La lechuga es una planta anual que se cultiva desde hace
más de dos mil 500 años en distintas partes del mundo; ésta pertenece a la familia de las Asteraceae al igual que la achicoria, la endibia y la escarola; su nombre científico es Lactuca sativa y pertenece al género Lactuca. Dentro de las principales variedades está la lechuga italiana, la bostón, la iceberg, la romana y la hoja de roble, entre otras. Esta hortaliza se caracteriza por alcanzar hasta 30 centímetros de diámetro y por tener un peso aproximado de 300 gramos, lo cual puede variar dependiendo de la especie, del tipo de cultivo y de la región donde se encuentre. Las lechugas se diferencian por su textura, tipo de hoja, tamaño y por su coloración, ya que pueden presentar tonalidades blanquecinas, rojizas o marrones. Se recomienda iniciar la producción de lechuga durante la primavera, sin embargo gracias a técnicas como la hidroponía se puede producir todo el año, ya que este método permite cubrir todos los requerimientos de las plantas. Para cultivar lechuga hidropónica se necesita lo siguiente: semillas de lechuga (la variedad va a depender de las necesidades de cada productor), una charola de huevo, macetas o contenedores con una profundidad de 30 centímetros, sustratos franco-arenosos como: perlita, vermiculita o fibra de coco, solución nutritiva para hortalizas, una regadera con agua y un abatelenguas. El primer paso es humedecer un poco el sustrato y colocarlo sobre la charola de huevo, cubriendo perfectamente cada cavidad. Luego, con ayuda del abatelenguas se deben hacer pequeños agujeros en el sustrato e introducir de una a dos semillas por orificio. Una vez lista la charola es importante colocarla en un lugar oscuro y fresco para estimular la germinación de las semillas. Después de los primeros siete días comenzarán a brotar las primeras plántulas en ese momento es necesario colocar la charola en un lugar que reciba luz indirecta, durante ese periodo es necesario realizar los riegos sólo con agua con ayuda de un aspersor para mantener húmedo al sustrato. Cuando las plántulas hayan alcanzado una altura de 10 o 15 centímetros, presenten su primer par de hojas verdaderas o bien hayan transcurrido entre 15 y 25 días, es hora de llevar a cabo el trasplante. Para esto se deben llenar las macetas con el sustrato previamente humedecido y con ayuda del abatelenguas se debe hacer un agujero por contenedor para colocar las plántulas, se recomienda hacer este proceso durante la mañana o por la tarde para evitar que las plantas sufran estrés y se dañen por deshidratación. Una vez colocadas la plántulas en los contenedores es importante ubicar un sitio en el hogar que reciba por lo menos 10 horas de luz y que cuente con una toma de agua. En esta etapa los riegos se deben llevar a cabo una vez al día agregando la solución nutritiva. Finalmente la cosecha se puede llevar a acabo de los 90 o 100 días después de haber realizado la siembra, esto dependerá de la variedad.