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La cavidad oral, primer segmento del aparato digestivo al que comunica con el exterior, está formada
por un conjunto heterogéneo de tejidos y de estructuras: superficie dental, surco gingival, mucosa
bucal y dorso lingual. Este hecho condiciona que no sea una cavidad aséptica, por el contrario está
tapizada de una variada flora microbiana comensal (microbiota), que incluye tanto aerobios como
anaerobios y que se encuentra en un equilibrio dinámico con el huésped. En determinadas
circunstancias puede comportarse de manera oportunista, dando lugar a infecciones endógenas
caracterizadas por ser polimicrobianas y mixtas (flora aerobia y anaerobia).
La flora microbiana bucal comienza a establecerse en el niño unas 8 horas luego de su nacimiento, y
se produce una continua sucesión microbiana que modifica su composición desde el niño edéntulo
hasta la aparición de las piezas dentales.
El niño presenta características especiales que aumenta la posibilidad de que esto suceda. Sus
características anatómicas y fisiológicas generales, son muy variadas debido al amplio rango que
abarca la Odontopediatría.
Entre ellas se puede resaltar el tamaño y composición corporal (en recién nacidos e infantes el
volumen porcentual de agua, grasas, proteínas plasmáticas y enzimas hepáticas es diferente que el del
niño y adolescente), la inmadurez del sistema gastrointestinal, renal e inmunológico y el estado
nutricional deben considerarse.
Las características anatómicas de los maxilares infantiles también difieren. La presencia de gérmenes
dentarios, la mayor cantidad de hueso esponjoso con espacios medulares amplios y presencia de
centros de crecimiento óseo, hacen que la difusión de los procesos infecciosos sea más rápida que en
adultos. Por esta razón, los controles en esta población deben ser más acotados en el tiempo. El
odontopediatra debe tomar en cuenta la evolución de ese paciente y prestar atención a los criterios de
alarma que puedan derivar en la necesidad de hospitalización.
Estas infecciones bucales, clínicamente pueden presentarse en forma aguda es decir en aparición,
evolución y diseminación rápida, con presencia de signos y síntomas evidentes o crónica en aparición
y evolución lenta, con signos y síntomas menos evidentes.
Las infecciones de la cavidad oral, según la zona en la que se desarrollen, se pueden clasificar en:
Odontógenas cuando afectan a estructuras que forman el diente y el periodonto; incluyen caries,
pulpitis, absceso periapical, gingivitis, periodontitis y pericoronaritis.
No Odontógenas si afectan a mucosas o estructuras extradentales (glándulas salivales, lengua, etc.).
La mayoría de las infecciones de la cavidad oral son odontógenas, habitualmente locales y
circunscritas, pero en ocasiones puede propagarse por continuidad y acceder a los tejidos profundos
o más raramente, diseminarse a distancia por vía linfática - hematógena y alcanzar órganos más
alejados dando lugar, en uno y otro caso, a procesos de mayor gravedad.
Las infecciones odontógenas tienen una prevalencia muy alta; destacan la caries y la enfermedad
periodontal que probablemente constituyan la patología infecciosa crónica más habitual en los sujetos
adultos: presentan caries, gingivitis y periodontitis. Son además causa frecuente de consulta urgente
así, el absceso periapical supone el de las urgencias odontológicas, la pericoronaritis y la periodontitis
(absceso periodontal).
Estas infecciones son generalmente localizadas y responden bien al tratamiento. Sin embargo, a veces
puede difundir a regiones más alejadas de la zona de origen provocando procesos graves que pueden
comprometer incluso la vida del paciente.
La prescripción de medicamentos en seres humanos forma parte indivisible del acto médico y
odontológico, es un acto reflexivo, que se realiza posterior a un diagnóstico. No obstante, prescribir
un medicamento no implica sólo la administración del mismo sino el seguimiento responsable a lo
largo del tratamiento, de los efectos que pueda producir, valorar la evolución del cuadro clínico, para
lo cual es precisa una sólida formación clínica y vigilar las respuestas individuales del paciente.
La prescripción médica es el resultado de un proceso lógico-deductivo, mediante el cual el
prescriptor, a partir del conocimiento adquirido avalado científicamente y por evidencias basadas en
calidad, eficacia, eficiencia y seguridad, escucha los síntomas del paciente, un examen médico en
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busca de signos, concluye en una orientación diagnóstica, realiza exámenes de descarte y
confirmación y toma una decisión terapéutica, la cual es plasmada en un récipe médico
No todas las infecciones odontógenas requieren terapia antimicrobiana; dependiendo de las
características del proceso, el tratamiento óptimo podría requerir procedimientos odontológicos y
quirúrgicos o antibioterapia; o bien la combinación de varios de ellos.
La prescripción de antibióticos tendría como objetivo reducir el inóculo bacteriano en el foco
infeccioso, evitar la propagación de la infección y su recurrencia, prevenir sus complicaciones y
obtener la curación clínica. Además, debe respetar en lo posible la microbiota humana.
En general la prescripción de antimicrobianos se realiza de forma empírica, basándose en criterios
epidemiológicos tanto clínicos como bacterianos ya que, salvo en determinadas ocasiones, al inicio
del tratamiento se desconoce el microorganismo responsable, y las infecciones odontógenas no son
una excepción.
Sin embargo, mientras en buena parte de las infecciones es posible llegar a determinar el patógeno
causante y ajustar el tratamiento si fuera preciso, en las infecciones odontógenas esto no es posible,
debido a su carácter polimicrobiano y mixto, de ahí que se tienda a utilizar antibióticos de amplio
espectro.
Por otro lado la antibioterapia, sobre todo si es de amplio espectro, puede seleccionar los
microorganismos resistentes tanto en la flora habitual del paciente como en la flora patógena lo que
conduce al fracaso terapéutico.
El uso inadecuado e irracional de los antimicrobianos, crea condiciones favorables a la aparición,
propagación y persistencia de microorganismos resistentes. Las infecciones causadas por éstos, no
responden al tratamiento ordinario.
Hay que recordar que los antibióticos son sustancias ajenas al organismo y por tanto susceptibles de
producir reacciones alérgicas, efectos secundarios e interacciones con otros fármacos.
La patología bucal infecciosa constituye uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el
cirujano dentista en su práctica diaria, no sólo por su frecuencia sino también por su posible gravedad
y repercusión a distancia.
La finalidad de la profilaxis antibiótica es la de prevenir una posible aparición de infección creando
un estado de resistencia a los microorganismos mediante concentraciones antibióticas en sangre que
eviten la proliferación y diseminación bacteriana. Los cirujanos dentistas son los responsables de un
10% de las prescripciones antibióticas realizadas. El uso de antibióticos en odontología se caracteriza
por una prescripción empírica basada en epidemiologia clínica y bacteriana, el uso de antibióticos de
amplio espectro durante periodos breves de tiempo y el manejo de una batería muy reducida de
antibióticos.
La estrategia general en la prescripción antibiótica se basa en experiencias basadas en evidencias,
acuerdos profesionales, documentos de consenso y visita promocional indirecta en consultorios a
través de la consolidada industria farmacéutica. El uso de antibióticos en la clínica odontológica se
indica en dos circunstancias totalmente distintas: en la prevención o en el tratamiento de las
infecciones.
Profilaxis de las infecciones: La profilaxis antibiótica consiste en administrar antibióticos a pacientes
que no presentan evidencias de infección, con la finalidad de prevenir la colonización de bacterias y
sus complicaciones en el periodo postoperatorio. El uso profiláctico de antibióticos en odontología
puede adoptarse para prevenir en la región intervenida (cirugía periodontal, alargamientos de corona,
etc.) o para prevenir infecciones a distancia, en pacientes propensos.
Profilaxis quirúrgica: Existe controversia sobre el uso de antibióticos en la profilaxis de la infecciones
en el caso de cirugías de terceros molares retenidos, cirugías periodontales y en cirugías de implantes
dentales. La profilaxis antibiótica no se indica en estas situaciones, al menos que el sistema
inmunológico del paciente este comprometido o existan antecedentes de enfermedades sistémicas u
otras condiciones de riesgo. Además, se estima entre el 6% y el 7% de los pacientes medicados con
antibióticos experimentan algún tipo de reacción adversa; por lo cual debe ser considerado en el
momento de evaluar la relación riesgo - beneficio del uso de los antibióticos.
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Se considera que el uso de antibióticos en la profilaxis de las infecciones de las heridas quirúrgicas
parece efectivo, con una relación riego - beneficio razonable solamente en cirugías limpias (cirugía
cardiaca abierta, grandes reconstrucciones vasculares, colocación de prótesis ortopédicas), cuando el
riesgo de infección es remoto pero con consecuencias graves.
La profilaxis antibiótica quirúrgica se indicaría en los siguientes casos:
Para prevenir la contaminación de un área estéril.
Cuando la infección es remota, pero vinculada a una alta tasa de morbilidad.
En procedimientos quirúrgicos vinculados a altas tasas de infección.
Durante la implantación de material protésico.
Tratamientos de infecciones ya establecidas: Las infecciones bucales agudas tienen una evolución
muy rápida y una duración relativamente corta (2 a 7 días), especialmente cuando se elimina el foco
de la infección.
Realmente, es fácil observar que la curación de las infecciones bucales se procesa en un corto periodo
de tiempo cuando se logra un buen acceso al lugar de la infección, con la consiguiente eliminación
de la mayor parte del tejido contaminado.
Por lo tanto, actualmente se acepta que la antibioticoterapia, en odontología, es una conducta
importante solamente cuando el paciente presenta indicios como edema pronunciado (celulitis),
trismo mandibular, linfadenitis, fiebre, taquicardia, falta de apetito, disfagia o malestar general,
indicadores de que las defensas inmunológicas del hospedero no logran por si solas, controlar la
infección. El éxito de la terapia depende esencialmente, de la eficacia del antibiótico contra los
microorganismos responsables de la infección y de los parámetros farmacocinéticos de la droga.
Desde este apartado es importante destacar que no existe fármaco modelo que sirva para todas las
infecciones y para todos los pacientes.
Características del antibiótico
El hecho de que las IO sean polimicrobianas y mixtas no implica que se deban utilizar en ellas de
manera sistemática antibióticos del más amplio espectro, sino que obliga a conocer el espectro de
acción de los antibióticos frente a las bacterias más frecuentemente implicadas según el tipo de IO y
a tener en cuenta su perfil farmacodinámico, farmacocinético y de seguridad.
Antibióticos considerados de elección: existe un considerable acuerdo en considerar a las penicilinas
como fármacos de elección en las infecciones mixtas de la cavidad bucal.
Penicilinas son bactericidas y presentan buena actividad frente a aerobios facultativos y anaerobios
(bacterias más prevalentes). La amoxicilina es considerada de elección en las IO no complicadas.
Metronidazol: bactericida con excelente actividad contra bacilos anaerobios gram -, incluso cepas
productoras de betalactamasas (Bacteroides, Prevotella, Prophyromonas y Fusobacterium), se
distribuye ampliamente en la mayor parte de los tejidos y fluidos corporales incluyendo el hueso. En
los pacientes con mala respuesta a metronidazol en los que se sospeche la implicación de
microorganismos aerobios se recomienda asociar un betalactámico. En la gingivitis ulcerosa
necrotizante aguda (GUNA). Macrólidos: antibióticos bacteriostáticos de amplio espectro. La
claritromicina es activa contra anaerobios de la cavidad oral gram- y gram+. Amoxicilina-
clavulánico: combinación de antibióticos de amplio espectro de acción, activos frente a bacterias
productoras de betactamasas. Constituye una alternativa de tratamiento en IO severas y pacientes con
celulitis extensas que no respondan a antibióticos de primera elección. Lincosamidas: clindamicina,
antibiótico bactericida efectivo frente a anaerobios facultativos y estrictos, incluyendo las cepas
productoras de betalactamasas, que aún tiene bajas tasas de resistencia en el tratamiento de las IO
(aunque estas tasas se han ido incrementando sobre todo ante determinadas cepas de Prevotella).
Posee una buena farmacocinética, y alcanza buenas concentraciones en tejido alveolar y óseo.
Tetraciclinas: bacteriostáticos de amplio espectro con actividad frente anaerobios.
Duración de los tratamientos: no existe unanimidad en las recomendaciones sobre duración de los
tratamientos; generalmente son de 3-10 días
Dosis recomendadas: en casos severos y graves las dosis pueden ser duplicadas (amoxicilina hasta
1000 mg/ 8h y metronidazol 500 mg /8h).
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RESUMEN
Las infecciones de la cavidad bucal son un problema de salud pública frecuente y motivo constante
de prescripción antibiótica; el 10% de los antibióticos se emplean para tratar este problema. Sin
embargo, hasta la fecha son pocos los estudios realizados para determinar su incidencia. Así mismo,
su relación con ciertas enfermedades sistémicas (cardiacas, endocrinas, etc...) confiere a estas
patologías una importancia vital. A pesar de la reconocida frecuencia e importancia de las infecciones
odontogénicas, llama la atención la actual dispersión de criterio en varios aspectos referentes a su
clasificación, terminología y recomendaciones terapéuticas. El objetivo principal de este documento,
es establecer unas recomendaciones útiles para todos los profesionales implicados en el manejo
clínico de estas patologías. Recibe especial atención el aumento de la prevalencia de resistencias
bacterianas observado durante los últimos años y, en concreto, la proliferación de cepas productoras
de betalactamasas. Otro factor causal importante de la aparición de resistencias es la falta de
cumplimiento terapéutico, en especial en lo que respecta a la dosis y a la duración del tratamiento.
Así pues, estas patologías constituyen un problema complejo cuyo abordaje requiere la instauración
de antimicrobianos de amplio espectro, con adecuados parámetros farmacocinéticos, con buena
tolerancia y una posología cómoda que permita que el paciente reciba la dosis adecuada durante el
tiempo necesario. Amoxicilina/ácido clavulánico a dosis altas (2000mg/ 125mg) ha demostrado
buenos resultados y capacidad para superar resistencias. Otros agentes como metronidazol y
clindamicina, seguidos de claritromicina y azitromicina han demostrado también ser activos frente a
la mayoría de los microorganismos responsables de las infecciones odontogénicas.
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OBJETIVOS:
Reconocer la clasificación de las infecciones odontogénicas en la cavidad bucal.
Reconocer los diferentes estadios de una infección odontogénica.
Identificar cuáles son los microorganismos que alteran la flora bacteriana de la cavidad
bucal
Determinar cuáles son las características ideales que debe cumplir los antibióticos para
el tratamiento odontogénico.
Valorar cuales son las posibles causas que pueden llevar al fracaso en una
administración de antibióticos.
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DESARROLLO
MEDICAMENTOS PARA EL TRATAMIENTO DE LAS INFECCIONES
ODONTOLÒGICAS
INFECCIONES ODONTOLOGICAS
Las infecciones mixtas que afectan a la cavidad bucal pueden clasificarse en dos grandes grupos en
función de su origen:
Odontogénicas: caries, pulpitis, absceso periapical, gingivitis, periodontitis,
pericoronaritis, osteítis e infección de los espacios aponeuróticos.
Las infecciones odontogénicas que se presentan con mayor frecuencia serían las originadas a
partir de la caries dental, las infecciones dentoalveolares (infecciones de la pulpa y absceso
periapical), la gingivitis (incluyendo la gingivitis ulcerosa necrosante), la periodontitis
(incluyendo la pericoronaritis y la periimplantitis), las infecciones de los espacios
aponeuróticos profundos, la osteítis y la osteomielitis.
Absceso periapical
Es una indicación clara de desbridamiento y drenaje quirúrgico complementado con
antibióticos sistémicos.
Absceso periodontal
El tratamiento comprende el desbridamiento y drenaje de la colección purulenta. El
tratamiento antibiótico se reserva para aquellas situaciones con diseminación local o
sistémica.
Periodontitis
Como tratamiento de primera línea estaría el desbridamiento, eliminación del cálculo y el
alisado de la raíz para eliminar los depósitos subgingivales y supragingivales de placa.
También debe realizarse irrigación subgingival para desinfectar los surcos gingivales con
eliminadores de sarro ultrasónicos. Otras medidas útiles serían los enjuagues con clorhexidina
o el cepillado con mezcla de bicarbonato sódico y agua oxigenada. Los antibióticos sistémicos
estarían indicados sobre todo en la periodontitis agresiva.
Pericoronaritis
Casi siempre va a ser necesario el empleo de antibióticos sistémicos para evitar la
diseminación de la infección. También podría realizarse un tratamiento local con
desbridamiento, irrigación y drenaje de las áreas afectas, o incluso la extracción del diente.
Periimplantitis
El tratamiento antibiótico sistémico en ciertas ocasiones podría ir acompañado de
desbridamiento mecánico. Como tratamiento adyuvante puede utilizarse enjuagues con
clorhexidina durante 30 segundos después del cepillado dental.
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El uso de antibióticos profilácticos en odontología tiene más relación con evitar infecciones a
distancia como resultado de los procedimientos dentales que con evitar infecciones locales. La
profilaxis para endocarditis bacteriana se recomienda cuando se realizan procedimientos dentales que
produzcan sangrado gingival o de la mucosa incluyendo la profilaxis.
Está recomendada la profilaxis en personas con las siguientes situaciones:
Válvulas cardiacas protésicas mecánicas o biológicas.
Antecedente de endocarditis bacteriana aun en ausencia de enfermedad cardiaca posterior.
Malformaciones congénitas cardiacas.
Disfunciones valvulares aun después de cirugía valvular.
Cardiomiopatía hipertrofia.
Prolapso de válvula mitral con insuficiencia.
No está indicado en los siguientes casos:
Defecto interauricular aislado.
Casos de corrección de defectos interauriculares, ventriculares o ductus arterioso que
no tiene secuelas después de seis meses.
Cirugía Coronaria de revascularización.
Prolapso de válvula mitral sin insuficiencia.
Soplos inocentes.
Antecedente de enfermedad reumática de Kawasaki sin secuelas valvulares.
Pacientes con marcapasos o desfibriladores implantables.
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1. ¿Está indicado el antibiótico?
2. ¿Se han tomado muestras para estudio microbiológico?
3. ¿Qué gérmenes son los más probables en la localización de la presunta infección?
4. Si hay múltiples opciones de antibióticos ¿Cuál es la mejor? De acuerdo a criterios
farmacocinéticas, farmacodinamicos, sensibilidad, eventos adversos, costos, etc.
5. ¿Monoterapia o terapia combinada?
6. ¿Qué factores de riesgo tiene el huésped?
7. ¿Cuál es la mejor vía de administración?
8. ¿Qué dosis es la más adecuada?
9. ¿Es necesario hacer modificaciones después de los resultados de las pruebas
microbiológicas?
10. ¿Cuál es el tiempo ideal de tratamiento?
11. ¿Qué opciones hay en el evento de falla terapéutica?
12. ¿Qué opciones hay ante la evidencia de resistencia bacteriana?
CLASES TERAPÉUTICAS
Penicilinas: son agentes que tienen estructura y mecanismos de acción similares; pero actividad
antibacteriana variable según la molécula. El mecanismo de todos es la inhibición de la síntesis de
pared celular causante de lisis bacteriana.
Penicilinas naturales: se incluyen las siguientes;
Penicilinas G: para la aplicación parental (penicilina cristalina, procaína y
benzatinica)
Penicilina V: para administración oral (fenoximetil penicilina)
Las penicilinas naturales actúan principalmente contra los Gram positivos y por supuesto inútiles para
microorganismos productores de la beta lactamasa. También afecta a microorganismos como
Streptococcus, meningococos, estafilococos, espiroquetas, actinomyces y mayoría de anaerobios
excluyendo el bacteroides fragilis productor de beta lactamasa. Penicilinas poseen amplia distribución
en tejidos, se absorben rápidamente y la gran mayoría se elimina en los riñones. Dosis de penicilina
cristalina varían de 1 a 2 millones de UI cada 4 a 6 horas por 10 días y con fenoximetilpenicilina 250a
500 mg cada 6 h
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Clindamicina: es otro antibiótico importante por su actividad para cubrir gérmenes Gram positivos
incluyendo estafilococos y gérmenes anaerobios. Hay presentación oral y parenteral, la dosis oral es
de 300mg cada 6 a 8 horas y la parenteral de 600mg cada 6 a 8 horas.
Tetraciclina: Son antibióticos bacteriostáticos, cuyas indicaciones están en el campo de la
dermatología. En odontología tiene poca cabida, contraindicados en niños por las alteraciones de
pigmentación en los dientes.
Sulfas: Son antibióticos bacteriostáticos útiles para toda clase de infecciones, su uso puede ser en
niños y adultos. Cubren Gram positivos y Gram negativos. El más utilizado es el
trimetoprim/sulfametoxazol a dosis de 160 mg/800mg cada 12 horas en adultos y de en niños.
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CONCLUSIONES:
En función de su origen: Odontogénicas: caries, pulpitis, absceso periapical,
gingivitis, periodontitis, pericoronaritis, osteítis e infección de los espacios aponeuróticos. No
odontogénicas: infecciones de la mucosa oral, infecciones de las glándulas salivales, etc.
La primera etapa es la inoculación que dura 2-3 días, consiste en un proceso
inflamatorio de los espacios anatómicos comprometidos de consistencia suave y levemente
doloroso. Entre los días 2 y 5 el proceso infeccioso se puede propagar; consistencia indurada
o pétrea, y muy doloroso a la palpación. Sobre los 5 días es el absceso, donde se definen mejor
los bordes y la consistencia central de la inflamación se hace más blanda y fluctuante. La etapa
final puede ser la resolución mediante el drenaje espontáneo o quirúrgico, o la muerte del
paciente por el compromiso de la vía aérea y/o la difusión del proceso infeccioso hacia
estructuras vitales
La cavidad bucal forma un complejo ecosistema compuesto por más de 500 especies
bacterianas. Globalmente, los géneros Streptococcus, Peptostreptococcus, Veillonella,
Lactobacillus, Corynebacterium y Actinomyces representan más del 80% de toda la flora
cultivable.
El antibiótico ideal para tratar una infección debe reunir una serie de características,
como son: a) en el proceso infeccioso; b) adecuados parámetros farmacocinéticos; c) buena
tolerancia y pocos efectos adversos; y d) una posología que pueda facilitar el cumplimiento
del tratamiento.
Alta de cumplimiento terapéutico, en especial en lo que respecta a la dosis y a la
duración del tratamiento. Resistencia al antibiótico o de enfermedades sistémicas no
diagnosticadas. Inadecuado vaciamiento y drenaje de los espacios anatómicos comprometidos
o por la incorrecta selección del antibiótico.
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BIBLIOGRAFIA
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