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Sistema inmunológico innato

Cuando nacemos ya traemos "de fábrica" una de las


Contenido del artículo
divisiones del sistema inmunológico, y esta división innata,
capaz de defendernos de la hostilidad ambiental forma parte Barreras superficiales
del paquete anatómico. Las primeras defensas son las Defensas internas
barreras mecánicas que cubren la superficie del cuerpo, y las Fagocitos
segundas, las células encargadas de formar un frente de
Mecanismo de la
batalla interno contra los patógenos que logran penetrar la fagocitosis
primera barrera mecánica y alcanzar acceso al interior del
cuerpo, ya están presentes y en su puesto de combate al Células NK
nacer, listas para entrar en acción. En muchos casos nuestras Respuesta inflamatoria
defensas innatas son capaces de detener y destruir los Movilización de los
patógenos actuando solas, evitando la infección, pero en fagocitos
otros, necesitan el refuerzo de las defensas inmunológicas Proteínas antimicrobiales
adquiridas y entonces son llamadas a la acción. Pero aun así,
Interferón
las defensas inmunológicas innatas producen una importante
reducción de la carga a las defensas adquiridas. Sistema del complemento
Fiebre
Barreras superficiales
La primera linea de defensa del cuerpo son la piel y las membranas mucosas que
constituyen las fronteras entre el interior y el exterior del cuerpo. Estas barreras son
muy efectivas, no solo por su estructura, si no también por las sustancias que segregan.
Mientras que la epidermis no se rompa, su membrana epitelial fuertemente
queratinizada es una excelente barricada física contra la mayoría de los
microorganismos que pululan sobre la piel. Adicionalmente, la queratina es resistente a
los ácidos y bases débiles, a las enzimas bacteriales y a las toxinas. La mucosa intacta
proporciona una protección mecánica similar dentro del cuerpo. Junto a su capacidad de
formar una barrera física difícil de penetrar, estas membranas epiteliales producen un
conjunto de sustancias químicas protectoras, veamos:

1.- La acidez de las sustancias segregadas por la piel (sudor + sebo) tienen en conjunto
un pH que puede estar entre 3 y 5 y esta acidez es suficiente como para inhibir el
crecimiento bacterial, además, el sebo contiene sustancias químicas tóxicas para las
bacterias. Las secreciones vaginales de la mujer adulta son también bastante ácidas.

2.- La saliva y las lágrimas, encargadas de limpiar las estructuras bucales y la superficie
de los ojos respectivamente contienen lisozima, una enzima que destruye las bacterias.

3.- La mucosa del estómago segrega ácido clorhídrico concentrado y enzimas


digestoras de proteínas, siendo ambas sustancias letales para las bacterias.

4.- Un moco pegajoso segregado por las mucosas atrapa muchos microorganismos que
entran a los pasajes respiratorios y digestivos. Este moco, en conjunto con ciertas
modificaciones estructurales de la mucosa del tracto respiratorio contrarrestan el
potencial ataque de invasores, veamos:
*.- La malla de pelos finos recubiertos con moco en las narices atrapa partículas
inhaladas impidiendo así su acceso a las zonas más internas del tracto respiratorio donde
pueden ser un peligro potencial. El moco cargado con impurezas termina finalmente en
el exterior.

*.- La mucosa de la parte superior del tracto respiratorio es ciliada. Los cilios
"barren" el moco cargado de polvo y bacterias superiormente hacia la boca a fin de
evitar que alcancen los pasajes respiratorios bajos, donde la calidez y humedad del
ambiente son ideales para la proliferación bacterial.

Aunque las barreras superficiales son bastante efectivas, ocasionalmente son vulneradas
por invasores, especialmente cuando se producen brechas en su integridad por pequeños
pinchazos o cortaduras y es, en estos casos, que la segunda linea de defensa entra en
acción.

Defensas internas
El cuerpo posee un enorme grupo de
células y sustancias químicas de combate general y no específico que usa para su
protección. Aunque son muchos los mecanismos de defensa interna, los principales se
basan en:

1.- El poder destructivo de los fagocitos y las células NK.

2.- La actividad de las proteínas antimicrobiales presentes en la sangre y los fluidos de


los tejidos.

3.- La respuesta inflamatoria, que alista la ayuda de los macrófagos, mastocitos y todos
los tipos de glóbulos blancos de la sangre, así como a decenas de sustancias químicas
que participan eliminando patógenos y en la reparación de los tejidos

4.- La fiebre, que es también una respuesta defensiva innata.

Todas las estrategias defensivas identifican las sustancias potencialmente dañinas al


reconocer carbohidratos superficiales únicos de los organismos infecciosos como
bacterias, virus y hongos. Veamos ahora algunos detalles sobre cada una de las
estrategias de defensa.

Fagocitos

Los patógenos que alcanzan cruzar la piel y las mucosas se ven confrontados por los
fagocitos (fago = devorar) que yacen en el tejido conectivo subyacente. Existen
diferentes células pertenecientes, o derivadas de los leucocitos (glóbulos blancos) con
capacidad de fagocitosis:

1.- Macrófagos: son los fagocitos principales y se derivan de los monocitos, un tipo de
leucocito en circulación. Los monocitos que abandonan el torrente sanguíneo y entran a
los tejidos se agrandan y desarrollan como macrófagos. Los macrófagos, de acuerdo a
su movilidad pueden ser: (1) macrófagos libres como los de los alveolos pulmonares o
de células dendríticas de la epidermis, los que andan deambulando por la región en
busca de desechos celulares o invasores extraños; (2) macrofagos fijos que son
residentes permanentes en órganos, como las células de Kupffer del hígado y las
microglias del cerebro. Con independencia de la movilidad, todos los macrófagos son
estructural y funcionalmente similares.

2.- Neutrófilos: estos son el tipo de linfocito más abundante y adquieren carácter de
fagocitos cuando encuentran material infeccioso en los tejidos.

3.- Eosinófilos: otro tipo de glóbulo blanco que son débiles fagocitos. Su acción
principal está dirigida al combate de gusanos parásitos. Cuando encuentran tales
parásitos se colocan junto a él y descargan el contenido destructivo de sus grandes
gránulos citoplasmáticos contra la presa.

4.- Mastocitos: aunque se han considerado más importantes en su rol en las alergias, se
ha detectado también más recientemente que tienen una notable actividad para unirse e
ingerir un amplio rango de bacterias que luego matan. Normalmente no se consideran
fagocitos de oficio pero no hay duda que tienen esas capacidades.

Mecanismo de la fagocitosis

El modo en el que los fagocitos engullen


las partículas de material sigue el
proceso que se muestra en la figura 1:

1.- El fagocito se adhiere a la partícula


(microbio).

2.- Se producen extensiones tentaculares


del citoplasma, llamados seudópodos que
rodean la partícula.

3.- La partícula es llevada al interior del


fagocito envuelta en una vacuola
recubierta de membrana que constituye Figura 1. Eventos en la fagocitosis
el fagosoma.

4.- El fagosoma formado se funde con un


lisosoma y forma el fagolisosoma.

5.- La enzimas digestivas del lisosoma matan y digieren la partícula quedando un


cuerpo residual que contiene el material indigerible y los residuos de la digestión.

6.- La parte indigerible y residual es expulsada al exterior del fagocito por exocitosis.

Para iniciar el proceso de fagocitosis, el fagocito debe, ante todo, adherirse a la


partícula, y esto se logra debido al reconocimiento de un carbohidrato en particular que
es el "carné de identidad" del microorganismo. No siempre el intento de fagocitosis es
exitoso, en los casos de ciertos microorganismos, como los pneumococos, que están
rodeados de una cápsula hecha de azúcares complejos se elude la captura ya que el
fagocito no pueden unirse a la cápsula de polisacáridos . La adherencia es más
eficiente y probable cuando las proteínas complemento (que serán tratadas más abajo) y
los anticuerpos (tratados en el artículo Sistema inmunológico adquirido) forman una
capa sobre la partícula, un proceso llamado opsonización. La opsonización proporciona
"mangos" o "agarraderas" a las cuales los receptores del fagocito se pueden unir.

En ocasiones, la forma en que los fagocitos y los neutrófilos matan y digieren las presas
no es tan simple como la acción de las enzimas de los lisosomas. Por ejemplo, algunos
patógenos como el bacilo de la tuberculosis y ciertos parásitos son resistentes a las
enzimas de los lisosomas y pueden incluso multiplicarse dentro de la vacuola en el
interior del fagocito. En estos casos, sin embargo, el macrófago puede ser estimulado
por sustancias químicas que libera el sistema inmunológico adquirido, a segregar
enzimas adicionales que producen lo que se conoce como explosión respiratoria, un
evento que libera un diluvio de radicales libres, como el monóxido de nitrógeno (NO),
con elevada capacidad para matar bacterias. Adicionalmente, los neutrófilos también
producen sustancias de carácter antibiótico llamadas defensinas que causan el efecto de
la generación y liberación más amplia de sustancias oxidantes asesinas de bacterias al
espacio extracelular. Desgraciadamente el neutrófilo resulta destruido también en la
acción jugando el papel de un combatiente "suicida", mientras los macrófagos, que se
basan solo en la muerte intracelular sobreviven y pueden continuar su trabajo otro día.

Células NK

El nombre de NK de estas células proviene de las siglas del nombre en inglés, natural
killer, de modo que literalmente podíamos llamarlas en español "células asesinas
naturales". Ellas resultan una suerte de "patrulleros" dentro del cuerpo que se mueven
en la sangre y la linfa. Son un grupo único de células defensivas capaces de producir
lisis celular y consecuentemente la muerte de células cancerosas o infectadas por
virus, antes de que el sistema inmunológico se aliste y entre en acción. Las células NK,
también conocidas como linfocitos nulos son parte de un pequeño grupo de linfocitos
grandes granulares. A diferencia con los linfocitos del sistema inmunológico adquirido,
los que reaccionan y atacan solo a células cancerosas o infectadas con virus específicas,
ellas pueden eliminar una variedad de estas células de manera no específica, lo que les
proporciona el "apellido" de naturales.

Su trabajo de defensa no se basa en la fagocitosis, en su lugar dirigen el ataque a la


membrana de las células diana liberando sustancias químicas llamadas perforinas. Las
perforinas pronto producen canales en la membrana celular de la "víctima" con lo que
su núcleo se desintegra rápidamente. Además, las células NK segregan sustancias
químicas poderosas que mejoran la respuesta inflamatoria.

Respuesta inflamatoria

Esta respuesta se dispara en cualquier lugar del cuerpo en el que resulten dañados los
tejidos, por ejemplo, debido a un golpe, calor intenso, sustancias irritantes o debido a la
infección por bacterias, virus u hongos. Las cuatro etiquetas básicas de la inflamación
aguda son (1) enrojecimiento, (2) calor, (3) hinchazón, y (4) dolor. Especialmente los
dos últimos, dolor e hinchazón, son elementos que tienden a hacer reposar la región
afectada, por ejemplo, una articulación, lo que favorece la sanación.
La inflamación es útil desde el punto de vista imunológico ya que proporciona las
ventajas siguientes:

1.- Previene que los agentes dañinos se dispersen a los tejidos adyacentes.

2.- Desecha los residuos celulares y patógenos.

3.- Prepara el camino para la reparación del daño.

Examinemos ahora los principales eventos que se producen en la inflamación.

Vasodilatación e incremento de la permeabilidad capilar

La inflamación la inician señales químicas puestas en juego por la entrada al espacio


extracelular de ciertas sustancias liberadas por las células dañadas, los fagocitos, los
linfocitos, los mastocitos así como proteínas sanguíneas. Las más significativas de estas
sustancias son: la histamina, las prostaglandinas, los complementos (descritos más
adelante) y las citocinas. A pesar de que cada uno de estos mediadores tiene un rol
individual en la inflamación, todos ellos causan que los pequeños vasos sanguíneos en
la vecindad se dilaten. Al llegar más sangre a la zona se produce la congestión con
sangre (hiperemia) dando lugar al enrojecimiento y al acaloramiento de la región
inflamada.

Además de dilatar los vasos, las sustancias químicas liberadas también aumentan la
permeabilidad de los capilares locales, y como consecuencia, se produce un exudado
fluido que contiene proteínas tales como factores de coagulación y anticuerpos, filtrados
desde el torrente sanguíneo al espacio de los tejidos. La acumulación de fluido exudado
produce la hinchazón o edema que presiona las terminales nerviosas adyacentes y
produce dolor. La sensación de dolor también esta motivada por la liberación de toxinas
bacteriales, la pérdida de la nutrición a las células de la región, así como a los efectos
sensibilizadores de las prostaglandinas y las cininas.

El molesto y desagradable edema que todos hemos sufrido alguna vez, puede parecer a
primera vista un factor que empeora la situación pero no es así, la oleada de fluido rico
en proteínas que llega al espacio de los tejidos es ventajosa ya que:

1.- Ayuda a diluir las sustancias dañinas que pueden estar presentes.

2.- Proporciona una abundante fuente de oxígeno y nutrientes necesarios para la


reparación.

3.- Permite la entrada de las proteínas coagulantes que forman una red gelatinosa de
fibrina en el espacio de los tejidos que separa, de manera efectiva, el área afectada de
los tejidos adyacentes para evitar la diseminación de los patógenos. Esta red también
sirve como andamiaje previo a la reparación definitiva.

Cuando la zona inflamada incluye la ruptura de la barrera epitelial, entran en combate


nuevas sustancias químicas, las β-defensinas, que son sustancias con carácter antibiótico
de amplio espectro; y aunque presentes siempre en pequeñas cantidades en las células
de los epitelios como medio de protección, se disparan en número de forma dramática
cuando las mucosa se rompe o erosiona y el tejido conectivo subyacente se inflama. La
invasión de β-defensinas ayuda a controlar la colonización bacterial y por hongos del
área expuesta.

Movilización de los fagocitos

Una vez comenzada la inflamación, el área dañada se inunda de fagocitos, luego le


siguen mastocitos, después neutrófilos y como último macrófagos. Si la inflamación ha
sido consecuencia de patógenos, se activan un grupo de proteínas del plasma conocidas
como complemento y llegan también elementos del sistema inmunológico adquirido
como linfocitos y anticuerpos. La secuencia de eventos que suceden durante el proceso
de llegada de los fagocitos es como sigue:

1.- Leucocitosis: ciertas sustancias químicas conocidas en conjunto como factores


inductores de la leucocitosis se liberan por las células dañadas. Estas sustancias
promueven la rápida liberación de netrófilos en la médula roja de los huesos y en pocas
horas la cantidad de neutrófilos en la sangre puede haberse cuadruplicado.

2.- Marginación: como existe un gran derrame de fluido desde la sangre en el sitio del
daño, la sangre fluye lenta en la zona, y los neutrófilos comienzan a rodar a lo largo del
endotelio del vaso como si estuvieran "degustando" el ambiente local. En la parte
inflamada, desde las células endoteliales del vaso comienzan a brotar moléculas
específicas de adhesión llamadas selectinas. Las selectinas constituyen una suerte de
aviso a otras moléculas específicas de la superficie de los neutrófilos, las integrinas,
diciéndoles "estas en el lugar correcto". Cuando ambas moléculas complementarias se
unen, los neutrófilos se quedan pegados a las paredes de los capilares y de las vénulas
postcapilares. Este fenómeno se conoce como marginación o pavimentación.

3.- Diapédesis: Con la continuación de las señales químicas los neutrófilos se escurren
a través de las paredes del capilar y este proceso se llama diapédesis.

4.- Quimiotaxis: normalmente los neutrófilos una vez fuera de los vasos sanguíneos se
desplazan al azar, pero cuando hay una inflamación, las sustancias químicas liberadas
en esa zona funcionan como mensajeras que los atraen así como a otras células
sanguíneas hacia el sitio del daño. A estas sustancias químicas se les conoce como
agentes quimiotácticos. El conjunto de todos los eventos sucede bastante rápido, y una
hora más tarde del comienzo de la inflamación, los netrófilos se han reunido en la zona
de la inflamación y están devorando los materiales extraños presentes.

Continuando el contraataque llegan más tarde a la zona los monocitos. Estas células
sanguíneas son fagocitos pobres, pero dentro de las 8 a 12 horas de haber abandonado al
torrente sanguíneo y entrado a los tejidos, ellos crecen y desarrollan grandes cantidades
de lisosomas convirtiéndose en macrófagos de apetito insaciable. Los tardíos
macrófagos sustituyen a los neutrófilos en el frente de batalla para continuar la guerra.
Los macrófagos finalmente se convierten en los actores principales que dan cuenta de
los residuos celulares y predominan si la inflamación es prolongada o crónica.

Proteínas antimicrobiales
Son varias las proteínas que participan en las defensas contra los microoganismos, ellas
mejora la eficacia del sistema inmunológico innato luchando contra los patógenos
directamente o dificultando sus posibilidades de reproducción. Dos de estas sustancias
son las más importantes: el interferón y las proteínas complemento.

Interferón

Los virus son en esencia ácidos nucleicos rodeados por


una capa de proteínas, de modo que no cuentan con la maquinaria presente en la célula
normal para producir ATP y proteínas y así poder reproducirse. Para su supervivencia y
reproducción lo que hacen los virus es invadir las células de los tejidos y tomar el
control del mecanismo metabólico celular para conseguir lo que necesitan, y aunque las
células infectadas poco pueden hacer para salvarse, pueden ayudar a proteger otras
células que no han sido aun infectadas segregando pequeñas proteínas llamadas
interferones.

La acción protectora de los interferones se basa en que cuando son liberados difunden a
las células cercanas estimulando en ellas la síntesis de una proteína conocida como PKN
que "interfiere" con la replicación de los virus en esas células al bloquear la síntesis de
proteínas en los ribosomas . Esta característica hace que el trabajo protector de los
interferones no sea específico contra un virus en particular, y el interferón producido
contra un virus nos sirve de protección contra una variedad de otros.

En la actualidad se sabe que el interferón es una familia de sustancias proteicas


relacionadas, cada una de las cuales presenta un efecto fisiológico ligeramente diferente
y se producen por diversas células del cuerpo, principalmente por los leucocitos y
fibroblastos . Con independencia de su acción antiviral, los interferones también
activan macrófagos y movilizan las células NK que actúan sobre las células malignas,
de modo que juegan algún rol anticáncer.

Sistema del Complemento

Se ha acuñado el término de complemento para referirse a un grupo de al menos 20


proteínas del plasma que normalmente circulan en la sangre en forma inactiva. Los
complementos se nombran con la letra C seguida de un número del 1 al 9, de modo que
la lista de complementos propiamene dichos va del C1 al C9, pero además están los
factores B, D y P así como varias proteínas reguladoras. El complemento proporciona
un importante mecanismo para destruir sustancias extrañas en el cuerpo, ya que su
activación libera mediadores químicos que amplifican virtualmente todos los aspectos
de la respuesta inflamatoria. Otra actividad protectora radica en que puede producir la
muerte de bacterias, así como de ciertos tipos de otras células por lisis celular .

La activación del complemento se puede producir por dos vías (figura 2 abajo):

1.- La vía clásica: esta vía depende del enlace de anticuerpos al organismo invasor y el
posterior enlace del complemento C1 al complejo organismo-anticuerpo.

La vía alternativa: que se dispara por la interacción entre los factores B, D, y P y un


polisacárido presente en la superficie de ciertos organismos.
Cada una de las vías involucra una activación en cascada en la cual las proteínas
complemento se activan en una secuencia ordenada y en la que cada una de las etapas
cataliza la que sigue.

Figura 2. Eventos y resultados de la activación del complemento

Note en la figura 2 que tanto la vía clásica como la alternativa convergen en C3, el que
se divide en dos fragmentos, C3a y C3b. Estos fragmentos constituyen un punto
terminal de inicio que causa la lisis celular, promueve la fagocitosis y ayuda a la
inflamación. El curso de los eventos lísicos que suceden, comienzan cuando C3b se une
a la superficie de la célula diana, el hecho dispara la inserción de un grupo de proteínas
complemento que se conoce como MAC (del inglés "membrane attack complex") y que
traducido al español podría ser complejo de ataque a la membrana. La afluencia de
MAC crea y estabiliza un orificio en la membrana de la célula diana, lo que asegura la
lisis.

Las moléculas de C3b que recubren el microorganismo proporcionan puntos de agarre a


los receptores de los macrófagos y neutrófilos lo que permite que la partícula sea
devorada más rápidamente. Este proceso, como ya se apuntó arriba, se denomina
opsonización. Por su parte C3a y otros productos de división (como C5a de la figura 2)
formados en el proceso, amplifican la respuesta inflamatoria al estimular a los
mastocitos y basófilos a liberar histamina y atrayendo neutrófilos y otras células
inflamatorias a la región.

Fiebre

La fiebre es una respuesta más generalizada a las infecciones por microorganismos que
la inflamación. Esta última es normalmente local, mientras que la fiebre involucra a
todo el organismo. La temperatura corporal se regula por un racimo de neuronas en el
hipotálamo (una región del cerebro) y normalmente está ajustada a unos 36.2°C. La
liberación de sustancias, conocidas como pirógenos, por los leucocitos y macrófagos en
contacto con bacterias y otras sustancias extrañas, ajusta este "termostato" al alza.
La fiebre alta es peligrosa debido a que el calor en exceso desactiva las enzimas, pero
una fibre moderada parece ser beneficiosa. Se atribuye el beneficio de la fiebre
moderada a dos cuestiones:

1.- Las bacterias requieren mucho zinc e hierro para multiplicarse y durante los estados
febriles el hígado y el bazo "secuestran" esos nutrientes disminuyendo con ello su
disponibilidad.

2.- La alta temperatura aumenta el ritmo del metabolismo celular en general, y esto
acelera los procesos de reparación de los tejidos dañados.

Sistema inmunológico
adquirido Contenido del artículo
El sistema inmunológico adquirido, también llamado Antígenos
específico o adaptado no se tiene listo cuando se Antígenos completos e incompletos
nace como el sistema inmunológico innato pero se va Células del sistema inmunológico
perfilando a través de la vida para dotarnos de adquirido
defensas que reconocen sustancias extrañas Linfocitos
específicas que hayan entrado al cuerpo y las
inmovilizan, neutralizan o destruyen. En realidad Células presentadoras de antígenos
este sistema adquirido no es un sistema anatómico de Respuesta inmunológica humoral
órganos como otros muchos del cuerpo, es un Selección clonal y diferenciación de
sistema funcional que cuando funciona bien nos los linfocitos B
protege contra una amplia gama de agentes Memoria inmunológica
infecciosos, así como de las células anormales en el
Inmunidad humoral activa y pasiva
cuerpo. Si falla su trabajo, las consecuencias para el
organismo son devastadoras y pueden resultar de ello Respuesta inmunológica celular
enfermedades muy graves como el cáncer, la artritis Selección clonal y diferenciación de
reumatoide y el SIDA. El trabajo del sistema de los linfocitos T
defensa adquirido amplifica en mucho la respuesta Activación de los linfocitos T
inflamatoria y es el responsable de la activación de
Clonación y muerte de las células T
la mayoría de los agentes del sistema del
complemento, tratados ambos en el artículo Sistema Funciones específicas de las
diferentes células T
de defensa innato.

A diferencia con la división innata del sistema


inmunológico que siempre está listo para entrar en
acción rápidamente, esta división adquirida de las
defensas inmunológicas debe primero "ponerse a punto" a través del contacto con una
sustancia extraña específica (antígeno) para luego proteger el cuerpo ante esa sustancia,
y debe transcurrir un tiempo entre la "carnada" y la acción protectora ya establecida.

Desde el siglo XIX los investigadores habían observado que los animales que habían
sobrevivido a infecciones bacteriales serias tenían factores protectores en su
sangre (que ahora se conocen como anticuerpos) que los defendían de forma efectiva
contra infecciones posteriores del mismo patógeno. Las pruebas con inyecciones de
suero, extraído de los animales sobrevivientes, a otros animales, demostraron que estos
últimos adquirían también la protección, lo que constituyó un notable avance en la lucha
contra las enfermedades ya que de los experimentos se podían sacar tres conclusiones
importantes sobre el sistema inmunológico adquirido:

1.- Su acción es específica a un antígeno: reconoce y se dirige hacia un antígeno en


particular, esto es, el que inició la respuesta inmunológica.

2.- Funciona para todo el organismo: la inmunidad no está restringida a la zona donde
se produjo la infección inicialmente.

3.- Tiene "memoria": después que se produce exposición inicial al "intruso" este hace
que se organize y desarrolle un ataque más fuerte sobre ese patógeno, si vuelve a entrar
al cuerpo más tarde.

Al principio se creyó que los anticuerpos eran la única forma de lucha del sistema de
defensa adquirida, pero luego, a mediados del siglo XX se vió que la inyección de suero
que contiene anticuerpos, no siempre produce, para el que lo recibe, la protección a la
enfermedad a la que sobrevivió el donante. En esos casos se demostró que la inyección
de leucocitos del donante si proporcionaba inmunidad. A medida que se armaba el
"rompecabezas" se llegó a la conclusión de que el sistema inmunológico adquirido tenia
dos divisiones separadas pero que se superponían, cada una de las cuales tiene una
variedad de mecanismos de ataque que difieren con la naturaleza del intruso. Las dos
ramas se conocen como:

1.- Inmunidad humoral: conocida también como inmunidad mediada por anticuerpos
la producen los anticuerpos presentes en los fluidos del cuerpo como la sangre y la linfa.
Estos anticuerpos se producen por los linfocitos y circulan libremente en la sangre y la
linfa para enlazarse a las bacterias y sus toxinas, así como a los virus libres
inactivándolos temporalmente. La unión también "marca" a los extraños para su
destrucción por los fagocitos o el sistema del complemento (que veremos más adelante).

2.- Inmunidad celular: se produce por la acción de los linfocitos, que son células
vivas, contra otros organismos vivos como parásitos que infectan tejidos, virus, células
cancerosas y células no propias en los casos de injertos de tejidos.

Más adelante se describirán con detalle ambos modos de defensa, pero antes, debemos
considerar algunos elementos importantes sobre los antígenos y las células del sistema
inmunológico adquirido.

Antígenos
Un antígeno es una sustancia capaz de movilizar y producir una respuesta del sistema
inmunológico, y con ello convertirse en el objetivo de tal respuesta. La mayoría de los
antígenos son grandes y complejas moléculas, lo mismo naturales como producidas por
el hombre, que no están normalmente presentes en el cuerpo y por tanto, en cuanto a lo
que concierne al sistema inmunológico, son "extrañas" o no propias.

Antígenos completos e incompletos (antígenos y haptenos)


Una sustancia resulta un antígeno (completo) cuando en ella se presentan dos
propiedades funcionales importantes:

1.- Inmunogenicidad: la sustancia debe ser capaz de estimular la proliferación de


linfocitos específicos y la producción de anticuerpos.

2.- Reactividad: la sustancia debe interactuar con los productos desarrollados, es decir
con los linfocitos y los anticuerpos que ha generado.

La lista de sustancias o moléculas ajenas que pueden resultar antígenos completos es


casi interminable, y estas incluyen casi la totalidad de las proteínas, ácidos nucleicos ,
algunos lípidos, y muchos grandes polisacáridos no propios. De todas, las proteínas son
la de mayor fuerza antigénica. La presencia de grandes moléculas ajenas a nosotros en
la superficie de los granos de polen, las bacterias, los hongos y los virus los hace
inmunogénicos.

En términos generales, las moléculas pequeñas como los péptidos y varias hormonas
no son imunogénicas, pero si estas moléculas se unen a proteínas propias del cuerpo, el
sistema inmunológico las reconoce como extrañas y monta un ataque en su contra que
lejos de ser protector es dañino al organismo. A este tipo de reacciones se les conoce
como alergias. Las moléculas pequeñas y problemáticas involucradas en estos procesos
se les llama haptenos o antígenos incompletos. Los haptenos pueden encontrarse en
ciertos medicamentos, la hiedra venenosa, la caspa de los animales, algunos detergentes,
cosméticos y otros muchos productos domésticos e industriales

La capacidad de una molécula de actuar como antígeno depende tanto de su tamaño


como de su complejidad, y solo ciertas partes de ella, denominadas determinantes
antigénicos, son inmunogénicas. A esas partes es que se unen los linfocitos activos o los
anticuerpos libres.

La mayoría de los antígenos naturales tienen más de un determinante antigénico en sus


superficies cada uno de los cuales tiene una "potencia" antigénica mayor o menor en la
generación de la respuesta inmunológica. Esta situación conduce a que en ciertos
antígenos, cada uno de los determinantes sea reconocido por un tipo diferente de
leucocito, movilizando de esta forma a varias poblaciones de linfocitos y a la generación
de diferentes anticuerpos en su contra. Las grandes proteínas pueden tener cientos de
determinantes diferentes en sus moléculas haciéndolas altamente inmunogénicas y
reactivas. Sin embargo, esto no sucede con frecuencia en las grandes moléculas
poliméricas (como los plásticos) en los cuales la molécula es una repetición de las
mismas unidades simples, de este modo, este tipo de sustancias tienen muy poco o
ningún efecto inmunogénico y se usan normalmente para hacer prótesis sin que reciban
una respuesta combativa del sistema inmunológico.

Si consideramos estrictamente lo que hemos descrito sobre los antígenos, podemos


concluir que nuestras propias células, con múltiples y complejas proteínas en su
superficie, son también antígenos (autoantígenos), pero si consideramos además que
nuestro sistema inmunológico esta bien "programado" esos autoantígenos no resultan
intrusos para nosotros, pero sí para otros individuos y esto constituye la base de las
reacciones de rechazo en los trasplantes o las transfusiones de sangre.
Células de sistema inmunológico
adquirido
Se distinguen tres tipos de células cruciales en esta división del sistema inmunológico:
dos poblaciones de linfocitos, y las células presentadoras de antígenos (CPA). Los dos
tipos de linfocitos se conocen como linfocitos B o células B que participan en la
inmunidad humoral produciendo anticuerpos; y los linfocitos T o células T que no
forman anticuerpos y son "guerreros" de la división de inmunidad celular. Por su parte,
las células presentadoras de antígenos se diferencian de los dos tipos de linfocitos en
que no responden a antígenos específicos pero juegan un papel esencial auxiliar como
veremos más adelante.

Linfocitos

Los linfocitos, al nacer partiendo de los hemocitoblastos (células madres


hematopoiéticas) en la médula roja de los huesos son, por decirlo de alguna manera,
"genéricos" y no están especializados, están aun inmaduros y son esencialmente
idénticos. La maduración como célula B o célula T depende del lugar en el que el
linfocito madura, es decir, donde se hace inmunocompetente o dicho con otras palabras
donde "aprende" a reconocer un antígeno específico al unirse a él. Los infocitos T
llevan a cabo este proceso en unos dos o tres días en el timo bajo la tutela de las
hormonas de ese órgano. Dentro del timo, los infocitos inmaduros se multiplican e
incrementan en cantidad grandemente, pero solo sobreviven aquellos que tienen una
elevada capacidad de reconocer antígenos foráneos.

El proceso de selección de los linfocitos T apropiados se hace durante la etapa fetal.


Durante tal proceso los linfocitos que se unen con fuerza y arman un ataque vigoroso
contra nuestros autoantígenos se destruyen, lo que se conoce como selección negativa y
ocurre en la médula del timo. Es evidente que esta destrucción de linfocitos
"desorientados" es extremadamente importante para evitar que luego se reproduzcan y
se conviertan en agentes que ataquen a nuestros propios tejidos, es decir generen
reacciones de autoinmunidad si se les permite vivir. Los linfocitos que se enlazan
débilmente con los autoantígenos y no provocan una reacción de activación fuerte,
continúan desarrollándose, proceso que se conoce como selección positiva y se lleva a
cabo en la corteza del timo. La selección positiva termina por seleccionar y dejar vivos a
aquellos linfocitos mejores dotados en el reconocimiento de nuestras propias células, de
modo que los hace imunocompetentes con la habilidad de ser relativamente insensibles
a los auto antígenos.

Por su parte, los linfocitos B se hacen inmunocompetentes y tolerantes a los


autoantígenos en la médula de los huesos, no se conoce muchos de este proceso en los
humanos, pero se sabe que algunas células auto-reactivas resultan inactivadas,
fenómeno conocido como anergia, mientras otras son absolutamente destruidas.

Una vez que los linfocitos, T o B se hacen inmunocompetentes muestran un receptor de


tipo único en sus superficies, repetitivo unas 104 - 105 veces y habilitados para
reconocer y enlazarse a un determinante antigénico específico. Una vez que los
receptores aparecen, el linfocito está comprometido a reaccionar con solo un antígeno
ya que todos los receptores son iguales. Por ejemplo, ciertos linfocitos pueden
reconocer un determinante antigénico específico de la hepatitis A, mientras otros se
unen solo a cierto determinante de neumococos. Aunque los linfocitos B y T difieren en
la estructura general, ambos pueden reaccionar al mismo antígeno.

Note que aunque aun no se conocen todos los pormenores del proceso de los linfocitos,
lo cierto es que ellos se hacen inmunocompetentes antes de entrar en contacto con el
antígeno que luego combatirán, por lo tanto son nuestros genes y no los antígenos, los
que determinan contra cuales sustancias se montará la resistencia de parte de nuestro
sistema inmunológico, o, dicho con otras palabras, los receptores de las células
inmunológicas son el resultado del conocimiento adquirido de los microbios que
probablemente estarán en nuestro entorno. El contacto con el antígeno lo que hará es
determinar cual de todas las posibles células B o T proliferarán para montar el ataque
en su contra y solamente algunos de los linfocitos que están programados para resistir la
invasión de elementos extraños entrarán en acción, el resto de mantendrán en reposo por
toda la vida.

Después de convertirse en inmunocompetentes, los linfocitos T y B "ingenuos" se


exportan a los ganglios linfáticos, el bazo y otros órganos linfáticos para que se
encuentren con los antígenos, para de esa forma, cuando reconozcan a los antígenos,
completen su diferenciación a células inmunológicas completamente funcionales o sea a
células B o T maduras y activadas contra el antígeno.

Células presentadoras de antígenos

El papel principal de las CPA en la inmunidad es el de engullir las partículas extrañas y


presentar en sus superficies pequeños fragmentos de esas partículas de modo que
puedan ser reconocidas por las "combativas" células T y de ahí lo de presentadoras de
antígenos. Los principales tipos de CPA son:

1.- Las células dendríticas : entre las que están las células intersticiales del tejido
conectivo presente en todo el cuerpo y las células de Langerhans de la epidermis de la
piel.

2.- Los macrófagos: que están distribuidos ampliamente a lo largo de los órganos
linfáticos y los tejidos conectivos y tienen la tendencia de mantenerse fijos, como a la
espera de que los antígenos lleguen a ellos.

3.- Los linfocitos B: que tienden a estar en gran número en los centros germinales de
los ganglios linfáticos pero que además mantienen una cierta circulación a todo el
cuerpo en el torrente sanguíneo.

Los más "viajeros" de los linfocitos, los que además cuentan entre el 65 y el 85% de
todos los linfocitos que circulan en la sangre son los linfocitos T, la circulación de los
linfocitos en la sangre facilita el contacto con antígenos ubicados en cualquier parte del
cuerpo. Aunque la recirculación de linfocitos parece ser al azar, la emigración a
aquellos tejidos del cuerpo donde hace falta su trabajo protector es altamente específico,
regulado por señales orientadoras mostradas en las células del endotelio de los vasos.

Note que todas las células vinculadas con la división adquirida del sistema
inmunológico, linfocitos y CPAs, están situadas en la vanguardia, o en la propia
frontera del cuerpo, es decir, en lugares estratégicos para encontrar y procesar los
antígenos actuando como centinelas. Además de su trabajo como CPA las células
dendríticas y los macrófagos segregan proteínas solubles que activan las células T. Las
células T activadas, a su vez liberan sustancias químicas que aceleran la movilización y
maduración de las células dendríticas y empujan a los macrófagos a convertirse en
macrófagos activados, una suerte de fagocitos "asesinos" de apetito insaciable y que
segregan sustancias químicas bactericidas. Note que la interacción entre los linfocitos, y
entre los linfocitos y las células presentadoras de antígenos está subyacente en casi
todas las fases de la respuesta inmunológica.

Debido a que los capilares linfáticos recolectan y transportan en la linfa proteínas y


patógenos de casi todos los tejidos del cuerpo, las células inmunológicas ubicadas en los
ganglios linfáticos están en un lugar clave para encontrar una gran variedad de
antígenos. Los linfocitos y las células presentadoras de antígenos que están en las
amígdalas actúan principalmente contra los microorganismos que invaden las cavidades
oral y nasal, mientras que el bazo funciona como un filtro que atrapa los antígenos del
torrente sanguíneo.

Respuesta inmunológica humoral


El primer encuentro del linfocito inmunocompetente "ingenuo" y el antígeno retador se
produce generalmente en el bazo o en algún ganglio linfático, pero puede producirse en
cualquier tejido linfático. Si el encuentro del antígeno "desafiante" es con un linfocito B
se dispara la respuesta inmunológica humoral durante la cual se producen anticuerpos
en contra del retador.

La respuesta humoral incluye (1) la activación del linfocito contactado por el antígeno
retador; (2) su posterior crecimiento y rápida clonación repetida para formar un ejército
de células todas exactamente iguales a la iniciadora del proceso; (3) la diferenciación de
la mayoría de las células clonadas como células plasmáticas; y (4) la permanencia de un
remanente de células clonadas que se convierten en las células de memoria. Veamos los
detalles.

Selección clonal y diferenciación


de las células B.

El aun "cándido" linfocito B inmunocompetente resulta activado para completar la


diferenciación cuando el antígeno se enlaza con sus receptores superficiales y se
entrecruzan juntos los receptores adyacentes. Luego el antígeno se interioriza a la célula
por endocitocis de todo el conjunto entrecruzado antígeno-receptores. La activación,
unida a cierta interacción con los linfocitos T que se verá más adelante, dispara la
selección clonal, es decir, estimula las células B a crecer y entonces dividirse
rápidamente para generar una gran cantidad de células exactamente iguales a sí mismas
y portando los mismos receptores específicos a un antígeno. La familia de células
iguales traídas de un mismo ancestro se denomina clon. Es el antígeno el que "escoge"
el linfocito con los receptores complementarios adecuados que sufrirá la selección
clonal.

La mayoría de las células del clon se convierten en células plasmáticas que son las
células efectoras de la secreción de anticuerpos para la respuesta humoral, aunque las
células B producen también una cantidad limitada de anticuerpos.

La especialización en células plasmáticas hace que estas elaboren la maquinaria interna


necesaria para segregar anticuerpos en gran escala (unas 2000 moléculas por segundo) y
mantienen este vertiginoso ritmo durante unos 4 o 5 días para entonces morir. Los
anticuerpos segregados, cada uno con las mismas propiedades de unión al antígeno,
circulan en la sangre o la linfa como moléculas receptoras, de modo que en el lugar
donde encuentren y se adhieran a un antígeno libre lo marcan para ser destruido por
algún otro mecanismo innato o adquirido. Las células clonales que no se diferenciaron
como células plasmáticas se convierten en células de larga vida llamadas células de
memoria capaces de montar casi inmediatamente una respuesta humoral si encuentran el
mismo antígeno de nuevo.

Memoria inmunológica

Lo que se ha descrito en relación con la proliferación y diferenciación constituye la


respuesta inmunológica primaria, es la que ocurre en la primera exposición a un
antígeno en particular, y típicamente tiene un retraso de entre 3 y 6 días después del
contacto con el antígeno retador. El retraso se debe al tiempo requerido para que
algunas células B específicas al antígeno proliferen y que sus clones se diferencien
como células plasmáticas. Pasado este período de movilización, los niveles de
anticuerpos en el plasma crecen alcanzando un pico en unos 10 días a partir de los
cuales comienza a declinar.

Si se produce uno o varios nuevos contactos con el antígeno en el futuro, ocurre la


respuesta inmunológica secundaria y esta respuesta es más rápida, más prolongada, y
más efectiva debido a que el sistema inmunológico ya fue "imprimado" al antígeno y las
sensibles células de memoria están listas, en su lugar, y en alerta. El resultado de la
acción de las células de memoria es lo que se conoce como memoria inmunológica. En
solo horas, después de detectarse la presencia del antiguo retador, se alista un nuevo
ejército de células plasmáticas. En solo 2 o 3 días el nivel de anticuerpos en el torrente
sanguíneo crece abruptamente para alcanzar rangos mucho más altos que cuando se
generó la respuesta inmunológica primaria y estos altos niveles se pueden sostener por
semanas e incluso meses. Las células de memoria pueden persistir por largos períodos
en los humanos y algunas pueden durar, manteniendo la capacidad de respuesta
secundaria potente, por toda la vida.

Inmunidad humoral activa y pasiva

La inmunidad humoral activa se produce cuando los linfocitos B encuentran un


antígeno y desatan la respuesta inmunológica para producir anticuerpos contra él. La
inmunidad activa puede ser:

1.- Naturalmente adquirida: que es la que se adquiere durante una infección viral o
bacterial y en la cual hemos sentido los síntomas de la enfermedad con mayor o menor
rigor.

2.- Artificialmente adquirida: cuando se reciben vacunas. Una vez que se supo que las
respuestas secundarias eran mucho más vigorosas, se inició la búsqueda de vacunas que
dieran la "imprimación" a la respuesta inmunológica proporcionando el primer contacto
con el antígeno.

La mayor parte de las vacunas contienen patógenos muertos o atenuados (muy débiles)
o bien sus componentes lo que proporciona dos beneficios.

1.- Nos ahorran los síntomas y el malestar típico de la dolencia, los que de otra forma se
producen cuando se desarrolla la respuesta inmunológica primaria.

2.- Los antígenos debilitados proporcionan los determinantes antigénicos funcionales


que son tanto inmunogénicos como reactivos.

Las vacunas prácticamente han hecho desaparecer terribles enfermedades como la


viruela y reducido a casos aislados otras como la tos ferina, la poliomielitis, y el
sarampión, estas tres últimas causantes de muchas muertes de niños. Aunque
originalmente se creyó que las vacunas proporcionaban el mismo nivel de inmunidad
que cuando el antígeno entra al cuerpo, la realidad es que no es así y las vacunas
convencionales se quedan cortas. Aparentemente las vacunas centran su acción en los
llamados linfocitos T colaboradores (una subclase de linfocitos) que aceleran las
defensas de las células B y la formación de anticuerpos con la consecuente protección
inmediata, pero la memoria inmunológica celular se establece pobremente.

La inmunidad humoral pasiva difiere de la activa tanto en la fuente de anticuerpos como


en el grado de protección que ofrece. En este tipo de inmunidad los anticuerpos no se
fabrican por las células plasmáticas, si no que se obtienen del suero sanguíneo de un
donador inmune, humano o animal. En este caso las células B no entran en contacto con
el retador, la memoria inmunológica no se establece y la protección proporcionada por
los anticuerpos "prestados" termina cuando se degradan naturalmente en el cuerpo. Al
igual que la inmunidad activa, la pasiva puede ser:

1.- Naturalmente adquirida: lo que corresponde al caso de la transmisión de


anticuerpos a través de la placenta desde la madre al feto. Durante varios meses después
del parto el infante estará protegido de todos los antígenos a los que la madre se haya
expuesto.

2.- Artificialmente adquirida: se confiere cuando se inyecta suero como gamma


globulina. Otros sueros inmunológicos en la forma de antídotos se inyectan en el caso
de las mordeduras venenosas, botulismo (intoxicación con una nerurotoxina elaborada
por una bacteria), rabia, y tétanos que son enfermedades letales de rápida evolución y
pueden matar a una persona antes de que la inmunidad activa se establezca.

Los anticuerpos se han tratado en detalle aquí.

Respuesta inmunológica
celular
Con independencia de su gran versatilidad, los anticuerpos proporcionan solamente
inmunidad parcial, sus "presas" son los patógenos que están "a la vista", pero son
ineficaces en los casos de aquellos que pueden penetrar con rapidez las células de los
tejidos para multiplicarse allí. Para estos casos es que entra en acción la segunda
división del sistema inmunológico adquirido, la respuesta inmunológica celular.

Los linfocitos T o células T que median la inmunidad celular son mucho más diversos y
mucho mas complejos que las células B, tanto en clasificación como en función. Existen
dos poblaciones principales de células efectoras T de acuerdo a si estas exhiben un
cierto tipo de un par de glucoproteínas relacionadas estructuralmente que diferencian las
células maduras en células CD4 o células CD8. Esos receptores superficiales son
diferentes a los receptores de antígenos de las células T, pero juegan un rol en la
interacción que ocurre entre una célula de tejido con otras células o con los antígenos
extraños. Las células CD4 o células T4, son primariamente células colaboradoras
conocidas como TH (del inglés "T helper cells"), mientras que la mayoría de las células
CD8 (o células T8) son células citóxicas (TC) cuyo papel es destruir cualquier cosa
extraña que se introduzca y se albergue en cuerpo.

Cuando se describió la acción de los linfocitos B mas arriba, se destacó el hecho de que
las células plasmáticas (descendencia de los linfocitos B) producían anticuerpos
solubles que se aferran a las bacterias intactas y a las moléculas extrañas en el entorno
extracelular, es decir en las secreciones del cuerpo como el fluido de los tejidos, la
sangre o la linfa. Los anticuerpos nunca invaden la parte sólida de los tejidos a menos
que exista una lesión. Esto hace que los anticuerpos sean, utilizando diversas maneras,
el armamento más simple de la respuesta inmunológica. Si consideramos el trabajo de
las células B de manera muy simplificada, la producción de anticuerpos es una
"competencia" entre su velocidad de producción y la multiplicación del patógeno, pero
nunca el anticuerpo destruye por sí mismo el antígeno, si no que lo prepara para ser
eliminado por el sistema inmunológico innato o las células T.

A diferencia con los linfocitos B y los anticuerpos, las células T no están entrenadas
para detectar los antígenos libres, o a aquellos que estén en su estado natural. Las
células T responden solo a fragmentos de las proteínas de los antígenos que han sido
previamente "procesadas" y que se muestran en la superficie de las células del cuerpo
bajo ciertas condiciones específicas. De este modo la acción de los linfocitos T es del
tipo célula-célula y la mayoría de sus ataques directos contra antígenos (mediados por
las células T citotóxicas) tienen como objetivo las células del cuerpo infectadas por
virus, bacterias, parásitos intracelulares, células anormales o cancerosas, y células de
transfuciones o trasplantes procedentes de tejidos extraños.

Adicionalmente a los dos tipos principales de leucocitos T mencionados arriba, existen


los llamados leucocitos de hipersensibilidad retardada (TDH), que es un tipo especial de
células TH, las células supresoras (TS) y las células T de memoria. Más adelante se
describirá el rol de cada uno de los tipos de leucocitos.

Selección clonal, diferenciación y activación de las células T.

El estímulo para la selección clonal y la diferenciación de las células T es el mismo


(enlace a un antígeno) que en las células B, sin embargo el modo en el que las células T
reconocen a "sus antígenos" es muy diferente. Aunque la activación se produce cuando
ciertas regiones de la superficie del linfocito se unen a sus antígenos "reconocidos" el
proceso de activación se produce por doble reconocimiento, durante el cual la célula T
desarrolla la capacidad de reconocer simultáneamente el antígeno (elemento no propio),
y las llamadas proteínas CMH de las células propias del cuerpo.

Existen varios tipos de proteínas CMH (complejo mayor de histocompatibilidad) dos de


ellas, denominadas como CMH Clase I y CMH Clase II son las que juegan el rol más
importante en la activación de las células T. Veamos.

Reconocimiento del antígeno por los linfocitos T

La proteína CMH Clase I se exhibe en la superficie de prácticamente todas las células


del cuerpo excepto en los glóbulos rojos sanguíneos, y ella se reconoce siempre por las
células T CD8. Esta Clase I, una vez sintetizada en el retículo endoplasmático de las
células se enlaza a un fragmento péptido de una longitud de entre 8 y 9 aminoácidos
transportado desde el citosol al interior de retículo endoplasmático con acierto por
proteínas especiales llamadas TAPs (transportador asociado con el procesamiento de
antígenos). La proteína CMH Clase I ya con su "carga" se desplaza a la membrana
plasmática y muestra al exterior de la célula el fragmento de proteína que tiene
acoplado. El péptido exhibido en este caso ha sido sintetizado dentro de la célula, y
puede ser un fragmento de alguna proteína celular propia (autoantígeno), o procedente
de una proteína extraña sintetizada dentro de la célula (antígeno endógeno). Note que el
antígeno endógeno es un fragmento de proteína no propia sintetizada en el interior de la
célula y puede resultar debido a la infección celular por virus (que sintetiza proteínas
extrañas) o por células mutantes del cuerpo como las células cancerosas que producen
proteínas "foráneas".

A diferencia con las proteínas CMH Clase I, ampliamente distribuidas por el cuerpo, las
del tipo Clase II se encuentra típicamente solo en las células B maduras, algunas células
T y las células presentadoras de antígenos (CPA), dándole a las células del sistema
inmunológico la capacidad de reconocerse unas a otras. De igual forma que las
proteínas CMH Clase I, las CMH Clase II se sintetizan en el retículo endoplasmático y
luego se enlazan a fragmentos péptidos, sin embargo, los péptidos a los que se enlazan
son de mayor longitud (14 a 17 aminoácidos) que provienen de antígenos exógenos.
Estos antígenos exógenos no se sintetizan dentro de la células, y son el resultado de
antígenos extraños fagocitados (vea el artículo Intercambio entre la célula y el medio) y
desglosados dentro del vesículo fagosómico. Mientras la molécula de proteína CMH
Clase II sintetizada está dentro del retículo endoplasmático está unida a las llamadas
proteínas invariantes que impiden que se produzca el enlace con el fragmento péptido
del antígeno extraño. Luego la CMH Clase II se mueve al interior del fagosoma (por la
vía del aparato de Golgi ) donde la cadena proteica invariante se pierde permitiendo la
unión con los fragmentos péptidos del antígeno. Más adelante la vesícula migra a la
superfice de la célula y permite que la proteína CMH Clase II muestre su "botín" val
exterior de la célula para ser reconocido por las células CD4.

Salta a la vista que las proteínas CMH son notablemente importantes en la respuesta
inmunológica, al ser estas las que proporcionan el medio para avisar a las células del
sistema inmunológico que existen microorganismos infecciosos escondidos dentro de
las células del cuerpo. De no existir este mecanismo, los virus y ciertas bacterias que
prosperan dentro de las células se pueden multiplicar sin antagonismo y de manera
desapercibida. El mecanismo funciona de la siguiente manera:

1.- Cuando el complejo mayor de histocompatibilidad está complementado con


fragmentos de proteínas de nuestras proteínas propias, las células T reciben el mensaje
"sigue de largo y deja esta célula tranquila, es propia".

2.- Cuando el complejo mayor de histocompatibilidad de la célula contiene fragmentos


de proteínas antígénicas, lo mismo endógenas que exógenas ellas delatan los invasores
dando una alarma que dice "yo tengo en el interior proteínas extrañas".

Activación de los linfocitos T

La activación de las células T es un proceso de dos etapas que involucra (1) el enlace al
antígeno y (2) la coestimulación. Todo el proceso en su conjunto es muy complejo y
aun no totalmente comprendido en todas su extensión, no obstante presentaremos una
descripción simplificada que permita comprender su esencia.

Enlace al antígeno

Esta primera etapa corresponde en gran parte a lo que se acaba de describir: los
receptores de antígenos de las células T se enlazan con el complejo proteico CMH
mostrado en la superficie del cuerpo de la célula. Las células T colaboradoras y las
citotóxicas tienen preferencias diferentes por la Clase de proteína CMH que ayuda a
liberar la señal de activación y a esta restricción, aprendida durante el proceso de
"educación" en el timo, se le conoce como restricción CMH.

Los linfocitos T colaboradores o TH (CD4) solo se enlazan a los antígenos vinculados a


las proteínas CMH Clase II que aparecen principalmente en la superficie de las células
presentadoras de antígenos (CPA), siendo las células dendríticas las más potentes en
este menester. Ya se ha dicho arriba que las CPA se enlazan a pequeños fragmentos de
antígenos, y ahora podemos agregar que estas uniones se hacen a las CMH Clase II que
portan, lo que representa clave en el trabajo de reconocimiento de antígenos por parte de
los linfocitos T.

En contraste, las células T citotóxicas o TC (CD8) se activan por fragmentos de


antígenos que forman complejos con las proteínas CMH I; y como casi todas las células
del cuerpo exhiben proteínas CMH Clase I, los linfocitos T citotóxicos no requieren de
células especiales presentadoras, y cualquier célula del cuerpo puede presentar el
fragmento de antígeno reconocible en su superficie y convertirse de esta manera en una
célula autopresentadora. Sin embargo, las células que presentan los antígenos producen
moléculas co-estimuladoras que son requeridas para la activación de las células T
citotóxicas, por lo tanto, si una célula T colaboradora o una citotóxica está involucrada,
el proceso de presentación del antígeno es el mismo, lo que difiere es el tipo de célula y
de proteína CMH. Aun así muy pequeñas variaciones en los péptidos antigénicos
mostrados pueden al final resultar en muy diversos grados de activación de las células
T.

Adicionalmente, los receptores de antígenos de las células T que actúan para reconocer
el complejo portador de antígenos propios y no propios, se vinculan con otras múltiples
vías intracelulares portadoras de señales que no serán descritas aquí, pero que forman
parte del proceso global de activación. Una vez que se ha producido el enlace con el
antígeno, la célula T se estimula, pero se mantiene aun en "ralentí" del mismo modo que
un motor en funcionamiento que aun no arrastra el automóvil, es aun una célula
T "ingenua".

Coestimulación

Una vez que la célula T ha sido estimulada por el contacto con el antígeno y puede por
lo tanto proliferar para formar un clon necesita aun reconocer una o más señales
coestimuladoras. La variedad y complejidad de las señales coestimuladoras es amplia y
puede ir desde el enlace adicional a otros receptores superficiales en las células
presentadoras de antígenos, hasta el contacto con sustancias químicas liberadas por otras
células. Lo importante que hay que saber es, que en dependencia de los receptores a los
que se enlaza el coestimulador, el linfocito ingenuo recibe el empujón final para
completar su proceso de activación o para abortar la activación completamente.

El linfocito T que ha tenido el contacto con el antígeno y con ello recibido la primera
etapa de la activación se vuelve tolerante al antígeno si no recibe la señal
coestimuladora; no es capaz de dividirse ni segregar sustancias activas como las
citoquinas. Este estado inactivo que no responde al antígeno se le conoce como anergia.
No se sabe con exactitud las razones de esta situación pero se asume que la duplicidad
de señales necesarias para la activación es una situación de seguridad para prevenir que
el sistema inmunológico pueda volverse contra nuestras propias células sanas.

Clonación y muerte de las células T

Una vez completada la activación, la célula T se agranda y prolifera para formar un clon
de células que se diferencian a fin de desarrollar las funciones típicas de cada clase de
células T, esta respuesta primaria alcanza un pico dentro de una semana después de
haber tenido la primera exposición al antígeno. Entonces ocurre un período de muerte
durante el cual las células T activadas sufren un proceso de apoptosis entre 7 y 30
días; la actividad efectora declina a medida que la cantidad de antígenos se reduce. Esta
eliminación programada y natural de los linfocitos T juega un rol protector crítico ya
que los linfocitos T activados son potencialmente nocivos. Ellos producen grandes
cantidades de citoquinas inflamatorias que pueden contribuir a la hiperplasia de los
ganglios linfáticos inducida por infección (un factor de riesgo en los daños malignos
linfáticos). Además después que las células T han "hecho el trabajo" resultan
innecesarias y por lo tanto desechables. En todos los casos persisten miles de células T
que se convierte en células de memoria y que duran incluso de por vida, lo que
proporciona un depósito de células T que pueden desarrollar una respuesta secundaria
rápida al mismo antígeno.

Funciones específicas de las diferentes células T.

A continuación un resumen de las funciones específicas de las diferentes tipos de


células T.

1.- Células T colaboradoras (TH): Son células reguladoras que juegan un rol central en
la respuesta inmunológica. Una vez estimuladas por el contacto con un antígeno
presentado por las CPA su función principal es estimular química, o directamente, la
proliferación de otros linfocitos T y B. De hecho sin la "dirección" de las células T
colaboradoras no hay respuesta inmunológica. Las citoquinas liberadas por las células T
colaboradoras no solo moviliza a las células inmunológicas y los macrófagos, ellas
también atraen a otros tiposglóbulos blancos (leucocitos) a la zona, amplificando
tremendamente las defensas innatas.

2.- Células T citotóxicas (TC): las también llamadas células T asesinas son las únicas
células T que pueden atacar directamente y matar a otras células. Se mantienen vagando
por los fluidos del cuerpo entrando y saliendo a la sangre y la linfa así como a los
órganos linfáticos en busca de células que muestren antígenos a los que ellas son
sensibles. Sus objetivos principales son las células infectadas por virus; pero también
pueden atacar a células de tejidos infectados por ciertas bacterias como el bacilo de la
tuberculosis o por parásitos; las células cancerosas; y las células foráneas introducidas al
cuerpo por transfuciones o trasplantes de órganos.

3.- Células supresoras (TS): Son células reguladoras al igual que las (TH) y segregan
citoquinas que suprimen la actividad de las células T y B. Esta acción previene la
actividad inmunológica descontrolada o innecesaria y pone fin a la respuesta
inmunológica una vez que el antígeno ha sido satisfactoriamente desactivado o
destruido.

4.- Células de hipersensibilidad retardada (TDH): Funcionalmente perece ser que su


actividad está vinculada a la promoción de las reacciones alérgicas llamadas reacciones
hipersensibles demoradas. Por la secreción de gamma interferón y otras citoquinas
movilizan los macrófagos a su estado asesino, y estos entonces adquieren la
responsabilidad de eliminar el antígeno.

Inmunodeficiencias
En las inmunodeficiencias el sistema inmunológico del individuo resulta fuertemente
deprimido generando muy poca o ninguna protección contra las enfermedades. Puede
ser congénita (se nace con ella) o adquirida durante el transcurso de la vida, y son
condiciones en las cuales la producción o funcionamiento de las células inmunológicas,
fagocitos (células defensivas que devoran patógenos) o complementos , es anormal.
La condición innata más devastadora se conoce como inmunodeficiencia severa
combinada que es el resultado de varios defectos genéticos que conducen a una marcada
deficiencia de linfocitos B y T. En uno de tales defectos se produce la enzima adenosina
deaminasa (ADA) defectuosa. Cuando falta la ADA normal los metabolitos (sustancias
que participan en el metabolismo celular) se acumulan y son letales para las células T.

Los niños que padecen de inmunodeficiencia severa combinada prácticamente no tienen


protección contra los organismos patógenos de cualquier tipo y deben ser atendidos
durante los primeros meses de vida ya que las infecciones menores, de poca importancia
para otros niños, se convierten en enfermedades mortales. Si la condición no se trata
resulta fatal, pero el trasplante con éxito de médula ósea mejora las posibilidades de
sobrevivir. Sin tal tratamiento la única posibilidades de sobrevivencia es aislando al
niño totalmente del ambiente detrás de una barrera (una burbuja plástica) que niegue el
acceso todos los agentes infecciosos.
Por su parte las inmunodeficiencias adquiridas, aunque son varias, tienen su
representante mas devastador en el síndrome de inmuno deficiencia adquirida (SIDA)
que invalida el sistema inmunológico al interferir con los linfocitos T colaboradores. El
tema ha sido tratado aquí.

Enfermedades autoinmunes
En ciertos casos, el sistema inmunológico pierde su habilidad
para distinguir entre nuestras propias células y los antígenos
foráneos. Al suceder esto, la "artillería" del sistema
inmunológico de dirige a la destrucción de las células propias produciendo anticuerpos,
digamos que autoanticuerpos, que activan las células T citotóxicas en el sentido de
destruir nuestros propios tejidos. Esta grave equivocación se llama autoinmunidad. Si la
autoinmunidad produce un estado de enfermedad, a ella se le llama enfermedad
autoinmune. La incidencia de estas enfermedades no supera normalmente el 5% de la
población y es bastante más frecuente en hembras que en varones.

Las enfermedades autoinmunes más comunes son:

1.- Esclerosis múltiple: un trastorno que destruye la materia blanca del cerebro y de la
médula espinal.

2.- Miastenia gravis: que afecta la comunicación entre nervios y músculos


esqueléticos.

3.- Enfermedad de Grave: que estimula la glándula tiroides a producir cantidades


excesivas de la hormona tiroxina.

4.- Diabetes mellitus tipo I: que destruye las células del páncreas (células beta)
encargadas de segregar la insulina (hormona encargada de regular el nivel de glucosa en
sangre), de modo que inhabilita a la persona a procesar adecuadamente los
carbohidratos. (Aquí hay una descripción de la diabates mellitus).

5.- Lupus eritematoso sistémico: una enfermedad sistémica (de todo el organismo)
que particularmente afecta la piel, los riñones, el corazón y los pulmones. (Aquí hay una
descripción del lupus).

6.- Glomerulonefritis: es una severa reducción de la actividad renal. (Aquí hay una
descripción de las glomerulonefritis.)

7.- Artritis reumatoide: una degeneración progresiva de las


articulaciones.
El origen de estas enfermedades, por errores del sistema inmunológico, no están del
todo aclaradas, pero se asume que alguno de los factores siguientes están involucrados:

1.- Programación inadecuada de los linfocitos: la ineficiente eliminación de los


linfocitos B y T fuertemente reactivos en contra de nuestras propias células, que debió
producirse durante su "educación" en el timo y la medula ósea, permitió que escaparan
al resto del cuerpo. Se cree que esta es la causa de la esclerosis múltiple.

2.- Aparición de auto-antígenos nuevos: aparecen en circulación proteínas propias que


nunca fueron expuestas al sistema inmunológico debido a: (1) mutaciones genéticas que
generan proteínas nuevas que aparecen en la superficie externa de las células; (2)
cambio en la estructura de los auto-antígenos por unión con haptenos o como
resultado de daños infecciosos. En ambos casos se convierten en blanco del sistema
inmunológico.

3.- Similitud entre los antígenos extraños y nuestros auto-antígenos: en ciertos


casos, los anticuerpos nacidos del contacto con un antígeno extraño se vuelven contra
nuestros auto-antígenos con determinantes muy similares. La enfermedad de personas
de edad avanzada, conocida como fiebre reumática, tiene este origen, debido a que los
anticuerpos formados contra las infecciones por estreptococos luego pueden causar
daños al corazón, articulaciones y riñones por esta vía.

Hipersensibilidades
Al principio se pensaba que nuestro sistema inmunológico tiene un objetivo puramente
defensivo al proporcionar protección contra las sustancias extrañas y microorganismos
que entran al cuerpo. Sin embargo, esta creencia debió ser abandonada más tarde al
descubrir peligros potenciales en él y que fueron nombrados hipersensibilidades o
alergias. Las alergias son el resultado de las respuestas inmunológicas que causan daños
a los tejidos a medida que el sistema inmunológico combate a lo que percibe como
dañino (como el polen o la caspa de los animales) aunque estos elementos no
representan en realidad ningún peligro para el organismo. Este tipo de antígeno se le
conoce como alergénico para distinguirlo de aquellos que producen una
respuesta inmunológica básicamente normal. Las alergias rara vez matan a las personas
pero su vida se vuelve incómoda cuando las padecen.

Las alergias se pueden clasificar en:

1.- Hipersensibilidades mediadas por anticuerpos: este tipo de alergia, mediada por
anticuerpos, puede ser de tipo aguda cuyos síntomas se manifiestan inmediatamente; o
subaguda, con síntomas que demoran entre una y tres horas en aparecer.

2.- Hipersensibilidades demoradas: la más importante de ellas está mediada por


células inmunológicas y lo común es que los síntomas demoren entre uno y tres días
para manifestarse.

Hipersensibilidades agudas (inmediatas)

Se les conoce también como reacciones alérgicas tipo I, y al más común de estos
estados se le llama anafilaxia y en ella, el primer contacto con el antígeno no produce
síntomas pero sensibiliza al individuo. El mecanismo de esta reacción no está aclarado
del todo, pero se sabe que cuando las células presentadoras de antígenos (CPA)
digieren el "intruso" presentan en su superficie (como es usual) sus fragmentos a las
células T . A partir de ahí se piensa que las células T segregan sustancias químicas
(interleucinas) que estimulan a las células B a madurar en células plasmáticas
productoras de inmunoglobulina IgE, las que expulsan grandes cantidades de ese
anticuerpo. Luego los IgE se enlazan a los mastocitos y basófilos y la sensibilización se
completa.

Cuando se produce en el futuro un nuevo contacto con el mismo antígeno la situación


está preparada para una respuesta inmediata, y se dispara la anafilaxia cuando los
antígenos se enlazan y entrecruzan con los anticuerpos IgE presentes en la superficie de
los basófilos y los mastocitos, y con ello, surja una reacción en cascada que causa que
los mastocitos y los basófilos produzcan una virtual inundación de histamina y otras
sustancias químicas inflamatorias, entre las que están prostaglandinas y varias
citoquinas. En conjunto, las sustancias liberadas producen la respuesta inflamatoria
típica de la anafilaxia.

Los estados anafilácticos pueden ser locales, o en el organismo en su conjunto


(sistémicos). Como los mastocitos son muy abundantes en el tejido conectivo de la piel
y debajo de las mucosas de los pasajes respiratorios y del tracto gastrointestinal estos
sitios son zonas comunes de reacciones alérgicas. La histamina causa que los vasos
sanguíneos se dilaten y se vuelvan más permeables, y por ello se le considera como
agente causante de los síntomas clásicos de anafilaxia: la rinorrea (escurrimiento nasal);
el escozor y el enrojecimiento de la piel; y los ojos llorosos. Si el alergénico se inhala se
producen síntomas de asma debido a que la musculatura lisa de las paredes de los
broquiolos se contraen restringiendo la entrada de aire por esos conductos respiratorios.
En el caso de que el alergénico se ingiera a través de la comida, o en algún
medicamento, entonces se produce malestar gastrointestinal como vómitos, diarreas o
cólicos. El uso de antihistamínicos puede ayudar a aliviar estas reacciones.

Un tipo severo de anafilaxia, conocido como choque anafiláctico, que tiene alcance
sistémico e involucra a todo el cuerpo, es una situación, por fortuna, bastante rara y
típicamente sucede cuando el alergénico entra directamente al cuerpo y circula
rápidamente por él. Se puede producir, por ejemplo, en las picadas de insectos o
después de la inyección con sustancias no propias (como la penicilina) en los individuos
susceptibles.
El mecanismo de acción del choque
anafiláctico es en esencia el mismo que para las reacciones locales, pero cuando los
basófilos y los mastocitos están activados a lo ancho de todo el cuerpo la respuesta
puede ser una amenaza para la vida. Los bronquiolos se contraen haciendo difícil
respirar, y la repentina vasodilatación y pérdida de fluidos desde el torrente sanguíneo
puede causar el colapso circulatorio por demasiada baja presión conduciendo a la
muerte en minutos.

Algunas personas sufren de una respuesta hipersensible inmediata ante un alergénico


ambiental sin que haya habido sensibilización con anterioridad, digamos que tiene una
tendencia inherente y espontánea a este tipo de reacción desde el primer contacto. A
estos tipos de respuesta alérgica se les conoce como atópicas. Los individuos
hipersensibles de este tipo cuando se encuentran con el alergénico apropiado, aunque
sea en pequeña cantidad, rápidamente desarrollan urticarias, rinitis alérgica o síntomas
de asma.
Es típico que las reacciones agudas duren menos de una hora.

Hipersensibilidades subagudas

Al igual que el tipo inmediato, las hipersensibilidades subagudas tienen su origen en los
anticuerpos, pero en estos casos son los IgG y los IgM los involucrados en lugar de los
IgE. La aparición de los síntomas es más tardía, entre 1 y 3 horas y su duración mayor,
entre 10 y 15 horas. Este tipo de hipersensibilidad se puede recibir a través de la
inyección del plasma sanguíneo de otra persona sensible que contenga los anticuerpos.

Se pueden destacar en este tipo de reacciones:

1.- Las reacciones citotóxicas: también llamadas hipersensibilidades tipo II que


ocurren cuando los anticuerpos se enlazan a un antígeno en células específicas y la
consecuente estimulación a la fagocitocis y la lisis celular mediada por el sistema del
complemento . Puede ocurrir durante las transfusiones de sangre equivocada, en las
cuales la reacción se dirige a la lisis de los glóbulos rojos por el complemento.

2.- Las hipersensibilidades complejo inmune: conocidas también como


hipersensibilidades tipo III resultan cuando los antígenos están ampliamente
distribuidos en todo el cuerpo o en la sangre, y el complejo antígeno-anticuerpo no
puede ser eliminado en un área en particular, por ejemplo, cuando hay una infección
persistente o en alguna situación en la que se forman enormes cantidades de complejos
antígeno-anticuerpo. Se produce una intensa inflamación, completada con la lisis celular
mediada por complemento y la muerte de células a manos de los neutrófilos. Todo ello
conduce a severos daños de los tejidos locales.

Este tipo III de hipersensibilidades está involucrado en muchos tipos de respuesta


alérgica como en el pulmón del granjero, glomerulonefritis, lupus sistémico eritematoso
y la artritis reumatoide (una degeneración progresiva de las articulaciones).

Hipersensibilidades demoradas o tipo IV

La aparición de los síntomas de la reacción es mucho más tardía (toma entre 1 y 3 días)
comparadas con las reacciones mediadas por anticuerpos. El mecanismo de este tipo de
reacción es similar al de la respuesta inmunológica mediada por células. La diferencia
radica en que la respuesta "normal" a un tipo de patógenos depende de la acción directa
de las células T citotóxicas contra un antígeno específico, mientras que en las respuestas
hipersensibles tipo IV involucra tanto a los linfocitos T citotóxicos como a los llamados
linfocitos T de hipersensibilidad demorada, y depende en gran medida de los
macrófagos activados por citoquinas. Como el mediador principal de estas respuestas
inflamatorias son citoquinas los medicamentos antihistamínicos no son útiles y se usan
corticosteroides para producir alivio. Se puede adquirir este tipo de hipersensibilidad a
través de transfusiones de sangre (entera) que porte los lifocitos T involucrados y que
inician la respuesta.

Una de las formas más comunes de la hipersensibilidad demorada es la dermatitis


alérgica por contacto la que sucede después que la piel ha tenido contacto con ciertos
alergénicos presentes en la hiedra venenosa, ciertos metales pesados y algunas
sustancias químicas presentes en los cosméticos, desodorantes etc. La actuación como
haptenos de estos agentes después de atravesar la piel, hace que su enlace a algunas
proteínas propias sean percibidos como proteínas extrañas por el sistema inmunológico.

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