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LECTURA BIBLICA
Juan 3:16,17 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.
La Justificación por la Fe
Es mi mayor deseo, que con la presencia del Espíritu Santo en mi vida, pueda ser
un centinela para Dios.
Oremos
Las escrituras introducen la base para la justificación por la fe, al explicar lo que
Cristo quiere hacer por nosotros
Juan 1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí
el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Juan 6: 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio
Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al
mundo.
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.
1- cuando Adán, el representante de nuestra raza fue tentado por Satanás para
rebelarse contra Dios, y al hacerlo pecó, trajo la muerte sobre sí mismo y
sobre todos sus descendientes.
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Como consecuencia del pecado de Adán todos los hombres pecaron y recibieron la
sentencia de muerte.
¡Alabado sea Dios!. El Hijo de Dios eligió tomar el lugar de Adán, como cabeza y
representante de la raza humana. Por su muerte en la cruz, pagó el castigo de
nuestra pena de muerte, disponiendo así la redención para todos los que creerán
en él:
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el
que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna. Porque Dios no envió a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo
por él” (Juan 3:16,17).
1. Aceptamos por fe que el sacrificio de Cristo sustituye nuestro lugar en la cruz del
calvario.
Primera condicion. Creer, trae consigo más que un asentimiento verbal o emocional,
debemos comprender lo que se llevó a cabo por la muerte de Cristo en la cruz. Por
ejemplo, leemos en Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es la muerte”. Cristo
murió para expiar la paga de tu pecado y el mío, que es la muerte. Pero ¿de qué
muerte estamos hablando? ¿De la primera o de la segunda? La Palabra de Dios
nos da la respuesta.
¿Y por qué la segunda muerte no tiene poder? Porque Cristo murió la segunda
muerte por los que creen en él, y lo aceptan como su sustituto. ¡Alabado sea Dios!
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¡Qué Salvador, murió en nuestro lugar!. Murió para que nosotros tengamos, no la
muerte eterna, sino la vida eterna.
31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel
arrepentimiento y perdón de pecados.
La tercera condición revela que debemos creer que Dios perdona nuestros
pecados y que hay que satisfacer ciertas condiciones antes de que realmente
podamos creer que Dios lo ha hecho. “El hombre debe despojarse de sí mismo
antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en Jesús” (Deseado de
Todas las Gentes, p. 247).
Así que hablando claramente, somos justificados por fe en Cristo, quien murió por
nosotros. La fe en si misma, no nos salva. Es la fe en el Hijo de Dios la que
salva. ¡Qué espléndido!
Cristo le dijo a Nicodemo: antes que puedas ver el reino de Dios, “debes nacer de
nuevo”. Cuando Dios perdona a un hombre, le proporciona un nuevo corazón, un
nuevo nacimiento. “Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro
de vosotros. Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón
de carne” (Ezequiel 36: 26). Muchos no se dan cuenta que la justificación por la fe,
incluye el nuevo nacimiento, que obra una nueva mente, un nuevo pensamiento,
porque la inspiración revela claramente esta verdad: “Ser perdonados en la forma
en que Cristo perdona es no solamente ser perdonados, sino ser renovados en el
espíritu de nuestra mente” (Mensajes Selectos, t. 3, p. 217).
Esto se lleva a cabo cuando venimos al Señor como lo hizo David después que
había pecado con Bath-sheba. Considere su oración: “Lávame a fondo de mi
maldad, y límpiame de mi pecado. Purifícame con hisopo, y seré limpio. Lávame, y
seré más blanco que la nieve. Oh Dios, crea en mí un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51:2, 7, 10).
Elena de White comenta acerca de esta experiencia de David: “Pero el perdón tiene
un significado más abarcante del que muchos suponen... El perdón de Dios no es
solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación. No es sólo el perdón
por el pecado. Es también una redención del pecado”. [Me gusta eso] “Es la efusión
del amor redentor que transforma el corazón. David tenía el verdadero concepto del
perdón cuando oró "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu
recto dentro de mí" (El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 97).
Gracias a Dios, cuando él perdona, también limpia el alma y crea un nuevo corazón
en el cual puede habitar Cristo. ¿No es eso maravilloso? ¿Cómo recibimos una
santificación tal? “Recibimos nuestra santificación al recibir a Jesús” (Mount of
Blessings [El discurso maestro de Jesucristo], p. 18).
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Cuando morimos al yo, el nuevo nacimiento trae a Cristo con su justicia a nuestros
corazones para habitar allí: “No están reconciliados con Dios, ni podrán estarlo,
hasta tanto hayan crucificado el yo y Cristo viva por la fe en sus corazones” (Exaltad
a Jesús, p. 334).
¡Que maravillosa experiencia para todos los que están dispuestos a morir al yo!
Entonces podemos decir: “Cristo es mi justicia”.
“Las melodías más dulces que provienen de Dios a través de los labios humanos,
la justificación por la fe y la justicia de Cristo”. (Joyas de los Testimonios, t. 3, p. 61).
La paz del cielo inunda el alma con la justificación,. Pablo nos dice: “Así, habiendo
sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (Romanos 5: 1).
¡Oh, Cuán gloriosa verdad! Porque cuando somos justificados, “quedamos sin falta
delante de Dios”. Puede preguntar ¿Cómo es posible? Es posible porque estamos
vestidos con las hermosas vestiduras de la justicia de Cristo. “Cuando el pecador,
penitente y contrito delante de Dios, comprende el sacrificio de Cristo en su favor y
acepta ese sacrificio como su única esperanza en esta vida y en la vida futura, sus
pecados son perdonados. Esto es justificación por la fe... El perdón y la justificación
son una y la misma cosa.
¿Podemos pedir algo más? Pero, no olviden que un hombre nunca se sentirá santo
ni admitirá serlo, sin embargo, así lo ve Dios debido a la justicia de Cristo que le es
imputada. Aún más, por el mismo proceso, es idóneo para el cielo. Nacido
nuevamente y convertido, que es lo mismo.
modelo, Cristo Jesús. La experiencia del apóstol Pablo, será nuestra experiencia
diaria. “Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó, y
se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2: 20).
¿Porqué ama tanto Dios al hombre? ¿No es acaso que por medio del Espíritu Santo
el hijo de Dios mora en el corazón del hombre? Entonces, no ve los trapos de
inmundicia de la desobediencia, sino la justicia de su propio hijo morando allí en el
corazón. ¡Qué Dios!. Dios nos ama como ama a su hijo. ¡Incomprensible!, Pero es
verdad. ¡Qué salvación!
El verdadero cristiano no obra para ser salvo, hace la obra de Cristo porque es
salvo. Una experiencia tal, llena el corazón de inexpresable gozo y paz, porque tiene
una verdadera relación viviente con su salvador. Es una experiencia que hace
posible, obtener la victoria sobre toda tentación y pecado, ¡qué seguridad ocasiona
esto al hombre!.“Si usted está bien con Cristo hoy, usted está listo si Cristo viniera
en este momento” (Heavenly places [En lugares celestiales], p. 227.) ¿No le gusta
esa seguridad?
Pero, alguien puede preguntar: ¿Cómo puedo saber si estoy bien con Cristo?
¿Cómo puedo saber que Jesús con su justicia mora en mi corazón y en mi mente?
“La justicia exterior da testimonio de la justicia interior” (Mensajes para los Jóvenes,
p. 32).
Ahora, una gran verdad más. ¿Sabían que mientras mantenemos nuestra
justificación y nuestra santificación, la vida eterna ya ha empezado para nosotros
aquí y ahora? ¡Oh amigos, esto es real!. “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Juan
5:12).
¡Qué gloriosa verdad! Mis amados, ¡Esta es una noticia apasionante!. Esta verdad
está confirmada también por el apóstol Juan. “Este es el testimonio: Que Dios nos
ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Estas cosas, he escrito a vosotros que
creéis en el Nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para
que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:11-13).
Con razón Pablo exclama: “Estad siempre gozosos. Dad gracias por todo, porque
ésta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16,
18).
Existen razones para salir a decirle al mundo cuan grandes cosas ha hecho Dios
por nosotros…