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Los análisis recientes calculan que para 2030 el carbón deberá desaparecer
de la matriz energética de los países de la OCDE, y del mundo entero para
2050, si se quiere cumplir con las metas del Acuerdo de París. Se trata de
una transición rápida y necesaria dada la alta contaminación que produce la
quema de este combustible fósil, una de las principales fuentes de gases de
efecto invernadero (produce el 45 % de las emisiones relacionadas con el
sector de energía), responsable de más de 800.000 muertes al año en el
mundo directamente asociadas a la polución que genera.
El carbón cubrió el año pasado algo más del 30% del consumo energético del planeta,
su nivel más alto desde 1970, y pugna ya de igual a igual con el petróleo por ser la
principal fuente de energía. El carbón podría desbancar al crudo en 2016.
En el imaginario colectivo occidental se ha asentado la percepción de que el carbón es ya
energía del pasado, propia de otro siglo. Pero muy lejos de confirmarse esa imagen, el
consumo de carbón a escala global no deja de crecer, lo seguirá haciendo según todas las
previsiones y se ha colocado ya en posición de disputar al petróleo el papel de principal fuente
de energía del planeta.
Ni los esfuerzos (tan tímidos) en ganar la batalla del cambio climático, ni el boom del
petróleo y el gas no convencionales que se vive en Norteamérica y puede trasladarse con
matices a otras latitudes, ni la pretendida sustitución por otras energías más eficientes y
sostenibles. Nada está pudiendo con el carbón. El año pasado el carbón concentró el 30,1%
del consumo energético mundial, alcanzando así su mayor cuota de mercado global en casi
medio siglo. Es su mejor dato desde 1970, en concreto, según los registros del último BP
Statistical Review, una de las biblias del sector energético mundial.Abundante y barato"El
carbón es la fuente de energía más abundante en el mundo y la más barata", explica Mariano
Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona, "y es por eso
que se sigue y se va a seguir utilizando. Aunque también sea la energía más sucia". Y es que
el carbón es la fuente de energía primaria más contaminante. Según los cálculos de la
Agencia Internacional de la Energía (AIE), el carbón podría ser directamente responsable de
en torno al 60% del total de emisiones de efecto invernadero registradas en el planeta desde
el año 2000. Y aún queda mucho para que técnicas como la captura del CO2 o la gasificación
del carbón se desarrollen y tengan alcance suficiente como para representar soluciones
reales.
"Es obvio que el carbón tiene un coste ambiental brutal, pero tiene un precio muy competitivo
que es otro de los factores, uno fundamental, que los países tienen en cuenta. ¿Se va a
abandonar el carbón? No", sostiene Marzo. "El carbón no tiene un futuro tan negro como nos
quieren hacer ver. No está muerto". Una energía abundante, repartida en muchos países (sólo
un 17% del consumo global corresponde a comercio internacional, el resto es consumo interno
de las reservas propias, lo que la deja fuera del juego geopolítico) y relativamente barata en
un contexto en que ya se puede dar por definitivamente finiquitada la era del petróleo low cost.
Son los elementos clave en que se apoya el el éxito permanente del carbón.
El consumo mundial de carbón se elevó el año pasado hasta las 3.826 millones de toneladas
de petróleo equivalentes. La demanda creció así en 2013 un 3%, menos de lo que lo venía
haciendo (el incremento medio de la demanda del mineral es del 3,9% en la última década),
pero más que cualquier otra energía fósil. El petróleo sigue siendo la principal fuente de
energía, con una cuota del 32,9%. Pero el crudo acumula ya catorce años de pérdida de peso
en la cesta energética global y el dato de 2013 es el menor de toda la serie estadística que
recoge el informe de BP, que arranca en 1965.
El crecimiento del consumo mundial de carbón se contuvo el año pasado muy
fundamentalmente por la menor demanda registrada en China. El gigante asiático elevó su
demanda energética total sólo un 4,7% el año pasado (frente al 8,4% de 2012), lo que ha
hecho saltar las alarmas sobre los datos oficiales de Pekín sobre el crecimiento económico del
país (el PIB creció un 7,7% el año pasado, según la estadística oficial). Y el consumo de
carbón, en concreto, se contuvo por los progresivamente mayores criterios de sostenibilidad
de la política energética china. En paralelo, Estados Unidos también redujo su consumo de
carbón el año pasado por la gasificación que vive su economía al calor de la revolución
del shale gas, pero el país como contrapartida elevó sus exportaciones del mineral con
destino, muy principalmente, a Europa y, en concreto, a Alemania.Desbancar al crudo en
dos añosLejos de dar por muerto el carbón, los expertos auguran un retorno con fuerza al
mix energético mundial. La alarma por el cambio climático no está siendo motivación suficiente
para todas las grandes potencias y el planeta parece que se encamina a una mayor
dependencia del carbón, hasta el punto de estar ya a las puertas de convertirse en la primera
fuente de energía primaria, desbancando en apenas dos años al petróleo.
La Agencia Internacional de la Energía, el organismo que coordina las políticas energéticas de
los países de la OCDE, augura en su último informe específico sobre el carbón que la
demanda global del mineral se ralentizará en el próximo lustro, con un crecimiento anual del
2,3% hasta 2018. Pero el ritmo de aumento seguirá siendo mayor que las otras grandes
fuentes de energía (1,4% el petróleo y 2,2% el gas natural).
"Guste o no, el carbón va a seguir con nosotros una larga temporada. Es abundante y seguro
geopolíticamente, y las plantas de generación se integran fácilmente en los sistemas de
energía existente. Con ventajas como éstas, es fácil prever que la demanda de carbón sigua
creciendo", sostiene Maria van der Hoeven, directora ejecutiva de la AIE.
Según las estimaciones de la agencia, el carbón podría llegar a igualar al petróleo como
principal fuente de producción de energía entre 2015 y 2016 y lo superará en los siguientes
ejercicios. Un estudio de la consultora Wood Mackenzie aplaza el ascenso del carbón como
mayor energía hasta 2020. Es sólo cuestión de tiempo.