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Fin de la

Fin de la adolescencia

adolescencia

Psicología
Psicología Evolutiva
Evolutiva II
II - Adolescencia

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Fin de la adolescencia
La última fase de la adolescencia no es un periodo que esté determinado
por un hecho puntual o un conjunto de signos que dan cuenta de los
cambios que lo movilizan, como parecería ser el comienzo. Griffa y Moreno
(2005) abordan esta cuestión y hacen referencia a la dificultad de situarla
en el tiempo cronológico del ciclo vital. De acuerdo con el criterio que se
adopte, su finalización puede relacionarse con indicadores tales como: la
inserción laboral, la responsabilidad jurídica, la separación de los padres, el
casamiento o el logro de un título universitario. Según las épocas o las
sociedades se ha valorado más un hecho que otro.

Diferentes posturas
Si rastreamos en las reflexiones de los distintos autores, encontramos
diferentes posturas en relación con los principales indicadores para
designar el fin de la adolescencia. Intentaremos recorrer algunas posturas
para poder entender la complejidad que planteamos.

En los años 80, Françoise Dolto, médica pediatra y psicoanalista francesa,


describe una postadolescencia, es decir, una adolescencia después de la
adolescencia. Esta idea encuentra su origen en la problemática que recibía
en su consultorio, al que concurrían personas que rondaban los 30 años
que no habían logrado una independencia mínima, una estabilidad afectiva
o una identidad clara, es decir, manifestaban indicadores de una
conflictividad adolescente persistente (1991).

Uno de los criterios para reconocer esta falencia tenía en cuenta la


independencia económica, pensada en el marco de una Francia en la que
escaseaban los puestos de trabajo. Consecuentemente, la independencia
se posponía. Un fenómeno social como el desempleo puede demorar la
salida de esta etapa y Dolto enfatiza la importancia de la independencia
económica. La sociedad funciona como condicionante.

Por su parte, Louise Kaplan, autora y psicoanalista neoyorquina nacida en


1929, plantea que no existe claridad sobre la temporalidad de la
adolescencia, ya que su duración se extiende desde una semana, en las
culturas primitivas, hasta los 23 años, en las culturas occidentales (Griffa y
Moreno; 2005). Obiols y Di Segni de Obiols destacan, entre las posibles
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causas, la prolongación de los estudios o la glorificación de la adolescencia ;
es decir, la adolescencia es entendida como un momento en el que los
jóvenes se detienen y generan logros propios, y deja de ser solo una época
transitoria (1995).

Formación de la identidad

La formación de la identidad y la capacidad de establecer vínculos son, para


Griffa y Moreno (2005), los dos logros de la adolescencia; por eso, desde
una perspectiva psicológica, podemos asumir que, una vez conseguidos
aquellos, se inicia una nueva etapa. Ahora bien, dicho criterio puede
presentar algunas dificultades, ya que la identidad es un proceso que dura
toda la vida. En la infancia, por ejemplo, el niño es consciente de que está
en el mundo, pero el lugar que ocupa en este es más dado que apropiado.

En la adolescencia, en cambio, el joven busca que su nuevo lugar no sea


dado sino descubierto y apropiado por él, y que le permita reconocerse en
su interés y sus decisiones para esta etapa.

Si bien los niños tienen vínculos que establecen de distintas maneras, en


este periodo se destaca la capacidad de establecer vínculos sin la familia
como intermediario, es decir, vínculos generados y mantenidos por el
joven.

Otro factor que debe considerarse cerca del fin de esta etapa está ligado a
la posibilidad de tomar decisiones propias y socializar, según intereses
personales y de manera voluntaria. De niños es común que acompañemos
las formas de socialización de nuestros padres y madres de manera pasiva.
De ellos depende nuestra posibilidad de juntarnos con amigos o concurrir a
lugares, ya que nos dan el permiso. Pero en la adolescencia, el joven
comienza a establecer vínculos fuera del ámbito familiar que, en esta etapa
de conflicto, no suelen ser aprobados por las familias.

Sin embargo, esta capacidad de salir del ámbito familiar para formar su
propio espacio y, así, buscar su modo de estar en el mundo, basado en su
propia decisión e identidad, no se hace sin contratiempos. De hecho,
mientras el adolescente dirime este conflicto, se visualiza la rebeldía. Esta
suele ser considerada como una consecuencia obvia de la adolescencia,

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pero intentaremos profundizar en ella y pensar en qué sentido opera y qué
importancia tiene en este proceso específico.

La rebeldía

¿Por qué es tan importante atravesar esta etapa de rebeldía? Porque para
incorporarse al mundo adulto es necesario separarse de los padres, por lo
menos de la manera en que el sujeto se había relacionado cuando era un
niño. Para que dicha separación se produzca, es necesario que los padres
sean cuestionados; es decir, su autoridad debe ser puesta en duda, de lo
contrario, al joven le sería imposible separarse de ellos. Para terminar con
esta dependencia, los adolescentes suelen exaltar la imagen negativa de
ellos y los vínculos que tienen. De este modo, no se conectan con la culpa o
la angustia que les puede producir esta separación.

A modo de ejemplo, podemos hacer referencia al caso de Juanita de 20


años. Ella era una adolescente que manifestaba permanente, en el grupo,
la hostilidad de su madre con respecto a ella. La joven relató que le gritaba
desmedidamente, incluso, llegó a pegarle la vez que ella se fue de viaje a
visitar a su novio a la ciudad de Corrientes, gracias a su padre que le había
comprado un pasaje en avión con tarjeta de crédito en dieciocho cuotas.

Juanita pidió la consulta por lo mal que se sentía debido a la agresión de su


madre, que no la entendía, le decía lo que tenía que hacer y la maltrataba,
por lo que se manifestaba totalmente angustiada. En la sesión, no paró de
llorar y expresó el hartazgo que sentía. Este caso, ligado al fin de la
adolescencia, nos hace suponer que alguna dificultad se estaba poniendo
en juego en la relación madre-hija.

No obstante, si pensamos en la edad de Juanita, su primer viaje en avión, la


primera visita a la ciudad de su novio y el encuentro con su sexualidad,
resulta por lo menos llamativo que las dudas de ella no recorrieran esas
experiencias y estos acontecimientos tan novedosos no la hicieran describir
algo de lo que sentía. Tal vez, esta pelea tan intensa que estaba viviendo
con su madre era una forma de separarse con menos dolor y angustia ante
un hecho tan significativo que marcaría su crecimiento, su independencia y
su despegue a través de elementos tan simbólicos como el viaje, el novio y
el vuelo.

Si bien la separación de los padres no implica una ruptura definitiva con


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ellos, eso no significa que no se viva sin dramatismo. Por eso, en la medida
que el joven llega al fin de la adolescencia y consolida su independencia,
esta rebeldía se atenúa.

Cuando la tensión entre padres y adolescentes es muy fuerte, el joven


suele recurrir a fugas del hogar con la intención de lograr esa separación
para la que no encuentra alternativas. Las conductas de desaprobación de
la familia frente los cambios del joven, las críticas y la falta de confianza
que el chico puede atravesar durante la crisis adolescente, sumado al retiro
del amor incondicional de su familia, suelen desencadenar la evasión y la
fuga.

En relación con las normas sociales, nos encontramos con las disposiciones
del Código Civil y Comercial de la Nación, que, en la última reforma, que
entró en vigencia en el año 2015, modificó sustancialmente las
disposiciones atinentes a la capacidad de los menores de edad.

ARTÍCULO 25.-Menor de edad y adolescente. Menor de


edad es la persona que no ha cumplido dieciocho años.
Este Código denomina adolescente a la persona menor de
edad que cumplió trece años.

ARTÍCULO 26.-Ejercicio de los derechos por la persona


menor de edad. La persona menor de edad ejerce sus
derechos a través de sus representantes legales.

No obstante, la que cuenta con edad y grado de madurez


suficiente puede ejercer por sí los actos que le son
permitidos por el ordenamiento jurídico. En situaciones de
conflicto de intereses con sus representantes legales, puede
intervenir con asistencia letrada.

La persona menor de edad tiene derecho a ser oída en


todo proceso judicial que le concierne, así como a participar
en las decisiones sobre su persona.

Se presume que el adolescente entre trece y dieciséis


años tiene aptitud para decidir por sí respecto de aquellos
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tratamientos que no resultan invasivos, ni comprometen su
estado de salud o provocan un riesgo grave en su vida o
integridad física.

Si se trata de tratamientos invasivos que comprometen


su estado de salud o está en riesgo la integridad o la vida, el
adolescente debe prestar su consentimiento con la
asistencia de sus progenitores; el conflicto entre ambos se
resuelve teniendo en cuenta su interés superior, sobre la
base de la opinión médica respecto a las consecuencias de la
realización o no del acto médico.

A partir de los dieciséis años el adolescente es


considerado como un adulto para las decisiones atinentes al
cuidado de su propio cuerpo.1

A su vez, el Código Civil y Comercial de la Nación obliga al progenitor a que


cuide, alimente y eduque a sus hijos hasta los veintiún años, incluso, esta
obligación puede extenderse hasta los veinticinco, si el hijo mayor de edad
se capacita2.

En conclusión, para determinar el fin de esta etapa, se deben considerar


varios factores: biológicos, sociales, psicológicos, culturales y legales, entre
otros.

Hacia el final de la adolescencia, se recupera la calma y el equilibrio, y


prevalecen los sentimientos de seguridad y afirmación positiva de sí
mismo, ya que el joven conoce sus posibilidades y hay responsabilidad con
respecto al futuro. En esta etapa, se intenta resolver el conflicto
profesional-ocupacional. La elección de una carrera es uno de los
problemas que tiene que afrontar el adolescente en forma individual. Este
ensaya y consolida su modo de vida y su relación con los demás, en los que
prevalece la búsqueda de la intimidad, es decir, aquello que representa lo
más interior de la persona.

En este período hay un doble movimiento: hacia el mundo exterior, que

1 Código Civil y Comercial de la Nación (aprobado por Ley 26.994, 2015).


2Art. N.° 662-663, Código Civil y Comercial de la Nación (aprobado por Ley 26.994, 2015).

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alienta al adolescente para que busque en el grupo de pares un contacto
con el otro sexo, y hacia el interior, en busca de sus ideales y su
responsabilidad, que son aspectos que cultiva en soledad.

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Bibliografía de referencia
Código Civil y Comercial de la Nación. (2014). [Aprobado por Ley 26.994].
Recuperado de:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/235000-
239999/235975/norma.htm#2
Doltó, F. (1991). La causa de los adolescentes. Buenos Aires: Seix Barral.

Griffa, M.C., y Moreno, J.E. (2005). Claves para una Psicología del desarrollo.
Buenos Aires: Lugar.

Obiols, G. A., y Di Segni de Obiols, S. (1995). Adolescencia, posmodernidad y


escuela secundaria. Buenos Aires: Kapelusz.

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