Professional Documents
Culture Documents
1
Cf. BROWN, R.E., Las Iglesias que los apóstoles nos dejaron, Desclee de Brouwer, Bilbao 1986, 85-100;
TUÑÍ, J.O-ALEGRE, X., Escritos joánicos y cartas católicas, Edt. Verbo Divino, Estella 1995, 135-141.
2
B. Corpus paulino2:
a. Contexto histórico y misional3
En las cartas que la mayoría de la crítica científica atribuye a Pablo, éste se
enfrenta decididamente al judeo-cristianismo, negando el valor salvador de la ley (sobre
todo, aunque no exclusivamente en 2 Corintios, Gálatas, Romanos y Filipenses). Pablo
experimenta, en su primer viaje misionero, que el judaísmo de la diáspora es reacio a
aceptar su predicación y que, sin embargo, los gentiles la oyen con gusto y la secundan.
Por esto los admite al bautismo sin imponerles la Ley. A la vuelta del viaje da cuenta a
la comunidad de Antioquía, la cual aprueba su decisión. Sin embargo, al enterarse la
comunidad de Jerusalén no acepta tal decisión y se levanta una fuerte polémica. Se
soluciona con el diálogo establecido en el “primer concilio” de Jerusalén. Los gentiles
se admiten a la fe, pero un buen grupo provenientes del fariseísmo mantienen su
posición obligando a la circuncisión previa al bautismo. Estos judeo-cristianos visitan
las comunidades fundadas por Pablo e intentan hacerles abrazar la Ley. Esto crea un
gran desconcierto entre los fieles. En el segundo viaje misionero (49-52) Pablo, Silas y
Timoteo llegan a Tesalónica, al ser expulsados de Filipos. Al llegar Pablo predicó
durante más de tres semanas (estancia breve) en la Sinagoga con escaso éxito, pero las
intrigas de los judíos le obligan a huir. Deja tras de sí una comunidad no excesivamente
formada. Desde Atenas envía a Timoteo. Estando ya en Corinto (51) recibe las buenas
noticias que éste le trae, de cómo siguen siendo perseguidos y del problema que se les
ha planteado al ver a algún miembro de la comunidad morir antes de la Parusía. Pablo
les escribe en nombre de los tres misioneros (1 Tes), con un tono suave y optimista,
asegurándoles el amor y la estima que les profesan, animándoles y dándoles algunas
advertencias, y a propósito de los difuntos, afirma que todos los que hayan muerto con
anterioridad y los que vivan en el momento de la Parusía tendrán la misma suerte en el
Señor (4,13-18).
1 Tes había generado el malentendido de que la Parusía estaba cerca. Por eso,
Pablo les vuelve a escribir poco tiempo después (2 Tes) para decirles que la Parusía no
es inminente. Antes ha de tener lugar la apostasía universal y ha de manifestarse el
Anticristo. Dada la imposibilidad de conjugar las dos posturas ante la Parusía, hay
quienes piensan que esta carta no puede ser de Pablo; y otros dicen que es de Pablo,
pero posterior, bien porque la dirigió a otra comunidad, o bien porque estaba escrita
para diferentes iglesias.
Pablo desde Éfeso, o poco después de salir de allí, en el tercer viaje misionero
(53-58), recibe la visita de Estéfanos, Acaico y Fortunato, que le traen de la comunidad
de Corinto una serie de preguntas acerca de algunos interrogantes que tiene planteada la
2
Cartas paulinas: 1 Tes, I y II Cor, Gál, Flp, Fil, Rm; deuteropaulinas: Col, Ef., I y II Tim y Tito). Cartas
de la cautividad: Gál, Flp, Col, Ef y Fil.
3
Breve cronología: Nacimiento en Tarso; Conversión-vocación, camino de Dmasco (ca.36); preparación
al apostolado en Antioquía (36-44): dos viajes a Jerusalén (primero, encuentro con Pedro y Santiago (2
semanas); segundo, enviado con Bernabé por Antioquía para socorrer a la comunidad jerosolimitana);
primer viaje misionero (45-49): Pablo, Bernabé y Juan Marcos enviados por Antioquía: Chipre, Asia
menor; “Concilio de Jerusalén” (49-50); 2º viaje (51-52): visita las iglesias del primer viaje (separación
de Pablo y Bernabé, a causa de Juan Marcos), Asia menor, Filipos (Lidia), Tesalónica (estancia breve
(más de 3 semanas): llegada, predicación en Sinagoga, fundación y huida); Atenas (Areópago), Corinto
(no evangeliza hasta la vuelta de Timoteo; estancia 2 años); tercer viaje (53-58): Éfeso (prisión), Corinto,
Jerusalén; Pablo prisionero y apelación al César (58-63): Jerusalén, Cesarea, Roma; últimos años de
Pablo (63-66/67): ¿España?, visita las iglesias fundadas en los tres viajes apostólicos, regreso a Roma;
Muerte, decapitado en Roma durante la persecución de Nerón (66/67).
5
comunidad: virginidad y matrimonio, licitud de comer las carnes a los ídolos, el uso de
los carismas, las asambleas litúrgicas y la resurrección. Y mientras tanto “por los de
Cloe” (posiblemente esclavos de comercio) se ha enterado de algunos desórdenes: la
división que ha supuesto la predicación de otros misioneros después de marcharse
Pablo, que ha creado tensiones entre la comunidad, algún caso de escándalo (incestuoso,
tribunales paganos y fornicación) y posiblemente algunos abusos en las asambleas
litúrgicas. Pablo les escribe (a.55) contestando las preguntas formuladas (1 Cor) y
aprovecha la ocasión para poner orden en los abusos de los que ha sido informado.
Posteriormente, Pablo les vuelve a escribir (2 Cor parece ser el resultado de la
unificación de varias cartas). Ahora reivindica su condición de apóstol por voluntad de
Dios frente a unos misioneros procedentes de Palestina (pero con unas doctrinas más
elaboradas que los simples judaizantes de Galacia). Se tienen a sí mismos por
superhombres, hebreos por excelencia (Cristo sería el ejemplo supremo de este hombre
celeste), dotados de una sabiduría superior. El éxito era la prueba de su poder. Frente a
éstos Pablo abajará su orgullo, dejando claro el valor de la muerte de Cristo y del
sufrimiento y sacrificio del apóstol.
Veamos ahora las llamadas cartas de la cautividad, que son aquellas en las que
Pablo está en la cárcel cuando las escribe: Gálatas, Filipenses, Filemón, Colosenses y
Efesios. Estando cautivo (57), probablemente en Éfeso, escribe a los Gálatas debido a su
claudicación ante los judaizantes. Frente a éstos, Pablo reivindica su autoridad
apostólica y enseña a los de Galacia que lo que justifica es la fe en Cristo, no la Ley. En
consecuencia, libertad y filiación son los dos fundamentos sobre los que gira la nueva
situación cristiana (4, 1-31). Filipenses, que todo apunta a ser fruto de la fusión de dos
cartas: la primera está escrita en acción de gracias a la comunidad de Filipos porque por
medio de Epafrodito le han enviado una colecta en socorro del apóstol; la segunda es
una carta poniendo en guardia contra los falsos apóstoles que iban desde el judaísmo
deshaciendo la labor apostólica de Pablo. No obstante, la idea central que atraviesa toda
la carta es la alegría. Poco antes de su llegada a Jerusalén, en el último viaje misionero
(58) escribe (¿Corinto o Éfeso?) la carta a los Romanos (no es de la cautividad), obra de
la madurez paulina, que constituye el primer tratado de teología sobre el misterio en la
salvación en Cristo. La doctrina expuesta sumariamente en Gál va a ser retomada y
profundizada por Pablo en Rm. El contexto sigue siendo el mismo: la necesidad de
atajar las desviaciones en torno a la justificación. Contra una economía de la salvación
fundada en los principios del mérito y la retribución, cuyo instrumento serían las obras
de la ley, Pablo diseña una economía de la salvación fundada en el principio del amor
gratuito, cuyo instrumento es la fe.
Si aceptamos que Colosenses es obra de Pablo, seguramente Filemón sería
contemporánea suya, lo que no autoriza a pensar que ésta sea la famosa carta a Laodicea
que hemos perdido. Pablo escribe a Filemón –probablemente desde Éfeso, donde
estaría cautivo- para que acepte sin represalias, más como un hermano querido que
como esclavo, al fugitivo Onésimo. Si bien no es una carta abolicionista, su contenido
refleja la igualdad cristiana.
Las últimas cartas de la cautividad son Colosenses y Efesios –cartas que la
crítica presenta como fruto del desarrollo de la doctrina paulina, más que como obras
originales del Apóstol-. En estas cartas el adversario es el Pregnosticismo4 que
4
Pensamiento que une elementos judíos y filosofías helénicas con algunos elementos mandeos. Esta
filosofía enseña que la salvación es una gracia que otorga a algunos elegidos un conocimiento especial de
Dios que les capacita para entablar una relación. Para alcanzarla, hay que “ganarse” a las Potencias
6
celestes que rigen el gobierno del cosmos. El sometimiento a las Potencias se lleva a cabo por el culto y
por ciertas prácticas ascéticas. Como ocurría con la Ley, tanto las Potencias celestes, como el culto y la
ascética se presentan como mediadores de la salvación y con la pretensión de ser un camino de salvación
elevado.
7
hombre”, sino que se hizo como los otros hombres, alguien sin privilegios. Este es
también el sentido de siervo, sin que tenga nada que ver, como algunos pretenden, con
el Siervo de Yahvé de Is 53. El himno dice que se manifestó en condición semejante a
los hombres, pero también distinto a ellos. Si hasta aquí puede haber algunas
semejanzas con las mitologías, el v. 8 rompe toda posibilidad de entender así el himno.
Hay una palabra que da un giro nuevo a todo el conjunto del himno y es “la
obediencia”. Y es que el abajamiento de Cristo no fue a la cúspide de la naturaleza
humana, sino que descendió a lo más profundo, haciéndose menos que la mayoría de los
hombres. Dicho de otra forma, no solo abandonó la existencia divina, sino también la
comunidad humana de los piadosos, para tratar con los pecadores. Y esto no fue algo
impuesto: se humilló a sí mismo (Kénosis). Es más, para resaltar la magnitud del hecho,
Pablo no se contenta con lo que dice el himno, poniendo el acento en una obediencia
que desemboca en la muerte, sino que añade “y una muerte de Cruz”. Esa muerte, la
más ignominiosa de aquel tiempo, es la que expresa la perfección de su obediencia.
Hasta aquí Cristo es el sujeto de las acciones. Él es quien actúa.
A partir del v. 9 es Dios quien comienza a actuar. No deja a Cristo en su abajada
situación. No sólo le devuelve a su anterior condición, sino que le “superexaltó”, le
elevó a las alturas más encumbradas. Ahora es el sumo, por encima de todos los
hombres. El contraste está claro entre el abatimiento y la exaltación. Dios le entrega su
propio Nombre con lo que recibe una condición que nadie tiene: “El nombre que está
sobre todo nombre”. Este nombre nos dirá el v. 11 que es KYRIOS. El nombre que
supera a todos los seres celestiales. Para el semita el nombre supone naturaleza y
dignidad.
v. 10. El nombre de JESÚS es citado con toda intención: Jesús, el que murió en
la cruz, es el EXALTADO. A su nombre se debe doblar toda rodilla, pues toma una
dimensión cósmica. No ha abandonado este mundo pecador para dejarlo a su fatal
suerte, sino que ahora, se le acata como soberano de todo el cosmos.
v. 11. No hay ninguna rivalidad con el Padre. Su “kénosis” y “superexaltación”
dan gloria a Dios. Y esa gloria se le reconoce con la confesión de una de las más
primitivas fórmulas de fe (posible adición de Pablo): Jesucristo es Señor. El mensaje del
himno: Si quieres ser como Dios, ¡HUMANÍZATE!
2. SOTERIOLOGÍA
Al intentar rebatir la pretensión judeocristiana de presentar la Ley como
mediadora de la salvación, Pablo nos presenta a Cristo como único mediador. No es
exagerado afirmar que su cristología se manifiesta como soteriología, pues la salvación
es el objetivo fundamental para las comunidades paulinas, y por extensión para todas las
Iglesias. Hay que entender la teología de la salvación como consecuencia de la
cristología. La soteriología5 paulina queda así principalmente en Gálatas, Romanos y
Filipenses:
1.- Dios ha querido por amor, y desde siempre, la salvación del hombre.
2.- Para manifestar y realizar esta salvación envía a su Hijo al mundo, nacido de
una mujer y, movido por ese amor, muere en la cruz. Al ser resucitado por Dios, Dios
5
Cf. CUENCA MOLINA, J.F., Jesucristo, único mediador de la salvación en los escritos paulinos, 27-29.
8
ratifica la vida nueva que revela en su historia en Palestina. Se crea, pues, un mundo
nuevo en el que el hombre es constituido como hijo adoptivo de Dios.
3.- Esta salvación es ofrecida a la humanidad, que la acepta o rechaza, al
abrazar la fe, o al apartarla.
4.- El creyente, adherido por la fe a Cristo, es un ser salvado e hijo de Dios
adoptivo por naturaleza.
5.- Esta filiación se manifiesta con una vida de acuerdo con lo que uno es. Una
vida acorde con el ser hijos.
De esta manera la salvación no se debe al obrar, es previa a la obra. El hombre
no obra para ser salvado, sino que obra como manifestación de lo que ya es. Dicho de
otra manera: para Pablo el obrar no produce la salvación, sino que la manifiesta (por lo
que se puede hablar con toda propiedad de la Ley de Cristo: Gál 6,2).
Esto se encuentra formulado por primera vez en Gál 2,16: “El hombre no se
justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo”. La acción justificadora se
expresa con un verbo (dikaioûn) que importa no tanto una simple declaración forense de
inocencia cuanto la acción por la que Dios comunica su “justicia” al hombre, justicia
consistente en la fidelidad divina a la alianza, que hace a Dios usar de perdón y
misericordia con su pueblo, esto es, que lo justifica (lo hace justo). La tesis paulina es:
hacer la voluntad de Dios, expresada en la ley mosaica, no basta para la salvación. Por
el contrario, Pablo sostiene que el factor determinante es la fe que tiene por objeto a
Jesucristo. La antítesis érga nómou (obras de la ley)-pístis Christoû significa que la
pístis (fe) no es un érgon (obra) y que Christós (Cristo) no es un nómos (ley). Cristo es
más bien el “espacio” en donde tiene lugar la justificación (2,17: “ser justificados en
Cristo”), espacio que se nos abre exclusivamente por la fe. La justificación conlleva una
nueva vida: la vida misma de Cristo es transfundida al cristiano (2,20: “no vivo yo, es
Cristo quien vive en mi”). El cristiano vive ahora gracias al Cristo entregado por él.
En resumen; a la cuestión subyacente en la polémica contra los judaizantes
(¿por qué no pueden justificar las obras de la ley, sino la fe?), la respuesta de Pablo es
clara: decir justificación es decir nueva vida. Pero esa vida nueva es la de Cristo; solo
puede ser recibida como don absolutamente gratuito, como vida entregada. No puede
adquirirse autónomamente con esta o aquella obra (érgon) humana, sino acogerse en la
adhesión amorosa y agradecida de la fe (pístis). La justificación, en suma, es pura
gracia, y la gracia es la persona y la vida del mismo Cristo dándosenos. La ley puede
ejercer únicamente una función pedagógica (Gál 3,24: “la ley ha sido nuestro pedagogo
hasta Cristo”), pero no puede salvar. Si la ley tuviese esa virtualidad, concluye Pablo,
“Cristo habría muerto en vano” (Gál 2,21).
Posteriormente (principalmente en Efesios y Colosenses) el pensamiento de
Pablo se profundiza y, manteniendo esta visión, añade nuevos aspectos de la salvación
que enriquece su teología:
1.- Dios ha destinado a la humanidad a ser sus hijos desde toda la eternidad.
2.- Este designio de la voluntad de Dios ha permanecido el secreto; en palabras
de Pablo “el Misterio escondido en Dios”.
9
3.- Esta voluntad divina ha sido revelada por Cristo quien es constituido
Primogénito, Cabeza, Plenitud y conduce al hombre, Sellado por el Espíritu, a ser
alabanza viva de Dios.
El hombre es así un ser salvado, llamado a cumplir, como hijo adoptivo de Dios,
la Ley de Cristo que alcanza su plenitud en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo (Gál 5,14)