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Declarando lo que Viene

“Mientras la tierra permanezca, habrá cultivos y cosechas, frío y calor, verano e invierno, día y
noche”. Génesis 8:22

El principio de la siembra y la cosecha es antiquísimo, y ha sido aplicado desde tiempos remotos


en el cultivo terrenal para beneficio de los agricultores; sin embargo, el apóstol Pablo, refiriéndose
a la ofrenda que la iglesia de Corinto iba a dar para sus hermanos de Jerusalén, utilizó la
enseñanza de la siembra y la cosecha para motivarla, pues “toda verdad natural es paralela a una
verdad espiritual”. La siembra es una ofrenda con un objetivo específico. Para apreciar aún más la
importancia de sembrar en el Reino de Dios con nuestras finanzas, bienes y con nuestra propia
vida, comenzaremos leyendo lo dicho por el Señor Jesús en Juan 12:24, en donde se deja claro que
para una cosecha efectiva, debe haber muerte de la semilla, es decir, que debes olvidarte de tu
semilla, y enfocarte en la cosecha que viene. En tal sentido, vemos que Abraham ofreció a Isaac en
sacrificio (lo sembró) cuando Dios lo puso a prueba, y fue bendecido abundantemente (Génesis
22:16-18), pues aunque Isaac no murió físicamente, para Abraham, ya él estaba muerto (Hebreos
11:19). Allí podemos ver un poderoso principio de Reino, para obtener una gran cosecha:

SIEMBRA, AUNQUE TUS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES NO TE APOYEN… SIEMBRA, PUES ESE ACTO
ACOMPAÑADO DE LA PALABRA DE FE, TE PROYECTARÁ A DONDE QUIERES LLEGAR (Salmo 126:5-
6).

Abraham no estaba sembrando sin sentido. Él lo hacía, porque Dios le había dado una Palabra; y
“por fe”, ofreció a su hijo sin titubear, declarando la providencia de Dios (Génesis 22:8), confiado
en que Él tenía el poder para volverlo a la vida, y cumplir así con Su Pacto. Asimismo, cuando la
iglesia de Corinto estaba dispuesta a sembrar, el apóstol le recuerda por qué sembrar:
“Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos. Y,
cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios” (2 Corintios 9:11).

De esta forma, recordemos siempre algunos principios de Reino acerca de la siembra:

La siembra debe ser un estilo de vida (Eclesiastés 11:6).

La cosecha es un hecho (Gálatas 6:7).

Puedes cosechar bastante rápido, pero no existe una cosecha instantánea (Gálatas 6:9; Marcos
4:28-29).

La mejor tierra para sembrar es el Reino de Dios (Gálatas 6:10). ¡Apunta a lo excelente!
Tu siembra determina tu futuro (2 Corintios 9:6-8; 1 Corintios 15:37). ¡Visualiza lo que quieres
cosechar!

La cosecha dependerá del tipo de semilla que siembres (Génesis 1:11; 1 Corintios 15:38). Hay
personas que siembran dinero, y quieren cosechar bienes; siembra conforme a lo que quieres
cosechar.

¿Qué esperas para sembrar?

“El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca
cosecha” (Eclesiastés 11:4).

Siembra en buena tierra, confiesa la Palabra, y disfruta tu cosecha, la cual te preparará para tus
próximas siembras.

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