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Las Obligaciones

Segundo Semestre 2012


Universidad de Talca

Clase N°1

Apuntes correspondientes al libro“De las Obligaciones” del profesor René Ramos Pazos.
Completado con los textos siguientes:

- “Las obligaciones”, Tomos I y II. René Abeliuk. Editorial Jurídica. 5ta ed. Santiago. 2010.
- “Obligaciones”. Daniel Peñailillo. Editorial Juridica. 1era ed. Santiago. 2009.
- “El estado de necesidad en el derecho francés y el derecho comparado”. Carlos Hecker. Actualidad Jurídica,
Universidad del Desarrollo, Año X, n° 19, Tomo I, pp. 139-207.
- “Explicaciones de Derecho Civil, Tomo II, Obligaciones”. Gonzalo Ruz. LegalPublishing. 1era edición
Santiago. 2011

Elaborado para la Facultad de Derecho de la Universidad de Talca


Profesor: Carlos Hecker
Las OBLIGACIONES

Generalidades

Derechos Reales y Derechos Personales


El Código Civil señala en el artículo 576 que “las cosas incorporales son derechos reales o
personales” y luego, el artículo 578 define los derechos personales como aquellos que sólo puede
reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas.
Pues bien, las nociones de derecho personal y obligación son correlativas, representan dos
caras de la misma moneda.
Se hablará de derecho personal o de obligación, según la relación entre los sujetos se mire
desde el punto de vista del acreedor o del deudor.

Concepto de Obligación
Tradicionalmente se defina la obligación como el vínculo jurídico entre dos personas
determinadas, deudor y acreedor, en virtud del cual el primero se encuentra en la necesidad
jurídica de dar, hacer o no hacer algo a favor del segundo.
Que se trate de un vínculo jurídico significa que nos encontramos ante una relación
protegida por el derecho, lo que hace la diferencia entre las obligaciones y otros deberes, como los
morales.
Si el deudor no cumple con su prestación, puede ser compelido a hacerlo, respondiendo de
ella con su patrimonio.
Sobre el particular, el artículo 2465 del Código Civil expresa que “toda obligación
personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o
muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables” Esta
norma consagra lo que se conoce como Derecho de Prenda General, denominación inadecuada,
pues no hay propiamente un derecho de prenda, que es un derecho real. Este nombre tiene
solamente el valor de una metáfora.
Tradicionalmente las definiciones que la doctrina ha dado de la voz obligación incorporan
la subordinación del deudor hacia el acreedor. Sin embargo, la tendencia actual es a corregir este
criterio absolutista, reconociéndose derechos al deudor e imponiéndose deberes al acreedor.
Ello lleva a Fueyo a definir la obligación como una relación de derecho entre dos o más
personas, en cuya virtud una parte tiene el deber jurídico de satisfacer una prestación determinada
a favor de otra, a la vez que tiene el derecho a que el poder del acreedor no se exceda en sus
límites, y a ser liberada al tiempo del cumplimiento, y la otra parte la facultad de exigir tal
prestación, aún coercitivamente, a la vez que el deber de no excederse en su pretensión.”
Elementos Constitutivos de la Obligación
Se discute e doctrina sobre lo que en esencia constituye la obligación.
a) Para algunos consiste en el deber del deudor de observar determinado comportamiento
frente al acreedor.
En este sentido, toda obligación importa una restricción de libertad del deudor, situación a
la que se pondrá fin con el cumplimiento de la obligación.
Si el deudor no cumple, el acreedor hará efectivo su crédito en el patrimonio de aquél,
pero esta afectación de los bienes del deudor no forma parte de la obligación. El incumplimiento
de la obligación genera un ilícito que hace nacer una nueva obligación: la de indemnizar.
b) Frente a esta concepción se alza otra que pone el acento en la responsabilidad del
deudor. De acuerdo con ella, lo que en esencia constituye la obligación es el hecho que el
patrimonio del deudor queda afecto a su cumplimiento.
No es el deber lo esencial de la obligación, sino que la esencia de la obligación se
encuentra siempre en el resultado final al que tiende, esto es, que el acreedor quede satisfecho con
cargo al patrimonio del deudor; el derecho de crédito recae sobre el patrimonio.
Desde un punto de vista práctico puede ser importante la diferencia conceptual para
explicar, por ejemplo, la naturaleza jurídica:
−De las obligaciones naturales. En ellas se encuentra presente el elemento deber, pero faltaría el
elemento responsabilidad.
−De la fianza en que el deudor no obstante no ser deudor, asume una obligación ajena. Esto
último es discutible si se piensa que el fiador también es deudor, si bien no del mismo grado que
el deudor principal.

Sujetos de la Obligación: Acreedor y Deudor


Los sujetos de toda obligación son el acreedor y el deudor.
El acreedor es el titular del derecho personal o crédito en virtud del cual puede exigir del
deudor una determinada prestación.
El deudor es quien debe dar, hacer o no hacer algo a favor del acreedor.
En los contratos bilaterales, ambas partes tendrán el carácter de acreedoras y deudoras, de
sus respectivos derechos y obligaciones.
Los dos sujetos tienen que ser personas determinadas o a lo menos determinables.
En doctrina se discute si es indispensable para el nacimiento del derecho y de la
obligación correlativa, que el sujeto exista con anterioridad.
En general se estima que deben existir, si bien es posible que en ciertas fases del desarrollo
de la obligación hay aun sujeto no plenamente determinado, como sucede en las obligaciones
proper rem o en el caso de la obligación de recompensa al que hallare una especie extraviada, si
bien en este último caso es discutible si la obligación nace con la oferta o cuando ella es aceptada.
Tanto el deudor como el acreedor pueden ser una o varias personas, desde que, de acuerdo
con el artículo 1438, cada parte de un contrato puede ser una o muchas personas.
Cabe mencionar que frente a la concepción clásica que entiende la obligación como una
relación entre dos personas, acreedor y deudor, surgen doctrinas nuevas que ven más bien una
relación de patrimonios considerados como personalidades abstractas.

Objeto de la Obligación
El objeto de la obligación es la prestación a que se obliga el deudor.
Consiste en un determinado comportamiento, positivo o negativo que el deudor asume a
favor del acreedor. Empleando el lenguaje del Código es lo que el deudor debe dar, hacer o no
hacer.
En las obligaciones de dar y en las de entregar, la cosa que debe darse o entregarse, se
incorpora al objeto de la obligación.

Características de la Prestación
La prestación debe reunir las siguientes características:
− Deber ser física y jurídicamente posible
− Debe ser lícita
− Debe ser determinada o a lo menos determinable

a) Física y Jurídicamente Posible


Que sea posible quiere decir que se debe poder realizar.
La imposibilidad de la prestación puede ser absoluta, cuando no se puede cumplir bajo
ningún respecto; o relativa, cuando objetivamente no hay imposibilidad, pero para el deudor la
prestación no es realizable.

b) Debe ser lícita


Que la prestación sea lícita significa que no debe estar prohibida por la ley ni ser contraria
a las buenas costumbres o al orden público (artículo 1461 inciso 3°)

c) Debe ser determinada o a lo menos determinable


Que sea determinada, importa decir que la prestación debe encontrarse precisada,
identificada.
Que sea determinable significa que pueda llegar a definirse sin necesidad de un nuevo
acuerdo por las partes.
Así ocurre, por ejemplo, con las obligaciones alternativas o en el caso del artículo 2462
inciso 2°, conforme al cual, cuando la obligación es de dar una cosa, la cantidad puede ser incierta
con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para determinarla.

¿Debe la Prestación tener Contenido Patrimonial?


Savigny y algunos juristas de la escuela histórica así lo entendieron. Así ocurría también
en el Derecho Romano, en que se consideraba de la esencia de la obligación el que la prestación
tuviera un valor pecuniario.
A partir de mediados del siglo XIX, algunos autores comienzan a distinguir:
− La prestación en sí
− El interés del acreedor
La prestación en sí debe siempre tener contenido patrimonial pues, en caso, contrario, no
se podría ejecutar la obligación en el patrimonio del deudor.
Pero el interés del acreedor no requiere contenido patrimonial; puede perfectamente ser
patrimonial, pero también moral, humanitario, científico, artístico, etc.
Capítulo 1: El Patrimonio
Se define en términos muy generales como un conjunto de derechos y obligaciones
susceptibles de apreciación pecuniaria.
El patrimonio es distinto de los bienes que lo componen. Así se desprende del artículo
2465 del Código civil, que establece: “Toda obligación personal da al acreedor el derecho de
perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el artículo 1618”.
Cuando un acreedor quiere hacer efectiva la deuda, lo puede hacer sobre todos los bienes
del deudor, tanto presentes como futuros.
El concepto de patrimonio como atributo de la persona es distinto, tanto de la noción de
bienes que forman parte del activo de un sujeto, como de cada uno de esos bienes que lo
componen, individualmente considerados. De ahí que podamos metaforizar sobre él para intentar
explicarlo, señalando -por ejemplo-que el patrimonio es un continente, cuyo contenido puede
estar desierto o poblado de bienes que lo compongan.
Gonzalo Figueroa, autor de una obra titulada precisamente “El patrimonio”, expone
citando a otro autor que el patrimonio puede ser explicado siguiendo un razonamiento
cronológico por etapas:
En una primera etapa, el hombre se apropia de algunas cosas que existen en su entorno y
que le son útiles. Estas cosas podemos llamarlas bienes y el hombre por ese acto se apodera de los
bienes. Jurídicamente, esta etapa nos revela el nacimiento del Derecho real. Ese hombre puede
tener excedentes de bienes, pero escasez de otros que sí detiene otra persona, naciendo de ese
modo la necesidad de intercambiarlo, el trueque, que jurídicamente conocemos como permuta.
En una segunda etapa, que se inicia con la invención de la moneda como medio de
cambio, nos refleja la situación que se produce cuando un hombre no tiene en su poder lo que otro
necesita para ofrecérselo, pero tiene monedas o valores, para adquirirlo. Jurídicamente ha nacido
la compraventa.
En una tercera etapa, es posible que el hombre no disponga ni de bienes ni de monedas,
pero sí de la posibilidad de disponer de ellos en el futuro, sea por ejemplo, porque es agricultor
que tiene una cosecha prevista para la próxima temporada o un industrial que tiene una invención
o diseño en fase de prueba. Puede que haya un interesado en entregarle bienes o monedas a
cambio de la esperanza de recibir otro tanto más tarde, nace así el crédito y consiguientemente la
obligación, donde se visualiza la sujeción material del deudor al acreedor.
Una cuarta etapa nos pone en la posibilidad que tiene el acreedor de hacer que el deudor
trabaje para él produciendo los bienes que recibió a fin de cumplir con su obligación, también al
acreedor le asiste la posibilidad de apoderarse de los bienes del deudor, la cosecha o la invención,
con el objeto de apropiárselos o de venderlos a terceros y con su producto satisfacer la deuda.
Evidentemente que en nuestros días no es la persona misma del deudor la que responde
del crédito, sino la totalidad de los bienes de éste, totalidad que es el elemento esencial que toma
en cuenta el acreedor al momento de otorgar el crédito. El acreedor no está interesado en los
bienes en particular, sino en la totalidad de ellos y aún más, en saber si ese deudor tiene otros
acreedores, pues sabe que en ese caso no es a la totalidad de la torta a la que él podrá optar, sino a
una parte de ella en la que concurrirá con los otros acreedores. Ha nacido el concepto jurídico del
patrimonio, considerado como el conjunto de bienes de una persona considerados en su valor
económico.
De ahí que, tal vez, por todas las instituciones que ha recorrido el patrimonio para
consolidarse en su noción jurídica, no tenga un tratamiento orgánico dentro de la estructura o
esquema del Código de Bello, es decir, no encuentra ningún tratamiento específico; sólo algunas
disposiciones aisladas se refieren a él. Sin embargo, nadie puede desconocer que nuestro Código
civil es un Código patrimonial.
El Código habla de patrimonio en unos 40 artículos. Entre estas disposiciones un tanto
aisladas se encuentran:
El Art. 85: Del patrimonio del desaparecido: “Se entienden por herederos presuntivos del
desaparecido los testamentarios o legítimos que lo eran a la fecha de la muerte presunta.
El patrimonio en que se presume que suceden, comprenderá los bienes, derechos y
acciones del desaparecido, cuáles eran a la fecha de la muerte presunta”.
El Art. 534: También habla del patrimonio, pero del pupilo: “Si los frutos del patrimonio
del pupilo fueren tan escasos que apenas basten para su precisa subsistencia, el tutor o curador
será obligado a servir su cargo gratuitamente; y si el pupilo llegare a adquirir más bienes, sea
durante la guarda o después, nada podrá exigirle el guardador en razón de la décima
correspondiente al tiempo anterior”.
El Art. 549: Nos da una idea importante de qué es patrimonio: “Lo que pertenece a una
corporación, no pertenece ni en todo ni en parte a ninguno de los individuos que la componen; y
recíprocamente, las deudas de una corporación, no dan a nadie derecho para demandarlas, en todo
o parte, a ninguno de los individuos que componen la corporación, ni dan acción sobre los bienes
propios de ellos, sino sobre los bienes de la corporación.
Sin embargo, los miembros pueden, expresándolo, obligarse en particular, al mismo
tiempo que la corporación se obliga colectivamente; y la responsabilidad de los miembros será
entonces solidaria, si se estipula expresamente la solidaridad.
Pero la responsabilidad no se extiende a los herederos, sino cuando los miembros de la
corporación los hayan obligado expresamente.
Si una corporación no tiene existencia legal según el artículo 546, sus actos colectivos
obligan a todos y cada uno de sus miembros solidariamente”.

A) En qué consiste el patrimonio


Retomemos la idea de la corporación. En una corporación existen socios, una cosa es
hablar del patrimonio de la corporación y otra cosa del patrimonio de los socios. Los acreedores
sólo podrán hacer efectiva la deuda en el patrimonio de la corporación y no en el de los socios.
La situación inversa es también dable respecto de los acreedores de los socios, pues ellos
no pueden hacer efectiva la deuda en el patrimonio de la corporación.
De ahí que sólo es posible entender la separación de responsabilidades en la medida que
existe una concepción de patrimonio que sigue a la persona, es decir, como un atributo inherente a
ella. La persona jurídica no es confundible con las personas naturales que la componen. Los
socios tienen su patrimonio en cuanto son personas y la sociedad o corporación el suyo también
por la misma razón.
El patrimonio, entonces, es más complejo que la suma de los activos de las personas, pues
él comprende, además, la suma de pasivos u obligaciones.
Ello explica que el concepto de patrimonio sea difícilmente explicable sin recurrir a la
noción de universalidad jurídica.
Introduzcámonos en esta noción compleja: Las cosas pueden dividirse en cosas
universales y singulares:
1) Cosas universales: Son en realidad un conjunto de cosas, que para efectos prácticos se
consideran como un todo, a fin de poder disponer de ellas. En efectos prácticos, la ley considera
como un todo unitario, por ejemplo, la biblioteca.
2) Cosas singulares: Son aquellas que tienen una forma unitaria, constituyen una unidad,
materialmente una sola cosa.
El Código civil se refiere a algunos casos de universalidades, como las colecciones
científicas o artísticas, los bosques, etc. Existen dos tipos de cosas universales o universalidades.
1) Las universalidades de Hecho: Que son aquellas donde el carácter unitario de la universalidad
está determinado por el hombre en razón de una funcionalidad especial o particular de la cosa.
Ejemplifiquemos, una vez más, con la biblioteca, donde cada uno de sus componentes puede ser
considerado individualmente, sin embargo -en su conjunto-, la biblioteca cumple una
funcionalidad distinta de cada uno de sus componentes.
2) Las universalidades de Derecho: Son aquellas donde el carácter unitario de la universalidad
está determinado por la ley. Aquí situamos entonces la noción de patrimonio. Pensemos para
aclarar la situación en la herencia, que no es más que el patrimonio de una persona difunta, ella
está constituida por bienes y deudas que son transmisibles a sus herederos. La ley no habla de los
bienes que la conforman o de las deudas que la cargan, habla simplemente de la herencia como
una unidad.
Por ello un mendigo tiene patrimonio, a pesar de no tener siquiera dónde vivir y no
disponer de cosas de valor.

B) Breve análisis de las teorías acerca del patrimonio


Veremos dos teorías:
- La teoría clásica o subjetiva.
- La doctrina finalista u objetiva
1) La teoría clásica o subjetiva
La teoría clásica del patrimonio fue formulada, en un primer momento por Zachariaie y
luego fue perfeccionada por Charles Aubry y Charles Rau en el siglo XIX.
Ellos imaginaron una concepción del patrimonio, como dice Figueroa, como una
proyección de la personalidad y por consiguiente, como una garantía de la libertad de los
individuos. En otras palabras, ellos conciben el patrimonio como un atributo de la persona, por lo
que no es consustancial a la idea de que haya efectivamente bienes u obligaciones que lo
compongan para que el patrimonio exista, pudiendo, por lo tanto, en algún momento no tener ni
activos ni pasivos y aun con todo esto no perder su condición de atributo de la personalidad; lo
que exige sí es que siempre haya un titular. Este patrimonio en la concepción analizada es uno e
indivisible. Aubry y Rau agregaban, además, la característica de que el patrimonio era
intransferible.
Son características principales del patrimonio para esta teoría:
- Es una universalidad jurídica: Esto significa que su composición orgánica es tomada como un
todo unitario. Independientemente de que esté compuesto por activos y pasivos, e
independientemente además que de la suma o resta de ellos haya un saldo positivo de activos o
negativo de deudas. De ahí que un patrimonio puede estar constituido exclusivamente de
deudas.
- Es un atributo de la personalidad: Es decir, es una proyección de la persona, de su titular.
- Es incomerciable: El patrimonio está fuera del comercio humano, no se puede vender, arrendar
o donar.
- Es inalienable: O sea, es inseparable de la persona de su titular por acto entre vivos.
- Es indivisible: Del mismo modo que lo es la persona de la que procede.
- Es imprescriptible: No se pierde ni se adquiere por prescripción.
- Es inembargable: Sin perjuicio de que puedan embargarse los bienes que lo integran.

2) La doctrina finalista u objetiva


Ella proviene de autores alemanes, pero fue igualmente seguida por autores franceses. Los
alemanes trabajaron sobre una concepción del patrimonio objetiva, es decir, no abstracta, que no
estuviera vinculada necesariamente a la persona y que no constituyera, en consecuencia, un
atributo de la personalidad.
Ellos parten de la base que ciertas universalidades están desvinculadas de las personas,
pero están unidas por una finalidad común, los bautizaron como “patrimonios de afectación”.
Partiendo de la base de que Ihering había definido los derechos subjetivos como un interés
jurídicamente protegido, nada obstaba para concluir que el ordenamiento jurídico podía querer
proteger no sólo personas sino intereses, finalidades u objetivos determinados.
Esta concepción de patrimonio no desconoce la existencia de un titular atrás de esta
finalidad común, lo que sucede es que estos titulares pueden ser directos o indirectos.
El patrimonio de afectación se diferencia entonces en que el patrimonio no es atributo de
la personalidad y que puede haber patrimonio sin un titular directo, lo que sucede es que lo que
prima es la afectación a un fin. De ahí que una persona pueda, según esta teoría, detentar varios
patrimonios.
En Chile, en cambio, la idea de patrimonio no es considerarlo sólo o enteramente como un
atributo de la personalidad, puesto que se puede tener varios patrimonios a la vez, sin embargo,
tampoco lo considera enteramente un patrimonio de afectación.
Podemos decir que Andrés Bello considera teóricamente el patrimonio a partir del
desarrollo de la noción de universalidad.
Veíamos que hay universalidades de hecho, que son un conjunto homogéneo o
heterogéneo de cosas reunidas por la voluntad de una persona para un fin determinado o un
destino preciso. Son, en general, activos. Y que también hay universalidades de derecho, que son
un complejo de relaciones jurídicas, activos y pasivos, creadas en la ley, que pertenecen al mismo
sujeto: la herencia.
La ley chilena desarrolla la idea de patrimonio precisamente a partir de la noción de
universalidad jurídica, si se examina bien lo que viene de ser anotado, ambas teorías tienen en la
universalidad el punto en común; sólo se diferencian en que el factor vinculante en la clásica o
subjetiva es la persona, mientras que en la objetiva es el fin común.
El patrimonio como universalidad se caracteriza básicamente por la heterogeneidad de los
bienes que la componen, por la unión ideal de todos estos bienes, por la coexistencia de bienes y
obligaciones, por la funcionalidad de estos componentes en el sentido que los activos sirven para
saldar los pasivos, por la fungibilidad de los mismos y por la posibilidad de ser subrogados
constantemente. Todos estos efectos, como veremos más adelante, permiten explicar fluidamente
el derecho de prenda general de los acreedores.

C) Los derechos patrimoniales y los derechos extrapatrimoniales


La doctrina clásica divide los derechos subjetivos privados en patrimoniales y
extrapatrimoniales, siendo los primeros, en términos muy básicos, los directamente avaluables en
dinero, y que por lo mismo, integran el patrimonio de la persona. Mientras que los
extrapatrimoniales mirarían a la persona como individuo (derechos de la personalidad) o como
miembro de una familia (derechos de familia), y no representan en sí mismos un valor en dinero.
La verdad sea dicha, en la dogmática actual esta división y, sobre todo, la definición, no se
justifica ya en términos tan marcados.
Nadie discute que tanto los derechos de la personalidad como los derechos de familia
pueden producir efectos pecuniarios, ya sea cuando son vulnerados y hacen nacer el derecho de
demandar indemnización de perjuicios por daño moral, por ejemplo, que se le reconoce a toda
persona, incluyendo -por cierto- a las personas jurídicas cuando ese daño moral tiene contenido
patrimonial, o más claramente aún en materia de familia, donde se distinguen los derechos de
familia patrimoniales y los puramente extrapatrimoniales.
En efecto, el derecho y su obligación correlativa de alimentos, el derecho legal de goce
sobre los bienes del hijo por parte del padre o la madre que tiene la patria potestad, etc.,
indiscutiblemente son derechos patrimoniales aun cuando se ubican dentro del derecho de familia.
Por otro lado, los derechos y obligaciones entre padres e hijos para el cuidado de éstos, podríamos
decir que son extrapatrimoniales puros, lo mismo el derecho y deber de fidelidad, socorro mutuo
etc., entre los cónyuges. Sin embargo, estos derechos al ser lesionados o estos deberes al ser
inobservados producen consecuencias pecuniarias; lo vemos cuando el padre o madre no asumen
el deber de cuidado, pues pueden ser privados de la administración de los bienes del hijo, o
cuando se produce la infidelidad, pues el o la cónyuge víctima de la infidelidad puede pedir la
disolución de la sociedad conyugal, el divorcio y hasta demandar perjuicios por el daño moral
sufrido.
Nos dice el profesor R. Abeliuk que, a pesar de todo, “los derechos de familia con efectos
pecuniarios difieren fundamentalmente de los propiamente patrimoniales, porque en general están
sujetos a una reglamentación imperativa y obligatoria por el legislador, mientras que respecto de
los últimos, habitualmente éste sólo da normas supletorias de la voluntad de las partes, quienes
son libres para crearlos ilimitadamente”.
Pero este argumento puede ser utilizado en contra, pues los flujos privatizadores o
publicizadores (el constitucionalismo del derecho privado) son una muestra de que en el Derecho
patrimonial la intervención del legislador, limitando la soberanía de los sujetos para la
contratación, es importante.
Concluyamos entonces que el patrimonio de una persona está compuesto también por
derechos de contenido extrapatrimonial y, obviamente, por los derechos pecuniarios que éstos
puedan dar origen.

1) Los derechos patrimoniales dentro de la estructura de la relación jurídica de contenido


patrimonial: Los derechos reales y los derechos personales
Según Jaime Guasp, el Derecho “es un conjunto de relaciones entre hombres que la
sociedad establece como necesarias en un momento dado”. El Derecho es, por lo tanto, un
conjunto de relaciones jurídicas que pueden tener contenido patrimonial o extrapatrimonial.
Los derechos patrimoniales se clasifican también, tradicionalmente, en reales y personales
o de crédito.
El estudio de la relación jurídica patrimonial de contenido real es lo que denominamos
“teoría de los bienes”. La relación jurídica patrimonial de contenido personal es lo que
denominamos “teoría general de las obligaciones”.
Se enseña que el ser humano aprovecha las cosas materiales, de las cuales obtiene utilidad
de dos maneras, una en forma directa y otra en forma indirecta.
El beneficio de la cosa se logra directamente ejercitando un derecho real (Art. 577), que
“es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada persona”.
Así definido, en el derecho real existe una relación directa entre el titular del derecho y la
cosa en que se ejerce, y por ello los romanos hablaban de iure in re, derechos en la cosa, lo que -
en todo caso- pareciera colocar al titular fuera de la relación jurídica, lo que es un absurdo.
La utilización directa de las cosas la obtiene el hombre por intermedio de otra persona, a la
cual coloca en la obligación de dar un cosa, de hacer algo o de abstenerse de hacer algo. Así
concebido, se nos presentan los derechos personales o de crédito (Art. 578) como “los que sólo
pueden reclamarse de ciertas personas que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas”.
El derecho personal se caracteriza pues, fundamentalmente porque en él no existe una
relación directa entre el titular del derecho y la cosa, sino un vínculo entre personas: acreedor y
deudor; en consecuencia, el titular del crédito tiene una relación indirecta con la cosa, y por ello
los romanos hablaban de iure ad rem, derecho a la cosa.
Decíamos que diferenciar el derecho real del derecho personal por la relación directa sobre
la cosa, en el primer caso, o indirecta en el segundo es un absurdo, ya que para obtener la cosa
hay que recurrir al otro sujeto de la relación. En efecto, Marcel Planiol imponía la lógica cuando
señalaba que no existen relaciones jurídicas entre el ser humano y las cosas, sino únicamente entre
personas; en el derecho real esta relación se presentaría entre su titular y todo el resto de la
humanidad, obligada a respetar y no turbar el ejercicio del derecho por parte de aquél. La
distinción pues, entre derecho real y derecho personal, se reduciría a que en éste hay una relación
entre sujetos determinados, y en el derecho real, con todas las demás personas.
Esta doctrina ha sido criticada partiendo de la base que esta obligación negativa y vaga del
sujeto pasivo no sería propiamente una obligación, por lo que no figuraría en el pasivo de nadie.
La obligación es un vínculo entre personas determinadas y forma parte del pasivo del patrimonio
de todo sujeto.

2) Diferencias entre derecho real y derecho personal


La doctrina clásica que sigue nuestro Código civil establece que la diferencia fundamental
entre derecho real y derecho personal consiste en que en el derecho personal hay una relación
directa entre personas, pero indirecta respecto de la cosa, mientras que en el derecho real, entre la
persona y la cosa existe una relación directa.
Sigamos al profesor Abeliuk en estas diferencias:
a) El derecho real es absoluto, en el sentido de que puede hacerse valer contra cualquier persona,
mientras que el derecho personal es relativo, pues solamente puede hacerse efectivo en la o las
personas que hayan contraído la obligación correlativa.
b) El derecho real otorga a su titular la facultad de perseguir la cosa en que está ejerciendo su
derecho, en manos de quien se encuentre (da nacimiento a una acción real que se ejerce contra
quien impida el ejercicio del derecho real). El derecho personal sólo da acción contra el deudor,
o sea, origina una acción personal, en que se encuentra predeterminada la persona contra la cual
se dirigirá.
c) En el derecho real existen dos elementos; el sujeto, titular del derecho y la cosa. En el derecho
personal hay tres: sujeto activo o acreedor, sujeto pasivo o deudor y la prestación debida, la
cual, a diferencia del derecho real en que siempre se trata de una cosa, puede recaer en una
cosa, pero también en un hecho o en una abstención. Además, en el derecho real la cosa debe
ser una especie o cuerpo cierto, mientras que en la obligación puede determinarse en forma
genérica.
d) Los derechos reales son numerus claussus, es decir, se encuentran taxativamente enumerados y
establecidos por la ley, mientras que los derechos personales son numerus appertus, es decir,
las partes son soberanas para crear entre ellas toda clase de vínculos jurídicos, en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad.
e) Los derechos reales de garantía otorgan una preferencia para el pago a su titular (prenda e
hipoteca). Los derechos personales de garantía no otorgan privilegio, sino en los casos en que
el legislador expresamente los ha concedido.

3) Relación entre el derecho personal y la obligación


La noción de obligación va estrechamente unida al concepto de derecho personal. Derecho
personal y obligación es un mismo fenómeno, pero mirado desde dos puntos de vista. Las dos
caras de la misma moneda.
Desde el punto de vista del acreedor, éste tiene un crédito o derecho personal; el deudor
tiene una obligación para con su acreedor. Por ello, muchos autores llaman obligación activa al
primero y obligación pasiva a la que, en sentido estricto, constituye la obligación.
Así, se habla de Derecho de las obligaciones cuando se quiere individualizar la rama del
Derecho privado relativa a los derechos personales, usando así la palabra obligación en un sentido
extensivo que comprende toda la relación jurídica en su aspecto activo y pasivo. Estando ya
consagrado por el uso, debe tenerse presente que el examen de las obligaciones constituye al
mismo tiempo el de los créditos.

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