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3o “B”
“Los cínicos no sirven para este oficio”
Kapuscinsky, Ryszard
(resumen)
La profesión del periodismo necesita nuevas fuerzas, puntos de vistas,
imaginaciones. El periodismo está atravesando una gran revolución electrónica. Las
nuevas tecnologías facilitan enormemente este trabajo, pero no ocupan su lugar.
Todos los problemas de la profesión, las cualidades, el carácter artesanal,
permanecen inalterables. Cualquier descubrimiento o avance técnico pueden
ayudar, pero no pueden ocupar el espacio de trabajo, de la dedicación al mismo,
del estudio, de la exploración y búsqueda.
En este oficio hay algunos elementos específicos muy importantes:
Aceptar el sacrificio de una parte de uno mismo: este trabajo requiere de la
atención las 24 horas del día; puede desempeñarse de forma plena en dos
niveles muy distintos:
o A nivel artesanal: es el nivel más bajo y sucede en el 90% de los
periodistas.
o A nivel creativo: es el nivel más elevado y en el que se pone un poco
de individualidad y de ambición; esto requiere de toda el alma, la
dedicación y el tiempo.
La constante profundización en los conocimientos: ya que en el periodismo
la actualización y el estudio constante es la conditio sine qua non. Este
trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está
en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, hay
que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por
lo que es necesario estudiar y aprender constantemente.
No hay que considerarla como un medio para hacerse rico: el periodismo no
da muchos frutos, por lo tanto, muchos periodistas principiantes son gente
pobre. Esta profesión trata de una precisa estructura feudal: se sube de nivel
sólo con la edad y se requiere de mucho tiempo. Por tanto, hay que tener
mucha paciencia y seguir trabajando. Los lectores, oyentes, telespectadores
reconocen la calidad de cada trabajo y empiezan a asociarlo con el nombre
del periodista, por lo que hay que aprovechar ese momento para convertirse
en un periodista estable.
Los periodistas se dividen en dos categorías: los siervos de la gleba y la de los
directores. Es decir, los directores son los patronos, quienes dictan las reglas, son
los reyes, deciden; los siervos, simplemente obedecen.
A principios de siglo, la información tenía dos caras:
Se centra en la búsqueda de la verdad, en la individualización de lo que
sucedía realmente, y en informar a la gente de ello, intentando orientar a la
opinión pública. Para la información, la verdad era la cualidad principal.
Era tratada como un instrumento de lucha política. Todos los medios masivos
en sus inicios eran instrumentos de diversos partidos y fuerzas políticas en
lucha por sus propios intereses.
Durante los últimos años, con la revolución de la electrónica y de la
comunicación, el mundo de los negocios se da cuenta que la verdad no es
importante, sino que lo que cuenta es la información-espectáculo. Cuanto más
espectacular es la información, más dinero se puede ganar con ella. De esta
manera, la información se ha separado de la cultura.
Otro problema es que antes los jóvenes solicitaban ayuda a los jefes, que
generalmente eran personas mayores que el periodista y cuya posición permitía
transmitir conocimientos. Sin embargo, con el paso del tiempo, los actuales jefes no
pueden generar consejos, porque no tiene ni la más mínima idea del cómo se realiza
el periodismo. Su misión es generar ganancias.
La relación con los seres humanos es el elemento imprescindible de este trabajo.
Es indispensable tener nociones de psicología, para saber cómo dirigirse a los
demás, cómo tratar con ellos y comprenderlos.
Para ejercer el periodismo hay que ser un buen hombre, o una buena mujer:
buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si
se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus
intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse
inmediatamente en parte de su destino. En psicología se denomina empatía a
aquello que podemos comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de
forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás.
Sin estas cualidades, no se puede ser un buen periodista porque la gente con la
que se tiene que trabajar descubrirá inmediatamente las intenciones y la actitud
hacia ella. Si la persona percibe que el periodista es arrogante, que no está
interesado realmente en sus problemas, si descubre que fue hasta allí sólo para
hacer unas fotografías o recoger un poco de material, la persona reaccionará
inmediatamente de forma negativa. No hablará, no ayudará, no contestará, no será
amigable. Y, evidentemente, no proporcionará el material que se busca.
Y sin la ayuda del otro no se puede escribir un reportaje. No se puede escribir
una historia. Todo reportaje es el fruto del trabajo de muchos. El periodista es el
redactor final, pero el material proporcionado ha sido por muchísimos individuos.
Todo buen reportaje es un trabajo colectivo, y sin un espíritu de colectividad, de
cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible.
El periodismo no puede ser ejercido correctamente por nadie que sea un cínico.
Es necesario diferenciar: ser escépticos, realistas, prudentes. Esto es necesario, de
otro modo, no se podrá hacer periodismo. Algo muy distinto a ser cínicos, una
actitud incompatible con la profesión del periodista.
En distintas partes del mundo se trata de una profesión muy peligrosa. Quien
decide hacer este trabajo y está dispuesto a dejarse la piel en ello, con riesgo y
sufrimiento, no puede ser un cínico.