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CRISTO FUNDAMENTO DEL AMOR

 EL AMOR NACE DE DIOS: La alianza de Dios con su pueblo supone un compromiso por parte de éste: adorar
únicamente a Dios y rechazar a los demás dioses. De ahí el primer precepto: “amaras al Señor tu Dios con todo tu
corazón….”. pero con solo amar a Dios no se puede vivir en un pueblo que es una comunidad, una familia. Por eso, el
“Amor al prójimo” es el segundo precepto más importante e inseparable del primero. Más aún, para Jesús “prójimo” son
también los enemigos. Los Diez Mandamientos quedan reducidos a dos: “amor a Dios y amor al prójimo”.
El cristiano debe vivir la ley del mortal como Cristo la vivió y quiere que se viva. Por eso la vida cristiana es un camino de
seguimiento a Jesús, que se nos presenta como “El Camino, la Verdad y la Vida”. Pero seguir a Jesucristo, ser discípulo
suyo, puede resultar difícil debido a la condición de “hombres pecadores” que somos. Pero Jesús nos dio su Espíritu
como ayuda. Él nos acompaña en el camino. La razón de vivir según el amor y de seguir a Jesucristo es la de vivir como
hombre nuevo. El modelo de “hombre nuevo” es Cristo resucitado. Por eso el Pueblo de Dios es un pueblo que camina
seguro de su salvación, porque Cristo con su resurrección ha vencido la muerte y el pecado.
 VIVIR UNA VIDA NUEVA DESDE LA GRACIA Y LA OBEDIENCIA: Consideremos en primer lugar que Nuestro Señor
quiere que su alegría este en nosotros. Es necesario asombrarse y llenarse de esperanza ante ese deseo Divino de
hacernos partícipes de su felicidad, por insólito que nos parezca. Jesús habla de una felicidad imposible para el hombre
que solo cuenta con sus capacidades humanas por muy excepcionales que pudieran ser. Es, pues, el Amor de Dios el
origen de esa felicidad inimaginable.
 La posición de Jesús sólo se entiende cuando entendemos su misión. Jesús es nuestro redentor porque:
Nos saca de la opresión del pecado. Nos capacita para una nueva vida: “Si alguien está en Cristo, es una nueva criatura.
Lo viejo ha pasado he aquí se ha hecho nuevo” (2Cor. 5,17)
 Cuando Jesús habla de la ley se refiere a los diez mandamientos. Leer (Mt. 19, 16 - 21)
 La obediencia a ejemplo de Jesús.
 LAS BIENAVENTURANZAS: Perfección de los mandamientos y autentica felicidad.
Jesús enseña que el hombre nuevo, el hombre redimido, es feliz; ahora bien la felicidad no se encuentra donde antes
se buscaba sino según un nuevo orden de vida y de ver las cosas (Mt. 5,1 - 11)
Leer (Mt. 5, 17 - 19)
La felicidad requiere vivir los mandamientos, por lo tanto, fidelidad a la Alianza con Dios. La cruz, está es la medida de
la obediencia: hasta la muerte. “
Pues de rodillas oraba diciendo: Padre si quieres, aparta de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya”
(Lc. 22,41) ¡Jesús nos rescató!

 JESÚS PLENITUD DEL AMOR: Recordemos además que el amor de Jesús, ese que contemplamos como reflejo de
Amor Trinitario, es de entrega completa en favor de los hombres; así lo había mostrado hasta entonces, durante los tres
años de su vida pública junto a sus discípulos, y así, sobre todo, lo iba a consumar inmediatamente, en largas horas de
su pasión: las últimas de su vida mortal en este mundo. Su entrega amorosa hasta ese día, había sido ejemplo y preludio
de su definitiva entrega por el hombre. Que se amen los unos a los otros como yo les he amado (Jn.15, 12), dice a sus
apóstoles, que somos cada uno de nosotros. Fijándonos, pues, en su amor, entrega de su propia vida por la humanidad,
aprendemos cual debe ser la medida de nuestro amor, con obras, por los demás.
Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos (Jn15, 13) nos recuerda también a nosotros.
Entendemos que amar mucho a otro supone hacer por él, por su bien, cuanto podamos. Y siendo Jesucristo perfecto
Dios y perfecto hombre. De Él proviene el mayor amor que podemos pensar. Ama a los hombres hasta el extremo, dando
su vida, porque nos ha tomado como amigos. La entrega de Cristo por cada uno – prueba de su amistad – sin
merecimiento nuestro, es un afecto que no hemos buscado los hombres. Tampoco se debe de algún modo a nuestra
virtud, como tantas veces sucede en las amistades entre nosotros. Dios nos llama amigos y lo somos por pura iniciativa
suya. A partir de esa oferta divina, cada uno es libre para aceptar o no a Dios.
Nos da gracia para amar y obedecer al Padre: Leer (Mt. 12,50)

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