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Friedrich Hölderlin
Llevaría unos tres meses viviendo con la mujer desconocida, cuando empezó
a asombrarlo que la felicidad y el placer, o sea, aquel estado anímico
extraordinario que suele considerarse la única recompensa por los sufrimientos
terrenales, en realidad se parecían muy poco a lo que se había imaginado. Lo que
estaba viviendo era sin duda felicidad, pero a veces le extrañaba que fuera un
estado incómodo, complejo y, al fin y al cabo, poco agradable. Lo que más lo
incomodaba era la intensidad de tal sentimiento: resultaba exagerado, forzado,
como si tuviera que andar en frac y sombrero de copa todo el santo día, incluso
entre semana. Comenzó a comprender que la felicidad no podía considerarse una
propiedad privada que uno adquiere un día, como una herencia, y luego ya sólo
tiene que cuidarla y evitar que se la roben o que pierda valor. La felicidad había
que descubrirla cada media hora, cada minuto, se manifestaba de forma
impredecible, y en términos generales era más agotadora e irritante que
agradable y tranquilizadora.
La felicidad se ensaña con algunos seres como si se tratase de la desgracia, y ciertamente lo es.
François Mauriac
Las lágrimas son más fáciles de soportar que la alegría. La alegría es destructiva: pone violentos a los demás. «Llora y
llorarás solo...», ¡qué mentira es eso! Llora y encontrarás un millón de cocodrilos para llorar contigo. El mundo no deja
nunca de llorar. El mundo está empapado en lágrimas. La risa es harina de otro costal. La risa es momentánea... pasa.
Pero la alegría es como una hemorragia extática, una satisfacción excesiva y vergonzosa que se derrama por cada poro
de tu ser. No puedes alegrar a la gente simplemente estando tú alegre. Tiene que ser uno mismo quien engendre la
alegría: es o no es. La alegría se basa en algo demasiado profundo para ser entendido y comunicado. Estar alegre es ser
un loco en un mundo de fantasmas tristes.
El mundo de los hombres es así: buscan el dolor, no la alegría, y prefieren sufrir antes que amar.
He amado a las mujeres hasta la locura. Pero siempre he puesto por delante mi libertad,
Giacomo Casanova
Si se juzga el amor por la mayoría de sus efectos, se parece más al odio que al amor.
La Rochefoucauld
"Es inútil —escribe— imaginar que uno se enamore por una correspondencia espiritual o intelectual; el amor es el
incendio de dos almas empeñadas en crecer y manifestarse independientemente. Es como si algo explotara sin ruido en
cada una de ellas. Deslumbrado e inquieto, el amante examina su experiencia o la de su amada; la gratitud de ésta,
proyectándose erróneamente hacia un donante, crea la ilusión de que está en comunión con el amante, pero es falso. El
objeto amado no es sino aquel que ha compartido simultáneamente una experiencia, a la manera de Narciso; y el deseo
de estar junto al objeto amado no responde al anhelo de poseerlo, sino al de que dos experiencias se comparen
mutuamente, como imágenes en espejos diferentes. Todo ello puede preceder a la primera mirada, al primer beso o
contacto; precede a la ambición, al orgullo y a la envidia; precede a las primeras declaraciones que marcan el instante de
la crisis, porque a partir de allí el amor degenera en costumbre, posesión, y regresa a la soledad."
Ay, era una trampa, no intencionada pero muy profunda para mi imaginación, mi delicadeza y tal vez mi vanidad… es
decir, para los aspectos más excitables de mi carácter. La mejor forma de describirlo es diciendo que había bajado
completamente la guardia.
…había creído ingenuamente que venía por otro túnel, paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo…
Carmen Díaz