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Dewey : 320.983
Cutter : S211
Colección: Pensamiento Contemporáneo
15,5cm x 23 cm
Prólogo 13
Agradecimientos 25
Bibliografía 247
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una parte de los actores políticos –la Concertación– por salir del
encapsulamiento que la transición impuso; por buscar un nexo con
la calle que permita encauzar sus demandas por una vía político-
institucional. De otra manera, esas demandas se transforman en
un resentimiento sordo; o bien, en el caldo de cultivo de aventuras
políticas que, tarde o temprano, terminan en desastres cuyo peso cae
sobre los sectores populares.
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14 Mientras hago las últimas correcciones a este texto, circula por las
“redes sociales” la propuesta de marcar el voto en las elecciones
presidenciales con las letras AC (“Asamblea Constituyente”). Los
proponentes suponen que con tal marca, que no anularía el voto,
se avanzaría sin derramamiento de sangre hacia un nuevo orden de
la nación chilena (“Queremos una Carta Fundamental cuya génesis
no sea el derramamiento de sangre”, dice el documento en una de
sus partes). Por cierto, una expresión de amplia voluntad popular
mediante esta marca no sería algo menor, siempre que se entienda
como parte de un proceso, que no puede ignorar las fuerzas reales
que están en juego, y que, al igual como sucedió con el Plebiscito de
1988, no van a abandonar sus posiciones, el poder que detentan, por
una cuestión de mera aritmética electoral.
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41 Por cierto, todos los esfuerzos del Partido Comunista a partir del
“tanquetazo”, el conato fracasado de golpe militar del 29 de junio de
1973, se concentran en la consigna “¡No a la guerra civil!”, lanzada
precisamente en respuesta a ese evento. No obstante, vista a la
distancia, esta consigna puede ser entendida como la expresión del
inconsciente de la “revolución con empanadas y vino tinto”: siempre
se trató de guerra civil y solo de ella, aunque solo tardíamente,
durante los últimos meses del gobierno de Salvador Allende, y ya
en tono defensivo, reconociendo la derrota, esta verdad profunda
llegó a articularse bajo la forma de una denegación (¡No….!). Por otra
parte, como un vistazo a los documentos del PCCh de esos años
fácilmente lo muestra, después de vacilaciones y malos entendidos,
el Partido hizo esfuerzos por clarificar que lo que proponía no era
una “vía pacífica” al socialismo, sino una “vía no-armada”. Es decir,
una “guerra fría”, suerte de expresión local de la Guerra Fría global en
la cual el conflicto político chileno estaba, de todos modos, inserto.
Tanto a nivel global como local, esto significaba que, en principio, no
se utilizaría armamento de guerra. Pero, inversamente, significaba
que todo lo demás, sin excepción, se podría transformar en potencial
arma. Es decir, la idea de la “vía no-armada” no permite distinguir a
los combatientes (los cuales, en la “vía armada”, se distinguen por
el uso de las armas de guerra) de la población civil, de modo que la
tendencia a la guerra civil no hace sino reforzarse.
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43 Vale la pena recordar que Gonzalo Vial fue uno de los integrantes de
la Comisión de Verdad y Reconciliación formada por el primer gobierno
de la transición, el del Presidente Patricio Aylwin. Esta Comisión,
presidida por el jurista radical Raúl Rettig, elaboró un informe sobre la
violación de derechos humanos durante la dictadura, conocido como
“Informe Rettig”, el cual en su momento fue rechazado por la FF.AA.
aun dominadas por Pinochet. Uno de los motivos del rechazo fue que
el informe no culpabilizaba a la izquierda por el colapso de la vieja
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63 Agrega: “Pero todos los que se adhieren al otro lado –la defensa del
capitalismo– deben cargar con la misma responsabilidad individual
por la destrucción que se produzca en las nuevas guerras imperialistas
que seguramente habrán de generarse en represalia, como también
por la opresión futura de naciones y clases”.
64 Es inherente a la lógica de esta moral que se contabilice, no solo a
las víctimas efectivas, sino también a las posibles. Con esto, vuelvo
a Chile, 11 de septiembre de 1973. ¿Qué habría pasado si ese día las
fuerzas leales hubiesen logrado derrotar a los golpistas? En su libro La
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habitantes de esta “copia feliz del Edén”, por obra de algún misterioso
designio, seríamos también más benignos, más piadosos, menos
vengativos, más respetuosos de los derechos humanos, en suma,
que otras naciones (rusos, cubanos, chinos, coreanos…).
65 Es conocida la influencia del pensamiento de Kirkegaard sobre el
“joven Lukács” y su generación.
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77 Para una rica discusión acerca de la cuestión del mal en Arendt, que
concluye que no hay diferencia entre mal radical y mal banal, ver:
Birmingham.
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81 Para evitar cualquier mal entendido deberíamos enfatizar que solo las
consideraciones éticas más agudamente típicas y puras se discuten
y comparan aquí. En ambos casos, la frivolidad, la irresponsabilidad
y el interés individual pueden determinar las elecciones; tal tipo de
decisión está más allá de nuestra preocupación (G.L.).
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83 Marx, Kapital, III, p. 2355 [El capital. Crítica de la economía política. 3 vv.
Trad. de Wenceslao Roces. 3ª ed., 1ª reimpr. México: FCE, 2000, III, p.
759]. (Nota del traductor).
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