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Qué es la escuela?

Utilizar técnicas y estrategias de


aprendizaje cooperativo fomenta la
interdependencia positiva, la
responsabilidad individual, la
participación equitativa y la
interacción con el grupo, buscando
continuamente su motivación para
aumentar el tiempo que pasan haciendo sus tareas. Facilitan
un ambiente emocionalmente creativo y seguro para el
alumnado, porque la emoción y el sentimiento son la puerta
del aprendizaje.
¿Qué es la escuela? De todas las definiciones que nos ofrece el diccionario me quedo con
esta por lo poético de la misma:

“Lugar real o ideal que puede modelar y enriquecer la experiencia.”

Desde siempre se ha intentado educar en la escuela para preparar personas para el mundo
que les rodea. Aristóteles preparó a sus alumnos para saber razonar y debatir. La escuela de
la revolución industrial pretendía crear mano de obra para sus vastas cadenas de montaje:
todos iguales y mecanizando procesos. Desgraciadamente, en muchos casos, así seguimos.

¿Cómo queremos que sean los trabajadores del futuro? ¿Qué estamos haciendo para
conseguir a esos trabajadores? Desde Julio Verne Bilingual School, como parte de Grupo
Sorolla, apostamos, como uno de nuestros principales objetivos, en la formación de nuestro
alumnado en las competencias del siglo XXI para que, como nuestro slogan dice, “cuando
tengan que volar, estén preparados”. ¿Y cómo lo hacemos?

Nuestra metodología se basa en el aprendizaje cooperativo y en el método MORE cuyas


siglas responden a Múltiples Opciones para la mejora de Resultados en la Educación. Y
creemos que ahí puede estar la clave: en una mezcla de trabajo en equipo y ofrecer al
alumnado la variedad suficiente de estímulos para atender por igual a todos,
independientemente de su tipo de inteligencia.

Pensamos que la variedad puede ser uno de los conceptos clave. Según estadísticas de
EEUU (que por suerte o por desgracia vivimos o viviremos aquí) una persona media
permanece menos de 10 años en el mismo puesto de trabajo hoy en día, a diferencia de la
sociedad de hace 20 años donde se tenía un trabajo para toda la vida. Es por ello que
consideramos los contenidos curriculares al uso como herramienta o ventaja, si queremos
verlo de este modo, para la adquisición de procesos, rutinas y habilidades.

Nuestro alumnado tiene que ser capaz de desenvolverse en multitud de situaciones


independientemente del concepto que haya detrás. Por ejemplo, un trabajador competente
ha de manejar un equipo de trabajo con solvencia y empatía, ya sea de una compañía
maderera o de una empresa publicitaria. Es por ello que apostamos por cambiar el
concepto del “empleo para toda la vida” por el de “la empleabilidad para toda la vida”.

FINES Y OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN


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Cuando hablamos de los fines de la educación nos referimos a los


ideales de un proyecto educativo. Por ejemplo, las “escuelas” en la antigüedad tenían como
aspiración cultivar sabiduría, porque según ellos el hombre sabio era capaz de gobernar, enseñar y
estaba destinado a los trabajos superiores.

Este “ideal” fue reemplazado por conceptos como: formación integral para la obtención de
aprendizajes significativos; formar científica, humana y tecnológicamente, aunque se habla de
formación intelectual; crear habilidades y destrezas e instruir para la vida práctica.

La educación no debe llevar a un estancamiento de las aptitudes de los estudiantes y como una
simple adquisición de habilidades mecánicas y de fórmulas preestablecidas, con el único objetivo
de lograr capacidades para su vida laboral.

Esta debe crear conocimientos, habilidades o destrezas para la vida, es decir, integración de
sabiduría, inteligencia, experiencias previas, entendimiento, razonamientos lógicos, juicios
correctos o positivos, conocimientos, cultura y memoria; esto es crítico, analítico, reflexivo,
razonador, lector e investigador asiduo.

En nuestro sistema educativo se ha sugerido de todo para lograr fines, propósitos y objetivos:
reforma educativa, una sola jornada, aumento de horas o minutos de clases, formación
permanente de los facilitadores, laboratorios informatizados, experiencias educativas de otros
países, transformación curricular y hasta escuelas modelo.

Pero nuestro sistema sigue estancado e incluso lo que se


quiere hacer en la actualidad dista de los fines y objetivos
planteados por la Ley 47, Orgánica de Educación. Vale
preguntarnos: ¿Por qué? Pareceres personalistas,
politiquería de gobiernos, sistemas educativos foráneos.

¿En dónde está el problema? ¿Por dónde comenzar el


cambio para lograrlos?

De acuerdo con la precitada ley, los fines de la educación panameña son 17, entre estos están:
“contribuir al desarrollo integral del individuo, con énfasis en la capacidad crítica, reflexiva y
creadora, para tomar decisiones con una clara concepción filosófica del mundo y de la sociedad...”
y “contribuir a la formación, capacitación y perfeccionamiento de la persona como recurso
humano, con la perspectiva de educación permanente, para que participe eficazmente en el
desarrollo social, económico, político y cultural de la Nación...”.

En la educación media encontramos 10 propósitos a lograr e igual cantidad de objetivos


específicos. Entre los primeros destacamos: “Ofrecer una educación que capacite al individuo
como elemento productivo para que pueda incorporarse, rápidamente, con ventajas, a la vida de
trabajo y al proceso de liberación nacional” y “Crear en el estudiante un espíritu crítico, capacidad
reflexiva, sensibilidad estética y poder creativo”.

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