse
en cuenta para la aplicación del Código y su Reglamento.
La ética pública es definida como “el desempeño de los empleados públicos
basado en la observancia de valores, principios y deberes que garantizan el
profesionalismo y la eficacia en el ejercicio de la función pública”, la que a su
vez, es definida como “toda actividad temporal o permanente, remunerada u
ordinaria, realizada por una persona en nombre o al servicio de las entidades
de la Administración Pública en cualquiera de sus niveles jerárquicos”.
A través de una Directiva, se han establecido los lineamientos para la promo-
ción del Código de Ética de la Función Pública en las entidades que conforman
el Poder Ejecutivo8. Allí se señala que la promoción de este Código está a
cargo de la Secretaría General de cada institución o quien haga sus veces. Se
dispone la conformación de Grupos de Trabajo para el Fomento de la Ética,
encargados de difundir el Código al interior de cada dependencia y se indican
las actividades que deberán desarrollarse con ese objeto:
i) Entregar a cada servidor público, cualquiera sea la modalidad de su con-
tratación, un ejemplar del Código y su Reglamento, junto con una De-
claración que confirme que ha leído dichas normas y se compromete a
observarlas. Igual deberá procederse con cada nuevo servidor público.
ii) Colocar en el periódico o panel informativo y en zonas visibles de cada
oficina un impreso con los principales contenidos del Código y su Regla-
mento, según modelo adjunto a la Directiva.
iii) Un link en el portal web de la entidad con los principales contenidos del
Código y su Reglamento, así como las versiones íntegras de ambos.
iv) Jornadas informativas y de socialización, trimestrales, sobre la importan-
cia del Código y las sanciones que acarrea su incumplimiento.

8 Directiva Nº 001-2009-PCM/SGP, aprobada por Resolución Ministerial Nº 050-2009-PCM/SGP, publi-


cada el 4 de febrero de 2009

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

Los graves problemas de corrupción que enfrenta el Estado peruano no pare-


cen ser entonces producto de vacíos normativos, por lo menos en el campo de
la regulación de la ética pública, dado que este es un tema que está presente
en muchas normas. Los problemas parecieran derivarse más bien, aunque no
exclusivamente, del desconocimiento de las normas, de su falta de cumpli-
miento y/o de la ausencia o ineficacia de los procedimientos sancionadores,
entre otras causas, ya que siendo la corrupción un fenómeno tan complejo,
también lo son los factores que lo propician.

Si bien lo normativo es sólo un aspecto, es necesario contar con mecanismos


que hagan efectivos los procedimientos y las sanciones que deben aplicarse
a quienes incumplen las normas, más aún si se trata de actos de corrupción
que afectan a las personas y deterioran la imagen del Estado. Son tareas que
deben cumplirse, aunque resulten insuficientes.

También se requiere una mayor difusión de la normatividad sobre la materia


para lograr cambios en el comportamiento de los servidores y funcionarios
públicos. Para ese efecto, podría ser de utilidad la aplicación de incentivos y
estímulos para quienes cumplan con las normas y disposiciones del Código de
Ética y para los que desarrollen actividades innovadoras para su difusión, po-
sibilidad esta última que está prevista en el Reglamento del citado Código.

Esa disposición se concreta a través de Directivas emitidas por la Presidencia


del Consejo de Ministros, a través de las cuales se compromete a reconocer
anualmente a las instituciones y funcionarios y funcionarias que hayan desa-
rrollado actividades innovadoras para la promoción del Código de Ética de la
Función Pública y en la lucha contra la corrupción.9

Por su parte, y desde la sociedad civil, Ciudadanos al Día, una entidad privada
sin fines de lucro, viene entregando desde el año 2005 el Premio a las Buenas
Prácticas en Gestión Pública, como reconocimiento a aquellas instituciones de
la administración pública que hayan presentado las mejores prácticas e inicia-
tivas innovadoras orientadas a brindar un mejor servicio a las personas, que
puedan ser seguidas por otras instituciones.

9 Directiva Nº 004-2008-PCM/SGP, aprobada por Resolución Ministerial Nº 398-2008-PCM de diciem-


bre de 2008 y Directiva Nº 002-2009-PCM/SGP, aprobada por Resolución Ministerial Nº 051-2009 de
enero de 2009.

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IV. TRANSPARENCIA Y ACCESO A LA INFORMACIÓN PÚBLICA

La transparencia en la gestión pública, la vigilancia ciudadana, el acceso a la


información pública y la rendición de cuentas son consustanciales para el de-
sarrollo de una sociedad democrática y para desterrar la “cultura del secreto”,
tan arraigada en nuestra administración pública. La vigencia de esta cultura
favorece la corrupción y dificulta su erradicación.

Las personas tienen derecho a exigir se les informe sobre los resultados de la
gestión de los asuntos públicos y los servidores y funcionarios públicos tienen
la obligación de rendir cuentas de esta gestión.

Se puede decir que un Estado es transparente cuando además de contar


con normas, procedimientos y mecanismos que garantizan el acceso de las
personas a la información pública, sus funcionarios y servidores cumplen con
la obligación de facilitar el ejercicio de este derecho al brindar información
oportuna, completa y veraz a quienes la solicitan.

El derecho de acceso a la información pública implica también que los servi-


dores y funcionarios públicos brinden la información que resulte pertinente a
las personas que realizan trámites o requieren sus servicios. Obtener una infor-
mación que podría ser proporcionada en ese momento, no debería requerir,
necesariamente, presentar una solicitud formal y sujetarse al procedimiento y
plazos establecidos en la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pú-
blica y su Reglamento.

En todo caso, es obligación de los servidores públicos, como parte del servicio
que brindan, explicar al solicitante las razones por las que ello no es posible en
el caso concreto. Sin olvidar que dicha ley establece que “las entidades de la
administración pública permitirán a los solicitantes el acceso directo y de mane-
ra inmediata a la información pública durante las horas de atención al público.”

La Defensoría del Pueblo señala que de acuerdo a las quejas presentadas por
los ciudadanos en sus oficinas en el país10, “los problemas constantes sobre el
ejercicio del derecho a la información pública continúan siendo los mismos:

10 Décimosegundo Informe Anual de la Defensoría del Pueblo, enero-diciembre 2008.

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

i) La falta de designación del funcionario responsable de brindar informa-


ción.
ii) La falta de incorporación del procedimiento de acceso a la información
pública en el TUPA.
iii) Los cobros excesivos para acceder a la información pública.
iv) El incumplimiento del plazo legal para entregar información.
v) La exigencia de requisitos no previstos en la norma.
vi) La renuencia a entregar información pública por una inadecuada inter-
pretación de las excepciones o una invocación de excepciones no pre-
vistas en la normatividad”
Resulta preocupante, como señala la Defensoría del Pueblo, que esos proble-
mas se presenten principalmente en los gobiernos regionales y locales, dado
que están asumiendo nuevas competencias y funciones sectoriales en el marco
del proceso de descentralización.

“Cultura del secreto”

Si bien se han producido avances, tanto en el aspecto normativo como en la difu-


sión y en la capacitación, aún persisten problemas en la consolidación de prácticas
de transparencia y acceso a la información que muestran que la “cultura del secre-
to” continúa vigente en la administración pública, ya sea por desconocimiento de
las normas o por evitar someterse al control ciudadano. Lo cierto es que subsiste la
creencia en un importante número de servidores públicos de que la información que
producen es de su propiedad o es del Estado y no debe ser entregada.

Revertir los problemas que se presentan en este campo requiere del aporte
del Estado y la sociedad en su conjunto, pues se debe insistir en la capacita-
ción tanto de funcionarios y servidores públicos como de la población, porque
no todos conocen que el acceso a la información pública es un derecho y no
una gracia o favor que les conceden los empleados públicos.

Corresponde a los afectados denunciar las conductas arbitrarias de los servi-


dores y empleados públicos que impidan el ejercicio de este derecho, pues
según la ley, si éstos incumplen sus disposiciones serán sancionados por la
comisión de falta grave, pudiendo incluso ser denunciados penalmente por la
comisión del delito de abuso de autoridad.

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También es necesario perfeccionar la normatividad vigente sobre la materia,
para lo cual existen propuestas de la Defensoría del Pueblo, la Presidencia del
Consejo de Ministros, el Consejo de la Prensa Peruana, el Instituto Prensa y
Sociedad, el Grupo Propuesta Ciudadana y otras instituciones públicas y de
la sociedad civil. Igualmente se requiere crear procedimientos y mecanismos
que ayuden a la implementación de la ley. Por ejemplo, un mecanismo que
permita hacer efectivo el acceso directo e inmediato a la información pública,
conforme a lo dispuesto por la Ley de Transparencia y Acceso a la Información
Pública, u otras medidas que ayuden a lograr un Estado cada vez más transpa-
rente, con participación social, vigilancia ciudadana y rendición de cuentas.
Todo ello se enmarca, además, en el Cuarto Objetivo del Acuerdo Nacional y en
la Vigésimo Cuarta, Vigésimo Sexta y Vigésimo Novena Políticas de Estado de
dicho Acuerdo, en las que se asumen, entre otros, los siguientes compromisos:
a) La construcción de un Estado eficiente, transparente y descentralizado
b) La implementación de mecanismos de transparencia y rendición de cuen-
tas que faciliten el control ciudadano y la erradicación de la corrupción
c) El incremento de la cobertura, calidad y celeridad en la atención de trá-
mites
d) La promoción de una cultura de transparencia, rendición de cuentas y
difusión de los actos del gobierno que elimine la cultura del secreto.

Portales de Transparencia
Uno de los mecanismos de transparencia en la gestión del Estado y de acceso
a la información pública son los portales de transparencia creados y regulados
por la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública y su Reglamen-
to, así como por la Directiva que establece los lineamientos para uniformar su
contenido.11
Las entidades públicas están obligadas a difundir por Internet, como mínimo,
la información que dichas normas señalan, además de actualizarla por lo me-
nos una vez al mes y contar con formatos amigables que faciliten a los usuarios
el acceso, la búsqueda y la ubicación de información.

11 Directiva Nº 004-2008-PCM/SGP, “Lineamientos para la uniformización del contenido de los Portales


de Transparencia de las entidades públicas”, aprobada mediante Resolución Ministerial Nº 398-2008-
PCM, publicada el 5 de diciembre de 2008.

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

La información que proporcionen estos portales debe ser veraz, actual y com-
pleta y debe estar en lenguaje sencillo para facilitar su comprensión. El portal
de transparencia puede convertirse en un mecanismo para realizar trámites,
gestiones y conocer el estado en que se encuentran. También para formular
opiniones y consultas, presentar quejas y responder encuestas sobre uso del
portal u otros temas; es decir, puede ser un instrumento muy útil y amigable
de comunicación entre las personas y la administración pública.

Por ello, resultan preocupantes los resultados de una investigación realizada


por Ciudadanos al Día (CAD), en base a cifras del INEI, según la cual, “el 57%
de las municipalidades del Perú (1,034) carece de computadoras con acceso a
Internet”. Esta situación se agrava en departamentos como Amazonas donde
sólo el 14% del total de municipalidades del departamento (12) cuenta con
Internet”.12

Rendición de Cuentas
En la medida que los funcionarios y servidores públicos prestan un servicio
público que les es encomendado por la ciudadanía, ésta tiene derecho a exi-
girles que rindan cuenta sobre su gestión y asuman la responsabilidad por sus
actos y los que están bajo el ámbito de sus funciones. Además, al contribuir al
sostenimiento del Estado mediante el pago de sus impuestos, los ciudadanos
y ciudadanas tienen derecho a exigir que esos recursos se utilicen de manera
eficiente y cumplan con su objetivo de lograr mejoras en la calidad de vida de
las personas, al menor costo posible.

La Constitución consagra el derecho de toda persona a “participar, en forma


individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural de la Na-
ción”. Por su parte, la Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado
señala que éste debe promover y establecer mecanismos directos e indirec-
tos orientados a lograr una democracia participativa. Asimismo, dispone que
“el ciudadano tiene el derecho de participar en los procesos de formulación
presupuestal, fiscalización, ejecución y control de la gestión del Estado me-
diante los mecanismos que la normatividad establezca.”

12 http:/www.cuidadanosaldia.org/ Noticias. 1 de junio de 2009.

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La Ley de Participación y Control Ciudadanos,13 por su parte, señala que la
Demanda de Rendición de Cuentas, junto con la revocatoria y remoción de
autoridades, “son derechos de control de los ciudadanos”.

Al igual que la vigilancia social, la rendición de cuentas tiene su sustento en el


derecho de las personas de participar en la vida política, social y económica
del país y, por tanto en el diseño, implementación y control de las políticas
públicas. En ese sentido, la rendición de cuentas involucra un concepto que va
más allá de lo financiero, pues se orienta a promover la participación activa de
los ciudadanos en los distintos ámbitos de la vida nacional.

En la legislación vigente este mecanismo de fiscalización es regulado por la


Ley de Participación y Control Ciudadanos, en los siguientes términos: “Me-
diante la Rendición de Cuentas el ciudadano tiene derecho a interpelar a las
autoridades respecto a la ejecución presupuestal y el uso de recursos propios.
La autoridad está obligada a dar respuesta. Son susceptibles de esta demanda
quienes ocupan cargos sujetos a revocatoria y remoción”·

La misma ley señala que la demanda debe ser solicitada cuando menos por el
10%, con un máximo de veinticinco mil (25,000) firmas de la población elec-
toral con derecho a voto en la respectiva circunscripción electoral. Se hace
efectiva mediante un pliego interpelatorio que debe ser respondido dentro
de los sesenta (60) días calendario por la autoridad a la que se demanda que
rinda cuentas, quien tiene la obligación de publicar el pliego interpelatorio y
su respuesta al mismo.

La rendición de cuentas ha pasado a ser, además, una responsabilidad de las


autoridades regionales y locales desde que las leyes de la descentralización
establecieron la obligación de realizar –al menos– dos audiencias públicas de
rendición de cuentas cada año, sin esperar a que la población lo solicite.

Dado que el Perú se encuentra inmerso en un proceso de descentralización


orientado hacia una democracia participativa, es necesario contar con ciudada-
nas y ciudadanos informados, capaces de participar en la toma de decisiones y

13 Artículo 3º de la Ley Nº 26300, publicada el 2 de mayo de 1994. Esta ley fue modificada por las Leyes
Nº 26592 y Nº 26670. Posteriormente, la Ley Nº 27520, publicada el 23 de setiembre de 2001, derogó
dichas leyes y restituyó la plena vigencia de la Ley Nº 26300.

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

en la vigilancia de los actos de gobierno. Se requiere, por tanto, una administra-


ción pública nacional, regional y local que garantice el acceso a la información,
propicie mecanismos participativos de diverso tipo y garantice su efectividad.

Los mecanismos de participación para la gestión, vigilancia y control ciudadano


han tenido un desarrollo mayor a nivel de Gobiernos Regionales, Gobiernos
Locales y Programas Sociales. Así, además de las Audiencias de Rendición de
Cuentas, están los procesos de Presupuesto Participativo, los Consejos de Co-
ordinación Regional14, los Consejos de Coordinación Local, los Comités de Ges-
tión15, los Núcleos Ejecutores16 y las Veedurías Ciudadanas,17 que abren nuevas
vías para la participación popular, en especial en la vigilancia, gestión y control
de los Gobiernos Regionales y Locales, Programas Sociales y Proyectos.

Si bien la participación, vigilancia y control ciudadano a través de los diversos


mecanismos existentes genera una mayor toma de conciencia de la población
respecto a sus deberes y derechos como ciudadanos, subsisten aún limitacio-
nes por parte de los gobiernos regionales y locales que desincentivan una
mayor participación popular y mediatizan los resultados de estos procesos.

Por ejemplo, en lo que respecta a las Audiencias de Rendición de Cuentas, se


han detectado, entre otros problemas, ausencia de convocatorias e informa-
ción incompleta sobre los avances, logros y dificultades en la gestión de los
Gobiernos Regionales y Locales, lo que genera desconfianza de la ciudadanía
en la eficacia de estos mecanismos, pues “percibe que las autoridades sólo
informan los logros de su gestión, de acuerdo con sus intereses”.18

Es probable que una actitud más transparente y diligente de las autoridades


en el desarrollo de este mecanismo lograría que los ciudadanos comprendan
las dificultades que enfrenta la gestión de todo gobierno, sea local, regional o

14 Ley Nº 27867, Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, publicada el 18 de noviembre de 2002; modi-
ficada por la Ley Nº 27902, publicada el 1 de enero de 2003.
15 Ley Nº 27972, Ley Orgánica de Municipalidades, publicada el 27 de mayo de 2003.
16 Decreto Ley Nº 26157, publicado el 30 de diciembre de 1992; D.S. 057-93-PCM; D.S. Nº 015-96-PCM;
D.S. 020-96-PRES, publicado el 13 de diciembre de 1996
17 Resoluciones de Contraloría Nº 155-2006-CG, Nº 374-2006-CG, Nº 375-2006-CG, publicadas el 27 de
mayo de 2006, el 6 de diciembre de 2006 y el 13 de diciembre de 2006, respectivamente.
18 Decimosegundo Informe Anual de la Defensoría del Pueblo. Enero-Diciembre 2008.

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nacional, y a la vez permitiría a éstos conocer mejor las necesidades y expec-
tativas de la población.

Por cierto, las dificultades y resistencias que enfrenta el ejercicio de los dere-
chos de participación, vigilancia y control social en que se enmarca la rendición
de cuentas, suelen provenir de una administración pública en la que prima la
“cultura del secreto”, donde sus servidores y funcionarios son renuentes a
entregar la información que se les solicita.

V. NEUTRALIDAD

La neutralidad es definida por la Ley del Código de Ética de la Función Pública


como el deber del servidor público de “actuar con absoluta imparcialidad po-
lítica, económica o de cualquier otra índole en el desempeño de sus funciones
demostrando independencia a sus vinculaciones con personas, partidos polí-
ticos o instituciones”.

Es necesario conocer el contenido de este deber o en qué circunstancias se


estaría incumpliendo, pues la transgresión de los deberes establecidos en el
Código de Ética se considera una infracción que genera responsabilidad pasi-
ble de sanción.

No obstante que al tratar el deber de neutralidad el Código de Ética se refiere


a “imparcialidad política, económica o de cualquier otra índole”, se suele vin-
cular este deber exclusivamente con lo político y más concretamente con los
procesos electorales. Así, en materia normativa, en los años 2001 y 2006 se
expidieron decretos supremos que aprobaban Directivas sobre transparencia
y neutralidad de las entidades públicas, empleados de confianza, servidores y
funcionarios públicos del Poder Ejecutivo y miembros de las Fuerzas Armadas y
la Policía Nacional durante los procesos electorales realizados en esos años.19

Tales Directivas tenían por objeto garantizar la absoluta neutralidad del Go-
bierno y de los organismos, funcionarios y servidores del Poder Ejecutivo, du-
rante esos procesos electorales y asegurar que no se utilicen recursos del
Estado en favor o en contra de uno o varios candidatos.

19 Decretos Supremos Nº 004-2001-PCM y Nº 056-2006-PCM, publicado el 3 de setiembre de 2006

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ÉTICA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA Y BUEN GOBIERNO

Entre los principios rectores que, conforme a esas Directivas, estaban obligados
a respetar dichos servidores y funcionarios se encuentra el de imparcialidad y
neutralidad, “para asegurar que ningún funcionario o servidor público, emplea-
do de confianza o miembro de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional actúe a
favor o en contra de las organizaciones políticas o los candidatos que participan
en el proceso electoral utilizando para ello el poder derivado de su cargo”.
Las Directivas establecían una serie de prohibiciones para los servidores, fun-
cionarios públicos y demás personas obligadas a su cumplimiento y disponían
que las entidades del Poder Ejecutivo debían dictar, de ser necesario, directi-
vas específicas para regular la actuación de sus servidores y funcionarios du-
rante los referidos procesos electorales, en función de las particularidades de
cada sector y en el marco de las citadas Directivas. Así lo hicieron, entre otros,
el Ministerio de Salud y el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social.
Pero la neutralidad no sólo debe aplicarse durante el desarrollo de los proce-
sos electorales. Debe regir siempre la actuación de servidores y funcionarios
públicos, pues la imparcialidad e independencia en el ejercicio cotidiano de
sus funciones los acerca más a una conducta orientada al servicio común y el
interés general, que es lo que corresponde en un Estado democrático.
No es neutral el servidor o funcionario público que aprovechando su cargo,
utiliza bienes o recursos del Estado para favorecer o perjudicar a un candidato
o a una organización política, pero tampoco es neutral el servidor o funcio-
nario que en el ejercicio de sus funciones abusa del poder que le confiere su
cargo mediante prácticas en las que se presentan conflictos de intereses, pues
en ellas prevalecen intereses propios o de terceros distintos al interés general
a cuya satisfacción debe orientarse la actividad pública. Entre esas prácticas
se encuentran el nepotismo, el clientelismo y el mal uso de información privi-
legiada, que en tanto expresiones de abuso o mal uso de poder constituyen
actos corruptos.
En términos generales puede decirse que los empleados públicos no sólo de-
ben abstenerse de esas prácticas, sino de cualquier conducta que comprome-
ta la neutralidad o imparcialidad en el ejercicio del cargo que desempeñan.
Para ello, la legislación vigente establece los deberes y obligaciones, pero
también las prohibiciones, impedimentos e incompatibilidades de servidores
y funcionarios públicos.

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En un país como el nuestro donde amplios sectores sociales no tienen acceso
a los servicios y oportunidades que brinda el Estado, es una prioridad de la
acción estatal superar esta situación de exclusión e inequidad promoviendo la
igualdad de oportunidades para el acceso a dichos servicios. Por ello, cuando
los servidores o funcionarios públicos hacen mal uso del poder en beneficio
propio o de terceros no sólo están incumpliendo su deber de neutralidad, sino
que al alejarse del servicio al interés general están impidiendo la igualdad de
oportunidades y promoviendo la inequidad.

VI. SERVIDORAS Y SERVIDORES PÚBLICOS

Los principios de la función pública, las obligaciones, prohibiciones y deberes


de los funcionarios y servidores públicos, las sanciones aplicables a quienes los
transgreden, así como los impedimentos e incompatibilidades de los funciona-
rios y servidores públicos, se encuentran regulados por diversas normas. Entre
ellas, el Código de Ética de la Función Pública y su Reglamento, la Ley Marco
de Modernización de la Gestión del Estado, la Ley que Regula la Gestión de
Intereses en la Administración Pública y su Reglamento, la Ley de Transparen-
cia y Acceso a la Información Pública, así como la Ley que prohíbe ejercer la
facultad de nombramiento y contratación de personal en el sector público en
caso de parentesco.

Principios que rigen la función pública.


El Código de Ética de la Función Pública establece y define los principios que
deben orientar la actuación de los servidores y funcionarios públicos: respeto,
probidad, eficiencia, idoneidad, veracidad, lealtad, obediencia, justicia, equi-
dad, y lealtad al Estado de Derecho. La transgresión de estos principios se
considera infracción al Código y genera responsabilidad pasible de sanción.

Deberes y obligaciones de los funcionarios y servidores públicos.


Están recogidos, entre otras normas, en el Código de Ética y su Reglamen-
to, en la Ley Marco de Modernización del Estado y en la Ley que establece
las prohibiciones e incompatibilidades de funcionarios y servidores públicos,
así como de las personas que presten servicios al Estado bajo cualquier
modalidad.

28 MESA DE CONCERTACIÓN PARA LA LUCHA CONTRA LA POBREZA

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