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Es difícil soportar la desgracia, pero más pesada es todavía la dicha.

Friedrich Hölderlin

Llevaría unos tres meses viviendo con la mujer desconocida, cuando empezó
a asombrarlo que la felicidad y el placer, o sea, aquel estado anímico
extraordinario que suele considerarse la única recompensa por los sufrimientos
terrenales, en realidad se parecían muy poco a lo que se había imaginado. Lo que
estaba viviendo era sin duda felicidad, pero a veces le extrañaba que fuera un
estado incómodo, complejo y, al fin y al cabo, poco agradable. Lo que más lo
incomodaba era la intensidad de tal sentimiento: resultaba exagerado, forzado,
como si tuviera que andar en frac y sombrero de copa todo el santo día, incluso
entre semana. Comenzó a comprender que la felicidad no podía considerarse una
propiedad privada que uno adquiere un día, como una herencia, y luego ya sólo
tiene que cuidarla y evitar que se la roben o que pierda valor. La felicidad había
que descubrirla cada media hora, cada minuto, se manifestaba de forma
impredecible, y en términos generales era más agotadora e irritante que
agradable y tranquilizadora.

La extraña, Sandor Marai

La felicidad se ensaña con algunos seres como si se tratase de la desgracia, y ciertamente lo es.

François Mauriac

Las lágrimas son más fáciles de soportar que la alegría. La alegría es destructiva: pone violentos a los demás. «Llora y
llorarás solo...», ¡qué mentira es eso! Llora y encontrarás un millón de cocodrilos para llorar contigo. El mundo no deja
nunca de llorar. El mundo está empapado en lágrimas. La risa es harina de otro costal. La risa es momentánea... pasa.
Pero la alegría es como una hemorragia extática, una satisfacción excesiva y vergonzosa que se derrama por cada poro
de tu ser. No puedes alegrar a la gente simplemente estando tú alegre. Tiene que ser uno mismo quien engendre la
alegría: es o no es. La alegría se basa en algo demasiado profundo para ser entendido y comunicado. Estar alegre es ser
un loco en un mundo de fantasmas tristes.

Sexus, Henry Miller

El mundo de los hombres es así: buscan el dolor, no la alegría, y prefieren sufrir antes que amar.

Ran, basada en Macbeth, de William Shakespeare

He amado a las mujeres hasta la locura. Pero siempre he puesto por delante mi libertad,

Giacomo Casanova

Si se juzga el amor por la mayoría de sus efectos, se parece más al odio que al amor.

La Rochefoucauld

"Es inútil —escribe— imaginar que uno se enamore por una correspondencia espiritual o intelectual; el amor es el
incendio de dos almas empeñadas en crecer y manifestarse independientemente. Es como si algo explotara sin ruido en
cada una de ellas. Deslumbrado e inquieto, el amante examina su experiencia o la de su amada; la gratitud de ésta,
proyectándose erróneamente hacia un donante, crea la ilusión de que está en comunión con el amante, pero es falso. El
objeto amado no es sino aquel que ha compartido simultáneamente una experiencia, a la manera de Narciso; y el deseo
de estar junto al objeto amado no responde al anhelo de poseerlo, sino al de que dos experiencias se comparen
mutuamente, como imágenes en espejos diferentes. Todo ello puede preceder a la primera mirada, al primer beso o
contacto; precede a la ambición, al orgullo y a la envidia; precede a las primeras declaraciones que marcan el instante de
la crisis, porque a partir de allí el amor degenera en costumbre, posesión, y regresa a la soledad."

Justine, Lawrence Durrell


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Al poseerse, los amantes dudan. No basta la visión del cuerpo deseado


No saben ordenar sus deseos. para satisfacerlos, ni siquiera la posesión,
Se estrechan con violencia, pues nunca logran desprender ni un ápice
se hacen sufrir, se muerden de esas graciosas formas sobre las que discurren,
con los dientes los labios, vagabundas y erráticas, sus caricias.
se martirizan con caricias y besos. Al fin, cuando, los miembros pegados,
Y ello porque no es puro su placer, saborean la flor de su placer,
porque secretos aguijones los impulsan piensan que su pasión será colmada,
a herir al ser amado, a destruir y estrechan codiciosamente el cuerpo
la causa de su dolorosa pasión. de su amante, mezclando aliento y saliva,
Y es que el amor espera siempre con los dientes contra su boca, con los ojos
que el mismo objeto que encendió la llama inundando sus ojos, y se abrazan
que lo devora, sea capaz de sofocarla. una y mil veces hasta hacerse daño.
Pero no es así. No. Cuanto más poseemos, Pero todo es inútil, vano esfuerzo,
más arde nuestro pecho y más se consume. porque no pueden robar nada de ese cuerpo
Los alimentos sólidos, las bebidas que abrazan, ni penetrarse y confundirse
que nos permiten seguir vivos, enteramente cuerpo con cuerpo,
ocupan sitios fijos en nuestro cuerpo que es lo único que verdaderamente desean:
una vez ingeridos, y así es fácil tanta pasión inútil ponen en adherirse
apagar el deseo de beber y comer. a los lazos de Venus, mientras sus miembros
Pero de un bello rostro, de una piel suave, parecen confundirse, rendidos por el placer.
nada se deposita en nuestro cuerpo, nada Y después, cuando ya el deseo, condensado
llega a entrar en nosotros salvo imágenes, en sus venas, ha desaparecido, su fuego
impalpables y vanos simulacros, interrumpe su llama por un instante,
miserable esperanza que muy pronto se desvanece. y luego vuelve un nuevo acceso de furor
Semejantes al hombre que, en sueños, y renace la hoguera con más vigor que antes.
quiere apagar su sed y no encuentra Y es que ellos mismos saben que no saben
agua para extinguirla, y persigue lo que desean y, al mismo tiempo, buscan
simulacros de manantiales y se fatiga cómo saciar ese deseo que los consume,
en vano y permanece sediento y sufre sin que puedan hallar remedio
viendo que el río que parece estar para su enfermedad mortal:
a su alcance huye y huye más lejos, hasta tal punto ignoran dónde se oculta
así son los amantes juguete en el amor la secreta herida que los corroe.
de los simulacros de Venus.

La herida oculta, Lucrecio (De rerum natura, libro IV)

Adivinaba que haría aún muchas cosas absurdas “por si acaso”.

De entre los muertos, Boileau-Narcejac

Ay, era una trampa, no intencionada pero muy profunda para mi imaginación, mi delicadeza y tal vez mi vanidad… es
decir, para los aspectos más excitables de mi carácter. La mejor forma de describirlo es diciendo que había bajado
completamente la guardia.

Otra vuelta de tuerca, Henry James

…había creído ingenuamente que venía por otro túnel, paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo…

El túnel, Ernesto Sábato

La soledad es el precio de la libertad.

Carmen Díaz

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