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Editorial: Presupuestos sin resultados


La reducción de la desnutrición infantil se ha estancado en el gobierno de la
inclusión social
REDACCIÓN

Editorial: Presupuestos sin resultados


Redacción EC23.04.2014 / 07:00 am

Algo muy serio está pasando con la reducción de la desnutrición infantil en el país: en los últimos
dos años se ha desacelerado hasta volverse casi insignificante. Esto, luego de haberse venido
reduciendo de forma acelerada desde el 2007, como lo hizo notar el ex ministro de Economía Luis
Carranza en estas páginas hace unos días.

En efecto, si vemos los números del INEI, apreciamos que ese indicador bajó casi diez puntos en
cuatro años, de 28,5% de los niños menores de 5 años desnutridos en el 2007 a 19,5% en el 2011.
Luego, sin embargo, la disminución ha sido muy pequeña: se llegó a 18,1% en el 2012 y a 17,5% en
el 2013. De hecho, en el área rural, donde el problema es más grave, la desnutrición infantil incluso
subió en el 2013 en relación con el año anterior (pasó de 31,9% a 32,3%).
Peor aún, en el relacionado tema de la anemia en niños de 6 a 36 meses, lo que apreciamos no es
estancamiento sino franco aumento. Después de haber bajado 15 puntos de un altísimo y
preocupante 56,8% en el 2007 a un 41,6% en el 2011, el porcentaje de niños con anemia subió en
el 2012 a 44,5% y en el 2013 a 46,4%.

Demás está decir que dentro de las injusticias sociales –si se quiere, dentro de lo que viene
negativamente decidido por el lugar socioeconómico del nacimiento de uno– la de la desnutrición
infantil es de las más aberrantes. Al menos en términos profesionales, no sería exagerado decir que
más diferencia hace la desnutrición infantil para quien la padece de niño, que la que, por mucho que
se esfuerce, esa persona podrá hacer para sí misma de adulta. La desnutrición infantil y la anemia
en los tres primeros años de vida ocasionan daños cerebrales irreversibles, reduciendo
severamente diversas capacidades cognitivas y psicológicas.

¿Dónde está el problema? Ciertamente, no parece ser un tema de presupuestos: solo en el 2013 se
dobló el presupuesto del programa para el Control de Crecimiento y Desarrollo (CRED) y, sin
embargo, la cobertura del mismo no creció un ápice ese año. Más bien parecemos estar ante un
problema de mala gestión del sistema de “presupuestos por resultados”; o, para decirlo en buen
cristiano, de presupuestos que han dejado de dar resultados.

Y las malas noticias, lamentamos decirlo, no acaban ahí. Lo más preocupante es que tampoco
parece vislumbrarse el camino para revertir esta situación. Más concretamente, tanto el Ministerio
de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), que fue especialmente creado por este gobierno para
combatir estos flagelos, como el Ministerio de Salud, que es el responsable directo de la aplicación
del Programa Articulado Nutricional, no tienen una explicación acerca de por qué se ha producido
este estancamiento y retroceso. Y, por tanto, tampoco tienen una solución.

Acaso una explicación de lo sucedido sea la que dio el mismo Carranza. Al haber abandonado la
metodología que usó el gobierno anterior y que partía de un diagnóstico de las enfermedades
broncopulmonares y estomacales como las principales causas de la desnutrición, este gobierno
habría dejado de atacar el problema por su raíz. Así, por ejemplo, se habrían reemplazado el
énfasis en las vacunas por el énfasis en los desayunos.
Una hipótesis alternativa o complementaria es que, luego de haber disminuido aceleradamente la
desnutrición infantil y la anemia entre el 2007 y el 2011, estamos llegando a un núcleo duro de
pobreza que es más difícil de tratar y reducir. Si este fuese el caso, quizá la solución esté en atacar
la base misma de la pobreza, que es el caldo de cultivo de la desnutrición: la escasa productividad y
los consiguientes magros ingresos de las familias en que se produce. Tal vez sea la hora de
profundizar en los programas que empoderan a estas familias para producir y salir por sí mismas de
la pobreza, como la exitosa Sierra Emprendedora del Foncodes, en lugar de seguir centrándonos en
los programas que simplemente tratan de combatir los resultados de esta pobreza.

Sea como fuere, está claro que las entidades a cargo de este tema necesitan sacar su periscopio y
ver, por encima de lo que vienen haciendo, lo que no está funcionando, para luego replantear
métodos y sus sistemas de monitoreo. La fórmula del más gasto con menos resultado indica que se
hemos comenzado a dar palos de ciego en el tema de la desnutrición y ese es un lujo que un
gobierno que quiere ser el de la “inclusión social” no debería de poder darse.

Nota:

Para completar la comprensión de la problemática en torno a la gestión por resultados, se


adjunta un archivo PDF, tomado de
http://www3.vivienda.gob.pe/pnc/docs/GestionRDGU/Ica/PpR%202018.pdf

Preguntas:
1. ¿Entre los distintos problemas que se evidencian, cómo identificar a la causa más significativa a
efectos de impulsar su cambio?

2. ¿Cómo sustentaría el sentido de urgencia del cambio a impulsar en el presente caso?

3. ¿Cuáles son las coaliciones más importantes, para impulsar un cambio en el tema del caso?

4. ¿Qué objetivos a corto plazo, que sean significativos, propondría en una propuesta de cambio
para el presente caso?

5. ¿Qué mecanismo sugiere para mantener o asegurar los cambios logrados?

6. ¿Señale los intereses de dos fuerzas a favor de una gestión por resultados?

7. ¿Señale los intereses de dos fuerzas en contra de una gestión por resultados?

8. ¿Proponga una estrategia para reducir la resistencia de una de las fuerzas en contra de una
gestión por resultados?

9. ¿Proponga una estrategia para potenciar el apoyo de una de las fuerzas a favor de una gestión
por resultados?

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