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Derecho Cambiario – Bolilla 1

Los títulos de créditos son medios de que ha podido servirse el mundo moderno para movilizar sus
riquezas. Son títulos de crédito en nuestro Derecho la letra de cambio, el pagaré, el cheque común y el cheque
de pago diferido (estos cuatro son papeles de comercio); la factura de crédito; las acciones de sociedades
anónimas, los bonos, las obligaciones negociables y los debentures; los warrants y los certificados de depósito
de mercaderías; los certificados de depósito bancario de dinero; la carta de porte y el conocimiento marítimo;
los certificados de participación y los títulos de deuda en el fideicomiso financiero; los certificados de
copropiedad de fondos comunes de inversión; las letras hipotecarias; los títulos de la renta pública y los de
capitalización y ahorro.
Se destaca la importancia de esta categoría de documentos, a través de los cuales se materializan
fortunas, se constituye y refuerza el mercado de capitales para las explotaciones comerciales e industriales, se
canalizan las operaciones bancarias, se representa y se dispone de las mercaderías transportadas por tierra,
aire o mar, se facilitan las ventas de importación y exportación, y en definitiva se lleva a cabo el proceso de
circulación de bienes del que depende la vida económica de las naciones.
Las relaciones económicas se fundan en el crédito por medio de negocios en los que la prestación de una
de las partes es actual e inmediata, en tanto que la contraprestación de la otra es diferida en el tiempo, por
acuerdo de ambos sujetos. La economía moderna necesita de la circulación del crédito, ya que todos quienes
conceden crédito deben tener la posibilidad inmediata de movilizarlo, haciendo que otra persona ocupe el
lugar del acreedor original. Para que esa circulación cumpla su finalidad, la transmisión de los derechos de
contenido patrimonial debe efectuarse en forma simple, con seguridad y certeza, valores éstos indispensables
para que exista confianza entre las partes que negocian, y tranquilidad para quien adquiere el derecho.
La figura de la cesión de créditos no podía satisfacer las exigencias del tráfico mercantil de la economía
moderna, por tratarse de un procedimiento complicado, que requiere la notificación del deudor cedido a los
efectos de su oponibilidad y por el cual el cedente garantiza la existencia y legitimidad del crédito pero no su
efectivización, ya que no responde del deudor o de sus fiadores. Además, hay deficiencias debido a la
acumulación de excepciones oponibles al cesionario que se lleva a cabo en cada cesión, por cuanto el deudor
puede oponer al cesionario, todas las excepciones que podía hacer valer contra el cedente (nadie puede
transmitir a otro un derecho mejor o más extenso que el que gozaba).
La necesidad de garantir la certeza en la existencia del derecho, seguridad en su realización, y al mismo
tiempo, una simplificación de las formalidades, hace surgir los títulos de crédito como categoría autónoma en
el ámbito jurídico. Y precisamente esas exigencias de índole económica serán las que tipificarán el título de
crédito, en características que le son universalmente reconocidas (necesidad, literalidad y autonomía). Se
advierte que toda la elaboración de la categoría de los títulos de crédito se ha llevado a cabo teniendo en
cuenta principalmente la situación del tercero portador del título.
Los títulos de crédito están destinados a cumplir la función de circulación del crédito. Esta circulación
debe cumplir con 3 caracteres:
1. Rapidez: a mayor rapidez de circulación, mayor será el recupero del valor de los bienes o servicios
representados en ese crédito. Esto me da utilidad económica y financiera
2. Certeza: porque quien adquiere el derecho lo conoce. Lo que adquiero es lo que veo.
3. Seguridad: se relaciona con la certeza. Si se que adquiero entonces se que no soy sujeto pasivo de
determinadas excepciones.
Todo el fenómeno de los títulos de crédito gira alrededor de la objetivación del crédito o teoría de la
incorporación o cosificación del derecho. Frente a las diferentes complejidades que traía la circulación por
medio de la cesión la doctrina se planteó que si querían que el derecho no circulara de manera derivada,
debían buscar un derecho que no lo hiciera y tratar al credito como tal, encontrando solución en los derechos
reales. Si tratamos al derecho como una cosa entonces lo podemos hacer circular como una cosa mueble
donde la posesión vale título = quien tiene el derecho (documento) es su titular. Incluso en caso de robo o
perdida! (diferencia con el CCC)
Art. 2412 CC (la posesión de buena fe de una cosa mueble, crea a favor del poseedor la presunción de tener la
propiedad de ella, y el poder de repeler cualquier acción de reivindicación, si la cosa no hubiese sido robada o
perdida). Para que sea posible aplicar esta regla a la circulación de los derechos fue necesario objetivarlos,
considerando el documento que menciona el derecho como un continente, y el derecho mencionado como su
contenido. De modo que regulando la circulación del continente, por inferencia queda regulada la circulación
del contenido. Se enfoca el documento como elemento principal y el derecho contenido como accesorio,
considerando que entre ambos existe una conexión originaria y permanente, de modo que para adquirir el
derecho es necesario adquirir el documento, para ejercer el derecho es necesario poseer el documento, y para
transmitir el derecho es preciso transferir el documento.
Se habla de incorporación (idea de corporificación de algo antes ideal o intangible). La teoría de la
incorporación expresa el consorcio indisoluble del título con el derecho que representa. Por eso la primer
característica que se destaca de los títulos de crédito es que son documentos necesarios para el ejercicio de los
derechos por estar, esos derechos, incorporados como papel o en el papel. Como consecuencia de su
objetivación, el crédito se regirá exclusivamente por la forma en que lo refiera el papel (literalidad). Y por
aplicación del régimen de circulación de las cosas muebles, en cada adquisición del documento se considerará
que el nuevo portador del título obtiene los derechos incorporados en forma originaria, primigenia y como si
hubiesen nacido para él, sin dependencia de otros titulares anteriores de esos derechos (autonomía).

CESIÓN TITULOS VALORES


Circulación derivada Circulación autónoma
Acumulación de excepciones No acumulación de excepciones
Excepciones oponibles al nuevo adquiriente No oponibles al nuevo adquirente
Autónomo
Circula de forma originaria: cada adquiriente se
conecta directamente con el derecho como si fuera
una cosa
Solo se oponen las excepciones pactadas con el é
Naturaleza jurídica contractual Naturaleza jurídica: acto jurídico unilateral

IMPORTANTE: En la cesión hablamos de circulación derivada entendiendo a esta como la adquisición del
mismo derecho y con la misma extensión del derecho del cedente (nemo plus iuris: nadie puede adquirir un
derecho mejor ni más extenso que el derecho de quien se lo transmite) EL CESIONARIO TOMA EL LUGAR DEL
CEDENTE. Esto trae complicaciones: el cesionario al momento de reclamar su crédito va a ser sujeto pasivo de
las mismas excepciones que habría sido sujeto pasivo el cedente: si a él le realizaron un pago le es oponible al
cesionario. Vemos entonces que por este medio de circulación no se cumple con la rapidez (no basta con la
sola entrega del documento) y la seguridad (se acumulan las excepciones personales). Pero si se cumple con la
certeza, el crédito existe y el cesionario está legitimado al cobro. Frente a todo esto se concibe al titulo valor
para que los derechos puedan circular de forma autónoma, es decir, conectándose directamente el poseedor
con el derecho como si no hubiese intervenido ningún otro sujeto en la circulación. Como sino hubiera habido
limitaciones de ese crédito en la circulación, tratándose al derecho como si fuera una cosa.

“El título de crédito es un documento necesario para ejercitar el derecho literal y autónomo expresado
en el mismo” (definición de Vivante).
A partir de esta definición se distingue el sustrato material (elemento real), que consiste en un
documento que es necesario para el ejercicio de los derechos; y el contenido inmaterial (elemento
obligacional) que está integrado por los derechos que atribuye el título en su circulación, que reviste los
caracteres de literalidad y autonomía. El verbo empleado para enlazar las dos facetas del fenómeno (ejercitar)
propone el tema de la legitimación cartular (el problema de las condiciones requeridas para que los derechos
puedan ser ejercidos por un determinado sujeto en función de una particular situación del mismo con el
documento).

 Estructura funcional del título de crédito: dos elementos que deben existir para que el documento sea
considerado título de crédito:
 Elemento real: su función es probatoria, legitimante, constitutiva y dispositiva.
 Elemento obligacional: es una declaración de voluntad unilateral, incondicionada, no recepticio e
irrevocable. Y por todo esto es también vinculante.
El título de crédito es un documento. El contenido de un título de crédito es una declaración de voluntad. Los
títulos de crédito están dentro de la categoría de los documentos declarativos. Los documentos declarativos se
clasifican a su vez, y siempre desde el punto de vista de su contenido, en declarativos de verdad (declaraciones
testimoniales o probatorias) y declarativos de voluntad (declaraciones constitutivas o dispositivas).
El documento es:
 Probatorio: porque sirve para probar el negocio jurídico que une a los sujetos.
 Constitutivo: el portador se constituye en acreedor del título.
 Dispositivo: el portador tiene la disponibilidad del título y está legitimado para hacerlo circular o no.
 Legitimante: porque el portador está habilitado a requerir el derecho contenido en el documento
El derecho (elemento obligacional):
 Unilateral: porque basta la sola firma para obligarse.}
 No recepticio: no requiere la ratificación para convalidar el documento
 Incondicionado: no sujeto a contraprestación por parte del beneficiario
 Irrevocable: una vez que el librador se desapodera de él no hay vuelta atrás.
También se distingue entre:
 Documento constitutivo: cuando la declaración de voluntad necesita estar expresada en el documento
para surtir sus efectos. Estos documentos son elementos esenciales para originar la relación jurídica aunque
luego de ese momento, esa relación exista y opere con independencia de la disponibilidad del documento.
 Documento dispositivo: cuando su posesión y exhibición es necesaria para el ejercicio de los derechos
(función de legitimación), y su entrega resulta indispensable para transferirlos (función traslativa). La conexión
entre el documento y el derecho es originaria permanente.
Cabe ubicar los títulos de crédito como documentos dispositivos, dado que la vinculación estrecha y
permanente entre derecho y documento señalada como incorporación, determina que el instrumento deba ser
poseído para obtener la prestación que el mismo promete, o entregado si se trata de transferir ese derecho a
otro sujeto.

Caracteres de los títulos valores:


1. AUTONOMÍA DEL DERECHO (para los todo titulo sea cartular o no): el derecho que reconoce el título
de crédito en cada uno de sus sucesivos legítimos poseedores es de carácter originario e independiente de
cualquier relación personal que haya podido existir entre el emisor que adeuda la prestación y los anteriores
portadores del documento. La adquisición de los derechos emergentes del título, es originaria. El derecho que
el título trasmite en su circulación a cada nuevo adquirente es un derecho autónomo, es decir, desvinculado de
la situación jurídica que tenía el transmisor. El derecho cartular, si bien es de igual contenido al que
corresponde al enajenante, es nuevo respecto del adquirente.
Esta conceptualización de la autonomía de los derechos cartulares describe el fenómeno de la
incomunicabilidad de las defensas y excepciones personales, que dejan de irse acumulando en cada
transferencia, como ocurre con la circulación por medio de la cesión de créditos. Se asegura la confianza en la
cobrabilidad del crédito incorporado. Se elimina así la aplicación del principio nemo plus iuris. Para que la
autonomía opere a favor del portador del título, haciéndolo inmune a situaciones subjetivas anteriores con el
alcance descripto, es necesario que la adquisición sea de buena fe. Si la adquisición del título se ha efectuado
con mala fe y para perjudicar al deudor, desaparece la autonomía y reaparece la comunicabilidad de las
excepciones. En este caso el deudor podría oponer cualquier defensa personal que tuviera contra el anterior
portador del título. La buena fe se presume, de modo que aquel que invoque que el actual portador del título
lo ha recibido perjudicándolo conscientemente debe demostrarlo.

2. NECESIDAD DEL DOCUMENTO (solo cartulares): para ejercer el derecho cambiario es absolutamente
necesario, indispensable, que su titular tenga, exhiba o entregue, según los casos, el título de crédito. La
necesidad de poseer el documento para ejercitar los derechos que el mismo implica, determina que el deudor
que paga a quien no exhibe y entrega el título de crédito, paga mal, y puede verse constreñido a pagar de
nuevo. El pago debe hacerse al que presentare el título de crédito. Este principio tiene su fundamento en la
incorporación del derecho al documento, en la objetivación del derecho del crédito y en la aplicación de las
reglas de la circulación de las cosas muebles a este tipo de documentos.
Hay 3 formas para ejercer el derecho contenido en el título:
a. Hacerlo circular por medio de endoso.
b. Requerir el pago al vencimiento, por el cual se requiere exhibir el título.
c. Ante un incumplimiento el portador esta legimitado para iniciar un reclamo judicial, para lo que requerirá
poseer el título

3. LITERALIDAD DEL DERECHO: tiene un carácter sustancial. Si el título del crédito fuese puramente probatorio
y la literalidad actuase solamente en el ámbito procesal, significaría tan sólo una nueva inversión de la carga de
la prueba, que ampararía al poseedor del título mediante la liberación de esa carga. La literalidad implica la
exclusión de las convenciones extrañas al documento, que han perdido relevancia frente al negocio cambiario.
El poseedor del título es titular del derecho cartular y no del nacido de la relación fundamental. Los derechos
contenidos o incorporados al título de crédito se rigen por el tenor literal del título (documento) y nada que no
esté allí expresado o relacionado puede serle opuesto al poseedor para alterar, disminuir o de cualquier modo
modificar su derecho. La literalidad determina que el deudor pague bien y quede liberado si paga la obligación
asumida en los términos en que está escrita en el papel.
La literalidad se ve en 3 diferentes aspectos:
a. Modalidad: determina la forma del reclamo.
b. Contenido: el objeto del documento es el monto y éste esta literalizado en él
c. Extensión: determina los legitimados pasivos
La literalidad opera en todos los títulos de crédito. Interviene más clara e intensamente en los llamados títulos
completos, que son aquellos que se bastan a sí mismos para la descripción y atribución de los derechos que
corresponden a su portador (ej: letra de cambio o pagaré). Pero opera también en los títulos incompletos, en
que la descripción y atribución de los derechos impone la consulta de documentos extraños al título mismo,
pero indicados en el mismo a modo de remisión (ej: acciones de SA, títulos representativos de mercaderías).

Ejercicio de los derechos cartulares: la legitimación: los dos extremos de la definición de Vivante (el
documental y el creditorio) están enlazados con el verbo “ejercitar”. La legitimación consiste en la investidura
formal en el derecho, esto es, la atribución a un sujeto, dada una cierta situación formal, del poder de ejercicio
del derecho, prescindiendo de la pertenencia del derecho mismo al legitimado (titularidad). Titularidad significa
pertenencia del derecho a un determinado sujeto. Legitimación es la potestad de ejercer ese derecho. Por lo
general, el titular del derecho es también quien se halla legitimado para su ejercicio. Sin embargo, hay casos en
que titularidad y legitimación marchan por caminos diferentes. La escisión entre titularidad y legitimación
puede derivar de la ley, de la voluntad del titular o de una situación de hecho.
El sujeto está legítimamente facultado para ejercer el derecho, sea o no titular, y sin que la prueba de la
titularidad pueda serle exigida. El título funciona como elemento indispensable de la investidura formal, pero
también como elemento suficiente. La legitimación opera a favor del acreedor, permitiéndole el ejercicio de los
derechos, y a favor del deudor, facilitándole el cumplimiento de la prestación debida. En el primer caso se
habla de legitimación activa; en el segundo, de legitimación pasiva. Se trata de la llamada “función bifronte de
la legitimación”.
Legitimación activa: es la que opera a favor del portador cualificado del título valor, haciéndole posible el
ejercicio de los derechos inherentes, sin necesidad de tener que acreditar la titularidad de los mismos. La
función de legitimación del título de crédito es la atribución del poder de hacerlo valer con la sola exhibición
del título. Como contrapartida, no pudiendo el deudor rehusar el cumplimiento de la prestación frente el
portador cualificado del título, está correlativamente facultado para negar dicha prestación a quien no se
encuentre en la posesión calificada del título. Para poder determinar si la posesión es calificada y legitimante, a
la misma deben agregarse las formas y recaudos que la ley dispone.
Los recaudos necesarios para que la posesión sea “calificada” y por lo tanto legitimante son: a) en el caso
de los títulos al portador, la sola posesión; b) en el caso de los títulos a la orden, la posesión y la justificación de
la misma a través de una cadena formalmente ininterrumpida de endosos; c) en el caso de los títulos
nominativos, la posesión, la cadena ininterrumpida de endosos y la inscripción de dichos endosos en los
registros del emisor del título. En los títulos a la orden y nominativos, el portador debe además identificarse,
por tratarse de casos de legitimación nominal (relación física con el documento más designación expresa o
presunta del beneficiario), a diferencia de la legitimación real (meramente física) que implica el título al
portador. En los tres casos es necesario que la posesión sea de buena fe y que el título sea exhibido ante quien
adeuda la prestación.
A los fines de la legitimación, la eventual mala fe del poseedor es irrelevante. Si el deudor paga al
poseedor calificado del título, paga bien; aunque luego se demuestre que la posesión era de mala fe. Pero si el
deudor sabe o debiera saber que el poseedor es de mala fe, está obligado a no hacer el pago. El poseedor
cuenta con la presunción legal de que su posesión es de buena fe.
Legitimación pasiva: opera también a favor del deudor que cumple la prestación, para significar que ese
pago tiene efectos liberatorios para él siempre que se cumplan dos condiciones: a) que el pago sea efectuado a
quien es portador legítimo del título valor, conforme a su ley de circulación; b) que no medie dolo o culpa grave
del deudor. Probado que el deudor pagó al poseedor calificado del título, incumbe a quien impugna ese pago
probar el dolo o la culpa grave del deudor como elementos subjetivos impeditivos de la eficacia del pago.
 Dolo: conocimiento efectivo de que el derecho no corresponde al poseedor del título.
 Culpa grave: negligencia grosera en el control de la legitimación activa del portador del título y en el
cumplimiento de los recaudos correspondientes a su ley de circulación.

Caracteres de los papeles de comercio (letra de cambio, pagaré, cheque y cheque de pago diferido)
 Abstractos: en cuanto se han desvinculado, jurídicamente, de la causa o relación fundamental que motivó
su libramiento o transmisión, sin que sea posible que tal relación extracambiaria sirva como fundamento
de defensas o excepciones ante el portador del título, tercero de buena fe.
 Formales: en razón de que la falta de cualquiera de los requisitos extrínsecos que exige la ley cambiaria al
tiempo de su prestación produce la inexistencia del papel de comercio como tal.
 Completos: en cuanto deben bastarse a sí mismos, sin posibilidad de que en su texto esencial se haga
remisión a documentos o actos externos al título, y en caso de que se efectúe tal remisión es irrelevante
cambiariamente; de ahí que la situación jurídica de cada uno de los sujetos que han firmado el título,
como la de su portador legitimado, es regulada exclusiva y excluyentemente por lo expresado en el
documento. Excepción: el aval en instrumento separado

Es decir que además de los tres caracteres esenciales y comunes a todos los títulos de crédito, los papeles de
comercio cuentan con los tres caracteres documentales específicos descriptos. Todos los papeles de comercio
son títulos de crédito, pero no todos los títulos de crédito son papeles de comercio.
Se caracteriza a los papeles de comercio como títulos de crédito abstractos, formales y completos,
representativos de una suma determinada de dinero, pagaderos a corto plazo, naturalmente negociables, cuyo
libramiento o transmisión no produce novación de la deuda que les puede servir de causa. Deben contener la
denominación del documento de que se trate en su texto esencial. Ejemplo: “letra de cambio”, “pagaré”.

AUTONOMÍA ABSTRACCIÓN
CLASIFICACIÓN DEL CARÁCTER.
De todos los títulos valores Es específico del papel de comercio
EXCEPCIONES QUE REPELEN
Excepciones personales (quita, espera, pago parcial, Excepciones contractuales (Incumplimiento, etc)
etc)
PROTECCIÓN
Al portador, es decir, tenedor legítimo Al tercero de buena fe
OPONIBILIDAD
El portador debe respetar la excepción personal en 3 Es oponible la defensa contractual al obligado
supuestos: inmediato.
A) Cuando pactó la excepción. Esto debido a la teoría Doble vinculación que poseen estos sujetos
de la existencia de los actos propios
B) Cuando el portador es de mala fe
C) Cuando el portador posee el documento a título de
mandato.

Legislación: los papeles de comercio se rigen por leyes especiales: LCA (decreto-ley 5965/63) y LCh (ley 24.452
+ modificación 24.760). Pero el CCyCom introduce una nueva regulación. El nuevo código proyecta una
regulación general de los títulos valores y una sistematización de algunas de las especies de los títulos que
pueden crearse, determinando algunos alcances específicos. Regula los títulos valores en los arts. 1815 a 1881.
El CCyCom regula, en primer lugar, disposiciones generales de los títulos valores, incorporando algunos
nociones conceptuales para luego regular los llamados “títulos cartulares” y los “no cartulares”. En la Sección
cuarta trata la cuestión del deterioro, sustracción, pérdida y destrucción de títulos valores en una regulación
que se divide nuevamente en dos, según el título sea cartular o no. El nuevo código no incorporó la regulación
de la letra de cambio y el pagaré (LCA) o el cheque (LCh), pese a que mantuvo su plena vigencia. No innova en
ningún aspecto de los ordenamientos específicos pero incorpora disposiciones generales en todo su articulado
que deberán articularse de manera adecuada para poder adaptarse al nuevo régimen. Pero dicha articulación
es sólo subsidiaria ya que el art. 1834 dice que las normas de esta sección se aplican en subsidio de las
especiales que rigen para los títulos valores determinados.
Art. 1815 CCyCom: “Concepto. Los títulos valores incorporan una obligación incondicional e irrevocable de una
prestación y otorgan a cada titular un derecho autónomo, sujeto a lo previsto en el artículo 1816…”. Art. 1816
CCyCom: “Autonomía. El portador de buena fe de un título valor que lo adquiere conforme con su ley de
circulación, tiene un derecho autónomo, y le son inoponibles las defensas personales que pueden existir contra
anteriores portadores…”
Principios de los títulos valores:
 Incorporación: se procura la asimilación del derecho a un soporte y continente que le da sustento
(mediante la materialización en un título representativo o su inserción en un registro).
 Autonomía: inoponibilidad de las defensas personales que pueden existir contra anteriores portadores.
 Incondicionalidad: se relaciona con la completividad del título y su no referencia a elementos extraños
del título. Ratifica el no sometimiento del título a condición (suspensiva o resolutoria), evitando también que la
circulación (o validez) del título pueda estar atada a elementos ajenos al propio título.
 Irrevocabilidad: imposibilidad de revocar el acto cambiario que en general es unilateral y no recepticio.
Las nociones vinculadas con la literalidad, completividad y legitimación se derivan de las otras
disposiciones del nuevo código y se respetan los clásicos principios informados por la jurisprudencia y la
doctrina. No se incorpora la “abstracción” como un principio esencial de la títulos valores.
Art. 1815 CCyCom: “…Cuando en este Código se hace mención a bienes o cosas muebles registrables, no
se comprenden los títulos valores.” El esquema clásico de cosificación que siempre rigió en los títulos valores
parecería haber sido, sutilmente, dejado de lado por cuanto señala expresamente que cuando en este Código
se hace mención a bienes o cosas muebles registrables no se comprenden los títulos valores. La exclusión
conceptual del título valor como “bien mueble registrable” no abarca la imposibilidad de asimilarlo
simplemente como “bien mueble”. El art. 1850 en su segundo párrafo indica: “…La transmisión o constitución
de derechos reales sobre el título valor, los gravámenes, secuestros, medidas precautorias y cualquier otra
afectación de los derechos conferidos por el título valor deben efectuarse mediante asientos en registros
especiales que debe llevar el emisor o, en nombre de éste, una caja de valores, una entidad financiera
autorizada o un escribano de registro, momento a partir del cual la afectación produce efectos frente a
terceros.…”. No ha sido del todo acertado que la exclusión se regule dentro de las disposiciones generales ya
que dicha exclusión sólo tendría sentido en orden a los títulos no cartulares (títulos escriturales).
Una de las verdaderas innovaciones del Código se relaciona con la libertad de creación en todos los
títulos. Art. 1820 CCyCom: “Libertad de creación. Cualquier persona puede crear y emitir títulos valores en los
tipos y condiciones que elija. Se comprende en esta facultad la denominación del tipo o clase de título, su
forma de circulación con arreglo a las leyes generales, sus garantías, rescates, plazos, su calidad de convertible
o no en otra clase de título, derechos de los terceros titulares y demás regulaciones que hacen a la
configuración de los derechos de las partes interesadas, que deben expresarse con claridad y no prestarse a
confusión con el tipo, denominación y condiciones de los títulos valores especialmente previstos en la
legislación vigente. Sólo pueden emitirse títulos valores abstractos no regulados por la ley cuando se destinan a
ofertas públicas, con el cumplimiento de los recaudos de la legislación específica; y también cuando los
emisores son entidades financieras, de seguros o fiduciarios financieros registrados ante el organismo de
contralor de los mercados de valores.” La gran diferencia, en principio, estaría circunscripta a los títulos valores
no destinados a oferta pública, por cuanto daría al creador o emisor del título libertad para generar títulos que
no se encuentren encuadrados normativamente en las reglas generales de los títulos valores. Ello sería
contrario al principio de tipicidad que siempre se pregonó en materia de títulos valores.
Nada dice el Código Nuevo sobre la vía que tienen los títulos para procurar su ejecución. El art. 1851
señala que legitima al titular para reclamar judicialmente, incluso mediante acción ejecutiva “si corresponde”,
pero no le confiere directamente la vía ejecutiva. Si bien la mayoría de los títulos valores cuentan con vía
ejecutiva en sus legislaciones específicas, el CCyCom no es claro en este sentido y los únicos títulos valores que
tendrían la alternativa de recurrir al proceso ejecutivo serían aquellos en los que la ley especial así lo dispone.
Defensas oponibles: el art. 1821 señala que el deudor sólo puede oponer al portador del título valor una
serie de defensas, que se encarga de detallar expresamente. Dicha enunciación es incompleta por cuanto no
contempla todas las posibilidades defensivas con las que cuenta el deudor del título. Es una enumeración
enunciativa. Establece como excepciones posibles, las personales que tiene respecto de él, excepto en el caso
de transmisiones en procuración o fiduciarias con análoga finalidad. Estarían incluidos en este punto la
excepción de pago, de espera, novación, compensación, quita, remisión, etc. Otras excepciones que agrega
son:
 Las que deriven del tenor literal del título.
 Las que se fundan en la falsedad de firma o en un defecto de capacidad o de representación al
momento en que se constituye su obligación, excepto que la autoría de la firma o de la declaración
obligatoria sea consentida o asumida como propia o que la actuación del representante sea ratificada.
 Las que se deriven de la falta de legitimación del portador.
 La de alteración del texto del título.
 Las de prescripción o caducidad.
 Las que se fundan en la cancelación del título valor o en la suspensión de su pago ordenada conforme a
lo previsto en el Proyecto.
 Las de carácter procesal que establecen las leyes respectivas.
La excepción de inhabilidad de título se encontraría incluido en aquellos que deriven de la legitimación
sustancial (activa o pasiva) o en la falta de los presupuestos formales esenciales (plazo vencido, exigibilidad de
la deuda, formas extrínsecas o que deriven del mismo título, etc.).

Obligación cambiaria: es la obligación de pago de un título valor por parte del sujeto obligado,
independientemente de la relación preexistente por la cual se giró el título valor. Todo signatario se obliga
cambiariamente, por estampar su firma sobre un título de crédito. La obligación cambiaria es autónoma, en el
sentido de que es independiente la obligación de cada signatario, de toda otra obligación que conste en el
título.
No todos los obligados se obligan de la misma forma: por un lado existe la obligación directa del girado o
librado aceptante para con el tomador de la letra o el último tenedor de la misma (en caso de transmisión por
endoso); por otro lado, existe la obligación de regreso del girador o librador y de los sucesivos endosatarios
para con el último tenedor de la letra en caso de que el librado o girado no atienda el pago.
La realidad es que el obligado directo está obligado al pago de la letra, y el obligado indirecto “responde”
de que la letra será pagada. El obligado cambiario es deudor cierto y actual de la prestación consignada en el
título; el responsable es un deudor en potencia, cuya obligación no podrá actualizarse, sino cuando el tenedor
haya acudido con el obligado directo a exigir el pago, y haya realizado los actos necesarios para que nazca la
acción de regreso, esto es, para que la simple obligación en potencia se actualice.
Se distinguen teorías con respecto a la naturaleza jurídica de la obligación cambiaria: teoría
contractualista (el título valor es un instrumento para la ejecución de un contrato, un acuerdo de voluntades),
teoría unilateral (el título valor es una expresión de voluntad unilateral, la obligación surge de la firma puesta
en el título) y teorías mixtas.

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