Insistimos en que la deformación de los padres de la Iglesia llega al punto de que a la
comunidad ebionita, en ciertos estudios sobre el judeocristianismo, se relaciona ebionita con pobre en el sentido de pobreza espiritual y de ideas, desechando la posibilidad alternativa de pobre en sentido de vida material de renuncia a las riquezas como modo de imitar la vida de Jesús. Veremos que “ebion”, pobre en hebreo permite esa interpretación. Esta opción se plasmó en sectas que se distinguieron básicamente en su cristología, es decir, en la visión que tenían sobre la condición de Jesús (si era humano o divino, si fue concebido humanamente o virginalmente, etc. La solución a esta cuestión lleva a diferenciar entre Nazoreos y ebionitas.
el mantenimiento de las prescripciones del Antiguo Testamento después de la predicación de
Cristo como signo de elección y diferenciación de los gentiles y “cristianos”, la deformación de la esperanza del segundo advenimiento de Cristo y la reducción del reinado mesiánico a una potestad terrena; c); d) la negación de la divinidad de Cristo. Éste ha conseguido la elección divina a través de los méritos de la Ley. Su divinización se realiza por el perfecto cumplimiento de la Ley y anticipa la divinización del creyente ebionita a través del mismo escrupuloso respecto de la Ley. A raíz de lo anterior, si el creyente ebionita puede llegar a divinizarse, deberá esperar la redención de un esfuerzo meramente humano que obligue Dios a confirmar necesariamente los esfuerzos realizados; e) el reino mesiánico esperado es de corte intrahistórico caracterizado por el dominio político y la abundancia material.