Desde aquel 12 de octubre de 1492 en que Cristóbal Colón llegó al continente americano, surgieron inmediatamente las ansias de conquista para apropiarse de un territorio que, a juicio de los invasores, estaba habitado por salvajes incultos que poseían enormes riquezas “desaprovechadas”.
Desde aquel 12 de octubre de 1492 en que Cristóbal Colón llegó al continente americano, surgieron inmediatamente las ansias de conquista para apropiarse de un territorio que, a juicio de los invasores, estaba habitado por salvajes incultos que poseían enormes riquezas “desaprovechadas”.
Desde aquel 12 de octubre de 1492 en que Cristóbal Colón llegó al continente americano, surgieron inmediatamente las ansias de conquista para apropiarse de un territorio que, a juicio de los invasores, estaba habitado por salvajes incultos que poseían enormes riquezas “desaprovechadas”.
Desde aquel 12 de octubre de 1492 en que Cristóbal Colón llegó al continente
americano, surgieron inmediatamente las ansias de conquista para apropiarse de
un territorio que, a juicio de los invasores, estaba habitado por salvajes incultos que poseían enormes riquezas “desaprovechadas”. Para ello, se organizaron empresas de conquista y colonización durante los siglos XVI y XVII, financiadas por comerciantes, empresarios y banqueros. Eran épocas en las que España se encontraba sumida en guerras, sus tierras estaban agotadas y la ambición de sus monarcas en contubernio con el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, llevó a producir una de las más grandes catástrofes demográficas de la historia de la humanidad. A fines del siglo XV, según estudios realizados, la población de América rondaba los 70 millones de seres humanos; 150 años después, de acuerdo a la misma fuente, sólo quedaban unos 3 millones y medio de pobladores originarios. Esto implica que la destrucción de la población autóctona de América llegó a un 95 %, es decir, la masacre superó los 66 millones de personas: un genocidio sistemático. Dos etnias, los anglosajones en el norte y los iberos en el sur, diezmaron América sometiendo a sus pobladores física y culturalmente, utilizándolos como mano de obra esclavizada y expropiándoles las tierras en las que vivían desde hacía siglos. Desmantelaron así tres imperios -el Maya, el Inca y el Azteca- e hicieron desaparecer o reducir drásticamente otros pueblos desde Alaska hasta la Patagonia: antillanos, aguarunas, apaches, arapajos, araucanos, aymaras, calchaquíes, cheyenes, guaraníes, mapuches, navajos, onas, quechuas, tehuelches, yaquis y muchísimos otros más. La intervinieron política y militar de España en América se basó en la explotación, el exterminio y una evangelización sangrienta. Soldados y aventureros protegidos con corazas y pertrechados con armas de fuego desconocidas por los americanos, infundieron el terror y cometieron todo tipo de atrocidades en las tierras que iban descubriendo. Y no sólo trajeron armas, también trajeron enfermedades (malaria, sífilis, paludismo, entre otras) que resultaron mortales para los pueblos originarios de América. Así fue como se apoderaron de las riquezas de este continente, llevándoselas en miles de viajes de galeones cargados de oro, plata, joyas y productos agrícolas como el tomate, el maíz, la papa o el cacao que tuvieron un gran impacto en la economía y los hábitos europeos. En el primer tomo de “El Capital” escribió Marx: "El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista”. Efectivamente, el saqueo de América fue el medio más importante para la acumulación primitiva de capitales que hizo posible la aparición de una nueva etapa histórica en la evolución económica mundial ya que financió directamente el establecimiento de manufacturas que dieron un gran impulso a la revolución industrial. Cinco siglos después de aquel primer asalto, un cártel de empresas españolas capitaneado por el poder político emprenden la reconquista de América Latina. Codician sobre todo los servicios públicos y los recursos naturales. Cuentan para ello con la venia de la criolla presencia política de quienes son llamados de manera precisa los “vende patria”. Aquellos gobernantes en cada país de este rico continente que aún despierta la ambición y rapacidad de quienes nunca abandonaron la primigenia intención conquistadora y avasalladora. Ya no necesitan armas de fuego; hoy se escudan en tratados y acuerdos en donde es aceptada la presencia de reyes, príncipes, empresarios y banqueros, quienes son los artífices del permanente intervencionismo e intromisión. La mayoría de los consorcios que dominan la economía española y todas las multinacionales españolas presentes en América Latina son hijas del triunfo de la insurrección fascista en la España de 1936. Tras algunos años de retroceso, con el surgimiento del “neo liberalismo”, se formó el lobby español conformado por empresas como el BBVA, el Banco de Santander, Telefónica, Iberdrola, Repsol, Iberia, Mapfre, el grupo PRISA, etc. Ellas son los nuevos artífices de la conquista española, aquellos a los que nuestro ministro de Hacienda y Finanzas pidió disculpas por los abusos que han sufrido en los últimos años. Las mismas a las que nuestro presidente les pidió por favor que amplíen sus inversiones. Y es en ese contexto en que es invitado el corrupto Rey emérito de España a participar de los festejos del bicentenario de nuestra independencia.