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Zanetti

“La constitución promulgada en julio de 1940 trataba de conciliar los intereses y aspiraciones de
las fuerzas sociales […] el amplio reconocimiento de los derechos democráticos de los
ciudadanos, la proclamación de la función social de la propiedad privada, el extenso capitulo
dedicado a consagrar los derechos de los trabajadores—jornada de ocho horas, salario minimi
regulado, sindicalización, vacaciones pagadas, etc.—hacían la Constitución un texto socialmente
avanzado” (Zanetti 2013, 238).

Primer gobierno de Batista (1940-1944) enmarcado en WWII

“La devastación de zonas azucareras de Europa y Asia, así como la virtual interrupción del
transporte marítimo favorecieron al azúcar cubano cuya producción se incrementó
consistentemente acercándose a los niveles previos a la Gran Depresión” (Zanetti 2013, 239)

Ramón Grau San Martín (1944-1948):

Tras una zafra record cercana a los seis millones de toneladas, el valor de las exportaciones
ascendió […] y el país disfrutaba nuevamente la prosperidad. El presidente Grau decretó
aumentos salariales, a la vez que impulsaba las obras públicas y duplicaba la nómina de las
dependencias gubermentales” (Zanetti 2013, 241).

“Los altos y medianos funcionarios del “grausato”, sacaban dinero de cualquier operación o
programa oficial, ya se tratase de las concesiones de obras, la renta de lotería, o desayuno
escolar” (Zanetti 241).

Batista había regresado a la política nacional en 1948 cuando fue elegido senador. Había creado
un pequeño partido que lo postuló a la Presidencia de la República.

“Sus nulas posibilidades lo impulsaron a encabezar un complot militar que, alegando los terros y
lacras del gobierno de Prío, dio un golpe de Estado el 10 de marzo de 1952” (Zanetti 2013, 244).
“El hecho de que la mayor parte de los partidos tradicionales se plegaran al golpe, así como la
indiferencia demostrada por vastos sectores de la población ponían de manifiesto que tras más de
una década de experiencia democrática la crisis de la Republica, lejos de superarse, se había
profundizado” (Zanetti 2013, 245).

El azúcar representaba 80% de las exportaciones cubanas.

Polarización de la propiedad agraria: en 1946 más de 60% de las tierras parceladas estaban
concentradas en fundos mayores de 450 hectáreas, y particularmente en unos 3600 grandes
latifundios que mantenían improductivos la mitad de sus terrenos, mientras que los dos tercios de
las fincas explotaban extensiones inferiores a las 27 hectáreas predominando entre estas los
minifundios de bajísima productividad” (Zanetti 2013, 247).

“El progreso era más evidente en la producción industrial, pues el número de fábricas—
excluyendo las de azúcar—había aumentado desde unas 700 en los años de la Depresión, hasta
1840 a mediados de 1950, multiplicándose por cuatro—hasta algo más de 100.000—el número
de sus trabajadores” (Zanetti 2013, 247).

“Además de las limitaciones que imponía una estructura económica basada en el azúcar, la
sustitución de importaciones enfrentaba obstáculos externos derivados de la peculiar relación con
EEUU, como bien lo ilustran los textiles y el arroz, cuyo crecimiento se vio truncado por las
amenazas de los proveedores norteamericanos de promover represalias contra el azúcar” (Zanetti
2013, 247).

“Otra actividad alternativa, el turismo, cuyo fomento figuraba como máxima prioridad en los
planes impulsados por Batista, dio lugar a un apreciable crecimiento de la red hotelera pero sin
producir parejos efectos en la balanza de pagos” (Zanetti 2013, 248).

“La desigualdad era también muy notable en los casos de las mujeres y el sector negro de la
población. Ambos grupos habían logrado importantes avances legales, al prohibir la Constitución
toda forma de discriminación e igualar—en beneficio de las mujeres—los derechos de las
uniones consensuales’ (Zanetti 2013, 248).

“los principales beneficiarios de la vida moderna eran la gente pudiente: grandes comerciantes,
terratenientes, industriales, profesionales de altos ingresos y, por supuesto los hacendados
azucareros, cuya posición se había fortalecido con la compre de los centrales vendidos por las
compañías norteamericanas” (Zanetti 2013, 250).

“El desempleo y el limitado acceso a la educación, entre otros factores, condenaba a la


marginalidad a un considerable sector de la población” (Zanetti 2013, 252).
Alcazar

Proscripción del latifundio, industrialización, reivindicación de las conquistas obreras,


nacionalización de los servicios públicos, reforma del sistema fiscal, reorganización de la
administración pública, abolición de los Tribunales de Urgencia, implantación de un
escalafón militar inviolable, supresión de la pena de muerte hasta en el Código Militar
por delitos cometidos durante la paz, rebaja de los alquileres, construcción de viviendas,
n de cualquier vestigio discriminatorio por razones de raza o sexo, seguro contra el
desempleo, construcción de ciudades infantiles, extensión de la cultura y confiscación de
los bienes malversados.

La realidad política cubana cambiaba con rapidez. En el verano de 1958 ya se podía


sospechar que la dictadura de Fulgencio Batista avanzaba hacia el desastre y que la
victoria de los insurgentes barbudos serranos era no solo posible sino probable. (9)
Cuando Fidel Castro arribó con sus guerrilleros a La Habana el 8 de enero de 1959, 11 de
los 19 ministros del gobierno de transición presidido por el abogado Manuel Urrutia eran
miembros destacados del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Y con la plana mayor
del Veintiséis en el Consejo de Ministros, el 13 de febrero de 1959 Fidel Castro ocupó el
cargo de Primer Ministro, gracias a la renuncia en su favor del también abogado José
Miró Cardona, quien antes había dirigido el Frente Cívico Revolucionario fundado en
Caracas. (10)

El primer ministro ya no se dirigió “al Pueblo de Cuba”, seguramente porque “nosotros


somos una misma cosa con el pueblo”. Defendió la pena de muerte para cualquier
ciudadano que se opusiera a la revolución y la censura de las manifestaciones públicas
mientras durara el Gobierno Provisional […]El giro autoritario se completó ampliando el
nuevo sistema jurídico creado para castigar a los seguidores de la dictadura de Fulgencio
Batista a todos los discrepantes del nuevo poder. En noviembre de ese mismo primer año
de la Revolución, el Consejo de Ministros aprobó una Ley que disponía que todos los
delitos calificados de contrarrevolucionarios fuesen juzgados sumariamente de acuerdo
con la “Ley Procesal de la República en Armas”, una ley de 1896 en plena guerra por la
independencia de España” (10-11)

“Del mismo modo, la alianza entre los gobiernos de Cuba y la Unión Soviética, así como
el punto sin retorno del conflicto con el gobierno de los Estados Unidos, apuntan al 4 de
febrero y el 4 de marzo del año 1960. Es decir, a la visita con motivo de la inauguración
de la Exposición Soviética del vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS
Anastas Mikoyan. Y a la explosión del barco francés La Coubre, en el puerto de La
Habana. Fue en ese momento que la élite revolucionaria cambió la consigna de “Libertad
o Muerte” por la de “Patria o Muerte” (11)

“Al menos siete fechas marcan el cambio de itinerario de la Revolución cubana entre la
primavera y el invierno del año 1960. El inicio de las relaciones diplomáticas con la
Unión Soviética el 8 de mayo, es la primera. El compromiso de convertir “la Cordillera
de los Andes en la Sierra Maestra del continente americano” el 26 de julio, la segunda18.
La tercera: las expropiaciones de las grandes empresas norteamericanas, el 6 de agosto.
En sintonía, el gobierno de Dwith D. Eisenhower ya había ordenado el entrenamiento de
fuerzas cubanas para invadir la isla, el 17 de marzo 1960. Junto a los hechos
mencionados, la respuesta de Fidel Castro a la crítica a su alianza extra continental por
parte de la reunión de cancilleres latinoamericanos en San José de Costa Rica el 28 de
agosto de 1960, en forma de “Primera Declaración de La Habana” el día 2 de septiembre
de 1960, advertía de una escalada que conduciría a la ruptura de relaciones con los
Estados Unidos pocos meses después: el 3 de enero de 1961” (11).

Las victorias del 1 de enero de 1959 en la Sierra Maestra y del 19 de abril de 1961 en
Bahía de Cochinos, unidas a la declarada afiliación marxista-leninista del propio líder el 2
de diciembre de 1961 y la expulsión de la isla de la Organización de Estados Americanos
que precipitó la ruptura de relaciones diplomáticas con todos los países (excepto México)
el 31 de enero de 1962, condujo a la élite revolucionaria a reeditar con más vehemencia
su diatriba antinorteamericana y a exacerbar el enfrentamiento con los gobiernos
latinoamericanos, en la “Segunda Declaración de La Habana”, el 4 de febrero de 1962. A
partir de ahí se produce un crescendo en las hostiles relaciones entre Cuba y los Estados
Unidos. Tras la implantación del embargo norteamericano el 7 de febrero de 1962 y tras
la llamada Crisis de los misiles en el mes de octubre del mismo año, la confrontación
discurre por cauces declarativos” (12)
Rojas

A principios de los años cincuenta durante la primera etapa de la revolución armada, el objetivo
principal (junto con la remoción de la dictadura de Batista) fue la restauración de la Constitución
de 1940 (Rojas 2016, 11-12). De manera similar a la revolución mexicana, la revolución cubana
surgió como reacción política contra un régimen autoritario, y contó con la participación de los
sectores populares de la sociedad. El gobierno liderado por el dictador Fulgencio Batista, junto
con un pequeño grupo de jóvenes de la clase media, fue derrocado por grupos revolucionarios
populares, grupos que fueron compuestos de campesinos, obreros, y estudiantes, entre otros
(Rojas 2016, 10).

El apoyo de las clases populares fue contundente, y a finales de 1958 los propios oficiales del
ejército de Batista y los servicios consulares de Estados Unidos en Cuba reportaban que 80-90%
de la población en algunas provincias como Oriente o Las Villas estaba con los rebeldes (Rojas
2016, 13).

Durante todo el año 1959, el primer gobierno revolucionario promulgó decretos que comenzaron
a transformar radicalmente la economía y sociedad cubanas. La segunda reforma agraria en 1959
(si se toma la de 1958 como la primera) provocó un debate virulento en Cuba y generó fuertes
tensiones con los Estados Unidos. El debate extendió hasta el gabinete del primer gobierno
revolucionario donde existía una lucha interna para decidir cuál sería la orientación ideológica
del proyecto revolucionario cubano. Entre los fines de 1959 y mediados de 1960 los políticos
moderados—sobre todo los provenientes de los partidos políticos del antiguo sistema político—
fueron excluidos del gobierno. (Rojas 2016, 13-14). El nuevo gobierno revolucionario que
emergió tras esta disputa interna fue liderado por Fidel y Raúl Castro, Ernesto Che Guevara, y
Oscar Dorticós, quienes anunciaron que la isla se encontraba en una fase de transición socialista
y se preparó extender la hegemonía del estado a todos sectores de la sociedad. Dentro de dos
meses impulsaron una ambiciosa nacionalización de la mayoría de la producción industrial y
agropecuario, servicios públicos, y una gran parte del mercado interno (Rojas 2016, 14).
Knight

“las cosechas comerciales tendieron a reemplazar las antiguas de productos básicos: maíz, frijol,
y chile (producción que descendió durante el periodo en que aumentó la población), dejándole su
lugar al algodón, el azúcar, el café, el hule, el henequén y las frutas tropicales.” (Knight 1985,
33).

“Para las masas de la población rural (la masa de la población en general) el proceso de despojo
de la tierra significó aumentar la mano de obra disponible y que disminuyeran los salarios, en
una época en que subieron los precios de los artículos básicos. En toda la década de 1900 los
salarios reales en la agricultura y en la industria disminuyeron precipitadamente y, hacia fines de
esa década, la combinación de la depresión económica, el desempleo, y las malas cosechas
contribuyó a fomentar el descontento popular.” (Knight 1985, 33).

“Estaba íntimamente vinculada con el modelo de desarrollo económico la batalla por la


centralización política y la estabilidad. Esta fue la batalla que tuvo que darse (como Díaz lo veía,
y como lo explicaban los científicos) para atraer la inversión extranjera” (Knight 1985, 34).

“el logro máximo de la Revolución se encuentra en su creación de un Estado poderoso, tan


comprometido con el desarrollo y la centralización como su predecesor porfiriano, pero que
empleó medios más eficaces para estos fines” (Knight 1985, 35).

“El movimiento popular de la Revolución Mexicana, en contraste con su equivalente francés, fue
un fenómeno esencialmente rural. El proletario industrial no solo no pudo ocupar la vanguardia
revolucionaria, sino que apenas participó en la retaguardia” (Knight 1985, 36).

“en vez de esto, los obreros industriales siguieron las tácticas “economicistas”: sindicalizándose
y haciendo huelgas para obtener beneficios industriales limitados, una política que, antes de la
Revolución y durante la misma, fue la más radical y productiva que utilizaron para defenderse”
(Knight 1985, 37).
“Las mismas tácticas fueron evidentes en la mayoría de los campamentos mineros avanzados,
semiindustriales, donde los mineros nunca mostraron la militancia política (ni aun la
sindicalista)” (Knight 1985, 37).

“En el frente político, los obreros industriales tendieron a seguir el liderazgo de la clase media”
(Knight 1985, 37).

“Los artesanos de las ciudades, mucho más numerosos, desempeñaron un papel más importante
en la Revolución. Individualmente, ofrecieron una buena cantidad de jefes revolucionarios;
colectivamente, aunque en una época algo tardía, y bajo la presión de los tiempos difíciles,
ofrecieron los contingentes para los Batallones Rojos” (Knight 1985, 37).

“El peso de la Revolución (de las largas campañas, de la guerra de guerrillas, de las batallas
campales que derrocaron primero a Díaz y después a Huerta) cayó sobre los hombros de los
grupos rurales” (Knight 1985, 38).

“Dos grupos principales pueden distinguirse por sus quejas, sus metas y sus tácticas algo
diferentes: el campesino medio y el periférico. El primero corresponde toscamente al campesino
medio propietario de tierras de Eric Wolf: los campesinos que, a pesar de su posición
subordinada en la sociedad rural, conservaron un grado significativo de control, hasta la
propiedad, sobe la tierra que labraban. No eran ni kulaks ricos, ni proletarios rurales; tampoco, si
entran en la última categoría, habían sufrido un despojo de tierras ni una proletarización
recientes. Su rebelión tenía un claro motivo agrario: su meta era recuperar las tierras que habían
pasado, o estaban pasando, de manos de los campesinos a las de los grandes terratenientes, a
menudo comerciales; y estos últimos eran algunos hacendados opulentos o agricultores y
caciques menos ricos, habitantes de la misma villa o de las villas vecinas. En cualquier caso, es
la transferencia (usualmente por completo legal) de la tierra de la aldea a los hacendados y a los
caciques, estimulada por la legislación porfiriana y el desarrollo económico, la que se encuentra
en el corazón de la revolución rural” (Knight 1985, 38).

Rebeliones distintos – Zapatismo


“el crecimiento dinámico de las plantaciones de azúcar en Morelos empezó a remodelar a la
sociedad rural variedad del estado, y lo convirtió en una inminente “utopía de hacendados”, que
aniquilaba las aldeas, las cabañas y las pequeñas propiedades, que convertía a los aldeanos en
peones, y las milpas en plantíos de caña. El resultado (dados ciertos factores militares y políticos
adicionales) fue el movimiento revolucionario más intenso y prolongado de ese periodo” (Knight
1985, 39).

“A menudo se ha afirmado que el estado de Morelos era un caso único, y que el zapatismo era el
único movimiento agrario genuino de la Revolución. Pero, esto no fue así.”

“En Sonora, los yaquis hicieron una importante contribución a la Revolución, sirviendo como
reclutas en los ejércitos maderista y constitucionalista […] De cualquier manera, su participación
fue otro episodio en la prolongada lucha por retener y conservar las tierras de la tribu. En
Sinaloa, hacia el sur, un movimiento indígena mayo semejante, dirigido por Felipe Bachomo, no
se encontraba solo cuando expresó sus quejas agrarias. Un poderoso movimiento agrario se
desarrolló en La Laguna, en especial en Cuencamé, donde los indios ocuilas habían sufrido
recientemente un grave despojo de sus tierras por parte de algunos ricos terratenientes vecinos”
(Knight 1985, 39). Jefe ocuila Calixto Contreras

“En las montañas de Durango y de Chihuahua, la perdida de las tierras comunales también
provoco reacciones de rebeldía” (Knight 1985, 39).

“Puede advertirse que, hasta en el norte, en donde los comentaristas generalmente le han dado
poca importancia a las quejas agrarias, éstas ofrecieron un importante estímulo para la
Revolución. […] A lo largo de la Sierra Madre Oriental, desde el sur de Tamaulipas, a través de
la Huasteca hasta Veracruz, hubo importantes centros de rebelión agraria” (Knight 1985, 40).

Según el cónsul de Estados Unidos:


“en el estado de Veracruz los levantamientos son puramente locales en lo que se refiere a su
importancia. A los indios no les interesa quien pueda estar en la silla presidencial, con tal de que
puedan recobrar la libertad que gozaban sus antepasados” (Knight 1985, 40).
Cuando Huerta la ofreció amnistía a un rebelión en el norte liderado por Bartolo Cabanzo:
“Da a entender que no es carrancista ni tiene compromisos con los partidos contendientes, sino
que lo que él desea es: que se dé posesión de sus tierras a los indios de la comarca que dirige, y a
los cuales, dice, se les despojó por propietarios hacendados, y que se les deje en libertad absoluta
para nombrar autoridades locales entre individuos de su propio terreno y de su estimación y
confianza” (Knight 1985, 40-41).

“A parte de Morelos, hubo movimientos vigorosos en Puebla y en Tlaxcala, el último movilizó a


“campesinos medios” y a artesanos campesinos que tenían una fuerte tradición de protestar que
gozaban de una autonomía política limitada pero que se enfrentaron en especial después de la
década de 1890, a desalojos de sus tierras, a impuestos crecientes y una interferencia creciente en
su vida aldeana” (Knight 1985, 41).

“Si bien en Tlaxcala las condiciones favorecían un movimiento agrario organizado y durable, en
Oaxaca y en Guerrero el ambiente era más propicio para las rebeliones campesinas esporádicas:
en Etla, a donde algunas tropas mederistas llegaron a su pueblo natal en el verano de 1911 “con
toda la intención de repartir la hacienda, en Ejutla y en Zaachila, al sur de la ciudad de Oaxaca, el
año siguiente hubo una rebelión agraria; en Ometepec, donde los aldeanos indígenas recobraron
sus tierras los títulos de la propiedad a punta de pistola” (Knight 1985, 41).

“Jalisco, en contraste, estaba tranquilo, pero hubo importantes estallidos de violencia en


Michoacán dirigidos en contra de las haciendas expansionistas y comerciales como Cantabria o
La Orilla “(Knight 1985, 41).

“El proceso de despojo de las tierras que se encontraba detrás de estos movimientos era de dos
tipos. En algunos casos las haciendas expansionistas se encontraban en conflicto con las aldeas
libres: esto era evidente en Morelos, en Puebla, y en Tlaxcala, igual que en diferentes regiones
dispersas per importantes, situadas al norte y al sur de la meseta central” (Knight 1985, 41-42).

“Pero también hubo casos importantes en los que el proceso de diferenciación económica dividió
a las comunidades, incitando a la lucha a los aldeanos contra los caciques, o hasta una aldea
contra otra. Tepoztlán, en Morelos, se liberó de las garras de la hacienda, pero cayó presa de los
caciques, quienes monopolizaban la tierra y la autoridad política: Tepoztlan fue firmemente
zapatista durante la Revolución” (Knight 1985, 42).

“Temosáchic y Bachíniva fueron otros pueblos donde el monopolio de los recursos de la tierra
coincidió con una actividad revolucionaria. Los conflictos violentos de este tipo tenían de
ordinario un matiz racial. Las aldeas indígenas frecuentemente se veían dominadas por los
caciques mestizos, quinetes acumulaban tierras, capital y poder político. Además, muy a menudo
las comunidades mestizas explotaban a las aldeas indígenas satélites: así sucedió en la Huasteca,
en Michoacán y en los alrededores de Acayucan, al sur de Veracruz. Estas tres regiones tuvieron
una importante actividad revolucionaria” (Knight 1985, 42).

“Si la perdida de las tierras de las aldeas era el factor común en muchos casos, las revueltas
consecuentes siguieron distintos caminos, donde las quejas agrarias eran graves y abundantes, es
probable que estallara un movimiento revolucionario prolongado y con una amplia base: en
Morelos y en Tlaxcala, en La Laguna, y entre los indios yaquis” (Knight 1985, 43).

“Por lo general, los “campesinos medios” tomaron la jefatura y tenían cierta fuerza política y
económica, un profundo conocimiento de los problemas y quizá una posición social más elevada.
En poco tiempo pudieron movilizar a otros grupos rurales” (Knight 1985, 43).

“Muchos estallidos de violencias similares, aislados, no pudieron lograr ningún cambio


estructural en el sistema de las haciendas; sin embargo, colectiva y acumulativamente,
debilitaron mucho a la oligarquía de los terratenientes, y obligaron a los futuros gobernantes de
México a tomar en cuenta las quejas agrarias hasta entonces desoídas” (Knight 1985, 44).

“Lugares donde las haciendas eran demasiado fuertes y las aldeas demasiado debilies para que
hubiera un conflicto importante: La mayor parte en el noroeste (Nuevo Leon y Tamaulipas), lo
mismo sucedió en Aguascalientes donde la parcelación de la tierra y la presencia de la industria
aliviaban las tensiones agrarias” (Knight 1985, 44).
“El Sur de Mexico era otra región clave. Aquí, la explotación era particularmente dura y cruel:
Valle Nacional era un sinónimo de opresión. Pero el peonaje en el sur, reforzado y ampliado para
satisfacer las necesidades de mano de obra de los hacendados en una región de población escasa
y elusiva, y despojada de las características paternalistas que tenían las haciendas en la meseta
central, no pudo producir movimientos rebeldes efectivos” (Knight 1985, 44-45).

“los peones no tenían una identidad corporativa, ni una tradición de protestar, ni libertad de
movimiento, y ningún punto claro de referencia (como la recuperación de las tierras de la aldea)
para guiar su lucha. Los penos del sur se parecían más a los esclavos que a los peones acasillados
del centro de México” (Knight 1985, 45).

“La lucha por la tierra y por el agua se unió al conflicto más general por el poder político local.
La interdependencia de estos dos problemas es obvia: El jefe político era el brazo del Poder
Ejecutivo que tenía facultades para aplicar la política porfiriana: ponía en práctica las decisiones
de los juzgados, apoyaba a los terratenientes, y a menudo este también era terrateniente
monopolizador” (Knight 1985, 45).

“Los movimientos agrarios, como el de Zapata, empezaron con demandas de cambios políticos
locales, como un requisito necesario para la restitución de las tierras; y la expulsión de los
funcionarios locales (el jefe político, el juez, el cobrador de impuestos, y el jefe de la policía) era
la expresión más común y extendida de la voluntad popular” (Knight 1985, 46).

“La demanda popular de autogobierno era muy común, pero la intensidad del conflicto agrario
variaba notablemente en todo el país: en algunas zonas (como en Morelos y en La Laguna)
ambos se presentaban juntos. Sin embargo, en otras partes, las haciendas podían ser débiles o no
existir, y podía haber tierras abundantes, pero aun así se desarrollaron poderosos movimientos
revolucionarios” (Knight 1985, 46).

Movimientos serranos 46-47


“La clave de los movimientos serranos se encontraba en la política de Díaz de procurar la
centralización política” (Knight 1985, 47).

“Los liberales maderistas no intentaron desmantelar al gobierno central; al contrario, deseaban


apoderarse de éste, reformarlo, institucionalizarlo y, en ciertos aspectos ampliar sus poderes y
sus responsabilidades” (Knight 1985, 47).

“Los rebeldes serranos estaban a favor de la elecciones locales en beneficio de la autonomía


local, y de tener menos gobierno y no más gobierno; en última instancia, en muchos casos, su
ideal era no tener ningún gobierno excepto el de los viejos y los sabios de la aldea. No buscaban
una nueva democracia liberal, eficaz, funcional, sino un retorno a los antiguos buenos tiempos”
(Knight 1985, 47-48).

“Si el lema porfiriano de “Mucha administración y poca política” mostró ser dañoso en la
práctica, la alternativa liberal “Mucha política y buena administración” no necesariamente
resultó mejor” (Knight 1985, 48).

Chihuahua:
Años previos a la revolución, “aumentaron los impuestos, se introdujo el sistema de ponerle
impuestos a la agricultura, y, lo que es más importante, los presidentes municipales electos
fueron reemplazados por jefes municipales nombrados por el ejecutivo” (Knight 1985, 50).

“El occidente de Chihuahua se ha presentado como el ejemplo clásico de la rebelión serrana (que
representaron Orozco, Villa, y otros), igual que el estado de Morelos puede servir como modelo
de la rebelión agraria” (Knight 1985, 51).

“Pero los movimientos serranos tenían los defectos de sus virtudes. Su carácter era tal que las
divisiones (geográficas) verticales tenían prioridad sobre las divisiones (de clase) horizontales.
[…] ero la fragmentación económica, geográfica, y étnica del México porfiriano significaba que
las divisiones verticales (entre las regiones o las comunidades) aún eran fuertes y muy marcadas”
(Knight 1985, 52).
“si bien en varios casos la recuperación de las tierras de la aldea era un objetivo importante, este
estaba inmerso en el problema esencial de liberar a la comunidad de las autoridades políticas
impuestas […] En forma más general, el logro de la autonomía política local era un fin en sí
mismo, sin la importancia agraria” (Knight 1985, 53).

Chihuahua:
1910 Madero
1912 Orozco
1914 Villa
Villismo de 1913-1916 diferente que el de 1910-11
La relativa ausencia de jefes villistas claramente “campesinos”
“El orozquismo y el villismo, por consiguiente, tuvieron una importante base campesina, pero no
fueron movimientos agrarios comprometidos” (Knight 1985, 54).

“El régimen villista de 1913-1915 fue el bandolerismo social legal en grande. Pero los bandidos
(hasta los más sociales) hacen un mal papel como reformadores radicales: durante el régimen de
Villa, que era un bandolerismo social institucionalizado, los principales beneficiarios fueron los
secuaces de Villa (como Urbina y su hermano Hipólito) que […] vivieron con un esplendor
rústico semifeudal” (Knight 1985, 55).

“El agrarismo zapatista, aunque derrotado en el campo de batalla, dejó su huella en Morelos, y,
en forma más general, en México; el movimiento serrano en el norte dejó poco detrás de sí,
excepto el mito deslumbrador de Pancho Villa” (Knight 1985, 55).

“La otra característica clave de los movimientos serranos, que se relaciona con su composición
interna, es que no pertenecían a clases definidas” (Knight 1985, 57).

“La gran mayoría de los que participaron en la Revolución (excepto el ejército federal) estaban
motivados por intereses locales” (Knight 1985, 57).
“El caudillaje implica la busca y la conquista violenta, pero esencialmente inestable, del poder y
la riqueza que establece el binomio protector-protegido en una sociedad que carece de canales
institucionales para esta competencia” (Knight 1985, 60).

“El caudillaje clásico que llena todos los requisitos de la definición fue obvio en el México
independiente hasta la década de 1870, un periodo de inestabilidad cuando la fuerza era muy
apreciada, y la necesidad de algún tipo de apoyo popular (en especial el campesino) les daba a
los campesinos un campo limitado para abogar por sus propios intereses dentro del marco de la
política de los caudillos. El caudillaje modernizado del Porfiriato se caracterizó por una relación
de poder más estable, institucionalizada, que se basaba en el paternalismo y que se nutría en la
nueva riqueza generada por el desarrollo económico. Bajo este sistema disminuyó el uso
individual de las fuerzas armadas, el Estado afirmó su monopolio de la violencia, y los
campesinos encontraron aún más limitado su acceso al poder político; pero en 1910 se invirtió
este proceso. En el contexto de la guerra civil y de la inestabilidad renovadas, los campesinos
recuperaron su poder para negociar y el caudillaje mexicano reincidió en el tipo clásico antiguo,
al surgir de nuevo las relaciones variables entre los militares y sus propios protegidos” (Knight
1985, 60).

“Es evidente que el caudillaje fue importante en la historia de México en las dos generaciones
siguientes a la Independencia; es evidente que el Porfiriato tuvo fundamentos distintos y más
estables políticamente; es obvio que la Revolución de 1910 a 1920 presenció el retorno de
algunas circunstancias del periodo 1854-1976; una violencia política no menos endémica y un
fortalecimiento táctico de los campesinos” (Knight 1985, 60).

“Una investigación de la naturaleza de las relaciones entre la autoridad y el poder dentro de la


Revolución puede ofrecer conocimientos útiles para el análisis general de esta materia. […]
Según el enfoque común, Madero dirigió y representó a un movimiento burgués que reunió a las
clases bajas (los campesinos y los proletarios) que se aliaron para oponerse a un régimen cuya
base de clases ha provocado buscas profundas y retracciones. Sin embargo, hay un amplio
acuerdo en que Carranza heredó la jefatura de la revolución burguesa, y que, como Madero, riñó
con sus aliados campesinos y proletarios (Villa y Zapata). Sin embargo, las demandas populares
radicalizaron este movimiento burgués y le correspondió a la pequeña burguesía el ala
“jacobina” de los constitucionalistas representada por Obregón incorporar estas demandas y
ciertos elementos de la revolución popular” (Knight 1985, 61).

“Por consiguiente, los radicales de la pequeña burguesía llegaron a la cumbre del poder después
de 1920 y crearon el “caudillismo revolucionario” de esa década, la base del moderno Estado
burgués mexicano. La revolución popular, a pesar de todos sus esfuerzos heroicos, terminó en el
bando de los perdedores. Para algunos más pesimistas esto tiene de fatalismo de alguna tragedia
griega: en ausencia de una alianza proletario-campesina esto fue inevitable; para otros (que
podrían denominarse “la escuela del consenso revolucionario”) la radicalización de los
elementos populares de la revolución burguesa o pequeñoburguesa produjo importantes
recompensas después de 1920. La historia tuvo un final feliz” (Knight 1985, 62).

“Cualquier interpretación de la Revolución expresada en términos estrictamente marxistas es


difícil de sostener. A pesar de que el sector mercantil del México porfiriano era amplio y
creciente, las relaciones de producción a menudo no eran capitalistas: una creciente población de
peones, junto con una gran cantidad de granjas de subsistencia, se oponía a la creación de un
mercado libre importante basado en la relación del dinero en efectivo. México estaba muy lejos
de estar polarizado en una clase propietaria, capitalista, y en una masa proletaria que vendía su
mano de obra los grupos intermedios de la pequeña burguesía eran amplios e importantes. Los
artesanos sobrepasaban mucho en cantidad a los obreros industriales” (Knight 1985, 62).

“Por ello, una interpretación estrictamente marxista, que debe distinguir las clases basándose en
sus relaciones con los medios de producción, tropieza con todo tipo de dificultades” (Knight
1985, 62).

Mejor analizar en términos weberianas (63)

“La coalición villista y carrancista de 1914-1915 son más notables por sus similitudes que por
sus diferencias. Ambas incluyeron a grandes sectores del “movimiento popular,” en especial a
los campesinos movilizados y a la gente del campo en general; ambas reclutaron a grupos
indígenas; ambas consiguieron el apoyo y la simpatía de los líderes obreros. Los intelectuales
también se unieron a ambos bandos”

“El partidarismo se determinó principalmente por las consideraciones locales, de cercanía y hasta
tácticas, a medida que la escisión nacional entre Villa y Carranza se exacerbó y se reflejó en
docenas de escisiones y rivalidades locales” (Knight 1985, 64).

“En otras partes, el grado de la polarización social fue más notable, pero esto no garantizó que
los jefes campesinos optaron por Villa y que los jefes burgueses apoyaron a Carranza” (Knight
1985, 64).

“Dentro de cada coalición importante había un núcleo, que tenía ciertos atributos consistentes,
que puede analizarse en términos ideológicos. Y, aunque los atributos del núcleo no
necesariamente se reflejaban en la enorme y variada periferia que constituía la coalición
nacional, estos atributos afectaron decisivamente el proceso de reclutamiento y de integración
mediante los cuales se establecieron las coaliciones nacionales” (Knight 1985, 65).

“El villismo, igual que el orozquismo, se derivó esencialmente del movimiento popular en los
estados de Chihuahua y Durango, predominantemente revolucionarios. […] Después de
contribuir al importante esfuerzo que derrocó a Díaz, los serranos de Chihuahua se volvieron en
contra de Madero en 1912, luego atacaron a Huerta en 1913. Aunque el orozquismo y el villismo
eran enemigos mortales, tenían antecedentes semejantes” (Knight 1985, 65).

“El villismo puede considerarse descendiente directo de la rebelión serrana inicial. […] en esa
época el movimiento logró una prodigiosa expansión, a medida que las campañas contra Huerta
obligaron un rápido aumento de la cantidad de tropas y de la organización. Esto, a su vez, atrajo
a los políticos civiles, liberales y conservadores (sinceras y oportunistas) que intentaron guiar el
movimiento en la dirección que los favorecía” (Knight 1985, 65-67).
“De regreso a su tierra natal, gozando del apoyo y la simpatía locales, el villismo mostró ser
notoriamente difícil de erradicar, y solo gradualmente, a medida que aumentaron las penalidades
de la guerra, y se atrofió la base popular villista, los guerrilleros se vieron obligados a reclutar
hombres y a hacer confiscaciones; y los bandidos sociales forzosamente perdieron muchos de sus
atributos sociales” (Knight 1985, 67).

“Los jefes surgían del interior de las comunidades: generalmente no eran campesinos, sino
artesanos, bandidos, “abogados de aldea”, arrieros, que era miembros de grupos familiares en la
vida de la aldea; no eran liberales citadinos ni figuras políticas bien conocidas” (Knight 1985,
68).

Jefes carismáticos de Pascual Orozco y Pancho Villa (68-69)

“Orozco fracasó; pero dos años más tarde Villa llegó a la capital después de destruir en su
camino al ejército de Huerta” (Knight 1985, 69).

“La jefatura villista (y una jefatura zapatista a fortiori) se resistió a asumir el peso de la
administración nacional. Villa, como Zapata, encontró demasiado pesadas las responsabilidades
y los problemas que había creado la ocupación de la ciudad de México” (Knight 1985, 71).

“La principal diferencia entre la coalición carrancista y la villista era que la primera, aunque
frecuentemente la formaban extraños en un territorio hostil, por lo menos incluía a genuinos
carrancistas, con una afiliación política común; mientras que los villistas más numerosos, pero
también más inseguros y superficiales en sus alianzas, a menudo eran movimientos locales,
anticarrancistas que por conveniencia habían asumido el calificativo de villistas. La coalición
nacional carrancista era una realidad; su equivalente villista, debido a su autoridad anti-nacional,
personal, débil, era algo falsa” (Knight 1985, 74).

“El núcleo carrancista se distingue claramente del villista, aunque menos en términos de clases
sociales que por factores culturales más generales y difusos, relativos a la educación, la situación
geográfica e histórica, y hasta la psicología individual” (Knight 1985, 75).
“A diferencia de los civiles maderistas, los carrancistas tenían sus propias fuerzas militares y por
consiguiente no dependían de los revolucionarios populares ni de los federales huraños” (Knight
1985, 76).

Los carrancistas de Coahuila y Sonora

“La educación (en el amplio sentido de aculturación) les dio a los carrancistas un punto de vista
nacional, con el que pudieron, por ejemplo, evaluar cuál era el papel que tenía la Iglesia, o el de
los enclaves extranjeros” (Knight 1985, 77).

“Sobre todo, trascendieron el localismo. Los campesinos pequeños burgueses de Morelos, o los
arrieros serranos “pequeñoburgueses” estaban encerrados en una sociedad local, derivaban sus
metas y hacían sus alianzas localmente, con sus parientes y con sus compadres, y dirigieron un
movimiento que básicamente se mantenía unido por los vínculos de la tradición, mientras que los
jefes carrancistas de Coahuila y Sonora, aunque a mendo eran “penqueñoburgueses” eran
inquietos y móviles, habían adquirido una aguda visión para las oportunidades en la conquista y
en la redistribución del poder y de las propiedades” (Knight 9185, 77).

“El caudillaje carrancista rompió el molde individualista en el que se había formado el


movimiento popular, y creó un atractivo nacional, en términos de una política concreta, clara,
para amplias colectividades dentro de la sociedad mexicana, en especial para los trabajadores
urbanos” (Knight 1985, 78).

“Era el proteccionismo de una “sociedad de masas” emergente, dictado por un gobierno central,
en términos universales e impersonales. Si bien los elementos del carisma podían ser inherentes,
quizá en el caso de Obregón, pero sin duda no en Carranza, éstos no fueron la base de autoridad
del régimen; en vez de esto, dependía de la evolución de un poder racional-legal, que culminó en
la burocracia del moderno Estado mexicano” (Knight 1985, 78).
“Eliminaron despiadadamente a las antiguas elites que se interponían en su camino. Desde luego,
era necesario hacer algunas alianzas, pero, en comparación con los villistas complacientes y su
política de vivir y dejar vivir, los carrancistas estaban a favor del cambio radical, por lo menos en
el personal político” (Knight 1985, 78).

“El resultado de esta despiadada política fue una corriente de rebeliones locales defensivas que
realizaron los terratenientes y los jefes políticos, cuya oposición al carrancismo los obligó a
pasarse al campo villista” (Knight 1985, 78-79).

“A diferencia de las tropas de Villa, estos ejércitos carrancistas tenían un arma política y
objetivos políticos. Los oradores y los organizadores acompañaron a las tropas carrancistas a
Yucatán, y este ejército no se movió de un lado a otro, como lo hizo el de Fierro en el Bajío, sino
que permaneció en un lugar para crear una sólida base política. Y así, lo hizo” (Knight 1985, 80).

“La síntesis nacional, que mezcló con éxito los elementos políticos anteriores, puede
considerarse una forma de caudillaje, pero con una característica esencial: se apartó de los
primeros movimientos de los caudillos al obtener el apoyo de las masas, con una base
impersonal, nacional y confederada. Esta nueva base de la autoridad (y no su carácter caudillista)
fue la importante, ya que, en la busca de los objetivos económicos neoporfirianos, logró crear
una base amplia y más estable que la de don Porfirio; igualmente, la nueva autoridad, inicial e
inevitablemente modelada al estilo militar, fácilmente pudo evolucionar y tomar la dirección de
la política de masas y de la burocracia” (Knight 1985, 84).

“Por ello, las técnicas usadas durante la Revolución se ampliaron y se refinaron en el periodo de
la reconstrucción posrevolucionaria” (Knight 1985, 84).
Cano

“La facción constitucionalista, encabezada por Venustiano Carranza, inició la creación de un


nuevo orden político. El Estado que entonces se empezó a reconstruir abrió espacios políticos a
las fuerzas sociales contendientes durante el proceso revolucionario, y buscó satisfacer, aunque
mediatizadas, algunas de las demandas, planteadas durante el movimiento armado. Las reformas
sociales y políticas impulsadas por el movimiento constitucionalista fueron muy diversas; las
hubo, incluso, con propósitos feministas” (Cano 1993, 749).

“Dentro del feminismo constitucionalista, destaca Hermila Galindo. Allegada a las altas esferas
del poder revolucionario, ella impulsó el proyecto feminista más radical del momento e intentó
formar un movimiento de mujeres entre las militantes y simpatizantes de la facción
revolucionaria a que ella estaba afiliada” (Cano 1993, 750).

“El marco ideológico de su feminismo fue el liberalismo, de ahí que un objetivo prioritario de su
lucha fuera la igualdad plena de derechos ciudadanos —incluido el voto— para las mujeres.
Desde luego que la incorporación de las mujeres a la esfera pública defendida por Galindo no
conlleva, como nunca lo hace el feminismo liberal, una crítica a la división sexual del trabajo, ni
al lugar de la mujer en la familia como madre y responsable de la vida doméstica” (Cano 1993,
750).

“La Constitución de 1917 sentó las bases del nuevo orden político, e incorporó demandas
sociales de obreros y campesinos, pero el sufragio —elemento central de la ciudadanía, en su
acepción liberal clásica— lo mantuvo reservado para los mexicanos de sexo masculino. Si bien
los constituyentes estaban convencidos de la inconveniencia del sufragio femenino, en cambio,
estaban dispuestos a reconocer a las mujeres los demás derechos ciudadanos: el de ocupar cargos
o comisiones públicas, el de asociarse con fines políticos, el derecho de petición y aun el de
tomar las armas en defensa de la República” (Cano 1993, 750-751).

Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto y Refugio García 753-756

“Ninguno de los constituyentes defendió el sufragio femenino. Los artículos de la Constitución


relativos a la ciudadanía —el 34 y 35— están redactados en masculino, al igual que todo el texto;
sin embargo, en ningún momento, excluyen en forma explícita a las mujeres ni establecen que
ser hombre sea un requisito para tener la ciudadanía. Tal ambigüedad fue el blanco de ataque de
las feministas en las décadas siguientes” (Cano 1993, 756).

“En la década de los veinte —años de consolidación del Esta- do mexicano posrevolucionario y
de implantación de reformas sociales— varias entidades de la República establecieron el sufragio
femenino por periodos breves. Así ocurrió en Yucatán entre 1922 y 1924, donde, incluso, hubo
mujeres del Partido Socialista del Sureste ocupando diputaciones locales y un cargo de elección
en el Ayuntamiento de la ciudad de Mérida, capital de este Estado. En otra región del país, en
San Luis Poto- sí, entre 1924 y 1925 se otorgaron los derechos políticos a las mujeres que
supieran leer y escribir y, en la zona del sureste, en el Estado de Chiapas, en 1925, las mujeres
tuvieron derecho a participar en elecciones municipales y estatales” (Cano 1993, 757).

“La reforma a la legislación del Estado de San Luis Poto- sí que reconocía el derecho al sufragio
a las mujeres letradas (1925) hizo posible la candidatura a diputada federal de Elvia Carrillo
Puerto” (Cano 1993, 757-758).

“El opositor Partido Antirreeleccionista, en cambio, encabezado por José Vascon- celos, incluyó
el sufragio femenino en su plataforma política y contó con un alto porcentaje de mujeres entre
sus simpatizantes. Fue una de las más importantes movilizaciones ciudadanas de mujeres de esta
época” (Cano 1993, 75i).
Así, en medio de un clima de gran turbulencia sociopolítica, inestabilidad económica, del exilio
externo e interno, de censuras, violencia e intolerancia, funcionaban en nuestro país hacia
mediados de la década del 70 una cantidad de instituciones privadas dedicadas a la investigación
en las ciencias sociales. Contaban con una apreciable dotación material y sobre todo con cuadros
integrados centralmente por economistas, sociólogos, politólogos, e historiadores. Sus
actividades ofrecían un rotundo contraste con el devastado medio universitario, hasta entonces
lugar natural de producción de saberes y de reclutamiento de cuadros intelectuales y científicos
(Pagano 2004, 160).

La obturación de espacios académicos públicos arrojó a una cantidad de intelectuales a otros


alternativos que, en retrospectiva y con las salvedades del caso, podrían considerarse
conceptualmente como los ancestros de los think tanks que posteriormente se fueron delineando.
(Pagano 2004, 160).

CEDES, formado el 1 de julio 1975

(Marcelo Cavarozzi, Oscar Oszlak, Guillermo O’Donnell, Alejandro Mario O’Donnell, María
Emery de O’Donnell, Teresa de Segal, Norma Martha Fischberg de Oszlak, Beatriz Elba
Schmukler, Gustavo Humberto Cavarozzi).

El CEDES desarrollaba ciencia e investigación básica aplicada en ciencias sociales; su carácter


de “usina de ideas” es perceptible en la producción intelectual y técnica y en la intervención
pública de algunos de sus miembros en etapa democrática (vgr., Dante Caputo, Juan Sourrouille,
Adolfo Canitrot, entre otros). El carácter del centro fue y es multidisciplinario, orientado desde
sus inicios al estudio de lo problemas sociales, políticos y económicos de la Argentina y de
América Latina.

El Programa de Estudios de Historia Economica y Social Americana (PEHESA) se había


fundado en 1978 como programa del CISEA, mayoritariaente conformado por historiadores
sensibles a fenómenos que tuvieron lugar a partir de mediados del siglo XIX y que se
prolongaban sobre el siguiente.
Dos tesis centrales del libro:
1. La constatación del irreversible debilitamiento del poderío global de Estados Unidos como
centro organizador del imperio.
2. La ratificación histórica de que en su fase de descomposición los imperios se tornan aún más
agresivos y sanguinarios que durante sus periodos de ascenso y consolidación (Borón 2014, 2).

“En los últimos años surgieron nuevos actores y nuevas realidades que hicieron del sistema
internacional una arena más plural y equilibrada per, paradojalmente, también más inestable que
antes. Como respuesta a estos procesos, la Casa Blanca se olvidó de los “dividendos de la paz” –
que según sus voceros se derramarían sobre el plante una vez desaparecida la Unión Soviética—
en lugar de reducir su gasto militar lo acrecentó desorbitadamente, convirtiendo a las fuerzas
armadas estadounidenses en una infernal maquinaria de destrucción y muerte que dispone la
mitad del presupuesto militar mundial” (Borón 2014, 15). (Borón 2014, 100-101).

Chomsky: “este aterrador poderío militar le permite a Washington destruir países, pero no puede
ganar guerras” (Borón 2014, 3).

Excepcionalidad de la crisis actual:


“La crisis actual es única y sin precedentes. No es una crisis capitalista sino una crisis del
capitalismo, una crisis del sistema capitalista” (Borón 2014, 59).

“Otros rasgos también tipifican con características muy marcadas la crisis actual. A diferencia de
las anteriores, esta se conjuga con una profunda crisis de la matriz energética predominante
basada en el uso irracional y predatorio del combustible fósil, un recurso finito y no renovable, lo
que requiere imperativamente su reemplazo” (Borón 2014, 61).

“Un tercer componente de esta crisis […] es el cambio climático cuyas catastróficas
consecuencias recién ahora comienzan a ser percibidas por la opinión pública. Al concebir a la
naturaleza como una mercancía más, útil para explotar y obtener una ganancia, el capitalismo ha
depredado ecológicamente al planeta. Degradado al rango de mercancía, el medio ambiente se
convirtió en un ‘recurso natural’, al igual que el trabajo se convirtió en ‘recurso humano’”
(Borón 2014, 62).

“Eso acelerará y profundizará la pugna interburguesa en el seno de las clases dominantes del
sistema imperialista para determinar quiénes ganan y quiénes pierden con este nuevo arreglo”
(Borón 2014, 62).

Hugo Chávez: “Si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado” (Borón 2014, 62).

“20% de la población mundial carece de acceso a este elemento (y la proporción se incrementa a


diario) y una de cada tres personas no dispone de sistemas de saneamiento adecuados, todo esto
en el contexto s de una feroz ofensiva destinada a ‘privatizar’ el agua poniéndola bajo el control
de grades oligopolios transnacionales” (Borón 2014, 63).
“Estamos ante una crisis cualitativamente distinta a todas las que le precedieron. Muchísimo más
profunda y estructural y, para colmo, articulada con otras: la del petróleo, cambio climático,
agua, alimentos, más allá de aspectos propiamente económicos y financieros, en una letal
combinación que jamás antes se había presentado en la historia del capitalismo” (Borón 2014,
63).

“Será imposible enfrentar seriamente esta crisis sin destruir al casino financiero internacional o
manteniendo en la intangibilidad a gigantes del mismo—Goldman Sachs, por ejemplo, entre los
más poderosos—que expresan como pocos los intereses dominantes en la burguesía imperial y
son los agentes concretos sobre cuyas actividades se asienta el primado del neoliberalismo
global” (Borón 2014, 64).

“La política de alineamiento automático con Washington genera cada vez mayor repulsa en
crecientes sectores de la población” (Borón 2014, 75).

“todos los sistemas de alianzas que Washington elaboró a la salida de la Segunda Guerra
Mundial se hallan profundamente debilitados y desprestigiados” [votos en ONU] (Borón 2014,
76).

“La conquista ibérica arrasó y destruyó las viejas formaciones sociales y estableció un nuevo tipo
histórico de sociedad, un híbrido producto del mestizaje entre lo precolombino y lo europeo,
creando una nueva y contradictoria identidad y, al mismo tiempo, produciendo un trauma que
cinco siglas más tarde todavía está a flor de piel y no termina de cicatrizar” (Borón 2014, 83).

ALCA- pp 89-9

“La prioridad estratégica de América Latina reconoce varios factores causales. En primer lugar
es su vecina, atravesada por profundas injusticias y en permanente fermento prerrevolucionario.
[…] Es, además, su frontera con el Tercer Mundo, con el subdesarrollo. Es también su
hinterland, su área de seguridad militar […] y, más todavía, depósito de inmensos recursos
naturales” (Borón 2014, 88).

“Ayuda militar” a Colombia pp. 89

“El objetivo de mínima es controlar el acceso a los ingentes recursos naturales que tiene la
región” (Borón 2014, 89).

“En todo caso, Nuestra América es la región del planeta que puede ofrecer un suministro más
cercano, previsible y seguro a Estados Unidos, dato harto significativo cuando las reservas del
centro imperial no alcanzan para más de diez años y las fuentes alternativas de
aprovisionamiento son cada vez más lejanas, problemáticas e inciertas, toda vez que el Medio
Oriente y Asia Central han entrado en un ciclo de creciente inestabilidad política” (Borón 2014,
90). [5 días desde Venezuela versus 30-35 desde el Medio Oriente]
“Pero Sudamérica no sólo pose petróleo. Tiene también grandes reservas de gas, dispone de casi
la mitad del total de agua potable del planeta, y es territorio donde se encuentran las tres grandes
cuencas hidrográficas” (Borón 2014, 90).

“Entre los diez primeros países mineros del mundo hay seis sudamericanos: Perú, Chile, Brasil,
Argentina, Bolivia, y Venezuela […] y los países de la región se cuentan entre los principales
productores mundiales de minerales estratégicos y metales preciosos—son catalogados como
tales oro, la plata, el cobre, y el zinc—así como por las reservas probadas de minerales
estratégicos con alto precio en el mercado como antimonio, bismuto, litio, niobio, torio, oro,
zinc, y uranio, entre otros” (Borón 2014, 92).

“Es preciso tener en cuenta que la historia del siglo XX demuestra que cada vez que el imperio
cede posiciones en otras áreas del planeta procura hacerse fuerte en lo que sus gobernantes y su
clase dominante consideran como su entorno natural y exclusivo” (Borón 2014, 94).

“La diplomacia mantiene su papel, en apariencia importante, pero hoy día la relación pasa
fundamentalmente por un filtro militar en función de la prioridad absoluta que en Estados Unidos
se les ha asignado, luego del 11 de setiembre, a las cuestiones la mal llamada ‘seguridad
nacional’” (Borón 2014, 95).

Complejo militar-industrial, Pentágono pp. 98-99


“el pueblo [de Estados Unidos] sería incesantemente empujado en la dirección deseada por el
Pentágono” (98).

[Bases militares: de 1.180 bases en 128 países]. 4 bases nuevas en Panamá, 2 en Perú (Borón
2014, 103-104).

“la Corte Constitucional de Colombia sentenció que el Acuerdo Obama-Uribe—por el cual se


concedía a Estados Unidos el uso de por lo menos siete bases militares y el país anfitrión
renunciaba a cualquier tipo de control sobre armamentos, equipos, o personal ingresados al
territorio colombiano—es inconstitucional. […] el débil espesor de la legalidad colombiana no
permite asegurar que la sentencia del máximo tribunal vaya a ser efectivamente aplicada” (Borón
2014, 104).

“legislación aprobada por la Asamblea Nacional de Costa Rica que autoriza el ingreso de un
elevado número de marines a ese país (entre 6 y 14 mil) y de 46 naves de guerra del más diverso
tipo” (Borón 2014, 104).

[Bases militares rodean Venezuela así como la Amazonía] (Borón 2014, 104).

Tras el fracaso del ALCA, “la Casa Blanca sólo retrocedió para cobrar nuevos bríos y lanzarse
de lleno a la reconquista de su influencia perdida” (Borón 2014, 106).

Escuela de las Américas (108-109)


“el proceso de militarización de las relaciones interamericanas está lejos de ser un resultado
accidental del nuevo escenario internacional, sino que es consecuencia de las apremiantes
necesidades del imperio para asegurarse el control excluyente de los recursos naturales
necesarios para mantener su irracional y despilfarrador patrón de consumo” (Borón 2014, 109).

Criminalización de la protesta social inherente al modelo extractivista. “no existe Extractivismo


sin represión, como no existen relaciones interamericanas sin militarización” (109)

“brutal ofensiva lanzada contra los gobiernos de izquierda como el de Hugo Chávez, Evo
Morales y Rafael Correa y, en menor medida, a quienes son considerados como sus “complices”:
tal es el caso de Cristina Fernández en Argentina” (110).

“a pesar de las formidables presiones de todo tipo ejercidas por Estados Unidos, Washington no
pudo neutralizar la creciente influencia comercial y económica de China, y en algunos casos,
como Rusia, la influencia también ejercida en la órbita militar” (112)

Derrotas de EEUU: “la elección de secretario de la OEA en mayo de 2005 cuando por primera
vez fue electo para ese cargo un candidato que no contaba con el apoyo de EEUU. Poco después
Washington sufrió una nueva derrota en Mar del Plata, cuando en noviembre de 2005 naufragó el
ALCA. Estados Unidos experimentó también un duro revés al fracasar el golpe de estado en
Venezuela, en 2002, y similares tentativas en Bolivia (2008) y Ecuador (2010)” (Borón 2014,
113).

Derrotas significativas todas ellas, mas el imperio no se da por vencido. Vuelva a la carga y, tal
como lo señalamos anteriormente, en su fase de decadencia se torna más virulento y agresivo”
(Borón 2014, 113)

CELAC (114-115)

Cap. 5: El papel que los recursos naturales juegan en esas relaciones (EEUU-AL)

“bienes naturales” o “bienes comunes” señala que la naturaleza, más que un “recurso” capaz de
ser valorizado mercantilmente, es un patrimonio universal imprescindible para hacer posible la
vida humana en este planeta. (119)

Bienes renovables: “un bien sería renovable cuando el proceso de su regeneración o renovación
es más rápido que el de su explotación”. (119).

“la humanidad ya está utilizando el equivalente a 1,5 planetas para suministrar los recursos que
usamos y para absorber los desechos que originamos […] si las tendencias demográficas y de
consumo mantienen su ritmo actual, en la década de 2030 será necesario disponer del
equivalente a dos planetas Tierra para sustentar nuestras vidas” (121-122).

“el tema de los bienes naturales debe ser examinado desde una óptica totalizadora que rechace el
economicismo de los enfoques típicos del pensamiento burgués y la perversa idea de que la
naturaleza es una mercancía como cualquier otra” (124).
“sólo mediante una profunda revolución económica, política, y social que nos permita fundar una
nueva sociabilidad poscapitalista será posible restablecer una relación armoniosa entre sociedad
y medio ambiente. Tal cosa es absolutamente imposible bajo el capitalismo, porque la lógica de
ese sistema es implacable en su tendencia a mercantilizar todos los componentes de la vida
social, incluyendo la propia naturaleza” (124).

“El problema, para los estrategas del Pentágono, se localiza en el litoral atlántico de América del
Sur, sede de la mayor economía de América Latina (Brasil) y la tercera en importancia en la
región (Argentina) […] área en la cual el gobierno bolivariano de Venezuela ha encontrado
importantísimos aliados para su proyecto antiimperialista, cuyo clímax se alcanzó en Mar del
Plata en noviembre de 2005 con la derrota del proyecto imperial del ALCA” (128).

“las constituciones de Bolivia y Ecuador han marcado nuevos rumbos en lo que hace a la
protección del medio ambiente. En el caso del último país, el avance ha llegado tan lejos como
para sostener constitucionalmente que la naturaleza es un sujeto de derecho, una innovación
radical que hace estallar las limitaciones del derecho burgués” (132).

“Este avance en el terreno legal y constitucional fue producto de iniciativas tomadas por
gobiernos de izquierda, los cuales, sin embargo, más pronto que tarde se vieron asediados por
una cruel paradoja: ¿cómo mejorar la suerte de las clases populares […] promoviendo políticas
sociales activas y redistribuyendo la renta sin, al mismo tiempo, intensificar la explotación de los
recursos naturales e insertarse, por esa vía, en la dinámica de la economía internacional? Todo
esto puede resumirse en una polémica que sitúa, en un extremo al así llamado “pachamamismo”
(una postura que privilegia el respeto a la Madre Tierra por encima de cualquier otra
consideración) y, en el otro, al “Extractivismo” (la política de aprovechar la demanda que se
origina en los principales países de la economía mundial y que potencia las exportaciones de
bienes naturales” (132).

Cap 6:

“este saqueo de la Madre Tierra fue legitimado por las políticas neoliberales de estabilización y
ajuste estructural, con el argumento de que constituían un aporte decisivo para “insertar” a las
economías latinoamericanas en los mercados mundiales […] de lo que se trataba era de atraer al
inversionista extranjero—casi invariablemente una gigantesca transnacional—reduciendo los
costos laborales y ambientales a un mínimo absoluto” (133-134).

Destrucción de ecosistemas (136)

“En algunas versiones, este pachamamismo llegó tan lejos como para exigir a los gobiernos de
los países de izquierda el abandono de cualquier pretensión de explotar los recursos naturales,
colocando a aquellos ante un cruel y difícil dilema: ¿cómo conciliar la necesidad de responder a
las renovadas demandas de justicia distributiva—elevadas por poblaciones que han sufrido siglos
de opresión y miseria—con la intangibilidad de la naturaleza? Se trata de una contradicción que
antes no existía, debido al atraso de la conciencia ecológica de tiempos pasados” (138-139)
“a los efectos de paliar el impacto de la crisis, los gobiernos progresistas fueron aguijoneados a
redoblar el impulso exportador. Ya antes de la crisis nuestros países habían sido presionados,
bajo el influjo del neoliberalismo y las condicionalidades del BM y el FMI, a adoptar un patrón
de desarrollo cuyo dinamismo se fundaba en el desempeño exportador más que en el vigor de la
demanda interna” (139).

Y como los países de AL “se han desindustrializado y reprimarizado, el colofón ha sido acentuar
la dependencia de los saldos exportables de materias primas, alimentos, minerales, e
hidrocarburos, para equilibrar la balanza comercial y financiar las políticas sociales y el proceso
de desarrollo” (139).

Dos tipos de Extractivismo (139-140):


1. El papel del Estado es secundario, “simplemente deja las manos libres a la inversión extranjera
para que haga y deshaga su antojo” ej: Chila y Venezuela antes de Chávez
2. Presencia mucho mayor del Estado con el “Estado nacional como promotor, regulador, y
financiador”. ej: Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia, Venezuela

la falacia de una “contabilidad ecológica” que supone que en la relación con la naturaleza todo
puede ser ganancia y que no existen costos” (140).

“Si bien estos programas financiados por la bonanza exportadora de bienes naturales sirven
como paliativos para la angustiosa situación social que caracteriza a los países del área, lo cierto
es que el frenesí extractivista genera nuevos costos sociales y ambientales que requieren la
urgente atención de nuestros gobiernos” (140-141)

Criticas de Morales y Mujica (147)

¿Es razonable pachamamismo? (151)

Cap 7: BUEN VIVIR

“una nueva concepción doctrinaria superadora de los clásicos derechos y garantías establecidos
en el marco del constitucionalismo liberal” (153).

“la postulación de una relación entre sociedad, individuo, y medio ambiente completamente
distinta—y hasta podría decirse antagónica—de la que se plasmó con el advenimiento de la
Modernidad” (153) Bolivia/Ecuador

Ecuador (155)

“maldesarrollo” (156)

“Buen Vivir” en un solo país (160-161)


“habrá un periodo más o menos prolongado […] en donde coexistirán la vieja organización
económica (que sustenta los recursos de que dispone el Estado para su propio sostenimiento y
para financiar el costoso y complicado roces de transición hacia una nueva economía y una
nueva sociedad congruentes con las estipulaciones de; sumak kawsay) con el nuevo
ordenamiento económico pos-extractivista.

“el Plan Nacional para el Buen Vivir del Ecuador propone una transición desde una economía
primario-exportadora a otra basada en la producción de servicios ecoturísticos y bioconocimiento
que se mide en décadas, lo cual expresa un prudente realismo en lo tocante al ritmo de avance
del cambio civilizacional, cuyo inexorable correlato político es una política de compromisos”
(162-163)

“así como ‘el socialismo en un solo país’ tenía un carácter intrínsecamente contradictorio que lo
condenaba al fracaso, ¿por qué deberíamos pensar que el ‘sumak kawsay en un solo país’
satisface las condiciones necesarias que aseguran su victoria? Si la Unión Soviética y China
fueron incapaces de construir el socialismo al margen de la ecuación internacional que
plantearon Marx y Engels, ¿podrían países mucho más débiles como Bolivia y Ecuador tener
éxito en su proyecto de refundación civilizatoria?” (Borón 2014, 161).

Durán y Reyes 2014,

"reprimarización de la economía". la reprimarización se define como un proceso de


reconfiguración de una matriz productiva hacia actividades de menor contenido de valor
agregado. Slipak 4.

“efecto de reprimarización es agravado por el ingreso de China, potencia que de modo acelerado
va imponiéndose como socio desigual en toda la región latinoamericana” (Svampa 2016, 373).

Buen Vivir – Svampa 375-377

“en realidad, el paradigma de la economía verde implica una profundización de la


mercantilización de la naturaleza, lo cual traerá consigo la acentuación de los daños y las
desigualdades, incrementando tanto la apropiación de los territorios de las comunidades locales e
indígenas por parte de las empresas transnacionales como los efectos adversos del
neoextractivismo.”

“además, al enmascarar el Extractivismo, la economía verde tiende a exacerbarlo, pues éste


constituye un avance en el proceso de cercamiento de lo “común,” que abarca desde la
privatización de lo público a todas las formas de vida. No por casualidad una gran cantidad
deorganizaciones y movimientos sociales rechazaron la estrategia de una economía verde, a la
cual rebautizaron como “capitalismo verde,” por considerar que, lejos de representar un cambio
positivo, se orienta a una mayor mercantilización de la naturaleza” (Svampa 2016, 376).
“Denuncias de traición a la oposición por no aplaudir los discursos del Presidente. Desfiles con
armas a través de la capital de la nación. Amenazas presidenciales a la prensa. Proteccionismo y
falta total de restricción fiscal. Me preocupa la argentinización del gobierno de los Estados
Unidos”
https://www.clarin.com/politica/ex-funcionario-bill-clinton-preocupado-argentinizacion-
unidos_0_rJyzHfKLf.html

“la intención de Estados Unidos es instalar tres bases en nuestro país: en Tierra del Fuego, en
Misiones y una tercera en la zona andina, posiblemente en las cercanías de Bariloche.”
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-310524-2016-09-29.html

https://theintercept.com/2017/08/09/atlas-network-alejandro-chafuen-libertarian-think-tank-latin-
america-brazil/

Borón sostiene que “al concebir a la naturaleza como una mercancía más, útil para
explotar y obtener una ganancia, el capitalismo ha depredado ecológicamente al planeta.
Degradado al rango de mercancía, el medio ambiente se convirtió en un ‘recurso natural’, al
igual que el trabajo se convirtió en ‘recurso humano’” (Borón 2014, 62).

Sin embargo, la respuesta de algunos gobiernos latinoamericanos denominados


“progresistas” ha sido la promoción de una nueva “economía verde.” Maristella Svampa
argumenta al respecto que:

En realidad, el paradigma de la economía verde implica una profundización de la mercantilización de la


naturaleza, lo cual traerá consigo la acentuación de los daños y las desigualdades, incrementando tanto la
apropiación de los territorios de las comunidades locales e indígenas por parte de las empresas
transnacionales como los efectos adversos del neoextractivismo. (Svampa 2016, 376)

Svampa sostiene, además, que al enmascarar el Extractivismo, la economía verde tiende a


exacerbarlo, y como resultado no es casual que la idea de una “economía verde” ha sido
rechazada por una multitud de organizaciones y movimientos sociales, “a la cual rebautizaron
como ‘capitalismo verde,’ por considerar que, lejos de representar un cambio positivo, se orienta
a una mayor mercantilización de la naturaleza” (Svampa 2016, 376).

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