You are on page 1of 17

FUTURO DEL CARBON

n su su primera comparecencia en el Congreso, Teresa Ribera anunció


que el Gobierno trabaja en una Ley de Cambio Climático que se
tramitará a final de año. Esta norma pivota sobre el objetivo
de descarbonización, lo que debería reducir un 20% las emisiones en
2030 respecto a 1990, es decir, la mitad que ahora. La ministra de
Transición Ecológica subrayó que España es la única de las grandes
potencias europeas que no dispone de una hoja de ruta para frenar el
calentamiento global y achacó al carbón el 58% de las emisiones del sector
eléctrico. La apuesta pasa por la retirada de los pagos por capacidad
de todas las centrales que superen las emisiones de Co2
establecidas, lo que supone echar el cierre de las centrales térmicas de
carbón. El PP se opone. En teoría, porque asegura que el carbón ayuda a
modular el precio del gas. En el fondo, porque supone una posición
impopular en territorios clave para su electorado. La realidad es que,
viendo la aportación del carbón a la producción eléctrica, la transición
ecológica es ahora mismo más un deseo que una realidad. Eso es lo que
quiere cambiar Ribera. Y dispone de poco tiempo porque si el horizonte
de una legislatura es ya reducido para aplicar planes energéticos de largo
alcance, aún lo es más la minilegislatura que le queda por delante al
Gobierno socialista.
El caso es que, al hilo de la lucha contra el carbón de la nueva ministra y
los objetivos establecidos en la Comisión Europea y la Agenda 2030
(ONU), Aragón, Asturias y Castilla y León planean un frente
común para evitar que el cierre de esta fuente, mermada por la
improductividad y el recorte de subsidios, golpee a sus comarcas.
El presidente aragonés, Javier Lambán, ya ha anunciado contactos con
sus homólogos asturiano y castellanoleonés. Encontrará apoyo, seguro,
porque el futuro de la minería inquieta a cientos de miles de
ciudadanos en territorios en los que el monocultivo económico
ha girado alrededor de este sector. Si, por ejemplo, se liquida la
central térmica de Andorra -principal sostén económico de Teruel-, el
quebranto en esta cuenca minera está asegurado. La competitividad del
gas y el incremento de la producción de las renovables hace prácticamente
inevitable el fin del carbón. Lo que exigen las cuencas mineras es
alternativas, planes de futuro y una planificación que permita un tránsito
ordenado. Nada de eso va a ocurrir porque, tal como ha ocurrido ya con
las zonas afectadas por el cierre de centrales nucleares, las
administraciones no contemplan planes B. El resultado es la
incertidumbre y, en el caso de comarcas como las turolenses, el mazazo
definitivo para dar la puntilla a la despoblación.
El problema en España radica en que el carbón no es competitivo, pese a
haber recibido más de 23.000 millones de euros desde 1992. Es más
barato importarlo que producirlo, sin contar con los efectos
ecológicos sobre las emisiones. La voluntad del nuevo Gobierno de
adecuar el mix energético al siglo XXI y las exigencias internacionales
resulta perfectamente razonable. Lo que no tiene sentido es hacerlo sin
ofrecer salidas a las comarcas afectadas. Ribera propuso una transición
"justa" hacia los trabajadores y sugirió clústeres de
reindustrialización. En realidad, estos instrumentos ya existen en
algunos de estos territorios pero no han servido para blindar el futuro.
Hacen falta medidas pragmáticas que consigan atraer empresas, que es lo
que garantiza la creación de empleo. También sería viable impulsar
incentivos en las facturas de la luz a las empresas que se implanten en los
municipios productores de energía. Lo que es inadmisible es otear el
temporal y no adoptar medidas preventivas.
Se avecina un trauma para las zonas mineras y el responsable no será el
cambio climático, sino la imprevisión de una política energética de
luces cortas y sin consensuar.
Existe una interrogante muy importante en estos tiempos, ¿Cuál es el
futuro del carbón a largo plazo? Esta pregunta es inquietante para las
empresas que se dedican a la extracción y tratamiento de este recurso
natural encontrado en la tierra, muchas compañías utilizan este mineral
como medio energético para llevar a cabo sus operaciones productivas de
bienes y servicios a la sociedad.

En la actualidad los bajos precios del petróleo significan la reducción de


las ganancias para las organizaciones que lo producen, sin embargo,
representan la posibilidad de aumentar la compra por parte de las compañías
que lo consumen. La caída y recesión presentada por los países que muestran
el mayor nivel de consumo de carbón, los cuales son China y la India, han
registrado una disminución considerable en el uso del carbón, lo que ha
traído como consecuencia la caída en los precios del mismo.

Mina de carbón a cielo abierto. Fuente: Minas.


Los avances en nuevas fuentes de energía, más limpias y efectivas, como lo
es la producción de gas natural, el cual es un componente más puro y
menos contaminante, a un precio factible de adquirir, posee una eficiencia
mayor que la del carbón, trae como consecuencia que este componente este
siendo desplazado rápidamente, con el objetivo de disminuir las emisiones
contaminantes al medio ambiente y garantizar la vida y salud de los seres
vivos.

Los combustibles fósiles seguirán siendo la principal fuente de energía a


nivel mundialpor mucho tiempo, no obstante, algunos de estos pueden
estar condenados a desaparecer debido a su alto costo de producción y alto
impacto ambiental de extracción, transporte y consumo. La Unión
Europea estima que para el año 2030 su segunda fuente de energía será el
gas natural, desplazando al carbón y contribuyendo con el mantenimiento
del medio ambiente. Algunos estudios han demostrado que se espera un
aumento en el consumo de carbón por parte de Asia, entre los años 2000 y
2030, sin embargo, en la situación económica actual este aumento no se
ha registrado como se predijo.

Fuentes de extracción de energía como las arenas bituminosas y


el fracking han causado efectos negativos sobre la producción de carbón, los
empresarios han apostado por estos nuevos tipos de obtención de
hidrocarburos, generando aumentos en el costo de producción del carbón,
causando el cierre de minas y compañías dedicadas a la extracción del
mismo, debido a los altos costos de producción y baja demanda en el
mercado internacional.
Muestra de carbones. Fuente: Emaze.
A principios de junio de 2016 el presidente Barack Obama anuncio un plan
para disminuir en un 30% las emisiones de CO2 de Estados Unidos, esta ha
sido una decisión muy polémica debido al alcance y magnitud de la misma,
la mayor cantidad de este tipo de gases se genera en las plantas
abastecedoras de energía eléctrica, por esta razón, será necesario cambiar
la infraestructura para adaptarlas a nuevas formas de energía más limpias,
eficientes y menos generadoras de CO2.

Algunos países exportadores de carbón, como Colombia (primer exportador


de este mineral en Latinoamérica y se encuentra entre los primeros diez del
mundo), se muestran optimistas ante el futuro de los precios y
distribución de este mineral, sin embargo, la Asociación Nacional de
Instituciones Financieras (ANIF), indica que es necesario diversificar el
mercado de producción y exportación, con el objetivo de asegurar el
afianzamiento a nivel internacional de la economía del país.
Todas estas situaciones permiten establecer un análisis sobre el futuro que
pueda presentar el carbón para la generación de energía y producción de
bienes y servicios, es necesario contar con fuentes que sean más limpias y
eficientes para el medio ambiente, con el objetivo de asegurar la
sustentabilidad del planeta, la flora y la fauna, por estas razones es posible
plantear la interrogante de, ¿Cuál es el futuro del carbón a largo plazo?

Colombia deberá decirles adiós a los


compradores de carbón
Medio Ambiente
16 Nov 2017 - 10:00 PM
Isabel Cavelier Adarve*
Más de veinte países anunciaron en la Cumbre del Clima, en Bonn, Alemania,
que dejarán de usar este mineral como combustible para generar energía
eléctrica. La idea es que el 80 % de las reservas globales se queden bajo
tierra.
Del total de carbón que se extrae en Colombia, el 95 % se exporta. / Archivo El Espectador

Si no habían sido suficientes las señales para convencernos de la necesidad


de diversificar la economía del país, terminaremos obligados a hacerlo a la
fuerza por la falta de mercado. El anuncio de hoy incluye a los principales
compradores de carbón colombiano: Holanda, Portugal, Italia, Francia, Reino
Unido y Chile, entre otros, que combinados representaron alrededor del 35
% del mercado para Colombia en el 2016.

Esta señal política es el reflejo de la dirección de la economía. El futuro del


carbón está saldado: está llamado a quedarse bajo la superficie, pues sus
consecuencias nocivas para la salud y la atmósfera superan con creces los
beneficios que puede generar. Alemania, donde se produjo el anuncio, se
encuentra en plena negociación para conformar una coalición de gobierno,
donde uno de los temas centrales es el carbón. No sobre si continuará
aumentando su uso, sino sobre cuántas de las plantas de generación
eléctrica a carbón del país serán cerradas y cuál será el año de su
descarbonización completa.

Los análisis recientes calculan que para 2030 el carbón deberá desaparecer
de la matriz energética de los países de la OCDE, y del mundo entero para
2050, si se quiere cumplir con las metas del Acuerdo de París. Se trata de
una transición rápida y necesaria dada la alta contaminación que produce la
quema de este combustible fósil, una de las principales fuentes de gases de
efecto invernadero (produce el 45 % de las emisiones relacionadas con el
sector de energía), responsable de más de 800.000 muertes al año en el
mundo directamente asociadas a la polución que genera.

La Agencia Internacional de Energía se ha visto obligada a modificar sus


predicciones en los últimos años. Tras el descenso drástico de la demanda en
China, que representa casi la mitad del consumo global de carbón, la Agencia
estima que probablemente nunca vuelva a aumentar y tras el 2020 empiece
el declive definitivo hacia la desaparición total.

Según un estudio publicado en la revista Nature, 80 % de las reservas de


carbón a nivel global deberán quedarse bajo tierra para que logremos
cumplir con las metas del Acuerdo de París. Para Centro y Suramérica, sólo
el 17 % del carbón disponible podrá extraerse, si queremos tener un
angustioso 50 % de probabilidades de evitar un aumento de temperatura
superior a los 2 °C, nivel incluso peligroso y con impactos inciertos para el
desarrollo global. En palabras de la ministra para el Medio Ambiente de
Canadá, en Bonn: “El mundo avanzó, el mercado avanzó, el carbón no
volverá”.

A Colombia le llegó la hora de tomarse en serio el asunto de planear un


futuro sin carbón. Las briquetas de este mineral representaron cerca del 13
% de las exportaciones del país en 2016. En valores constantes de 2005, el
PIB del sector carbonero está alrededor de los $7,2 billones, que equivalen al
1,34 % del PIB nacional. Del total de carbón que se extrae en Colombia, el 95
% se exporta.

Sin embargo, la crónica de la muerte anunciada del carbón en el mundo no


es una tragedia. La transición puede ser positiva y justa para quienes hoy
dependen de esa industria. Es la oportunidad de innovar e invertir en la
economía del futuro, renovable y limpia. La inversión en renovables en 2015
y 2016 rompió récords a nivel global. Bloomberg calcula que al 2040, el 72
% de las inversiones en el sector energía irán a renovables (unos US$7
billones). Cada año, el aumento de la inversión en este sector de la economía
limpia es de cerca de US$400.000 millones. La Agencia para la Energía
Renovable (Irena) calcula que al 2030 el sector de las renovables habrá
creado unos 24 millones de empleos.

Impulsar el crecimiento de otros sectores de la economía y salir del de


crecimiento basado en la venta de materias primas sujetas a la alta
volatilidad de los precios internacionales es el camino a tomar. Por eso,
excluir el carbón del recientemente creado impuesto al carbono nos priva de
un recaudo que bien podríamos invertir en la creación de incentivos para
otros sectores que prometen ser el motor económico del siglo XXI para
Colombia: la exportación de energía limpia, el turismo sostenible o la
producción agrícola sostenible de alta calidad, entre otros, construyendo
sobre la estrategia de crecimiento verde del país. Según el análisis sobre la
complejidad económica de MIT, Colombia presenta ventaja comparativa en
138 productos en diferentes sectores, varios de los cuales podrían ser
impulsados como productos sostenibles que potencien las exportaciones.

Quienes subestiman el valor de las señales políticas que resultan de los


tratados internacionales, como el Acuerdo de París, desconocen la relación
inseparable entre la política y la economía. Difícilmente se habría logrado
este avance significativo y positivo en la modernización de la producción de
energía de no ser por el momentum político que creó el Acuerdo de París
hace dos años. Las soluciones económicas son necesarias y los impuestos a
los combustibles fósiles una herramienta excelente, que difícilmente sería
aceptada por gobiernos y élites políticas en ausencia de señales inequívocas
de la dirección en la que se mueve la comunidad internacional, como el
Acuerdo de París.

* Directora de visión de Transforma, organización dedicada a hacer realidad


el desarrollo sostenible.
El futuro nada negro
del carbón mundial
 Menéame


0


Más noticias sobre:carbón, energia, bp (londres), petroleo (indices)


 Alerta de noticias
 Enviar a un amigo
 Imprimir
 Disminuye el tamaño del texto
 Aumenta el tamaño del texto
29.06.2014MADRIDDavid Page | Gráficos: César Galera . Siga al autor en 1

El carbón cubrió el año pasado algo más del 30% del consumo energético del planeta,
su nivel más alto desde 1970, y pugna ya de igual a igual con el petróleo por ser la
principal fuente de energía. El carbón podría desbancar al crudo en 2016.
En el imaginario colectivo occidental se ha asentado la percepción de que el carbón es ya
energía del pasado, propia de otro siglo. Pero muy lejos de confirmarse esa imagen, el
consumo de carbón a escala global no deja de crecer, lo seguirá haciendo según todas las
previsiones y se ha colocado ya en posición de disputar al petróleo el papel de principal fuente
de energía del planeta.
Ni los esfuerzos (tan tímidos) en ganar la batalla del cambio climático, ni el boom del
petróleo y el gas no convencionales que se vive en Norteamérica y puede trasladarse con
matices a otras latitudes, ni la pretendida sustitución por otras energías más eficientes y
sostenibles. Nada está pudiendo con el carbón. El año pasado el carbón concentró el 30,1%
del consumo energético mundial, alcanzando así su mayor cuota de mercado global en casi
medio siglo. Es su mejor dato desde 1970, en concreto, según los registros del último BP
Statistical Review, una de las biblias del sector energético mundial.Abundante y barato"El
carbón es la fuente de energía más abundante en el mundo y la más barata", explica Mariano
Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona, "y es por eso
que se sigue y se va a seguir utilizando. Aunque también sea la energía más sucia". Y es que
el carbón es la fuente de energía primaria más contaminante. Según los cálculos de la
Agencia Internacional de la Energía (AIE), el carbón podría ser directamente responsable de
en torno al 60% del total de emisiones de efecto invernadero registradas en el planeta desde
el año 2000. Y aún queda mucho para que técnicas como la captura del CO2 o la gasificación
del carbón se desarrollen y tengan alcance suficiente como para representar soluciones
reales.
"Es obvio que el carbón tiene un coste ambiental brutal, pero tiene un precio muy competitivo
que es otro de los factores, uno fundamental, que los países tienen en cuenta. ¿Se va a
abandonar el carbón? No", sostiene Marzo. "El carbón no tiene un futuro tan negro como nos
quieren hacer ver. No está muerto". Una energía abundante, repartida en muchos países (sólo
un 17% del consumo global corresponde a comercio internacional, el resto es consumo interno
de las reservas propias, lo que la deja fuera del juego geopolítico) y relativamente barata en
un contexto en que ya se puede dar por definitivamente finiquitada la era del petróleo low cost.
Son los elementos clave en que se apoya el el éxito permanente del carbón.
El consumo mundial de carbón se elevó el año pasado hasta las 3.826 millones de toneladas
de petróleo equivalentes. La demanda creció así en 2013 un 3%, menos de lo que lo venía
haciendo (el incremento medio de la demanda del mineral es del 3,9% en la última década),
pero más que cualquier otra energía fósil. El petróleo sigue siendo la principal fuente de
energía, con una cuota del 32,9%. Pero el crudo acumula ya catorce años de pérdida de peso
en la cesta energética global y el dato de 2013 es el menor de toda la serie estadística que
recoge el informe de BP, que arranca en 1965.
El crecimiento del consumo mundial de carbón se contuvo el año pasado muy
fundamentalmente por la menor demanda registrada en China. El gigante asiático elevó su
demanda energética total sólo un 4,7% el año pasado (frente al 8,4% de 2012), lo que ha
hecho saltar las alarmas sobre los datos oficiales de Pekín sobre el crecimiento económico del
país (el PIB creció un 7,7% el año pasado, según la estadística oficial). Y el consumo de
carbón, en concreto, se contuvo por los progresivamente mayores criterios de sostenibilidad
de la política energética china. En paralelo, Estados Unidos también redujo su consumo de
carbón el año pasado por la gasificación que vive su economía al calor de la revolución
del shale gas, pero el país como contrapartida elevó sus exportaciones del mineral con
destino, muy principalmente, a Europa y, en concreto, a Alemania.Desbancar al crudo en
dos añosLejos de dar por muerto el carbón, los expertos auguran un retorno con fuerza al
mix energético mundial. La alarma por el cambio climático no está siendo motivación suficiente
para todas las grandes potencias y el planeta parece que se encamina a una mayor
dependencia del carbón, hasta el punto de estar ya a las puertas de convertirse en la primera
fuente de energía primaria, desbancando en apenas dos años al petróleo.
La Agencia Internacional de la Energía, el organismo que coordina las políticas energéticas de
los países de la OCDE, augura en su último informe específico sobre el carbón que la
demanda global del mineral se ralentizará en el próximo lustro, con un crecimiento anual del
2,3% hasta 2018. Pero el ritmo de aumento seguirá siendo mayor que las otras grandes
fuentes de energía (1,4% el petróleo y 2,2% el gas natural).
"Guste o no, el carbón va a seguir con nosotros una larga temporada. Es abundante y seguro
geopolíticamente, y las plantas de generación se integran fácilmente en los sistemas de
energía existente. Con ventajas como éstas, es fácil prever que la demanda de carbón sigua
creciendo", sostiene Maria van der Hoeven, directora ejecutiva de la AIE.
Según las estimaciones de la agencia, el carbón podría llegar a igualar al petróleo como
principal fuente de producción de energía entre 2015 y 2016 y lo superará en los siguientes
ejercicios. Un estudio de la consultora Wood Mackenzie aplaza el ascenso del carbón como
mayor energía hasta 2020. Es sólo cuestión de tiempo.

You might also like