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aplicación aún genera debate en diversos tópicos como legales, sociales y religiosos
decisión política y con ello un poder sobre la ciudadanía. A su vez, se relaciona con
desarrollarse. Por lo tanto, el presente ensayo propone evidenciar que la pena de muerte es
apropiada en países que buscan un desarrollo económico sostenible. Bajo esta óptica, y con el
del sexto mandamiento: “No matarás” (Ex. 20:13 Versión Latinoamericana) pero Zeller
(2016) indicó que dicho en su idioma original – el hebreo – la traducción fue “No
Asesinaras” debido a la diferencia semántica de las palabras: (a) Matar (ratsash o הרגen
hebreo); (b) Asesinar (shachat o רצחen hebreo). Así, la diferencia entre ambos vocablos es
sustancial, ya que matar conllevó a estas acepciones: (a) Quitar una vida humana o animal en
defensa propia o por un bien mayor; (b) Quitar una vida humana por accidente; por otro lado,
(DRAE, 2014) se consideró asesinar a quitar la vida de vida humana ilegal y/u inmoralmente;
esto generó que la traducción castellana tenga históricamente diversos significados (Cotarelo,
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2015). De ello se desprende que el Sexto Mandamiento no implica “No matar” sino “No
en respuesta a los crímenes violentos del pueblo pagano (Gn. 9:6) y dispuso que el hombre es
tan valioso que al derramar su sangre debe pagarse con la muerte del homicida; planteándose
el subjetivismo de la moralidad legal como prerrogativa ejecutoria (Ex. 21:12 y Lv. 24:17) así
asesino aplicando la regla de equivalencia de falta: “alma por alma, ojo por ojo, diente por
diente” (Ex. 21:23-24). Todo ello le permitió al hombre, en la época del nuevo testamento,
analizar y ejecutar de manera justa y equiparable la pena de muerte para reprimir el delito y
generar temor en el hombre a la muerte (Heb. 2:14-15) y que este sopese el acto delictivo
antes de cometerlo por la pena a recibir. Así, cuando el castigo se cumple con prontitud,
objetividad y justicia en los criminales, aquellas personas que sean conscientes y racionalicen
los hechos y consecuencias, no efectuarán un delito y transmitirán a los demás sobre el temor
amenaza al cuerpo social (Platón, citado por Giudice, 2011) y eso fue refrendado por
Cipriano (citado por Giudice, 2011) quién promovió que la pena de muerte sea ejecutada por
Crisóstomo (citado por Giudice, 2011) a plantear que la autoridad no sólo está circunscrita a
erradicar al pecado sino también velar y promover el concepto de orden social y temor a Dios
en los ciudadanos. A ello, se debe considerar que el fin primario de una ley penal es reformar
justificó la pena de muerte como liberación de futuros males para la sociedad y erradicar la
(2015) planteó que la función de la pena de muerte es intimidar a los individuos a no efectuar
determinados crímenes, esto desde una óptica supraindividual del derecho penal que sopesa
bien mayor, la existencia, desarrollo y armonía del mismo. Esta postura fue respalda por
elemento disuasivo que tiene la función de prevención general negativa sobre aquel conjunto
reforma actitudinal de mismo. Por tanto, la pena de muerte se consideró una necesidad
política que protege primordialmente al estado y mantiene el orden social, y que conlleva a
Para Bascuñán (2016) la pena de muerte fue una herramienta de dominación para
asegurar la estabilidad política y la seguridad del estado; de tal forma que se imprime un
A lo que Garland (citado por Bascuñan, 2016) lo conceptualizó como la pedagogía del terror
donde la pena de muerte funcionó como elemento educativo del estado hacia la población en
general sobre determinados delitos con los objetivos supremos de dominación, intimidación y
restauración del orden ultrajado. A favor de lo citado, Tilly (citado por Bascuñan, 2016)
planteó que un estado donde la debilidad de acción en momentos críticos y el poder soberano
es cuestionado, se tiende a dañar la autoridad y alentar a las fuerzas opositoras; esto faculta al
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estado aplicar la pena de muerte para re alinear lo propuesto anteriormente. Así, la pena de
muerte se convirtió en una ceremonia de poder pensada para exhibirse públicamente, exponer
el sufrimiento del delincuente, que permita intimidar y aterrorizar al público asistente y este
Del mismo modo, López (citado por Bascuñan, 2016) consideró a la pena de muerte
una medida de control ineludible por ser un reclamo social y son los legisladores los
receptores permanentes del pueblo, por tanto su deber es articular sus necesidades de forma
responsable y correcta. Bajo este enfoque, Arvizú y Cerda (2009) propusieron que la
retóricas sobre una problemática social palpable y crítica, sino propuestas concretas para el
y restaurar el orden público inmediatamente a través de las facultades atribuidas; por ejemplo,
para articular la pena de muerte debe estar exenta de discusiones baldías, prejuicios, y
oportunismos políticos. Por tanto, la utilización de la pena de muerte puede generarse como
medida del estado pero también como requerimiento de la sociedad ante situaciones críticas
que solicitan ser atendidas oportunamente, esto le atribuyó al estado un recurso político que
En tercer lugar, se propone el argumento de carácter social, así López (citado por
Bascuñan, 2016) propuso que el nivel de peligrosidad en determinados reclusos permiten con
sociedad de forma constructiva, sumado al excesivo costo que representa mantener un recluso
religiosos para exigir al estado que se aplique la pena de muerte. Reforzando lo anterior,
Arvizú y Cerda (2009) investigaron en el 2008 que una parte de la sociedad mexicana solicitó
la pena de muerte para los secuestradores que asesinen a sus víctimas, más allá de la pena de
muerte en sí fue las diversas formas requeridas de castigo: (a) Fusilamiento; (b)
Degollamiento; (c) Ahorcamiento; (d) Inyección Letal; concluyó que el 70% de los
encuestados estaban a favor de la pena de muerte y el 65% consideró que dicha pena
reduciría la inseguridad. De esta forma, aplicar la pena de muerte evitaría costos al estado y al
contribuyente para mantener a los reclusos que no aportarían valor a largo plazo en la
sociedad y/o a ellos mismos, y se evitan reacciones populares contra los delincuentes.
social y los factores de riesgos intervinientes han desarrollado en la persona una determinada
personalidad desadaptada o disonante que para modificarse a edad adulta se torna dificultoso,
estando varias veces en función de los niveles de agresividad, resentimiento hacia el estado
y/o la sociedad, voluntad de cambio; ello resulta que los sistemas carcelarios poco o nada
rehabilitan al recluso. Bajo esta óptica, Bascuñán (2016) propuso que si el recluso se
defensas consistentes y/o resilientes para determinados estratos que ha futuro permitan al
ciudadano ser una persona de bien; esto no implica una limpieza social, sino más bien
establecer reglas y penas claras para la sociedad y con un poder judicial transparente y menos
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corrupto para ser consecuente con las penas de tal forma que se asegure la propia subsistencia
de la sociedad.
Internacional (2017) mencionó los países que aplicaron la pena de muerte según la pena: (a)
Afganistán, por asesinato; (b) Corea del Norte, por contrabando de drogas y traición al
estado; (c) Indonesia, por tráfico de drogas y terrorismo; (d) Bielorrusia, por crímenes con la
alta tasa de delincuencia y tráfico de drogas, también fue frecuente la impunidad de ciertos
delitos y hubieron malos manejos de gobierno que afectaron el desarrollo del país. Así, en la
década del 2000 apareció el terrorismo agravando dicha problemática, pero bajo el mandato
del primer ministro singapurense Lee Hsien Loong redujo los índices de criminalidad
adoptando la pena de muerte en los siguientes delitos: (a) criminales confesos; (b) Corrupción
a todo nivel; (c) Narcotraficante; (d) Violadores; y otros castigos menores que tuvieron
exposición social como trabajos comunitarios forzados. Esto permitió que desde hace más de
12 años, la tasa de reclusos disminuyó más del 30% (de 13,791 a menos de 9,000 reclusos) y
que lo situó como el país con el índice per cápita de ejecuciones más elevado del mundo
(Cembrero, 1995).
Por otro lado, Oppenheimer (2009) analizó los sucesos en Singapur y como afectaron
positivamente a la economía de dicho país convirtiéndolo en el noveno más rico del mundo
en ingreso per cápita, comparativamente con Estados Unidos que ocupó el décimo lugar,
Argentina el 81, México el 82, Jamaica el 123. A nivel educativo, ocupó el primer puesto en
los exámenes internacionales TIMSS que evaluaron la capacidad de los estudiantes de cuarto
y octavo grado en materias como matemática y ciencias; así también exigieron a sus
estudiantes que finalicen sus estudios con el manejo de tres idiomas adicionales. Del mismo
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social, un orden jurídico, mayor conciencia cívica, seguridad ciudadana y por tanto,
permitieron mejorar un país que pasó por una crisis social, económica y educativa; y si bien,
ciudadano y crear valores entre la población que le dan seguridad para desarrollarse.
caso de Singapur – que buscan un desarrollo económico social y educativo a partir de una re
alineación de determinadas delitos. Esto implica una mayor apertura a los enfoques
particular de cada país y su cultura que lo circunscriba. De esta forma la aplicación de la pena
donde se enfatice primero el funcionamiento del estado por encima de la sociedad que debe
ser educada, intimidada y reprimida en determinados sectores. Entonces, una solución sería
reformular las acciones penales y el sistema jurídico contra determinados delitos contra la
sociedad como: (a) Narcotráfico; (b) Delincuencia; (c) Asesinatos; (d) Corrupción. Como
re – educación más efectiva, lo cual implica un costo social y publico más racional para el
significativamente.
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Referencias
Arvizu, A., & Cerda, A. (2009). ¿Debe aplicarse la pena de MUERTE? Contenido, (549),
24-32.
Bascuñan, O. (2016). La pena de muerte en la restauración: una historia del cambio social.
Doi:10.18042/hp.35.09
https://goo.gl/Xj6TBU
Real Academia Española. (2014). Asesinar. En diccionario de la lengua española (23a ed).
Recuperado de http://dle.rae.es/srv/fetch?id=3yfqtFV
Ugaz, J., Yamamoto, J., & Zegarra, F. (2015). La pena de muerte. THĒMIS-Revista de
Derecho.