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Allende
PRESENTACIÓN
La Cosmovisión Andina, tiene como concepción la Vida
Después de la Muerte.
Este documento es una recopilación de datos importantes,
que describen la herencia de tradiciones y costumbres
provenientes de la fiesta de los Ajayus, que hoy en día
por el sincretismo con la cultura española lo denominamos
Todos Santos.
Es una iniciativa independiente el poder contribuir a la
sociedad la importancia de nuestra cultura originaria y su
significado a través de esta obra.
Vemos, sentimos y practicamos ritos que nuestros abuelos
nos enseñaron y muchas veces no sabemos el verdadero
significado de estas acciones culturales.
Les presento la obra “LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE:
CELEBRACIÓN DE TODOS SANTOS”
• COSMOVISIÓN ANDINA
• RELACIÓN CON EL RITUAL AGRÍCOLA
• ORIGEN DE LA CELEBRACIÓN DE TODOS
SANTOS
• EL AJAYU
• CELEBRACIÓN DE TODOS SANTOS
• RECIBIENDO A LOS MUERTOS
• ESPACIOS DEL ALTAR O MESA
• ALAXAPACHA O EL CIELO
• AKAPACHA O LA TIERRA
• MANKHAPACHA O EL MUNDO INTERIOR
• OFRENDAS Y SUS SIGNIFICADOS
Hoy en día se ve una ciudad de La Paz con imponentes edificios, vehículos modernos
circulando por sus calles y avenidas, sobre todo, un gran avance en el transporte público con
la implementación del Teleférico y Puma Katari, elementos que nos hace pensar del olvido en
tradiciones y costumbres, teniendo como prioridad el desarrollo tecnológico y social de la
urbe paceña, imitando acciones de países extranjeros cometiendo el error de dar más
importancia a celebraciones extranjeras.
A pesar de todos estos cambios que sufrió nuestra ciudad, nuestra Cosmovisión Andina
perdura en nosotros, claro que con el pasar del tiempo se fue modificando por el sincretismo
con otras culturas, pero la esencia andina de nuestros antepasados no desaparece y se
adapta a nuestras nuevas formas de vida.
En la ciudad de La Paz nos encontramos con espacios sagrados, en donde es el encuentro
entre la vida y la muerte como ser: templos, cementerios, apachetas wak’as y deidades
andinas de Apus y Achachilas (Illimani, Mururata, Huayna Potosí, entre otras), es así que en
las calles, avenidas, edificios, puentes y ríos, habitan y circulan los antepasados de las
personas (jaqis).
Es curioso observar las ofrendas que se realizan a bienes materiales, pues tenemos la
tradición de cha’llar todos nuestros objetos para que tengamos buena suerte y el objeto se
conserve por mucho tiempo. Nuestros antepasados creían en la vida después de la muerte,
es por eso que embalsamaban a los muertos con pertenencias para que les ayudara en el
nuevo camino que emprendían, además tenían la creencia de que los ajayus de las personas
se internaban en objetos o volvían a la naturaleza (Achachilas). Vemos que muchas personas
colocan nombres a sus bienes materiales, por ejemplo, se observa medios de transporte
como ser minibuses o micros, bautizados por sus propietarios, es una forma de creer que
todo tiene vida.
Muchos bolivianos se van del país para tener mejores oportunidades de vida. En Argentina
existe una gran cantidad de residentes bolivianos. Lo interesante es que estas personas
mantienen sus costumbres y tradiciones andinas.
Juan Ino Mamani, periodista indígena boliviano, relata una de sus experiencias en el
cementerio del barrio porteño de Flores, uno de los más importantes de la comunidad
boliviana en Argentina.
“Al principio, personas de la comunidad boliviana, no podían realizar las tradiciones y
costumbres de todos santos, pues no eran conocidas por autoridades argentinas y esto
dificultaba a la libre expresión cultural de residentes bolivianos. Con gran esfuerzo se pudo
realizar las prácticas tradicionales de todos santos, incluso en estas fechas por la gran
afluencia de personas bolivianas al cementerio, se realizaban requisas por parte de la policía
argentina, en muchas ocasiones los desalojaban de mala manera. Pero no todo era negativo,
pues conocí a una señora argentina que le gustaba compartir estas costumbres con los
residentes bolivianos, pues afirma que es una de sus épocas favoritas del año.” (Juan Ino
Mamani 2017)
Esta experiencia nos confirma que la esencia de la cosmovisión andina siempre estará en
nuestro ser, pues somos producto de una herencia trascendental cultural.
Existen muchas más experiencias en el extranjero de residentes bolivianos, lo más
sorprendente, poco a poco se va “exportando cultura” y los propios extranjeros van
adoptando la cosmovisión andina.
Los aymaras veneraban a los muertos, pensaban que si los enterraban ya no podían
resucitar, es por eso que los embalsamaban y después de momificados, los adornaban con
joyas o con otros objetos. Los sentaban en una habitación de su vivienda en donde también
se encontraban familiares difuntos en orden cronológico. Prácticamente el mundo de los vivos
y los muertos dormían lado a lado.
Según Jorge Laruta 2008, en la cosmovisión aymara no existe la muerte como final de la
vida, sino como un tránsito obligado para volver a la naturaleza y por ende a los achachilas.
El termino de espíritu o alma no existe, porque la traducción de la palabra ajayu es simple y
llanamente energía vital o aphalla que habita en cada jaqi (persona en aymara).
“…la fiesta de los ajayus de raíz aymara, hoy todos santos, se iniciaba con la preparación
para el recibimiento de los cuerpos a través de ritos de permisos dirigidos a la pachatayka o
pachamama para que en el espacio de diez días se pudiera hacer el desentierro del cuerpo
de los seres idos pero no ausentes”. (Laruta 2008).
La Cosmovisión Andina tiene como concepción la fertilidad de la tierra, es por eso que el
mundo andino con sus festividades va ligado con el calendario agrícola, en este sentido
tenemos:
Época seca (Awti Pacha)
Época de lluvias (Jallu Pacha)
Época fría (Juypi Pacha)
Época de calor (Lapaka Pacha)
Este último se asocia a “la celebración de los difuntos a comienzos de noviembre y la
celebración de la pre cosecha (Anata) en febrero y marzo”. (MUSEF, 2004:18).
Las festividades de todos santos y carnavales van relacionados con el calendario agrícola,
“Todos Santos marca un momento importante dentro del ciclo agrícola anual, que tiene que
ver con las expectativas del hombre andino respecto a sus actividades agrícolas(…) En este
sentido, si los vivos atienden bien a sus muertos estos colaboraran de la misma manera con
una buena cosecha”. (MUSEF, 2004, 19).
Antes de la llegada de los españoles se celebraba la Fiesta de los Ajayus, según el cronista
Guaman Poma de Ayala, “en noviembre sacan a sus difuntos de sus bóvedas que ellos
llaman pucullu, les dan de comer, de beber, los visten y los adornan con plumas danzando
con ellos. Después los vuelven a meter a sus pucullus dándoles sus comidas y vajillas, a los
principales de oro y plata y a los más pobres de barro. Los entierran con vestimentas y
carneros.” (1993:189).
El mestizaje con la cultura española provocó cambios en la festividad, habiendo un
sincretismo con la iglesia católica.
El ajayu en la cultura aymara es entendido como la energía del cuerpo, en este entendido se
tiene tres tipos de ajayu:
Jac’ha ajayu o espíritu grande que forma el carácter de una persona.
Sullka ajayu o ánimo
Jisk’a ajayu o “coraje” referido a la valentía del espíritu.
Escuchamos a nuestros abuelos decir cuando alguien se asusta “cuidado se vaya tu ajayu”,
refiriéndose a tu ánimo.
En el mundo andino los ajayus van a las montañas, no existe el infierno ni el cielo como en
las costumbres cristianas. Los ajayus deben recorrer un largo camino para llegar a los
achachilas, primero debe reposar en el seno de la pachamama , para seguir por el umapacha
(tiempo de aguas), y llegar a la montaña sagrada.
“Las almas de los difuntos se diferencian por edad y tiempo de muerte. Hay almas
mayores, almas menores y almas recién fallecidas. Al difunto deben recordarlo
consecutivamente durante tres años. El primer año o mara qallta o juntù jiwata, es el
mejor celebrado; toda la familia se organiza para preparar una buena apxata (mesa de
ofrendas) destinada al difunto. El segundo año o taypi mara (año medio) se celebra con
menos intensidad y finalmente el tercer año o tukuya mara (fin del tercer año) merece ser
celebrado tanto o más que el primer año, pues es la despedida del ajayu o espíritu del
muerto” (G.A.M.L.P 2009: 09)
Una de nuestras tradiciones es preparar una mesa para recibir al difunto al medio día.
Los ajayus llegan el primero de noviembre de cada año.
El color de la mesa o altar indica el tipo de difunto:
Blanco, se trata del alma de un difunto niño, niña o joven
Negro, de una persona de sexo masculino, mayor o casada.
Aguayo, representa a la mujer difunta.
En la mesa se aprecia elementos como guirnaldas, flores, dulces, bebidas que al difunto
le gustaba al igual que un plato de comida.
El altar significa una montaña, qullupata (cima de la
montaña). Se colocan los elementos rituales elaborados
de masa de pan como la escalera, los phillus (roscones
para colgarse de los pasantes de la fiesta), aves diversas
como ser cóndor, también las t’anta wawas (panes en
forma de personas que representan a los difuntos).
En este espacio comúnmente se encuentra el epitafio del
difunto. Encima del altar, colgado entre las cañas se
encuentran las pasancallas multicolores que asemejan las
estrellas del cielo.